Huracán ✔️

By paolacalderongt

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Emily Preston es una joven con muchos sueños; lucha para poder lograrlos día con día, para ello todas sus act... More

Prefacio
Piloto
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52

Capítulo 5

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By paolacalderongt

Leo regresó al edificio a la mañana siguiente.

—¿Qué hiciste? —preguntó Layo.

Leo solamente sonrió.

Todos se dieron cuenta que, aunque era el mismo modelo, era claro que era otro vehículo el que llevaba.

—Solamente lo cambié.

—¿Lo robaste? —preguntó Lara sacada de onda.

—Tampoco, es cierto que corremos ilegalmente, pero de eso a robar es otra cosa.

—¿Y entonces?

—Me metí a la casa del muchacho y le cambié el auto por el de su padre.

—¿Qué hiciste qué cosa?

—Tienen el mismo ¿Le vieron la cara cuando me dio las llaves? Era claro que iba a quejarse y podía incluso poner una denuncia por robo, así que quise prevenir más problemas, por lo que entré a su casa le puse las placas del auto de su papá al de él, y le dejé sus placas con una nota por si no se daba cuenta.

—Igual puede poner una denuncia.

—No, no creo. ¿Qué va a denunciar? ¿Qué se robaron su auto?

—El de su papá.

—No creo que lo haga. Igual por el momento ya le cambié las placas.

Eladio fue el primer molesto ante la situación, después que su hermano dejara en claro que no iba a deshacerse del auto.

—¿Estás seguro de que es solamente un juego? —preguntó luego de calmarse.

—Sí, espero que todo salga bien hoy.

—No lo creo, mírate como vas vestido —se quejó.

—Es prestado, no me lo robé.

—¿Prestado?

—Sí.

—¿A qué vas?

—Que yo recuerde nunca hemos hablado sobre esto.

—Ten cuidado.

—Tranquilo —dijo Leo, y continuó vistiéndose.

La fiesta que Emmet había organizado por petición de Eleazar era realmente increíble. Había muchos invitados que se mezclaban entre familiares, amigos y compañeros de trabajo, así como viejos compañeros de la universidad.

—¿Feliz? ­ ¿Te gustó? —preguntó Emmet al ver a su hermana.

—Estoy sorprendida.

—¿Por qué?

—¿Cómo que por qué? Mi mamá no está, se fue.

—¡Vamos Emily! No cumples veintitrés todo el tiempo.

—Feliz cumpleaños —susurró Eleazar.

Acababa de llegar con un hermoso regalo; un collar de diamantes.

—¡Eleazar! —exclamó—. ¿Cómo supiste?

—Tu hermano me invitó. ¿Me permites? —preguntó refiriéndose a poder ponerle el collar.

—Es hermoso, pero esto es demasiado ¡debe valer una fortuna!

—No, no creas. Yo creo que es imitación —bromeó—. Lo compré con mucho cariño, no lo rechaces.

—Está bien lo acepto, pero déjame guardarlo para otra ocasión.

Emily no se sintió muy cómoda con ello.

Su familia tenía ciertas comodidades, pero el collar que llevaba Eleazar era muy caro por lo que se intimidó de cierto modo.

—Hagamos algo, ya que creo que me excedí.

—¿Qué cosa?

—Acéptame una invitación mañana a cenar y vamos a la joyería para que elijas algo que te haga sentir más cómoda.

—¿Hablas enserio?

—Sí.

—Es que... es demasiado. Hagamos algo mejor —dijo ella.

—¿Qué cosa? —preguntó Eleazar.

—Te acepto la invitación a salir mañana como regalo de cumpleaños. En verdad me incomoda un poco el collar —agregó con cierto nerviosismo, regresándole el regalo.

—De acuerdo.

—No me lo vayas a tomar a mal por favor.

—Claro que no, aunque seré sincero en decirte que me sorprendes.

—Aunque no me lo creas tú también me sorprendes.

En el pasado, ellos nunca fueron novios, pero siempre salieron en plan romántico. Nada se dio ya que en eso Eleazar se fue, y luego Emily conoció a Julio, quien fue su único novio.

Habían comenzado a bailar, cuando uno de los guardaespaldas con los que andaba Eleazar se le acercó para comentarle algo al oído, por lo que disculpándose se tuvo que ir. La única explicación que dio fue que tenía un pendiente que atender.

Pero no fue eso lo que sacó de sus casillas a Emily, si no que después de despedirse de Eleazar, vio a lo lejos a su papá con una mujer muy cariñosos. Dany no había llegado a la fiesta, por lo que... fue un golpe psicológico muy fuerte para ella, por lo que prefirió entrar a la casa e irse a acostar a la cama de su hermanofggf para alejarse un momento del ruido.

Ya llevaba como diez minutos en la recamará, cuando escuchó que alguien entró.

—Lo siento Emmet, pero no entiendo que hace mi papá aquí con esa mujer —resopló—. Además, Eleazar se fue, y Dany no vino, le estoy llamando, pero tampoco responde.

—No soy Emmet, pero por lo que escucho no te la estas pasando bien —agregó Leo.

Emily se frisó al verlo allí.

—Se supone que es tú cumpleaños, ¿Qué te parece si te saco de aquí?

—Por favor —pidió.

No tenía ni la menor idea del por qué respondió eso. Quizás lo hizo por lo confundida que se sentía y en ese momento hasta el estar con un extraño era mejor plan que seguir allí, esperando el momento para soplar las velitas de un pastel que no iba a disfrutar.

—Gracias —dijo Emily luego de subirse al auto.

—¿A dónde quieres ir? —preguntó Leo.

—A cualquier lado por favor.

—Así será.

Para Emily era muy raro y extraño hacer algo que no hubiera estado planeado, pero en ese momento poco le importaba que tanto se hubiera salido de la rutina, ya que el que su papá estuviera con otra mujer no era parte de nada que hubiese escrito en su calendario.

Leonardo había pensado mucho en qué pasaría esa noche, pero verla allí, en su auto. Hizo que todo plan cambiara por completo.

—¿A dónde vamos? —preguntó ella.

Para ese instante ya estaba nerviosa.

—Es tú cumpleaños, creo que mereces divertirte.

Para su sorpresa la llevó a un parque de diversiones.

—Perdona, pero no tengo el atuendo para estar en un lugar como este.

—No importa, podemos comprar algo de ropa.

—¿En dónde?

Leo la llevó a un puesto en dónde vendían zapatos de feria. Emily al principio no estuvo de acuerdo y hasta le pareció una tontería calzar esos zapatos. Pero luego de qué Leo le preguntara si podía quebrarle el tacón a los que llevaba, lo de comprarlos le pareció mejor idea.

—Nunca había venido aquí —mencionó ella conforme iba caminando.

Leo se había dado el gusto de quitarse la corbata y el saco, por lo que la camisa dejaba a la vista sus brazos grandes y bien marcados.

Con el saco también se le notaban, pero la camisa los marcaba más.

—¿Te gustan las emociones fuertes?

—No, no.

—¿Has subido alguna vez a una?

—No.

—¿Enserio?

—Sí, es que mi papá siempre estuvo muy ocupado en su trabajo. Y mi mamá nunca creyó que fuera buena idea venir a un lugar como este, y si te soy sincera yo tampoco creo que sea buena idea.

—¿Por qué?

—He escuchado sobre muchos accidentes en lugares como estos.

—Ok, vamos —dijo halándola del brazo, pero teniendo el cuidado de no lastimarla.

—Perdón, pero ni loca me voy a subir a eso —señaló al ver que Leo pretendía que subieran a una de las atracciones más fuertes que se veían.

—Sólo es una noche, y unos cuantos minutos. No va a pasar nada. Es sábado, hay que aprovechar.

—Es que...

—¿Confías en mí? —preguntó extendiendo su mano.

Emily tenía cierto miedo por estar con un extraño, pero en su interior había mucha adrenalina, por lo que luego de pensarlo unos cuantos segundos le dio su mano, para que subieran al juego.

Fue el pase de salida para que se volviera en una noche inolvidable. A Leo, Emily le gustó desde el primer instante que la vio en la fotografía y le pareció una buena idea buscarla y salir con ella, pero en ese momento, al estar allí, supo que Emily no era un juego, no podía serlo.

Claro que ya había notado lo bonita que era, y sobre todo lo fino de sus modales. Pero estar allí en un ambiente completamente distinto al que ella estaba acostumbrada, la hacía ver indefensa y cómo si fuera una aprendiz de la vida. Era claro que eran como agua y aceite, y quizás eso fue lo que más le llamó la atención.

—Leonardo ¿Cierto? —preguntó ella.

Quería agradecerle el que la hubiera sacado de la casa de su hermano, pero no sabía cómo.

—Dime Leo.

—Está bien Leo. Gracias por lo de esta noche —decía mientras aún disfrutaban de la vista que tenían frente a ellos, mientras esperaban unos cuantos minutos alzados en el aire, antes de que el juego: "torre de caída" los dejara caer.

—Espero la estés disfrutando —alcanzó a agregar él, antes de que los dejarán caer, en lo que fue inevitable Emily soltara un grito.

—Creo que es hora de que vuelva a casa —dijo ella, luego de que bajarán de la atracción.

—Es sábado, y son las once de la noche, aún es temprano.

—Sí, lo sé, pero... realmente no tengo costumbre de dormir tan tarde, eso hace que salgan ojera y uno se arrugué —dijo con mucha seguridad, a pesar de que no era precisamente verdad.

A Leo le hizo cierta gracia escucharla.

—De acuerdo, te llevo a tú casa.

Él sentía un impulso que lo hacía desear besarla, pero al llegar a su domicilio no pudo más, y la besó.

Ella lo separó de inmediato pero sus miradas se encontraron y en un minuto de emociones a flor de piel, repitieron el beso.

—Gracias —dijo ella y bajó del auto.

Leonardo por su parte estaba satisfecho e inevitablemente una sonrisa se dibujó en su rostro. El beso le había más que gustado.

—¡Emily! —gritó y bajó del auto.

—¿Sí? —preguntó ella, estaba más nerviosa que nunca.

—¿Me das tú número?

—Ocho —respondió—. Eso calzo.

Y sin decir más, luego de sonreír entró a su casa. Leonardo se quedó aún más sorprendido, para él, cuando vio la fotografía todo se volvió en un juego de conquista, pero esa noche Emily lo sorprendía más de lo que pensó lo haría, y allí estaba el gran "Leo" babeando por una chica que recién acababa de conocer y quién había salido más inteligente al darle un número, que lo último que era, era su número de teléfono.

—¡Llegas tarde! ­—exclamó Lara al ver llegar a su cuñado.

—¿Ya terminó la película? —preguntó con su típica seriedad.

—Hace ratos —respondió Tony en tono de broma.

—¿Viste a la chica? —preguntó Layo.

—¡Claro! —exclamó con satisfacción, mientras se servía agua.

—Entonces ¿Terminó?

—¿Por qué lo preguntas?

—Por tú cara, imagino que conseguiste lo que querías.

—No voy a hablar sobre eso —dijo, viéndolo de reojo.

—Leo es enserio, estás yendo mucho a la ciudad y eso no puede traer nada bueno.

—Tranquilo Layo, te dije que cuando el juego termine todo volverá a la normalidad.

—¿Y qué? ¿Ya va a terminar?

—Recién comienza —sonrió.

—¿Estás seguro de que solamente es un juego?

—Me voy a dormir, ha sido mucha actividad por hoy —dijo, sin responder a la interrogación de su hermano.

«No, después de esta noche no creo que sea un juego. ¡Ay, Leo, ¡estás jugando con fuego y vas a salir quemado!» pensó, respondiendo a la pregunta en su mente. Sin evitar sonreír, al recordar el beso.

—Antes de que te vayas a dormir, tú y yo debemos hablar —dijo Brayan acercándose.

—¿De qué?

—Vamos Leo. Eres el hombre más serio que he conocido en vida y ahora sonríes como si fueras Tony ¿Qué pasa? ¿Te flecharon?

—Son ideas tuyas —respondió con ironía, y sin decir más, se fue a la que solía ser su habitación.

Solamente le dejó asu amigo en la mano; el vaso en el que estaba tomando agua.

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