Capítulo 26; Campamento
Parte 1
El ruido del tono de llamada interrumpió en la habitación.
Con pereza la castaña estiró su brazo buscando el bendito celular, encontrándolo en la mesita de noche.
—¿Aló?— Contestó mientras bostezaba y achinaba los ojos por el brillo.
—¿Ale estabas durmiendo? ¿He llamado tarde? — Se frotó la cara antes de contestar.
—Sí, no, mamá estaba dándome una siesta en la tarde, eso es todo.— Respondió volviendo a bostezar.
—¿Ya hiciste tus tareas?— Reclamó.
—Sí, má.— Se dio la vuelta acomodándose entre las sábanas.— Además ayer salimos de vacaciones. —
—¡Ah, qué bueno!— La chica bostezó asintiendo aunque no la veía. — ¿Vas a venir a Perú o te vas a la casa en Cancún con tus tíos? ¿Qué te parece traer a tu enamorado? — Preguntó.
—Nada, el bendito colegio no nos deja salir por una vaina con los villanos. — Explicó con el rostro en la almohada.
Su madre comenzó a lamentarse, pero los maullidos del gato llamaron su atención.
Observando al pequeño felino pidiendo por su comida.
—Tu gato te llama.— La voz ronca de Hitoshi la sobresaltó.
—También es tu gato, ingrato.— Dijo sentándose en su cama mientras alejaba el celular para que su madre no lo oyera.
—¿Ale, estás con alguien? —
—Ah, sí, es Hitoshi que ha venido a sacarme a pasear.— Mintió a medias mientras lo movía para que se despertara.
—Bueno, ya me tengo que ir, te quiero, bebé. —
—Yo también, mami.— Dijo nostálgica terminando la llamada.
Una vez dejó el celular en la mesa sintió los brazos de su novio envolverla y haciendo que volviera a acostarse.
—¿Quién era?— Preguntó mientras besaba suavemente su mejilla.
—Mi mamá.— Dijo mientras le devolvía el abrazo y sentía su aroma.— Llamó para ver lo que haríamos en vacaciones. —
—Oh, ¿Le dijiste que ibamos a ir al campamento con la clase A y B?— Ella negó.
—Verdad, lo olvidé, bueno, no importa.— Le restó importancia.
—Claro que importa, es un honor que el mismo profesor de la clase A nos pidiera acompañarlos para fortalecer nuestros quirks.— Dijo con orgullo.
—Claro que sí, mi amor.— Le siguió la corriente mientras acariciaba su rostro.
Se acercó a besar su mejilla y luego pasar a sus labios, mientras jugaba con su cabello púrpura.
Enredando de paso sus piernas y tratando de acortar toda distancia.
Siendo interrumpidos por los maullidos de Eraser.
—Ay, pinche gato.— Dijo separándose al sentir como el animal subía a su cama.— Hitoshi dale de comer a tu gato, por favor. — Volvió a taparse con la sábana.
—Vamos, Eraser.— Se levantó con el gato en sus brazos.
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—Voolverá, como la primera veeez, dejala que vuelva, ella conoce solita el camino conmigo.— Cantó mientras movía el asiento delantero.
—Aleska, siéntate.— Pidió el chico a su lado.
—¿Por qué hay extras aquí? — Mencionó con molestia el rubio ceniza atrás de ellos.
—A ver, hijo de tu madre, en mi historia el extra eres tú. — Dijo volteandose a enfrentarlo cara a cara.
—¡¿Qué has dicho, perra?!— Saltó de su asiento con intención de explotarle la cara.
Le sacó la lengua y con su kousei el rubio volvió a su sitio.— Quedaste como una estúpida. — Sonrió de lado y volvió a jugar con el asiento del frente.
—Mejor siéntate.— Aconsejó el chico de ojeras.
—¡Oblígame! Hace tiempo que no iba en un bus escolar, está en mis genes hacer desmadre, así que un poco de comprensión, ¿Ya?— El chico sólo suspiró.— Además al chico no le molesta, ¿Verdad Izuku?— Dijo apoyándose en el asiento para verlo.
—¿Ah? Ah, sí, no hay problema.— Tartamudeó un poco por la cercanía.
—¿Ves?— Le encaró a su amigo.
—Sólo no hagas que te echen del bus.— Se puso sus audífonos para ignorarla.
—Oki... ¡Oiga chofer, ¿No tiene radio?!— Gritó llamando la atención de todos.— ¿Puedo poner mi música? — Volvió a gritar, nadie respondió, tomándolo como un sí.— Gracias, lince.—
Conectó los altavoces al bluetooth de su celular.
—No te pido que traigas flores, tampoco que me des bombones, yo solo quiero una caricia, que me digas que tu me quieres.— Cantó el coro con sentimiento.
—Oye, que buena canción. — Opinó una chica de tez rosa.
—Ahre, gracias.— Sonrió.
El resto del viaje continuó poniendo su música.
Hasta que se quedó dormida.
—Oye.— Comenzaron a zarandearla.
—¿Ah?— Abrió los ojos con pereza mientras se estiraba, observando al de cabello azabache.
—Todos los demás ya se han ido, deberías apresurarte.—
—¿Apresurarme a qué?—
—A pasar todo el bosque hasta el campamento.—
—¿Para qué o qué?—
—Para dar inicio a la primera parte del programa.—
—¿Pero no es más rápido ir en bus?—
—Pero ese no es el objetivo del campamento.—
—¿Y cuál es?—
—El de mejorar sus quirks.—
—¿Por?—
—Para ser mejor héroes. — Dijo ya un poco harto.
—...—
—...—
—¿Y por qué mejor... — No pudo continuar pues el mayor se fue dejándola sola en el autobús.
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—¡Hitoshi!— Gritó saludándolo al verlo venir todo maltrecho desde la distancia.
Había llegado junto a las Pussy Cats desde hace horas, pero al menos no lo pasó tan aburrido junto al niño.
—¿Ese es tu novio?— Preguntó un poco bajo el niño a su lado, ella asintió orgullosa.— Yo soy más guapo.— Reclamó con las mejillas un poco rosas.
La chica quiso morir de ternura.
—¿Qué te parece buscarme en unos diez años?— Le susurró de vuelta.
El niño se sonrojó, pero asintió.
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—Ahh, tengo sueño.— Se estiró.
—¿Sueño de qué si no has hecho nada, floja?— Le reclamó el peli-morado con una sonrisa fingida.
Se encogió de hombros. — Ya quiero dormir.— Se frotó los ojos.
—¿Vas a dormir con las chicas de la clase A?— Preguntó sentándose a su lado.
—Aún no lo sé, ¿No quisieras dormir conmigo? — Movió las cejas, rió.— Supongo que tú dormirás con los chicos. — Él asintió. — Ya veo.—
—Vamos a ir a las aguas termales en un rato.— Ella asintió.
—Te veo allí. — Se despidió con un beso casto.
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—¿Qué tanto me miran?— Dijo incómoda.
—¿Eres extranjera, verdad, Aleska-san?— Ella asintió.
—Tus pechos son pequeños, pero tus caderas son anchas, kero.—
—Eres muy guapa. — La halagó otra.
—¿Puedo tocarte?—
—¿Khé?—
—¡Tu cabello es muy bonito!—
—Porfa, no me violen.— Rió nerviosa por estar rodeada.
—¿Qué dijiste?— Ladearon la cabeza.
—Oí que las latinas eran más cuerponas.—
—Bueno, tengo amigas que tienen unas chichis enormes, pero ya veran que diosito me dio un gran corazón a cambio.—
Las chicas rieron y siguieron conversando sobre la americana.
De pronto oyeron como el muro que los separaba del lado de los chicos era subido por alguien.
—¡Los muros se hicieron para ser escalados!—
—Ahh, ese wey si me comprende.— Sacó el acento mexicano.
Aunque luego de eso se oyó el sonido del agua salpicando.
—¡Muchas gracias, Kota-kun!— Agradeció Ashido al niño que las veía desde lo alto.
Que no pudo evitar desmayarse al ver el cuerpo de su crush.
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—Bueno, shamas, ya me voy a dormir... ¿Y la cama?—
—¿No lo sabías, Aleska-chan? Dormimos en futones.— Explicó la peli-negra con calma.
—Ah ok...— Fue a donde estaba su mochila.—...
Estaba con un pijama rosa de una marca que patrocinó así:
Y dormió tapada así:
—¿Aleska, esto, con quién hablas?— Preguntaron las chicas a su alrededor.
—No me hagan caso, estoy loca.— Dijo simple, echándose a dormir ya bien tapada.
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