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Corrí como niña pequeña por el gran salón, donde pasaba la mayor parte de mi tiempo. Mayormente era porque ahí se encontraba la cocina y la sala de estar, junto a el impresionante balcón donde se podía apreciar toda la ciudad.
— ¿Puedes dejar de correr como una niña de catorce años?
— Tengo catorce años — Le respondí, llegando a la caja de decorativos navideños.
Más bien habian como diez enormes cajas.
Observé el árbol maravillada. El gran salón, como yo le llamaba, consistía de dos pisos en uno. El gran pino llegaba hasta lo alto de el lugar y aún traía unos pequeños copos de nieve.
— ¡No puede ser! — Chillé al verlo.
— Deja de gritar, mocosa — Gruñó Tony, rodé los ojos aún con mi sonrisa.
— ¿Por donde empezamos? — Pregunto, mientras él se acercaba a mi.
— Pues por el comienzo, bruja.
Reí.
— ¿Aunque sea te puedes arreglar el cabello? Realmente entiendo ahora porqué te digo bruja.
Sonreí y tomé lo más llamativo que encontré en la caja; las cintas.
— Empecemos por esto — Le dije, él se encogió de hombros y tomó otra bolsa de cintas.
— ¿Donde los pongo?
— ¿Que tal en los bordes de la barra o en las sillas?
— Mejor en los bordes de la barra, después en las sillas colocamos lazos.
Asentimos a el mismo tiempo mientras observabamos la barra.
— Manos a la obra.
•••
Ambos estabamos acostados en el suelo, observando el enorme candelabro en el techo que ahora estaba adornado con listones y pequeñas bastoncitos de menta falsos, esas que son de color blanco y rojo que son en forma de bastón. También tenía unos toques con campanas y esas cosas.
— ¿Y si le añadimos listones verdes, además de los rojos?
— No sería mala idea — Murmuré.
Al comienzo Tony se negaba a adornar, pero al final terminó incluso colocandose su traje para adornas las zonas altas donde nosotros no alcanzabamos.
— También pueden ser dorados.
— Para eso están las campanas — Contesta.
— ¿Ya colocamos las almohadillas de Santa Claus en los sillones?
— Afirmativo.
— ¿Las luces en el árbol?
— Afirmativo.
— ¿La estrella en el pico de el árbol?
-Sabes la respuesta- Dice, volteando a verme finalmente, también volteo a él.
— ¿Qué? Fué divertido que me llevaras en tu traje para colocar la estrella.
Rodó los ojos y volvió a mirar el candelabro, repetí su acción.
—¿Los marcos de fotos?
— Todo esta listo.
— Solo falta llenar dos marcos de fotos — Informo.
— ¿Cuales?
— Uno de tú, mamá y yo, y uno de los Vengadores, mamá y yo que por cierto, ¿ella te dijo cuando venía?
— Solo dijo antes de año nuevo.
— ¿No pasara navidad aquí?
— No estoy seguro.
Nos encogimos de hombros.
— Así puedo comer el helado completo — Dijimos al unisón.
Ambos volteamon a el otro sorprendidos.
— Ese helado es mío — Me dice Tony entrecerrando los ojos.
— Hay dos botes de helado, yo pido el de chocolate.
— Trato.
Volvimos a mirar el techo.
— Nunca olvidaré esto...
Ambos volteamos a el pequeño balcón de el segundo piso, donde Clint se partía de la risa. Natasha enarcaba una ceja en nuestra direccion y Wanda tomaba una foto. Steve sonreía apoyado de la valla de cristal y metal que estaba colocada para adornar el balcón.
Tony y yo la habíamos decorado con listones.
— ¡Que ha quedado muy bonito! ¡No me sorprenderia que mañana todos te llamen señorita Stark! — Grita Clint, riendo.
— ¡No me sorprendería que mañana amanecieras con ese arco espetado profundamente en tu...!
— Lenguaje — Interrumpieron Tony y Steve a la vez. Todos ignoraron a Steve y voltearon a Tony, quién se encogió de hombros — Paso mucho tiempo con una madre paranóica y con un Capipaleta de la Segunda Guerra Mundial, no me culpen.