Mörder [ COMPLETA ]

By RipleyWylde

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《Cuando tu vida se reduce a matar o morir, ¿qué elegirías?》 FECHA ORIGINAL DE PUBLICACIÓN AÑO 2013 More

Sinopsis
Advertencia
Introducción
Primera parte: prisionera
Capítulo N° 1
Capítulo Nº 2
Capítulo Nº 3 (Parte 1)
Capítulo N° 3 (Parte 2)
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 6
Capítulo Nº 7 |Parte 1
Capítulo N° 7 | parte 2
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo N° 10
Capítulo N° 11
Capítulo N° 12
Capítulo N° 13
Capítulo N° 14
Capítulo N° 15
Capítulo N° 15 | parte 2
Capítulo N° 16
Capítulo N° 17
Capítulo N° 18
Capítulo N° 18 | parte 2
Capítulo N° 18 | parte 3
Capítulo N° 19
Capítulo N° 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo N° 22 | parte 2
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 25
Capítulo N° 26
Capítulo N° 27
Capítulo N° 28
Segunda parte: Libertad
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo N° 30 | parte 2
Capítulo N° 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 33
Capítulo N° 34
Capítulo N° 34 | parte 2
Capítulo N° 35
Capítulo N° 36
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Capítulo N° 46
Capítulo N° 47
Capítulo N° 48
Capítulo N° 49
Capítulo N° 50
Capítulo N° 51
Capítulo N° 52
Capítulo N° 53
Capítulo N° 54
Capítulo N° 55
Capítulo N° 56
Capítulo N° 56 | parte 2
Capítulo N° 57
Capítulo N° 58
Capítulo N° 58 | parte 2
Capítulo N° 59
Capítulo N° 59 | parte 2
Capítulo N° 60
Capítulo N° 61
Capítulo N° 62
Capítulo N° 63
Capítulo N° 64
Epílogo
Nota de autora
EXTRA: El trato | parte 1
EXTRA: El trato | parte 2
EXTRA: El trato | parte 3
EXTRA: El trato | parte 4
EXTRA: El trato | parte 5
EXTRA: El trato | parte 6
EXTRA: El trato | parte final
EXTRA: Rata | parte 1
EXTRA: Rata | parte 2
EXTRA: Rata | parte 3
EXTRA: Rata | parte 4
EXTRA: Rata | parte 5
EXTRA: Rata | parte 6
EXTRA: Rata | Final

Capítulo N° 43

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By RipleyWylde

La noticia de lo sucedido no había tardado en llegar a oídos de todo el mundo. El escape milagroso de Aaron fue el tema del momento, el Loco se había enterado por Fosa, mientras que Erica por Rata y Serge.

Rata había hablado mucho esa noche con Erica, quien había logrado tranquilizar un poco toda la furia que tenía. Estaba muy afectado por la muerte de Pamela, pero Rata no tuvo necesidad de pedirle ayuda a Erica con Tahiel, ella misma se había ofrecido a cuidarlo las horas en donde él tuviese que trabajar.

Así, por la tarde, se encontraba Erica esperando a que llegase Rata con su hijo. Había amasado galletas caseras con chispas para que los dos niños merendaran.

Mein engel... —dijo el Loco al acercarse a ella—, tené cuidado, Tahiel no es como Jack.

—¿En qué sentido no es como Jack? —preguntó con curiosidad—. Ya lo conocí a Tahi, sé que es inquieto y travieso.

—Uhm... «inquieto y travieso» es una descripción demasiado adorable en comparación —dijo con un suspiro—, yo diría que es un completo salvaje incivilizado al que hay que domesticar.

—¿Sabés? Maté a un tipo que dijo algo muy similar sobre vos —se rió Erica—. Es solo un niño, uno que perdió a su mamá y que es criado por asesinos. No podés esperar que sea un nene tranquilo y pacífico.

Él tomó una de las galletas recién horneadas para probarla, e hizo un sonido de aprobación.

—¿Puedo llevarme algunas? —preguntó con la boca llena.

—No hables con la boca llena, no seas un salvaje incivilizado —bromeó Erica con una mano en su cadera—. Y agarrá las que quieras.

Lo miró rápidamente de arriba hacia abajo, pues estaba bien arreglado, con una camisa negra abierta hasta el tercer botón, lo que hacía resaltar en su pecho el dije de libélula que había sido de Moira junto con una cruz de plata. Tenía un bonito pantalón también negro que resaltaban sus músculos, e incluso llevaba zapatos bien lustrados. El aroma a colonia no tardó en llegar hasta ella.

—¿Te pusiste perfume? —inquirió con una ceja levantada.

—Tengo una reunión con un representante de los Capa Roja —dijo y tomó otra galleta—, Vanyusha envió un mensajero, quiere formar una alianza. Eso significa que si yo necesito algo puedo contar con él, y que si él me necesita yo estaré ahí.

—¿No se supone que es peligroso aliarse a los Volkov?

—La rusa es una Kolzova pero pertenece a los Volkov por su madre —explicó el Loco y mordisqueó un poco su galleta—, confío en la rusa, por lo tanto corresponde que confíe en su hermano.

Erica no agregó nada, se sirvió un poco de agua caliente para prepararse un té mientras lo observaba, parecía que le habían gustado mucho esas galletas porque el Loco tomó unas cuantas.

—Al menos esta vez me avisás que te vas a ir —dijo con una risita.

—Es probable que llegue cerca de la medianoche, así que no me esperen para comer —explicó con una sonrisa—. No sé cuánto podría durar, es una cena en un hotel y seguro un cóctel luego, pero voy a tratar de no llegar muy tarde.

—Está bien, ¿ya te vas?

—En un rato, quiero ver a Rata primero, me preocupa un poco —dijo con un suspiro—, él quería mucho a Pam, me da miedo que haga algo estúpido.

—¿Vos la conociste?

—Es nacida en D.E.A.T.H. como yo, aunque no teníamos relación. Sé que era una gran profesional y que tenía una relación con Rata similar a la que yo tenía con Moi.

El timbre sonó en ese momento, por lo que Erica fue a atender con el Loco siguiéndola por detrás. Rata estaba ahí en la vereda tras las rejas, con Tahiel en sus brazos que llevaba una pequeña mochila infantil en su espalda. Erica se acercó para poder abrir y permitirles pasar.

—¿Te pusiste perfume? —dijo Rata al olfatear al Loco—. Raro, y hasta estás arreglado. Sospechoso.

—Uno ya no puede ponerse colonia en paz —dijo el Loco con un chasquido de lengua.

Erica estiró sus manos para poder recibir a Tahiel, que prácticamente se lanzó sobre ella. Era un poco más grandecito que Jack, y según Rata estaba por cumplir los tres años.

—Gracias, Bombita, te voy a pagar —dijo Rata con una sonrisa—. Si lo llevo todos los días al trabajo, el hijo de perra lo va a matar.

—Raro que no lo haya hecho hasta el momento... —murmuró el Loco.

—Las ganas no le faltan, especialmente en casa cuando Tahi llora o se trepa en los muebles —dijo Rata con una risotada—, pero en todo caso es mi casa y de Tahi, el intruso ahí es Nahuel.

Rata le explicó a Erica las cosas que le gustaban a su hijo y el horario en que regresaría a buscarlo. Sin embargo comenzó a hablar en alemán con el Loco y sus gestos al hablar eran sombríos y furiosos, pero después de unos minutos de conversación con él, Rata se relajó un poco más. Luego le dio un beso a su hijo para poder irse a trabajar, Erica saludó con un movimiento de mano y bajó al niño en el interior de la casa.

Mientras que Tahiel corría por todos lados para curiosear todo lo nuevo y desconocido, el Loco se acercó a Erica y con delicadeza apoyó su mano en el rostro de ella.

—Ya me voy, engel. Suerte con el salvaje.

—Tené cuidado, me pone un poco nerviosa que vayas con los Capa Roja...

Él asintió y luego se dirigió al garage para irse, iría en un auto distinto, pues su camioneta era muy reconocible.

Erica tomó de una mano al niño, que saltaba arriba del sillón con una risita, para poder guiarlo hacia el patio, donde se encontraban Lucas, Jack y Hund, quien ya conocía a Rata y Tahiel desde hacía tiempo.

Afuera Lucas estaba sentado en un banco con una taza de café en la mano, se reía al ver a Jack corriendo a Hund. Erica entonces dejó que Tahiel corriera un poco para que gastase energía, aunque primero le quitó la mochilita. Con una sonrisa se acercó a Lucas y se sentó a su lado para observarlos a ambos correr.

—¿Qué te gustaría cenar, Lu? —preguntó Erica con una sonrisa—, vamos a ser solo nosotros y los niños.

—¿Qué le gusta al peque?

—Rata dijo que come de todo, no creo que tengamos muchos problemas con eso —suspiró.

—Cocino yo, Eri, vos quedate tranquila —dijo Lucas con una sonrisa.

Erica apoyó su cabeza en el hombro de él para poder observar a los niños.
Tahiel era un poco más grandote de cuerpo que Jack, su cabello era oscuro y sus ojos eran verde claro. Era algo bruto para jugar, a diferencia de Jack que era algo más suave y tranquilo, por lo que en los juegos y corridas terminaba por empujar o golpear a Jack, aunque no adrede.

Erica tuvo que bajar a Tahiel de la medianera que daba hacia la casa de doña Lara, pues se había trepado allí. Debieron entrar en la casa y dejar a Hund afuera, pues había saltado en defensa de Jack cuando Tahi lo golpeó por unos juguetes.

Pese a que Jack era amable, no estaba acostumbrado a jugar con otros niños y le costaba prestar sus cosas, y el castaño no dudaba en golpearlo ante la molestia, mientras que Jack solo lloraba.

—No se pega, Tahi, muy mal —lo regañó Erica al separarlo de Jack.

—¡Papá pega! —se quejó él.

—Tu papá es un tonto, vos no tenés que serlo. Pedile perdón a Jackie.

—¡No quiero! —se sacudió para intentar liberarse de los brazos de Erica—. ¡Puta!

—Eso no se dice, muy feo, Tahi —lo regañó ella con el rostro serio—. Si no le pedís perdón, Jackie no va a poder prestarte juguetes.

Tahiel hizo un puchero y corrió el rostro, muy ofendido, mientras que Jack sorbía por la nariz al dejar de llorar.

—Jackie, ¿le prestás el auto a Tahi? —preguntó Erica con suavidad extendiendo su mano hacia él.

—¡No! ¡Tahi malo! —chilló Jack.

Tahiel le enseñó la lengua.

—Tahi, ¿qué hablamos? —dijo Erica con suavidad—. Si sos bueno con él, Jackie te va a prestar los juguetes.

—Eri, ¿querés que los mire un rato yo? —preguntó Lucas desde la cocina—. Así te sentás un poco...

Ella asintió con un suspiro y encendió la televisión para poner un dibujo animado. Se llevó una sorpresa cuando vio el rostro de Tahiel, asombrado de ver la televisión, la inspeccionaba de todos los ángulos y comenzó a reírse con ánimo al oír las voces.

Lucas se acercó hasta allí y se sentó en el sillón con ambos niños a sus lados, que miraban los dibujitos con una sonrisa, aunque el rostro de Tahiel estaba lleno de sorpresa y curiosidad.

—Nació en Assassin —dijo Erica al verlo—, no debe saber lo que son los dibujos animados ni los juguetes...

—Bueno, mini Chefcito, acá vas a poder jugar todo lo que quieras —dijo Lucas con una sonrisa al acariciarle el cabello oscuro.

Erica se preparó un poco de café y se sentó a la mesa con un largo suspiro. A ella le encantaban los niños y siempre había soñado con tener muchos hijos, pero estaba algo agotada. Cuidarlos por separado era muy distinto a tenerlos juntos y peleándose por todo.

Luego de descansar un poco Erica vigiló la comida que estaba en el fuego, Lucas había preparado unas pastas caseras con salsa filetto, y una vez estuvo todo listo ella sirvió la comida en diferentes platos.

Por primera vez Jack se sentó solo, quizá por haber visto que Tahiel no se sentaba sobre nadie. Y, para sorpresa de Erica, él era bastante pulcro para comer.

—Qué raro —dijo ella con un gesto extrañado al ver que se limpiaba con una servilleta de a toquecitos—. ¿Quién te enseñó, Tahi?

—¡Papi! —respondió con una sonrisa y tomó un poco de agua de su vasito—, tío Nahui enoja.

—Le da un infarto si lo escucha decirle así —masculló Erica con un gesto torcido.

Un rato después, como vio que Jack había comenzado a refregarse los ojos con sueño, Erica llevó a ambos niños para bañarse. En el agua parecían llevarse mejor que en el suelo, porque chapoteaban juntos riéndose. Erica les tomó una foto con una sonrisa, para poder enviársela a Rata luego.

Lucas tuvo que ayudarle a sacarlos del agua, Erica se encargó de Tahiel, mientras que él de Jack, para poder acostarlos a dormir al mismo tiempo. Con paciencia secaron y vistieron a ambos niños, que parecían querer escapar en medio de risitas.

Tahiel parecía no estar acostumbrado a los cuentos tampoco, porque miraba muy extrañado a Erica y comenzó a saltar en la cama como si le aburriera.

—¿Te gustan las canciones, Tahi? —le preguntó, mientras intentaba recostarlo nuevamente junto a Jack.

—Mami canta lindo —dijo con una sonrisa.

Erica apretó los labios al oírlo, y luego de dejar ir un suspiro comenzó a cantar para ambos una canción de cuna. Les hizo caricias en la cabeza a los dos por igual, para que no comenzaran a pelearse. El primero en quedarse dormido fue Jack, pero Tahiel tardó un poco más. Erica tuvo que recostarse a su lado y permitir que él la abrazara, solo así fue que se durmió.

Con cuidado de no despertar a ninguno salió de allí para poder ir a la cocina, estaba bastante agotada, pero sonrió al ver que Lucas le servía un poco de vino.

—Lo necesitás —le dijo con una risita.

Con un suspiro Erica asintió y saboreó ese delicioso vino. Lucas ya se había encargado de lavar los platos y vasos, también había acomodado los juguetes en su lugar.

—Gracias, Lu —le dijo y apoyó con cariño su mano sobre la de él.

—No es nada, Eri, también vivo acá y debo ayudar —dijo él con suavidad y una sonrisa alegre.

Erica bebió otro trago de vino y tomó su teléfono para poder enviarle a Rata la foto que les había tomado a los niños, aunque sabía que él no podría responder rápido debido al trabajo. Estaba por guardar su teléfono cuando volvió a vibrar en su mano, era un mensaje de Sveta.

Babu <3 : Hola pequeña :D Ya regresó el alemán?? No responde mis mensajes y quiero saber si está bien

Erica: Hola Babu <3 No aún no llegó, dijo que iba a llegar tarde

Babu <3 : Entiendo, debe seguir con Misha, me avisás cuando llegue? Por favor?

Erica se quedó helada al leer el mensaje, lo leyó varias veces para asegurarse de que no había leído mal.

—¡MALDITO PERRO MENTIROSO! —gritó Erica con su rostro lleno de furia.

—Eri, ¿qué pasó, estás bien? —preguntó Lucas con preocupación.

Menteur! Salaud! —gritó Erica.

Sin embargo, aún con su rostro lleno de furia y tecleando con fuerza, respondió:

Erica: Dale Babu, yo te aviso <3

Fils de pute!

—Erica, ¿qué pasó? —preguntó Lucas nuevamente.

Tomó un largo sorbo de vino hasta acabar el contenido de su copa, para después servirse más.

—Dijo que se iba a una reunión con los Capa Roja para una alianza, ¡y se fue con Misha! ¡Con razón el puto perfume! Fils de pute!

Lucas vio los gestos llenos de furia en ella y bebió un trago de vino, Erica explicó quién era Misha y lo peligroso que él era, le enseñó la cicatriz en su pómulo para ejemplificar. Sin embargo, para Lucas toda esa furia era realmente innecesaria.

—O sea... ¿te molesta que se haya ido a ver con un tipo que le gusta?

—¡Me mintió!

—Ya veo —Lucas levantó una ceja y trató de no reírse al agregar—: ¿No estarás celosa?

—¡¿Celosa de qué?! ¡¿De ese ruso de mierda?!

Él escondió su sonrisa tras la copa de vino para poder beber un trago.

—¿Y es feo?

—¡Está buenísimo el hijo de mil puta! ¡Lo odio! —chilló Erica con molestia.

Bebió otro trago de vino, con su respiración acelerada al igual que su corazón, estaba molesta y muy nerviosa, por ello se sirvió otro poco de vino y salió al patio a tomar aire, permitiendo así que Hund entrase. Hacía frío pero no le importaba, necesitaba aire fresco porque no estaba llegando correctamente a sus pulmones.

Lucas se acercó a ella para colocarle un abrigo sobre los hombros, y Erica dejó ir un suspiro antes de agradecerle mientras que él la miraba de soslayo. Lucas dio un trago a su copa, no solo se la veía molesta, sino también muy triste y algo confundida.

—Eri... ¿Hace cuánto estás viviendo acá? —preguntó con suavidad.

—No lo sé, ¿tres meses, tres y medio? No estoy segura.

Se acercó más a ella y la abrazó con cariño desde atrás, dándole un tierno beso en el hombro.

—O sea, cien días más o menos, veinticuatro horas enteras, siempre con él y luego conmigo, ¿verdad?

Erica movió su cabeza para poder verlo, Lucas no la soltó, apoyó su barbilla en el hombro de ella, con cariño.

—¿A qué querés llegar? —inquirió Erica con fastidio.

—No sé, decime vos.

Erica no dijo nada, solo lo miró a los ojos verdes y dejó ir un suspiro, luego se dio la vuelta para poder abrazarlo de frente. Los abrazos de Lucas siempre se sentían bien, eran cálidos y satisfactorios.

—Si querés podemos abrir otro vino, total en un rato llega el Chefcito y se lleva al peque —susurró Lucas mientras le hacía caricias en la espalda—, y Jack duerme toda la noche, podemos pegarnos un pedo bien sarnoso.

—Me gusta la idea —se rió Erica.

Ingresaron juntos nuevamente para poder servirse lo que quedaba en la botella, mientras que Lucas abría otra. Erica se sentó a la mesa, miraba la hora en su teléfono y tamborileaba con sus dedos sobre la madera, al menos hasta que Lucas le quitó el teléfono y lo colocó sobre la barra.

Ante la fuerte mirada de reprimenda en él, Erica no dijo nada, solo apoyó su cabeza sobre el puño como si estuviese agotada, y él puso música en su teléfono y después sirvió vino para ambos, con una sonrisa.

Comenzaron a hablar de los niños y de los planes que tenían para el día siguiente, con la música de Led Zeppelin sonando allí. Y cuando él timbre sonó, Erica fue a abrirle la puerta a Rata, ya era medianoche y había terminado su trabajo.

—¿Te dio muchos problemas? —preguntó Rata mientras ingresaba en la casa.

—Es un poco inquieto, se peleó bastante con Jack, pero nada que no pudiese controlar —admitió Erica con un suspiro y abrió la puerta de la habitación para permitirle entrar.

Rata se acercó a la cama, le hizo una caricia a su hijo con una tierna sonrisa al verlo dormido tan tranquilo y luego, con cuidado de no despertarlo, lo alzó en sus brazos.

—Hora de ir a casa, hijo —dijo en voz baja y le dio un beso en la cabecita.

Erica le extendió la mochilita a Rata, quien la colgó en su brazo como si fuese un bolso.

—Gracias, Bombita, al llegar a casa te deposito.

—No te preocupes, no hace falta —dijo con una sonrisa.

—Hace falta, sé que mi niño puede ser exasperante... —dijo Rata con una risita—. Nos vemos otro día, Bombita. Buenas noches.

Erica les abrió la puerta y observó cómo Rata acomodaba a Tahiel en su butaca atrás, con cuidado y mucho cariño. Ver esa parte de él le dio mucha ternura, luego Rata la saludó con un movimiento de mano y se acomodó en el asiento para poder manejar. Cuando el auto se alejó lo suficiente, Erica cerró la puerta y regresó junto a Lucas, quien había tomado su guitarra y practicaba tocar con el brazo contrario.

Erica bebió un trago de vino y lo observó practicar. Desde que había iniciado las sesiones con el terapeuta se lo veía mejor, aunque a veces recaía un poco o tenía pesadillas. Lo notaba bastante mejor, y verlo intentar tocar le alegraba mucho.

Unos minutos después se oyó el portón del garage, y la sonrisa que Erica tenía al bromear junto a Lucas se borró en un instante, especialmente cuando ambos vieron al Loco entrar con un cigarrillo en la boca y una bolsa de papel en la mano.

—Tranquilizate, Eri, no te pongas radioactiva —murmuró Lucas tras su copa de vino.

El Loco se acercó a ellos algo serio, pero les sonrió mientras apoyaba la bolsa de papel en la mesa. Dio un pequeño vistazo a las dos botellas de vino y alzó sus cejas.

—¿Se tomaron dos vinos? —preguntó con una sonrisa torcida.

—Aún no acabamos el segundo, siempre puede haber un tercero —dijo Lucas.

Erica tomó todo el contenido de su copa, con molestia.

—¿Y qué tal el salvaje? —preguntó al ver a Erica, con una sonrisa.

—Bien —respondió de forma fría, luego agregó con un tono sarcástico—. ¿Qué tal tu «reunión con los Capa Roja»?

Él la miró algo extrañado por ese tono, con sus ojos entrecerrados.

—¿Pasa algo, mein engel?

—¡No te atrevas a llamarme así, salaud! —gritó con furia.

—Eri, radioactividad... —murmuró Lucas.

—¡¿Qué carajo te pasa?! —se quejó el Loco con molestia, con su ceño fruncido.

—¡Dijiste que tenías una reunión con los Capa Roja y te fuiste con Misha!

Él hizo un gesto lleno de sorpresa que no fue nada disimulado, pero un instante después había mutado a molestia, de forma sombría.

—¿Me estuviste espiando? —dijo entre dientes.

—¡No hizo falta! La Babu me escribió preocupada porque no le respondías, tenías tu teléfono apagado —gruñó Erica y se puso de pie.

—¿Qué, ahora me vas a controlar también? —gruñó él y luego gritó—. ¡¿Vas a ponerme un rastreador para ver qué hago, como hacía Gretchen?! ¡¿Eh, Erica?! ¡¿Vas a empezar a seguirme con tu moto?!

—¡Andate a la mierda! —escupió con odio y se alejó para ir hacia el patio.

—Bajen un cambio los dos —dijo Lucas con su rostro serio—. Están gritando y Jackie duerme.

—¡Vos no te metas, Rubio! —gruñó el Loco con fastidio.

—¡Me meto lo que se me canta! —escupió Lucas—. Tratala bien a Erica, que la cagada te la mandaste vos, no ella ni yo.

—No me jodas, Rubio —dijo el Loco firme frente a él.

—¿Te pensás que me das miedo? —se rió Lucas—. Andá a hacerte el malo con otro.

—Deberías, sé cómo abrir el pecho de una persona y arrancarle el puto rostro —escupió el Loco—, retorciendo sus órganos.

—¡Erica troza personas como a un pollo! Por las articulaciones, ¿vos hacés eso, sabés trozar cuerpos como pollos? ¡Puede desaparecer cualquier cadáver! Porque eso es más tenebroso y no me da miedo —dijo Lucas con el rostro serio.

El Loco lo miró con fastidio pero luego terminó por suspirar.

—No, no sé hacerlo —admitió con un chasquido de lengua.

—Entonces no me amenaces, porque si no me da miedo ella, menos me das miedo vos —se quejó Lucas—, andá y arreglá las cosas con Erica, pero tratala bien.

—¡Ella me atacó!

—¿Qué tenés, ocho años? Dejate de joder. Tan grandote al pedo.

Lucas tomó su copa con vino y se alejó para ir a ver a Jack, quería asegurarse de que seguía dormido y no se había asustado por los gritos.

Con un chasquido de lengua molesto el Loco se acercó a la puerta del fondo, donde Erica estaba apoyada y daba sorbos a su copa.

—¿Vas a hablar conmigo o te vas a escapar otra vez? —dijo el Loco con molestia.

—¿Y qué me vas a decir, que soy Gretchen? ¿Por preocuparme por vos?

—¡No me vengas con la mentira de estar preocupada! —gritó con molestia.

—¡¿Mentira?! ¡¿Vos me venís a hablar de mentira cuando dijiste que ibas con los Capa Roja y resulta que estabas con Misha?!

—¡Fui con los Capa Roja y ahí estaba Misha! —gritó mientras sacaba su paquete de cigarrillos para poder encender uno nuevo—. ¡¿Y cuál sería el maldito problema de que esté o no con él?!

Erica no respondió, comenzó a alejarse por el patio mientras se refregaba el rostro con nerviosismo.

—¡No, no vas a escaparte otra vez! ¿Cuál sería el problema? ¡Decime!

—¡Que me mentiste! ¡¿Tan difícil es decir la verdad?!

—¿Qué querés saber, eh? —inquirió con el rostro serio—. ¡Éramos varias personas y entre todas ellas estaba Misha! ¡¿Qué es lo que querés saber, si lo besé, si me fui con él, eso querés saber?!

—¡Sí!

—¡Sí, me fui con él luego de la reunión! —gritó con molestia—. Lo llevé hasta el aeropuerto porque se va a Rusia, ¿qué más querés saber, si hicimos un sesenta y nueve, la posición exacta al coger?

Salaud! —le dio un empujón e ingresó nuevamente en la casa, con él siguiéndola por detrás.

—¡No te escapes, Erica! ¡Mirame a la cara como la persona adulta que sos!

Ella volvió a servirse un poco de vino para darle un largo trago, con sus ojos llenos de lágrimas y un leve temblar en sus manos.

—¿Qué es lo que te pasa? —dijo el Loco con un suspiro.

—Dijiste que él es peligroso...

—Erica, soy tres veces más peligroso que él, Misha no es tan estúpido de pelear contra mí —resopló—. No entiendo cuál es tu problema en si me acosté o no con él. Soy soltero.

Erica estaba de espaldas a él, con sus labios apretados y las lágrimas que intentaba retener en sus ojos.

—Estúpido —masculló.

—Erica...

Ella no respondió, se cubrió el rostro con una mano porque había comenzado a llorar. Se sentía realmente mal, con un fuerte dolor en su pecho.

—Erica —dijo y la tomó del mentón para que volteara a mirarlo—, ¿por qué llorás?

—Me mentiste —sollozó.

—No te mentí, fui a la reunión en ese lujoso hotel por la cual tuve que vestirme así de ridículo —dijo con suavidad—, yo no sabía que Misha era uno de los invitados, también estuvo la rusa ahí. Hicimos negocios, llegamos a un par de acuerdos, bebimos unos tragos y luego me ofrecí a llevarlo al aeropuerto.

Erica respiró hondo un par de veces, con la mirada baja y ese temblar en su cuerpo.

—¿Cuándo vuelve? —preguntó en un susurro.

—No vuelve, se queda en Rusia. Por eso me ofrecí a llevarlo.

—Entiendo...

—Erica —dijo con suavidad al acariciarle los pómulos con sus pulgares—, no me acosté con él si es lo que te molesta tanto.

—Última vez que lo veías, ¿y no lo hiciste? Raro...

—No te voy a mentir, ganas no me faltaron porque no tengo sexo hace meses —dijo y la instó a mirarlo—, pero quería volver rápido porque te había dicho que regresaría a esta hora.

Erica le corrió las manos para poder tomar otro sorbo de vino, con la mirada baja y triste. Sentía un gran hueco en su pecho que le estaba molestando y parecía crecer sin control, era una sensación de vacío insoportable.

—¿Y tenía que saberlo por la Babu? —susurró—. No pensabas decírmelo seguro.

—Erica, no me gusta que me controlen, ya lo viví con Gretchen.

—¡No quiero controlarte, solo quiero que no me mientas ni escondas cosas!

—Está bien, no te voy a esconder ni mentir, pero vos tampoco lo hagas conmigo —dijo el Loco con el rostro serio—. Decime vos la verdad.

—¿Qué verdad querés que te diga?

—¿Por qué te molestó tanto la posibilidad de que haya estado con Misha? —susurró él mirándola fijo.

—¡Ya te lo dije!

—No, no lo hiciste. Decime una sola razón factible por la cual no debería estar con otras personas, solo una.

—No lo sé...

—Sí lo sabés.

Erica se encogió de hombros, con sus labios apretados y la angustia en la garganta. Sus ojos estaban cristalizados por lágrimas que intentaba contener, pero era como un mar bravío y, pese a su esfuerzo, terminó por derramar una por una.

Mein engel...

—¡Tengo miedo! —chilló con tristeza, llevando una mano hacia el pecho para poder sujetarse la ropa—. Tengo miedo...

—¿Yo te doy miedo? —preguntó en un susurro.

Erica negó con un movimiento de cabeza, pero él la tomó con suavidad del rostro.

—¿Qué te da miedo?

—La posibilidad de que no estés, de que te vayas y no regreses —dijo en un sollozo—, me da miedo volver a terminar en Mörder con él, de seguir escapando y escondiéndome toda mi vida...

—Nada de eso va a pasar, mein engel.

—¿Y si pasa? —inquirió con tristeza y lo miró a los ojos celestes.

Él sonrió, le acariciaba la mejilla con su pulgar mientras la miraba a esos ojos grises que se veían tan tristes e inseguros, pero que a la vez mostraban tantas emociones y sentimientos que nunca creyó poder ver en ella.

—Le coqueteaste a Serge —dijo Erica con tristeza—, seguro besaste a Misha y...

—No me gusta el contacto labial.

—¡Y lo mirás a Lucas como si también quisieras coger con él! —dijo Erica con molestia al darle un empujón.

—El Rubio está dable, y vos también lo mirás como si quisieras coger con él —se rió y volvió a tomarla del rostro—. Seguís sin decirme por qué no debería estar con otras personas.

—Dijiste que no me ibas a forzar ni obligar...

—No lo voy a hacer, pero... Erica, soy soltero y técnicamente debería poder estar con quien me plazca, sin que te enojes por ello.

—Te enojaste cuando besé a Rata —se quejó Erica.

—Me enojé con él, no con vos, porque entiendo que sos una mujer soltera y libre —susurró y le acarició una mejilla—. Si tenés miedo lo entiendo, pero necesito que me digas si estoy equivocado o no.

Erica bajó la mirada pero él volvió a instarla a mirarlo. La miró en silencio por un instante directo a esos ojos cristalizados que lo enloquecían, que estaban llenos de dudas y miedos en ese momento, y que decían todo lo que sus labios no.

—¿Estoy equivocado?

—¿Puedo... responder luego? Necesito pensar un poco a solas.

—El tiempo que necesites.

Erica asintió con la mirada baja y se alejó para poder ir al baño, quería darse una ducha, lo necesitaba en verdad.

—Erica —dijo él en lo alto para llamar su atención—, perdón por gritarte, entiendo que estés confundida y yo solo lo compliqué más...

—No, perdoname a mí, no tengo ningún derecho a decirte nada en realidad —dijo ella con tristeza, con la angustia muy marcada en su voz.

Diciendo eso entró en el baño para poder darse una ducha. Necesitaba relajar sus músculos, tranquilizar su corazón y esa angustia que parecía no querer dejarla.

En la cocina, el Loco abrió un nuevo vino que tomó de la bolsa de papel y se sirvió un poco mientras esperaba a que su teléfono terminara de encenderse. A su lado, como si quisiera consolarlo, se ubicó Hund, quien apoyó su cabeza en el regazo de su dueño. El Loco le hizo una caricia y dio un suspiro al refregarse una sien, luego bebió un trago de vino, para después encenderse un cigarrillo, había desperdiciado los anteriores a los que con suerte le había dado dos pitadas.

Con un suspiro comenzó a ver los mensajes y llamadas que tuvo, revisó el chat de Sveta, tenía varios mensajes suyos, por lo que sopló el humo de su cigarrillo y respondió al fin.

El Loco: Rusa, disculpá la tardanza. Estoy vivo y ya en casa, lamento haberte preocupado.

Respondió los otros mensajes que tenía y bebió un trago de vino, y unos minutos después Sveta respondió.

Rusa: Ya era hora alemán. Ya no estás vos solo, hay gente que se preocupa por vos, especialmente si te quedás solo con Misha

El Loco: Lo sé, perdón, rusa.

Disfrutó de su cigarrillo algo pensativo, porque no estaba acostumbrado a dar tantas señales de vida. Se había adaptado a huir de Gretchen constantemente y a estar siempre solo, y nunca se había detenido a pensar que ya tenía amigos y gente que se preocupaba por él.

Se puso de pie para poder acomodar la mesa, desechar las botellas vacías en una caja a un costado que sacarían a la calle al día siguiente. Luego de dejar todo limpio tomó la botella de vino abierta para poder ir al sótano, donde se sentó cómodamente en los sillones a pensar. Aprovechó a quitarse los zapatos que le incomodaban bastante.

Dio un suspiro y luego sonrió, para enseguida comenzar a reírse con alegría.

—Tengo que terminar el tatuaje —dijo con una sonrisa feliz.

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