Llámalo infierno © |COMPLETA|

By EleSimo20

63.2K 4.3K 913

En cuanto Eduardo ya no es capaz de distinguir los comportamientos normales de los dañinos, está en peligro d... More

ANTES DE LEER
SINOPSIS
¡IMPORTANTE!
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
NOTA AUTORA&CRÉDITOS

Capítulo 25

1K 97 27
By EleSimo20

El tercer (y último) capítulo de hoy.

Capítulo 25

Narra Eduardo

Daniela tiene razón, mi presencia aquí puede ser malinterpretada. Aunque Luis confía en mí, aunque me conoce y sabe que no voy a tener nada con ninguna otra mujer, también es cierto que no fui el mejor amigo. Puede haber problemas. Así que tendré que buscar una solución. Pero lo último que quiero es volver a mi casa y verla todos los días. Es que haberla visto hoy sólo me puso sal en las heridas; y es algo que sigue pasando, pues la tengo delante. La idea de divorciarnos me parece cada vez más lógica. No debí hacerle esa promesa porque dudo mucho que pueda respetarla.

—Regresa conmigo. —propone, suavizando el tono

—Pensé que lo habíamos aclarado hace ratos. Mira, quizá sea cierto, quizá deba mudarme... Pero no voy a regresar a la casa. ¿Para eso querías encontrarme? ¿Para seguir insistiendo?

—Está bien...

Da señal de querer irse pero ni alcanza darse la vuelta y de pronto parece estar a punto de perder el equilibrio. Lo primero que se me ocurre es sostenerla para que no se caiga. Sus brazos rodean al instante mi cuello. Lo bueno es que si tiene fuerzas de hacer eso, no se va a desmayar. Así que quizá no sea nada grave.

Igual la sensación inquietante de mi pecho no cede. Un mareo también puede predecir problemas graves. No aguantaría que le pase algo. No puede pasarle nada.

—Mañana te acompaño al hospital.

—No, no es para tanto. Creo que no estoy descansando y comiendo bien.

—Daniela... —la regaño— Eso debe cambiar. No juegues con tu salud.

—No necesito ni comida ni descanso para sentirme mejor. Lo que necesito es...

Se niega acabar la frase. Me da la impresión de que su cara está cada vez más cerca de la mía y siento que sus dedos van subiendo por mi nuca y se clavan en mi pelo. Para cuando descifro sus intenciones, ya es demasiado tarde. Sus labios rozan los míos, consiguiendo que estos despierten y que mis parpados se cierren, que algo ocurra en mi interior, que no haya nada más que ella y yo, que no haya un antes y un después. La atraigo más hacia mí y la beso de vuelta. Se siente como lo mejor y lo peor que puedo estar haciendo. No me puedo apartar, cada roce aumenta más esas ganas que no sé de donde salieron.

El beso se vuelve cada vez más apasionado y aunque cuesta respirar, ninguno de los dos piensa ceder por la falta de aire. Ella apresa mi cuello entre sus brazos y yo hago lo mismo con su cintura. Sus dedos se hunden en mi pelo y los míos sujetan su cuerpo y de vez en cuando descienden para luego volver a subir. Nuestras bocas se mueven en armonía, nuestras lenguas se encuentran ansiosas por más.

En cuanto no nos queda de otra más que separarnos para tomar aire, vuelvo a la realidad. Sucede de golpe. Es lo más amargo, confuso y agonizante porque me percato de que acabo de hacer un tremendo error. No sé con qué estaba pensando unos segundos atrás. Ahora ni el cerebro ni el corazón parecen contentos. ¡Rayos! Ya imagino cuánto se va a ilusionar Daniela.

Ahí está la primera señal, me sonríe.

—No fue buena-

Usa sus labios para callarme, pretendiendo que continuemos con esto. Poco a poco voy alcanzando su ritmo, hay algo más fuerte que yo que me hace ceder. Que actúa sólo cuando ella está así, pegada a mí... Cuando esos labios cálidos y suaves atrapan y seducen los míos. Y sus movimientos lascivos no ayudan sino que paralizan mi lado racional. Encienden emociones que había dado por olvidadas.

Sin apartarse, comienza caminar despacio y yo me veo retrocediendo hasta que llegamos dentro de la casa. Lo compruebo durante los pocos segundos que vuelvo a abrir los ojos. La sensación de que esto está mal no me deja en paz, sin embargo la tentación vence. Me vence.

De pronto las manos de Daniela luchan con los botones de mi camisa y eso para mí es una señal de alarma. Me alejo bruscamente.

—No.

—Pero creí que... —el resto de la frase es sustituido por un gesto; su boca tantea mi cuello— Anda...

No es difícil adivinar lo que creyó pero iba a ser una locura que lo hiciéramos. Aunque parte de mí me anima ceder, no es ni el lugar ni el momento adecuado. No puedo acostarme con ella ahora cuando lo nuestro va tan mal, cuando estamos tan cerca de separarnos. Y menos lo voy a hacer en la casa de otra persona.

Sus manos se mudan en mi cintura y tratan de abrirse paso por debajo de mi ropa. Me veo obligado a poner distancia entre nosotros para que no siga intentando porque no va a suceder. No puede suceder.

—Ya.

No le queda de otra más que renunciar. Sólo se limita a observarme; eso sí, parece algo decepcionada y confundida. Creo que yo estoy más confundido que ella porque acabo de besarla y no me arrepiento al cien por ciento pero tampoco quiero ir más lejos. Por ahora. Pero ya no estoy tan seguro de lo que va a ocurrir en el futuro... ¿Qué me pasa? ¿Cómo es posible que un par de besos me hayan hecho considerar la idea de darnos otra oportunidad?

—Voy a ser algo rudo pero... tienes que irte. Quiero estar solo.

— ¿Estás seguro? —cuestiona en un hilo de voz

— ¡Claro que-

—Tampoco me grites... Ya. Me voy... Pero tienes que pensar muy bien en lo que vas a hacer, en lo que vas a decidir. No olvides nuestros besos. Es obvio que-

—Ya —interrumpo—. Vete.

Tenso la mandíbula antes de volver a soltar palabra alguna. Sólo me quedo observándola mientras espero que se va a largar de una buena vez. Necesito estar solo con mi confusión. Eso que me pidió acerca de los besos ya se está cumpliendo... Porque aunque quiera, no puedo olvidar que lo hicimos y que sentí cosas que no debí haber sentido dada la situación. Ya no sé qué quiero y eso me frustra.

Y ella como siempre complicándolo todo... Debería estar fuera pero aquí sigue, mirándome como si esperara que cambie de opinión. Mirándome decepcionada, como si le acabo de hacer algo inaceptable. Supongo que corresponderle y luego echarla no tiene mucho sentido y que con razón se siente así.

« ¿Lo ves? ¡Por eso hice lo que hice!»

« ¿Cómo no iba a dejarme seducir si tú actúas así? ¡Dime! —exige golpeando mi pecho— ¡Contéstame!»

Debe estar harta de mis rechazos.

«Y a ver si entiendo. Se portó horrible, consiguió matar tus ganas de estar con ella, o sea... de tener relaciones... Y te pagó poniéndote el cuerno. Pero te echa la culpa por no satisfacerla. No entiende que ella tiene la culpa de todo, que te fue alejando con su manera de comportarse.»

La opinión de Jacqueline sigue pareciéndome lógica. Pero estoy lejos de entender quién tiene la razón. Cómo también me cuesta comprender por qué rayos besé a Daniela hoy.

—A lo mejor hay algo bueno en esto que acaba de pasar... Si me correspondiste, quiere decir que estás empezando a perdonarme. O sea, desde que supiste lo que hice ni aguantabas que te tocara y hoy...

No termina la frase. Pero es que no tiene ni idea de lo equivocada que está. Si hay algo que me consta de todo este caos, eso es que no la estoy perdonando. Por primera vez en la vida no lo puedo hacer.

—No es eso. —decido aclararle

—Quizá lo es y no te estás dando cuenta.

Me revuelvo el cabello con ambas manos. No tiene caso seguir hablando, menos si no hacemos más que contradecirnos. Prefiero ocupar el sillón que tengo al lado y esperar hasta que me quedaré a solas.

Unos minutos después, oigo el sonido de unos tacones pero cuando alzo la vista, compruebo que no eran los pasos de mi esposa sino los de Jacqueline —que acaba de regresar a su casa. No quiero ni imaginar con lo que se hubiera topado si Daniela y yo hubiéramos compartido más que unos besos.

—Veo que al final sí lo encontraste. —le dice mi amiga

Mi esposa se cruza de brazos y rueda los ojos. Juro que verlas pelear es lo último que necesito. Y creo que Jacqueline tampoco necesita aguantar esto... Es mi culpa, esto nos pasa si se me ocurrió mudarme aquí. No cabe duda de que fue mala idea, que mi amiga no tiene que soportar nuestras escenas o el humor de Daniela.

— ¿La quieres aquí? —cuestiona, mirándome

— ¿Qué pregunta es esa? —interviene Daniela— ¿Me quieres echar? Será tu casa pero él es mi marido. Quiero hablar con él y lo voy a hacer donde sea. ¿De acuerdo?

En vez de contestarle, Jacqueline muda su mirada en mí. Está esperando que yo confirme o desmienta lo que acaba de oír.

—De hecho, ya habíamos terminado.

— ¡¡¡Ay!!!

El quejido es seguido por su partida y por un portazo. Por fin.

—Te fue a buscar en el apartamento de Luis. Veo que también se le ocurrió venir aquí. Y al parecer, consiguió algo más que verte.

—No entiendo.

—Juzgando por las huellas de pintalabios, se besaron.

Al instante llevo una mano a la boca para limpiar las huellas que menciona. Qué momento más incómodo. Mientras, ella se acerca y toma asiento en el sofá.

— ¿Qué pasó?

—Te juro que nunca en la vida había estado tan confundido.

— ¿Y eso te pasa por lo del beso?

—Por todo —suspiro—. Por todo lo que pasó, por todo lo que hizo, como también por lo que se supone que hizo. Por todo lo que siento... Por lo que quiero. O creo querer. No sé qué hacer. Dime tú ¿qué hago?

Prefiere tomarse unos segundos antes de hablar. Pero sus ojos no se despegan ni un momento de los míos.

—Ella no debería presionarte de esta manera —concluye—. Mírate. Y sabes, recuerdo que el día que nos volvimos a ver dijiste que nadie está en tus zapatos. Pero no creas que los que te conocimos no podemos ver lo que estás viviendo. Yo veo tanto sufrimiento que ya no quiero nada más que saberte lejos de ella. Tengo que admitir que en este caso, no creo en nuevas oportunidades. Le diste muchas. Y lo peor es que no lo entiende. Y el que no entiende, el que no ve sus errores, volverá a cometerlos.

—Estoy teniendo dificultades en comprender esta maldita realidad... No sé quién es el más culpable, no sé dónde termina lo bueno y comienza lo malo...

Me callo. En realidad quiero gritar. Estoy...

—Quizá te haría bien dejar el tema. Ve a descansar.

—Por cierto... Tengo que mudarme de aquí —le comunico, recordando el tema—. No quiero que mi presencia sea malinterpretada, tampoco quiero que tengas que recibir las visitas de Daniela o que incluso peleen.

—La única que malinterpreta tu presencia aquí es tu mujer.

—Por ahora. Pero es que tú y Luis son pareja y-

De pronto me quedo pensando en cómo reaccionó Luis cuando supo que me había mudado aquí. Le pareció mala idea desde el principio y peor idea debe parecerle ahora que Jacqueline es su novia.

—A él no le molesta. Si fuera así, te lo diría. Luis no se guarda nada.

—Quizá no sabe cómo decirme sin hacerme sentir incómodo. —pienso en voz alta

—Lo dudo. Pero si te quieres ir, nadie te va a detener. Quiero que estés cómodo.

. . .

Si no fuera por los papeles que dejé el día que me fui —ya no que no tenía cabeza para empacar este tipo de cosas—, no estaría aquí. Es mi propia casa pero aún no he tomado una decisión. Aun intento evitar encontrarme con ella. Aún tengo la vida hecha un desastre.

Llegado al pasillo, oigo las voces de Daniela y Viviana que parecen estar peleando... Retrocedo un paso, convencido de que debo desaparecer y volver más tarde, esto no es de mi incumbencia. Ni siquiera quiero oír, no me dan ganas de asistir a una pelea. Sin embargo me quedo paralizo porque una frase llama mi atención...

— ¡Dije que no! ¡No vuelvo a poner un pie en su consultorio! Esa terapia no tiene ningún sentido, es una pérdida de dinero... Yo misma arreglaré mis problemas, sabré controlarme, ni que fuera loca.

—Amiga-

— ¡No! —le corta Daniela— Y escúchame bien. Eduardo no puede enterarse. Él tiene que pensar que sigo viendo un psicólogo, que le estoy echando ganas para que él no me deje. ¡No te permito que abras la boca!

— ¿Cómo tampoco me permitiste decirle que no querías buscar trabajo para que él no pudiera echarte? ¿O que fingiste un mareo para que se preocupara y no te echara? ¡Estás enferma, Daniela! Yo he intentado ayudarte pero ya ¡basta! No vas a contar conmigo. Y ahora mismo voy y hablo con Eduardo. Lamento decirte esto pero alguien tiene que salvarlo de ti.

—Ya no es necesario que hables conmigo. —aviso en voz grave mientras llego delante de la entrada a la sala; y es aquí donde me quedo parado

Mi aún esposa se gira con lentitud hacia la izquierda y nuestras miradas cruzan. La suya delata el espanto. Confirma que es obvio que escuché cosas que no debía escuchar. Y las escuché justo cuando no creía poder sentirme más asqueado. Esta mujer me está llevando al límite. ¿Por qué es así?

Aunque... al menos me acaba de ayudar a tomar una decisión definitiva.    

Continue Reading

You'll Also Like

34.2K 2.2K 30
[Segunda temporada de El Presidente de mi Clase ] ¿ Que pasó ? ¿Donde se supone que esta mi final feliz ? - si acepto - no me podía arrepentir...
29.7M 2.3M 43
Emily Malhore es hija de los perfumistas más famosos del reino de Mishnock. Su vida era relativamente sencilla, pero el destino le tenia otros planes...
331 53 25
Incluso miles de años en el futuro, las cosas en la Tierra no cambian. Gaia, como se le conoce a este planeta ahora, sigue siendo un lugar oscuro e i...
52.2K 2.5K 22
Jeongin siendo el Omega más coqueto y lindo no ayuda mucho para changbin. En el sexo con él no se puede ser amable. Changbin top Jeongin bottom ¡18+...