RETOS DE MISTERIO

By Kikalu

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Conjuntos de relatos sobre la tematica propuesta por @MisterioEs. El primer reto fue bajo la coordinacion de... More

1. ELLA RIE PERO NO LA MIRES.
2. EL LADO OCULTO
3. RECORDANDO
5. EL BERSERKER
6. EL REGRESO

4. HERENCIA MUSICAL

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By Kikalu

Cada mañana el sonido me acompañaba, siempre en busca de la perfección, con ese deseo de que mis melodías llegaran a lo más profundo de los corazones y estar en conciertos junto a grandes compositores; como lo era Philip, mi vecino. Cada vez que el tocaba se abrían las puertas de otro mundo; uno donde las notas acarician el alma y embriagan los sentidos. Tenerlo tan cerca y saber que solo lo había escuchado.

Recuerdo que intenté practicar con él, de niño me colaba hasta su casa y me quedaba gran parte del día viéndolo, pero mis padres siempre me regañaban. — ¡August deja de ir a donde los vecinos! — era la frase repetitiva de mi madre.

Nuestros padres fueron grandes amigos, luego algo pasó que los hizo odiarse, se mantenían compitiendo por todo. Mi padre era un experto en fabricar cosas, se enfocó con el tiempo en maquinaria industrial y con las huellas de esa revolución, su trabajo incremento en la construcción de estas, fue reconocido y eso nos permitió vivir sin miserias. Por el lado de los padres de Philip, Sonia y Malcom también ganaron reconocimiento, cada canción que ellos componían y tocaban era escogida para las fiestas de la alta burguesía, sin contar que esas creaciones fueron las que me llevaron amar la música.

Al principio mis padres se opusieron a que estudiara música, logré convencerlos cuando vieron que tenía talento.

—Tienes talento hijo, no como esos de ahí; si la gente supiera la verdad, dejarían de lucirse. — comentó cientos de veces mi padre cuando oía su música.

— ¿Qué verdad? — pregunté al no saber en ese entonces a lo que se refería

— Lo roban hijo, ellos carecen de originalidad — siempre respondía.

— ¿Por qué tanto odio? — Preguntaba a diario

— Porque ellos son capaces de hacer atrocidades y, estoy segura que tuvieron que ver con su desaparición — afirmaba mi madre.

Por desgracia esa desaparición fue la de una prima lejana; yo era muy chico cuando ella se hizo novia de Philip, unos días después de cumplir los 18 años no se supo de ella. Mis padres se encargaron de señalar tanto a Philip como a sus padres, con una seguridad cruzaron la calle para exigir información sobre ella, pero la respuesta de Philip siempre era la misma, "La deje en casa". Todo se volvió un caos, las autoridades y algunos vecinos ayudaron en búsquedas que con el tiempo fueron infructuosas; después de dos meses la declararon como muerta, no habían sospechosos, ni señal de algún accidente; lo único que resultó fue el desprestigio como músicos, ninguna orquesta los llamaba y las academias no los tomaban en cuenta, ni siquiera para clases particulares.

El silencio reinó en esa casa, se volvió lúgubre, abandonada, sin vida al no escuchar esas melodías, a excepción de un grito en plena madrugada; según la policía Malcom, se había suicidado y a los pocos días su madre se internó en el bosque para desaparecer de la misma forma que mi prima.

Con su muerte ese odio se fue yendo con el tiempo, Philip continuo siendo nuestro vecino, se volvió más famoso que sus padres, llegó a ser el impulsor de la primera exposición universal en 1851. Gracias a esta se convirtió en un líder en la educación artística, su manera de enseñar impresionaba a todos.

— Hagan de cuenta que su corazón está en sus instrumentos, denle vida, conéctense — explicaba al ver que algunos no lográbamos eso.

— August, sé muy bien que tienes talento, te falta pasión, toca como si tu vida dependiera de ello — decía cuando regresábamos a casa.

— Gracias, me esforzaré, admiré mucho a tus padres, seguramente estarían muy orgullosos.

El solo nombrar a sus padres hacia que su rostro se transformara, un aura oscura salía de él. — Si, supongo que si lo estarían — confirmó con una voz apagada — ellos me convirtieron en lo que soy.

Después de aquel momento él viajaba y ganaba fama y fortuna, varias veces lo vi salir con diferentes mujeres, en cada baile aristocrático él era el centro de atención, allí fue donde encontró el amor de Amelia.

Así que mientras el crecía yo quedaba estancado como acompañante, termine ensayando en casa. Pasaron días, numerosos intentos y no lograba la conexión con mis sonidos, no tenían vida, salí al balcón para encontrar en las noches consuelo, el silencio me ayudaba a conectarme con mi alrededor, ver aquel frente de esa casa donde vivía toda perfección musical.

— Si solo me dejara tocar a su lado — repetía mi interior, anhelaba tanto sentir aunque fuera por un segundo ese talento, era tanta mi desesperación que una noche tomé esa pieza de madera más el arco y comencé con la creación de sonidos. En mi mente y corazón solo estaba la imagen de Philip tocando, percibí un viento algo frio que fue de gran ayuda, daba una libertad y una tranquilidad en cada tocada, mis manos se quedaron ligeras, el violín me susurraba; de él salía una tenue risa. Al terminar me sentía diferente, no entendía lo que había pasado, como si el violín me hubiese escuchado; de repente el movimiento de una sombra que venia del jardín de la casa de Philip me alertó, sabía que él no estaba porque había salido  a dar su propio concierto.

Agudice mi vista, notando que no era la de un animal, efectivamente era una persona. Decidí ir ya que sus instrumentos eras muy costosos y no faltaba el que quisiese adueñarse de un tesoro como esos. Llegué al frente de su casa, sintiendo miedo por primera vez, camine hacia donde los pasos se escuchaban más fuerte, tomé un trozo de madera y me lancé al peligro.

— Intensa — decía esa sombra escarbando la tierra.

— Mejor váyase, llamare a la policía — advertí

— Intensa y profunda fue tu melodía — afirmó deteniéndose y levantándose.

Eso y el helaje que surgió me dejaron paralizado

— Quiero descansar, solo debes tocar — balbuceó esa figura girándose hacia mí.

— ¿Qué haces en nuestro patio? — expresó Amelia haciéndome girar.

Esperaba que la susodicha figura respondiera, pero cuando me di vuelta ya no había nadie.

— Lo siento, creí ver algo rondando la casa — confirmé

— Y tenías que dejar el jardín así

— Ya estaba así cuando llegue — aclaré

— ¿Qué está pasando? — exigió una voz fuerte desde la entrada, era Philip bastante molesto.

Explique lo sucedido, sintiendo como su mirada aniquilaba, aturdido y nervioso salí de allí.

Después de esa noche las pesadillas surgieron; en las primeras veía a esa sombra; era de una mujer que salía de la tierra, lograba alcanzarme y arrastrarme, en las otras ya no era una sino varias que me rodeaban y asfixiaban.

— Tu nos guiaste, sácanos de la oscuridad, toca — clamaban con tormento y angustia.

Quede en crisis, veía sombras en todos lados, incluso durante el día me acechaban, en plenos ensayos los instrumentos se caían, otros aparecían fuera de sus estuches y en mal estado. Todo indicaba que algo extraño pasaba en esa casa. Una tarde aproveché que Amelia estaba sola en casa, fui con la intención de disculparme, pero nadie abrió, por una ventana alcance a notar movimiento, una parte de mi decía que huyera, la otra que entrara.

El ambiente estaba pesado, de una mi cuerpo quedo sin energía, logre llegar al segundo piso encontrando a una Amelia tirada en el suelo, su cuerpo estaba paralizado, sus ojos estaban abiertos y llenos de miedo, con esfuerzo tratamos de salir, solo que el sonido de varias melodías salían por los muros de la casa, eran tan fuertes que aturdían; luego vinieron los llantos del jardín, las mismas sombras de mis pesadillas estaban ahí, rodeando la casa, pedí ayuda, pero mi voz era opacada por esa mezcla de sonidos.

— Tus padres prohibieron que vinieras — dijo una voz amarga y ruda desde el rincón de la sala.

— ¿Quién eres? — pregunte mientras dejaba Amelia sobre una silla.

— Tu vecino, ese que tiene el talento que tanto anhelas — comentó Philip con rabia — ese talento que es una herencia maldita.

— ¿porque dices eso?

— Mis padres no eran lo que tú pensabas, pregúntale a los tuyos, ellos y los míos me hicieron esto — anunciaba, revelando una mirada oscura, sin vida.

— Sea lo que sea, déjame ayudarte

Comenzó a reír — si me quieres ayudar, solo vida tienes que quitar — confirmó levantando un cuchillo hacia Amelia. Quise detenerlo, pero su fuerza era superior a la mía, aquel cuchillo termino clavado en mi brazo. Ni mis gritos ni los de Amelia fueron escuchados, afuera todo lucia en calma, vi cómo le quitaba la vida, trate de pelear cuando vino a mí, logró inmovilizarme y así poder limpiar todo y acomodar aquel cuerpo para tomarse una foto.

— Me gusta honrarla, así como la belleza está en la vida, también lo está en la muerte, no lo crees — decía.

De mí apenas salían lágrimas, sabía que moriría, logré divisar mi casa, ver a mis padres una última vez desde el otro lado, él se acercó a mí.

— Siempre te envidié, ver la alegría con la que ensayabas, como te esforzabas por aprender y mejorar mientras yo era torturado. Hace mucho tiempo ellos hacían rituales de música para tranquilizar el alma y dejar que el talento fluyera, después se obsesionaron con querer más y ahí decidieron hacer ceremonias de sacrificio; primero fueron golpes y cortadas superficiales, tus padres huyeron de eso al saber que venias en camino, quede solo viendo cómo mi vida era destruida, cada amiga era un objetivo, tu prima cometió el error de acercarse a mí. La perfección de su música, la belleza de sus composiciones, la vida en cada instrumento era la que tomaban de otros, trate de detenerlos cuando me culparon de la muerte de tu prima, deje de tocar y fue ahí cuando mi padre perdió su capacidad, luego mi madre no pudo escribir y componer, ambos enloquecieron y terminaron con sus propias vidas, con eso creí que me había liberado; pero muchas veces ellos me hicieron tocar, así que herede ese poder, a un costo de matar cada año y nunca dejar de tocar para poder vivir— anunció tomando esa foto para luego ver  como ese cuerpo quedaba esquelético, solo su corazón quedó para ser quemado, regando las cenizas sobre los instrumentos.

— No quiero morir — dije

— ¿Morir?, tu dijiste que me ayudarías — replicó al liberarme y pasarme un violín — te acuerdas cuando te dije que tocaras como si tu vida dependiera de ello, pues ahora es el momento.

Al tomar ese violín y arco me embriagó  una fuerza inexplicable, el miedo se apagó, mi cuerpo quedo ligero, mi herida sano, mi mente estaba serena, solo  decía que tocara, así fue como Philp y yo tocamos danza macabra, por fin supe lo que era encontrar mi propia voz, la alegría al lograr esa conexión.

Mientras tocábamos una luz invadió el lugar, revelando y acabando con toda la atrocidad, el cuerpo de Amelia más los que los que se hallaban enterrados en las paredes y en el jardín, esas sombras caminaban hacia la luz, vi a mi prima reír y partir; después todo se oscureció.

Desperté en mi cama, a un lado estaban mis padres, al otro estaba Philip con ese violín, riendo como si nada hubiese pasado.

— ¿Qué paso? — pregunté

— Para el resto del mundo Amelia dejo una vela prendida y todo se incendió, intentaste ayudarla —comunicó colocando ese violín junto a mí — Un obsequio por esa ayuda, recuerda que ahora somos un dúo, así que no dejes de tocar.

— ¿Y los demás instrumentos?

— No les pasó nada, al fin y al cabo fueron hechos por un experto — afirmó Philip mirando a mi padres, los cuales se acercaron.

— Hiciste tu sueño realidad, al fin tocaste con él — expreso mi madre.

— Ahora habrá que lidiar con lo que tienen que hacer — informo mi padre.

— Si, pero lo bueno es que no estoy solo — concluí.

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Total de palabras 1966.

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