Adán: el último hombre

By mhazunaca

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Si tuvieras al último hombre sobre la tierra, ¿lo compartirías? Los hombres se extinguieron, hace milenios q... More

Sinopsis
Prefacio
1: Colmena de abejas
2: Descubrir
3: Pruebas
4: Un nuevo mundo
5: Desastre con patas
6: Seamos amigos
7: Perdida
8: Aceptación
9: A tener cuidado
10: Descubrimientos
11: Un pasado preocupante
12: Una arriesgada salida
13: Mucho acercamiento
14: Piedra, papel o beso
15: De bailes e intimidades
16: Inquietud
17: Desviando la atencion
18: Ruptura
19: Recuerdos frente al mar
20: Atrapada
21: Un poco de pasado
22: Como a un animal
23: Juicio
24: Plan
25: Peligrosas tentaciones
26: Una razón para vivir
27: Dejando ir lo pasado
28: Correr y correr
29: Los que se van nunca nos dejan
30: Entrega
31: Investigaciones
32: Preparación
33: Los temores que envenenan
34: A la trampa
35: Tratando de aclarar las cosas
36: Solo amo una vez
37: Quien puede eliminar debe ser eliminado
38: No seguiré sin ti
40: Un año después
Epílogo
EVA el proyecto
Fan Arts & Edits

39: Eres eterno para mí

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By mhazunaca

Teresa se quería negar a lo que le pedían, apretando los puños sobre sus muslos.

—Debes hacerlo —rogaba Helen—, es importante, hallarás valor cuando estés al frente. Es importante que todas sepan la verdad.

La chica cerró los ojos y suspiró, tratando de deshacer el nudo en su garganta, era duro recordar, era duro tan solo pensarlo un segundo. De todos modos ya estaba ahí, mientras más rápido lo hiciera, acabaría y podría irse. Se puso de pie y caminó, se dirigió al borde del tercer nivel que tenía ya un balcón listo para que hablara, además su imagen era mostrada en grande en la gran fachada.

Miró a las mujeres abajo acumuladas, talvez miles, muchas más la veían a nivel nacional, los drones del noticiero se elevaron, flotando cerca de ella. Vio el sol en lo alto, que a pesar de estar ahí, ni siquiera la calentaba, no lo sentía, el frío ardía en sus mejillas y amenazaba con cortar su piel, eso sí podía notar.

—¿Es cierto que mantuviste oculto a ese hombre? —preguntó la voz de la mujer de las noticias a través de uno de los drones de su costado.

Sus labios hicieron una sola línea, el inferior tembló contra el superior, tragó saliva con dificultad para deshacer el leve nudo que se le formaba en la garganta. Su corazón bombeaba como loco, sentía su pulso ahogarla. Dio un hondo respiro y vio al frente.

—Lo oculté porque me enamoré de él, le amé muchísimo —murmuró, sin embargo, se escuchó claramente gracias a los micrófonos de los drones—. Le amo —enfatizó—, con toda mi alma... —Bajó la vista un segundo y volvió a ver a las mujeres, frunciendo el ceño—. Lo oculté porque sabía que podían hacerle daño, así como aquel día en el que fue encontrado un delfín, y en vez de hacer algo productivo, solo pudimos hacerlo desaparecer de nuevo. Eso es lo que somos capaces de hacer como humanidad, no pueden decir que ellos por ser hombres arruinaron el mundo, nosotras también formamos parte en ese entonces, también lo hicimos. —Empezaba a sentir rabia por todo—. Ese hombre apareció en mi vida y aunque en un principio también le temí y hasta llegué a pensarlo como un bicho más, como todas ustedes lo han de hacer, me conquistó, demostró ser una valiosa persona, un humano con sentimientos, con personalidad, y para nada malvado.

Pudo notar que a sus costados eran proyectadas las imágenes y videos de ellos juntos, que Helio había conseguido, verlos era enfrentarse al dolor arrasador que la embargaba.

—Si ellos volvieran y les diéramos amor desde su nacimiento, algo que el mundo antiguo no tuvo para todos, nuestro presente podría convertirse en situaciones como las de esos videos —dijo con dificultad a causa de su voz que se quería quebrar—. Arreglamos gran parte de los problemas que destruyeron a nuestros ancestros, desaparecimos el hambre, muchas de las enfermedades y las desgracias... estamos listas para complementar a la humanidad, porque puede que muchas piensen que no los necesitamos, pero la humanidad es una sola, siempre lo fue. Hombres y mujeres por igual, la naturaleza solo los disminuyó en cantidad, pero jamás los hizo retroceder, eso fue obra de las mujeres en los primeros años de M.P, sociedad que se formó muchísimo antes de lo que figura en la historia, y que solo buscó deshacerse de ellos modificando sus genes, aprovechando que empezaban a ser cada vez menos, aprovechando el poder de farmacéuticas ya dirigidas por sus miembros, y luego de no mucho, el poder que tenían sobre cada uno de ellos en el Edén. Les acusan de haber hecho cosas horribles, pero lo que se les hizo fue igual de monstruoso.

—Entonces, ¿regresarán los hombres a andar entre nosotras? —quiso saber la de las noticias.

Teresa asintió y eso inició los murmullos.

—Ya lo he dicho, además, no importa si no todas están de acuerdo, ya se demostrará con el tiempo que así debe ser, la nueva líder apoya el proyecto. Ya no habrá excusas de que eran crueles, el mundo en general lo era, la maldad está en todos, como ya han podido ver. —Sabía que Helio había transmitido todo, incluso cuando Adrián la protegió con su propio cuerpo—. También está en nosotras las mujeres, perdimos el control al aparecer él. Quizá erré al ocultarlo, quizá debí enseñarlo, ir demostrando su verdadero ser, pero el amor te hace egoísta... Ahora es tiempo de arreglar las cosas.

—¿El Edén garantiza nuestra seguridad?

—Tenemos trazada la base de cómo trabajaremos, y sí, podemos garantizar seguridad. Como pueden ver en aquellos videos, él nunca fue una amenaza para mí, sé que si cuidamos bien a los niños con mucho amor y respeto, la humanidad no tiene por qué hundirse como ya lo hizo hace milenios. Todo estará bien. —Sin poder evitarlo, miró a una de las imágenes que se proyectaban, Adrián con ella, durmiendo en la rama del árbol, teniéndola entre sus brazos—. Él me dio su protección, su amor, me escuchó cuando lo necesité, también fue víctima de lo que el mundo antiguo causaba, ahora ya no será así, ahora ya nadie tiene por qué sufrir...

Dio un paso atrás dando un suspiro, queriendo aliviar a su corazón del dolor. Las mujeres, muchas estaban conmovidas por los videos, otras todavía temían, pero si el proceso lo controlaba Helen, la nueva líder ya nombrada, y el Edén, les daba confianza.

Los drones archivaban lo ocurrido como el inicio de una nueva era, marcando la línea histórica de la humanidad y de la tierra.


Teresa se despidió de Helen, que ya recibía a los másculos de Olga, los que quedaban para trabajar en ellos con las máquinas de trabajo genético que cedía el Edén alternativo. Subió a su floter junto con Olga que se despedía de Mechoncito por el tiempo que iba a estar ahí, dando su material genético.

Luego de que su vida diera una pausa brusca cuando su Adrián sucumbió entre sus brazos, Helio logró liberar a Olga, electrocutando a DELy hasta agotar sus reservas. Helen detuvo a Carla, apresándola con brazaletes magnéticos que el dron que ella controlaba le lanzó.

Todavía podía cerrar los ojos y escucharse a sí misma gritar su nombre ahogado en sollozos y lágrimas, todavía incluso el olor del ambiente se paseaba en sus recuerdos, los gritos de Carla no queriendo ser retenida, los gritos de Olga tratando de hacerla reaccionar mientras se negaba a ser separada de él.

Pero eso no era todo. Incluso luego del tormento, venía su aroma masculino a calmarla, su calor se paseaba por su piel, los fantasmas de sus caricias tal y como lo supuso en algún momento. Su hermosa voz grave le había arrullado, su risa había hecho eco en sus sueños. Su cuerpo ardía junto al de ella.

Él había tenido razón, cuando se amaba, esa persona pasaba a ser eterna. Su mente estaba dispuesta a regresarlo a su lado, supliendo su ausencia con sus recuerdos más intensos y exquisitos, con los más tiernos y dulces, los más calmados y reflexivos.


El floter pasó cerca de la playa, podía ver el mar a lo lejos, bajando por el acantilado, y entre el panorama del cual veía todo y a la vez nada, pudo detectar chorros de agua siendo disparados. Una figura saltó y volvió a caer el mar en una elegante pirueta.

—Delfines, creí que estaban extintos —murmuró Olga.

Teresa los contempló hasta que no volvieron a surgir. Era una pareja, eso significaba que ni ellas lograron desaparecer a la especie aquel día, significaba que el mar se estaba limpiando o que ellos se habían hecho resistentes, la naturaleza encontraba la forma de salirse con su gusto y mantenerse inmutable. Llegó a pensar que la aparición de Adrián había sido otro de esos intentos.

—Quizá la tierra se sigue recuperando de lo que le hicimos, de algún modo logró salvar a pocas especies para intentar regresar a lo que fue... Sigue luchando para sí misma... Y esta vez la vamos a dejar recuperarse.


Apenas el floter se detuvo, bajó con prisa, con el corazón yendo a mil. Corrió y se encontró con su mamá afuera de un ambiente, viendo por los ventanales. Volteó al escucharla y le sonrió con tristeza. Fue a ella y la abrazó.

—Sabes que no me hubiera importado que esos drones me atacaran —murmuró la mujer de cabello rizado, ya que se enteró de la amenaza que recibió su hija por parte de la ex líder—, tu felicidad lo es todo para mí. —Suspiró—. Todo va a estar bien, cariño, todo va a salir bien, no dudes.

Teresa asintió cerrando los ojos con fuerza. Miró a una mujer que se acercaba, la doctora amiga de Olga, le hizo señales de que la siguiera.

Entraron al ambiente y se dirigió a la cápsula.

Le acarició el rostro al joven que ahí yacía con el torso descubierto, deslizó sus dedos por sus labios, los llevó a los suyos, los besó y los devolvió a los de él. Le recorrió el pecho hasta llegar a una venda debajo de su pectoral derecho.

Juntó las cejas con tristeza y preocupación, se inclinó y deslizó la punta de su nariz por su mejilla, pasando por adelante de su oído, su sien, a su frente, dándole un beso ahí. Regresó y quedó en su mejilla en donde también dejó un dulce beso.

—Regresa conmigo, por favor —le susurró contra su piel—, ¿o vas a permitir que mi mente siga evocándote hasta volverme loca...?

Mientras ella solo se había entregado al llanto cuando Adrián cerró los ojos, Olga la tuvo que empujar y sacudirla para que reaccionara y la ayudara a llevarlo a la clínica en donde él mismo había salvado a su hijo días atrás.

Sin importarle sus abundantes lágrimas, volvió en razón y se apresuró en ayudar. Habían terminado en el lugar, realizando los mismos procedimientos que él había hecho pero de acuerdo a lo que se requería en su caso.

Sin embargo, tal vez tardaron, tal vez no siempre resultaba que al reparar el cuerpo y todos sus daños, la persona podría volver. La espera de ya un día la estaba matando, había dormido ahí inclusive, queriendo verle despertar, pero no lo hacía.

Soltó un quejido de frustración.

—Adrián, por favor —pidió con la voz quebrada.

Pegó su frente a la de él, besó sus labios, parecía que al sacudirlo iba a despertar como de un sueño, pero no era así. Suspiró apartándose.

—Vas a estar bien —murmuró con un hilo de voz, tratando de retener la esperanza en su interior, acariciando sus cabellos—, vas a abrir esos ojos que me encantaron desde la primera vez, y vas a volver a mi lado... —Vio la información, como tantas veces lo había hecho, sin encontrar cambios. Bajó la vista y cerró los ojos—. Por favor, no me lo quites —rogó al final a quien fuera que estuviera sobre todos y todo, quizá, que tuviera el poder. Dios, universo, energía, fuera cual fuera su nombre o naturaleza, Adrián alguna vez creyó en él—. No me lo quites, te lo pido, por favor.

Si no volvía, si no lo hacía, estaba segura de que seguiría siendo eterno para ella, seguiría regresando en cada momento del día y cada noche.

Salió y se dedicó a revisar en la computadora todo el procedimiento, revisar de nuevo que todo hubiera sido correcto, que no se le hubiera escapado nada. Ordenó revisarlo por si encontraba algo todavía dañado en su cuerpo que se les pudiera haber escapado.


La tarde se acababa, sintió su vista agotada, no había dormido bien, claro, con él revoloteando en sus sueños, dejándola con más ganas interminables de verlo, escucharlo, tocarlo. Su mamá había ido a su casa por algunas cosas, como almohadas, Olga había ido al Edén y su amiga ya había avisado que se iría pronto también.

Se hallaba sola. El silencio en el lugar la devoró despacio.

Sola. Sin él.

De pronto su corazón se encogió a causa del vacío. Desesperanza, realidad golpeando su puerta. «Él ya no va a despertar». Un frío peso en el estómago la hizo encogerse sobre el escritorio táctil.

Estaba demás, si hubiera podido despertar, ya lo hubiera hecho, esa era la realidad.

Su garganta se hizo un nudo, ahogó un sollozo mientras las lágrimas ya recorrían sus mejillas. Si quizá hubiera reaccionado y actuado enseguida, en vez de ponerse a llorar como idiota. Se limpió las lágrimas con rabia, enderezándose en el asiento, pero siguieron cayendo. ¿Cómo iba a alejarlo de su mente? La respuesta fue inmediata: nunca, así de simple y cruel.

En un mundo en el que las posibilidades podían ser infinitas, clonación, células madre capaces de reparar y regenerar, ninguna le podría devolver al hombre que conoció, él era él, irremplazable, con su propia esencia. Ella era clon, y a su vez, muy distinta a su mamá, las personas eran únicas, fuera como fuera, irrepetibles.

Él había sido un guiño del pasado, quizá lo que ocupaba un lugar en el tiempo no podía saltar a otro, quizá eran simples e imparciales leyes del universo, ya no sabía, solo lo quería de vuelta y ya no lo tendría, solo eso sabía.

Dejó salir un sollozo, sin retenerlo, no tenía sentido hacerlo, sino moría. Necesitaba desahogarse. Lo llamó con la voz quebrada una vez más, opacando al pitido que se emitía de rato en rato. Se preguntó si tal vez encontró a su hermana, quizá era muy feliz en algún lugar.

Tan solo quería una señal.

Los fantasmas de sus recuerdos y caricias vibrando en su piel, las veces que creyó escuchar su voz, no podían serlo, ¿o sí? Podía jurar que era su mente.

Lo juraría hasta perderla, posiblemente.

El pitido. Tensó los labios y volvió a limpiar su rostro, dando un respiro profundo y tembloroso. Miró a algún punto desconocido en el escritorio durante varios segundos. Limpió más lágrimas, pensó que si iba y gritaba su pena afuera iba a deshacer su dolor un instante. El pitido la sacó de esos nuevos pensamientos y suspiró.

Recorrió su vista en el escritorio, parpadeó confundida, todavía con sus ojos ardiendo y nublados por el llanto, mientras su cerebro ataba cabos, lerdo por su angustia.

Ese pitido no había estado presente, había iniciado no hacía mucho rato. En un lado de la pantalla se presentaba el aviso de actividad cerebral. Su corazón dio un brinco como si hubiera vuelto a la vida. ¿Estaba soñando él, o ella?

De un salto salió corriendo al ambiente de intervenciones, entró sintiéndose temblar y se aproximó al joven. El monitor a su lado indicaba lo mismo que el otro.

Acunó su rostro en su mano, le acarició la mejilla con el pulgar. Él apretó los párpados, deteniéndole la respiración a la chica, y los abrió apenas a causa de las caricias. Alzó la vista y sus ojos de profundo celeste con gris conectaron con los de ella.

Teresa dio un respiro por la boca, luego de haber dejado de hacerlo, su labio inferior tembló y lo pegó al superior. Él ladeó el rostro, le mantuvo la mirada un par de segundos más y esbozó una leve pero dulce sonrisa, marcando sus hoyuelos.

—Hola, pecosita —susurró.

La pelinegra dejó escapar una corta risa quebrada por el llano de felicidad que la embargaba.

—Dime que no es un sueño —pidió limpiando sus lágrimas. Él se apoyó en un antebrazo haciendo una mueca por las heridas curadas pero que se hacían sentir todavía—. No, no, recuéstate —pidió arrepentida y regresándolo a posición horizontal.

Adrián aprovechó atrayéndola de la nuca y devorando su boca con un apasionado beso. Sus deliciosos labios, su respiración contra la suya, su calor. Sonrió apartándose un poco y sorbiendo por su nariz, soltando a reír junto con él.

—Perdón —dijo para volver a sorber, convirtiendo la risa de él en una carcajada que llenaba el ambiente y su corazón de infinita felicidad. Le acompañó con una baja risa—. Ya, cállese y béseme —reclamó sonriente.

Y se fundieron en un extenso y profundo beso, lleno de promesas, lleno de sueños por cumplir.

Después de todo, había un mundo lleno de posibilidades. Disfrutaría en carne y espíritu de su vida en pareja con ese hombre que fue su tentación desde que lo vio, sin interrupciones, que aunque él le causara ternura al hacerle recordar que no tenía problemas en multiplicarse con ella, iba a necesitar tiempo con él sin limitaciones.


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