Por un momento (One-Shot Rago...

By ragoniac

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One-Shots inspirados en lo que Raoul y Agoney hacen en la vida real y en lo que, tal vez, pasa en los hoteles... More

AUNQUE CUESTE (Por un momento II)
"Lo bueno estΓ‘ por llegar" (Por un momento III)
Sin miedo a nada ("Por un momento" IV)

"Por un momento"

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By ragoniac

- Vale... ¿está bien, entonces?

La voz de Mimi despierta a Raoul. Abre los ojos asustado. Nunca le han gustado las llamadas de madrugada. Cuando ve que hay más bien poca preocupación en la cara de su amiga, decide que es mejor dormir y descansar. Mañana hay concierto de nuevo y necesita recargar las pilas.

Los últimos días están siendo duros, mucho más de lo que pensó cuando, un mes atrás, acordó con Agoney darse un tiempo. Darle un tiempo a su chico era lo mínimo que podía hacer, aunque le rompía en mil pedazos. Joder, se había dicho mil veces a sí mismo, no debería haberle hecho caso y debería haber estado con él cada puto segundo, a su lado, físicamente. Joder.

Se da la vuelta en la cama e intenta omitir el sonido de la persona al otro lado de la llamada de Mimi.

- Bueno, que no haga esfuerzos, claro. Supongo que los bailarines ajustarán lo que tengan que ajustar y ya está. No es su culpa. Vale. Hasta ahora.

Raoul vuelve a girarse y, una vez asumido que el sueño no va a regresar todavía, que le van a seguir atormentando momentos con Agoney de los que solo ellos dos han sido testigos, mira con cuestión en los ojos a su amiga.

- Nada, Raoul. Duérmete.

- ¿Ha pasado algo?

- Una lesión. No es nada. Duérmete.

- ¿Lesión? ¿De quién?

Silencio.

La chica le mira pero no articula palabra. Raoul lo sabe entonces. Se levanta, no quiere escuchar a Mimi pidiéndole que vuelva a la cama. No necesita que nadie le diga qué hacer ni cuándo. Da gracias a la luz de la mesilla por alumbrar el suelo y encuentra sus zapatillas rápidamente.

- Raoul.

No le hace caso. No le importa lo que le quiera decir. Sale por la puerta y busca con los ojos la numeración de la habitación que Juan Antonio le había dicho que iba a compartir con Agoney. La misma habitación que deberían haber compartido ellos dos. Le duele pensarlo, así que deja de hacerlo cuando aporrea la puerta.

Silencio. Otra vez.

- Mierda... - lo susurra.

Le sorprende que Mimi no le haya seguido, pero eso no hace más que confirmarle que la rubia sabía que no iba a encontrar a nadie en esa habitación vacía. Así que se sube en el ascensor y baja hasta el vestíbulo.

Ficha uno de los sillones que quedan junto a la puerta y se deja caer sobre él. Apoya los codos en las rodillas, la cara en sus manos y hunde la cabeza, dejando los hombros caer con ella. No puede dejar de pensar en qué tipo de lesión ha sufrido Agoney. No puede dejar de torturarse pensando en que no ha estado ahí para él, le ha fallado... otra vez. 

- No quería fallarte... - le había dicho entre lágrimas semanas atrás.

- Y no lo hiciste, Raoul. Pero necesito tiempo. No sé gestionar todo esto. No sé y no puedo aprender si tengo un foco apuntándonos todo el rato.

- Lo siento.

- No lo sientas, mi niño. No quiero joder esto... ¿Lo entiendes? Te quiero, y por eso quiero hacerlo bien. Hacerlo ahora no es hacerlo bien. No cuando yo no estoy bien. No es justo para ti.

- Es que... Joder, Agoney. 

- Raoul... no lo hagas más difícil. Sabes que tengo razón. Necesitamos espacio, entre nosotros y entre nosotros y las fans. Y los medios. Y los focos. Solo es por un momento

- Por un momento.

- Uno solo, rubio. Dámelo y te prometo que después no habrá infierno que pueda con lo nuestro.

Raoul consigue sacarse de la cabeza ese recuerdo antes de que llegaran los besos que sabían a despedida y los gemidos que anunciaban un silencio insoportable durante las próximas semanas. Le había prometido un momento de distancia, un momento tan largo como lo necesitara. 

Raoul tiene la mano tendida, está a total disposición de Agoney, listo para dar el salto cuando él se sienta listo. Le está dando el momento que le ha pedido y se le rompen los esquemas cuando piensa en la posibilidad de que ese momento no acabe nunca.

No puede con ese pensamiento. No puede. Se levanta y da un par de vueltas bajo la curiosa mirada de la chica de recepción. No le importa. 

- ¿Piensas besarme? - le había preguntado la otra noche, antes de salir al escenario con su dúo.

- Es la interpretación, Agoney. 

- Por favor. No quiero que se hable de eso. Hoy no. No en mi tierra, ya sabes lo que significa para mí. Yo...

- Escúchame, somos artistas, no podemos no ser profesionales.

- Si somos artistas y no muñecos con los que jugar en las revistas del corazón entenderán que nos limitemos a cantar.

- Lo que tú digas, pero que sepas que una interpretación también es trabajo de un artista. 

Raoul había cedido, había cogido un cabreo importante. Había hecho lo que le había pedido Agoney. Se había limitado a cantar, obligándose a no dar sentido a la letra que debía interpretar, obligándose a ser frío y a centrar su atención en contar los segundos que les quedaban para abandonar el escenario a toda prisa. Y para no volver a hablar hasta el puto "aquí nos conocimos, una extraña realidad" en la que no pudo evitar demostrarle, de nuevo, que estaba ahí para él, con un simple brazo acunando sus hombros fugazmente. 

Y Raoul supo que hacía lo correcto la noche siguiente, tras una discusión con Agoney que acabó, cómo no, entre lágrimas y un abrazo con sabor a refugio, protagonizando uno de los discursos que más marcaría a España y ondeando la bandera que le liberaba. Y sabía que Agoney estaba orgulloso, y sintió que el pecho le iba a explotar cuando, una vez acomodados en el hotel, recibió un mensaje de texto diciendo "Gracias. Has estado increíble".

Tira de su propio pelo intentando huir del demonio que intenta apoderarse de su mente, le escuecen los ojos y no quiere dar el espectáculo del año a las trabajadoras que siguen en pie en el hotel. Vuelve al sillón y vuelve a caer en la misma postura.

Deben haber pasado unos cuarenta minutos cuando escucha las puertas abrirse y levanta la cabeza con miedo, a sabiendas de que Agoney está a punto de cruzar la puerta con alguna parte de su cuerpo mal tratada. 

Se le para el corazón, tanto a Raoul como a Agoney, cuando sus ojos se cruzan, se clavan los unos en los otros. Marina y Juan Antonio comparten una mirada cómplice y es Juan Antonio quien se acerca a Raoul primero, Agoney con pasos cautelosos junto a Marina. Lleva el brazo sujeto al cuello, clara fractura en el hombro que le duele más a Raoul al saber que no podrá disfrutar como merece sus próximas actuaciones. 

- Una luxación en el hombro, hermano. Está bien -las palabras de Juan Antonio regalan algo de paz a Raoul.

- Gracias. 

Agoney hace un amago de levantar las comisuras por él, por el chico de pelo rubio y alborotado con pijama y zapatillas esperándole con los ojos hinchados y cansados. Pero no puede. No puede sonreír porque teme que sentir algo tan fuerte le vuelva a romper. 

- ¿Cómo estás? - le pregunta Raoul directamente. 

- Bien. ¿Qué haces despierto?

Y tal vez ha sido su error preguntarle eso, tal vez ha vuelto a encender algo que quiere apagado durante un tiempo, pero necesita oír que el niño de dos centímetros con la cara más bonita del mundo está despierto esperando su regreso. 

- Escuché a Mimi hablar por teléfono. Tenía que verte.

Siente un peso enorme caer de sus hombros. También ve a Marina y a Juan Antonio desaparecer por el ascensor, no sin antes Juan Antonio señalar la llave de su habitación compartida para anunciar que le estará esperando. 

- ¿Cómo estás? ¿Qué te ha pasado?

Acerca su mano al brazo escayolado de Agoney, pero la aparta antes de llegar a cometer ese gran error de volver a sentir su piel contra la suya propia. 

- Ensayé "Eloise" demasiado. Lección aprendida. 

Ríen suavemente y comparten una mirada intensa y triste. Raoul se quiere echar a llorar y sabe que lo hará en cuanto no comparta espacio con Agoney. Ambos abren la boca para añadir algo pero la cierran a la vez, arrancando una risa al unísono que consigue sonrojar al más joven. 

- Necesito dormir, creo. Mañana tengo que estar a tope.

Y tras la clarísima aclaración del moreno, Raoul se hace a un lado y le deja entrar al ascensor. Él le acompaña dentro y, aunque el silencio no es incómodo (nunca lo ha sido entre ellos), no deja de escucharlo gritar dentro de sus oídos.

- Ago...

- Raoul, no... Por favor.

Su voz está tan apagada que Raoul llega a creer que se trata de sueño, pero se gira para mirar sus ojos y los ve tan tristes como siente los suyos. 

- ¿Podemos hablar? Como amigos o como coño lo que seamos ahora. Por favor, solo hablar. Necesito... te. Te necesito.

Tal vez es el enorme dolor que sus palabras transmiten, pero Agoney se encuentra junto a Raoul al borde de la piscina nocturna, observando el agua rodear sus piernas en un silencio inmenso.

- Estoy nervioso por mañana - confiesa Raoul.

- No lo estés, no deberías. 

- Odio esto. Sinceramente. 

Silencio.

- Pero lo estoy haciendo. ¿Me oyes? Agoney Hernández, estoy haciendo esto por ti. Estoy tan al margen como mi puto corazón me permite. 

Silencio.

- Y te voy a dar todos los momentos que me pidas. Escúchame, amor. 

Agoney se estremece y frunce el ceño, preso de la necesidad de llorar y preso del miedo de hacerlo y no poder evitar lanzarse a los brazos del ser que le hace sentir increíblemente lleno cuando más vacío está.

- Escúchame... estoy aquí. Y sé que lo sabes pero sé que le das muchas vueltas a las cosas con esa cabecita tuya así que no voy a dejar de repetírtelo. Estoy con los brazos abiertos y te voy a coger en cuanto tú quieras dejarte caer, pero no te voy a empujar para que lo hagas. Te respeto. 

- Vale.

- Vale no, Agoney... Por favor, dime lo que piensas. Por favor. 

La primera lágrima ha caído y aterrizado en sus piernas. Raoul traga con fuerza y se acerca más a Agoney, temeroso de estar rompiendo alguna barrera entre ellos que no debería ser rota. 

- Pienso que soy un cabrón y no te merezco. Pienso que ojalá nunca te hubiera conocido porque no soporto verte los ojitos tristes todos los días y no poder hacer nada porque es mi culpa. Mi puta culpa, que el niño más bueno esté así. Pienso que no quiero que me esperes pero que me dará algo si no lo haces. Soy un puto egoísta.

- No-

- Déjame acabar.

Silencio durante un par de segundos. 

- Tienes que prometerme que vas a hacer todo lo que esté en tu mano por estar bien, incluso si eso incluye echarme de tus planes. Te he pedido un momento, pero ni tu ni yo sabemos cómo de largo va a ser. 

La mirada vítrea de Agoney se clava en la de Raoul y a este último se le para la respiración, se le queda atrapada en el pecho y amenaza con romper todas y cada una de sus costillas. La deja ir en un suspiro tembloroso. 

- Eres... lo más bueno que he conocido en mi vida - le dice el canario.

- No es verdad.

- No tienes ni idea. 

- Oye. 

Se ríen en voz baja y, cuando se miran de nuevo, vuelve la seriedad a sus rostros. Agoney acerca su mano a la de Raoul y la abraza con dulzura. A Raoul el pulso le traiciona y tiembla con fuerza, cosa que Agoney nota. La acuna con más fuerza y entrelaza sus dedos, clavando su mirada en ellos. 

- Te quiero querer bien. Y creo que estoy aprendiendo, poco a poco.

La esperanza baila en el pecho de Raoul.

- Volveremos a estar bien, te lo prometo. Somos un equipazo - lo susurra tan flojito que a Raoul le cuesta entenderlo.

- Puedes... ¿puedes dormir conmigo esta noche?

El silencio de Agoney golpea con fuerza a Raoul, pero este sabe perfectamente que ha lanzado la pregunta demasiado rápido, demasiado fuerte. 

- No, no puedo. 

Y por eso se encaminan en silencio hacia sus habitaciones. Sus pasos acompasados, como siempre, sus manos rozándose entre sus cuerpos con cada paso. Y Raoul se muere de pena por tener que despedirlo. Y Agoney se muere de pena por no poder (todavía) invitarle a compartir lecho esa noche. Y ganas no le faltan, pero fuerzas sí. Está tan débil, tan quebrado emocionalmente, que no sabe cómo pudo querer con tanta intensidad en algún momento. Está desesperado por volver a sentirse como antes, pero no quiere apresurarse, no quiere arrastrar a Raoul al infierno con el que duerme noche sí, noche también. 

Cuando llegan a la puerta de Agoney, Raoul no se olvida de decirle que no se le ocurra hacer nada con el brazo, que le llame para lo que necesite, que él va a estar ahí. Y Agoney le agradece con una sonrisa honesta y una caricia en la mejilla. 

Cuando Agoney piensa introducir la llave en la ranura para la tarjeta, Raoul apoya el brazo en el umbral para impedirle el paso. Agoney traga con fuerza y le mira a los ojos tan intensamente que Raoul cree que se va a derretir.

- Te quiero.

Agoney cierra los ojos. No puede, con esto no,  con la voz rota de su persona favorita no... Y supone que no es tan malo acercarse lentamente a su rostro y respirar el mismo aire. Supone que algo que le hace sentir tanto no puede ser malo, y que quedarse con las ganas de un beso de buenas noches le va a doler más que el beso en sí. Así que se acerca tanto que a Raoul le duele no poder dar el último paso y atraparlo con sus labios. No lo va a hacer porque quiere que sea Agoney el que guíe la situación.

Y Agoney cubre los labios de Raoul con tanto cariño que Raoul teme romper a llorar. Pero se deja besar, y su lengua no tiene la culpa de buscar el calor de la otra. Se intoxica con el olor y el sabor de Agoney, se intoxica y deja de pensar, deja de ser racional. Deja que su mano caiga de la pared al ritmo que la mano de Agoney se aferra con fuerza a su cintura. Y cómo echaban de menos eso.

Sus labios juegan, sus cuerpos se buscan. Raoul llora y Agoney se odia por hacerle llorar, pero se odia más por no haberle besado antes. 

Agoney deshace el beso y Raoul le deja hacerlo, aunque no puede evitar recorrer la corta distancia para dejar un último beso corto y seco, un ligero roce entre sus labios, antes de volver a juntar sus frentes y respirar paz.

- Te quiero - responde Agoney.

NOTA: Lo siento, de verdad. Estoy rotísima. He escrito esto porque estaba intentando estudiar y se me ha venido a la cabeza un escenario de estos que te encogen el corazón. Yo solo espero (y confío en que es así) que los niños estén bien y felices y que esta ficción (sí, es ficción) está lejísimos de la realidad. Un besazo a todxs los que me hayáis leído <3 Soy ragoniac_ en twitter


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