Llámalo infierno © |COMPLETA|

By EleSimo20

63.7K 4.3K 913

En cuanto Eduardo ya no es capaz de distinguir los comportamientos normales de los dañinos, está en peligro d... More

ANTES DE LEER
SINOPSIS
¡IMPORTANTE!
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
NOTA AUTORA&CRÉDITOS

Capítulo 18

1.2K 103 4
By EleSimo20

Capítulo 18

Narra Daniela

— ¡No debiste reaccionar así! —sentencia mi amiga desde el otro lado de la línea

—Pues no me importó humillarme con tal de demostrar-

—No —me calla—. No demostraste absolutamente nada. Al menos nada bueno. Y el problema no es que te hayas humillado sino que lo hayas chantajeado. Eso que hiciste se llama chantaje emocional.

Frunzo los labios mientras sigo dando vueltas por la terraza. No puedo estar quieta, aunque Eduardo terminó cediendo, yo aún siento que se me está escapando. Él está tan roto y decepcionado que ya no quiere seguir conmigo. En el fondo lo entiendo. Lo entiendo pero no puedo perderlo. Me muero si lo pierdo.

—No me digas que no te diste cuenta... —añade Viviana ante mi silencio

Pues no. Yo no sabía que está mal pedirle perdón de rodillas a alguien. Para mí representa una manera de mostrar el arrepentimiento y el afán de... ¿Y resulta que es chantaje emocional? ¿Qué más cosas equivocadas he dicho y hecho?

—No sé. Yo...

—Tú no estás en posición de pedirle nada. Si él no quiere o no puede perdonarte, es su decisión. Si quiere terminar, es libre de hacerlo. Amiga, ya lo hemos hablado... Aquí no se trata sólo de tu infidelidad. Sabes el problema que tienes. Sabes que sin al menos darte cuenta, le hiciste muchísimo daño. Y puedes seguir haciéndolo. Eso no se resuelve por arte de magia.

—A partir de ahora voy a controlarme. —anuncio y dejo de pasear de un lado para otro

— ¿Y cómo se supone que lo vas a hacer si no sabes distinguir los comportamientos dañinos? Mira, ahí tienes como ejemplo lo que hiciste hoy.

—Es que... Estaba desesperada. Lo estoy perdiendo...

Tan desesperada que lo amenacé con matarme. Mi amiga no puede enterarse de eso, presiento que no se lo tomaría tan bien. Me diría lo que yo misma sé; que forcé un poco las cosas. No lograría entender que me había ganado el miedo de perderlo.

Además sí, algo me dice que exageré un poco pero conseguí evitar que se fuera. Funcionó y me dio tiempo de pensar y buscar algo mejor... Sólo que no sé qué.

—Viviana, ayúdame...

—Voy a ser honesta. Sólo un psicólogo te puede ayudar.

—Me refiero a que necesito hacer algo para que me perdone por haberme acostado con otro hombre.

—No hay mucho que puedas hacer al respecto. Él necesita tiempo.

Tiempo...

—En cuanto a lo del psicólogo... yo no tengo ni paciencia ni dinero para eso.

—Te buscas trabajo o me dejas pagar. Y aprendes a tener paciencia. Sólo recuerda que de eso depende la felicidad de Eduardo. Creo que es suficiente motivación.

—Él ya está mal... Pero porque lo engañé. No me reclama ningún abuso.

—Porque no se da cuenta. Él también necesita ayuda. —opina

—Tendrás que explicarle tú, entiendes mejor el tema.

—Sí. Pero ya veré cómo puedo ayudar. Porque obligarlos no puedo. No sirve que hagan algo a la fuerza. Deben desearlo.

. . .

Bajo la tapa del portátil con demasiada brusquedad y apoyo mis codos en la mesa, para luego poder hundir la cara entre mis manos. No quiero seguir leyendo; ni lo que dice la teoría, ni lo que cuentan todas esas personas... Todas esas experiencias son tan similares a la mía, algunas hasta parecen describir mi propia vida... así que por más que lo intento, ya no puedo mentirme a mí misma. Soy culpable de abuso emocional, psicológico y físico.

—...ni siquiera te percataste de su existencia. Muchos comportamientos tuyos encajan. Lo controlaste, fuiste más celosa de lo que se considera normal, lo aislaste, lo alejaste de sus amigos, lo ofendiste, lo criticaste, lo culpaste por todo lo que ocurría, lo manipulaste. Todas estas cosas reflejan abuso emocional. Y lo agrediste físicamente, en muchas ocasiones. Eso último se llama abuso físico.

Debo cambiar. ¡Debo hacerlo! Y si la terapia es mi única salvación, ni modo, lo voy a intentar. Voy a hablar con Viviana para que me sugiera dónde podría encontrar un psicólogo y quizá hasta le voy a pedir que me preste dinero hasta que consigo trabajo. Es que esto no puede esperar.

¡Como odio a Santiago! ¿Por qué me hizo esto? ¿Por qué se me acercó con otras intenciones y luego me sedujo y me dejó sin trabajo? Si no lo hubiera hecho, ahora no estaría en esta situación... No tendría que buscar empleo. Es cierto que odio ese lugar y lo que hacía pero era mejor que nada. Ahora me veo obligada a pedir dinero... ¡No soporto hacerlo! Como tampoco soporto vivir del dinero de Eduardo.

Eduardo... Mi amor... Me dan ganas de llorar al pensar en todo lo que le hice pasar, al recordar la cara que puso cuando le confesé mi infidelidad. No debí dejarme guiar por el peso de la culpa y por el consejo de mi amiga de ser honesta con él; no debí confesárselo. Temo que nunca pueda superarlo. Además hablé en un muy mal momento y me va a costar más trabajo convencerlo de que se quede a mi lado durante mi proceso de... ¿recuperación? ¿Es así cómo debería llamarle? Es que ni entiendo por qué hago lo que hago y si hay algo mal en mí, si... O sea ni me daba cuenta de que actuaba de manera equivocada... No cabe duda. Necesito ese psicólogo lo antes posible.

Vuelvo a la posición inicial y alcanzo el teléfono para escribir un mensaje.

Daniela: Mi decisión está tomada. Si quieres, recomiéndame un psicólogo porque no sé por dónde empezar con la búsqueda.

Pulso mandar y me quedo esperando, con la mirada clavada en la pantalla. Dura alrededor de quince minutos hasta que el celular vibra, avisándome de la llegada de un mensaje.

Viviana: Encantada te ayudo con eso.

Daniela: ¿Estás segura que no será un pérdida de dinero?

Viviana: Si esperas que esa persona arregle los problemas en tu lugar o te diga algún secreto mágico, olvídalo. Porque sí, todo será inútil. Si quieres a alguien que te ayude a que tú misma arregles el problema, entonces puede funcionar. Pero tienes que estar dispuesta a cooperar.

Daniela: Lo voy a intentar.

Todo por no perder a mi esposo.

Daniela: Leí un montón sobre el tema. Aún no lo asimilo... Sabes, si hubiera hablado contigo antes, habría evitado ciertas cosas.

Viviana: Mejor tarde que nunca.

. . .

No me cayó nada bien oír el timbre a esta hora pero más me molesta descubrir que es a Luis a quién se le ocurre visitarnos. Ganas no me faltan de mentirlo y de cerrar la puerta en sus narices, sólo que hay una voz que me susurra que no lo haga. Me susurra; ni siquiera es muy convincente y aun así me tardo en decidirme.

—Quiero ver a Eduardo —sentencia—. Y me digas de nuevo que no está y que su coche se encuentra afuera porque él tomó un taxi. Ya no me voy a tragar el cuento.

— ¿A esta hora?

—Son las ocho, ni que fuera tan tarde. No pude venir más temprano porque tuve un día largo y pesado y —se detiene bruscamente— A ver, ¿por qué tengo que darte explicaciones?

Qué mal me cae... Pensé que se había desaparecido de nuestras vidas pero por desgracia no tengo tanta suerte. No sé qué decirle. Parece muy seguro de que mi esposo está en casa, será que éste lo llamó... Ay, dadas las circunstancias, tengo que dejar pasar al amigo.

Pero no quiero.

— ¿Qué te hace pensar que sí está aquí? Además no puedes hablarme en este tono y esperar que te invite a pasar. Y si para ti es normal que hagas visitas, encima sin avisar, a las ocho, pues para mí no lo es.

— ¿Cómo te aguanta ese hombre?

Alzo las cejas. Qué imbécil.

—Perdón, ¿dijiste algo? —cuestiono, dándole la oportunidad de retractarse

—Que si no me dejas entrar, al menos avísale que estoy aquí.

Hago amago de decir algo pero al parecer no terminó.

—De hecho quiero entrar, no vaya a ser que se niegue recibirme.

—Esfúmate.

Rueda los ojos y —obviamente— ignora mi petición. Avanza un paso, lo suficiente como para hacerme retroceder. Su cercanía me hace sentir amenazada. Me percato de que sin querer lo acabo de dejar pasar, pues cruzó el umbral de la puerta.

—Sabes... No soy imbécil. Eduardo me dejó de hablar de la noche a la mañana, sin explicación alguna. Estoy seguro de que estás involucrada en eso. Acabas de validar mi sospecha porque es la segunda vez que me echas.

Yo no he hecho nada. Supongo que mi esposo comprendió que este tipo es una mala influencia.

—Te equivocas.

—Demuéstramelo —replica sonriendo con maldad—. Déjame pasar.

—No. Me deja sin cuidado si me consideras responsable o no.

— ¿Qué rayos estás haciendo?

Me sobresalto. La voz grave de Eduardo avisa que alguno de nosotros dos está en problemas, no sé cuál porque estoy de espaldas a él. Pero noto que Luis no se pone preocupado... así que yo habré sido la regañada. Me giro con lentitud, tratando de posponer la confrontación y de ganar unos segundos para preparar mi respuesta.

Su rostro no refleja la misma dureza que su tono. Más bien luce confundido y un poco decepcionado. ¿Es porque no dejé entrar a Luis? Pero por algo le dejó de hablar. ¿Ahora de pronto sí quiere verlo?

— ¿Y cómo que es la segunda vez que te niegas hacerlo pasar?

¿¡Eso también lo oyó!? Maldita sea. Lo último que necesito es otro motivo para pelear con él. Con lo molesto que está... Pero pues eso me pasa por no tener cuidado con lo que suelto por esta boca cuando existe la posibilidad de que me oiga y no quiero que eso ocurra.

—Porque viene a horas inapropiadas —me justifico—. Y la otra vez tú te habías ido pero tu ex amigo no me cree.

— ¡No mientas! —exige éste desesperado; totalmente innecesaria su desesperación

Mientras, Eduardo se limita a observarme. Es evidente que no sabe que creer, que no entiende lo que está pasando.

—Y hoy me pareció inoportuna su visita porque —me detengo unos momentos, no muy segura de que es bueno decirlo— pues porque tú y yo no atravesamos el mejor periodo...

Ya lo he dicho.

— ¿Qué?

Justo lo que esperaba. El entrometido de Luis queriendo saber a qué me refiero, queriendo saber más detalles...

—No me gusta lo que hiciste —avisa mi esposo—. Debiste avisarme y yo hubiera decidido. Pero no puedes decidir por mí. ¿Y cuándo fue la primera vez que lo echaste?

—Ya no recuerdo... —me quejo; es mentira

Esto no lo veía venir. Si Eduardo descubre la fecha exacta, sabrá que mentí y que él sí estaba en casa.

—Después de que volvieron de París —le explica Luis—. Un martes por la tarde, para ser más exactos.

Mis dedos se clavan en mis palmas, las uñas están a punto de herir mi piel. No hay manera más discreta de apaciguar la rabia y el afán de abofetearlo. Por desgracia no siento la calma que estoy buscando. Basta mirar a mi esposo para tener bien claro que no hay motivo alguno para estar tranquila.

—Sabía que estabas en su contra... Sin embargo... —no parece encontrar las palabras adecuadas— Jamás imaginé que serías capaz de crear malentendidos y problemas entre mis amigos y yo.

—Yo-

—Ese martes por la tarde —continúa, interrumpiéndome— no me había ido a ningún lado. Tenía ese resfriado que nos había arruinado las vacaciones.

—Cierto y por eso no estabas en condiciones de ver a alguien.

— ¿Porque así lo decidiste tú? Mira, me acabas de mentir en la cara. Primero dijiste que ese día yo no estaba...

—A ver, ¿qué está pasando aquí? —interviene Luis— ¿Qué le pasa a tu mujer? ¿Y es por ella que me dejaste de hablar? Al principio me decías que no tenías tiempo para que nos viéramos y al final dejaste de atender mis llamadas, ignoraste mis mensajes... ¿Qué te hice?

— ¿Te parece si hablamos en otro lugar? —le propone Eduardo

Asisto impotente, tragándome las ganas de protestar. Estoy bastante angustiada por la reacción que tuvo al descubrir mi mentira. Hace tiempo que no me regañaba por algo, que no lo veía tan en contra de una decisión mía... Encima parece que se mantiene tan firme en su decisión de estar molesto conmigo.

Bueno, también hay lo de la infidelidad. Pero esa es una excepción. Esa sí fue una decisión equivocada, lo admito. Sigo sin poder justificarme...

Los veo salir por la puerta y no me queda más que gruñir.    

Continue Reading

You'll Also Like

54.1K 8.8K 9
Han JiSung odiaba los globos con todo su corazón. Lee MinHo siempre tenía en su mano globos llenos con helio. a JiSung no le gustaban los globos pero...
126K 4.9K 36
(Borusara) #Uchihahard2 Boruto Uzumaki y Sarada Uchiha, compañeros de equipo y mejores amigos. El seguro de que lo que siente por ella no es u...
68.8K 4.2K 13
❝¿Por qué no juntɑn ɑ sus pɑdres?, ɑmbos estάn solteros❞ Erɑn sólo Nɑnon Chiva-aree y Chimon Pattranite queriendo buscar una pareja para sus padres ...
69K 3.6K 12
El mas próspero puerto de Portugal vio nacer a una joven, Catalina Iustus, cuya maldad y ambición solo era equiparable con su orgullo y belleza. Cata...