Capítulo 04
Estuve pensado detenidamente por mucho tiempo que instrumento tocar, la investigación fue muy profunda y significativa, pero finalmente me decidí por el oboe, es un instrumento difícil de interpretar y me gusta, además de que estuve leyendo en la biblioteca un poco de su historia─ y con un poco me refiero a unos cinco libros sobre el tema─ así que me siento preparada para ir a la audición.
Miré mi reloj de muñeca por enésima vez en la hora y me informé de que aún son las 13:39, aún queda tiempo para seguir planificando todo.
─ ¿Nerviosa por la audición Depre? ─me interroga Tián quitándome mis planificaciones de un jalón. Estúpida garrapata entrometida.
─ ¡Devuélveme eso! ─exijo molesta.
Él me ignora y hojea mi libreta a su gusto. Se detiene en un dibujo, es antiguo, mal hecho, y además de todo no tiene cara. Su rostro se llena de confusión.
─ ¿Por qué no le dibujaste cara?─ me pregunta.
Bufo. ─Eso a ti no te importa, imbécilo.
Frunce el ceño. ─Deja de llamarme Imbécilo ¿sí? Desde que llegué, y eso fue hace un año y dos meses para ser exactos, me has dicho sin mentirte unas quinientas veces imbécilo. ¿Qué te hice yo para tus malos tratos? ─lloriquea falsamente fingiendo estar ofendido.
Ruedo los ojos. ─ ¿Por qué será? ─me cruzo de brazos dispuesta a enumerar las cosas que me hacen tratarlo como la basura que es ─Quizás sea porque cada segundo de mi existencia te la pasas jodiendo, o quizás porque te metes en lo que no te importa, o quizás sea el hecho de que cuando te enojas me lames la cara algo que repugna, ¡no! Ya sé qué es ¡Tu mera existencia es un fastidio! ¡Cómprate un bosque, y piérdete! ─grito arrebatándole mi libreta.
Su cara es digna de una foto, lo he dejado sin palabras y no voy a esperar a que se le ocurran o si no aquí se desata la Tercera Guerra mundial, no porque el fuera un gran partido en debates de éste tipo, sino porque mi paciencia terminaría agotada y eso no le conviene, por el bien de la humanidad y su dignidad.
Me doy media vuelta y me dirijo a la biblioteca, sé que es lo suficientemente orgulloso como para no entrar allí. Corro por la sección de biología y llego rápidamente a mi sección preferida.
Mitología Fantástica
Cuando llegué al colegio no tenía amigos ─bueno que digo, tampoco ahora los tengo ─ así que opté por en los recreos venir a la biblioteca, ya que disfrutaba mucho la lectura y descubrí ésta sección. Aunque ahora es un poco aburrida ya que me he leído todos los libros.
─ ¡Aquí estás! ─grito alguien a mis espaldas.
«Merlín, Zeus y Morgana ¿cómo pudo llegar hasta aquí?»
Por la puerta querida.
Mi subconsciente es muy literal, al parecer.
─Ahora me vas a escuchar Beatriz Amatista, todas y cada una de las letras que diga─ sentenció sentándose al frente mío.
Yo tragué grueso y asentí. La seriedad de su voz me hizo querer ponerle atención, ojalá que no me decepcione.
─Yo sólo quería.. ─titubeo con sus labios apretados en una línea recta ─....Perdón.
De todas las palabras del mundo, de los mil discursos hablados, de las millones de cátedras existentes ¿debía pronunciar esa?
Por un minuto muy largo, me quedo en total silencio, admirando su rostro con esa expresión entre preocupada y expectante. Siendo sincera no sé qué decir.
─Vamos, di algo, me siento incómodo. ─sugiere él jugueteando con sus manos.
─Ammmm... ─murmuro pensativa. Mi mente está en blanco. Cualquier frase razonable que hubiera como respuesta en mi mente se ha ido de vacaciones a la antártica.
Ríe. ─ ¿Ammmm? ¿Eso es todo? Después de todo lo que te hice te pido perdón y tú sólo dices ¿ammmm? Eres increíble ─ironiza incrédulo.
Tenso la mandíbula. Tiene que ser una broma ─Sigues siendo el mismo idiota de siempre ¿no?
Me mira incrédulo. ─ ¿qué?
─Te soporte por un año, bajo tus burlas, insultos e incluso golpes, dijiste que ya no lo harías más y lo hiciste, ahora me pides perdón y ¿esperas que te dé un abrazo, un ramo de flores y un oso de felpa? ¿Qué creías? Estoy completamente sorprendida y aún no lo creo, es difícil creerle a una persona como tú. ─escupo indignada.
─ ¿Una persona como yo? ─pregunta irónico
─Ay, ya déjate de tu cliché y enfócate en la vida real, demuéstrame que de verdad estás arrepentido y te perdono. Hasta entonces mi respuesta es no. ─finalizo parándome y saliendo de la biblioteca sin rumbo fijo.
Es increíble, acaba de arruinarme el día con su estúpida estupidez. Me molesta que las personas pidan perdón cuando no sienten una pisca de arrepentimiento, simplemente irritante, e innecesario. ¿Por qué sacrificar un poco de dignidad en alguien como yo? No digo que sea tan insignificante, pero fue él quien arruinó todo, él hizo que todos me odiasen y quisieran verme muerta, ¿acaso tiene idea de lo qué se siente, que tus compañeros, que a las que tu llamabas amigas te digan que estarías mejor muerta? ¡Él no tiene idea de nada, no tiene derecho a exigirme nada! Arruinó mi vida sólo por salvar su pellejo, sólo por no admitir que él fue quien empujo a Kamila por las escaleras. Yo jamás haría algo como eso, pero nadie me creyó, todos me dieron la espalda.
Moví la cabeza de lado a lado, voy a tratar de olvidar todo y concentrarme en lo importante, mi audición hoy en la tarde...
¡Merlín!
¡Mi libreta! Rayos, la olvidé en la biblioteca. Creo que después tendré que ir y pedírsela a la Señorita Umbridge. Sí eso haré.
Camino a la sala para buscar mis cosas. Antes de salir del colegio miro mi reloj de muñeca y son las 16:15, tengo exactamente media hora para llegar. Suficiente ya que queda a tres cuadras de aquí.
Camino apresurada, siempre me gusta llegar antes y ésta no es la excepción. Estoy muy cerca, desde aquí puedo ver la entrada al teatro. Cuando llego a la puerta me entra miedo.
¿Qué tal si me equivoqué de dirección?
¿Si les caigo mal?
¿Si no estoy capacitada?
¡No! Vamos, yo puedo y sí soy capaz, así que voy a entrar sí o sí.
Decidida entro violentamente al lugar y me dirijo al mesón de inscripción. Un señor alto y rechoncho me recibe.
─ ¿En qué puedo ayudarla? ─me pregunta lentamente mientras escanea mi ser.
─Vengo por las audiciones de música ─explico sacando el cartel de mi mochila.
─Subes las escaleras al fondo a la derecha, hay una puerta que dice «Sala de multiexpresión», ahí es.
Yo asiento y corro por las escaleras eufórica, estoy muy emocionada y quiero llegar ya.
Entro a la sala que me indicó el caballero y me encuentro una recepción y una puerta enorme de algún material que no está en mi sistema. La secretaria que está en la recepción me mira de pies a cabeza por debajo de sus lentes ovalados.
¿Qué manía tiene la gente con los lentes ovalados? ¿Están de moda o algo así?
─ ¿Puedo ayudarte querida?─ me pregunta con su voz gangosa.
Sonrío.─ vengo por las audiciones de música─ le explico sacando el cartel nuevamente, ella lo mira y asiente.
─Muy bien. ─dice ella─ toma asiento junto al chico de allá.
Me volteo lentamente para encontrarme con un chico pelinegro con pecas sobre su piel bronceada, tiene un corte escolar y se ve como de mi edad, está jugando con sus dedos tarareando una canción a la vez.
Él levanta su cabeza y su mirada se conecta con la mía, no es del tipo atractivo, es más diría que es un tanto feo, estéticamente hablando. ¿De qué hablas? ¿Desde cuándo te importa la estética de las personas? No te desvíes de lo importante Beatriz, ya estás aquí, ahora te toca aprobar.
─ No me mires tanto, sé que soy un fenómeno pero no me lo recuerdes.─ murmura él desviando la mirada hacia otro lado.
Me ruborizo hasta la médula y abro los ojos al ser descubierta. Sí que ando torpe y descuidada hoy.
─Lo siento. ─digo rápidamente mientras me siento junto a él.
Siento que se tensa al lado mío, yo estoy avergonzada, nunca miro a alguien más de dos segundos... ¿por qué él debería ser la excepción? No lo sé, simplemente no lo sé.
A mi mente vienen libros con tramas cliché de la típica escena en donde la chica es apática con todos y conoce a ese alguien que la descontrola de inmediato. Las hormonas las controlo yo, no ellas a mí.
El reloj de la sala marca las 16:45 en punto, y por la puerta entra una joven de aproximadamente unos 24 años, tiene una melena de color violeta y mechones celestes, es alta y tiene una apariencia extremadamente alegre, por poco va a brincos al caminar.
Se acerca a la recepcionista y le entrega lo que parece ser su identificación.
─Profesora Mahisworan─ saluda la recepcionista a la joven.─ hace mucho que no la veía ¡qué bien se ve!
La joven ríe. ─Ay, Vicky no exageres, sólo han sido cuatro meses, y sigo opinando que tienes mejor cuerpo que yo.
Y la joven tenía razón, la recepcionista podría ser más vieja pero tenía unas curvas del olimpo. Otra vez yo, y mis pensamientos inapropiados. ¿De dónde salió ese vocabulario tan obsceno?
─No hables tonterías, ya, mejor atiende a tus dos alumnos.─ habló señalándonos a los dos.
Su cara se ilumina por completo y da un brinco, vaya que alegría.
─ ¿Son novios? ─pregunta de repente.
Mi cara se desfigura y palidece por completo.
─ ¿¡Qué!?─ gritamos al unísono.─ Ni siquiera nos conocemos.
La profesora suelta una estruendosa carcajada y se acerca a nosotros.
─Sin duda tienen un punto a su favor, me caen bien chicos.─ sonríe despeinándonos─ vamos pasen, las audiciones ya comienzan.
Nos miramos con el chico y entramos por la gran puerta detrás de la profesora.
─Siéntense ─nos indica unas bancas al fondo.
Nosotros obedecemos y esperamos.
─ ¿Tienen instrumento propio o quieren que se les facilite uno?
─Facilitar, por favor.─ murmuramos al unísono, de nuevo.
─Ustedes sí que son coordinados─ ríe ella sacando de un gran baúl dos cajas cubiertas de cuero negro─ Tomen, sáquenle los seguros y ármenlos.
Obedecemos y el extraño instrumento está dividido en tres partes, algo muy extraño, no sé cuál va arriba y cual va abajo. Los nervios toman su ubicación habitual en mi estómago formando un nudo incomodo de sobrellevar.
─ ¿Cómo...los armamos?─pregunto confusa.
Ella ríe. ─Mira ─ toma una pieza con forma de campana junto con una pieza larga llena de fierritos ─ésta ─señala la pieza en forma de campana ─se llama campana ─que interesante, luego toma la otra pieza y le saca unos corchitos de los extremos ─ ésta se llama sección inferior y la unes con la campana, luego tomas ésta ─tomó la pieza restante y la unió con las demás ─las unes y ya está. Obviamente todo con cuidado y delicadeza. ¡Oh! También deben lubricar los corchos con vaselina, ese tubito blanco que está en el borde la caja.
Yo asiento y ella me lo entrega desarmado para que lo arme. Tal como ella lo hizo sigo sus pasos y logro armarlo, aunque mi compañero acá al lado no pueda hacer mucho. Al parecer no entendió la explicación.
─ ¿Te ayudo? ─le pregunto extendiendo mis manos.
Me mira. ─No, puedo hacerlo solo─ insiste forcejeando las piezas para unirlas.
─ ¿Seguro? Eso no se ve bien.
Bufa. ─Dije que podía hacerlo solo, no me jodas─ farfulla molesto.
Forcejea tanto que una de las piezas se le escapa de las manos, rápidamente la atrapo y se la paso.
─De nada. ─susurra arrogante.
Hago una mueca y lo observo fracasar.
─ ¿Te ayudo?
─ ¡Está bien! ─grita entregándome el oboe y cruzándose de brazos.
En un santiamén armo el oboe y se lo entrego. Me mira de reojo y susurra algo que no alcanzo a escuchar.
─ ¿qué has dicho? ─pregunto
─Dije que Gracias, sorda.
«Guao, que carácter el de éste.»