—Sila, Lox está acá esperando apresúrate —gritó mi progenitora.
—Ya voy, solo necesito encontrar mis pantalones —le respondo.
—Oye alborotadora, date prisa, hoy nos toca llevar a pasear a los perros —me avisó mi amigo.
Cuando bajo hacia la cocina encuentro a mi madre muy Mérida en una conversación sobre lasaña con Lox. Lo agarro de la chaqueta y nos despedimos.
Escuché un: “Vuelvan a salvo y Lox me mandas la receta por mensaje”.