El primer verano de Connor [C...

By Daikiraichan

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¿Qué puede pasar cuando al teniente Anderson y a su compañero Connor les fuerzan a irse juntos de vacaciones... More

Día 1: Vacaciones
Día 2: Actualizaciones
Día 3: Emociones
Día 4: Lágrimas
Madrugada Día 6: Deseos
Día 6: Connor
Día 7: Hank (FINAL)
La primera Navidad de Connor (BONUS)
EXTRA DE AMOR #1
EXTRA DE AMOR #2

Día 5: Desconexión

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By Daikiraichan

Lo prometido es deuda, mis queridos y queridas lectores/as. 

Esta aventura, aviso, está llegando a su fin. Calculo que tendrá siete capítulos en total, lo que duraban las vacaciones concedidas, así que nos acercamos al final de esta historia. Espero que os guste el capítulo, al final los personajes han hecho lo que han querido, puesto que yo sólo quería traeros una excusa para narrar mucho sexo salvaje y suculento, pero el amor ha triunfado a la lujuria y estos dos han acabado llevando las riendas de la historia hasta el momento en el que ahora nos encontramos. 

¡Gracias, como siempre, por leerme y por dejarme esos comentarios tan simpáticos que disfruto muchísimo contestando! Y ahora, disfruten del espectáculo: 

NOTA: La ilustración no es mía. Lamentablemente no sé de quién es, si lo averiguo lo pongo aquí. 

~~~~~~

Hank había salido del barco sin dirigirle ni la palabra ni la mirada.

Se quedó unos segundos paralizado, sentado en el lugar donde había quedado noqueado por el golpe. Sentía un punzante dolor en algún lugar de su sistema interno, como si algún anclaje se hubiera dañado por el golpe. Se había autoanalizado y todo parecía en orden, a pesar de la inestabilidad que experimentaba toda su programación, lo cual achacó a los nervios que había tenido que sentir con aquella explosiva reacción del teniente.

Cuando se dispuso a bajar del barco, tenía la cabeza gacha y el gesto serio. Imperturbable. Hank ya salía de la oficina de arrendamiento, donde había dejado la documentación y las llaves del motor. Sus miradas se cruzaron unas milésimas de segundos.

El corazón biónico de Connor se aceleró y lo sintió como si se hubiera encogido.

La mirada azul intenso del teniente se cruzó con sus ojos avellana, pero siguieron de largo, ignorándolo, apartando la vista con un gesto de asco que se le clavó como un puñal en el pecho.

Connor puso en marcha su programación más primaria, la que le convertía en una máquina que solo cumplía tareas, y emprendió el camino hacia el hotel. No sabía hacia dónde se dirigía el teniente, pero sí que sabía que no debía seguirlo.

En el camino, Connor no observó como de costumbre lo que le rodeaba. Aquella mirada aniñada e inocente había desaparecido. Su cara era un témpano de hielo; unos niños se habían pegado a las faldas de su madre cuando habían chocado en su camino, temerosos de su dura mirada. Caminaba con paso ligero para llegar cuanto antes a su habitación. Aunque no sabía muy bien para qué. En ese instante, las razones para seguir moviéndose eran pocas, no tenía un destino ni un propósito, solo alejarse de las miradas de los humanos, alejarse de la luz del sol y, sobre todo, alejarse de Hank Anderson.

Al llegar a la puerta del bungalow, se detuvo. Suponía que el teniente no estaría dentro, pero la mera posibilidad de que estuviera lo puso alerta. Recordó el empujón que le hizo resbalarse y volvió a dolerle el lado izquierdo de la cabeza. Sentía en su programación una inestabilidad enorme cuando recordaba aquel suceso, y no podía parar de rebobinar sus recuerdos y analizarlos una y otra vez. Estaba volviéndose loco.

Se decidió a entrar y en el interior de la habitación le recibió el frío silencio. Allí no había nadie más que él.

Se sentó lentamente en la cama, sintiendo cansancio en su cuerpo perfecto. No podía parar de rememorar todo lo que había pasado. Las imágenes se le cargaban en el sistema, aunque él no quisiera reproducirlas. Recuerdos vívidos y exactos que podía analizar y volver a analizar una y otra vez. Aquella chica, cómo había cambiado su gesto al saber que él era un androide... su mirada tierna y coqueta se había transformado en una llamarada de lujuria, de altivez humana. Sus pestañas fuego ya no eran cálidas, sino que le quemaban la piel sin piedad.

¿Cómo no se había dado cuenta antes...? El recuerdo vívido de las manos de la mujer recorriendo su cuerpo de forma lasciva y la sensación de angustia que le embargó volvió a atravesarle el espinazo. Se sentía vejado. Se abrazó así mismo y cerró los ojos, sintiéndose reducido a un objeto sin alma, sin corazón, sin derechos ni sentimientos.

Y el teniente, sus palabras y sus gestos; podía leer en toda su expresión cómo lo odiaba profundamente y Connor no llegaba a comprender el por qué. ¿Qué había hecho mal? ¿Era acaso culpa suya todo lo que había sucedido? Pero...

¿Por qué?

"Nivel de estrés 85%"

Soltó un gemido angustioso y nuevamente sus ojos se humedecieron.

- No soy nada para nadie... Solo soy un objeto que pretende ser humano –susurró hacia el vacío. Sus palabras rebotaron en su interior. - Soy un hombrecillo de plástico...

Se levantó con determinación, impulsado por un sentimiento que identificó como rabia. Una ardiente rabia que le estaba embargando todos los órganos biónicos. Su corazón latía aceleradamente, sin control.

Abrió de un portazo la puerta del baño, la cual rebotó levemente en la pared. Se abalanzó al lavabo y se miró en el reflejo del espejo.

Aquella cara, diseñada por un ser humano, a imagen y semejanza. Diseñado y estudiado para encajar, para agradar a unos seres que lo detestaban, usaban y tiraban. Sus dientes chirriaron y cerró los ojos fuertemente para desaparecer su reflejo de su memoria. Pero al volver abrirlos ahí estaba de nuevo: Connor, androide de Cyberlife modelo RK800, serie #313 248 317. Un patético muñeco de usar y tirar. Un patético androide que jamás dejaría de serlo, que estaba ahí para el uso y disfrute de los demás.

La luz roja de su LED se reflejaba en el espejo e iluminaba la penumbrosa habitación.

Sus ojos enfocaron unas tijeras en la repisa sobre el lavabo, donde Hank tenía sus utensilios de limpieza.

"Nivel de estrés 90%"

Un impulso incontrolable le hizo agarrar las tijeras y mirándose atentamente al espejo, clavando la mirada en su reflejo, acercó la punta afilada de las tijeras hacia su sien, donde su LED brillaba intensamente del color de la sangre humana.

Atravesó la carne sintética y clavó el dispositivo electrónico con la punta de la tijera.

Sintió un tirón, un dolor extraño, y con un movimiento rápido, se deshizo de aquella marca que lo identificaba como un ser de segunda. El dispositivo cayó al lavabo roto a la mitad y en la sien de Connor se podía ver su verdadera piel de acero.

Volvió a clavar su mirada avellana, dura y aterrada a la vez, al reflejo del espejo.

Y lo que vio lo hizo enfurecerse.

El reflejo le devolvió la mirada de un androide plateado y brillante, con marcas metalizadas distribuyendo sus facciones humanas a lo largo de su cara. Sus labios eran metálicos, su piel de acero y sin las marcas que le caracterizaban. En aquella cara no había ni un ápice de humanidad.

Gritó con rabia, con rabia hacia sí mismo, hacia lo que significaba ser él, hacia la realidad de que Hank Anderson le odiara por ser lo que era, que cualquiera pudiera usarle por ser aquello que le devolvía la mirada en el espejo.

Con fuerza, levantó el puño y lo dirigió con ira hacia el reflejo que se proyectaba en el espejo. Rompiéndolo en pedazos.

Los cristales estallaron y se desperdigaron por el suelo del baño. Grandes trozos de vidrios llovieron sobre el puño del androide, abriendo pequeñas hendiduras de donde comenzaron a nacer hilos de sangre azul cielo.

"Nivel de estrés 99%"

Su visión empezó a ser nublosa y sus oídos empezaron a percibir los sonidos distorsionados. Sintió que su rostro volvía a transformarse en la cara que siempre había identificado como la suya y se llevó las manos, aterrado, al cabello castaño que apretó y tironeó, sin saber qué estaba pasando en su interior. Sus componentes estaban fallando, sentía mucho calor y una ansiedad incipiente le pedía destrozar todo a su alrededor.

Se agarró el cuello, como si quisiera autoasfixiarse y una de sus manos empezó a apretar su tráquea con fuerza. Empezó a marearse, sentía que perdía el equilibrio. Salió torpemente del baño. La mano había bajado hacia su pecho, donde se agarraba el corazón, que parecía a punto de reventarse bajo su carcasa metálica.

"Fallo en el sistema. Tiempo restante para la desconexión 00:01:00".

Su visión se nubló y sintió cómo una mitad de su cuerpo se paralizaba y petrificaba, perdiendo el control de sus movimientos. Tropezó sin poder remediarlo con la cama, y cayó al suelo pesadamente, quedando a medio camino de la puerta y con la mano estirada, en un intento de conseguir alcanzar una ilusión muy lejana.

- Hank... -susurró sintiendo que perdía la voz y que le invadía la oscuridad.

Pero Hank no estaba allí para rescatarle.

Se moría.

Y estaba totalmente solo.

"Desconexión" .....................................

~~~~~~

-Oh, dios mío, Connor... -Hank se abalanzó hacia el cuerpo inerte sobre el suelo, dándole la vuelta para verle la cara que tenía aplastada contra el suelo de madera de la cabaña-. Por favor, despierta, ¡Connor!

Hank empezó a sentir cómo sudores fríos le envolvían el cuerpo. Empezó a sudar de nerviosismo. Sus manos no sabían por dónde empezar a tocar. El androide se encontraba con los ojos cerrados, con la cara imperturbable, como cuando dormía, pero sin la expresión de paz.

Las manos le temblaban al mayor, sosteniendo al joven androide inerte y frío que por mucho que sacudiera, no despertaba.

En un intento desesperado de arreglar aquella situación, cogió la camisa de Connor y la rompió de un tirón, dejando al descubierto su pecho y abdominales. Sin perder el tiempo, lo colocó en posición, con el mentón alzado, y comenzó a darle un masaje cardiovascular, contando los segundos de cada apretón, en el cual ejercía toda su fuerza y energía. Sin pensárselo dos veces, después de unos segundos de masaje, abrió los labios del joven y posó encima los suyos e insufló aire dentro de su cuerpo, haciendo que su caja torácica se expandiera.

Repitió aquella maniobra varias veces hasta que se sentía desfallecer. Sabía que estaba haciendo el ridículo intentando resucitar a un androide con una técnica de salvamento para seres humanos, pero no sabía qué hacer dentro de su desesperación.

Comenzó a recorrer el pecho del joven, intentando buscar una hendidura, algún dispositivo que pudiera encender o apagar... no sabía cómo diablos funcionaban los androides. No sabía nada de Connor, siempre se habían centrado en hablar de Hank y de sus problemas, nunca de lo que era importante para al androide. En la piel del joven no encontró ningún indicio de que pudiera acceder a sus componentes para intentar arreglarlo. Manipulando su cuerpo, se dio cuenta de que Connor había sangrado ligeramente por los brazos, en lo que parecían marcas de cortadas. Cerró los ojos, intentando evadirse de aquella dolorosa escena que tenía delante.

Se sintió impotente y angustiado. El muchacho seguía con los ojos cerrados, sin señal de vida. Se fijó en su sien y vio que la ausencia de luz no era por otra cosa que porque no tenía LED alguno. Aquello hizo que se preguntara qué era lo que había ocurrido en aquella habitación mientras él se encontraba perdido en la ciudad.

Se levantó, intentando no perder el equilibrio y trató de usar su olfato detectivesco. Siguiendo los pasos del androide antes de caer al suelo, se dirigió al baño, donde encontró una escena dantesca.

El cristal del lavabo estaba hecho añicos.

Se acercó al hueco del espejo y observó el destrozo con la boca abierta. Aquello no podía estar pasando, sentía un nudo en la garganta que no le dejaba respirar. Se fijó en un destello brillante que salía de dentro del lavabo y recogió un pequeño dispositivo electrónico destrozado.

Era el LED de Connor, que había sustraído con unas tijeras que también se encontraban en el suelo del baño.

Sintió su corazón encogerse.

- Pero... ¡¿qué has hecho...?! – gimió de impotencia, agarrando el LED con fuerza dentro de su puño. Se llevó el aparato al pecho, como abrazando la consciencia de Connor con ese gesto-. Lo has hecho por mi culpa... Todo esto es culpa mía.

Las piernas le desfallecieron, y tuvo que dejarse caer de rodillas al suelo del baño, donde los cristales le hacían una silenciosa compañía. Su reflejo deformado se reflejaba en las migajas de cristal.

Una lágrima cayó al suelo.

Había perdido lo único que tenía. Lo único que le importaba.

Una vez más, lo había perdido todo. Lo había arruinado.

- Todo lo que toco, lo jodo... destruyo todo a mi paso –susurró, apretando aún más el LED del androide en su pecho. Sentía el corazón temblar.

Sin Connor, ya no tenía sentido seguir allí. Había matado a la única luz que alumbraba su oscuridad. Su alma se encontraba compungida, reducida a cenizas de fracaso y desesperanza.

Se fijó en uno de los cristales a su lado. Era largo y afilado. Lo agarró con la mano temblorosa.

Recordó con calculada frialdad los momentos en los que había sido cruel con Connor. Cada segundo que había hecho sentir a su compañero incómodo por su comportamiento. Cada palabra fría y ruda que le había dedicado. Las veces que lo había agredido, tratado con dureza y con indiferencia. Cada momento era un puñal que se le estaba clavando en el alma.

¿Cómo no se había dado cuenta antes de lo importante que se había convertido para él aquel joven de mirada ensoñadora? Desde la llegada del joven a su vida, ésta había cambiado por completo para bien, aunque él se había empeñado en negarlo todo el tiempo. Negándose la felicidad, sumido en un mundo de tinieblas que creía merecer.

Ahora ya sabía con certeza que se merecía aquella vida sumida en oscuridad y lamentaciones. Y no estaba dispuesto a seguir viviéndola.

- Es el momento, maldito cobarde... -cogió el trozo de cristal con la mano firme, y extendió el cuello, estirando la cabeza hacia atrás y ofreciendo su nuez de adán.

Cerró los ojos con fuerza, a la vez que llevaba el cristal afilado a su cuello. La carne se le había puesto de gallina y sentía castañetear los dientes. Era cobarde hasta para poner fin a su propio sufrimiento. Se sentía a cada segundo más patético.

Sintió el frío borde justo en un lateral de su cuello, encima de la vena yugular, que latía con fuerza, bombeando rápidamente sangre hacia su carcomido corazón.

- Lo siento, Connor... -una lágrima atravesó su rostro-. Lo siento, Cole...

Ejerció presión, sintiendo un agudo dolor y resquemor.

- ¿Teniente...? –se escuchó una débil voz provenir de la habitación.

El cristal que ya se estaba clavando en la piel, abriendo una herida sangrante en el cuello de Hank, se detuvo al escuchar aquel susurro.

Por un segundo, el silencio volvió adueñarse de la habitación y Hank tuvo la impresión de que la imaginación le había jugado una mala pasada, no obstante, dirigió una mirada esperanzada hacia el cuerpo del androide, que se encontraba todavía entre la puerta del baño y la puerta de entrada a la cabaña. Y fue entonces cuando pudo comprobar que Connor estaba intentando reincorporarse.

-Teniente... ¿está usted ahí? –parecía no haber recuperado la visión, ya que no podía ver nada, solo oscuridad.

Hank dejó caer el cristal de sus manos y se levantó rápidamente del suelo, sintiendo la adrenalina explotarle el pecho. Se dejó caer encima de Connor, con urgencia de saber cómo se encontraba y qué le había pasado.

-Connor, por favor, ¿qué ha pasado? ¿estás bien? –el mayor le cogió la temblorosa mano al androide, que tenía los ojos sin brillo e idos. - ¿Puedes oírme?

-Sí, le oigo, teniente –dijo Connor con dificultad-. No puedo ver nada... me estoy recuperando lentamente de un fallo grave en mi sistema.

Hank lo cogió por los hombros y se colocó su cuerpo encima de las piernas, dándole apoyo a su cabeza en su regazo. Estaba eufórico, sentía la sangre correrle por el cuello y el pecho, manchando su camisa. ¿Habría apretado el cristal hasta quitarse la vida y estaba desfalleciendo en los últimos momentos de conciencia? ¿Podría ser todo aquello una ilusión antes de abandonar este mundo...?

- Estoy aquí contigo, chico, aguanta –le dijo Hank-. ¿Crees que puedes levantarte con ayuda?

- No lo sé, teniente... mi sistema se está terminando de reiniciar. He entrado en modo a prueba de fallos y no tengo activadas todas las funciones.

Aquello a Hank no le respondió ninguna pregunta, ya que no comprendía cómo funcionaban la nueva tecnología, pues se había quedado obsoleto hacía muchos años. Sin embargo, intentó coger al joven por las axilas, para colocarlo entre sus brazos y recogerle las piernas, levantándolo en volandas.

Hizo el esfuerzo sobrehumano de levantar al joven del suelo, que gimió por el cambio de posición y altura y se agarró a la camisa del mayor.

- Teniente... -susurró Connor, empezando a ver borroso, despertando de la oscuridad. Pudo ver los ojos azules de Hank mirándolo directamente. Y no pudo identificar odio en ellos a pesar de las interferencias en la visión.

Hank lo dejó delicadamente encima de la cama, estirando sus piernas y dejando su cabeza apoyada cómodamente sobre la almohada. Connor seguía con la camisa rota a medio poner, dejando su pecho al desnudo. Las heridas en los brazos ya se empezaban a cerrar, como podía comprobar Hank, viendo cómo la piel del androide se regeneraba.

Se sentó en una silla que había en la habitación, no sin antes acercarla y ponerla a la altura de la mesa de noche, cerca del cuerpo del joven.

Connor comenzaba a ver la habitación y a percibir los colores. Estaba mejorando rápidamente; su sistema se había visto afectado por un fallo interno, debido al sobrecalentamiento provocado por el estrés de las recientes emociones. No había podido gestionar aquello sin colapsar. Sin embargo, las últimas actualizaciones habían mejorado sus sistemas de recuperación de datos y auto reparado. Había conseguido reiniciar el sistema antes de la desconexión completa de sus dispositivos.

Había sobrevivido.

- Lo siento... -susurró Hank desde la silla -. Todo esto ha sido por mi comportamiento. No debí nunca gritarte ni empujarte. Estaba... -intentó expresarse sin éxito-. Estaba... ya no sé ni qué me pasa por la cabeza últimamente... Nada de lo que te dije era verdad, es lo único que sé –se dejó hundir en la silla mientras esperaba la reacción de Connor.

Éste giró la cabeza encima de la almohada y vio a Hank sentado a su lado, respirando forzadamente, a la espera. Analizó a penas la estancia y a su acompañante y pudo comprobar que del cuello del mayor nacía un importante derrame de sangre, que se había desperdigado por la camisa, devorando todo a su paso con su rojo intenso. Levantó la mano y trató de reincorporarse.

-Teniente, ¡está sangrando! –exclamó Connor, haciendo caso omiso a lo que le había dicho Hank. Sus ojos reflejaron rápidamente emociones humanas. Ya empezaba a ser el mismo de antes.

- No, no... -lo paró, recostándolo de nuevo, poniendo una mano en su pecho desnudo y presionando-. No te levantes. Yo estoy bien.

- Teniente... –el androide pestañeó, Hank estaba tan cerca de él que no sabía cómo reaccionar. Se encontraba todavía muy débil, pero preocupado por la herida del teniente. Por lo que había podido analizar, había sido autoinfringida con un trozo de vidrio, ya que había rastros de partículas alrededor de la abertura y el ángulo encajaba con la teoría.

- Shhh, pórtate bien, ¿vale? –le dijo, con aquel tono que empleaba como si fuera un cachorrito de pastor alemán. Connor frunció el ceño, recordando el motivo de por qué estaban así. Un reflujo de rencor le sobrevino, sorprendiéndolo. Nunca había sentido nada parecido.

- ¿Me odia por ser un androide, teniente? –preguntó de pronto, rumiando la idea. Hank quedó atónito por la pregunta.

- Claro que no, Connor, ¿crees que si eso fuera así, yo...? –y se cortó de pronto, dejando en el aire la sensación de una emoción retenida. Connor, que ya estaba casi recuperado, pudo captar esa sensación en el ambiente.

Hank chasqueó la lengua y se sintió nuevamente miserable. No era capaz de hablar. No era capaz de decirle nada de lo que supuestamente estaba dispuesto, hacía unas horas, de decirle. Miró de reojo el ramo de flores tirado en el suelo, olvidado. Era patético tan solo pensar que...

No tenía oportunidad. Debería haber acabado con su vida cuando tuvo la ocasión.

Su entrecejo se frunció profundamente y trató de levantarse de la silla, para alejarse del androide que lo miraba fijamente, increpándole con los ojos pero entonces Connor alargó la mano y lo cogió de una esquina de la camisa, reteniéndolo a su lado.

El androide se reincorporó encima de la cama, sentándose. Sentía sus constantes vitales estabilizarse lentamente; volvía a tomar el control de sus extremidades y sentidos.

Acercó su mano a la herida en el cuello de Hank, para observarla de cerca. Puso su palma encima, manchándose de sangre humana. El teniente aceptó la caricia, incómodo. No obstante, llevó su propia mano encima de la mano del androide. El roce de ambas manos hizo que se miraran fijamente.

Azul contra avellana.

- ¿Me odia, teniente? – volvió a preguntar Connor, en un susurro, mirando fijamente al mayor. La intensidad de aquella mirada sólo podía compararse con la intensidad de una mirada humana. Una máquina nunca podría transmitir tanto a través de sus fríos ojos programados. Una máquina con su mirada no podría erizarle los vellos de la nuca a un hombre como Hank. 

Hank no respondió con palabras y durante unos segundos que parecieron eones, permaneció inmóvil, intentando tomar una decisión que podría cambiar su vida para siempre. Acumuló el valor para, con algo de temor, por fin ir acercándose al joven lentamente, sintiendo el corazón latiendo alocadamente en los oídos, ensordeciéndole incluso la razón. Connor no se movió ni un ápice, no intentó detenerlo; Hank no sabía si era porque no sabía lo que se avecinaba o porque no quería impedirlo. Por un momento, aquella duda lo iba a paralizar, pero entonces vio, con sorpresa, cómo Connor cerraba suavemente los ojos y entreabría sus labios, ofreciéndoselos generosamente con un gesto de su mentón, que lo había alzado suavemente. Hank también cerró sus propios ojos al ver cómo el androide le correspondía y con una tierna brusquedad y torpeza, juntó sus resecos labios, rodeados de una barba descuidada, sobre los labios del androide, sellándolos en un delicado beso en su boca.

El corazón de ambos se detuvo. Algo se despertó en el interior del androide. Una llamarada incipiente, que arrasaba con toda la lógica de su programación.

El beso duró unos segundos. Hank se separó de Connor unos centímetros, se hallaba reclinado sobre el androide, que seguía sentado en la cama, agarrándose del cuello herido del teniente.

-¿Contesta eso a tu pregunta...? –susurró Hank, sintiendo un ligero sonrojo en sus mejillas.

Connor no contestó con palabras.

Lo cogió con fuerza, con ambas manos, agarrándolo de la camisa, y lo tiró hacia la cama, sobre su propio cuerpo. Hank abrió los ojos de par en par, viéndose de pronto sobre el androide, que lo miraba intensamente. Hank tenía las manos en cada lado de la cabeza de Connor, sobre la almohada y una de sus rodillas se encontraba hincada entre las piernas del joven.

El androide alzó las manos, desde la camisa del teniente hasta su nuca, y presionó para que Hank se acercara nuevamente a su rostro, pero esta vez fue el joven quien llevó la iniciativa, uniendo sus labios con los del mayor en un apasionado beso. Demandante. Necesitado. Hank no pudo evitar cerrar los ojos y dejarse llevar por la calidez del roce, sin cuestionarse si aquello era real o producto de una ilusión. Abrió la boca para dejar paso a la lengua de Connor, que buscaba con impaciencia la suya. Cuando experimentaron ambos el sabor del otro, se gimieron mutuamente dentro de sus bocas.

El sonido de ambos besándose era lo único que se escuchaba en la habitación y de fondo, a lo lejos, el mar chocando en la playa.

~~~~~~

¡YASSSS! Os corto la acción en el mejor momento muajajajajjaja

Espero que os haya gustado y os haya dejado con ganas de más. ¡Esperaré vuestras impresiones, críticas, comentarios sexies, chantajes emocionales, etc! <3 <3 

Por cierto, muchos no sabéis que soy un chico. Lo soy, solo que no tengo cuenta propia en Wattpad (me hice una pero ya había secuestrado esta). Me llamo Daikiraichan! Un placer conocerles <3 

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