Los Besos Robados de Bridget...

By darlis_steff

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Durante mucho tiempo Bridget y Keith han andado uno alrededor del otro, dando vueltas alrededor de un círculo... More

Los Besos Robados de Bridget
Prólogo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capitulo Diez
Capítulo once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce (Penúltimo capítulo)
Capítulo Quince (Final)
Epílogo
Agradecimientos
Publicación, disponible en librerías

Capítulo Tres

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By darlis_steff

CAPÍTULO TRES

15 de Marzo, 2006

Realmente me gusta, realmente me gusta Robert. Disfruto estar con él, disfruto de sus mimos, disfruto de sus besos, de su atención, de ser parte de su mundo.

Y aquí estoy, disfrutando que él invada mi cuerpo y se adueñe del mismo mientras compartimos un momento pasional y agradable.

Tener sexo con él no se siente mal e incorrecto, no se siente como cuando perdí mi virginidad. Simplemente se siente bien, realmente lo estoy disfrutando y me gusta. Quizás sea el hecho de que Robert sea mi novio. Lo es desde hace cinco meses, luego de conocerlo en mi segunda semana de universidad.

Mientras Kaethennis está disfrutando de besar chicos y tontear con ellos, yo sólo pude tener ojos para Robert desde el primer instante en el que me hizo sonreír. Además de gustarme su alocada y tonta personalidad nerd, me gusta su físico. Es el prototipo de un chico despreocupado, atractivo sin siquiera intentarlo y son sus ojos color miel los que realmente me cautivan.

Muerdo mi labio inferior y me aferro con fuerza a su cuerpo cuando estallo en una nube de placer en lo que puedo definir como mi primer orgasmo, quizás así era la manera en la que debió sentirse mi primera vez.

Minutos después de que ambos hemos vuelto de la nube de éxtasis, Robert me acurruca junto a su cuerpo y me abraza con fuerza, haciéndome sonreír como una idiota. Él realmente me gusta, no de la manera loca e intensa que era con Keith, él me gusta de una manera agradable y segura.

—Te quiero Bridget —murmura Robert en mi oído, trago en seco y me digo que puedo decírselo de vuelta.

—También te quiero —y aunque sé que lo hago, no se siente real haberlo dicho.

Es decir, lo quiero, realmente el sentimiento esta ahí, pero algo me dice que debería ser más grande. Alejo esos pensamientos y dejo un beso en su pecho, él acaricia mi cadera antes de besarme y pocos minutos después, vuelve a entrar en mí.

***

Con una media sonrisa camino hacia la habitación que comparto con Kaethennis. Podría haber ido a cualquier otra universidad, al igual que mi mejor amiga, pero decidimos ir sencillamente a la universidad en Liverpool. Es tonto que tengamos una habitación cuando nuestras casas están a media hora, pero es acerca de independizarse, después de todo es todo un encanto tener diecisiete años y libertad.

Amo cada segundo de la universidad, desde las grandes fiestas a las noches sin sueños debido a los parciales. Venir a la universidad me ha ayudado a relajarme, a sentirme renovada, además me ha ayudado a conseguir a Robert.

Muerdo mi labio ante la tentación de volver una vez más al dormitorio de Robert. Estoy en mi primer año de la universidad, Robert está en el tercero, pero él es tan agradable que desde el principio fue un chico sencillo y atento conmigo. No es la clase de chico que suele intentar tener algo conmigo, pero me gusta y lo... quiero, realmente lo quiero, él es seguro. Lo es.

Kaethennis... ella simplemente es Kaethennis, aunque en su vida solo ha dormido con un chico, su vecino, y solo lo hicieron cinco veces según sus palabras, a ella realmente le gusta ir a fiestas, bailar, coquetear y tontear con los chicos con los que sus padres jamás la dejarían salir.

Ella no tiene novio, nunca lo ha tenido.

No tiene citas, nunca.

Y desde hace dos meses, Kaethennis ha comenzado a hacer el tonto con Jake Bell, su tutor de oratoria. No la culpo, el chico haría babear a cualquiera, pero de nuevo es el chico que sus padres mirarían con horror si supieran que solo disfruta de hacer el tonto con su hija.

Kaethennis no es idiota, ella puso las reglas en lo que sea que Jake y ella tengan, parece funcionarle, y aunque Jake no me agrada del todo, él resulta tolerable cuando intenta ser agradable.

No me sorprendo cuando al llegar a la habitación encuentro a Kaethennis sentada en el regazo de Jake con un cuaderno en sus piernas, después de todo el chico es su tutor. Estoy deseando que ella en realidad se canse pronto de él y no duerma con él. Después de todo, Kaethennis nunca tontea mucho tiempo con un chico, no cuando se da cuenta que las cosas se pueden volver serias, ella simplemente huye del compromiso.

—Tal vez deberíamos usar un código de chicas para cuando haya un hombre en la habitación —indico, caminando hacia el pequeño closet—. Por ejemplo, los chicos usan normalmente un calcetín.

—Tal vez un sujetador —sugiere Jake con su voz grave y malditamente sexy, no se le puede negar que tiene una voz que derrite. La voz de un hombre—. O unas bragas... una tanga.

—Nosotras las chicas somos más listas, señor tutor —aseguro, rodando los ojos y tomando mi block de cálculo.

Amo ser buena en los números y realmente disfruto de estudiar administración empresarial, algo que vuelve loca a Kaethennis, una chica que ama con locura las palabras, escribir.

Escucho a Jake susurrarle algo a Kae, creo que me llama bruja, luego besa demasiado húmedamente los carnosos labios de Kaethennis y se va de la habitación.

Enarco una de mis cejas hacia mi mejor amiga y ella solo se encoge de hombros y se acuesta en mi cama aun con el cuaderno en sus manos. Realmente parece que Jake será su tonteo más largo, debo admitir que él es bueno con ella y la respeta, es la única razón por la que lo tolero más del treinta por ciento de lo que debería.

—Ese chico quiere quitarte las bragas.

—Lo sé.

—¿Lo sabes? —pregunto, enarcando aún más mis cejas y dándole toda mi atención.

—Me lo dijo, él quiere tener sexo conmigo.

—¿Él simplemente te lo dijo?

—Lo hizo, dejó claras sus intenciones y eso está bien, hubiese sido realmente decepcionante si él fingía cuando sus intenciones eran otras. Quiere tener sexo conmigo y lo ha dejado muy claro.

—¿Y tú quieres tener sexo con él? —pregunto sin rodeos, Kaethennis nunca se sonroja, razón por la cual la envidio, nada parece avergonzarla.

—Él es muy sexy y atractivo, me gusta más de lo que me gustaba Demian. Y además es agradable...

—Muy pocas veces.

—Conmigo siempre lo es.

—¿Significa eso que Jake te vuelve loca?

—No, sólo estoy considerando que pueda intimar con él, eso no me haría una puta.

—Nunca dije que te haría una puta.

—Pero lo estás pensando —me acusa, creo que ella está proyectando sus pensamientos en mí. Tiene miedo a ser tildada de esa manera, aunque ciertamente no creo que sea una puta, ella no es de ese modo.

—¡Oh! ¡Resulta que ahora lees los pensamientos!

—Ahora estas siendo una perra Bridget —es su nueva acusación y hace un puchero ridículamente bonito con sus labios carmesíes, luego me da esa sonrisa ladeada que hace que los chicos piensen cosas indecentes con tan solo verla—. Ahora dime, ¿Dónde pasaste la noche?

No puedo evitar sonreír y sonrojarme un poco. Ladeo mi cabeza, subo y bajo las cejas continuamente haciendo reír a Kaethennis, quien da un gritito agudo.

—¡Lo hiciste!

—Lo hice —afirmo, riendo—. Y me gustó, no fue nada como con Branden, realmente me gustó.

—¡Eso es asombroso!

—Él dijo que me quería...

—Mierda —ella detiene sus gritos—. ¿Tú lo quieres?

—Lo hago —afirmo, quizás con demasiada fuerza porque ella me mira con fijeza.

Quiero a Robert, lo hago, estaría loca si no lo hiciera, quererlo debería ser incluso inevitable para mí.

—Pareciera que intentaras convencerte a ti misma —dice suavemente y odio que tenga razón.

—No intentes arruinar mi momento Kaethennis.

—No lo hago —susurra sorprendida.

Estoy siendo brusca, estoy actuando como si estuviera a la defensiva y no quiero actuar de ese modo. Me encojo de hombros y me doy la vuelta, entonces noto algo desconocido en mi mesita de noche. Un videojuego.

—¿Qué es esto? —pregunto a Kaethennis, tomando el videojuego en mis manos.

—Oh, Keith lo dejó para ti.

—¿Keith? —pregunto, y detesto que inmediatamente mi corazón comience a latir con tanta fuerza. Cinco meses sin verlo y aún mi corazón late con fuerza ante la mención de su nombre.

Mi corazón me traiciona.

Keith está a un año y medio de graduarse en contaduría, también es un genio con los números. Un hombre inteligente para los números, pero carente de materia gris cuando se trata de mujeres, cuando se trata de mí.

—Si, Keith estuvo aquí ayer, de hecho se quedó a dormir porque como que te esperó para darte ese videojuego.

—¿Se quedó a dormir?

—¿Estás sorda? —bromea—. Él estuvo esperándote, le dije que quizás solo estabas con tu novio...

—¿Le dijiste que tengo un novio?

—¿Qué? ¿No debía decirlo? ¡Decídete Bridget! Pensé que estabas dejando a Keith atrás.

—Claro que lo dejé atrás.

—En fin, se quedó a dormir y como esta mañana no apareciste, él simplemente lo dejó en tu mesita de noche.

—Pero no me gustan los videojuegos —murmuro, frunciendo el ceño.

—Se lo dije, él dijo que lo sabía pero que entonces era mejor, porque el único videojuego que jugarías sería el que él te regaló, además de que alegó que extraña que le regales videojuegos.

—Por supuesto que lo hace —susurro, evaluando el videojuego en mis manos.

¿Por qué hace esto? Hace que todo en mí se remueva con solo un maldito videojuego. Y me doy cuenta de que los sentimientos no pueden ser enterrados hasta el fondo, estos siempre salen a flote.

Keith de algún modo siempre busca la manera de volver a mis pensamientos, a mi corazón. No quiero volver a ser esa Bridget, quiero seguir adelante. Quiero estar con Robert.

Quiero a Robert.

***

20 de diciembre, 2006

Tras un año de ser novios y pasar buenos momentos, finalmente lo acepté. Acepté que Robert me vuelve loca, que me encanta tener sexo con él, que disfruto su compañía, que cuando no lo veo lo extraño y disfruto de nuestros momentos juntos, pero también acepté que no lo quiero, al menos no de la forma en la que debería quererlo.

No soy tonta, sé que después de un año siendo una pareja yo debería amarlo y me sentí tan malditamente mal cuando él me dijo "te amo" y yo solo dije un "Uhmm, eso es genial". Se sintió peor que decirle a Branden que nunca volvería a tener sexo con él cuando perdí mi virginidad.

No puedo lastimar de esa manera a Robert, él realmente me importa, desearía que me importara de una manera diferente, pero me importa y jamás desearía lastimarlo adrede.

—Pero Brid... —murmura Robert, pareciendo no entenderme, seguramente no lo hace.

—Lo siento, pero no puedo Robert —siento el nudo en mi garganta, quiero llorar—. Eres importante en mi vida y, por todo lo sagrado, realmente me importas. Y es porque me importas que siento que no es justo que estés conmigo cuando siento que no te doy lo suficiente de mí.

»Suficiente de mi mente, de mis acciones, de mi corazón. Tú mereces más y yo no soy la chica indicada para ti.

—Cariño, hablémoslo...

—No quiero lastimarte más. Lamento estar haciéndote esto. Te quiero Robert, pero no de la manera en la que debería.

Limpio la lágrima que cae, porque esto me duele. Me duele dejarlo ir, me duele dejar mi egoísmo para aceptar que no estoy cien por ciento dedicada a nuestra relación, aun cuando esta es, o al menos era, absolutamente seria.

No puedo estar con Robert sin amarlo, no puedo hacerle eso a él, un hombre tan increíble que no ha hecho más que quererme y regalarme bonitos momentos.

—Estás rompiendo mi corazón Bridget.

Me duele escuchar eso, porque durante muchos años yo sé lo que ha sido, y es, tener un corazón roto. Conozco el dolor y me siento culpable de que por mí él lo esté conociendo.

—Lo siento Robert.

***

31 de diciembre, 2006

—¿A tu papá realmente le gusta ella? —pregunta Kaethennis, dando un sorbo al vaso de vino que tomó en un descuido del señor Kevin.

Veo a papá sonreír mientras abraza a Ligia, su novia. La primera novia desde la muerte de mamá hace siete años.

—Creo que sí, se están poniendo serios y para ser honesta ella me gusta, ha hecho que él vuelva a la vida.

—Eso es genial, ella es un genio dando consejos de moda y es tan malditamente linda —murmura Kaethennis antes de que Katherine, ya de once años, pase corriendo detrás de nosotras, murmurando acerca de un nuevo video de alguna nueva banda que la tiene totalmente loca. Sigue siendo una pulga, siempre estando alrededor de nosotras.

Asiento con la cabeza y veo de reojo como Keith conversa con la familia Smith, incluyendo a la morena de diecinueve años, hija del matrimonio.

Sólo un saludo cordial, sólo eso. Un beso en la mejilla y una sonrisa de "oh rayos esto es incómodo", eso fue lo que tuvimos tras siete meses sin vernos. Y solo lo vi en dos ocasiones sumamente rápidas, pero no olvidé enviarle un videojuego en su cumpleaños, eso nunca podría olvidarlo.

—¿Así que Robert y tú totalmente terminaron? —pregunta Kaethennis, dando otro sorbo a su bebida. Lo ha preguntado desde ese día en el que lloré en su hombro y maldije no amarlo de la manera en la que él lo merece.

Es irónico cómo a veces se ama a quien no se debe y él que lo merece sólo recibe la cuarta parte del amor que estás dispuesta a darle a quien no está interesado en recibirlo.

—Será raro no verlo alrededor de ti, ustedes eran como una maldita pareja modelo.

—Dios, maldices demasiado —aseguro, riendo—. Tienes una lengua afilada para las malas palabras, casi pareces hombre.

—Perra aguafiestas.

Río aún más, entonces Kaethennis sonríe ampliamente y respira hondo. Es lo que hace cada vez que tiene una buena noticia para dar, sólo que su concepto de buena noticia y el mío no siempre es el mismo.

—Dormí con Jake.

—¿Qué? —pregunto. Tenían tanto tiempo besándose y tonteando que había descartado la posibilidad de que ella durmiera con él, aun cuando hace unos meses atrás me dijo que él había dejado muy claro lo que esperaba de su tonteo.

—Tuve sexo con Jake.

Esa es una buena noticia para ella, esa es una mala noticia para mí. Muestra de la diferencia de lo bueno que puede ser para Kaethennis y lo malo que puedo considerarlo yo.

—Madre mía —murmuro, después de eso será muy difícil no ver a Jake en mi habitación, qué desgracia.

—Fue asombroso, como... muy asombroso —baja más la voz. Miro sus ojos en busca de una mirada brillosa enamorada, respiro con alivio al notar que sigue siendo la misma mirada astuta, mi amiga no está perdida—. Con Demian era agradable, pero con Jake todo fue genial, los orgasmos, la pasión. No estoy hablando de amor, ni conexión emocional, ya sabes, las cosas que escribo, pero fue muy bueno, tanto que definitivamente me gusta el sexo con Jake.

—Oh Dios, él estará en nuestras vidas para siempre —comento con horror, aun cuando Kaethennis cree que bromeo.

—No seas tonta, sólo estoy disfrutando el momento. Para nada me veo con Jake en un futuro, y contrariadamente a lo que sucede en muchos libros, llevo tonteando con él alrededor de seis meses y no me siento ni remotamente enamorada de él, a veces quisiera partirle la cara, pero es una cara malditamente linda con unos labios que besan muy bien.

—Eres una cerda sexista —señalo sin poder evitar reír.

—Perra mojigata.

Durante largas horas me dedico a ver a Keith siempre que tengo la oportunidad; la morena hija de los Smith nunca lo deja alejarse lo suficiente como para tener solo una visión de él.

Me digo a mí misma que mi tonto enamoramiento ya pasó, que lo que queda es la secuela de años suspirando por él y que estas ganas de verlo cada vez que tengo la oportunidad sólo se tratan de que él es malditamente perfecto y atractivo.

Me gusta verlo sonreír, fruncir el ceño, hacer muecas. Todo queda bien en él.

Salgo a tomar un poco de aire al patio trasero de los Stuart. Desde que tengo once años, un año después de que mamá murió, siempre recibimos el año nuevo con esta familia y sus invitados, es una manera de no sentirnos solos papá y yo.

Es una manera de decir que en parte, ellos siempre han sido mi familia. Me gusta siempre recibir el año nuevo en este patio, me hace sentir fresca y serena, además de ayudarme a reflexionar.

Siempre he sido yo en este patio esperando el año nuevo, ahora soy yo, y Keith, caminando hacia mí. Y mentiría si no dijera que mis piernas se sienten como una estúpida gelatina.

Podría jurar que estoy viajando en el tiempo y vuelvo a ser la misma Bridget de dieciséis años que anhela al hermano de su mejor amiga.

—Siempre esperando el año nuevo en este patio —dice con una pequeña sonrisa, viendo hacia el cielo. La camisa azul que está usando solo hace que sus ojos se vean definitivamente azules y no grises oscuros.

—Me gusta hacerlo.

—Veamos que tiene de especial recibir el año nuevo aquí.

Me encojo de hombros y permanezco con la vista al frente, sinceramente no sé qué decir, las cosas se volvieron tan incómodas y cambiaron tanto luego de encontrarlo teniendo sexo con la niñera de Katherine que me cuesta saber qué decir.

A veces me pregunto si no fue un tanto dramático el corte radical que hice hacia nuestra especie de amistad después de ese día, pero luego recuerdo que solo era una adolescente a la que su amor platónico le rompía el corazón y justifico mi reacción, pero la mayor parte del tiempo estoy deseando que Keith y yo seamos como lo éramos antes, o al menos como lo fuimos después del beso de su cumpleaños dieciocho, siempre conversando y riendo, ignorando mis sentimientos, viviendo del recuerdo de mi primer beso.

No sé si alguna vez las cosas vuelvan a ser como antes, no sé siquiera cómo podríamos volver al tiempo en el que reíamos y bromeábamos sin esta molesta tensión entre nosotros.

Miro mi reloj y solo faltan cinco minutos para el año nuevo, un año más. Este ha sido un buen año y, aunque le doy un cierre melancólico tras romper mi relación con Robert, le doy ese cierre sabiendo que hice lo correcto.

Hacer lo correcto a veces duele, pero es necesario para continuar y no retener las alas de otras personas que merecen volar.

—¿Qué tal está el chico? —pregunta, pasando una mano por su muy crecido cabello.

—¿Qué chico?

—Tu novio.

—Oh.

Así que ahora él decide preguntar por mi novio, bueno, ex novio, esto no podría ser más incómodo para mí.

—Supongo que bien, aunque él ya no es mi novio.

—Vaya, lo siento.

Permanecemos en silencio, me pregunto si realmente lo siente, total, él nunca lo conoció.

—¿Así que quién dejó a quién?

Siento la flama de molestia ante su inapropiada pregunta, como si eso dictara alguna diferencia acerca del termino de mi relación. Quizás mi molestia está en que esto tan solo me recuerda que lastimé a Robert con la ruptura de nuestra relación.

—Eso no tiene importancia.

—Desde luego la tiene.

Resoplo y miro nuevamente mi reloj, faltan dos minutos y medios.

—¿Y bien? —insiste.

—Yo le terminé. ¿Vale? Fui la perra insensible que dejó a su novio luego de un año en el momento en el que él le dijo te amo —digo de manera brusca, molesta conmigo misma, molesta de decir más de lo necesario, de dejar saber, precisamente a Keith, como no fui capaz de decir un te amo sincero para Robert.

—No eres una perra insensible —me asegura, ubicando una mano sobre mi hombro, su tacto se siente como la manera en la que siempre se ha sentido, como fuego que me enciende—. Nunca te llames a ti misma de esa forma, porque no eres esa chica.

—Dile eso al chico cuyo corazón rompí.

Permanecemos en silencio, solo falta un minuto y Keith sigue aquí, conmigo, a mi lado.

—Gracias por el videojuego que enviaste el día de mi cumpleaños, tu regalo siempre es el mejor.

—No puedo creerlo, cumples veintiún años y aun sigues siendo un niño loco por los videojuegos.

—Me conoces bien.

—Lo hago. Quizás demasiado bien.

La cuenta regresiva comienza justo cuando su mano encuentra la mía, tomándome por sorpresa. Lo veo con incredulidad, sin entender sus acciones o, en todo caso, sus intenciones.

Cuando el conteo va en veinte, él se inclina tan cerca que creo que voy a colapsar en el suelo ante su cercanía. Sólo hemos estado así de cerca una vez: cuando me dio mi primer beso.

Para cuando el conteo cae en seis, sus labios están rozando los míos y mi corazón latiendo muy fuerte. Una voz débil, que seguramente quiere protegerme, susurra en mi cabeza que me alejé, que he trabajado demasiado duro en dejarlo atrás como para dejarlo volver justo ahora. Pero esa voz solo se va haciendo más baja mientras mi mente se deja envolver, inevitablemente, de la presencia de Keith.

—¡Uno! —grita alguien desde el hogar de los Stuart justo en el momento en el que Keith presiona por segunda vez en mi vida sus labios sobre los míos.

Olvídense del fuego encendiéndome, esto es puras llamas quemando cada parte de mi ser. Sólo es una presión húmeda mientras sus brazos me estrechan con fuerza. Quiero más, pero tengo miedo de forzarlo, de caer una vez más.

Después de la corta, suave y húmeda presión en mis labios, él me abraza y recarga su frente en la mía.

—Ahora entiendo lo especial que tiene este patio para recibir el año nuevo.

—¿Sí? —me escucho preguntar en un hilo de voz, viendo directamente a sus espectaculares ojos, y sintiendo sus dedos rozar mi mejilla.

—Eres tú, haces que todo sea especial.

Suspiro vergonzosamente, él da un paso hacia atrás y justo en ese momento todos los que se encontraban dentro de la casa salen a abrazarnos. A través de cada abrazo siempre mantengo mi mirada en él, tratando de entender qué significa lo que acaba de pasar.

En el momento que mis ojos encuentran los suyos y él baja su mirada, sé lo que significa lo que acaba de suceder. Que él lo dejará atrás, justo como dejó mi primer beso, que volví a caer y que odio vivir de nuevo esta sensación de decepción.

Una vez más he caído por él.

Una vez más, él lo ha hecho.

Rompe mi corazón.



Espero y les guste, he aquí donde verdaderamente comienza la historia.

Gracias por el apoyo <3

Voten y comenten si gusten (espero y quieran jajaja).

Un beso.


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