Llámalo infierno © |COMPLETA|

By EleSimo20

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En cuanto Eduardo ya no es capaz de distinguir los comportamientos normales de los dañinos, está en peligro d... More

ANTES DE LEER
SINOPSIS
¡IMPORTANTE!
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
NOTA AUTORA&CRÉDITOS

Capítulo 16

1.2K 100 16
By EleSimo20

¿Quién quiere otro capítulo? 

😏

🔥🔥🔥

Capítulo 16

Narra Eduardo

Veo que Daniela regresó más temprano de su trabajo. La curiosidad me anima a hacer preguntas al respecto pero no quiero que me malinterprete, que piense que le estoy pidiendo explicaciones... o quién sabe qué más. No quiero decir nada que la moleste y me traiga una pelea más. Por lo tanto prefiero quedarme con la duda.

Desde la cocina, trato de seguir al pendiente de sus movimientos y de adivinar si me está buscando mientras continúo preparando mi almuerzo. Es un poco tarde para almorzar pero bueno... ni que fuera la primera vez que la falta de hambre cambia mi horario.

De pronto creo oír unos sollozos, por lo tanto me detengo. Trato de entender si son ideas mías pero mis oídos me demuestran que no. Dejo lo que estaba haciendo y me dirijo a la sala, donde encuentro a mi esposa sentada en el sofá. No luce muy bien y sí está llorando. Me angustia tanto que no soy capaz de contenerme, de fingir que nada está pasando, por lo tanto me acerco.

— ¿Qué pasa?

No me ofrece una respuesta. Y al igual que ayer, evita mi mirada. Eso es algo muy extraño de su parte, creo que nunca antes lo había hecho. Me encuentro dividido entre el afán de insistir hasta recibir explicaciones y el miedo de provocar otro escándalo. Sólo consigo sentarme de rodillas en frente del sofá y mirarla. Y esperar.

—Necesito contarte algo —dice poco después, poniéndole fin a la agobiante espera—. Algo que a mí me... Ay, es una realidad que aún me niego aceptar. O sea... ¿A quién le gustaría admitir que se equivocó?

¿¡Se equivocó!? ¿Cómo? ¿A qué se refiere?

—En realidad empiezo creer que tal vez me equivoqué desde el principio. Pero esa es otra historia.

Actúa muy extraño y dice cosas que no llego a entender. Sobra mencionar que me sorprende que se considere culpable de algo. No la caracteriza.

—Eduardo... —suspira con pesadez y sigue sin mirarme a los ojos— El sábado cometí el peor error de mi vida. Tuve... —vuelve a suspirar— Tuve relaciones con otro hombre. O sea te fui infiel.

Mi mundo se vuelve patas arriba. La noticia me aplasta. Estoy acostumbrado a sufrir pero jamás había sentido mi corazón desgarrarse de la forma en la que lo hace ahora. Lo que queda atrás es insoportable. Asfixiante. Trato de respirar y no lo consigo, como tampoco puedo moverme o hablar. Es como si todo mi cuerpo se hubiera apagado y lo único vivo es el inconmensurable dolor, que recorre cada parte de mí y lo hace todo pedazos. Lo peor es que con cada segundo que pasa, parece aumentar.

Desde el infierno en el que me metió, aun puedo escuchar su llanto desconsolado, sin embargo soy incapaz de sentir preocupación. No sé qué me está pasando... Sólo me queda claro que quiero que pare y me explique. Tendrá sus defectos pero no pensé que llegaría a engañarme. ¿Por qué lo hizo? ¿¿¿Por qué???

«Si sigues así, tendré que buscar en otros lados lo que tú no me das.»

Entonces ese día estaba hablando en serio... Ese comentario suyo que no había logrado preocuparme ni un solo segundo, resultó ser una amenaza. Y supongo que es mi culpa; dejé de satisfacerla, no le di lo que necesitaba, me volví una sombra de lo que una vez era. Aun así, no puede ser que ella haya caído tan bajo. Entiendo que ya no me aguante, yo tampoco me aguanto pero lo que hizo no tiene lógica... Me hubiera pedido el divorcio... pero ¿¡engañarme!? Dudo que no haya sido consciente de lo que algo así provocaría. ¿Cómo pudo? ¿Qué clase de mujer tengo a mi lado?

—No entiendo... —me oigo decir— Sé perfectamente qué hice mal. Más bien, sé que lo hice todo mal pero... Jamás creí que tú me pagarías de esta manera. Tú... Jamás creí me harías daño a propósito.

No la reconozco.

—Sabes... —contesta mientras intenta borrarse las lágrimas— Esta experiencia me enseñó que quizá no soy tan perfecta como creía. Como quería creer. —se corrige

Estoy de acuerdo, pues yo también estoy cambiando la opinión que tenía de ella. Es inevitable. La miro y simplemente no puedo creer que es la misma mujer a la que llegué a amar, la persona con la que pretendía compartir mi vida...

Busco rememorar todas las veces que la hice enojar pero me cuesta imaginar que le causé al menos la mitad de lo que yo siento en este momento...

—Yo también estoy en shock. —afirma tras un corto silencio

Ladeo la cabeza y de repente decido levantarme del suelo. Al diablo las explicaciones. Por el momento no quiero escuchar nada aun cuando mi cabeza me da vueltas y las dudas me carcomen. No quiero tenerla cerca porque me enferma. Sólo logro imaginarla... ¡Mierda! Y siento cosas horribles, cosas que no creí que llegaría a sentir al tratarse de ella.

Necesito salir de aquí. Me doy la vuelta y me pongo en marcha, ella no protesta. Llora aún más fuerte, si es que eso es posible. Pero no puedo pensar en ello ahora, no puedo fijarme en nada que no sea lo que llevo dentro. Es más de lo que puedo soportar y si no encuentro la manera de aliviarlo, no sé qué va a pasar. Llegado al pasillo me detengo un segundo para analizar las opciones y la idea de ir al otro dormitorio me parece la mejor. Es justo lo que hago y espero que Daniela no venga tras de mí, espero que no insista hablar. No la quiero ver. Su simple presencia provoca repulsión.

. . .

No deja de tocar en la puerta del dormitorio y empieza irritarme. No me importa que ya hayan pasado unas horas, quiero estar solo. Hundo la cara entre mis manos y trato de ignorar el ruido. Espero que desaparezca cuanto antes.

—Eduardo, soy Viviana.

La amiga de mi esposa. Entiendo que haya venido a visitarla pero no entiendo qué quiere de mí. Me tomo unos segundos para tranquilizarme y aunque no noto grandes cambios, me levanto del suelo y atravieso el cuarto. Jadeo en un último intento de quitar las sensaciones pesadas y le abro. Me topo con una mujer bastante preocupada y de inmediato sospecho que Daniela le habrá dicho algo. Espero estar equivocado.

—Me urge hablar contigo. —avisa; su tono refleja justo lo que afirma

— ¿Debe ser ahora?

—Sí. Y sé que me estoy entrometiendo pero tú y mi amiga tienen problemas muy graves. Es imposible que los solucionen solos. No van a poder ser objetivos. Necesitan ayuda. Antes que nada, tú necesitas entender lo que has vivido durante estos meses.

Encima llega a confundirme... No estoy de humor para intentar descifrar lo que sea que esté diciendo. De hecho no estoy de humor para nada. Me siento hundido, aturdido, decepcionado, traicionado, herido, asqueado... Quiero estar solo.

No, quiero salir de esto. ¿Pero cómo le hago?

—Eduardo, sé que te cuesta trabajo pero esta conversación es muy importante. Yo hubiera intervenido antes pero apenas hoy me enteré. Y no puedo dejar que pase ni un día más.

— ¿Qué pasa? —cedo; pero mi voz traiciona el fastidio provocado por su insistencia

—Pasa que mi amiga te estuvo haciendo daño sin al menos darse cuenta de eso. Hoy me contó gran parte de los problemas que tuvieron durante meses y supe enseguida que había algo grave de por medio.

—No le des más vueltas... ¿Qué más me falta por saber? ¿Me estuvo engañando? ¿¡Y por qué te manda a ti a decírmelo!?

—No es eso. Y ella no me mandó a hacer nada, es más, tuve que convencerla para que me dejara hablar contigo de esto. Está asustada de que todo vaya a acabar y que después de esta platica sólo tendrías un motivo más para dejarla. Pero antes de que uno de ustedes tome una decisión, tú también debes saber y tratar de entender lo que estuviste viviendo.

Suelto un quejido. Esta mujer me marea. De pronto noto que coloca las palmas en mis hombros y me queda viendo unos instantes, antes de soltar palabra.

—Su relación es tóxica. Es abusiva, Eduardo.

— ¿Qué? A ver, no mezcles tus estudios en la vida de-

—Bueno, es cierto—interrumpe—, he llegado a leer algo al respecto para una de las asignaturas. Pero menos mal. Si no hubiera sido por eso, a lo mejor no habría sido capaz de entender la gravedad de esto.

—Mi vida personal no es material didáctico. Yo no soy uno de tus futuros pacientes.

—En primer lugar, el término paciente no es siempre el indicado. No todos los que acuden al psicólogo tienen una enfermedad. Y no hay que confundir el psicólogo y el psiquiatra. En fin, ese es otro tema. Mira, hagamos algo... busca información sobre las relaciones abusivas, sobre el abuso doméstico. Si te sientes identificado, llámame.

Prefiero no contestar. No es que rechace la propuesta pero... No sé. No entiendo nada. Por el momento no quiero entenderlo.

—Y luego hasta puede que veas con otros ojos su infidelidad. No digo que podrás justificarla y perdonarla... De hecho podría costarte aún más trabajo perdonar... porque quizá descubrirás que tú no tienes la culpa de nada.

—Lo estás complicando todo...

—Lo sé. Es necesario. Ahora puede parecer demasiado pero un día me lo agradecerás.

Esta vez, aunque quiero decir algo, no logro encontrar una respuesta.

—Recuerda lo que te pedí. Ya me voy.

Después de despedirnos, me quedo solo y pensativo. ¿Qué fue esto? Temo que debo hacer lo que me propuso para librarme de las dudas. Dudas... Como si no hubiera tenido suficientes... Tuvo que llegar ella a complicarlo todo.

¿Relación abusiva? Suspiro y salgo del cuarto, para luego dirigirme al lugar donde recuerdo haber dejado mi portátil. Sé que entrar al otro dormitorio implica verla pero no pienso hablarle y no pienso hacerle caso por si ella me habla a mí.

Al llegar, me percato de que no hay nadie. Claro, ella debe estar en la sala con su amiga. Localizo el portátil, así que me acerco y lo cojo, luego tomo asiento en la orilla de la cama. Mientras lo enciendo, le doy vueltas al término que se supone que estoy por buscar. Suena tan sencillo y a la vez tan complicado. O sea, no sé qué esperar. No sé qué se supone que significa y por qué Viviana sacó semejante conclusión.

Cuando por fin puedo teclear, opto por relación abusiva – señales y le echo un vistazo a la lista de títulos que aparece en menos de unos segundos. Elijo una al azar y me pongo a leer.

— «Tienes miedo de tu pareja. Tienes que andar siempre con cuidado debido a sus cambios de humor. Dedicas mucho tiempo a pensar en qué estado de ánimo estará y te centras siempre en sus necesidades. Tu pareja pierde los nervios fácilmente y por temas de poca importancia. Te ha pegado... Te insulta. Es celoso y te acusa de flirtear y de tener relaciones sentimentales con otras personas.»

Me detengo. Cada una de las frases despierta recuerdos... No, deben ser coincidencias... Navego por la página y pulso en una palabra subrayada que me manda a otro artículo. Parece que trata de la violencia doméstica.

— «Hablamos de violencia doméstica cuando una persona trata de controlar y de ejercer poder sobre su pareja en el contexto de una relación sentimental. Pueden darse diferentes tipos de abuso: físico, emocional, sexual o financiero.»

¿Físico? Daniela me ha golpeado muchísimas veces... Pero... ¿ha cruzado la línea? Quizá la forma en la que reacciona tiene que ver con su carácter, algunos pierden la paciencia muy rápido...

Lo que se me hace aún más difícil de entender es, lo que ellos llaman, abuso emocional. Abro otra pestaña para poder buscar informaciones, señales, lo que sea para comprender qué comportamientos llevan esta etiqueta. Apenas abro un artículo, las palabras en negrita me llaman la atención: manipulación, maltrato verbal, generación de culpas, burlas, amenazas, control sobre las acciones de otro, intentos de aislamiento.

El tema es más complejo de lo que pensaba.    

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