Viernes 15 de junio de 2012.
... pero ya es demasiado tarde para querer saberlo.
Ponías la música a todo volumen sin temor a lo que dijeran tus vecinos y te dejaba sentarte entre mis piernas para dejar a las notas deleitarse por la habitación, alrededor de nosotros: no había ninguna otra sensación que se comparara con aquella.
Y sigue sin haberla, no creas. Tu ausencia sigue vagando por aquí aunque yo no te vea. Y tu perfume sigue impregnado en el aire que me rodea. Y tu despedida huele a ti: esa que comienza con un «Querido Connor...» y acaba con el título del libro de Albert Espinosa: «Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven».
Y te dije «ven».
Pero no viniste.