Nota del autor:
Hola <3
Recuerden que amo los comentarios, y entre más vea interés más me motivo a seguir subiendo los capítulos editados 2022 del juego macabro, ya sean relectores o nuevos, espero comentarios de lo que sea (menos spoilers, gente vieja). Disfruten.
—En fin, sigamos. Por acá se encuentra la mitad de los dormitorios; la otra parte está arriba. —Harland camina hacia unas puertas.
—¿Podemos ver el interior de uno? —consulta Alice interesada.
—Claro. —Él abre. Todo está ordenado. Hay una cama, un armario, una alfombra roja, un espejo y un escritorio con silla. Hay una lámpara de oro y varios adornos más, todos tienen pequeños diamantes incrustados, y las maderas se ven terriblemente finas.
—¿Todos los dormitorios son así? —pregunto.
—Sí, Duke. Todos son así... o parecidos. —Todos ojean la habitación, menos Lyra y Sonnet, quienes se han quedado un poco atrás de nosotros.
Vamos hacia las escaleras de la mansión. Al parecer, ya hemos recorrido todo el primer piso. Los detalles son de mármol de alta calidad. Son grandes y se parten en forma de "Y". Caminamos por el lado izquierdo primero.
—De cada lado se encuentran diez dormitorios, al lado izquierdo de cada pasillo. Además, por este otro lado, se encuentra la biblioteca —explica Harland.
Abre una enorme puerta de madera, y lo que veo es impresionante. Hay miles de libros acomodados en gigantes estanterías. El techo es altísimo. Tiene lámparas de oro y plata, de todos los tamaños, guindando. El piso está diseñado con cuadros blancos y negros... justo como el de la cocina de mi tío.
—¡Aquí pueden leer todo lo que quieran! Es gratis, tenemos colecciones completas, desde novelas hasta enciclopedias. —Toma un libro cualquiera, lo ojea, lo lanza al suelo con desinterés—. Pero mantengan el orden... El presidente los está viendo.
Señala una cámara, de las tantas que hay en la sala. Me le quedo viendo directo y me veo reflejado en el vidrio del centro de esta. Es extraño, sé que el misterioso presidente nos está viendo en todo momento.
Caminamos entre las estanterías y llegamos a otra puerta. Él la abre y entramos a una especie de sala de estar, muy parecida a la de abajo. Está llena de oro y tiene vasijas de colores y diseños exóticos. En ella también hay lámparas diseñadas de figuras un tanto perturbadoras, de color negro y blanco.
—Aquí es donde llega el otro lado de la pared de escalada. ¿Ven? —Señala el enorme orificio en el suelo, por donde termina la pared. Se ve fácil de subir.
Reflexiono por un segundo. Sería tan fácil empujarlo, botarlo por ahí y que muriera en un instante... pero me asesinarían a mí por hacerlo. Decido dejar ir esos estúpidos pensamientos. Tengo que seguir con el juego; de todas maneras, sé que es muy probable que gane.
•—Empezar Música—•
Hay una puerta de color turquesa al final de la sala de estar, tiene adornos amarillos. Stephine, la diablilla, se acerca a ella.
—¿Qué es ese lugar? —cuestiona. Se ve perfecta, como si tuviera un disfraz de Halloween puesto; es algo de excelente calidad y se nota la dedicación que le ha puesto su representante. Sería algo atractivo, si no hubiera tenido que pasar por el sufrimiento de sentir su carne ser perforada cada centímetro por una máquina tatuadora.
Cada. Centímetro.
—Oh, pues, ahí es el lugar al que iremos, de hecho. Prepárense, porque es algo caliente, y cuesta ver un poco. No será problema para Samuel, por supuesto. ¿Cierto? —Suelta una carcajada.
Tricia frunce el ceño y ve a Harland directo a los ojos.
—Bah, como sea. Vamos. —Sigue caminando. Él abre la gran puerta, y grandes cantidades de vapor salen de la sala. Casi no se puede ver, en efecto.
—Les presento el salón del spa. ¡Aquí es el lugar perfecto para relajarse! Esta mansión está equipada con las comodidades más exquisitas; es todo un sueño. —Siente lo que dice, le apasiona su trabajo, al parecer.
—No tenemos tiempo para esta estupidez. —Robert explota—. No tenemos paciencia para esta mierda. ¿En dónde está mi modelo?
—¿Cómo? —Los guardaespaldas apuntan hacia el viejo. Harland lo ve con desafío—. La verdad es que tu modelo tampoco está acá. Es más, te haré un gran favor. ¡Te dormiré y despertaré cuando el juego comience! De todos modos, no creo que Marto esté listo hasta dentro de un buen rato. Me han informado que se complicó un poco la situación con él. —Encoge los hombros—. Ya que no quieres estar aquí, poniendo atención, te daré un "saltar introducción". ¿Eso quieres?
—¿Qué dices? No. Me quiero quedar. —Robert se acerca a Harland, y Harland a él. Le apunta con su mano derecha, como si tuviera una pistola, y la dispara imaginariamente.
—Boom... —dice.
Le disparan a Robert un dardo tranquilizante y se lo llevan en segundos. El vapor nos sigue rodeando y Hildur no para de llorar.
—Por favor... —chilla—. No nos hagas nada a nosotros.
—Hildur... jamás te haría nada, todavía. Yo no le hago nada a nadie que no atente contra el juego. ¿Está bien? —Camina entre el vapor y se difumina en él.
—Caminen —comanda un guardaespaldas. Avanzo, junto a Ledalí. Me dan un asco terrible sus alas, y huelen un poco mal, como a farmacia, del montón de medicamentos que le han metido para que no se infecten.
—¿En dónde estamos? —consulta él, entrecerrando sus ojos—. Me duele mucho la cabeza...
—Tranquilo —dice Dorothy—. No pude darte más medicamento, pero pronto se te pasará.
—Aléjate de mí. —El muchachillo repele a la vieja, acercándoseme.
—Y tú de mí, si no quieres morir —digo directo, viéndolo a los ojos.
Brandon me voltea a ver.
—Muévanse —comanda. Está detrás de nosotros. Nos adentramos en la extraña sala de vapor. Todo está húmedo y caliente; Vincent parece estar incómodo. Sus gruñidos lo delatan.
—Hm... —Sostiene su cabeza, parece que está en un dolor constante. Los tornillos que tiene clavados están haciendo que las heridas expulsen pus a sus alrededores.
—Eso se ve mal —concluye Harland—. ¿Necesitas un masaje? En este cuarto hay camillas de masajes, y por acá hay un sauna.
—No... necesito... —responde Vincent.
—Vincent, Steiner te está buscando. Él vendrá por todos nosotros. Él me comentó sobre ti. —Sonnet pronuncia en voz baja. El hombre deforme lo voltea a ver. Lágrimas caen por sus ojos llenos de lagañas.
—Esos nombres están prohibidos en este lugar. Si escucho eso una vez más, conocerán las consecuencias. —Harland ve a Sonnet—. Espero que quede claro.
Vincent camina hacia Harland, sus gruñidos incrementan.
—Detente —pide Hildur—. No le hagas nada a nadie...
Vincent la ve y se calma.
—Sigamos con el recorrido. Noto que se han estado poniendo un poco tensos. Guárdenlo para el juego. ¿Sí? —pide Harland, calmado.
Atravesamos la sala del spa y llegamos a otro pasillo. Al final de este hay una puerta.
—Brandon... —Daisy intenta llamar su atención, pero él la ignora por completo—. Brandon... por favor.
Daisy se acerca a él.
—No me hables si no quieres morir. No me importa que no estemos en el juego —dice en seco, sin voltearse.
—Tengo hambre... —queja Chrystel. Su cuerno está sangrando un poco.
—Pronto comerán. Dejen de reclamar, ya casi terminamos. —La paciencia de Harland se está agotando.
—Esa sala tenía algo raro —comenta Tricia en voz baja, a Sonnet y Lyra. Me quedo escuchándolos, dejando que Samuel y Zorika pasen delante de mí.
—¿Algo como qué? —cuestiona Sonnet.
—No lo sé; tendré que investigar luego. —Tricia se adelanta y Sonnet va con ella. Lyra se queda atrás.
—Lyra —digo en voz baja. Ella quita su mirada de la mía.
—No te ayudaré. No después de todo.
—¿Recuerdas nuestro trato? —cuestiono—. Te daré la mitad del dinero.
Ella me ve a los ojos. Observo su horrible transformación, cara a cara, por primera vez sin que ella esté atada, o inconsciente.
—¿Crees que esto es sobre el dinero todavía? ¿Crees que todo lo que pasó tiene relevancia? ¿Piensas que todas las personas a las que hiciste sufrir no existen? Qué perdido estás... lo siento mucho por ti. —Ella se acerca a mi cara—. Bienvenido al mundo real, en donde un mediocre con complejos de superioridad no puede ganar, donde un drogadicto que jamás tuvo futuro tiene que sobrevivir sin ayuda de nadie... y se da cuenta de lo solo que realmente siempre estuvo.
Las piezas del juego seguían moviéndose. Las personas tomaban más confianza en el campo de guerra... y los planes de aquellos que hacían sufrir avanzaban con precisión.