How would you feel (if I told...

By raquellu47

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El amor se enamora de todo aquello que es diferente, único, mágico, complicado. Y Chloe es amor, y Beca es di... More

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By raquellu47

A/N: Lo siento. (Aunque estábais advertidos).

Canciones por orden de aparición: "Midnight Train", de Sam Smith (la del título) / "Thinkin' About You", de Dua Lipa / "Beyond", de Leon Bridges / "I Like Me Better", de LAUV / "Es la noche del amor", de El Rey León (aunque espero que todos la reconocierais) / "Something's Gotta Give" y "Consequences", de Camila Cabello.

PD: Hay una broma con el nombre Orlando y tomates. Eso viene de que en España tenemos una marca de tomate frito y ketchup que se llama Orlando. He intentado averiguar si existe en otros sitios pero no he encontrado nada, así que lo aclaro de antemano por si acaso.

***

6. I WILL ALWAYS LOVE YOU BUT TONIGHT'S THE NIGHT I CHOOSE TO WALK AWAY

(New York & Europa)

Chloe es la primera en descubrirlo.

Con una mano sujeta en el aire el sándwich vegetal que se está comiendo mientras usa la otra mano, o más específicamente, el pulgar, para navegar por su móvil.

Los martes no coincide con nadie a la hora de comer y, en un principio, escuchaba podcasts, pero el sonido se arruina bastante con los ruidos internos que hace al masticar la comida, de modo que pronto perdió esa costumbre. Ahora siempre recurre a las redes sociales y los e-books para mantenerse entretenida durante la hora que tiene libre.

Eso mismo está haciendo cuando lo descubre.

Ya ha llegado al punto en que Instagram no tiene nuevos posts que ofrecerle de modo que se pasa a Facebook. Apenas acaba de empezar a desplazarse por su feed cuando tropieza con una publicación de una tal Mary Jane Lewis en la que Jesse Swanson ha sido etiquetado: es un cambio de estado de "soltera" a "en una relación".

Chloe sabe que es la primera porque la publicación se ha hecho hace un minuto y no tiene todavía ni likes ni reacción alguna.

Mordazmente, el primer pensamiento que cruza por su mente es cómo si Jesse se llamase Peter Parker por fin habría conseguido su gran historia de amor de película. Luego, sin embargo, tiene un momento de pausa en el que se da cuenta de lo que esto significa.

Su pulgar se mueve de forma automática al botón de inicio de su iPhone y sale de Facebook para entrar en la app de mensajes. Pulsa sobre el primer hilo, el que tiene con Beca, y compone un mensaje lo más rápido que puede usando solo el pulgar.

Becs <3

en línea

No entres en Facebook

(12.43) O_o

(12.43) Por?

Confía en mí

No uses Facebook hoy

Te lo explicaré cuando llegue a casa

(12.44) ...

(12.44) Vale (?)

Está pensando en cómo dar la noticia de la forma menos dañina posible cuando por fin llega a casa a la tarde-noche. En cuanto abre la puerta del apartamento se da cuenta de que hay algo que no encaja: no hay nadie en el estudio, pero la ventana de encima de su cama está abierta de par en par.

Suspira, porque eso solo puede significar una cosa.

Con cuidado de no pisar la cama con sus zapatos sucios de la calle, trepa al exterior de la ventana y sobre los negros barrotes del descansillo de la escalera de incendios. Sube los escalones metálicos de los tres pisos restantes hasta la azotea de su edificio y asoma la cabeza por el borde de la pared.

Beca está apoyada contra la cornisa, sus antebrazos descansan sobre la pared de la azotea y tiene la mirada perdida en el horizonte.

Chloe siente alivio llenar su cuerpo cuando sus pies vuelven a tocar el suelo firme de cemento. Por eso Beca usa la azotea como su escondite, porque la puerta de acceso está cerrada con candado y la llave solo la tiene el casero, el único punto de acceso es la escalera de incendios y la DJ sabe que Amy no se atreve a subir por ella y que a Chloe le da mucha inseguridad.

- No has hecho caso de mi advertencia – comenta mientras se acerca a la figura de su mejor amiga.

Beca alza la cabeza para señalar que está escuchando, pero no se gira a mirarla. Espera a que Chloe imite su posición sobre el borde de la azotea, con los antebrazos sobre el cemento.

- Lo siento – se disculpa, aunque a su voz le falta emoción –. Es como lo de los elefantes azules.

- ¿Qué pasa con los elefantes azules? – pregunta Chloe, curiosa.

- Si alguien te dice que no pienses en elefantes azules – Beca gira por fin la cabeza para mirarla con ojos turbulentos llenos de tristeza –, ¿en qué piensas?

Chloe sonríe.

- En elefantes azules.

Beca ladea la cabeza para demostrar su objetivo y Chloe accede con un asentimiento.

- ¿Qué te parece? – su voz es suave y tentativa.

Sabe que, a pesar de tener toda la apariencia de tener sus emociones bajo control y estar bien, Beca necesita ahora mismo ser tratada con tacto. Ha escapado a la azotea, y eso solo lo hace cuando se siente extremadamente vulnerable e inestable.

Busca la soledad para que, en caso de estallar, no haya daños colaterales.

- Bien – suspira la morena con un encogimiento de hombros.

Chloe no se precipita a presionarla, porque sabe que eso no es todo lo que Beca tiene que decir al respecto. Lo nota en el movimiento de su mandíbula, cómo la aprieta y afloja constantemente mientras piensa y debate si continuar o no.

Al final, la necesidad de desahogarse es más fuerte.

- Duele – confiesa en voz baja. Azul medianoche continúa perdido en el horizonte, que empieza a teñirse de rosas y naranjas por la puesta de sol –, pero era solo cuestión de tiempo, ¿no? Han pasado cuatro meses ya...

- Si me estás preguntando si hay un estándar de meses que debes esperar antes de buscar nueva pareja, no tengo ni idea. Cada persona es un mundo – opina Chloe encogiéndose de hombros.

No quiere juzgar. A ella le parece un poco pronto, pero no es su lugar especular sobre la rapidez con la que la gente se repone de sus corazones rotos.

- Me alegro de que esté siguiendo con su vida – admite Beca en un murmullo –. Solo me gustaría que no escociera tanto.

Chloe tuerce la boca en un gesto lleno de simpatía y compasión. Acorta la distancia entre ellas y le pasa un brazo por los hombros. Beca se recuesta contra ella con un suspiro.

Juntas, observan el sol ponerse en el horizonte y marcar el fin de un cálido día de otoño, pero también de una relación.

***

Cree escuchar la puerta del apartamento abrirse.

Saca la cabeza de debajo del chorro caliente de agua para asegurarse y la escucha cerrarse momentos después detrás de alguien. En seguida sabe que es Beca por la falta de escándalo.

- Hey, Becs – saluda Chloe desde el interior de la ducha.

- Hola – saluda Beca de vuelta.

Alarga una mano y gira el pomo para cerrar el chorro de agua caliente que cae sobre ella.

Con la cabeza todavía echada hacia atrás, se pasa ambas manos por la cara para deshacerse del exceso de agua y las arrastra hacia su pelo. Lo recoge todo en una coleta y lo retuerce para escurrirlo.

- ¿Qué tal el día? – pregunta por encima el ruido de las gotas de agua cayendo sobre la cerámica de la ducha.

Por un momento se hace el silencio en el estudio. Entonces se oyen dos golpes secos, probablemente los zapatos de Beca al caer al suelo después de habérselos quitado, y el frufrú de tela mientras cuelga su abrigo, bufanda y gorro en el perchero de la puerta.

- Bien – suspira la morena –, aunque estoy muerta de sueño...

Debe de dejarse caer en la cama por cómo le tiembla la voz y el ruido de su cuerpo al chocar con el colchón. Exhala ruidosamente por la nariz, pero su paz dura poco. De repente un grito de puro pánico atraviesa la calma del estudio.

Chloe se asusta y se resbala en la ducha por el brinco que da. Con movimientos veloces, enrosca la toalla alrededor de su cuerpo y tira con brusquedad de la cortina azul de plástico para poder ver qué está ocurriendo.

La imagen que la recibe no es para nada lo que esperaba. Esperaba un atacador, o un bicho repugnante y enorme en el suelo en medio del apartamento. Sin embargo, lo que se encuentra es a Beca subida en una de las sillas de la cocina y con la mirada asustada fija en la cama.

- ¿Qué pasa? – inquiere Chloe en una exhalación con la que deja escapar la tensión de su cuerpo.

- ¡Hay algo en nuestra cama! – exclama.

- Oooh – musita la pelirroja al darse cuenta de que se le ha pasado mencionar ese pequeño detalle.

Beca se gira hacia ella con la boca todavía abierta por su grito, pero se ve obligada a pausarse. Sus ojos se abren unos cuantos centímetros más de lo que ya están y recorren de arriba abajo el cuerpo de Chloe.

Chloe agacha la cabeza para comprobar que efectivamente se ha tapado con la toalla antes de salir corriendo de la ducha, porque la forma en que los ojos de Beca están fijados en ella, el ardor que transmite su azul medianoche, le hace pensar por un instante que está desnuda.

Pero solo encuentra mucha piel expuesta, salpicada todavía de gotitas de agua, y una pequeña toalla blanca cubriendo las zonas que deben estar cubiertas. Al alzar de nuevo la mirada, Beca reacciona por fin y azul bebé se cruza con azul medianoche.

- ¿Por qué se mueve sola nuestra cama, Chloe?

La pelirroja esboza una sonrisa arrepentida y mira hacia el nórdico de su cama, que cambia de postura a medida que algo se mueve por debajo.

- Vale, puede que se me haya olvidado avisarte... – se disculpa con una risita.

Se acerca a la cama, rodeándola para ponerse en su lado, el derecho. Con una mano sujeta la zona donde la esquina de la toalla está enganchada para evitar que se suelte, y con la otra mano se inclina hacia delante para coger el nórdico.

Beca se baja de la silla y se acerca a su lado con pasos tentativos, como si estuviera esperando que alguien saltase de debajo de la cama para darle otro susto mortal. Se sitúa de forma que el cuerpo de Chloe oculta mitad del suyo, por protección.

Chloe se ríe silenciosamente y levanta el nórdico para desvelar lo que hay debajo: una pequeña bolita de despeluchado pelo negro y blanco, tumbado boca arriba y con las cuatro patitas estiradas hacia arriba. Un débil meow sale de su boca cuando bosteza.

- Te presento a Silvestre – dice Chloe con una sonrisa llena de cariño por la adorabilidad del pequeño gatito, que se enrosca sobre sí mismo hasta convertirse en una pelotita del tamaño casi de un puño.

- ¿Puedo...? – pregunta Beca, mirando intermitentemente a Silvestre y a Chloe.

La sonrisa de Chloe se hace más amplia y radiante, y contesta con un asentimiento. Observa con el corazón a punto de salirse de su pecho cómo Beca se sienta con cuidado en el borde del colchón para no molestar al gatito y, usando solo la punta de su dedo índice, acaricia delicadamente su cabeza.

El gato ronronea y se desenrosca para ofrecer más superficies sobre las que ser acariciado, haciendo reír a Beca.

- Su madre le repudió de la camada por ser demasiado pequeño – le cuenta Chloe a Beca, que desliza su dedo por el cuello hasta el estómago de Silvestre –. Necesita que le den de comer cada tres horas, por eso me lo he traído conmigo a casa.

Silvestre alza sus patitas para intentar capturar el dedo de Beca y juegan un rato al gato y al ratón.

- Bueno, ahora que sé lo que es me siento terriblemente avergonzada de mi reacción – observa Beca sin alzar la mirada, dejando escapar una risa incómoda.

- Aaaw – exclama Chloe con fingida compasión. Su puchero se transforma en una sonrisa pícara, pero Beca no la ve venir por estar entretenida con Silvestre –. En realidad, solo querías hacerme salir de la ducha, admítelo.

La morena se sonroja y escupe una serie de ruidos inconexos en un intento de defenderse. Sacude la cabeza y le lanza una mirada furiosa a Chloe, quien aprovecha ese instante para desenganchar la toalla que cubre su cuerpo y dejarla caer a sus pies.

- ¡Tía! – sisea Beca, girando la cabeza a toda velocidad en dirección contraria y tapándose los ojos con una mano.

- ¿Qué? – ríe Chloe.

- ¡Quedamos en que no más pasearse desnuda por el piso!

- ¿Cómo pretendes que me vista, entonces? – pregunta Chloe entre risas y con absoluto descaro, sabedora de que su argumento es irrefutable.

Coge la ropa interior limpia que se había dejado preparada sobre la cama antes de ducharse y mete los pies por los agujeros de las bragas, haciendo estallar el elástico contra su piel.

Disfruta viendo a Beca dar un respingo con el sonido y ponerse más roja.

***  

Chloe empuja la pesada puerta de cristal en la que hay un vinilo negro pegado con el logo de la discográfica y piensa para sí misma qué raro es que solo haya estado dos veces en el trabajo de Beca.

La primera fue al poco de venir a vivir a Nueva York, cuando Beca la coló una tarde una vez todo el mundo ya se había ido para enseñarle los estudios de grabación, las oficinas y todo aquello que nunca pudo ver cuando Beca estuvo haciendo prácticas en Residual Heat.

La segunda fue cuando Beca se puso enferma a principios de verano. Necesitó varios días para recuperarse del resfriado y eso significó que no podía ir a trabajar a la oficina, pero sí podía ir adelantando cosas desde casa.

(Luego Beca le contó que estaba tan colocada en medicamentos que todo lo que hizo era una mierda y le tocó repetirlo.)

De modo que Chloe tuvo que pasarse un día por BFD Artists después de salir de la clínica para recoger un disco duro con el material que Beca necesitaba. E incluso esa vez no pasó más allá de la mesa de recepción.

Hoy es su tercera vez.

La puerta se cierre tras ella con un seco whoosh que le empuja mechones cobrizos en la cara. Sus pasos quedan amortiguados por la moqueta gris perla que cubre el suelo cuando se acerca a la mesa de la recepcionista.

Yuna alza la mirada de los apuntes que tiene esparcidos en su mesa y sonríe al reconocerla. Sus ojos marrones resplandecen ante la perspectiva de una distracción de tanto trabajo y estudio.

- ¡Cuánto tiempo sin verte por aquí! – saluda amistosamente desde detrás de su mesa.

- ¿Qué tal va eso, Yuna? – pregunta Chloe con un gesto de cabeza hacia sus apuntes.

Beca le contó que ese trabajo como recepcionista es solo el plan B de la joven, lo usa para poder permitirse la universidad mientras estudia psicología.

- Tirando... – admite haciendo una mueca.

- Mucho ánimo – el rostro de Chloe se ilumina cuando recuerda algo –. ¡Por cierto! – exclama apoyando una mano sobre la mesa de la recepción –. Vi tu disfraz de Halloween en Instagram y me encantó.

Yuna ríe y se echa su melena negro azabache por encima del hombro para que no le moleste. La lleva larga y lisa como una tabla, y le cae hasta un poco más allá de la mitad de la espalda. Normalmente suele tenerla recogida en una trenza suelta o una coleta, hoy, sin embargo, ha decido no sujetarla de ninguna forma.

- ¡Gracias! – exclama ella de vuelta –. Me dije, ya que tengo los ojos, el pelo y la cultura, ¿por qué no usarlo a mi favor?

- Pues oye – Chloe asiente con aprobación –, lo clavaste. Eras tal cual Mulán.

El teléfono de la mesa empieza a sonar y Yuna pone los ojos en blanco. Esboza una mueca de disculpa y alarga una mano para posarla sobre el auricular, aunque no lo levanta todavía.

- Perdona, tengo que coger esto – se lamenta –. Beca está en la sala 5.

- Te dejo trabajar entonces.

Chloe se despide con una sonrisa y un gesto de la mano que Yuna imita hasta que descuelga el teléfono. En cuanto el auricular negro toca su oreja, su rostro se transforma en una máscara de profesionalidad con la que informa a quien llame que están hablando con BFD Artists y ella es Yuna Mori.

Chloe cumple su palabra y se aleja por el pasillo en la dirección que Yuna le ha indicado. Recuerda vagamente cómo está dispuesto todo del tour que Beca le hizo un año atrás y, tras solo equivocarse una vez y entrar sin querer en la sala de descanso, por fin encuentra la sala 5.

La puerta está abierta y de ella escapa la suave melodía de una guitarra acústica. Chloe se acerca silenciosamente al umbral, agradeciendo la moqueta que ahoga sus pasos, y se asoma para comprobar si es Beca la que está dentro o es un artista.

El menudo cuerpo de su mejor amiga está de perfil a la puerta y encorvado un poco hacia delante. Una guitarra acústica, de un negro azabache que reluce bajo la luz, descansa sobre sus piernas, alzadas en los barrotes del taburete en el que está sentada, y su mano izquierda se mueve arriba y abajo por el mástil del instrumento.

Chloe no anuncia su presencia de momento. Sabe que Beca se ha estado enseñando a sí misma a tocar la guitarra porque considera que una productora musical debe manejar todos los instrumentos posibles, pero la DJ no ha querido demostrar sus habilidades con la guitarra frente a sus amigas todavía.

Dice que no es suficientemente buena, pero, si Chloe fuese una persona normal y corriente que no sabe nada sobre Beca, pensaría que lleva toda la vida tocando la guitarra.

La morena hace una transición de los acordes aleatorios que está tocando a una melodía estable. Se marca el ritmo con el pie y la cabeza, y tras repetir la misma serie dos veces, acompaña la música de la guitarra con su voz.

I've been working later, I've been drinking stronger

I've been smoking deeper but the memories won't stop

Su voz suena sincera de una forma que resulta desgarradora para Chloe. Se encuentra a sí misma manteniendo la respiración y escondiéndose tras el marco de la puerta para que Beca no la vea en caso de que gire la cabeza.

I can't get high, I can't get by, I can't get through

I can't stop thinking 'bout you

Beca termina el segundo estribillo y Chloe decide que no necesita escuchar nada más. No puede escuchar nada más.

Su respiración es entrecortada mientras deshace a paso rápido todo lo andado para llegar a la sala 5. Pasa como una exhalación por delante de la recepción sin siquiera despedirse de Yuna, quien le lanza una mirada extrañada al ver que va sola pero no puede hacer comentario alguno porque sigue hablando por teléfono.

Chloe solo se permite pausarse una vez está dentro de las cuatro paredes metálicas del ascensor. Reposa la cabeza contra una de ellas y cierra los ojos para que las frías luces del techo no le hagan daño. Expulsa un tembloroso suspiro.

El aire dentro del ascensor comienza a ser insuficiente, y agradece cuando las puertas se abren con un plin. Sale trastabillando al exterior, al frescor del vestíbulo del edificio, y coge una bocanada de aire.

Su momento de paz se ve interrumpido cuando un mensajero la empuja a un lado sin ningún miramiento para coger el ascensor del que acaba de salir. Chloe parpadea y mira a su alrededor. Por todas partes hay personas vestidas en trajes de tonos apagados, maletines en mano, hablando o mirando el teléfono con el ceño fruncido.

Chloe, con su abrigo rojo y bufanda blanca, y sus alborotados mechones cobrizos, es una mancha de color en un lienzo en blanco y negro. En otro momento, esa imagen le habría arrancado una sonrisa. Ahora, solo consigue que se sienta fuera de lugar.

Saca su móvil y escribe un mensaje a Beca para dejarle saber que ya ha llegado. Añade un inocente "¿bajas o subo?", como si no acabase de venir de allí, y confía en que Yuna siga ocupada con el teléfono cuando Beca le responde que baja enseguida.

***

No es capaz de centrarse en lo que queda de tarde.

Escucha, como el zumbido de fondo de un motor en marcha, la voz de Beca contándole los planes sobre los que tanto han hablado para el cumpleaños de Emily. Pero las palabras carecen de sentido, son cáscaras vacías de lo que en otro momento estaba tan lleno de significado.

Su mente no deja de saltar, igual que si fuera un conejo silvestre huyendo de un lobo.

Vuelve a lo que ha pasado, a la causa de la agitación que todavía hace temblar sus nervios y ha provocado que pidiera una tila en lugar de su usual frappuccino. No deja de darle vueltas a esos versos que se han quedado grabados a fuego en su cabeza, sonando en un bucle sin fin aparente.

Tiene miedo de saber la respuesta. De preguntar y que Beca le confirme que no fue una elección al azar escoger esa canción en concreto. Que es cierto que hay recuerdos que no la dejan tranquila.

Tiene miedo de que Jesse sea la causa de todo.

Todo ese suceso se siente como una enorme bandera roja. Una enorme señal de peligro que parpadea en la oscuridad de la noche en la que Chloe se ha quedado sumida, que le advierte con sus flechas de neón que cambie de dirección antes de que sea demasiado tarde.

Lleva seis años de su vida ignorando las banderas rojas, las señales de peligro. Girando la cabeza, engañándose a sí misma diciéndose que no las ha visto. Que lo que ha ocurrido ha sido completamente imprevisible.

Pero hoy, ha salido corriendo. Lejos. En dirección opuesta. Por primera vez, Chloe ha hecho caso.

Y ese es el primer paso hacia el cambio.

***  

(Si Chloe no hubiera salido corriendo, habría escuchado cómo Beca enlazó de forma un poco torpe el final de Thinkin' About You con Beyond.

Do you think I'm being foolish if I don't rush in?

I'm scared to death that she might be it

That the love is real, that the shoe might fit.

Si Chloe no hubiera salido corriendo, se habría dado cuenta de que lo que creía que era una bandera roja, en realidad era verde.

Si Chloe no hubiera salido corriendo, habría descifrado el puzzle que Beca le dio en la playa a mediados de agosto.

Si Chloe no hubiera salido corriendo, las cosas nunca habrían cambiado

Pero Chloe salió corriendo. No escuchó ni descubrió nada.

Y Chloe empezó a cambiar)

***

Para fin de año, Chloe hace una propuesta.

Una tarde, sienta a Beca y Amy en la mesa de la cocina y les suelta un largo discurso sobre cómo llevan viviendo en la ciudad ya un año y todavía nunca han vivido una de las experiencias más típicas: ir a Times Square para ver en directo la caída de la bola y celebrar entre masas de neoyorquinos y turistas el comienzo del año nuevo.

- Vosotras sois libres de hacer lo que queráis, pero yo me voy a quedar aquí este año – dice para finalizar, con un encogimiento de hombros y un asentimiento que refuerza su decisión.

Todas deciden quedarse en Nueva York en vez de irse a sus respectivas casas a celebrarlo con sus familias, o, en el caso de Amy, con sus múltiples novios. Sin embargo, a apenas cuatro días de fin de año, Chloe recibe una llamada que lo cambia todo.

- ¿Lo dices en serio? – exclama, emocionada, al altavoz de su iPhone.

Se lleva una mano a la boca para evitar que se le escape algún tipo de gritito cuando recibe un "uh-huh" de confirmación y se gira en la silla hasta colocarse de perfil, menos expuesta a las miradas intrigadas de sus dos compañeras de piso.

- Oh dios mío, Kat, ¡eso es maravilloso! ¿Dónde te quedarás? ¿Cuándo llegas? ¿Hasta cuándo estás aquí? – las preguntas caen en una rápida sucesión de la boca de Chloe, que apenas respira hasta el final.

- Pensé que te alegraría saberlo, pero de poco me sirve que te ahogues antes de que vaya – se burla la joven, riéndose abiertamente al otro lado de la línea.

- Lo siento, es la emoción – Chloe esboza una sonrisa de disculpa que sabe que Kat no puede ver, pero sí escuchar en su voz.

Kat hace un comentario sobre cómo encuentra esa faceta de Chloe adorable que trae un ligero rubor a las mejillas de la pelirroja. Le trae el recuerdo de palabras susurradas contra su piel ardiente mientras hundía los dedos en la tierra húmeda de la orilla del lago de Barden para tener algo que agarrar.

Se deshace del recuerdo con una sacudida de cabeza, sabedora de que es precisamente la reacción de la artista está buscando provocar en ella.

- Tsk, déjate de zalamerías y dame la información que quiero, Howard – responde, cayendo de nuevo con una facilidad asombrosa en ese tira y afloja que es a ambas partes coqueteo y simples bromas.

Una vez Kat contesta a todas sus preguntas con abundancia de detalles, cuelga el teléfono con la promesa de estar en el aeropuerto al medio día dentro de tres días para recibirla. Con el iPhone todavía agarrado con fuerza en la mano, se gira hacia Amy y Beca prácticamente vibrando de la emoción.

- Era Kat – les informa innecesariamente.

- ¿No me digas? – observa Beca con una ceja arqueada. Su sonrisa sarcástica es tirante y su rostro está meticulosamente vacío de sentimiento alguno, como cada vez que la amiga de Chloe sale en la conversación –. ¿Por eso querías quedarte en fin de año? ¿Porque iba a venir ella?

Chloe frunce el ceño y le lanza una mirada a Amy en busca de apoyo, o por lo menos para comprobar si ella también piensa lo mismo que Beca. Sin embargo, la australiana está ocupada intentando quitarse un pelo de la barbilla con los dedos y usando la cámara interna de su iPhone como espejo.

- No tenía ni idea de que iba a venir – asegura Chloe, a pesar de que se siente bastante estúpida por tener que estar haciendo esto –. Si lo supiera os lo habría dicho desde un principio.

- No sé, Chlo – Beca se encoge de hombros con falsa despreocupación –. Cuando se trata de Kat siempre te comportas de forma un tanto rara.

Chloe abre la boca para contestar, pero nada sale de ella. Durante un instante se queda así, sin palabras. Observa cómo Beca se levanta de la mesa del McDonald's y recoge su bandeja de plástico para tirar los restos de la comida a la basura.

- ¡ sí que te comportas de forma rara! – lanza la réplica a la espalda de la morena. Ni siquiera está segura de que la haya escuchado. Casi mejor, porque de todos modos ha sido una estupidez, a pesar de que haya cierto grado de verdad en sus palabras.

- Las dos tenéis razón – comenta Amy de pasada, levantándose ella también.

Chloe se queda sola en la mesa en medio del ruidoso local de McDonald's, con el ceño fruncido y preguntándose si eso es realmente cierto.

Así es como, a los planes de las tres exBellas, de repente se une una persona más. Y a pesar de que la presencia de Kat altera de forma notable la forma en que Beca y Chloe habitualmente se relacionan la una con la otra, ambas deciden actuar de forma adulta y responsable.

Beca no es una borde y Chloe intenta no dejarse absorber por completo por la magnética órbita de Kat. Hasta la artista se da cuenta y también cambia su forma de actuar alrededor de Chloe.

A pesar de que pueda parecer un poco forzado, esta técnica funciona y consiguen sobrevivir hasta fin de año sin ningún altercado. A las diez de la noche del 31 de diciembre terminan de cenar y se unen a la masa de gente que camina en dirección a Times Square.

Todas llevan algún tipo de adorno, desde simples gorros de Santa Claus hasta extravagantes coronas llenas de luces programadas con diversos patrones. Chloe lleva la delantera, casi saltando de emoción entre grupos de turistas con una velocidad y energía que fuerza a las demás a apretar el paso para no perderla entre la multitud.

Se frena cuando llega al punto en que todas las personas están aglutinadas y ya no hay forma alguna de abrirse paso. Agita una mano en el aire para señalizar su posición a Beca, que a su vez le da un codazo a Amy y se acercan a donde está Chloe.

- ¿Deberíamos establecer un punto de reunión en caso de que alguien se pierda? – propone la DJ. Frota sus manos enguantadas juntas para entrar en calor y se baja el gorro de lana que lleva por debajo del de Santa Claus para que le cubra un poco más la frente.

- No creo que nos perdamos ya – la mirada de Kat recorre la pared de gente que se ha formado rápidamente tras ellas y que se extiende tanto a lo largo como a lo ancho por Times Square. La diadema con muelles que lleva puesta sobre el gorro se balancea con cada mínimo movimiento de su cabeza.

- Nosotras quizá no, pero no estoy tan segura de Amy... – Beca ladea la cabeza para apuntar a la australiana, que ya ha entablado conversación con el señor mayor que tiene al lado.

Cuando Kat se muestra escéptica, Chloe deja escapar una risita y apoya a su mejor amiga:

- No lo parece, pero es condenadamente ágil a la hora de escaparse.

Usa su mejor sonrisa para interrumpir un segundo la animada conversación unilateral que Amy está manteniendo con el señor y coloca a las chicas en un círculo.

- Ahora que tenemos tu atención – le dice a la australiana –, si nos separamos en algún momento de la noche, quedamos en la puerta del Hotel Hilton, ¿vale? – mira a su alrededor para asegurarse de que todas se han enterado y están conformes y disuelve la "reunión" con una palmada –. ¡Que empiece la fiesta! – exclama.

Amy alza los brazos por encima de su cabeza para corear su grito de forma más escandalosa y se deja su corona de luces torcida.

***

Cuando Ryan Seacrest anuncia desde el escenario que va a comenzar el descenso de la bola, el público se vuelve loco.

Amy aumenta todavía más el volumen de sus gritos hasta el punto de que Chloe ni se escucha a sí misma a pesar de que sabe que está gritando lo más fuerte que puede. Ha llegado un punto en el que la emoción y el estar rodeada de cuerpos vibrantes hace que ni sienta el mordisco de las temperaturas bajo cero de la noche neoyorquina.

También ayuda el alcohol, pero Chloe se ha limitado a la hora de beber. No quiere estar borracha, quiere tener todos sus sentidos al 100% para vivir esta experiencia en su máxima plenitud.

Cada vez que mira a su alrededor tiene a sensación de estar en un sueño y es pura magia la que corre por sus venas y electrifica sus nervios.

Un brazo se enrosca alrededor de su cintura y, cuando se gira para mirar a la persona, espera completamente encontrarse el rostro sonriente e ilusionado de Beca. En su lugar, es Kat la que amplía su sonrisa cuando sus miradas se cruzan y le señala con un dedo aguantado hacia delante para que no se pierda el momento en que le den al pulsador.

Todo Times Square parece contener la respiración mientras las manos unidas de los representantes de este año recorren el corto camino a través del aire hasta aterrizar sobre la bola morada, que se hunde bajo el peso de sus manos.

Los segundos comienzan a descontarse en números dorados en una de las enormes pantallas digitales que adornan los edificios de Times Square. Los gritos del público vuelven a rugir y todo el mundo comienza a asegurarse de tener a una persona al lado con la que celebrar la llegada del nuevo año.

Chloe mira a su derecha y alarga una mano que Beca acepta con una sonrisa algo tímida. Su mirada es huidiza y se centra rápidamente en la cuenta atrás a pesar de que se siguen escuchando los tictacs del reloj.

La bola de colores comienza su descenso y, de detrás del edificio salen fuegos artificiales disparados en todas direcciones. Entre todos, cantan a gritos el final de la cuenta atrás y llueve confeti de colores en cuanto llegan al cero.

- ¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!! – grita Chloe dando saltos en su sitio.

Tanto movimiento la ha empujado ligeramente hacia delante de modo que, cuando se gira para celebrarlo con sus amigas, la primera con quien se encuentra es Kat. Se funden en un abrazo lleno de risas y sonrisas, y se mecen de lado a lado por la emoción del momento.

Al separarse, Kat atrapa las mejillas de Chloe con sus manos enguantadas y planta un breve beso en sus labios. La pelirroja echa la cabeza hacia atrás con una risa y le da un juguetón empujón en los hombros. Sin embargo, no tienen oportunidad de hacer ni decir nada más porque Amy se echa encima de ellas y las asfixia con su abrazo.

- ¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO, ZORRAS!!! – brama en sus oídos.

Cuando por fin las suelta, bajo la amenaza real de que necesitan respirar o se desmayarán, Chloe busca a Beca en la multitud que las rodea porque es agudamente consciente de que, en algún punto de la cuenta atrás se vieron obligadas a soltar sus manos y ahora no se ha unido a su celebración grupal.

- Chicas, ¿y Beca? ¿Alguna la ve? – pregunta preocupada cuando no encuentra el gorro de Santa Claus entre las personas que se mueven a su alrededor.

- Estaba aquí hace un instante – asegura Kat con el ceño fruncido y de puntillas para intentar ver por encima de la gente.

- Ah, se ha ido a casa – responde Amy de forma desinteresada.

- ¿Qué? – exclama Chloe –. ¿Por qué? ¿Por qué no ha dicho nada?

- Tenía mucho frío y estaba cansada – la australiana se encoge de hombros, despreocupada –. Si no os ha dicho nada es porque no querría interrumpir vuestra celebración privada – comenta con un movimiento de cejas sugerente.

Kat se ríe, pero Chloe no. Se muerde el labio y, entre el bullicio, se aísla en su burbuja para sacar el móvil.

Becs <3

en línea

Estás bien?? :(

(00.23) Sí, no te preocupes

(00.23) Me estaba congelando viva y no aguantaba más >_<

(00.23) Tendría que haberte hecho caso cuando me dijiste que me pusiera ropa más gorda

Date una ducha bien calentita cuando llegues a casa

(00.23) Ugh estoy soñando ya con ello

(00.24) Estoy buscando un taxi/Uber libre

(00.24) Cuando llegue te aviso

Vale

Feliz año nuevo Bec <3

(00.24) Feliz año nuevo Chlo :*

(00.24) Pasadlo bien!

No será lo mismo sin ti <3

(Chloe nunca sospecha que lo de Beca sea una excusa.

Nunca se le ocurre pensar que Kat puede ser para Beca lo que Jesse solía ser para Chloe.)

***

Chloe no se ha olvidado de lo que Beca le dijo en la playa.

Piensa en ese acertijo que dejó en sus manos esa tarde agosto por lo menos una vez al día. Cuando menos se lo espera, cuando tiene un momento de respiro de todo lo que ocupa su mente por norma general, esa conversación con Beca vuelve a repetirse en su cabeza con la misma facilidad y nitidez que si fuera un vídeo.

Especialmente por las noches. Cuando sus defensas están debilitadas por el cansancio del día. Ese momento entre el sueño y estar despierta, en el que ya no siente su cuerpo y su mente parece que esté flotando sobre agua, en el que su cerebro divaga sobre los aspectos más tontos y existenciales de la vida.

Recuerda el puzzle que Beca le dio. Recuerda las pistas que le dijo. Recuerda la intensidad de su mirada sobre ella.

La dificultad no está en que falten piezas importantes, sino en el hecho de que no dejan de desaparecer y aparecer. Por cada paso adelante que da Chloe, Beca la empuja cinco atrás cuando menos se lo espera.

Este comportamiento errático es lo que trae a Chloe de cabeza.

Han pasado varios meses desde ese día en la playa y Chloe tiene la sensación de que Beca, más que darle nuevas piezas que incorporar al juego, como es lógico, lo que hace es balancearlas en el aire frente a sus ojos, tentarle con ellas, antes de apartarlas de su alcance justo cuando Chloe intenta cogerlas.

Están atascadas en una especie de baile en el que Beca guía en todo momento y del que Chloe no conoce los pasos. No sabe cuándo hay un giro o un cambio en el ritmo. No sabe cuándo se altera la dirección. Lo único que puede hacer es dejarse llevar ciegamente.

Y, si esto hubiera ocurrido cuatro, dos, incluso un año atrás, Chloe se habría volcado en cuerpo y alma en resolver el acertijo. No habría dudado ni un instante en cerrar los ojos y permitir que sea Beca quien la mueva.

Habría dedicado cada instante despierta a completar el puzzle, habría utilizado todos los recursos a su alcance e insistido hasta que a Beca no le quedase más remedio que darle más piezas, consciente o inconscientemente.

Pero han pasado seis años. Seis años de juegos, de trucos, de puzzles sin resolver y misterios sin explicar. Seis años de banderas rojas y señales de peligro. Seis años de pasos adelante y retrocesos inmensos. Seis erráticos años.

Muchos días se pregunta si este puzzle será diferente, si realmente merecerá la pena. Muchos días se pregunta si merece la pena seguir ignorando las banderas rojas. Muchos días se pregunta si no sería mejor dejarlo. Muchos días está a punto de tirar la toalla.

Y cuando se frustra hasta el punto de que está dispuesta a mandar todo a la mierda y darse por vencida, a tirar el puzzle a la basura y olvidarse para siempre de él, entonces es cuando Beca, de forma totalmente inesperada y por iniciativa propia, la sorprende con una pieza nueva.

Una pieza que, en ese momento, parece la más trascendental y valiosa del puzzle; pero que luego, cuando se examina fríamente y se analiza cada una de sus aristas, se descubre que carece de importancia alguna.

Completa el puzzle, pero no lleva a Chloe a estar más cerca de la solución. En su lugar, la devuelve directa a la casilla de salida para que vuelva a hacer el mismo recorrido una vez más.

Y Chloe está cansada.

Está cansada de tantas decepciones. Está cansada de tener la miel en los labios solo para que alguien le tire agua helada en la cara y pierda su dulzor. Está cansada de sufrir. Está cansada de esforzarse para nada. Está cansada de esperar por algo que ahora parece que nunca va pasar, pero que un instante después llena el aire de olor a (falsa) posibilidad.

Está cansada y está cambiando.

Es solo cuestión de tiempo hasta que pierda por completo las ganas de seguir intentándolo.

***

Chloe apoya la cabeza contra el cristal de la ventanilla y cierra los ojos con un suspiro.

La superficie transparente vibra bajo su sien, pero resulta hasta placentero. Eso, junto con el sol débil de esa mañana de marzo calentándole el rostro, el cansancio de madrugar y el hecho de que llevan fácilmente quince minutos sin moverse del sitio, poco a poco la arrullan a un estado de casi sopor.

Un impertinente hace sonar el claxon cinco veces seguidas, cada cual más larga, e impide que Chloe se quede dormida. Abre los ojos con un suspiro y busca al culpable entre la hilera de coches inmóviles.

- ¿No se da cuenta de que estamos todos igual? Por más que pite no va a cambiar nada – gruñe Beca.

- Ese tipo de personas cree que el claxon tiene poderes mágicos – responde Chloe poniendo los ojos en blanco.

Se vuelve a hacer el silencio una vez el impertinente que, para variar, conduce un Porsche, se rinde y para de tocar el claxon. Beca gira la llave en el contacto y apaga el coche porque tiene pinta de que van a estar inmovilizados un buen rato.

Sube un par de rayas más el volumen de la radio y deja que la música inunde el interior del coche. Tres canciones más tarde, el presentador del programa interrumpe para introducir la siguiente canción.

- Este un éxito que nos acaba de llegar de manos de Lauv, el nombre artístico de Ari Staprans Leff – informa con voz excesivamente energética –. Quizá le recordéis del temazo de hace unos años llamado The Other, ahora ha vuelto con la primera canción de su nuevo EP. Aquí os traemos en exclusiva, I Like Me Better.

Está claro que ninguna de las dos está prestando mucha atención al presentador pues, cuando empiezan a emitir la canción, a ambas les suena tan familiar que tardan mucho más de lo que deberían en reconocerla.

To be young and in love in New York City

To not know who I am but still know that I'm good long as you're here with me

To be drunk and in love in New York City

Chloe se sienta recta de golpe y gira la cabeza para mirar a Beca, que tiene una expresión de shock similar a la suya.

- Oh dios mío, Bec – murmura con los ojos abiertos de par en par por la impresión.

Su mano sale disparada y da golpes intermitentes a la morena en el brazo para llamar su atención, a pesar de que ya la tiene, y recalcar que está a punto de perder los papeles de la emoción.

Lleva un mes entero escuchando ese ritmo en labios de Beca y salir por los altavoces de su ordenador mientras probaba diferentes estilos. Un mes viendo a Beca y Ari pelearse con la letra a medio escribir para poder grabar. Un mes viviendo con la presión externa de tener que cumplir con una fecha de entrega.

- Bec, tu canción está sonando en la radio – exhala. Su voz se la ha llevado la sorpresa y la emoción, junto a todo el aire de sus pulmones.

- Oh dios mío – reacciona la morena por fin en un tono apenas más alto que un susurro.

Para cuando rompe el ritmo y empieza el estribillo, ambas están cantando con toda la fuerza de sus pulmones y bailando en sus asientos todo lo que les permiten los cinturones.

Damn, I like me better when I'm with you

I like me better when I'm with you

I knew from the first time, I'd stay for a long time

Al acabar, ambas están sin aliento y el atasco sigue sin moverse. Pero a ninguna podría importarle menos porque lo que acaban de vivir es aquello de lo que están hechos los sueños. Ha sido completamente surrealista y, a pesar de que lo tiene todo grabado en su móvil, Chloe todavía tiene la sensación de que ha sido un sueño.

- Esto ha sido, I Like Me Better, de Lauv – les recuerda el presentador –. Quedaos con el nombre porque va a ser un exitazo.

- ¿Por qué no han dicho tu nombre? – pregunta Chloe con el ceño fruncido.

- Ventajas de ser productor – responde Beca encogiéndose de hombros despreocupadamente. El coche de delante avanza un par de metros así que baja una mano al contacto para arrancar –. Eres el héroe sin rostro de la industria de la música, hasta que te conviertes en DJ o empiezas a sacar cosas propias.

- Bueno, tú por suerte tienes tu propio club de fans – le dice con una sonrisa y un guiño.

Le enseña el chat de las Bellas una vez vuelven a quedarse paradas en un sitio. Ha compartido con ellas el vídeo que acaba de grabar y el grupo está que estalla con mensajes llenos de orgullo y emoción que no dejan de venir de parte de todas y cada una de las chicas.

La sonrisa que Beca le regala, sin embargo, vale mucho más.

***

Horas más tarde, cuando Chloe está en su descanso para comer, su iPhone vibra con una llamada entrante de Aubrey.

La pelirroja se apresura a masticar lo que tiene la boca antes de contestar con un "hola" algo ahogado por estar tragando casi a la vez. Se ponen un poco al día sobre sus vidas, pero pronto Aubrey deja de dar rodeos y pregunta lo que quiere saber, lo que ha causado que la llame en vez de simplemente mandarle un mensaje.

- Qué guay lo de Beca, ¿no? – comenta con clara alegría en su voz.

- Estoy súper orgullosa de ella – asiente Chloe. Lleva todo el día sintiendo que su pecho va a estallar de puro orgullo y le ha relatado lo ocurrido a cada persona con la que se ha cruzado en la clínica.

- ¿Es cierto que ayudó a escribir parte de la letra?

- Ajá – responde Chloe con la boca llena. Mastica un poco y se cubre con una mano para no escupir nada mientras habla –. Cuando Ari firmó el contrato solo tenía el estribillo y unas demos vocales sobre cómo quería que fuera la música.

Le encanta conocer todos esos detalles del trabajo de Beca. Le encanta que confíe en ella para ayudarle cuando se bloquea, cuando no sabe qué palabra hacer rimar con otra que ya tiene, cuando...

- ¿Y cómo van las cosas con Beca? – pregunta Aubrey interrumpiendo el hilo de sus pensamientos.

- Pues... – Chloe se pausa para pensar qué responder exactamente y al final opta por la única palabra que se adapta a la situación –. Raras.

- Es Beca, claro que van a ser raras – ríe Aubrey con clara diversión –. Pensé que eso era parte del atractivo.

- No, Bree – pone los ojos en blanco a pesar de que su mejor amiga no puede ver el gesto –. Este es... otro nivel de rareza. Es como la canción de Katy Perry.

- ¿I Kissed A Girl?

Chloe bufa una risa ante la broma de Aubrey.

- No, la de Hot N Cold – le corrige. Sus labios se tuercen solos mientras recuerda la letra de la canción –. Es tal cual: you're yes and you're no, you're in and you're out, you're up and you're down...

Frunce el ceño mientras revuelve el contenido del tupper con el tenedor, mirando con tanta intensidad su comida que cualquiera diría que en esos granos de arroz están escritas las respuestas a todas sus preguntas.

- Desde ese día en la playa estamos atascadas en esta especie de... de... – gesticula en el aire con el tenedor como si eso fuera a ayudarle a encontrar la palabra que está buscando –, limbo. Vamos hacia delante y hacia atrás pero nunca terminamos de caer y es... – resopla –. Es frustrante.

- Chloe, ¿te has parado a escuchar la letra de la canción?

La pelirroja frunce el ceño y traga el arroz que tiene en la boca. No entiende a qué viene esa pregunta de repente.

- ¿A qué te refieres?

Aubrey deja escapar un suspiro que suena bastante a exasperación.

- Mmmm, no sé – dice, y a pesar de que Chloe no puede verla, sabe a ciencia cierta que se acaba de encoger de hombros con fingida despreocupación –. ¿To be young and in love in New York City? ¿I like me better when I'm with you? ¿Waking up in this bed next to you? – cita algunos versos sueltos de la canción para emplearlos como ejemplos –. ¿No te suena todo demasiado familiar?

La primera reacción de Chloe es reírse. Con ganas. Le parece absolutamente absurdo que Aubrey piense que puede haber algún tipo de conexión, por dios bendito, Beca solo estaba haciendo su trabajo cuando escribió algunos de esos versos.

Pero luego... Luego su mente la traiciona y se pregunta: ¿y si fuera cierto? ¿Y si Beca tuviera hipotéticos sentimientos por ella? ¿Y si los hubiera usado para completar los huecos que faltaban en esa canción de amor?

- No, Bree – niega con una convicción que ya no siente. Y se nota cómo titubea –. No creo...

En cuanto se da cuenta de lo que está ocurriendo, Chloe emite un tsk para sí misma y sacude la cabeza para desenterrar la semilla de la duda que Aubrey acaba de plantar. La arranca de la tierra y la tira a la basura sin mirar atrás.

- Ari le pidió que fuese así y ya está.

Pero Aubrey no parece para nada complacida y deja escapar un "mmhh" lleno de duda.

- Beca solo estaba haciendo su trabajo – reitera Chloe con seguridad, asintiendo para sí misma para reafirmarse en su posición.

(Si esto hubiera ocurrido cuatro, dos, incluso un año atrás, Chloe se habría dejado llevar por esa sensación de posibilidad que traen los "¿y si...?" consigo.

Pero, seis años más tarde, Chloe se lo cree: Beca solo estaba haciendo su trabajo.)

***

Azul bebé revolotea en un parpadeo adormilado y se cierran de forma casi inmediata cuando la luz del sol primaveral les golpea de lleno.

Chloe rueda en la cama con un frufrú de las sábanas y su pelo sobre la funda de la almohada. Se frota los ojos y los abre ligeramente, lo suficiente para ver entre sus pestañas el lado vacío en el que el cuerpo de su mejor amiga debería estar tumbado.

A medida que se va despertando, se va dando cuenta de varias cosas. Primero, el silencio que hay en el apartamento, solo interrumpido por el piar de los pájaros en el parque de al lado y el ruido del tráfico constante neoyorquino. Segundo, el maravilloso aroma a café recién hecho que flota por el aire.

Por último, los recuerdos de su sueño se filtran poco a poco por los bordes de su consciencia. Borrosos al principio, se van haciendo más nítidos con cada segundo que pasa. Chloe suspira y se tapa las manos con la cara, convirtiendo esa exhalación de aire en un gruñido frustrado.

- ¿Has dormido bien? – pregunta la voz lejana de Beca.

Su tono es el de una persona que se está divirtiendo muchísimo a costa de alguien más y Chloe no necesita mirar a su mejor amiga para ver la sonrisilla que probablemente está tratando de esconder detrás de su taza de café.

Lo que solo puede significar que lo sabe.

Pero si espera algún tipo de vergüenza por parte de Chloe, entonces seguro que a Beca debe sorprenderle que la pelirroja se levante de la cama quitándose las mantas a patadas y con un gruñido como toda respuesta.

Camina con pasos pesados hasta la cocina, donde coge una taza limpia y la llena de café.

- ¿Tan malo fue? – la DJ arquea las cejas desde donde está recostada, encajada en la esquina que forman las encimeras dispuestas en L –. Porque por los sonidos que estabas haciendo, cualquiera diría que lo estabas... – se pausa para darle más énfasis a su siguiente palabra –: gozando.

Beca sofoca una risita de forma que suena como si se estuviera atragantando e inmediatamente alza su taza para esconderse detrás de ella.

- Ja, ja, ja – ríe Chloe secamente mientras vuelca una cucharilla de azúcar en el líquido marrón –. Pierde toda la gracia cuando es el tercer día seguido que te pasa y no hay nada que puedas hacer al respecto – sentencia, haciendo tintinear la cucharilla contra los bordes de la taza al remover su café –. Vivir en un piso sin paredes y compartir cama están siendo la muerte de mi vida sexual – se queja con un suspiro dramático.

La morena continúa riéndose silenciosamente, la lengua atrapada entre los dientes para que le sea más fácil sofocar las carcajadas.

- No puede ser para tanto, Chlo – intenta apaciguar Beca. Azul medianoche resplandece con los restos de sus risas sofocadas y lo bien que se lo está pasando con el tema –. Hace un mes te acostaste con el tío ese... – chasca la lengua y ladea la cabeza, pensativa –. ¿Cómo se llamaba?

- Orlando – responde Chloe por ella.

- ¡Eso! – hace sonar los dedos y señala a la pelirroja con el índice –. Sabía que era una ciudad.

- De todos modos, hace un mes es demasiado tiempo – ante la ceja que Beca arquea como muestra de escepticismo, Chloe traga el café que ha bebido y se encoge de hombros –. Tengo un gran apetito sexual, Bec.

El rubor trepa por el cuello de la DJ como la espuma del champán por el interior de una copa, y se expande por sus mejillas hasta la punta de sus orejas. Beca carraspea y aparta la mirada, ocupando su boca con un sorbo de café.

- Demasiada información, Beale – musita.

(Y, si esto hubiera ocurrido cuatro, dos, incluso un año atrás, Chloe aprovecharía para cebarse con Beca cuando está en ese estado avergonzado. Habría llevado el flirteo inocente que tanto la caracteriza un paso más allá.

Habría dejado caer algún tipo de comentario sugerente, probablemente acompañado de un guiño pícaro, que aumentase el calor en su rostro e hiciera que solo fuera capaz de tartamudear ruidos inconexos de vuelta.

Pero, seis años más tarde, Chloe está cambiando.)

Deja su taza a medio beber en la encimera y se encamina de vuelta a la cama. Se deja caer con un rebote en el colchón y alarga una mano para coger su móvil de la mesilla, donde lo dejó cargando anoche.

- No te preocupes – le dice a Beca –. Voy a solucionarlo ahora mismo.

Rebusca entre sus contactos por el nombre de Orlando y el escribe un mensaje para saber si estaría dispuesto a volver a verla. La respuesta llega una hora más tarde, cuando Chloe ya ha terminado de desayunar y está aprovechando la calma de esa mañana sin Amy para estudiar.

- Problema resuelto – esboza una sonrisa torcida, agitando el móvil en el aire para que se vea el chat abierto.

- Guay – contesta Beca con un asentimiento lento.

(Cuatro, dos, incluso un año atrás, Chloe habría notado la tensión en la sonrisa de Beca. No habría sabido qué significaba, pero lo habría visto.

Pero, seis años más tarde, está demasiado distraída respondiendo a Orlando y no se da cuenta.)

***

Azul bebé revolotea en un parpadeo adormilado y agradece de inmediato la penumbra en la que está sumida la habitación. En un primer vistazo no reconoce dónde está y su cuerpo se tensa por un instante.

Entonces escucha un "mmhh" masculino salir de algún sitio por detrás de ella y es consciente del cuerpo musculoso pegado a su espalda. Del brazo curvado alrededor de su cadera, mucho más pesado y grueso de lo que Chloe está acostumbrada después de tanto tiempo compartiendo cama principalmente con Beca.

Una cascada de aire caliente roza su espalda cuando Orlando deja escapar un suspiro y cambia de posición en la cama para tumbarse boca arriba. El brazo que reposaba sobre Chloe se alza y cae por encima de la cabeza del chico en la almohada.

Ahora libre, Chloe alza el nórdico de plumas de encima de su cuerpo para sentarse en el borde de la cama. La sábana quedó hecha un churro a los pies de la cama, empujada ahí por los movimientos impacientes de dos personas absolutamente perdidos en el otro.

El frescor de la habitación, ahora que ya no está en su burbuja de "amor", muerde su piel y la eriza. Sus pies descalzos caen sobre el frío suelo de madera y su pelo enredado se desplaza hasta balancearse contra su espalda desnuda, haciéndole cosquillas.

Siente una mano acariciar su espalda con gestos un poco toscos, cargados de la torpeza típica del sueño. Se gira para encontrar los cálidos ojos marrones de Orlando parpadeando en la penumbra, tratando de enfocarla sin ayuda de sus gafas.

Chloe le regala una sonrisa.

- Tengo que irme – susurra para no romper la atmósfera de calma que flota en la habitación.

- ¿No quieres quedarte un rato más? – pregunta él con una sonrisa torcida perezosa.

Chloe ríe quedamente y sacude la cabeza. Se levanta de la cama y camina hasta la pila oscura que identifica como su camiseta. Una vez está semi cubierta por la prenda, lo suficientemente larga que le cae por debajo del culo, camina de puntillas por el frío suelo en busca de su ropa interior.

Ya vestida, su sujetador guardado en el bolsillo de su abrigo, se da cuenta de que Orlando sigue luchando contra el sueño desde su posición en la cama. No ha dejado de mirarla en todo el rato, robando los últimos vistazos a medida que Chloe cubría su desnudez.

Cuando azul bebé se cruza con marrón chocolate, ambos se sonríen. Saben que es hora de despedirse, pero ninguno ve nada malo en ello. No están interesados en perseguir su química más allá de los cuatro confines de la cama.

- Gracias por anoche – musita Chloe, agachándose para depositar un breve beso en los labios resecos del joven.

- El placer fue todo mío – responde él con voz rasposa después de tantas horas sin hablar.

-Oh, lo sé – le lanza un último guiño antes de abrir la puerta de la habitación y salir a un pasillo que no huele a sexo y sudor.

A las ocho de la mañana de un domingo, el metro va lento, pero vacío. Tarda cuarenta minutos en hacer un recorrido de treinta, sin embargo, nada puede arruinar su buen humor. Ni siquiera Amy con sus comentarios nada más llegar a casa.

- ¿Pelo alborotado? ¿Ropa arrugada? ¿Es eso un chupetón lo que veo en tu cuello? – la avasalla nada más pone un pie dentro del estudio. Chloe aparta las manos que revolotean a su alrededor y cierra la puerta tras ella –. Uuuuh, alguien ha conseguido un poco de bow chika wow wow – silba la australiana.

Se aleja de ella hacia la cocina haciendo su particular danza consistente en movimientos bruscos de la pelvis mientras dobla sus brazos de arriba abajo. Chloe se ríe y cuando se da la vuelta de colgar su abrigo, ve por primera vez a Beca.

La morena está de nuevo en su esquina, recostada contra la encimera, y a pesar de que toda su postura indica que está relajada, a Chloe le da la sensación de que no es así.

(Cuatro, dos, incluso un año atrás, Chloe habría preguntado inmediatamente qué le pasa.

Pero, seis años más tarde, desestima su instinto y se convence a sí misma de lo más probable es que esté de mal humor por haberse despertado tan pronto en un domingo.

- Es el día del señor – siempre gruñe cuando le hacen levantarse antes de las doce del mediodía –. Y el señor dijo que hoy no se puede hacer nada.

- Beca, eres atea – puntualiza Chloe con una mirada que es suficiente para cortar las quejas de raíz.)

Beca frunce el ceño cuando Amy baila contra ella y le lanza una mirada amenazadora que consigue que pare, pero no sin llamarla aguafiestas en un murmullo bastante audible. La DJ pone los ojos en blanco y no hace caso alguno.

- ¿Quién ha sido el afortunado que te tiene haciendo el paseo de la vergüenza, Chlo? – Amy mueve sus cejas de forma sugerente mientras hace la pregunta.

- De vergüenza nada – niega Chloe con un chasquido su lengua. Su respuesta le gana un aullido de aprobación por parte de la rubia y Chloe tiene que seguir hablando a través de la risa –. Y ha sido Orlando.

- Te ha estrujado bien los tomates, ¿eh?

- Ha hecho su trabajo de maravilla – se relame los labios con exagerado un guiño lascivo del que Stacie se habría sentido orgullosa.

Beca, probablemente sin intención de hacerlo tan alto, bufa. Al notar la mirada inquisitiva de Chloe sobre ella, hace contacto visual por una milésima de segundo. Hay tantas emociones flotando en ese azul medianoche, pero la más predominante es la molestia.

Antes de que Chloe pueda abrir la boca para preguntar si está bien, Beca entra en acción. Se apresura hacia la puerta del estudio sin establecer más contacto visual.

- Tengo que... – se pausa cuando coge su abrigo –. Voy a... – palmea los bolsillos para comprobar que lo tiene todo –. Ahora vuelvo.

Y sin dar más explicación, desaparece al otro lado de la puerta.

Chloe se queda parada en la entrada, mirando hacia la superficie de madera con el ceño fruncido. No entiende la reacción de Beca ni por qué parecía tan molesta cuando se han mirado.

- ¿Qué mosca le ha picado? – pregunta en voz alta.

Y, si esto hubiera ocurrido cuatro, dos, incluso un año atrás, Chloe habría perseguido a Beca hasta que la morena confesase qué le ocurre. Habría interrogado a cada persona susceptible de saber algo.

Pero han pasado seis años. Seis años que hacen que se quede en el apartamento. Que no espere una respuesta de Amy, dando por hecho que ella tampoco sabe a qué ha venido esa reacción.

Seis años que hacen que se quite los zapatos y prepare sus cosas para darse una ducha que le limpie esa capa de sexo y sudor que tiene pegada a la piel.

(Amy sí que sabe a qué ha venido a esa reacción. Sí que responde.

- La mosca del amor – suspira con una sacudida de cabeza exasperada.

Pero Chloe no lo escucha porque se está desvistiendo y el roce de la ropa en sus oídos apaga las palabras.)

***

El fin de semana siguiente, Chloe decide probar algo nuevo. O, más bien, a alguien nuevo.

Eso es lo que la lleva a estar tumbada en la cama, con el móvil suspendido sobre su cabeza mientras explora con solo su pulgar el oscuro universo de Tinder. Lleva meses sin usar la app, pero ahora está de vuelta y... ¿Sinceramente? Está siendo una gran decepción.

Desliza su pulgar hacia la izquierda sobre la pantalla para rechazar a un tío que solo tiene fotos de sus abdominales. En una rápida sucesión, rechaza en línea a cinco tíos con simples gestos de su pulgar hacia la izquierda y suspira con frustración.

Lleva fácilmente media hora y todavía no ha encontrado a nadie decente.

Se resigna a continuar su búsqueda a pesar de que le está recordando precisamente por qué llegó un punto en que entrar en Tinder le daba tanta pereza que dejó de usarlo directamente. Encontrar a Orlando en esa app fue un golpe de suerte y parece que Chloe se ha quedado sin más de esos.

Emite un "mmhh" pensativo cuando ve una chica interesante y cambia de ritmo para deslizar con su pulgar a la derecha. Aprueba a dos chicas más y a un chico, pero luego vuelve de nuevo a rechazar hacia la izquierda.

Ya con el piloto automático, casi sin prestar atención a lo que está haciendo, Chloe pulsa sobre el siguiente perfil y lo empuja hacia la izquierda.

Sin embargo, su visión se centra justo a tiempo en el rostro familiar que le sonríe desde la foto. Levanta el dedo de la pantalla táctil y la ficha vuelve a colocarse en el centro, el mismo rostro permanece inmóvil en esa sonrisa torcida que Chloe conoce tan bien que su corazón da un brinco.

Se le escapa una exclamación de absoluta sorpresa que la propulsa hasta quedar sentada en la cama, todavía mirando el móvil que sujeta en su mano derecha con ojos abiertos como platos. Parpadea un par de veces, como si esperase que fuese una alucinación, algún truco que le está jugando su cerebro, una especie de broma.

Pero cuando pulsa para ver el resto de fotos, descubre que es muy real.

- Bec – llama con la boca seca.

La DJ estira su espalda para indicar que la ha escuchado y emite un "hhhmm" de interrogación, sin despegar ni un momento la mirada del microondas.

Durante un instante, se hace el silencio, solo roto por los ocasionales estallidos de los granos de maíz convirtiéndose en palomitas bajo el calor del microondas. Chloe no sabe cuál es su táctica, pero su boca comienza a funcionar sin necesidad de que ella dé una orden específica.

- ¿Me dejas tu móvil un segundo? – inquiere.

- Cógelo – asiente Beca sin siquiera molestarse en preguntar para qué lo quiere –. Debe estar en la cama tirado.

Chloe revuelve bajo el nórdico, entre las sábanas, y lo encuentra medio escondido bajo la almohada de Beca. Lo desbloquea usando su huella dactilar y, efectivamente, tras explorar el menú de la morena descubre el famoso logo rosita con una llama blanca.

No sabe si siente ganas de reírse como loca o de correr al baño por miedo a que vaya a vomitar.

(Cuatro, dos, incluso un año atrás, este descubrimiento habría sido como un puñal al corazón. La habría dejado sin respiración y al borde de las lágrimas.

Pero, seis años más tarde, solo le revuelve el estómago y le encoge el corazón.

Chloe está cambiando.)

- ¿Desde cuándo tienes Tinder? – escupe la pregunta en un tono neutro que se inclina más hacia la curiosidad que hacia la acusación.

- ¿Qué? – eso consigue que Beca aparte la mirada del microondas, en el que ha metido una mano para coger una de las esquinas del paquete de palomitas y sacarlo antes de que se quemen.

Como toda respuesta, Chloe se limita a girar su móvil iluminado para enseñar que acaba de encontrar su perfil en la app. Beca deja el paquete de palomitas que acaba de sacar del microondas en la encimera y se acerca a la cama con pasos tentativos que se aceleran cuando Chloe pincha en su perfil para extenderlo.

- Beca Mitchell, 23. Trabaja en BFD Artists – lee en voz alta la información básica antes de dejar que sus ojos se deslicen a la biografía escrita por su mejor amiga –. 1,57. Muy sarcástica y socialmente torpe...

Por la periferia de su visión capta un movimiento repentino y alza la mirada justo a tiempo para ver a Beca abalanzarse sobre ella. Chloe deja escapar un quejido mezclado con una risa cuando el peso de la morena cae encima de ella.

La DJ tiene las manos estiradas con toda la intención de quitarle el móvil, pero Chloe reacciona rápidamente y se gira de forma que el iPhone queda fuera de su alcance. Se ríe mientras continúa leyendo.

- A veces el único motivo por el que salgo de casa...

- ¡Para! – ordena Beca en un gruñido, retorciéndose contra Chloe para escapar del agarre de sus piernas y el empuje de su mano, y poder trepar hasta donde está manteniendo el móvil lejos de ella.

- ...es para que – sigue Chloe –, si alguien me pregunta qué he hecho durante el día, no tenga que responder: Netflix e ignorar responsabilidades.

- Oh dios mío, te odio – jadea la DJ, avergonzada.

- ¡Está muy bien! – le felicita.

- No suenes tan sorprendida.

Chloe ríe ante el sarcasmo y la molestia evidentes en la voz de su mejor amiga. Aparta la mano que está presionando contra el hombro de Beca para mantenerla alejada de su iPhone y la alza hasta que tiene un pulgar suspendido sobre la pantalla táctil.

- Solo por eso te voy a dar like.

Ve la alarma en el rostro de Beca, pero no piensa nada de ella.

- ¡Espera...! – exclama la morena, abalanzándose sobre Chloe una vez más para evitarlo.

Llega tarde. Chloe ya ha deslizado hacia la derecha.

Cuál es su sorpresa cuando su foto de perfil y la de Beca se juntan en el centro bajo un aviso que indican que han hecho match. Se gira hacia su mejor amiga con una sonrisa tan grande que le duelen las mejillas y, al ver que Beca se ha ruborizado hasta la raíz del pelo, adopta una actitud juguetona.

- ¿Es esta tu forma poco convencional de pedirme salir, Bec? – bromea haciendo ronronear su voz.

- Solo en tus sueños, Beale – musita Beca con unos ojos en blanco.

Ahora que ya está todo a la luz, Beca deja de intentar luchar contra Chloe. Se gira para ver qué es lo que la está manteniendo inmóvil y descubre que son las piernas de Chloe, enroscadas a su alrededor como si fueran una boa constrictor.

- Sabes que los tengo – le dice, guiñándole un ojo cuando Beca comete el error de mirar hacia ella.

- Agh – se le escapa, todavía profundamente sonrojada. Se libera con movimientos apresurados –. Por favor, calla – suplica –. Déjame morir de vergüenza en silencio.

Beca huye a la cocina y Chloe... Chloe simplemente ríe.

***

El descubrimiento de que Beca tiene Tinder es otra bandera roja.

Una vez más, es una revelación que pone su mundo de lado y hace que tenga la sensación constante de que está a punto de perder el equilibrio y caer al vacío si no se agarra bien. Fuerza a Chloe a poner las cosas en perspectiva.

En medio del silencio de la noche, mientras Amy y Beca duermen, Chloe se encuentra a sí misma levantándose para hacerse una infusión. No porque necesite relajar la mente, sino porque el simple proceso de poner la tetera a calentar y ver cómo las hierbas se destiñen en la transparencia del agua parece tener algún tipo de efecto terapéutico en ella.

Le ayuda a pensar mejor.

Vuelca dos cucharadas de azúcar sobre la infusión. Verde pálido se oscurece con cada giro de la cucharilla en el líquido hasta volverse casi marrón. Chloe mira fijamente el remolino que se forma alrededor del mango metálico y deja que su mente vague libre.

De la mano, la lleva a ese caluroso día de agosto. Al sonido del mar, de las risas de los niños jugando en la orilla, de las conversaciones de las personas a su alrededor. A una playa llena de gente. A intenso azul medianoche mirándola fijamente desde detrás del espejo de sus gafas polarizadas.

Recuerda la voz de Beca al decirle que todavía no estaba preparada para meterse en otra relación, pero que algún día lo estaría. Y que, cuando lo estuviera, esperaba encontrar esa complicidad que no había encontrado en Jesse.

Recuerda sentir que Beca le estaba diciendo algo muy importante, pero que era como si estuviera hablando en un idioma que Chloe no entendía. Esa sensación de que ese momento era un giro en la narrativa crucial para el resto de la historia, una historia que Chloe no conocía y de la que jamás había escuchado hablar.

Casi un año más tarde no está más cerca de entenderlo que como estaba en ese momento en la playa. Ya ni lo está intentando porque, sea consciente o no, Chloe está cambiando. Y esta segunda bandera roja parece una señal de que está yendo en la dirección correcta.

Es hora de dejar de esperar por cosas que nunca van a pasar. Es hora de dejar de jugar con piezas de puzzle a las que no puede encontrar sentido. Es hora de olvidarse de ello y seguir adelante. Es hora de seguir haciendo caso a las señales de peligro.

Esta segunda bandera roja parece una señal. Una señal de que Chloe no es la única que está cambiando. No es la única que está yendo en la dirección correcta.

Beca se ha hecho Tinder y eso significa que ya está preparada para una relación. Quiere empezar a buscar esa persona con la que alcanzar el nivel de complicidad que tanta envidia provocó en las Bellas durante la boda de Cynthia Rose.

Y si esto hubiera ocurrido cuatro, dos, incluso un año atrás, Chloe habría estado destrozada.

Pero, seis años más tarde, Chloe está cansada. Y está cambiando.

Está empezando a creerse que, a pesar de que la ruptura de Beca y Jesse llenó su vida de posibilidad y su corazón de esperanza – esperanza de por fin, esperanza de ahora es mi turno –, eran ilusiones vacías.

No hay nada en la realidad que las apoye. No hay señal alguna de que Beca esté interesada en encontrar su complicidad en Chloe, y a pesar de que ese día en la playa confundió temporalmente a la pelirroja, ahora empieza a ver las cosas claramente: tiene que aceptar que Beca va a estar en su vida de una forma distinta a como ella esperaba y deseaba.

Y quizá no está destrozada, pero eso no significa que no duela. Joder si duele. Es más que dolor, es un ardor que se extiende lentamente por sus órganos, como si le hubiera dado un trago a una botella llena de lava. Escuece.

Pero es el mismo tipo de dolor, quemazón y escozor que tienes en una herida nada más vuelcas el bote de alcohol para desinfectarla. No significa que hayas cometido un error, sino todo lo contrario.

Se está limpiando, se está curando.

Es el segundo paso hacia el cambio.

***

Chloe nota de inmediato el momento en que Beca pierde la ilusión en su trabajo.

Es un viaje progresivo, una serie de acciones que Beca va haciendo de forma consciente o inconsciente a medida que deja de disfrutar de su trabajo y, en su lugar, empieza a generarle más estrés que alegrías.

A Chloe le resulta escalofriantemente similar al último año de Beca en Barden, con la diferencia de que esta vez la morena no está empeñada en ignorarla y puede desahogarse con ella. Pero el proceso es el mismo.

Todo comienza con las primeras señales de desgana.

A Beca siempre le ha costado madrugar, pero, a medida que fue ganando más libertad y responsabilidades en BFD Artists, parecía deseosa de marcharse a trabajar por las mañanas.

- Bec, si no te apuras vas a llegar tarde – avisa Chloe con el ceño fruncido mientras mira la hora en el móvil.

Por el rabillo del ojo puede ver a Beca moverse con una lentitud que parece casi deliberada. Se encoge de hombros despreocupadamente ante las palabras de Chloe y ni se molesta en intentar acelerar un poco el ritmo.

- Poco importa – musita en un tono de voz que pretende pasar inadvertido pero que, en el silencio del apartamento ahora que Amy duerme profundamente, se escucha sin problemas.

Chloe, ceño todavía fruncido, cierra con un giro de muñeca el termo de café que se está preparando. Debate consigo misma si presionar a la morena o dejarlo pasar, y un simple vistazo al rostro exhausto y apagado de su mejor amiga le da la respuesta.

- Bueno, pues por lo menos hazlo por mí – le pide –. Me prometiste que me llevarías al trabajo y yo que no quiero llegar tarde.

Y no solo era cuestión de las mañanas, porque todo podría explicarse con la aversión que Beca siente hacia el hecho de tener que madrugar. También ocurre por las noches.

Beca es una criatura nocturna, una de esas personas cuyas cabezas funciona mejor de noche que de día. Tiene más energía a medianoche que a primera hora de la mañana, es el total opuesto a Chloe.

Por esto mismo, a Beca nunca le ha importado quedarse hasta tarde trabajando. Chloe ha perdido la cuenta de las veces que le ha dejado la cena en un tupper, sobre la encimera, para que Beca cenase cuando llegase a casa a las tantas después de haberle avisado en un mensaje de que se iba a quedar hasta tarde trabajando.

Y ya no solo en el estudio. Chloe se ha ido a dormir muchas noches dejando a Beca trabajando en la mini mesa de la cocina, con los cascos sobre sus oídos y la mirada fija en la pantalla de su ordenador, y se ha despertado para ir a la clínica con Beca en la misma posición en la que la dejó.

Sin embargo, a medida que la desgana se va apoderando de ella, las noches trabajando hasta tarde se desvanecen en el aire.

- Llegas pronto – comenta Amy con clara sorpresa en su voz.

Chloe alza la mirada del diagrama que está estudiando y descubre que, efectivamente, Beca ha salido a su hora de trabajar.

- No había más que hacer por hoy – responde Beca con un encogimiento de hombros desganado.

Deja caer su maletín y lo mete sin querer debajo de la cama. Chloe y Amy esperan al momento en que se dé cuenta, lo recupere y se establezca en su sitio de siempre en la mini mesa. Sin embargo, Beca termina de quitarse los zapatos y se deja caer de cara sobre la cama al lado de Chloe.

- ¿No vas a seguir trabajando? – pregunta Chloe, extrañada.

- Nope – escueta, la morena no ofrece más información. Simplemente se acomoda sobre su almohada y procede a dormitar hasta la hora de la cena.

A la desgana le sigue rápidamente la indiferencia. No es un secreto que Beca es una perfeccionista casi obsesiva. Retoca las cosas hasta que ya no hay nada más que retocar y, entonces, repite todo el proceso hasta que está medianamente satisfecha o alguien le obliga a parar.

Beca nunca hace las cosas a medias. Cuando se trata de música, entrega el 100% de sí misma y espera lo mismo de los resultados que obtenga.

- ¿Eso es lo nuevo en lo que estás trabajando? – pregunta Chloe nada más llegar de la clínica y escuchar el suave golpeteo de la base resonar en el estudio.

- Huh-uh – asiente Beca de forma distraída.

- Suena bien – mueve la cabeza al ritmo de la música mientras se cambia la ropa de trabajo por el pijama para estar más cómoda.

- Tiene algunos fallos, pero... – Beca tuerce sus labios en una mueca –. No importa.

Hasta ese momento, las señales eran ligeras.

Chloe había notado que algo extraño le estaba ocurriendo a su mejor amiga, pero no sabía si era por el trabajo o temas personas, y cada vez que le preguntaba si estaba bien, Beca asentía y prometía estar perfectamente.

Era cuestión de tiempo que Beca no fuera capaz de seguir tragándose las cosas. Aunque, en su defensa, no tiene ni idea de que Chloe está en casa cuando entra por la puerta del estudio despotricando de forma muy audible.

- ¿Quién coño se llama a sí mismo Pimp Lo? – escupe llena de rabia –. Un niño de 6 años, ese es quien. Y que tenga la cara de llamarse artista...

Cierra la puerta tras ella con fuerza y se deshace de su abrigo casi a puñetazos. La prenda se queda enganchada con la tira de la bolsa de su portátil, que lleva cruzada en el pecho.

- Yo mando, tú sigues mis órdenes – continúa despotricando poniendo una voz ridícula, como si estuviera intentando imitar a alguien. Agita los brazos y su frustración aumenta con cada intento fallido de quitarse el abrigo –. Mírame hacer el gilipollas en el estudio y no tener ni puta idea de música.

Deja escapar un gruñido de lo más profundo de su garganta, cargado de ira. Se revuelve en el sitio hasta que consigue desenredar la tira la bolsa de su portátil. Se la quita por encima de la cabeza y la lanza sin cuidado alguno sobre la cama.

- Todo por puto dinero – sisea –. Tendrían que aumentarme el sueldo solo... – logra por fin quitarse el abrigo de un brazo –, por... – con un revoloteo, lo hace girar en el aire hasta golpear con él la cama –, soportarle – de un tirón, consigue quitárselo del otro brazo.

Se queda en el sito respirando agitadamente y con las manos convertidas en dos puños muy apretados a ambos lados de su cuerpo. Es en ese momento cuando Chloe decide hacer conocer su presencia aclarándose la garganta.

Beca a un brinco y se gira hacia ella con todas las señales de ir a empezar a echarle la bronca por andar escondida. Chloe empuja el vestidor móvil hacia un lado, desvelando que no estaba escondiéndose sino simplemente haciendo pis, y tira de la cadena.

Se cruza de brazos, con la cabeza ladeada, y se mantiene en esa posición a la espera de una explicación. Le lleva un rato, pero finalmente los hombros de Beca se hunden hacia delante con el peso de los remordimientos, porque a estas alturas no necesitan palabras.

Saber que Chloe le está echando en cara todas esas veces que le ha mentido diciendo que está bien cuando claramente no lo está.

La DJ suspira y se deja caer en el borde de la cama de cara a la cocina. Reposa los codos sobre sus piernas y, con la mirada gacha y la misma expresión que un perro al que su dueño le acaba de regañar, empieza su explicación:

- Me han asignado a este nuevo... – traga saliva como si le doliera físicamente decir la palabra –. Artista – escupe al final, casi con desprecio –. Y es la persona más repelente y sin talento del mundo.

Chloe relaja su postura y camina los pocos pasos que las separan, dejándose caer tras su mejor amiga con un rebote. Nota cómo Beca se tensa al principio, sin comprender por qué está rodeando su cuerpo con sus piernas en lugar de simplemente sentarse a su lado.

En cuanto Chloe empieza a masajear los músculos de sus hombros, la morena se desinfla como un globo pinchado y se deja hacer.

- ¿Seguro que no estás exagerando? – inquiere mientras hunde sus pulgares en músculos que parecen hechos de piedra.

La cabeza de Beca se alza como una exhalación. Se retuerce para poder lanzarle una mirada turbia a la pelirroja, todo su rostro contraído en una máscara de genuina repulsión.

- De verdad, Chlo, si vieras las pintas que lleva... – jura. Un flash de dolor e indignación cruza su rostro cuando un recuerdo se reproduce tras sus ojos –. Lo primero que me preguntó nada más entrar en la sala de grabación era si podía traerle un par de "macizas" – dibuja las comillas en el aire y hasta ese gesto derrocha desprecio e incredulidad –, para inspirarse – deja que se haga un momento el silencio para que Chloe asimile sus palabras y entonces escupe entre dientes –: Me pone enferma.

- ¿Cómo es que han firmado a alguien así como artista?

- Por culpa de I Like Me Better – musita Beca, poniendo los ojos en blanco –. A los peces gordos les gustó ganar tanto dinero y quieren que siga así. Están convencidos de que la clave es dar al público lo que quiere.

- ¿Y el público quiere a Pimp Lo? – pregunta Chloe sin siquiera molestarse en ocultar su escepticismo. No conoce al tío, pero por cómo se lo está describiendo Beca, parece un auténtico personaje.

- Los que tienen oídos que funcionan no – responde Beca totalmente inexpresiva –. Pero como ahora todos los artistas están haciendo trapetón, no quieren que nosotros seamos menos. De ahí Pimp Lo.

Chloe suspira y se muerde el labio inferior. No sabe qué decirle a Beca que le haga sentir mejor, en su opinión no hay palabras de consuelo suficientes que apañen esta situación en la que se encuentra.

Justo ahora que por fin estaba haciendo aquello que le apasionaba, se lo han quitado de las manos como quien le arrebata el biberón a un bebé porque considera que ya ha tenido suficiente.

Pero no hay quien luche contra la máquina del dinero. La canción de Beyoncé tendría que decir: who runs the world? Money; porque es una descripción mucho más gráfica de la realidad que lo que dice en realidad.

- Lo siento, Becs – suspira desde lo más profundo de su corazón.

Beca se encoge de hombros y sacude la cabeza, rechazando su compasión.

- Es... – lucha por un instante para buscar un término que suavice más o menos lo que realmente quiere decir: es una mierda. Es una putada. Pero no encuentra ninguno así que termina por agitar una mano en el aire vagamente –. Lo que sea.

Los dedos de Chloe se deslizan de los hombros de Beca por los músculos que se expanden y entrelazan en la zona de los omóplatos. Encuentra cinco nudos distintos, apretados como si el marinero más experto se hubiera dedicado a trenzarlos y enredarlos en una maraña peor que la que se forma en las luces de navidad de un año a otro.

- Jesús, Bec – murmura. Su mejor amiga deja escapar una especie de risa y bufido, sin mostrar sorpresa alguna por el estado en que se encuentra su espalda –. ¿Realmente te merece la pena?

- ¿Qué quieres decir?

La cabeza de la DJ rueda cuando Chloe usa su nudillo para hurgar en una de esas pelotas de tensión que se le han formado entre los omóplatos. Chloe trabaja un poco más la zona hasta que logra relajar un poco los músculos, y sus dedos se mueven sobre la fina tela de la camiseta en busca del siguiente nudo.

- ¿Te merece la pena quedarte en BFD Artists si este es el estado en que te vas a pasar el resto de tus días? – cuando Beca simplemente se encoge de hombros, Chloe sigue presionando, tanto con sus dedos como con sus palabras –. Te he visto este último mes, Bec. Parecía que un dementor te estuviera absorbiendo la energía poco a poco...

- Un dementor que lleva los pantalones por debajo del culo y demasiadas cadenas de oro para un tío blanco que mide 1,55 – comenta Beca por lo bajini con una risa sarcástica.

- Me preocupas – insiste Chloe –. Si tu trabajo lo único que va a hacer a partir de ahora es robarte la felicidad y las ganas de vivir... – deja que su voz se apague por un instante mientras se distrae con los músculos de su mejor amiga –. Quizá deberías plantearte buscar otra cosa.

Pero Beca ya está sacudiendo la cabeza en una negativa antes incluso de que Chloe termine de hablar.

- Chlo, al contrario de lo que Amy cree, el alquiler y las facturas no se pagan solas – argumenta.

- Pero...

- No – interrumpe Beca rápidamente, alzando una mano. Gira sobre su sitio en el borde de la cama hasta que puede mirar a Chloe a la cara, quien deja caer sus manos en su regazo ahora que no tiene con qué ocuparlas –. Lo que te pagan haciendo prácticas en la clínica apenas te llega para cubrir tu parte, y sé que te sabe mal seguir teniendo que depender de tu madre. No voy a dejar todo el peso del apartamento sobre ti – y su voz está cargada de rotundidad.

- No me importa pedirle a dinero a mi madre, tu felicidad, tú, sois más importantes – le asegura Chloe, pichándole suavemente con un dedo en el hombro.

Puede ver en azul medianoche que esa declaración derrite un poco a Beca por dentro, pero se mantiene firme en su decisión.

- Mi felicidad puede aguantar un poco más – esboza una sonrisa triste –. Seguro que esto es simplemente una fase, un capricho de los mandamases, y en cuanto se aburran las cosas volverán a ser como antes.

Se gira para que Chloe pueda continuar con su trabajo, sin embargo, a la pelirroja le lleva un minuto más reponerse porque no puede dejar de pensar: nunca nada es simplemente una fase.

***

Cuando Chloe se mudó a Nueva York, pensó que esa era la última de todas las sorpresas que el universo podía darle. Nunca pensó que, dos años más tarde, terminaría en un tour por Europa con las Fuerzas Armadas y compitiendo de nuevo junto a sus Bellas.

(Esta es una de las muchas sorpresas que todavía le quedan por descubrir. Y no todas van a ser tan buenas.)

Recuerda leer el mensaje de Emily que lo desencadenó todo y creer estar teniendo una alucinación provocada por haberse frito el cerebro estudiando como loca para el examen de acceso a la universidad.

- ¿Qué miras con tanta intensidad? – le pregunta Amy después de que Chloe se pase dos minutos con la vista clavada e inmóvil sobre la pantalla de su iPhone.

- ¿Una reunión? – dice en ese momento Beca desde donde está sentada en la encimera, móvil en mano.

- ¿Una reunión? – repite Amy sin entender nada.

- Emily y las nuevas Bellas tienen una actuación en el Aquarium de Nueva York en un mes – le explica la DJ –. Ha propuesto que nos reunamos todas con ellas allí.

- ¿Sabéis lo que esto significa? – exclama Chloe con retraso, reaccionando por fin.

Todo su rostro se ha iluminado por la ilusión y contrasta con las arrugas de preocupación y estrés que antes adornaban su ceño fruncido. El impulso tras sus palabras la lleva a levantarse de la cama de un salto y caer de rodillas sobre el colchón.

- ¿Que nos volveremos a ver? – intenta adivinar Amy.

- ¡¡Y volveremos a cantar juntas!! – completa Chloe, una sonrisa tan grande en el rostro que le duelen las mejillas –. ¡¡Va a ser aca-increíble!! – rebota en la cama como si fuera un niño en pleno subidón de azúcar después de una fiesta de cumpleaños llena de dulces.

Ve la sonrisa reprimida de Beca, el primer signo de genuina alegría que adorna su rostro en lo que Chloe siente que ha sido una eternidad, y piensa para sí misma que la idea de Emily no podría haber sido más oportuna.

No se equivocaba.

Que luego resulte transformarse en un tour por Europa junto a su familia... Es una auténtica bendición añadida. Y puede que solo vayan a ser unas semanas, luego volverán a Nueva York y tendrán que hacer frente a sus vidas; pero es un soplo de aire fresco que se lleva todas sus preocupaciones con él.

El estrés del examen de entrada para la universidad tiene a Chloe asfixiada incluso después de haberlo hecho. Se da cuenta de que hasta la más pequeña vibración de su móvil casi le provoca un ataque al corazón pensando que es la llamada, de la que todo su futuro depende.

Y sabe que no es la única que está agradeciendo este respiro. Beca también lo necesita para distraerse del hecho de que actualmente no tiene trabajo. La DJ vuelve a ser ella misma: dulce, despreocupada, feliz, sarcástica y socialmente torpe.

Aunque ha de admitir que es un poco – bastante – agotador visitar cuatro países en cuatro días.

Sus cuerpos han perdido completamente el sentido del tiempo y no tienen horario, comen cuando les dan de comer, duermen cuando les dicen que es hora de dormir. Tienen la sensación de que se pasan la mayoría de sus días en aeropuertos y aviones. Pero es poner pie sobre el escenario y todo el cansancio se evapora de sus cuerpos.

Es como volver a Barden de nuevo, y Chloe siente que su corazón es incapaz de dejar de revolotear de felicidad en el interior de su pecho. Las Bellas están disfrutando de cada segundo subidas en el escenario, bailando viejas rutinas que todavía recuerdan de sus épocas actuando en fiestas de hermandades.

Y se nota. Puede que empezaran con mal pie – un pie retorcido y roto, prendieron fuego a una suite, por dios bendito –, pero ahora que han decidido simplemente aprovechar el tiempo que van a estar juntas, ahora es cuando están empezando a sacar todo su potenciar y a recibir atención por parte de DJ Khaled.

Y DJ Khaled no es el único que les presta atención. Los soldados ya no las juzgan con sus miradas como hicieron la primera vez que actuaron con Cheap Thrills, sino que parecen hasta emocionados cuando se colocan en formación, a la espera de ver con qué canción les van a deleitar esta vez.

Chloe también ha pillado al asistente de DJ Khaled – ¿Theo se llama? No está segura – mirándolas fijamente desde los bastidores del escenario. Apartado. Pensativo. Con algo en su rostro que se mueve entre la curiosidad y algo que parece admiración. Y casi siempre intenta abrirse paso por la masa de cuerpos musculosos para hablar con Beca una vez desfilan fuera del escenario entre vítores y aplausos.

Y luego está Chicago. Con sus chisporroteantes ojos azules siempre atentos en Chloe, preparados para distraerla y hacer revolotear su estómago en cuanto establecen contacto visual, aunque solo sea unos segundos.

Chicago es justo lo que Chloe tan desesperadamente estaba buscando. Es la aventura sencilla, sin complicaciones, la distracción que necesita para comenzar a superar por fin sus sentimientos por Beca.

De modo que Chloe se deja distraer. Se distrae con Chicago. Se distrae con las Bellas, su familia, a la que tanto había echado de menos.

(Se distrae tanto que nunca ve las caras de desagrado que Beca pone cada vez que ve al soldado.)

Lo único que Chloe lamenta es que Stacie no pueda estar aquí con ellas.

- Aaaw lo sé, cielo – responde la morena cuando se lo dice durante su llamada diaria por FaceTime. Sus labios se tuercen en un puchero que luego se transforma en una sonrisa embobada –. Piensa que fue por una buena causa.

Stacie gira la mano con la que está sujetando el móvil en alto para que la cámara enfoque la cuna en la que la pequeña Bella está durmiendo plácidamente.

- Es tan bonita – susurra Chloe, sin querer hablar más fuerte por miedo a despertar al bebé.

Sabe que Stacie ha estado teniendo un par de días duros adaptándose al hecho de despertarse todas las noches con los llantos desesperados de un bebé que no siempre está hambriento y que muchas veces llora por llorar.

- Claro que lo es, salió a su madre – Stacie le regala un guiño lento y jocoso que hace reír a Chloe –. Pero suficiente de hablar de mí, háblame de tu soldado – pide haciendo ronronear su voz –. ¿Ha habido algún avance en ese frente?

- Buen juego de palabras – le felicita Chloe entre risitas. Siente sus mejillas calientes, una reacción que se encuentra a sí misma experimentando cada vez que Chicago está involucrado en la conversación.

Un golpeteo en la puerta de su habitación de hotel hace que azul bebé salte de la pantalla de su móvil a la puerta. Le hace un gesto a Stacie para que espere un segundo, extrañada por estar recibiendo visitas cuando se supone que todas las Bellas se fueron a dormir después de la cena.

- Bec – exclama casi sin aire tras abrir la puerta.

La morena suelta el labio inferior que tenía atrapado entre los labios y su expresión de incertidumbre cambia a una de disculpa.

- ¿Te he despertado? – inquiere, repasando con la mirada la trenza semi deshecha con la que Chloe se ha sujetado sus mechones cobrizos y el pijama arrugado.

- No, estaba hablando con Stacie – tranquiliza. Alza la mano en la que tiene su iPhone para que la Bella pueda ser incluida en la conversación y, al mismo tiempo, tira del antebrazo de Beca para que entre en su habitación.

- Hola, capi – saluda Stacie.

- Hey, Stace – saluda Beca, sus ojos iluminados cuando ve la sonrisa de su antigua compañera de equipo. Se acomoda junto a Chloe en la cama, arrastrándose hasta que están hombro con hombro para caber las dos dentro de la cámara –. ¿Qué tal está la pequeña Bella?

- Afortunadamente durmiendo – suspira con alivio, lo cual hace reír a Beca –. Ahora, si no os importa, me gustaría volver a la parte en la que me alimentáis con cotilleo del bueno – ante la expresión de confusión de la DJ, Stacie esboza una sonrisa torcida y se apresura a ponerla al día –. Chloe estaba a punto de contarme cómo está la situación con Mr. Soldado.

- Chicago – aporta la pelirroja con unos ojos en blanco, pero el gesto derrocha cariño y hasta una pizca de vergüenza.

Beca se tensa a su lado y pone un poco de distancia entre ambas, lo suficiente como para que solo mitad de su cara entre en la cámara. Chloe le lanza una breve mirada para asegurarse de que está bien antes de volver a poner toda su atención en la pantalla de su móvil.

- Chicago – se corrige Stacie con un movimiento de cejas sugerente –. Tiene nombre de machorro.

- Tiene nombre de ciudad – musita Beca en un bufido.

Chloe frunce el ceño ante la reacción de Beca, pero Stacie no ve nada extraño en ella. Simplemente se ríe, como si pensase que es una de las típicas bromas de la DJ, y continúa presionando en busca de información.

- Dame los detalles, pelirroja.

- No hay nada que decir, en serio – responde Chloe. Vuelve a notar el calor acumularse en sus mejillas y odia a su cuerpo por traicionarla de esa forma. Supone que es que no está acostumbrada a ello, lleva tanto tiempo sin que una persona provoque ese tipo de reacciones en ella.

El liarse con su propia lengua hasta el punto de que se traba con las palabras más sencillas. El empezar a hablar, empujada por los nervios, hasta que ya no sabe ni lo que está diciendo ni si tiene sentido. El dejar de escuchar por estar embobada mirando a una persona.

Ni siquiera Beca había despertado ese tipo de reacciones en ella. Quizá la de no escuchar por quedarse embobada, pero no las demás. Con Beca, Chloe siempre había tenido la carta superior. Siempre había estado en control de la situación.

Chloe era confianza desbordante y verdades sugerentes, mientras que Beca era palabras atragantadas y mejillas sonrojadas.

Pero con Chicago, pierde el control completamente. Vuelve a convertirse una niña de 13 años que todavía cree que hay un príncipe azul ahí fuera esperando por ella y que se olvida hasta de su nombre cuando su crush le saluda en el pasillo.

Y Chloe no sabe por qué. No entiende qué le pasa ni por qué su cuerpo se transforma en flan cuando cruza miradas con los ojos azules del soldado. O cuando le regala una de sus sonrisas.

Quizá es porque Chloe no está acostumbrada a tanta atención. Quizá es que ya no sabe qué se siente cuando la persona demuestra interés en ella abiertamente. Quizá se ha olvidado ya de lo exhilarante que es saber que la posibilidad de que pase algo es real.

(O quizá es porque Chloe está desesperada porque esto funcione y triunfe donde lo de Beca ha fracasado.)

- No puedo creerme que, pasando tanto tiempo juntos, no haya ocurrido nada todavía – exclama Stacie, incrédula.

Chloe se encoge de hombros como si la cosa no fuera con ella y Stacie tiene algo que decir al respecto, pero el llanto de un bebé rompe el silencio. La exBella tuerce su rostro en una máscara de disculpa y suspira.

- Adiós a la paz... – se lamenta –. Tengo que irme, chicas. Pero no os olvidéis de llamarme mañana en cuanto sepáis quién ha ganado – pide mientras la observan regresar a la habitación en la que está la cuna de Bella.

Los llantos se intensifican de volumen hasta el punto de que resulta hasta doloroso para sus tímpanos, y ambas excapitanas no pueden evitar que se les escapen gestos de molestia.

- Os quiero – se despide Stacie apresuradamente.

- Te queremos – responden Chloe y Beca a la vez, aunque la llamada se cuelga a la mitad.

Se hace el silencio en la habitación. Y a pesar de que Chloe ha estado con Beca muchas veces en silencio, esta vez no siente la comodidad usual que abraza su cuerpo como una manta y lo llena de calor.

Esta vez, se siente en tensión, preparada para reaccionar a una situación que ni siquiera sabe cuál es.

- Bueno – dice Beca en voz queda –, creo que lo mejor será que me vaya a dormir – deja caer ambas manos sobre el esponjoso nórdico de la cama sobre el que están sentadas y las usa para empujarse hasta el borde.

Chloe la observa dar tres pasos de camino a la puerta de su habitación antes de que su boca comience a hablar sin que ella tenga control alguno sobre ella:

- Oye, Bec – su llamada causa que la DJ se congele a medio camino de dar el cuarto paso y gira la mitad de su cuerpo para mirarla –. ¿Tienes algo en contra de Chicago?

- ¿Qué? – responde la morena en una risa que suena un poco defensiva. Se gira completamente y cruza los brazos, su ceño fruncido –. No conozco al tío, ¿por qué iba a tener algo en su contra?

Chloe se muerde el interior del labio inferior, dejando que su mirada revolotee por la habitación.

- Bueno, ese es el tema – señala ladeando la cabeza –. No has hecho esfuerzo alguno para conocerle.

- Porque no merece la pena, Chloe.

Su tono, una mezcla de obviedad e irritación, presiona el nervio equivocado en Chloe. Frunce el ceño y deja escapar todo el aire por la nariz en una ruidosa exhalación que se convierte en una risa fría.

- ¿No merece la pena conocer al tío – pronuncia la palabra de forma que deja saber que se está burlando de la elección de Beca – que nos está cuidando y se está asegurando que estemos cómodas durante el tour?

Cuando termina, entrecierra los ojos. Todo culmina en la imagen de una persona a la que no le ha sentado nada bien lo que alguien más ha dicho y se está asegurando de que esa otra persona sea muy consciente de ello.

Beca recibe el mensaje alto y claro. Descruza los brazos para que caigan a ambos lados de su cuerpo y cambia el peso de un pie a otro. Se pasa la lengua por los dientes frontales mientras piensa.

- No – responde al final, alargando las dos letras de forma que suena cautelosa, pero también algo burlona –. No merece la pena conocer a un tío que no vamos a volver a ver en nuestras vidas una vez termine el tour en un par de días. Ni siquiera entiendo por qué estás interesada en meterte en ese lío – continúa con un encogimiento de hombros que pretende ser despreocupado, pero Chloe puede ver la tensión en la línea de sus clavículas.

Su contestación es calculada y va dirigida a golpear precisamente a donde sabe que va a doler. Chloe recula en su interior, pero en el exterior no lo deja ver.

- Porque Chicago es una buena persona y me trata bien – rebate la pelirroja.

Porque Chicago es simple. Porque Chicago me hace caso. Porque Chicago no tiene miedo de mostrar interés. Porque Chicago no se anda con acertijos.

Un músculo tiembla en la mandíbula de Beca.

- ¿Segura que no es porque tiene nombre de ciudad? – ataca con voz vacía de emoción –. Al fin y al cabo, esos parecen ser tu tipo.

Chloe entorna los ojos y sacude la cabeza.

- Vete a dormir, Beca.

La DJ lo acepta sin protestar. Se marcha silenciosamente de su habitación, sin portazo ni dramatismos. No se despide ni mira por encima del hombro una última vez, solo se desliza a través del hueco formado por la puerta semi abierta.

Chloe supone que sabe que se ha pasado, pero es demasiado orgullosa como para pedir disculpas en este momento y, sinceramente, Chloe no sabe si se las aceptaría.

Ambas necesitan espacio para respirar.

Al día siguiente, hacen un buen trabajo a la hora de ignorarse. Tienen práctica en el tema. Es solo cuando acaban de entrar en el hotel de Francia que comparten una mirada breve. Beca rompe el contacto visual a los dos segundos, en cuanto ve que Chloe acompasa su paso para situarse al lado de Chicago y poder entablar conversación.

Pero esa mirada es suficiente para Chloe. Puede ver que Beca ha meditado sobre lo ocurrido y está arrepentida. Es una chincheta, una promesa de que el tema va a quedar pendiente sobre sus cabezas hasta que encuentren el momento adecuado para hablar de ello.

Beca le da la espalda para volver con las Bellas. Se pone a hacer el tonto con Amy, Flo y Ashley mientras se sacan selfies juntas; y Chloe es testigo de todo desde su posición un poco más alejada.

Observa con ojos brillantes a su familia. Ve a Amy darle una galleta a Beca, la décima desde que han entrado en el hotel, y la DJ la acepta sin rechistar a pesar de que ya debe de estar empachada. Escucha las risas del grupito cuando revisan las fotos que se han sacado y siente su corazón comprimirse dentro de su pecho.

Ver a Beca interactuar con las Bellas le hace darse cuenta exactamente de cuánto ha cambiado su mejor amiga desde la primera vez que cruzaron miradas en la feria de actividades de Barden.

Había notado el cambio de Barden a Nueva York, por supuesto. La primera vez que a Beca se le escapó el llamar "cielo" a una dependiente del supermercado cuando la mujer se agobió por haber metido la pata con el ticket y no saber anularlo, Chloe se pasó media hora riéndose de la expresión de horror que Beca se puso a sí misma.

Había notado que sus bordes se habían suavizado, que no tenía tanta tendencia a utilizar sus palabras para atacar a los demás. Pero en el aspecto físico, los cambios no eran tan obvios.

Con Chloe, Beca siempre ha sido distinta. Por algún motivo, quizá por la forma en que se conocieron, las barreras de Beca nunca han llegado a funcionar del todo en Chloe. Amy directamente no hace caso alguno de las rarezas la morena, y con la gente que no conoce o con la que no tiene confianza, Beca sigue irradiando incomodidad.

De modo que Chloe nunca había tenido forma de comprobar realmente la evolución de Beca en ese aspecto. Hasta ahora. Ahora puede ver cómo sus ojos parecen estar permanentemente sonriendo y cómo se muestra mucho más cómoda con las muestras de afecto físicas.

La antigua Beca se habría apartado como si le hubieran dado un calambre cuando Lilly descansa su barbilla sobre su hombro mientras observan a Evermoist actuar por primera vez. Esta Beca acaricia con suavidad la mejilla de la Bella y permite que siga en esa posición porque sabe que Lilly necesita la cercanía en ese momento.

La antigua Beca se habría pensado dos veces si subirse a un barco lleno de tíos armados para rescatar a las Bellas de su secuestrador. Esta Beca se asegura primero que todas las Bellas hayan saltado al agua y vuelve a por Amy a pesar de estar pisando una literal bomba a punto de explotar.

Y Chloe, por todo el miedo que lleva sintiendo desde que se dieron cuenta de que estaban encerradas en la parte trasera de una furgoneta sin forma alguna de pedir ayuda, siente su corazón pararse dentro de su pecho cuando el agua que la rodea tiembla y retumba con la explosión del barco.

Sale a la superficie y utiliza la primera bocanada de aire que coge para gritar.

- ¡Beca! ¡Beca! – llama con toda la fuerza de sus cansados pulmones.

Gira frenéticamente en el agua en busca de la cabeza de su mejor amiga. Cuenta siete cabezas correspondientes con siete Bellas que están asustadas pero sanas y salvas. Sin embargo, sigue sin encontrar ni a Amy ni a Beca.

Nada hasta que está al lado del bote salvavidas en el que, supone, Amy y Beca han remado hasta el barco. Escucha un quejido venir de algún punto por encima de su cabeza y de dentro del bote, y un rato después, Amy se incorpora con un gruñido.

Al ver el barco en llamas, se pone en pie para celebrarlo.

- ¡Chúpate esa, papá! – se burla mientras baila como puede sin usar su brazo herido.

Chloe intenta que el pánico no la sobrepase cuando sigue sin encontrar a Beca. Ya es suficientemente agotador nadar para mantenerse a flote, si le añade el tener que preocuparse por ser capaz de respirar puede que las cosas se tuerzan para ella rápidamente.

- ¡Beca! – grita de nuevo.

Nota una mano en su hombro por debajo del agua y, al girarse, descubre a Beca tras ella. El alivio es tal que por un momento se olvida de que tiene que mantenerse en constante movimiento y se hunde.

Reemerge escupiendo agua y se lanza de una brazada sobre Beca, atrapándola en un incómodo y poco útil abrazo. Sus piernas chocan cada vez que las mueven y Beca gorgotea algo cuando el peso añadido la sumerge bajo el agua hasta la nariz.

- Pensé que te había pasado algo – susurra Chloe. Su voz todavía tiembla del miedo y el alivio, y por estar nadando –. Solo podía pensar en que, la última vez que hablamos, peleamos.

- Estoy bien, Chlo – le tranquiliza Beca –. Estoy aquí.

Y a pesar de que estar abrazadas supone que Beca se tenga que esforzar el doble por mantenerlas a flote, no hace nada para romper el momento.

***

- Merci beaucoup – le dice Chloe a la enfermera de Salvamento Marítimo que se ha asegurado de que no haya sufrido lesión alguna por la explosión.

La mujer asiente con una ligera sonrisa y sale de la carpa a la que han llevado a las Bellas después de pescarlas del agua. Las Bellas están desperdigadas, siendo atendidas por enfermeros. No ha habido ninguna baja, la lesión más grave es la gran magulladura que le va a salir a Amy la Gorda en el hombro después de haber caído de morros sobre la barca.

Chloe se recoloca mejor la manta que le han dado para que entre en calor a pesar de seguir con la ropa mojada, y se levanta de la silla. Pasa al lado de Emily al salir de la carpa, a quien están auscultando los pulmones, y le da un suave apretón en el hombro.

Encuentra a quien está buscando de pie al borde del muelle, observando el mar del que acaban de ser rescatadas. Se acerca con pasos silenciosos hasta quedar a su lado, sin molestarse en romper el silencio.

- Lo siento – dice Beca al cabo de un rato. Su voz suena ronca y sus labios están secos y agrietados por la sal –. Fui una auténtica gilipollas la otra noche, no debería haber dicho nada de eso.

Chloe gira la cabeza para mirarla, pero no dice nada.

- No es excusa, pero... – se pasa la lengua sobre los labios para humedecerlos y tuerce el rostro en una mueca –. Desde que empezó el tour he estado durmiendo bastante mal y ya sabes que el cansancio me convierte en una gruñona...

- ¿Por qué estás durmiendo mal? – pregunta Chloe.

Se encuentra a sí misma esperando. Casi sin respirar, espera a ver los labios de Beca curvarse para formar las palabras que confirmen que está teniendo el mismo problema que Chloe: su cama está demasiado vacía sin ella a su lado.

Es realmente una tontería, pero después de dos años de compartir cama, se ha acostumbrado a que la profunda respiración de Beca la arrulle hasta caer en los brazos de Morfeo.

- Estoy convencida de que es la cama – dice Beca en su lugar. Esboza una pequeña sonrisa torcida llena de humor ácido –. Mi cuerpo ya no está acostumbrado a dormir en un colchón tan bueno.

Sus ojos, sin embargo, cuentan una historia distinta. Azul medianoche dice: tú sabes por qué no puedo dormir bien. Lo sabes. No me hagas decirlo en voz alta.

Chloe tuerce los labios, planteándose si presionar o no. Pero hay una fragilidad en la mirada de Beca que ha visto en muy raras ocasiones y que le suplica sin palabras que no lo haga. Es la misma fragilidad que Chloe vio en sus ojos la noche que Beca se enteró de que Jesse se iba a Nueva York.

Es miedo.

De modo que Chloe estira sus labios en una sonrisa y le da un codazo juguetón a Beca.

- ¿Acaso estás implicando que nuestro querido sofá cama no es lo suficientemente bueno para ti?

Sus risas se ven interrumpidas cuando Theo llega corriendo a donde están. Su rostro todavía muestra restos del susto que probablemente se haya llevado cuando le han dicho que las Bellas habían sido secuestradas y estaban en ese barco que ha explotado.

No es una noticia fácil de digerir.

- He llegado... lo más rápido... que he podido – jadea. Se aprieta con dos dedos una zona bajo las costillas y hace una mueca de dolor –. ¿Estáis todas bien?

- Tranquilo, tío – le tranquiliza Beca con unas palmaditas torpes en el hombro –. No ha habido heridos, estamos todas bien.

Chloe asiente para respaldar a su mejor amiga.

- De hecho – interrumpe –, Beca quiere decirte algo.

Empuja a la morena cuando esta se gira con expresión de traición y le susurra un "ya me lo agradecerás" por lo bajini. Beca entorna los ojos, pero se gira hacia Theo y esboza una tirante sonrisa que pretende hacer ver que no ocurre nada raro.

- ¿Te lo has pensado mejor? – pregunta el productor, emocionado.

- La respuesta es sí – asiente.

- ¡Sí! – lo celebra Theo con un salto en el aire –. Te prometo que no te vas a arrepentir.

- No lo sé... Creo que ya lo estoy haciendo – le pica Beca.

Y en ese momento Chloe sabe a quién le recuerda el británico: a Jesse. Le golpea como si le acabase de caer encima un rayo y por un instante su expresión se queda congelada en shock.

Cuando vuelve en sí, es como si alguien hubiera pintado por encima del productor con un bolígrafo rosa fosforito señalando todas las cosas que le han hecho llegar a esa conclusión: los amables ojos marrones, la sonrisa de niño pequeño, la emoción con cada aspecto de la vida, su actitud bromista y la facilidad con la que acepta todos los golpes de humor de Beca.

Pero, por encima de todo, la similitud más llamativa, es la forma en que mira a Beca. Con la misma admiración con la que una persona miraría a un unicornio si tropezara con él en medio de un bosque. Deslumbrado por su belleza, sin poder creerse que sea suficientemente digno como para estar en presencia de un ser tan mágico.

Chloe reconoce esa mirada porque la ha visto en sí misma. Se la ha visto a Jesse. La ha visto en otras personas que se han cruzado en la vida de Beca y que han tenido la mala suerte de sufrir, como Aubrey lo llama, el efecto Beca.

Es otro tipo de rayo. Cae sobre ti de la nada, sin que lo veas venir, sin posibilidad de esquivarlo. Y lo peor de todo es que te deja marcado para siempre.

Las señales están ahí, escritas todas por el rostro de Theo. Es tan claro que le sorprende no haberse dado cuenta antes, aunque también es cierto que Chloe ha estado bastante distraída durante este tour. Distante, casi. Preparándose para lo inevitable.

Casi siente lástima por Theo, porque es tan obvio que Beca no tiene interés alguno en él. El pobre no tiene oportunidad alguna con ella y todo el mundo es capaz de verlo.

Y, entonces, es cuando el segundo rayo cae sobre ella: ¿pensarán lo mismo de ella cuando ven cómo mira a Beca? ¿También habrán sacudido las cabezas con lástima porque sigue esperando por algo que es obvio que nunca va a pasar?

Es suficiente para dejarla entumecida.

Se fuerza a volver a la realidad cuando escucha su nombre. Parpadea para enfocar lo que tiene frente a ella y descubre, con alivio, que nadie se ha dirigido a ella directamente. Pero lo que sea que haya dicho Beca sobre ella hace que la atención de Theo recaiga en Chloe.

El productor parece estar evaluándola con la mirada y Chloe entiende ahora las quejas de Beca sobre cómo Theo mantiene demasiado el contacto visual.

- ¿Habéis pensado en cómo queréis llevar vuestra relación? – dice Theo de repente.

La pregunta aparece tan salida de la nada que Chloe y Beca se tiran un minuto en silencio simplemente procesando las palabras.

- ¿Cómo? – fuerza Chloe tras un rato, transmitiendo toda la confusión que siente en ese momento en esas simples cuatro letras.

- Si queréis que sea pública desde un primer momento o si la vais a mantener en secreto – especifica Theo de una forma que lo hace sonar obvio. Y quizá lo es. Pero no para Chloe y Beca. El productor, sin embargo, no se deja afectar por sus silencios y continúa hablando con la rapidez característica de un británico nervioso –. Te voy a pasar el número de Rachel, es nuestra chica de Relaciones Públicas y ella te aconsejará...

- Tío – escupe Beca casi con esfuerzo. Parpadea y sacude la cabeza mientras intenta hacer sentido de lo que está ocurriendo –. Para un segundo – le pide alzando una mano en su dirección.

Theo se muestra sorprendido, pero obedece y bloquea el móvil que había sacado para buscar el número de Rachel. Chloe permanece callada, totalmente muda, y con la sensación de que su cuerpo todavía está más frío a pesar de la manta en la que está enroscada.

- ¿Qué relación? ¿A qué te refieres? – pregunta Beca.

- Vosotras – el productor mueve el dedo en el aire de lado a lado para señalar el espacio entre ambas.

- Oh – exclama la DJ. Pero no continúa.

El silencio se alarga y, con él, la incomodidad de la situación. Así que Chloe carraspea para recuperar su voz.

- Theo, Beca y yo no estamos juntas – aclara, intentando no sonar de ninguna forma negativa.

- No. No estamos juntas – reacciona entonces Beca. Niega la cabeza con tanta fuerza que Chloe se pregunta si no se está mareando –. ¿Cómo...? ¿Qué demonios te ha hecho pensar eso? – suena casi escandalizada.

Chloe siente la repentina necesidad de desaparecer. De no estar ahí. De huir.

- Yo... Eh... – Theo, ligeramente sonrojado, se pasa una mano por la cabeza mientras abre y cierra la boca en busca de una explicación lógica –. Lo del arbusto y... – mira a Chloe como si fuera a decir algo sobre ella, pero la expresión de la pelirroja debe ser suficiente aviso porque deja que su voz se apague y sacude la cabeza con una expresión confundida –. Perdón. Ya veo que lo he leído todo mal.

- Bastante mal – recalca Beca.

Chloe traga saliva. Esto es... demasiado.

- Voy a... – señala por encima de su hombro con el pulgar y una sonrisa débil que espera que resulte creíble. Ni siquiera sabe qué piensa usar como excusa, pero entonces ve un destello de pelo rubio a través de la apertura de la carpa y ve su salvación –. Voy a ver cómo está Bree.

Beca le lanza una mirada larga, como si sospechase algo. Pero al final dibuja una simple sonrisa en sus labios y asiente.

***

Es muy tarde cuando las Bellas por fin vuelven al hotel a descansar.

Se apelotonan todas dentro del mismo ascensor porque ninguna tiene suficientes ánimos como para esperar más. Presionan sus respectivos pisos y, cuando es su momento de bajarse del ascensor, se despiden con apagados murmullos de buenas noches.

Chloe se mantiene en silencio en una esquina, sin siquiera corear los buenas noches que las Bellas que siguen subiendo devuelven a las que se bajan. Observa la recepción vacía a través de las paredes acristaladas, sus ojos trazan los mosaicos que adornan los suelos de mármol y piensa que este es, fácilmente, el hotel más lujoso en el que jamás se ha hospedado.

Cuando llegan al undécimo piso, Bree posa una delicada mano en su brazo para indicarle que es hora de moverse. Chloe le regala lo que es el amago de una sonrisa y, aunque su mejor amiga le lanza una mirada preocupada, sabe que este no es el momento de preguntar. Se queda en su habitación, la primera del pasillo, y observa con el labio inferior entre sus dientes cómo Chloe y Beca siguen caminando juntas.

Ambas amigas se paran cuando llegan a la 1107, la habitación de Chloe. Esta saca la llave del bolsillo de sus vaqueros húmedos y la encaja en la cerradura. Sin embargo, no llega a girar a la izquierda para abrir.

Levanta la cabeza de donde la ha apoyado en la puerta y mira a Beca, que parece estar esperando, con las manos en los bolsillos traseros, a que Chloe entre en su cuarto.

- ¿Tan malo sería salir conmigo? – pregunta en voz baja.

Beca no reacciona al instante, sino que se queda en blanco un momento antes de fruncir el ceño y mover la cabeza en búsqueda de una explicación.

- ¿Qué?

Chloe apoya su hombro en la firme superficie de la puerta y se rasca una ceja. Luego usa la misma mano para señalar hacia atrás en el aire.

- Antes – clarifica –, cuando Theo nos ha confundido con una pareja. Has reaccionado como si fuera una locura.

- No... Es solo que... – Beca intenta explicarse, pero parece que esa es la única justificación que le viene a la mente. Resopla, como frustrada consigo misma, y se frota la frente con los dedos con tanta fuerza que Chloe puede ver cómo sus uñas se vuelven blancas –. Eres mi mejor amiga, ¿sabes?

Chloe traga saliva y lucha las lágrimas. Asiente, confirmando sus sospechas.

- Ya... – murmura con voz ronca.

Cuando Beca ve su reacción, intuye inmediatamente que la ha cagado. Da un paso adelante, preocupada y arrepentida, y se muerde el labio inferior.

- Chloe...

Pero Chloe ha tenido suficiente por hoy.

- Buenas noches, Beca.

Gira la llave en la cerradura con un golpe de muñeca y abre la puerta. Beca sigue en el pasillo sin hacer amago alguno de irse o seguirla al interior de su habitación, en un conflicto consigo misma que se refleja en su rostro.

Al final, sin embargo, Chloe entra, cierra la puerta tras ella, y Beca la deja marchar sin objeción alguna.

Chloe no está segura de qué habría preferido: que luchase por ella o que la dejase ir de una vez por todas.

***

Esa es la tercera y última bandera que Chloe necesita para convencerse a sí misma de dar el último paso.

Esa noche, Chloe por fin baja la mano al borde del libro.

Al día siguiente, durante la actuación de Beca, entre lágrimas y con un corazón lleno de pena e inmensa alegría, selecciona la siguiente página.

Cuando Beca termina de cantar y es capaz de controlar sus sollozos, clava sus ojos anegados en lágrimas en Chloe y le regala una sonrisa tan feliz como triste. Alarga una mano para ella y Chloe la coge, dejando que Beca la acerque a su cuerpo para darle otro abrazo.

Este se siente distinto. No sabría muy bien explicarlo, pero parece que esta vez la que se está agarrando a Chloe como si fuera su salvavidas es Beca. Siempre es al revés.

- Ven un momento – le pide Beca una vez decide soltarla.

Chloe asiente, aunque no sabe qué está pasando. Mira una última vez a sus Bellas y, con una sonrisa, permite que Beca la guie al backstage. La morena se asegura de que no haya nadie en los alrededores antes de girarse hacia Chloe, y la pelirroja nota la respiración atascarse en su garganta por la forma en que Beca la está mirando.

- Chloe... – empieza a decir.

- Beca, Khaled necesita hablar contigo – interrumpe Theo, materializándose a su lado por arte de magia.

Beca pone los ojos en blanco con tanta fuerza que a Chloe se le escapa una risita.

- ¿Tiene que ser justo ahora? – se queja con el mismo tono que un niño pequeño.

Entre gruñidos, y tras hacer prometer a Chloe que esperará sin moverse del sitio, permite que Theo la arrastre no muy lejos de allí, donde DJ Khaled está sentado en una silla con un hombre musculoso masajeando sus hombros.

Le da a Beca un grueso taco de hojas encuadernadas que la DJ mira con algo de inseguridad. Chloe escucha pasos cerca de ella y se gira, esperando que sea alguna de sus Bellas, pero se encuentra a Chicago.

El soldado balancea sus brazos, golpeando el puño izquierdo con su mano derecha abierta en un gesto de nerviosismo que a Chloe le parece adorable en un hombre como él. Lleva su uniforme puesto y el azul marino hace resaltar sus ojos más que nunca.

La imagen entera hace que algo se remueva en su pecho y se olvida momentáneamente de Beca. Con determinación en sus pasos, marcha con las zancadas más amplias que le permiten sus tacones y se planta frente a Chicago. Le agarra de la corbata y tira de él para unir sus labios en un beso que sabe a anticipación y dulce victoria.

Con ese beso, Chloe coge la página y la levanta, preparada para pasarla y comenzar un capítulo nuevo.

***

La vibración de su móvil rompe su distraída observación el paisaje de Nueva York mientras el Uber atraviesa la ciudad.

Su sonrisa es automática cuando ve el nombre de Chicago aparecer en la pantalla iluminada, y rápidamente pulsa dos veces sobre la notificación para abrir el mensaje entrante. Llevan desde que se despidió de él en la puerta del aeropuerto de Niza hablando sin parar, a excepción, por supuesto, de las horas de vuelo en que tenía que tener el móvil en modo avión.

Chicago no tarda ni 1 minuto en responder al mensaje que acaba de mandarle, y su comentario le arranca una risa que ahoga en el fondo de su garganta. Aun así, un torrente de aire escapa de su nariz de forma bastante audible y causa que Beca, Amy, y el conductor del Uber a través del espejo retrovisor, se giren a mirarla.

- ¿De qué te ríes? – pregunta Amy desde el asiento delantero.

- Nada, una cosa que me ha dicho Chicago – responde Chloe con tono despreocupado.

Beca pierde el interés de forma inmediata en cuanto escucha el nombre del soldado. Ha estado actuando un poco distante con Chloe desde que presenció a la pelirroja enmarcada en un beso de película con Chicago.

Los dedos de Chloe se mueven con destreza por encima de la pantalla táctil de su móvil y, dado que la radio está apagada, solo se escucha el tap tap de sus pulgares y el ronroneo del motor del coche.

- ¿No te has dado cuenta? – dice Amy con cara de circunstancias, golpeando la rodilla de Beca con la mano para que sepa que le está hablando a ella.

- ¿Qué? – pregunta Beca, confundida.

- Me huelo lo peor – continúa Amy.

- ¿Qué dices?

Chloe deja el móvil un instante al escuchar a sus amigas hablar y presta atención a su conversación.

- Porque ese par se va a enamorar – la australiana señala a Chloe con un gesto de cabeza –. Volvemos a ser dos...

El conductor del Uber y Chloe son los primeros en descubrir qué está ocurriendo y empiezan a reírse quedamente. Beca, sin embargo, sigue completamente perdida y mira de uno a otro en busca de alguien que le ayude a comprender qué demonios está pasando.

- La brisa de la noche – canta Amy, moviendo una mano en el aire para dibujar un arco –, la luna y su color.

- Amy, ¿de qué coño hablas? – gruñe Beca –. Estamos en pleno día.

- El clásico romance lleno de... – se pone la mano en la frente en un gesto extra dramático – desastres por amor.

La cosa es, Chloe sabe que esta canción no se aplica a ella.

No está saliendo con Chicago y no tiene perspectiva alguna de un futuro con él. Chloe no puede pasar otra vez por el sufrimiento de estar con alguien enamorado de otra persona. O, en este caso, de otra cosa. Chicago adora su trabajo, está casado con él; y, además, está estacionado en Europa.

No hay quien haga funcionar una relación con una persona que vive en otro continente y rara vez tiene permiso para marcharse. Así que decidieron quedar como amigos que, si coincide que vuelven a estar en la misma ciudad y ambos siguen solteros, no tendrán problema en ayudarse mutuamente a llegar a la tercera base.

La australiana coge una exagerada bocanada de aire, y es la pausa que el conductor y Chloe necesitan para pillar la indirecta y unirse a ella cuando empieza a cantar.

- Es la noche del amooooor, el cielo trae paaaz...

Beca por fin se da cuenta de lo que está ocurriendo y pone los ojos en blanco, haciendo todo un show de taparse los oídos cuando los demás alzan el volumen.

- El mundo está perfecto en su quietud, con todo en su lugaaaar...

Y, siguiendo el consejo de la canción, Chloe permite que Amy siga cantando sin molestarse en explicarle la realidad de la situación.

***

Cuatro, dos, incluso un año atrás, Chloe habría estado paralizada por el pánico ante la perspectiva de tantos cambios.

Ahora que están de vuelta a Nueva York en su estudio, que sigue siendo demasiado pequeño para tres personas, parece que vayan a retomar sus vidas justo donde las dejaron antes de marcharse a Europa. Sin embargo, todo ha cambiado.

Señal de ello son las múltiples cajas marrones esparcidas por el apartamento y que les roban el poco espacio que queda, todas clasificadas claramente con sus nombres para que ninguna termine llevándose algo que no le pertenece.

No les queda mucho tiempo en su pequeño estudio. Cada una va a seguir su camino: Chloe se marcha a Ithaca, a cuatro horas en coche de Nueva York, para volver a la universidad. Beca se va al otro lado del país a trabajar con DJ Khaled y convertirse en la estrella que Chloe siempre ha pensado que es. Y Amy, ahora que ha descubierto que estaba sentada sobre 180 millones de dólares sin hacer nada al respecto, se va a mudar a un loft desde el que puede ver Central Park.

Todo está cambiando.

Y si esto hubiera ocurrido cuatro, dos, incluso un año atrás, Chloe habría sentido tanto miedo que habría sido incapaz de respirar. Pero han pasado seis años y está preparada para enfrentarse a esta etapa de su vida.

Hay muchas cosas que no sabe. No sabe cómo va a ser vivir sin los escándalos de Amy o el calor corporal de Beca al otro lado de la cama. No sabe cuánto va a tardar Amy en gastar más de la cuenta y volver a estar en bancarrota. No sabe qué va a ser de ella sin ver a su mejor amiga todos los días al volver a casa.

Sin embargo, por cada cosa que no sabe hay algo que está emocionada por descubrir. A pesar de que tiene que luchar 24/7 contra las ganas de llorar cada vez que mira a su alrededor y ve el abarrotado estudio todavía más abarrotado con cajas de mudanza, siente nervios de los buenos por empezar de cero en Ithaca.

A Chloe siempre le ha gustado tener la oportunidad de reinventarse y redescubrirse a sí misma al ritmo que va descubriendo a personas nuevas.

La vibración de su móvil sobre el granito de la encimera interrumpe el hilo de sus pensamientos y alza la mirada para localizar su iPhone en la cocina. Gira la cabeza para romper la cinta de embalaje que tenía atrapada entre los dientes y frota la mano por encima del plástico transparente para que se pegue al cartón de la caja.

Dobla una esquina del borde de la cinta que todavía está unida al rollo para que sea fácil encontrarlo de nuevo cuando lo necesiten y la deja encima de la caja antes de cruzar la carrera de obstáculos que se ha convertido el pequeño estudio.

Becs <3

en línea

(20.01) Qué estás haciendo ahora mismo?

Beca Mitchell.

Estás intentando hacer sonar mi hotline bling???

Va a ser tu siguiente pregunta qué llevo puesto??? ;)

(20.03) Qué tonta eres...

(20.03) Estás libre o no?

Sip, solo estaba terminando de cerrar algunas cajas para que estén listas para mañana

Por qué preguntas? Tienes una propuesta (in)decente para mí??? ;)

(20.04) Puede ser ;)

(20.04) Reúnete conmigo aquí

Localización

Uuuh qué misteriosa

El Uber tarda cinco minutos en llegar a buscarla, Chloe escucha a la conductora hacer sonar el claxon dos veces para indicar que está abajo. Vuela por las escaleras y entra en el todoterreno como una exhalación, impulsada por la intriga.

La mujer arranca hacia la dirección que le ha mandado Beca. Lleva el cable auxiliar conectado para reproducir música desde su móvil, y a pesar de que el volumen va muy bajo, el tono triste de la canción que está sonando enseguida capta la atención de Chloe.

If it doesn't hurt me, why do I still cry?

If it didn't kill me, then I'm half alive

La voz de la cantante le resulta familiar y no es hasta que no sube a un agudo que Chloe la reconoce por Camila Cabello. Intrigada, se inclina hacia un lado para poder ver la pantalla del salpicadero y toma nota del nombre de la canción.

Something's gotta change, but I know that it won't

No reason to stay is a good reason to go

Siente la letra de la canción resonar en su interior y remover algo que llevaba mucho tiempo balanceándose en el aire tranquilamente. Por suerte para Chloe, antes de que pueda caer en una espiral oscura, la conductora de su Uber se frena en doble fila y le anuncia que ya han llegado.

La pelirroja se estremece, como si así se estuviera librando de la sombra que había cubierto sus hombros como una manta y mira por la ventana para situarse.

Están paradas delante de uno de esos edificios corporativos en los que en una planta puedes encontrarte un bufete de abogados y en la siguiente una editorial de libros eróticos. A Chloe le encantan estos edificios porque nunca sabes qué va a haber dentro.

Agradece a la conductora y se asegura de ponerle 5 estrellas en su valoración personal antes de abrir la aplicación de mensajes. Con pasos distraídos, camina hasta pararse en la acera a los pies del edificio. Tiene que echar la cabeza hacia atrás para ser capaz de ver dónde termina.

Becs <3

en línea

Uuuh qué misteriosa

Ya estoy aquí!!!

Qué hago ahora?

(20.36) Dale tu nombre al portero

(20.36) Él te dirá a dónde ir

Sí señora ;)

El portero es un hombre que debe estar cerca de los cincuenta con el rostro adorablemente marcado por las arrugas típicas de una persona que se ríe mucho. Alza la cabeza cuando Chloe entra en el vestíbulo y todo su ser se ilumina ante la perspectiva de un poco de compañía en la larga noche.

- ¿En qué puedo ayudarte? – pregunta mientras se quita los cascos con un calculado tirón a los cables.

- Erm... – Chloe duda un instante, caminando hasta que acorta la distancia entre ella y el mostrador. Sus ojos revolotean por los casilleros construidos en la pared para guardar el correo –. Puede que esto suene algo raro – previene torciendo la boca –, pero mi amiga me ha dicho que te diga que soy Chloe Beale – su voz se alza al final de forma que lo hace sonar más como una pregunta que como una afirmación.

- Aaah – el portero asiente y hace rodar su silla –. Piso quince, según sales del ascensor todo recto hasta el final del pasillo.

Se inclina sobre el mostrador de madera para señalar con una mano enguantada hacia la zona del vestíbulo donde hay una hilera de tres ascensores. Chloe le da las gracias y sigue las instrucciones al pie de la letra, sintiendo su curiosidad crecer con cada piso que trepa dentro de esa jaula metálica.

Se siente como la protagonista de una película que está a punto de recibir la mayor sorpresa de su vida. No sabe qué tiene planeado Beca, pero algo importante debe ser si ha creado toda esta especie de búsqueda del tesoro para traerla hasta aquí.

Recorre el pasillo recto hasta que se ve obligada a parar frente a una puerta. Es blanca, de madera, y no hay ningún distintivo ni plaquita metálica que indique qué le espera al otro lado. Tendrá que descubrirlo una vez llame al timbre.

Un breve minuto más tarde, la puerta se hace a un lado y descubre a su mejor amiga con una pequeña, pero sincera sonrisa en sus labios.

- ¿Qué gano por haber seguido bien todas las pistas? – pregunta Chloe con actitud juguetona.

- No era tan complicado – Beca pone los ojos en blanco y su sonrisa se agranda –, te lo he dado todo hecho.

- Tsk, no me quites mérito – le chista agitando una mano en el aire en su dirección –. De todos modos, ¿qué demonios es este sitio, Bec?

Beca se retira hacia un lado y se lleva la puerta con ella para que se abra más.

- Entra y descúbrelo por ti misma – le regala un guiño.

Por un momento, Chloe se olvida de respirar, pero se repone con facilidad. La curiosidad es más fuerte y se está muriendo de ganas de descubrir a dónde la ha traído Beca.

En cuanto traspasa el umbral de la puerta, sus pies pisan la mullida maqueta morada al estilo leopardo. Sus cejas se arquean solas y sus labios se fruncen en una sonrisa mal contenida, pero se contiene de hacer comentario alguno y recorre la espaciosa entrada con la mirada.

Hay unos sillones de cuero blanco en un lateral y, opuestos a ellos en el otro lado, una alta mesa blanca de recepcionista. Tres planchas metálicas cuelgan de la pared tras la mesa, de arriba abajo, recortadas para formar tres palabras: We The Best.

Chloe lo lee dos veces, su ente funciona a toda velocidad. Sabe que es algo que ella conoce, pero no es capaz de ubicarlo.

- We the best music – canturrea Beca en algún punto tras ella.

Su voz se desliza por el aire en ese ritmo conocido hasta llegar a Chloe, y le resulta tan familiar que, por un instante, solo es capaz de quedarse mirando el diseño fijamente. Repite para sí misma el saludo y las palabras que casi siempre le siguen vienen a su mente como un relámpago.

Cuando mira a su alrededor, lo ve todo de forma distinta. Porque ahora sabe dónde está: en la discográfica creada por DJ Khaled.

- Hostia puta – musita, sus ojos abiertos como platos.

- Lo sé – asiente Beca con una risa queda –. Esa fue mi reacción cuando entré por primera vez.

- ¿Cómo...?

- Necesitaba equipo profesional y Theo me ofreció el estudio – hace un gesto circular con la mano para señalar sus alrededores –. Sinceramente, pensé que sería un almacén con una vieja mesa de mezclas o algo así, jamás pensé que fuera a dejarme sola con equipos que cuestan millones – sacude la cabeza, sonriendo con incredulidad.

Chloe, que sigue vagando por la recepción mientras cotillea hasta los jarrones con flores de plástico, frunce el ceño ante algo que ha dicho Beca.

- Espera, ¿necesitabas equipo profesional? – se pausa, pensativa. Una pequeña bombilla se enciende dentro de su cabeza y deja escapar una exclamación ahogada –. ¿Estás componiendo música?

- Um... – Beca parece volver a ese extraño aire de timidez que es tan poco característico en ella –. Durante el tour empecé a trabajar en una canción – intenta hacerlo sonar como si no fuese gran cosa, pero la velocidad con la que Chloe se acerca a ella deja claro que sus esfuerzos están fracasando.

- ¿Por qué me estoy enterando de eso ahora? – reclama.

Un flash de algo, una emoción oscura, cruza por los ojos de Beca. Chloe lo ve, pero solo porque está mirando fijamente a su mejor amiga. No tiene ni idea de qué ha dicho para provocarlo.

- No estaba lista entonces – explica Beca tras esa breve pausa.

- ¿Y ahora? – pregunta, impaciente.

- Estás aquí, ¿no? – es lo único que dice la morena antes de girar sobre sus talones y echar a andar por el pasillo.

Chloe tarda un segundo más en reaccionar, pero aprieta el paso y en seguida alcanza a Beca. El piso no es muy grande, tiene una pequeña sala de descanso, una pequeña cocina y lo que Chloe asume que son cuatro estudios de grabación.

Beca entra en el último. Las paredes son de un amarillo cálido, los muebles de madera oscura y todo contribuye a crear un espacio acogedor que invita a relajarse. Chloe toma asiento en el mullido sillón de cuero marrón que mira hacia la zona de trabajo.

Hay una simple lamparita encendida dentro de la cabina, dejando esa parte sumida en la semioscuridad. La mesa de mezclas parpadea a la espera de ser tocada y en la pantalla en reposo del Mac flota una hoja de marihuana.

- No lo puesto yo – se apresura a defenderse Beca cuando ve la ceja arqueada y la sonrisa de diversión reprimida de Chloe.

Se deja caer sobre la ancha silla de cuero y pulsa un par de botones que devuelven el ordenador a la vida. Ahora su pantalla iluminada muestra el programa de edición lleno de capas de distintos colores superpuestas unas sobre otras en distintas líneas del tiempo.

Beca arrastra el ratón por las distintas capas, haciendo click aquí y allá hasta quedar satisfecha con sus cambios. Entonces, su mano encuentra sin mirar ni equivocarse una sola vez la ruedecita que maneja el volumen de los altavoces en el mar de ruedecitas que es la mesa de mezclas.

Sin embargo, la música no empieza a reproducirse inmediatamente. Beca parece tener un momento de pausa, como si se lo estuviera pensando mejor, y su mano tiembla ligeramente por el esfuerzo de tenerla suspendida en el aire sin moverse.

Chloe se pregunta qué le estará provocando esas dudas. Tiene la sensación de que, cuando su mejor amiga por fin toma una decisión, su mano recorre a cámara lenta el espacio que la separa de la barra espaciadora del teclado.

El aire está cargado de anticipación y cuando por fin el silencio es roto por tres acordes de piano, Chloe se da cuenta de que ha estado conteniendo la respiración. Se obliga a sí misma a tranquilizarse, sin entender por qué siente todo su cuerpo cargado de electricidad estática.

Sin embargo, nada podría haberla preparado para el momento en que la voz melancólica de Beca se filtra a través de los altavoces como gas tóxico saliendo por un conducto de ventilación.

Dirty tissues, trust issues

Glasses on the sink, they didn't fix you

Deja escapar el aire de sus pulmones en una temblorosa exhalación y alza la mirada. Beca ha girado la silla de forma que Chloe puede ver su perfil delineado por la luz que se filtra a través del cristal de la cabina. Tiene un codo apoyado en el reposabrazos de la silla y su mano extendida sobre la boca.

Secret keeping, stop the bleeding

Lost a little weight because I wasn't eating

No lo parece, pero Chloe puede ver el blanco de sus uñas que delata la fuerza con la que se está presionando los labios. Cuando empieza el estribillo, la pierna izquierda de Beca arranca a moverse arriba y abajo en su característico tic nervioso y Chloe siente un miedo repentino por lo que está por venir.

Loving you was sunshine, safe and sound

A steady place to let down my defenses

But loving you had consequences

Chloe escucha su respiración atascarse de forma bastante audible en su garganta y, vagamente, a través de ojos desenfocados que se llenan de lágrimas, ve la mano de Beca crisparse en un puño sobre su regazo.

Escucha el eco de la voz de Beca cruzando la penumbra de su vieja habitación en la casa de las Bellas.

- Me gusta tu cuarto. Tiene algo. Es como... Como un lugar seguro.

Siente el fantasma de dedos fríos entrelazados con los suyos y recuerda el apretón que le dio a Beca tras asegurarle en un susurro que siempre iba a ser un lugar seguro para ella.

Hesitation, awkward conversation

Running on low expectation

Chloe traga saliva a duras penas a través del nudo que se le ha formado en la garganta, que se aprieta con cada nuevo verso. Su visión se enfoca y desenfoca a medida que parpadea para disipar las lágrimas y ya ni está segura de si las está deshaciendo o simplemente están rodando por sus mejillas sin que ella las note.

No sabe la cantidad de veces que ha soñado con este preciso momento, el instante en que su mundo se quedase inmóvil, suspendido en el aire, al descubrir que todas esas veces que a Chloe le había dado la impresión de que Beca correspondía sus sentimientos, no habían sido imaginaciones suyas.

Es cierto, Beca siente lo mismo que Chloe siente por ella.

Sin embargo, en ninguno de sus sueños dolía tanto descubrir la verdad. Se siente entumecida, como si hubiera pasado tanto tiempo fuera en el frío que ya ni lo nota. Porque mientras Beca para Chloe lo es todo; Chloe para Beca es algo con consecuencias.

Loving you was dumb, dark, and cheap

Loving you still takes shots at me

La brutal honestidad que desgarra la voz de Beca al cantar añade más presión a su pecho hasta el punto de que ya no es que tenga la sensación, sino que está segura de que no puede respirar. Le duelen los pulmones igual que si le estuvieran pinchando con mil agujas a la vez.

And I lost so much more than my senses

'Cause loving you had consequences

La melodía de fondo se desvanece progresivamente hasta que se hace un silencio tan absoluto que a Chloe le zumban los oídos. Aunque también puede que eso se deba a la velocidad con la que su sangre corre por sus venas, impulsada por un corazón que se siente pesado, pero que late desbocado de todos modos.

Se las apaña para coger una temblorosa bocanada de aire que no hace mucho a la hora de calmar el ardor de sus pulmones. La cabeza le da vueltas y lo peor de todo es que Beca ni siquiera es capaz de mirarle a los ojos y enfrentarse a esas consecuencias sobre las que estaba cantando.

- ¿Desde cuándo lo sabes? – pregunta Chloe con voz rasposa una vez el silencio amenaza con volverse tan espeso que podría asfixiarla.

Beca aprieta la mandíbula y niega con la cabeza.

- Solo lo sospechaba. Hasta...

Alza la mirada al techo y traga saliva, sin terminar su frase. Pero Chloe no necesita que lo haga porque ella ya sabe cuáles son las palabras exactas que faltan: hasta Nueva York. Hasta que las cosas empezaron a cambiar. Hasta aquel día en la playa.

- ¿Por qué no dijiste nada nunca?

Beca gira la cabeza ante su pregunta y se sorbe la nariz, oculta tras una cortina de mechones castaños. Quizá piense que eso sea suficiente para disuadir a Chloe de seguir por esa línea de conversación, pero Chloe no ha llegado a donde está precisamente por ponerse las cosas fáciles.

- Llevas un año sola, Beca – presiona –. Si sabías lo que sentía por ti, ¿por qué nunca dijiste nada?

- ¡Lo intenté! – exclama la morena girándose a mirarla con ojos anegados en lágrimas –. Pero ya era demasiado tarde.

Chloe sacude la cabeza y siente gotitas calientes caer sobre sus manos. Mira hacia abajo, sorprendida al descubrir que son lágrimas. Ni siquiera era consciente de que está llorando.

- Malgasté tanto tiempo y esfuerzo intentando arreglar lo mío con Jesse, cuando estaba claro que no tenía arreglo, que perdí mi oportunidad contigo – Beca parece auténticamente torturada por su error –. Pasaste página.

- No... – su voz se rompe y se levanta del sillón por la frenética necesidad de aclarar las cosas –. Becs, no has llegado tarde – dice en un murmullo ronco –. Todavía te quiero.

Sin embargo, más que alegrarse por escuchar esas palabras caer de labios de Chloe, Beca parece sentir la emoción contraria. Llora con más fuerza y niega con la cabeza, como si estuviese intentando evitar que las palabras entren por sus oídos.

Chloe la mira con una súplica silenciosa en sus ojos que sabe que Beca es capaz de leer: dilo. Dilo de vuelta. Dilo y olvidaremos que todo esto ha ocurrido. Dilo y por fin podremos estar juntas.

Dilo por favor.

- No puedo – contesta la morena con voz ahogada –. No puedo... – toda su expresión es la de una persona que está sometida a un dolor terrible y aprieta la mandíbula para no emitir sonido alguno mientras llora.

- ¿Por qué no?

- Porque si lo digo todo cambiará. Nada volverá a ser igual.

- Pero eso es bueno, ¿no? – pregunta Chloe con clara confusión y desesperación.

- Ya es tarde, Chlo – solloza –. Mañana te marchas a Ithaca y yo me voy a Los Ángeles, vamos a estar en puntas separadas de un país y no... No es así como se supone que tienen que ir las cosas – musita en una queja que parece ir más bien dirigida al universo –. Las relaciones y yo... No sé cómo van, no sé cómo hacer que duren.

- Estuviste cuatro años y medio con Jesse, Beca – le recuerda con dureza.

- ¡Y fíjate cómo ha acabado! – exclama la DJ levantándose de la silla bruscamente.

- No puedes entrar en una relación ya pensado que va a terminar mal, Beca. La estás condenando al fracaso desde el primer momento.

- No tiene nada que ver con eso – rechaza Beca negando con la cabeza –. Lo di todo con Jesse, hasta lo que no tenía. Luché y peleé por lograr que sobreviviera y al final solo conseguí empeorar la situación.

- Pero yo no soy Jesse – susurra Chloe.

- Lo sé – asiente, dando un paso hacia delante –. Eres mucho más importante que Jesse, eres mi mejor amiga, Chloe – traga saliva y sus ojos se anegan en lágrimas de nuevo –. No puedo... No puedo arriesgarme a cagarla y perderte para siempre. No sabría vivir sin ti.

Suena y luce tan desolada que Chloe siente ganas de abrazarla hasta que lo peor pase a la vez que quiere cogerla de los hombros y agitarla de lado a lado para hacerle entrar en razón y darse cuenta de que está cometiendo el mayor error de su vida.

No sabe cómo sentirse, su cuerpo es una mezcla de emociones contradictorias que están en batalla unas con otras. La alegría y la esperanza de saber que sus sentimientos son correspondidos, el dolor y la desolación de descubrir que Beca no está dispuesta a darles una oportunidad.

Es tan agridulce que se debate entre las lágrimas y la rabia.

- Si no te arriesgas... Me vas a perder de todos modos.

Beca la mira con auténtico terror en su azul medianoche, el mismo que Chloe siente paralizar su cuerpo al darse cuenta de que esas palabras no han sido ningún tipo de ultimátum tonto que solo busca provocar una reacción.

Sabe que ha sido la fría certeza de su cerebro quien le ha hecho decirlas. Porque, a veces, no tener un motivo para quedarte es señal de que lo mejor que puedes hacer es marcharte.

- Dame un año – suplica Beca, impulsada por la desesperación –. Un año. Luego volveré a Nueva York y a lo mejor...

- ¿Quieres que ponga mi vida en pausa durante un año solo por un "a lo mejor"? – le interrumpe.

La DJ se detiene bruscamente y Chloe puede ver en su rostro el momento en que el peso de la realidad se asienta sobre su pecho. Azul medianoche se llena de una tristeza incontenible y todo su cuerpo parece hundirse hasta hacerse más pequeña de lo que ya es.

- No – niega con una sacudida de cabeza y actitud derrotada –. Claro que no.

- Llevo demasiado tiempo paralizada por el miedo... Estoy cansada de contentarme con sobrevivir – dice Chloe a pesar del nudo de su garganta y el temblor que se apodera de su cuerpo –. Quiero vivir, Beca, y eso supone estar con alguien que no tenga miedo de aceptar que siente lo mismo que yo.

Traga saliva y coge aire. Cierra los ojos y su rostro se transforma en una mueca de dolor simplemente por pensar las palabras que quiere decir a continuación. Las palabras que van a suponer el punto final definitivo.

Su corazón estalla en un millón de pedacitos, como confeti por su pecho, al darse cuenta de lo inevitable de la decisión que acaba de tomar.

- Si no puedes ser esa persona para mí, entonces voy a necesitar que desaparezcas de mi vida – lágrimas vuelven a caer por sus mejillas en una cascada incesante –. Porque mientras sigas estando presente, no voy a ser capaz de...

Exhala el aire en un sollozo silencioso y su voz se convierte en un agudo quejido. Se lleva una mano a la boca y sacude la cabeza, obligándose a sí misma a continuar a pesar del dolor que siente en su pecho.

- No voy a ser capaz de olvidarte – termina de forma ahogada.

Abre los ojos para descubrir que, a pesar de estar llorando, Beca está haciendo un enorme esfuerzo por mantener la compostura. Su azul medianoche está roto, lleno de desolación y la confirmación de que sus peores miedos se están convirtiendo en realidad a pesar haber hecho todo lo posible para evitarlo.

Y, aunque Beca no ha dicho ni reaccionado de ninguna forma a su petición, Chloe ya sabe la respuesta. Porque es la persona más importante para Beca, y la morena hará lo que sea con tal de asegurarse de que Chloe sea feliz. Incluso si eso implica sacrificar aquello que más significa para ella.

Beca coge una respiración que tiembla con la fuerza de un terremoto al pasar entre sus labios, los cuales se vuelven a convertir en una fina línea con el fin de evitar que escape cualquier otro tipo de sonido de ellos.

- ¿Cuánto...? ¿Cuánto tiempo crees que necesitarás?

Chloe se muerde el labio inferior con tanta fuerza que el sabor a sangre se extiende cálido por su lengua. Le deja un regusto metálico que se mezcla con el salado de las lágrimas y forma una combinación que le da ganas de vomitar.

- No lo sé, Becs – susurra con toda la tristeza que le genera la incertidumbre.

Su mejor amiga asiente, la mirada fija en el suelo, y Chloe se queda parada un instante sin saber qué hacer a continuación. Está todo dicho, pero marcharse supondrá convertirlo en una realidad y no sabe si es suficientemente fuerte para sobrevivir a ello.

Con zapatos que parecen repentinamente llenos de plomo, gira hasta mirar a la puerta y, poco a poco va dando pasos que la alejan de Beca y la acercan a su futuro: una vida sin la presencia de su mejor amiga.

Cada paso es como si se estuviera arrancando las uñas voluntariamente. Si no fuera porque está completamente convencida de que es la decisión correcta, jamás lo habría intentado. Beca está tan metida en su corazón que ya forma parte de él. Es como una enredadera que abraza una columna y se enrosca a su alrededor hasta el punto de que ya no eres capaz de distinguir el mármol que hay bajo ella.

No hay forma de sacar a Beca que no suponga matarse a sí misma por el camino.

- Lo siento – susurra Beca tras ella, su voz irreconocible por las lágrimas.

Chloe reprime un sollozo y lanza un último vistazo por encima del hombro.

- Yo más.

Da el último paso que le hace cruzar el umbral y algo se agita en su pecho. Ese algo oscuro y pesado que seguía suspendido en el aire, sujeto por el único hilo que había sobrevivido a todos los altibajos, deshilachado por el tiempo y por las decepciones.

Cruzar el umbral rompe la última cuerda y cae por su propio peso. Estalla contra el pecho de Chloe por dentro, salpicando una sustancia espesa que lo cubre todo con una gruesa capa. Amortigua todo lo que viene de fuera, e impide que lo está dentro salga.

Deja a Chloe sintiéndose entumecida, como que ya nada puede afectarle nunca más, a pesar de que hay lágrimas corriendo por sus mejillas.

Sus pasos se vuelven más firmes a medida que se va a alejando de Beca, hasta el punto de que en algún momento se convierten en una carrera frenética. La impulsa la necesidad de poner espacio entre Beca y ella, entre los restos de su corazón roto, entre el dolor desgarrador de su pecho.

Sale corriendo de la discográfica y continúa corriendo hasta que considera que está lo suficientemente lejos. Solo entonces se permite apoyarse contra la pared de ladrillo de un edificio y se inclina hacia delante, con las manos en sus rodillas, para coger bocanadas de aire.

Sigue sin sentir nada, y para alguien que toda su vida ha sentido las cosas al 150%, le aterra tanto... Vacío.

***

A/N: Aunque lo parezca, Uber no me patrocina. (Pero ya podría tbh).

¡Nos vemos a partir del 11 de junio! <3

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