Sublime Dominacion. ||Yoonmi...

By FabiCan

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Jimin, un delicado omega amante de las noches de descontrol, tendrá que renunciar a todo cuando Min Yoongi, u... More

B o o k T r a i l e r
Prologo.
||Uno||
||Dos||
||Tres||
||Cuatro||
||Cinco||
||Seis||
||Siete||
||Ocho||
||Nueve||
||Diez||
||Once||
||Doce||
||Trece||
||Catorce||
||Quince||
||Dieciseis||
||Diecisiete||
||Diecinueve||
||Veinte||
||Veintiuno||
||Veintidós||
||Veintitrés||
||Veinticuatro||
||Veinticinco||
||Veintiséis||
||Veintisiete||
||Veintiocho||
||Veintinueve||
||Treinta||
||Treinta y uno||
||Treinta y dos||
||Treinta y tres||
|| Treinta y cuatro||
||Treinta y cinco||
||Treinta y seis||
||Treinta y siete||
||Treinta y ocho||
||Treinta y nueve||
||Cuarenta||
||Final||
Epilogo
||Extra 1||
||Extra 2||
||Extra 3||

||Dieciocho||

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By FabiCan

—Todavía no logro entender cómo es que has podido olvidarte de tan importante detalle, Jimin, si tú siempre has sido muy responsable en ese asunto —comentó Tae todavía sumido en un gran asombro por la noticia que le había dado su mejor amigo.

—Lo sé, ni yo lo logro entender —concordó Jimin sin abandonar su estado de angustia—. Toda mi rutina diaria se fue al demonio con ese alfa. Estaba tan metido en otros asuntos y mi celular era el que siempre me avisaba de tomarla, al no tenerlo se perdió todo. Y..., y ahora..., ahora n-no sé q-qué hacer —confesó con la voz quebrada y la mirada cristalizada.

Taehyung se apresuró a rodearlo con sus brazos. Hoseok tampoco tardó en aproximarse y brindarle su apoyo al omega devastado.

—Todavía no puedes tener la certeza de nada, Jimin —dijo el beta, tratando de calmarlo de algún modo—. Quiero decir, puede que no...

—Estaba en mi celo, ¿entiendes? Ese es el momento en el que más necesitaba tomarlas y no lo he hecho —masculló Jimin enojado consigo mismo, manteniendo su rostro contraído en una mueca de enfado combinada de sufrimiento—. Además todas las veces él me anudó... y, tendría que ser un milagro para que no...

Suspiró, sin ser capaz de siquiera decirlo.

La situación no podría ser más desesperante. Él, un omega tan irresponsable, tan descontrolado, tan inmaduro, tan insano, no podría ser capaz de asumir tal responsabilidad. Mucho menos estando solo, sin una pareja que lo contuviera. Y tampoco era como si deseara tener una. Él no quería pareja, ni mucho menos quería un hijo. Él era demasiado joven. Él quería su vida de vuelta.

Tenía tantas ganas de que aquello solo fuese un mal sueño. Una terrible pesadilla de la cual pronto se despertaría y respiraría aliviado sabiendo que nada de eso había pasado, y saldría al mundo como el omega descarado y atrevido que era a conquistar un nuevo hombre, a fumarse un nuevo porro, a beberse una nueva cerveza. Pero ojalá fuera sólo una pesadilla.

Si bien su vida nunca había sido perfecta, por lo menos, hasta hacia una semana atrás, era feliz con lo que tenía. Vivía como quería, disfrutando de su libertad, de su juventud y de los pequeños placeres de la vida, sin importarle lo que los demás dijesen.

Y ahora todo se había arruinado.

—Yo concuerdo con Hobi, Minnie, no creo que el efecto de la pastilla se hubiese desvanecido sin más los primeros días —mencionó el castaño acariciándole la espalda—. Aguarda una o dos semanas y hazte un test para despejar dudas.

— ¿Y mientras tanto qué? —exclamó el omega rubio soltando un par de lágrimas desconsoladas—. ¿Qué hago mientras tanto? ¿Y que mierda haré cuándo lo confirme? Y-yo..., yo no q-quiero esto.

—No sabes si se confirmará, puede que no —se apresuró a hablar el beta en un desesperado intento de darle consuelo—. De igual modo, deberías mantenerte alejado de las fiestas y eso, por si acaso —sugirió temeroso—. Bueno..., quiero decir..., no sé que pensaras hacer.

—Jimin, si el test llegase a salir positivo... ¿tú serias capaz de...? —Tae tragó saliva, algo nervioso y entristecido—. Tú sabes que sea cual sea tu decisión yo te apoyaría, porque es tu cuerpo, es tu vida, pero piensa que hay otras salidas...

Otras salidas. Aquellas dos palabras quedaron retumbando en su mente por un largo tiempo. Y lo cierto era que él no tenía la menor idea de qué debía hacer. El camino fácil resultaba atrayente y seductor, la manera más simple de deshacerse de su problema. Pero, ¿eso era su posible cachorro? ¿un problema del cual deshacerse? ¿A qué le recordaba eso? Oh, cuando él fue un problema para sus padres y se deshicieron de él.

Jimin sabía que eran dos situaciones completamente diferentes, que nada tenía que ver una con la otra. Pero aun así, no podía dejar de sentirse mal y culpable al pensar en pretender quitarlo de su vida tal cual estorbo sin siquiera darle una mínima oportunidad.

Pensó en Wendy, la infértil mujer que le había dado una segunda oportunidad a él, otorgándole todo aquello que sus padres le habían quitado. Ella siempre había querido tener bebés, eran su única debilidad. Y pensó en que la vida no podía ser más injusta, y que él no podía ser tan egoísta cuando allí existía una mujer sin su suerte que podría darle la misma oportunidad a su cachorro, brindándole el amor y el cuidado que él quizás no seria capaz.

Sin embargo, ese era un camino mucho más complicado. Wendy debía encontrarse algún trabajo estable con el cual mantenerlos, mientras que él debía verse obligado a alejarse por completo de las drogas y el alcohol, al menos hasta que naciese. Luego podría volver a su vida loca. Sí, esa parecía ser una buena opción... Difícil, desesperante, atolondrada, pero al menos su alma estaría en paz. 

Jimin hizo su mayor esfuerzo por no caer en la tentación durante ese par de semanas que debió soportar con impaciencia a la espera del resultado decisivo. Trató de permanecer calmado, distrayéndose con cualquier cosa mientras pasaban los días. Masticar dulces ayudaba, pero a veces, simplemente no era suficiente.

La abstinencia le hacía ponerse molesto, irritable, sensible. Odiaba todo, y el vacío que embargaba su ser se hacía cada vez más insoportable.

Había algo que le faltaba. Algo que le hacía temblar de frío aunque muriese de calor por la nueva calefacción. Algo que lo mantenía desvelado por las noches sin permitirle un momento de armonía. Algo que le hacía padecer de fiebre cada tanto. Una profunda tristeza lo envolvía entre sus brazos, causándole un inevitable cuadro de depresión. Apenas comía, apenas hablaba, apenas se levantaba, y ni siquiera salía.

Síntomas que derivaban de la falta de marihuana, atenuándose por la falta de su compañero. Aunque él no lo supiera, su omega sufría en silencio la ausencia del alfa que ya había identificado como el suyo.

Positivo. Habían dado positivo. Ahora lo sabía sin duda alguna; ahora no era solo él habitando en su cuerpo. Le costó muchísimo poder aceptarlo, poder terminar de digerirlo. La conmoción reinó en su ser cuando el omega castaño lo miró compasivo enseñándole aquellos dos test dueños de la verdad.

Ya era un hecho, y él no podía encontrarse en peor estado.

En aquel par de semanas de cambios en su casa, no le había dicho nada a su madrastra acerca del posible embarazo, pues, si bien casi no tenía dudas de ello, había albergado una pequeña chispa de esperanza de que no lo estuviera, de que se salvara de aquella pesadilla. Pero no, y ahora no sabía cómo contarle.

Los días transcurrieron, tristes y solitarios, pese al fiel acompañamiento de sus mejores amigos. Le era imposible no dejar de sentirse solo y desairado. Lágrimas reaparecían cada tanto, brotando de sus apagados ojos cuyo brillo había sido robado hacia ya un tiempo.

—Oh, Jimin... —expresó la mujer de oscuros ojos enternecida y, a la vez, entristecida con el inesperado relato del joven omega, mientras se acercaba a abrazarlo suavemente—. Tú sabes que yo no dudaría en cuidarlo y amarlo como si fuera mío, pero es que yo no podré encontrar un trabajo digno tan fácil. ¿Acaso no crees que lo he intentado durante estos años? Mi reputación se fue al diablo hace tiempo, he estado detenida en varias ocasiones, y las empresas no toman gente con un expediente manchado. Los trabajos que consigo son de muy baja calidad y de pésima paga... con eso solía pagar deudas y ni siquiera podía mantenernos a nosotros...

El semblante de Jimin decayó totalmente. El desanimo lo atacó sin gota de piedad, al tiempo que su mundo volvía a derrumbarse una vez más.

—Por eso es que te insistía tanto en que volvieras con quienquiera que fuera ese alfa para conseguir más dinero —explicó la beta suspirando tristemente, mientras limpiaba las silenciosas lágrimas que recorrían las mejillas del rubio—. ¿Tienes idea de quién puede ser el padre? Quiero decir... el que te embarazó.

Jimin sorbió los mocos, removiéndose un poco sobre el renovado sofá de la sala, sitio en el que se encontraba acurrucado junto a una manta. Asintió despacio. Lo sabía sin pizca de duda.

—De ese alfa que me dio el dinero que te apropiaste.

Wendy lo miró felizmente desconcertada.

—¡Jimin! ¿Es que eres tonto, mi cielo? ¡Ahí tienes la solución! —exclamó sonriente con el rostro iluminado—. ¿Has hablado con él? ¿él lo sabe? Nosotros podríamos salir adelante si él colabora. Además, por lo que me has contado, si ya te ha dado un buen monto sin razón aparente, no creo que se niegue a darte unos más teniendo en cuenta la situación...

El omega negó con la cabeza, desesperanzado.

—Le he dejado en claro que soy un cualquiera que se acuesta con todos, ni siquiera me creería si le dijera que es suyo... pensaría que soy un mentiroso, un aprovechado —sollozó—. A parte, por el modo en que lo dejé me debe odiar.

—En primer lugar, ¿puedes explicarme cómo es eso de que tú lo dejaste? Pero, ¿es que tú no piensas, maldita sea? Si yo tuviera a un hombre millonario interesado en mí, ni siquiera lo dudaría —espetó indignada—. En segundo lugar, si te odiara no se hubiera molestado en hacerte llegar toda esa ropa y el dinero, que por cierto, seguro que te lo dio por haberse enterado de las desastrosas condiciones en las que vivías, porque creyó que lo necesitarías. Y por último, ¿cómo es que estás tan seguro de que él es el padre?

—Yo no quería nada de él, yo sólo quería volver a casa, volver a mi vida. Yo no pretendía venderme —murmuró Jimin cabizbajo—. Y puede que tengas razón, puede que, quizá, no me odie... p-pero eso ya n-no importa... Y lo sé porque cometí el error de no tomar las pastillas estando con él.

—Oh, cariño, claro que importa. Ahora con mayor razón insisto en que debes volver a comunicarte con él. Si quieres que no le falte nada al bebé y crezca sano debes disculparte y buscar la manera de que él confié en ti para que sepa que no le mientes. Sé que es una mierda, Jimin, lo sé, pero debes complacerlo. Tú dile que no hace falta que se haga cargo, para eso estaré yo, que solo necesitas el dinero necesario y no volverás a molestarlo. Si todo sale bien, y reunimos una buena cantidad de dinero, en nueve meses o menos ya serás libre de hacer lo que se te plazca. 

Jimin apenas esbozó una ligera sonrisa de lado al pensar en que, después de todo, su vida podía volver a repararse en cuestión de nueve meses. Inhaló profundo, analizando sus posibilidades. La idea de volver con Yoongi le entusiasmaba a su omega de un modo extremadamente sorprendente para él, pues para Jimin era como regresar al mismísimo infierno. Un lugar casi sin salida plagado de reglas, de control, de disciplina, de castigos.

No sabía cómo iba a ser capaz de mirarlo de frente, teniendo presente el para nada compasivo modo en el que lo había abandonado luego de que le rogara de rodillas. Bueno, en realidad, ni siquiera sabía si Yoongi volvería a aceptarlo. Pero si esa era la ultima opción que le quedaba para evitarse el intolerable aborto que lo torturaría por el resto de su vida, entonces iba a intentarlo.

Esperaba que Yoongi diera segundas oportunidades.

Jimin se levantó del sofá, esperanzado y temeroso, se colocó la manta sobre sus hombros y caminó hacia su habitación. Tomó el celular y suspiró, nervioso. Buscó el número de Yoongi mientras los latidos de su corazón aumentaron tornando su respiración irregular. Se sentó en el suelo, con su espalda recargada en la cama, encogiéndose sobre sí mismo, haciéndose un ovillo al tiempo que acomodaba la manta sobre su cuerpo.

Marcó el numero, y aguardo completamente nervioso y asustado a que atendiera. Pero no lo hizo. Nadie contesto. Intentó de nuevo, y no hubo resultado. Su corazón se apretujo al pensar en que, en efecto, el alfa debía odiarlo. ¿Por qué pensó que Yoongi contestaría? ¿Por qué creyó que Yoongi lo perdonaría? Era obvio, después de la humillación que le había hecho pasar, de seguro no deseaba saber nada de él.

Yoongi habría estado dispuesto a todo por él, y él sólo se alejó sin importarle nada. Ni siquiera la interesó el dolor que sintió su omega interior... Un dolor que aún seguía estando presente y se expandía cada vez más. Jimin rompió en llanto por milésima vez, descargando toda la tristeza que guardaba su alma, pensando en que no podría haber sido más egoísta consigo mismo y con el alfa.

De pronto, el celular vibró en su mano. El omega observó la pantalla encendida con su mirada atiborrada de lágrimas procurando escapar. Y no lo podía creer. Su corazón volvió a emocionarse, acelerándose sin piedad. Era Yoongi. Más lagrimas huyeron cuando cerró su ojos con fuerza, sonriendo apenas un poco.

—Y-Yoon... —musitó en medio de un sollozo luego de atender.

—¿Por qué has llamado? —interrogó con seriedad el alfa a través de la línea—. ¿Qué necesitas? ¿estás bien?

—T-te... te necesito —confesó siéndole imposible disimular su tono de voz quebrado—. Lo siento —agregó, para luego soltar una nueva a tanda de lágrimas cargadas de angustia—... No debí alejarme, lo siento tanto, Yoongi... y-yo quiero v-volver contigo.

—¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿Alguien te ha hecho daño? ¿Alguien te obligó a llamarme? —se oyó la veloz indagación con evidente preocupación—. ¿Puedes hablar?

Las preguntas hicieron confundir a Jimin, quien dejo de llorar por un momento con el propósito de intentar comprender la situación.

—¿Qué? No... nadie me ha hecho daño. Yo estoy en casa... ¿Por qué alguien me obligaría a llamarte?

—Quédate tranquilo, ya hemos rastreado la llamada. Enseguida iremos —decretó Yoongi sonando demasiado seguro.

—¿Q-qué? ¡No, no es lo que...! —se apresuró a advertir Jimin, levantándose del suelo de un salto por un impulso de adrenalina, pero la llamada ya había sido cortada.

Un ataque de pánico lo dominó. ¿Qué mierda habia hecho?

Corrió hacia la sala desesperado en busca de la mujer que lo había alentado a comunicarse con Yoongi.

—¡No sé que ha pasado pero el alfa caerá aquí con su gente pensando que me tienen secuestrado o algo así! —avisó Jimin agitado y atemorizado por completo.

¿Por qué mierda Yoongi tomó como un hecho que alguien lo habia obligado a llamarlo?

:)

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