Por un momento lo único en lo que puedo pensar es en mis padres. Qué pensarán de mí y lo que me he convertido. Pero eso solo es un momento. Porque inmediatamente el dolor comienza y nubla por completo mi mente.
Mis entrañas se contraen y suelto un quejido de dolor. Sangre comienza a brotar de mis ojos, como si estuviera llorando. Paso mis manos por mi rostro y seguido las froto en la costura de mis jeans.
Solo que ya no son jeans.
Un vestido largo y negro, casi por completo rasgado, reemplaza mi anterior vestimenta. Cierro mis ojos para no tener que observar el resto de mi cuerpo. Pero realmente no importa si vea o no, puedo sentirlo.
Mis rodillas comienzan a temblar y siento las piernas como si fueran de goma. Quizá lo sean.
Una risa brota de mi boca. Después una carcajada, seguida de unas palabras dichas con aire malicioso: Niña, Inocente, Demonio.
Solo que no soy yo.