Dime que deseas

By layss_001

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Danza...arte. Dos elementos que pueden parecer completamente distintos pero que si sabes hacerlo bien puedes... More

Capitulo 1
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5

Capitulo 2

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By layss_001


David se quedo sentado en el banco mientras un bus pasaba uno tras otro, en realidad no iba a coger ninguno, de vez en cuando solo venia a la parada para pintar. Los rasgos de la gente que aparecía por allí eran diferentes, unos venían agobiados, otros con prisa, otros tranquilos, otros nerviosos por alguna entrevista que iban a hacer, otro hablaban por teléfonos. Los rasgos de la gente y las distintas emociones que surgían de ellas era lo que hacia a David encontrar la inspiración necesaria para crear sus propias obras. A partir de las emociones de los demás el sacaba su creatividad modificandolas.

Sin embargo aquella chica...aquella chica desprendía felicidad, risas, alegría. Era algo que no quería modificar, quería representar en papel tal y como era. Con su moño y sus mechones rebeldes escapándose de el. Sus ojos verdes y sus largas pestañas y su sonrisa...Una sonrisa verdaderamente preciosa.

Creía que ya la había visto antes e hizo un esfuerzo por intentar saber donde, pero por mas que lo intento no pudo recordar. Aun así eso no le impidió dibujar y marcar con trazos sus rasgos.

Había dicho que lo quería volver a ver, el no estaba muy seguro de ello. Había sido la primera chica que bajo su punto de vista se había acercado a el y no había pretendido ser otra para intentar impresionarle. Aun recuerda como aquella chica rubia se hizo pasar por una artista solo para conseguir su interés, se había informado bien en la teoría pero a la hora de la practica, no sabia ser creativa, no tenia armonía, equilibrio ni si quiera el desorden que hacia era bello.

Pasaron las horas y decidió levantarse y dar por concluido su mañana de pintar. Después de la anciana con el niño solo habían retratos de aquella chica de la cual no sabia su nombre.

Miro su reloj y después se levanto para ir a su apartamento. Hoy no tenia clases y no tenia muy claro que hacer ni como rellenar los huecos libres de su día.

Cuando entro en su apartamento lo primero que vio fue un grupo de personas sentadas en el suelo o en el sofá fumando hierba, el humo se alzaba por toda la casa impregnando su olor en prácticamente todas las esquinas. En realidad ya estaba acostumbrado, desde que se fue a vivir con su hermano mayor esta era la imagen que siempre tenia cuando entraba en la casa.

También el se había acostumbrado a aquel mundo y de vez en cuando se integraba en el grupo de amigos de su hermano a fumar, incluso ese día una chica con pelo rojo se levanto del sofá donde estaba sentada con una gran sonrisa y se acerco a el pasando los brazos alrededor de su cuello, echándole el humo suavemente sobre sus labios. David no aparto la mirada de la suya incluso cuando Carla le coloco el porro en su boca para que diera un tiro. Con el tiempo había aprendido a disfrutar de los pequeños placeres de la vida. Paso su brazos por la cintura de la chica atrayendola hacia el mientras esta sonreía victoriosa.

- Si vais a hacer algo hacerlo detrás de unas paredes por favor.

La voz de su hermano resonó incluso por encima de la música, la chica sonrió y apoyo la cabeza en el hombro de David mientras este mantenía su indiferencia habitual. Carla no le gustaba como tal, se acostaba con ella de vez en cuando pero nada mas serio, en realidad nunca había sentido nada por una chica, no por el hecho de que le habitan hecho daño o por el hecho de que lo había pasado mal. Era simplemente porque no encontraba a nadie interesante y el hecho de que su madre le hubiera puesto los cuernos a su padre hacia que no creyera en el amor, solo era una ilusión, algo para mantenernos ilusionados cuando no tenemos nada mas a lo que aferrarnos y cuando la gente no se daba cuenta vivía feliz en su ignorancia pero cuando te dabas cuenta no eras mas que un desdichado que conocía la verdad.

En todo caso le gustaba pasar tiempo con Carla, era tatuadora y compatían la pasión de dibujar y hacer arte, incluso el había diseño algunos tatuajes para sus clientes.

Su hermano mismo llevaba en el cuello un tatuaje de un fenix que le había hecho el. Sin embargo el no tenia ni un rastro de tinta en su cuerpo, en varias ocasiones le habían dicho que se hiciera uno pero el simplemente no quería.

Carla y David se sentaron en el sofá uno al lado del otro, la joven puso sus piernas sobre las de el para hacer ver a las otras de la habitación que no le habían quitado ojo nada mas entrar que en cierta manera le pertenecía, aunque ella sabia muy bien que no era así que posiblemente cuando acabara la tarde se habría metido en la cama con alguna de ellas. Por eso mismo se limito a hacer saber a las demás que no se acercaran.

Mientras tanto Mateo le pasaba el porro a su hermano que este aceptaba.

 - ¿Que tal te ha ido el día hermanito?-. Le pregunto recostándose sobre el sofá

David se encogió de hombros y expulso el humo aun mantenía una mano sobre la pierna de Carla.

 - Nada fuera de lo normal.

 - Seguro que has dibujado otra vez a gente. Dejame ver-. Dijo Carla metiendo la mano en el bolsillo de su chaqueta para conseguir la libreta.

El joven no hizo ningún amago de recuperar su libreta. Todo el mundo en esa habitación sabia que pintaba. Todo el mundo en aquella habitación sabia que cuando se aburría se iba a la calle a pintar a los transeúntes que pasaban por ahí porque no podía estarse quieto y no podía pasar ningún solo día en que sus dedos no controlaran un lápiz creando su mundo. Carla recorría hoja tras hoja mirando maravillada todos los dibujos de David. Pero de repente su cara cambio cuando vio que hoja tras hoja el mismo rostro. 

 - ¿Que pasa Carla? ¿Acaso mi hermanito ha dibujado una mierda del suelo?-. Pregunto divertido Mateo.

 - Has dibujado muchas veces a la misma chica, normalmente dibujas a gente diferente-. Dijo Carla haciendo caso omiso a Mateo y centrando su atención en David

El aludido clavo su mirada en ella, completamente serio.

 - Muchas veces he hecho el mismo rostro, en todo caso no tengo porque darte explicaciones.

La joven se puso seria y puso mala cara levantándose del sofá y cambiando su lugar al lado de Mateo, quien se reía al ver la frialdad con la que su hermano había tratado a la chica. Carla aun tenia la libreta en la mano.

 - Mi hermano, el gran rey del hielo-. Dijo con una gran sonrisa-. Enséñame el rostro de esa chica-. Extendió la mano hacia Carla para que le dejara ver los dibujos

Ella se lo dio y cuando vio el rostro abrió los ojos y soltó una exclamación.

 - David este es el tipo de chica a la que no tienes que dibujar sino que tienes que disfrutar de sus curvas de otra manera que no sea a través de un lápiz.

Siguió pasando hoja tras hoja hasta que David se canso y se levanto para arrebatar su libreta de las manos de su hermano.

 - Aun así, parece el típico prototipo de chica retraída y aburrida-. Dijo poniendo cara de asco

David se giro hacia ella enfadado.

 - Solo es un dibujo Carla, no la has visto en persona

 - Yo quiero verla en persona-. Levanto la mano Mateo

 - Tu deberías conformarte con lo tienes

 - Venga hermanito, por un poco mas no pasa nada ¿no?

El joven no hizo caso a su hermano y se volvió a sentar en el sofá. En ese momento en el que Carla se había despegado de el, otra chica con el pelo negro recogido en una trenza y rasgos latinos aprovecho y se sentó a su lado sonriendole de manera provocativa. Las uñas se clavaban en la carne de sus muslos cuando Carla contemplaba la escena y mas aun cuando David contestaba a sus caricias y sus sonrisas. Si las miradas mataran David y aquella chica ya estarían bajo tierra, o al menos si se hubieran dado cuenta lo estarían porque ambos estaban tan pendientes del uno del otro que no hicieron caso a nada de su alrededor.

 - Si no te hubieras comportado como una novia celosa cuando no eres ni novia ni celosa ahora mismo, esa preciosa chica serias tu-. Le dijo Mateo acercándose a su oído

Ella se aparto de el mirándole mal.

 -  Yo podría darte lo que tanto deseas de mi hermano-. Siguió diciendo acercándose a ella

Carla le dio un empujón y se aparto.

 - No soy el segundo plato de nadie

 - ¿Tu crees?-. Le contesto dando un sorbo a su cerveza

La joven suspiro frustrada, era verdad, siempre era el segundo plato de David, en realidad ni siquiera eso, solo un simple aperitivo, como todas las demás. Clavo su mirada de nuevo en el con la esperanza de que este se volviera hacia ella pero no lo hizo, la misma mano que antes había estado acariciando su pierna ahora estaba acariciando otra. 

El mientras tanto no pudo escuchar el chasquido del corazón de la chica pelirroja porque como antes había dicho, solo estaba pendiente de la chica a la tenia en frente pero el no tenia la culpa. El dejaba claro sus condiciones cuando se acostaba con una chica. Esto no significa nada, esto no significa que mañana por la mañana estaré a tu lado con un brazo rodeando tu cintura. David era así, su único verdadero amor era el arte, la misma que había estado acunandole desde que era niño, la que le había dado un don y que nunca le había fallado.

A la vez al otro lado de la cuidad Lily estaba sujeta a una barra mientras subía y bajaba una pierna al ritmo que marcaba el profesor entre chasquidos con sus dedos. Solo era un entrenamiento pero aun así se sentía llena. Bailar era todo lo que había deseado desde que aprendió a andar y le habían regalado sus primeras zapatillas de ballet. Era su pasión. Y su sueño por bailar en los grandes escenarios con los bailarines mas famosos cada vez se iba haciendo mas deseable. 

A través de mucho esfuerzo y dedicación Lily se había convertido en la mejor bailarina de su clase y la mas indicada para representar el papel principal del Cascanueces, sus profesores la tenían en un altar pero aun así tenia que participar en las audiciones el mes que viene como todo el mundo. Su talento le había hecho ganar muchas enemigas dentro de su ámbito. Chicas que competían por el mismo sueño que ella, pero Lily jamas prestaba atención. Solo se centraba en sus movimientos y pasos y la sonrisa que se dibujaba en su rostro cuando terminaba de bailar era todo lo suficiente para darse cuenta de que ella disfrutaba bailando.

Cuando termino su entrenamiento se dio cuenta que su amigo Kwan la observaba desde la ventana de cristal y con una gran sonrisa levantaba su pulgar mostrando su aprobación. Ella le contesto a su sonrisa y le sonrió con la mano mientras recogía todas sus cosas.

Cuando salio del aula ambos se fundieron en un gran abrazo. Kwan provenía de Corea y al igual que ella había llegado nuevo  Nueva York, una gran cuidad donde le darían muchas oportunidades para desarrollar su talento. Ambos tenían campos distintos. Lily bailaba y Kwan tocaba el violín de manera espectacular. Tanto que lograba hace que en cuando el arco tocaba las cuerdas del violín todos que estaban escuchando inmediatamente se les pusiera la piel de gallina, lograba emocionar al publico al igual que Lily. 

 - Hoy has venido pronto-. Le dijo ella mientras se ponían a caminar hacia la salida

 - Hoy no tenia demasiadas clases y me he dicho ¿porque no voy a ver como mi amiga entrena ballet?

Ella se rió y enlazo su brazo al de el.

 - ¿Quieres saber lo mejor?-. Siguió diciendo Kwan-. Que he estado ahí por lo menos una media hora y tu no te habías dado cuenta.

 - Ya sabes que en cuanto pongo la punta de mi pie en el suelo pierdo en sentido de la realidad.

 - Mola verte en ese estado de trance-. La contesto guiñándole un ojo-. ¿Como llevas la audición?

 - Aun falta un mes-. Dijo ella encogiéndose de hombros

 - ¿En serio? Antes he pasado por un grupo de chicas que estaban super agobiadas por su audición y tu aquí tan tranquila

Ella soltó una débil risa mientras volvió a colocar por un millón de veces su mechón rebelde detrás de la oreja.

 - Estoy confiada de mi, obvio que voy a practicar pero tampoco voy a obsesionarme como en la pelicula del "cisne negro"-. Sonrio-. Una mente sana hace un cuerpo sano. Soy feliz con lo que hago y disfruto muchísimo, no quiero convertirlo que una competición por ver quien es la mejor.

Kwan la miro con admiración, era una entre un millón. No le interesaba la competencia, simplemente quería llenarse del sentimiento de satisfacción que sentía cuando bailaba. Quería disfrutar y que ese gozo le llevara lejos.

Ambos siguieron con los brazos entrelazados mientras caminaban hacia la salida. Su día en la universidad ya había acabado y ahora tocaba volver a casa. Ambos reían y se notaba que había complicidad entre ellos. Cualquiera que lo viera dirían que podrían ser pareja, la típica pareja que acaba casándose y teniendo un montón de preciosos niños. Pero en realidad, lo único que sentían hacia el otro era amistad y una profunda admiración hacia lo que hacia el otro. Normalmente se hubieran ido a comer juntos pero ese día Kwan tenia que irse a trabajar en una cafetería donde había encontrado trabajo. Así que se despidieron con un abrazo y con la promesa de hablarse mas tarde. Esa noche era a ella a la que le tocaba trabajar hasta tarde en la tienda de música cerca de su casa así que tenia que descansar un poco para no quedarse dormida sobre el mostrador.

Cuando fue a la parada de bus y no vio al pinto se sintió algo defraudada, pero ¿que esperaba? ¿volver a verlo de nuevo en una parada de bus que estaba muy lejos de la parada donde estaba antes? Suspiro y se sentó al lado de la anciana dedicándole una sonrisa.

Ni siquiera sabia el nombre de aquel chico lo que si sabia es que tenia ganas de saber mas de el, habían intercambiado solo un par de frases, si pero había despertado la curiosidad de volverlo a ver. Cuando pintaba parecía entrar en trance, al igual que ella cuando bailaba y era eso lo que le había llamado la atención. Muy poca gente disfrutaba realmente de lo que tanto amaba y cuando Lily encontraba a alguien así le gustaba mantener conversaciones con esa persona porque sabia que podía llegar a entenderlo. 

Pero a lo mejor era misión imposible volver a verle, no sabia su nombre, no sabia su número, solo sabia que pintaba y que iba a una academia que estaba cerca de Julliard. Volvió a colocar su mechón detrás de la oreja, era un gesto tan habitual en ella. Un gesto con el que David se había quedado con ganas de hacer.


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