—Emily, te quedas con Happy por unas horas, ¿vale? Tengo que ir a una convención con los alumnos —dice Tony mirándome.
Paro de golpear el saco y me quito uno de los auriculares.
—¿Me vas a dejar sola con él? —abro mis ojos.
—Em, solo serán dos horas. Tres como mucho —frunce el ceño.
—Intenta darte prisa en esa charla, Javi me odia —vuelvo a colocarme el auricular y sigo golpeando el saco.
Después de tanto tiempo pidiéndole a Tony que pusiera un gimnasio en la casa nueva para que pudiera entrenar yo sola, aceptó. Cuando Nat no está me aburro y tengo que buscarme la vida.
Una hora después termino mi entreno diario y salgo del gimnasio. Subo las escaleras, ya que el gimnasio está en el sótano, y voy a la cocina, donde se encuentra Happy mirando algo en su móvil.
—Hola Emily —me saluda mirándome y guardando su móvil.
Echo agua en un vaso y le miro mientras bebo. Frunzo el ceño y le señalo.
—¿Por qué te llamas Happy si no eres feliz? Siempre estás amargado y tienes una cara de culo que no se te quita ni durmiendo.
—Estoy amargado porque me lo ha pegado Tony —dice sin más.
—O sea, mi padre.
—No es tu padre —frunce el ceño y niega.
—Cállate, lo es. Y voy a decirle lo que me has dicho —saco el móvil de la cinturilla del pantalón deportivo y lo desbloqueo.
—Emily, no seas así —se acerca rápidamente a mi.
—Pues dime una cosa, ¿qué estábais viendo ayer por la noche en su móvil? —pongo las manos detrás de mi espalda mientras espero su respuesta.
—No te importa.
—Si te lo pregunto es porque me importa —frunzo el ceño.
—No puedo decírtelo —rueda los ojos.
—Oh, qué pena —voy al chat de mi padre y pulso el icono de audio.— Papá, Happy dice que si está amargado es porque se lo has pegado tú, mírate los trabajadores que tienes, ¿eh?, que te la clavan por la espalda.
—¡Es mentira, Sr. Stark! —dice Happy justo cuando quito el dedo de la pantalla.— Te odio.
—Oh... —pongo mis manos en mi pecho ladeando la cabeza.—El sentimiento es mutuo, Javi.
—¡Que me llamo Happy! —me grita cuando salgo de la cocina mientras yo me río.
—Voy a empezar a llamarte embittered.
—Ni se te ocurra, Emily —dice asomándose por la puerta de la cocina.
—Claro que sí, Embittered —subo las escaleras y me giro para mirarlo.
Happy me saca su dedo de en medio y yo me río a carcajadas. Recibo un mensaje de Tony, el cual dice "Ha sido mala idea dejaros solos.", yo solo me río y entro en mi habitación.
Después de tomar una ducha y vestirme cómodamente, cojo algún libro entretenido para leer.
Sé que Tony está bastante estresado desde la ruptura con Pepper. Todo le está costando más y se le nota. Tuve una visión de eso, pero cuando fui a avisarle, ya era tarde. Pepper se había ido y todo había acabado.
Mientras leo tengo una visión en la cual Wanda para una explosión cerca de Steve, pero la manda hacia un edificio incendiando una parte de este.
—Mierda —digo y rápidamente suelto el libro.
Cojo mi móvil y llamo a Nat.
Cógelo, vamos...
Me manda al buzón de voz y pruebo con Steve, lo mismo.
Llamo un par de veces más a todos, y justo cuando estoy por llamar a Tony, la puerta suena indicando que alguien está entrando.
Wanda, Sam, Nat y Steve aparecen por la puerta hechos polvo. Wanda ni siquiera saluda y se va arriba, a su habitación. Sam me sonríe y yo a él. Tengo un crush con ese hombre, también se va hacia arriba y me quedo sola con Steve y Nat.
—Os llamé a todos, pero nadie me lo cogió. Yo... Lo siento —frunzo el ceño mirando a las personas que tengo en frente y Steve niega.
—No es culpa tuya, Em, tuve que darme cuenta del chaleco bomba antes que Wanda —me da un beso en la frente y va su habitación, conmigo detrás, después de pedirle a Vision que le avise cuando llegue Tony.
Pone las noticias y en ellas explican como, para ser exactos, la han liado. Sé que no lo han hecho queriendo, y que ahora Wanda está triste, por lo que Steve va a su habitación para consolarla. Yo sin embargo bajo, y me encuentro a Tony, Vision, Rhodey, Nat, Sam y un hombre más.
—Vision, ve a avisar a Steve y a Wanda —dice Tony y él asiente.
Me acerco a mi padre y frunzo el ceño.—¿Quién es? —susurro.
—El Secretario del Estado —me responde cortantemente.
—¿Q-qué hace aquí?
—¿No has tenido visión de nada? —me pregunta.
—De lo que ha pasado en Lagos —murmuro frunciendo el ceño.
—Ahora lo entenderás todo, tú solo no hables, y siempre de mi lado, ¿está bien?—me mira fijamente a los ojos y yo asiento.
Vision aparece atravesando la pared, y después se disculpa por hacer eso. Se sienta al final de la mesa y minutos después aparecen Wanda y Steve.
—Hace cinco años —comienza a hablar el secretario del estado, haciendo un gesto como si golpeara una pelota— tuve un accidente al corazón, y me desplomé justo en medio de mi backswing —nos mira a todos y cada uno de nosotros.— Resultó ser la mejor sesión de mi vida porque luego de trece horas de cirugía y un triple bypass aprendí algo que no me enseñó el ejército en los cuarenta años que estuve. Perspectiva.—Apoya sus manos en la mesa.— El mundo tiene una deuda impagable con los Vengadores. Habéis peleado por nosotros, nos habéis protegido arriesgando vuestras vidas... Pero mientras mucha gente os ve como héroes, hay otros, que prefieren la palabra justicieros.
—¿Qué palabra usaría usted, señor secretario? —pregunta Natasha con una pequeña sonrisa.
Que no sea peligrosos, que no sea peligrosos...
—¿Qué le parece peligrosos?
—¿Por qué esa palabra? Ayudamos al mundo a sobrevivir —le pregunto sin pensarlo haciendo que todos me miren.
— Emily, que te calles —dice Tony y yo me hundo en la silla.
—¿Como llamaría a un grupo de seres mejorados en Estados Unidos que a diario ignoran fronteras e imponen su voluntad donde ellos quieran, y que en verdad, parece no importarles lo que dejen atrás? —habla mirándome todo el rato.
Abro mi boca para contestarle de la forma mas formal que puedo, pero Tony pone su mano en mi pierna haciendo que le mire. Él niega y entonces cierro la boca.
Giro mi cabeza hacia el señor, esperando a que siga hablando con mi cabeza apoyada en mi mano.
El señor Ross enciende una pantalla y le da a un botón para que el vídeo comience a correr.
—Nueva York —en la pantalla aparece la primera aparición de Los Vengadores con los gusanos del espacio que trajo consigo Loki. A la misma vez que aparece Hulk saltando de edificio en edificio destruyéndolos todos.— Washington DC —cambia de imagen y esta vez aparecen los aviones con plataforma en los que tantas veces hemos estado estrellándose contra bastantes edificios o contra el suelo.— Sokovia —en la pantalla aparece el gran terreno de tierra que Ultron hizo volar mientras se ven como personas, coches y edificios se caen o son destruidos.— Lagos —Wanda deja de mirar la imagen cuando aparece una niña tirada en el suelo, muerta.
Eso hace que Steve se ponga alerta y mire al señor secretario.
—Creo que es suficiente.
—Los últimos cuatro años operaron con poder ilimitado, sin supervisión. Eso es algo que los gobiernos del mundo no pueden tolerar más. Pero tenemos una solución —le dan un libro bastante gordo el cual deja en la mesa y Wanda lo coge mientras lo mira.
Miro a Tony con el ceño fruncido, pero él lo único que hace es mirar al suelo. Vuelvo mi atención hacia el libro y espero a escuchar cuál es esa gran solución.
—Los Acuerdos de Sokovia, aprobados por 117 países, dicen que los Vengadores no pueden ser más una organización privada. Sino que operarán bajo la supervisión de un grupo de la Naciones Unidas, que dirán si es necesario que actúen y cuándo —el libro pasa de Wanda hacia Rhodey y de Rhodey a mi. Niego con mi cabeza, sin poder creer lo que estoy oyendo.
—Los Vengadores fueron creados para hacer más seguro al mundo. Creo que hemos logrado eso —Steve habla después de unos minutos.
—Dígame, Capitán, ¿sabe usted dónde están ahora Thor y Banner? —Muy buena pregunta, Señor Ross.— Si perdí dos misiles de 30 megatones, puede estar seguro de que habrá consecuencias. Mutuo acuerdo, reconfirmación. Así funciona el mundo. Créanme, este es el punto medio.
Rhodey pone su mano en la mesa y mira al hombre, después de lamer sus labios, habla.—Así que hay contingencias.
—Dentro de tres días la ONU se reúne en el Complejo de Las Naciones Unidas para ratificar los acuerdos. —Steve se gira para mirar a Tony y este solo agacha la cabeza, para después mirarlo.— Para discutirlo —se coloca su chaqueta y se acerca a las escaleras.
—¿Y si llegamos a una decisión que no le gusta? —pregunta Nat mirándole.
—Entonces se retiran —baja un escalón.
—¿Y si luchamos sin hacer caso? —pregunto yo.
—Irían a la cárcel —finaliza y se va.
Todos nos quedamos en un sumo silencio, pensando qué decir o qué hacer.
— Está bien, chicos. Podemos con esto —dice Sam levantándose.
Rhodey y él comienzan a pelear, los dos quieren llevar la razón, pero todos sabemos que debemos firmar esos acuerdos.
Vamos hacia la cocina y Tony toma asiento en uno de los sofás, mientras los otros dos siguen en la pelea.
—El secretario Ross tiene una medalla de Honor del Congreso, que es una más de la que tú tienes —miro a Tony, el cual parece estar harto de esto, ya que tiene su mano en la cara y no para de poner sus ojos en blanco.
¿Estallará en cualquier momento? ¿Sí? ¿No? ¡Hagan sus apuestas!
Me siento al lado de Nat, mirando como los dos chicos están en un bucle del que ya no son capaces de salir.
—Supongamos que estamos de acuerdo con esto. ¿Cuánto pasará hasta que nos rastreen como una banda de delincuentes? —le responde Sam cruzando sus brazos en su pecho.
—Sam, hay que firmar esos acuerdos. ¿No has escuchado a Ross? Si no nos retiramos, iríamos a la cárcel a menos que firmemos —digo yo también algo harta de escucharlos.
—¡Exacto! —dice Rhodey dándome la razón.— Lo quieren firmar 117 países. 117 Sam, y tú dices "no, está todo bien, podemos manejarlo".
—¿Cuánto más vas a jugar para ambos lados? —pregunta Sam frunciendo su ceño.
—Tengo una ecuación -todas las miradas van dirigidas hacia Vision.
—Oh, esto lo aclarará todo -responde Rhodey invitando a Vision a hablar.
—En los ochos años que pasaron desde que el Sr. Stark dijera que es Iron Man el número de personas mejoradas que se conoce aumentó exponencialmente. En el mismo período, los eventos que podrían destruir al mundo aumentaron proporcionalmente.
Steve se pone derecho en la silla, listo para hablar.—¿Dices que es nuestra culpa?
—Digo que puede haber una casualidad. Nuestra fuerza invita a desafiarla, el desafío incita a los conflictos, y los conflictos... Causan catástrofes. Supervisión. La supervisión no es una idea que se puede desechar —mira al suelo mientras habla.
—Boom —decimos Rhodey y yo mirando a Sam.
Sam me mira y pone una mano en su pecho.—Me dueles, Emily. Me dueles y me pierdes.
—Tiene razón, Sam. Lo siento, no estoy de acuerdo con lo que dices —le respondo encogiéndome de hombros.
—Tony, estás atípicamente poco verborrágico —dice Nat dirigiendo la mirada hacia él.
Tony se quita la mano de la cara y le mira con las cejas alzadas.
—Es porque ya ha decidido —dice Steve soltando un suspiro.
—Me conoces bien —se levanta del sofá emitiendo algunos gruñidos.—En realidad estoy lidiando con una jaqueca electromagnética. Eso es lo que me pasa, Cap. Es solo dolor. Es malestar —se acerca al fregadero y mira dentro.— ¿Quién esta tirando borra de café en el triturador? ¿Le doy alojamiento y desayuno a una banda de motociclistas? —se gira y pone una taza con agua en la mesa. Toma una pastilla y coloca su móvil en el frutero después de eso, pulsa la pantalla. De esta sale un holograma de un chico sonriendo. Después de unos segundos vuelve a hablar.— A propósito, ese es Charles Spencer. Es un gran muchacho. Se graduó en ingeniería informática, promedio de 3,6 sobre 4. Iba a tener un buen trabajo en Intel en otoño, pero primero quería ganar experiencia antes de atornillarse a un escritorio, ver el mundo. Ser útil, quizás. No quería ir a las Vegas o a Fort Lauderdale, donde yo querría ir. No fue ni a París, ni a Ámsterdam, que parece divertido. Decidió pasar el verano construyendo casas sustentables para los pobres. Adivinad dónde. En Sokovia. Él quería ser la diferencia, creo. No lo sabemos porque le tiramos un edificio encima mientras peleabamos. Aquí no hay un proceso de toma de decisiones, tenemos que rendir cuentas. De cualquier forma, acepto. Si no podemos aceptar limitaciones, si no tenemos fronteras... No somos mejores que los malos —se crea un nudo en mi garganta impidiéndome hablar.
Le tiramos un edificio encima.
Las palabras se repiten en mi cabeza, incapaz de creer que haya podido matar a gente, cuando, a la misma vez, estoy luchando por esa gente y por su bien.
—Tony, si alguien muere cuando estás a cargo, no te rindes —dice Steve mirándolo.
—¿Quién ha dicho rendirse? —responde instantáneamente mi padre.
—Lo hacemos si no asumimos la responsabilidad de nuestros actos. Este documento solo transfiere la culpa —coge los Acuerdos de Sokovia y después vuelve a soltarlo en la mesa.
—Lo siento, Steve, eso es peligrosamente arrogante. Estamos hablando de las Naciones Unidas. No es el Consejal, ni SHIELD, ni HYDRA —responde Rhod.
—Está dirigida por gente con prioridades y esas prioridades cambian —Steve vuelve a pronunciarse y yo ruedo mis ojos.
—Eso es bueno, por eso estoy aquí. Al darme cuenta de lo que mis armas podían hacer en manos equivocadas cerré y dejé de fabricarlas.
—Tony, tú decidiste hacerlo. Si firmamos esto renunciamos a nuestro derecho de elección. ¿Qué pasa si nos mandan a un lugar donde pensamos que no deberíamos ir? ¿Y si hay un lugar donde necesitamos ir y no nos dejan? Quizás no seamos perfectos, pero es más seguro decidir nosotros —se lame los labios.
—No —hablo yo haciendo que todas las miradas se dirijan hacia mi.— No es más seguro decidir nosotros si nos tienen como personas peligrosas. Steve, date cuenta. Tú siempre has querido hacer el bien, ¿qué pasa ahora?
—No confío en el Gobierno y las personas que toman las decisiones, no después de lo que sucedió y cómo HYDRA se infiltró en el Gobierno —responde mirando la mesa.
—Si no lo hacemos ahora, después nos lo van a imponer. Es la realidad. No va a ser agradable —Tony habla una vez más intentando hacerle entrar en razón.
—Dices que vendrán por mí —Wanda habla por primera vez. Su voz está temblando y sé que esto le asusta.
—Te protegeríamos —dice Vision mirándola.
—Quizás Tony tiene razón. Si tenemos una mano en el volante, podemos conducir. Si nos las sacan... —Nat mira a Steve y Sam la mira como si estuviera loca.
—¿Eres la misma que mandó al diablo al Gobernador hace unos años? —le pregunta inclinándose.
—Sólo estoy tanteando terreno. Cometimos algunos errores muy públicos. Necesitamos volver a ganar su confianza.
—Espera, disculpa, ¿te escuché mal, o estás de acuerdo conmigo? —dice Tony poniendo una mano en su pecho.
—Ahora quiero retractarme.
—No, no puedes retractarte. Gracias, sin precedentes. Bueno, caso cerrado, gané.
Los pelos de mi nuca se erizan y cierro mis ojos. Me giro hacia Steve, el cual está mirando su móvil.
Oh no...
—Tengo que irme —dice y sale de la sala rápidamente.
—Chicos —me miran después de ver como Steve baja las escaleras.—Peggy ha muerto —digo yo y todos se quedan callados.