Trillizos Park. - bts.

Von mintaeyoon

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"Si es difícil convivir con uno, espera a saber lo que es vivir con tres." ► NO adaptaciones. ► Lenguaje vulg... Mehr

Preludio
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Von mintaeyoon


Jamás había visto a Hoseok tan borracho como aquél día. Con un vaso en la mano repleto de alcohol, se tambaleó sobre el escenario mientras balbuceaba alguna letra en un intento por rapear, y a pesar de verse completamente patético el público siguió igual de emocionado y efusivo. Algunos se reían con él, otros de él, pero parecían disfrutar tanto el espectáculo que los gritos de ánimo retumbaron por las paredes hasta que unas bragas usadas le cayeron sobre el cabello. 

Mihua y yo dejamos salir carcajadas fuertes ante aquello, observando cómo Hoseok fruncía el ceño y se apartaba la ropa interior de la cabeza, devolviéndola de nuevo al público entre gruñidos y quejas. Ambos nos encontrábamos sentados en un sofá apartado de la multitud, riendo y burlándonos de cualquier persona que se cruzara en nuestro camino mientras compartíamos una botella de Vodka. Después de nuestra reconciliación, decidimos celebrarlo comprando el alcohol a medias y haciendo el imbécil en la pista de baile durante unos minutos, antes de encontrar el sofá y descansar en él; entonces, nos dedicamos a criticar al mundo entero. 

Mi vista se centró a pocos metros de nosotros, donde los gemelos Min se encontraban rozándose con una chica castaña de busto grande; Yoongi la abrazaba por detrás y Suga dejaba pequeños besos en el cuello de ella, logrando que mi estómago se removiese de angustia ante la escena y las palabras de Mihua, que explicó pacientemente cómo aquellos dos asquerosos compartían todo en la vida, incluso a las amantes. Y aunque ya lo había sospechado antes, saberlo al cien por cien me provocaba un asco desmesurado.

A un lado de ellos, Namjoon charlaba tranquilamente con Mingyu y sus amigos y finalmente, mis ojos terminaron cayendo en el trío que se hallaba cerca de la barra, los tres con una copa en la mano. Jimin seguía rodeado por ambas mujeres, pero no se veía tan cómodo como pensaba: su ceño estaba fruncido y sus labios formaban una mueca de disgusto, mientras deslizaba la mirada a través de la sala en busca de alguien. Josephine llamó su atención con un suave beso en su hombro y le siseó algo en el oído, pero su expresión se desformó en cuanto el trillizo negó rotundamente y les terminó gritando algo a ambas, dejándolas pasmadas y con la boca abierta mientras él se alejaba por primera vez en la noche.
Lo seguí con la mirada hasta que desapareció entre la multitud, histérico y con una vena rabiosa asomando en la frente. 

  —Fideo, la botella no se va a beber sola —mi tercer vaso recargado de vodka con Sprite apareció frente a mí y alcé una ceja, tomándolo antes de dar un trago. Mihua, a diferencia mía, llevaba casi siete copas y seguía manteniéndose aparentemente sobrio, puesto que aún no dio evidencias de lo contrario. 

  —¡Me estoy poniendo borracha y no me gusta! —me quejé, aunque volví a dar un sorbo profundo sin apartar la mirada de él. Sus labios se ensancharon y negando con la cabeza, llevó una de sus manos a mi cabeza para atraerme hasta él, ofreciéndome su hombro mientras saboreaba el alcohol dulce. 

  —No aguantas nada.

  —Perrrdo-dona, —me trabé con mi propia lengua a causa del alcohol, que ya había hecho estragos en mi organismo—. cualquiera estaría ebrio con lo todo lo que has bebido tú, imbécil.

  —Lo sé, soy maravilloso.  

  —Maravillosamente gilipollas. 

Escuché una risa nasal por su parte y se encogió de hombros, dejando su vaso vacío en la mesa frente a nosotros, donde reposaba la botella y su paquete de tabaco. Se acomodó de nuevo y me permitió seguir apoyada sobre él, mientras daba sorbos a mi bebida desesperada por terminarla de una maldita vez. 

  —¿Te vas a quedar todo el fin de semana en la Universidad? —cuestionó tras un par de segundos. Sus ojos cayeron de nuevo en mí, pues atrapé su mano para jugar con sus dedos hinchados y masajearselos, todo con cuidado de no hacerle daño. 

  —Sí. Jin es el único que podría llevarme a casa, pero tiene sus fiestas y ya sabes —me encogí de hombros, deslizando el pulgar por los nudillos magullados.

  —Podríamos vernos —al estar aún apoyada sobre él, aprovechó y rodeó mis hombros con su brazo, apegándome aún más a su cuerpo y apartando la mirada indiferente, como si no quisiese llamar demasiado mi atención—. Ya sabes, jugar un rato con la PlayStation o algo. Yo tampoco me voy a casa. 

  —No sé cómo jugar a la Play, pero está bien.  

Su risa me inundó divertidamente, poniendo en alerta mis nervios por la cercanía de su boca; su aliento había caído directamente sobre mi oído y no tardé en tener la piel del cuello completamente erizada, maldiciéndome mentalmente por estar tan sensible.

  —Cuando quieras nos vamos, Boo. Me estoy aburriendo aquí. 

  —¡Por fin lo dices! —dejé salir un suspiro satisfecho y terminé el alcohol que quedaba en mi vaso de un solo trago, trastabillando en cuanto quise dejarlo sobre la mesa—. Lle-llévame a la cama, Mihua. 

  —No sabes lo que acabas de decir, Brooke. —una pequeña sonrisa se instaló en sus labios debido al doble sentido de mis palabras -sin que aquellas fueran mis intenciones- y se puso en pie, guardándose la caja de cigarrillos en el pantalón con una mano y ofreciéndome la otra—. ¿En mi cama o en la tuya?

  —Eres un p-puto pervertido, a-amigo —tomé su mano con un bufido, dejando que tirase de ésta para ponerme en pie. 

Sin embargo, no volvió a soltarme; tras mostrarme su expresión risueña, tiró de mí en dirección a la salida y empujó a todas aquellas personas que interrumpían su paso, logrando que nos dedicasen más de un improperio en nuestro camino. Con la vuelta de Namjoon al escenario todo el público se levantó para contemplar su actuación, por lo que no dudé en apegarme más al brazo de mi acompañante, agobiada por la multitud formada en pocos segundos. 

  —¡Brooke! —fruncí el ceño al escuchar mi nombre y volteé hacia atrás, aturdida; Jimin tampoco fue nada cuidadoso a la hora de apartar a la gente para aproximarse a nosotros. Sus ojos observaron nuestras manos unidas por un segundo, pero pronto elevó la mirada a su hermano y seguidamente a mí—. ¿A donde van? 

  —A la Universidad —se adelantó a contestar Mihua, soltando mis dedos como si de repente repudiase el contacto, guardándose las manos en los bolsillos—. Nos estábamos aburriendo.

Jimin asintió levemente, centrando sus ojos en mí con un brillo de preocupación en ellos y su nuez de Adán se movió al tragar en seco, pensando en cómo dirigirse hacia mí después del error que había cometido. Los recuerdos de toda la noche se plasmaron en mi cabeza; recordé lo equivocada que estuve al pensar que Jimin no sería como yo lo había pintado, porque él mismo me demostró que no era alguien en quién fiar, que sus deseos siempre irían por delante a pesar de todo.

  —Te llevo yo, Brooke —alejé mi mano antes de que pudiera agarrarla y negué rápidamente con la cabeza, sintiendo cómo el enfado superaba mi estado de ebriedad.

Pero es que, ¿qué mierda le pasaba? Me había dejado completamente tirada, me ignoró durante el resto de la noche sólo para estar con las otras dos mujeres y ahora, cuando yo me divertía y decidía irme, se interesaba por mí. Realmente llegué a creer que podría llegar a ser una buena compañía, podríamos tener una amistad, pero en cuanto le dí mi confianza la tiró a la basura. 

  —Jimin, ¿sa-sabes qué? —comencé intentando que el alcohol no se hiciese muy notorio en mi actitud, aunque en mi rostro únicamente se podía leer la ira personificada. Sentí la mano de Mihua rozarme suavemente la espalda, tranquilizándome para que no fuera demasiado dura con su hermano. Pero Dios, estaba tan enfadada—. No vuelvas a contar conmigo para nada, ¡n-nunca! ¿Porqué mierda me trajiste hasta aquí si m-me ibas a dejar tirada? ¿Sabes acaso la ca-cara de idiota que se me quedó toda la puta noche mientras tú te ibas a follar? 

Ni siquiera supe porqué me molestaba tanto. Debería de importarme una gran mierda, debería simplemente voltearme e ignorarlo como él había hecho conmigo, dejarlo tirado e irme con Mihua sin darle ni una explicación, pero no podía. Me sentía una imbécil por prestarle más atención de la que quería. 

  —Es que...

  —De verdad, déjame en paz.

{-}


La Universidad estaba sumida en un silencio sepulcral a aquellas horas de la madrugada. Lo único audible fueron los pasos de Mihua y los míos -los cuales eran algo torpes-, ambos con las manos en los bolsillos. El camino en su auto fue divertido; estuvimos cantando a todo volumen las canciones del querido álbum de Kendrick Lamar que Mihua traía en el reproductor, pues ambos resultamos ser grandes fans y disfrutamos de la velocidad con la que el trillizo conducía, aprovechando que la carretera estaba desierta a esas horas. 

Así, caminamos por el césped en dirección al árbol de siempre, iluminados únicamente por algunas farolas tenues que adornaban el campus. Después de tanto alboroto en el pub y en el auto, las fuerzas se esfumaron para traer un profundo silencio entre nosotros, pero nada incómodo. Por el rabillo del ojo lo vi sacar su paquete de tabaco y de él un cigarro, llevándoselo a los labios y prendiéndolo con el ceño fruncido, colocando la mano cerca del fuego para que no se apagase. Volvió a guardar el encendedor y la caja en su bolsillo, desviando la mirada hasta mí mientras aspiraba el humo fácilmente. 

Traía un semblante serio, aunque no con malas intenciones.

  —¿Vas a contarme qué pasó con mi hermano? 

 Nos dejamos caer bajo el árbol frondoso que ahora nos pertenecía y me apoyé en el tronco cómodamente, soltando un suspiro de resignación a causa del mareo que inundaba mi mente. Me sentía perdida y los párpados me pesaban, pero aún así no quise irme a dormir aún. Quería quedarme un rato más con el trillizo, disfrutar de su compañía y aumentar nuestra confianza de todas las maneras posibles. 

  —Me invitó a ir al pub y accedí, mi hermano siempre m-me había hablado bien de ese sitio y tampoco tenía nada mejor que hacer —cerré los ojos mientras apoyaba la cabeza, comenzando a redactar la desastrosa noche con una mueca de disgusto plasmada en mis labios—. Todo empezó bien y hablamos muchísimo, pero en cuanto Liz y Jo vinieron se olvidó de mi cara. Enserio, me sentí jo-jodidamente humillada. 

Abrí los ojos y me encontré con los suyos fijos en mí, analizándome con curiosidad o preocupación y llevándose una mano al cabello, echándoselo hacia atrás con un pequeño bufido.

  —No creo que lo haya hecho con la intención de herirte. 

  —No me hirió —lo corregí drásticamente, negando—. Simplemente me molestó. En cuanto apareció Josephine comenzó a ignorarme, ¿tan aburrida soy, joder? 

Un eructo me atacó al terminar de hablar y me llevé las manos a la boca a modo de disculpa, sacando una carcajada fuerte de los labios del rubio. Y es que odiaba emborracharme por cosas así: nunca era capaz de controlar mis acciones o mis palabras, tampoco llegaba a ser consciente de nada. Sin embargo, Mihua continuó tan sobrio como antes, como si no hubiese llegado a probar alguna gota de alcohol. 

  —Josephine a veces puede ser un poco posesiva, pero es buena chica —comentó, pues el rencor hacia ella era muy notable.

  —Es un jodido grano en el culo.

No iba a mentir, Josephine comenzaba a molestarme cada vez más conforme los días iban pasando. Verla por los pasillos de la Universidad lograba ponerme de mal humor, aún más cuando se acercaba a interrumpir mis conversaciones con Dooly sólo para decirle lo guapo que se veía aquél día, o para recordarle que esa tarde tendrían terapia. No lo entendía, ¿por qué ahora la veía por todos lados? Antes ni siquiera sabía de su jodida existencia y cuanto más la repudiaba, más debía aguantarla. 

Más de una vez tuve que tragarme las ganas de clavarle mi puño en la cara, pues los coqueteos furtivos que le lanzaba al trillizo tímido cada vez eran más constantes y los hacía frente a mí a propósito, sólo para que yo observara cómo lograba encender las mejillas de Dooly con simples palabras. Me daban ganas de arrancarle el cabello hasta dejarla calva y después gritarle a mi amigo porqué mierda no se daba cuenta de lo que ella trataba de hacer con él.

La risa de Mihua retumbó en mis oídos y lo observé entre confusa y rabiosa, sin comprender qué le causaba tanta gracia.

  —Eres tan sincera, Boo. 

  —No, es que no entiendo qué mierda le ven —gruñí frustrada, dejándome llevar por mis emociones y el alcohol, que no me permitía cerrar la boca—. ¿Os la chupa muy bien? ¿Folla de lujo y grita mucho? Por que de personalidad es una mierda de...

  —Sí, la verdad es que sí —me interrumpió antes de que pudiera continuar, su sonrisa se había ampliado y sus pupilas me observaron burlonamente—. Tiene garganta profunda. 

  —Demonios, no necesitaba esa puta información. 

Dejé salir un bufido molesto y como si hubiera vuelto a tener cinco años, volteé hasta darle la espalda con un gruñido y los brazos cruzados, escuchando sus carcajadas detrás de mí.  

  —Tú empezaste, idiota.

 —No importa, no quería saber eso realmente. Y a-aún así, ¿están con ella sólo porque lo hace bien? Por que si ese es el caso, Jimin y tú también sois unos jodidos imbéciles con todas las letras.

  —No es sólo por eso —lo escuché hablar tras de mí, como si le estuviese hablando a una persona con problemas mentales, pues su tono era lento y cansado—. Aparte de chuparla bien, es buena chica. Es mi mejor amiga por algo. 

¿Su mejor amiga? ¿De verdad lo era?

La imagen de Jo con Mihua se reprodujo en mi mente y se me hizo insoportable, pero tampoco la toleré con Jimin o Dooly. Sabía que era una egoísta, pero no soportaba la idea de verla cerca de los trillizos; Josephine tenía algo que me hacía desconfiar de sobremanera, presentía que bajo esa cara bonita ocultaba muchas cosas actitudes horribles. Sus ojos me lo decían cada vez que me miraba, cada vez que brillaban por verme rabiar, porque sólo era a mí a quien mostraba su verdadero rostro.

Lo comprobé a lo largo de toda la semana, ya que no dejó de disfrutar la manera en la que me jodía. 

  —Está bien. 

  —Boo, no conoces a Josephine. Realmente es muy buena chica —lo oí decir burlonamente, aunque tratando de hacerme recapacitar. Su mano alcanzó mi hombro y lo acarició suavemente, como si quisiera reconfortarme o evitar que mi enojo se elevara aún más.
Sin embargo, al  no ver reacción alguna por mi parte, su respiración apareció súbitamente en mi oreja y tuve que reprimir un quejido de sorpresa, tensando mi cuerpo entero al sentir la humedad de sus labios rozar suavemente mi oído mientras susurraba:—. Pero tranquila, últimamente te prefiero a ti mil veces más. 

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No estoy nada satisfecha con este capítulo, y menos después de haberles hecho esperar tanto :"( El próximo capítulo está en proceso, me queda corregirlo y lo publico.

Lo siento mucho.

Dios, Dios, Dios. De verdad, perdón por haber tardado tanto en publicar esto, pero los exámenes no me lo permitían. Por suerte ya estoy de vacaciones y tengo más tiempo de escribir, así que espero hacerlo más seguido.

Gracias a todas las que siguen ahí apoyándome, las amo muchísimo. 

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