La jornada terminó y llegó la hora de salida de todos. Eran las 8 de la noche. Wilson y Nicole quisieron quedarse a ayudar a Tony con la limpieza, pero él no se los permitió.
A las 9 de la noche, salió muy cansado, se sentía también algo mareado, dolía su estómago vacío. Sin embargo caminó feliz, había ayudado a sus nuevos amigos y eso lo hacía sentir contento. Revisó su teléfono, tenía unos mensajes de su hermana que le habían llegado en la tarde, pero justo después de que los recibió le llegó la notificación de que se terminó su saldo, y ya no pudo contestarle.
Mauro cerró el restaurante un rato después de que Tony se fuera. Estuvo ocupado con los detalles de la cena especial que tenía estimada para el fin de semana.
Tony llegó al edificio casi arrastrando los pies, empezó a subir las escaleras y sintió una punzada en su cabeza. Con sus manos apretó el lugar donde sentía la molestia y se sentó a mitad de las escaleras, su departamento en el tercer piso en este momento parecía muy lejano. Su teléfono vibró de pronto, era una llamada.
Sacó el celular de su pantalón pensando que era Elena, al responder resultó que eran los de la compañía telefónica recordándole que se había atrasado en su pago del mes.
En ese momento sintió tristeza de no poder contestarle los mensajes a su hermana, ya que no sabía cuando podría pagar esa cuenta, no quería preguntarle a su jefe cuándo y cuánto le daría de salario, era demasiado orgulloso para iniciar esa plática con el amargado.
Se abrazó así mismo y se recargó en la pared, casi se hizo un ovillo pues el frío del concreto alivió su dolor de cabeza. Sin darse cuenta, se quedó allí dormido.
Mauro venía subiendo las escaleras y se sorprendió de verlo tendido allí. Iba a hablarlo, pero vio que tenía su celular en la mano, este brillaba en la pantalla con una llamada perdida, y un segundo antes de que se apagara la luz del móvil, alcanzó a ver un mensaje abierto que decía "Me preocupas, monstruo verde".
El Chef quiso saber, si era Lenard o Dan quien había mandado aquel mensaje, a lo mejor y Tony había hablado a sus amigos para decirles lo déspota que había sido con el chico desde el momento en que llegó. Por un segundo dudó en ser metiche, pero no quería quedarse con la curiosidad.
Con cuidado, tomó el teléfono de la mano del chico y al querer leer los mensajes, una llamada del mismo número entró. Por accidente respondió la llamada.
Rodando los ojos, puso el celular en su oído. Una chica se escuchaba histérica del otro lado.
—¡¿Porqué no me contestas, pedazo de monstruo verde?! ¡Estoy muy preocupada por ti mono tonto! ¡Esta no es forma de tratar a tu hermana!
Mauro sonrió un poco, esta chica hablaba casi igual que Tony.
—¿Ya conseguiste dinero? No puedes sobrevivir comiendo cereal solamente. Estoy segura que solo comes uno o dos platos de cereal al día para soportar el hambre. El día que te fuiste no teníamos más que el dinero del pasaje y no he podido dormir pensando en como estás. Conseguí un préstamo pequeño. Mándame tu número de tarjeta bancaria para que te haga un depósito y puedas comparte un poco de despensa.
El hombre se quedó en silencio analizando la información...
—¡Tony! Alienígeno, menso, tonto contéstame porque si no me dices nada voy a llorar, estoy muy preocupada por tí. Yo soy la mayor y debo cuidarte, se me rompió el corazón porque no pudimos conseguir el dinero para antes de que te fueras a esa ciudad y te extraño, no tengo con quien pelear y no sé como estas ¡Dime algo idiotita, sonzo!
Se escuchaba que la chica recién empezaba a llorar, su voz se escuchaba claramente quebrada.
El Chef no pudo soportar escucharla tan triste, entonces aclaró su garganta para que la chica se diera cuenta de que no era su hermano quien había contestado el teléfono.
—Lo siento, no quise interrumpir. Tomé la llamada por accidente, Tony está dormido.
—¿Y quién eres tú? —Inmediatamente la voz de la chica dejó de ser llorosa y se endureció como una fiera— ¡Pobre de tí que andes manoseando a mi hermano porque te corto la mano!
—¡Tranquila! —El Chef sonrió, se la imaginaba algo pequeña y atrevida como su hermano— Soy Mauro, el compañero de departamento del divo de tu hermano.
Al escucharlo, la chica se relajó y comenzó a reír.
—¿Te hace la vida difícil, no?
—Sí y mucho. He pensado en devolvértelo por paquetería muy pronto.
—Uff, buena suerte con eso, yo una vez traté de encerrarlo en un armario por romper mis zapatillas favoritas, pero es más escurridizo que una salamandra con baba.
Por primera vez en mucho tiempo, Mauro rió divertido.
—Qué bueno que me lo dices, lo tendré muy en mente.
—Mi hermanito es un monstruo verde —dijo ella— pero te juro que tiene un corazón divino. Cuando lo conoces bien, le tomas cariño aunque la mayoría del tiempo quieras amarrarlo a un panal de abejas en lo más alto de un árbol. Así de tonto yo lo amo, ¿puedes decirle que me hable cuando despierte? Quiero hacerle un depósito para que compre su despensa.
—No hace falta...
—Elena. Mi nombre es Elena.
—Mucho gusto, Elena. No te preocupes por tu hermano. Justamente mañana vamos a traer un poco de despensa. Yo me arreglo con él. No tienes que preocuparte por nada, él está bien.
—¡Awww qué lindo eres! —Se emocionó la chica— Cuida al monstruito por mí. Trataré de visitarles muy pronto, voy a cerrar unos días mi estética para conocer dónde vive y trabaja mi hermanito bobo.
—Será un gusto conocerte y tenerte con nosotros, Elena.
—Finalmente podré dormir tranquila. Un gusto Mauro. Mi pequeño alienígeno tiene suerte de tenerte cerca. Buenas noches, ¡Chaooo!
Colgó.
Con un suspiro, Mauro guardó el teléfono de Tony en su pantalón y se inclinó hacia él. Lo tomó con cuidado entre sus brazos para cargarlo.
El más pequeño abrió un solo ojo pero no alcanzó a despertar. Pensaba que estaba soñando, así que en lugar de intentar despertar, se acomodó y quedó acurrucado en los brazos de Mauro, quien lo llevó a su habitación y con cuidado lo dejó en su cama.
Sobre una caja dejó el celular del chico.
Lo miró dormir un corto rato, recordando el beso de esa mañana y la excelencia y seguridad con la que se movió en su cocina. Su sazón era exquisito, tanto como sus besos.
El hombre estaba confundido, todo esto era una sacudida a sus emociones. Tony era lo opuesto a lo que él buscaba en las personas.
A él, le agradaba el silencio, lo selectivo, los colores fijos como blanco o negro. Le gustaba el orden y el control.
Tony no era nada de esas cosas. Su habitación estaba toda desordenada, él siempre andaba brincando de un lado a otro, cantando, bailando, haciendo ruido, llamando la atención a donde sea que se encontrara... Sin embargo era apasionado, dejaba el corazón cuando se concentraba en algo. Sus platillos fueron perfectos, si le diera unas clases para mejorar sus técnicas, tal vez juntos podrían crear platillos que fueran la excelencia.
Su cocina estaba llena de personal calificado, pero ni uno solo tenía las habilidades y el talento innato de Tony.
Esta noche no podría dormir, pensando en que nunca actuó aunque solo fuera un tantito amable. Si él no hubiera sido tan descortés, quizás el chico le hubiera mencionado que tenía hambre.
Su mal humor no le causaba conflicto, no le tomaba mucha importancia a los sentimientos de los demás... Pero saber que Tony no había comido más que cereal tres días seguidos, lo hizo sentirse como el peor hombre de la tierra.
Con mil y un pensamientos se fue a su habitación. Tendría que arreglar todo este lío de alguna manera.