Hola, Yang:
Algo que anhelabas era ayudar a la naturaleza reduciendo la contaminación ambiental.
El día que llegaste tarde a casa con una capa de sudor y una gran sonrisa supe que tenía algo que ver con ese deseo.
No me equivocaba. Me saludaste con un beso y entonces soltaste la bomba.
Vendí el coche para comprar un par de bicicletas.
Sentí que se me fue el aire de un bajón. Vendiste el coche que tanto habíamos tardado en comprar, pero tu sonrisa inocente no me permitió molestarme contigo.
Estabas loco. Completamente loco.
Pero eras mi loco.
Eras.
Cuando tu fuiste compré otro auto, uno más pequeño, pero es más que suficiente para no volver a utilizar mi bicicleta, que, por cierto, sigue en el garage.
No quiero volver a usarla, no es necesario que la oxide con el presente.
Yo apoyé cada una de tus locuras. Ahora cumple una mía y regresa, por favor.
—Tu Mike.