Tú, mi refugio

By Maggmon

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A Mackenzie le rompieron el corazón. Las personas que menos esperaba, a quienes más amaba y consideraba su fa... More

~ Prólogo ~
ESTRENO
~Capítulo 1~
~Capítulo 2~
~Capítulo 3~
~Capítulo 4~
~Capítulo 5~
~Capítulo 6~
~Capítulo 7~
~Capítulo 8~
~Capítulo 9~
~Capítulo 10~
~Capítulo 11~
~Capítulo 12~
~Capítulo 13~
~Capítulo 14~
~Capítulo 15~
~Capítulo 16~
~Capítulo 18~
~Capítulo 19~
~Capítulo 20~
AVISO
~Capítulo 21~
~Capítulo 22~
~Capítulo 23~
~Capítulo 24~
~Capítulo 25~
~Capítulo 26~
~Capítulo 27~
~Capítulo 28~
~Capítulo 29~
~Capítulo 30~
~Capítulo 31~
~Capítulo 32~
~Capítulo 33~
~Capítulo 34~
~Capítulo 35~
~Capítulo 36~
~EPÍLOGO~
Agradecimientos

~Capítulo 17~

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By Maggmon


Estoy yendo hacia el hotel. El bus va lleno, demasiado para mi gusto. Pero pese al amontono de gente, el malhumor de algunos, y la poca empatía del chofer, mi mente se mantiene tranquila.

Tal vez se deba a la música de violines y piano que estoy escuchando. A la hora de relajar mi mente, de pausar un poco el torbellino de mis sentimientos, escucho covers con esos instrumentos que tanto amo.

O tal vez se deba a lo que sucedió anoche con la llegada de Aiden al bar. Cuando estuvo frente a mí no me arrepentí de haberlo llamado. A diferencia de ello, sentí que hice bien.

Sólo que, al principio, no lo comprendía; ¿por qué lo llamé? ¿Por qué sentí que estuvo bien?

Y las respuestas a mis interrogantes, que me marearon más de lo que ya estaba, se presentaron con sus palabras en el auto. Con la seguridad que tuvo al decirlo, con su notoria sinceridad, y con su tierno y tímido "Yo también te echo de menos"

Me pregunto por cuánto tiempo dejaré que Aiden sea parte de mi vida, y no sólo él, sino también Jeremy. Tengo miedo de asustarme una vez más y espantarlos. Sólo que, si lo hago, no habrá vuelta atrás. Una vez puedo dar el brazo a torcer, dos no. Tal vez ellos merezcan más de una segunda oportunidad, pero yo no.

Por más que Aiden me diga lo contrario, y tal vez Jeremy lo comparta, sé que no soy una buena compañía. Puedo escuchar sus problemas, aconsejarlos, y todo lo que implica ser una buena amiga. Pero la cruda realidad es que soy una bomba de tiempo, un vaivén de emociones, y contengo mil caretas para ocultar a la verdadera y horrible Mackenzie.

Detenerme a pensar en eso, y a ahondar en el tema, me lleva a desear coger la botella de falsa agua y beber el vodka.

De hecho, con tan sólo recordar que la traje conmigo una vez más, se me hace agua a la boca. Suspiro profundo una y otra, y otra vez. Cierro los ojos y me dejo llevar por el ritmo del piano tocando Apologize. Mi cabeza se mueve al sonido de sus notas, al igual que mis dedos, como si fuera yo quien lo estuviera tocando.

Hasta que, finalmente, consigo calmarme y abro los ojos. Estoy a punto de llegar al hotel, y debo apartar de mí la idea de beber el vodka. Al menos hasta la hora de descanso.

Cuando estoy a pocos pasos del hotel, veo que el auto de Aiden se estaciona en la entrada. Se dirige hacia la puerta trasera y la abre. Una señora mayor se baja con la ayuda de Aiden, y le dice algo que le provoca una sonrisa.

—¿Segura que puede con su equipaje? Puedo ayudarla —le dice Aiden al ver que tiene que cargar con dos valijas.

—Tranquilo, niño, tengo cuerpo de vieja pero alma de mujer joven —ambos se ríen— Puedo sola. Toma, ten tu propina por ser tan amable y charlatán.

Aiden se niega a aceptar la propina, hasta que la mujer insiste y se cruza de brazos. Una vez que se guarda el dinero extra ganado por su simpatía, la mujer entra al hotel.

Sus ojos se clavan en los míos, y es ahí cuando me doy cuenta de que llevo parada aquí hace un buen momento. Una sonrisa enorme y sincera se dibuja en su rostro, tan linda como contagiosa, porque yo también sonrío.

Se acerca a mí con pasos seguros, como si mi sonrisa le hubiese dado el visto bueno para hacerlo.

—Mackenzie.

—Aiden.

Sonríe.

—¿Cómo va todo?

—Bien, ¿y tú?

—Muy bien de hecho.

Nos miramos el uno al otro, fijamente a los ojos. Luego Aiden recorre mi rostro con su mirada, y vuelve a detenerse en mis ojos, para luego sonreír.

—¿Te veo en el descanso? —me pregunta, y suspiro pensando en la botella de agua falsa. Aiden frunce el ceño y se muerde el labio inferior— ¿Sería demasiado?

Quiero decirle que sí, que preferiría estar sola. Pero algo en mí va en contra, y me veo negando con la cabeza.

—Hasta entonces será.

Y dicho esto, ambos sonreímos. Creo que hubiésemos seguido con nuestro juego de miradas de no ser porque tengo que empezar mi día laboral, y Aiden seguir con el suyo.

Guardo mi mochila en el locker, me pongo el uniforme y me dirijo hacia las habitaciones asignadas por Michelle.




Una vez que terminé con las primeras habitaciones, llega la hora de mi descanso. Y aparentemente, lo comparto con Jeremy, quien entra a la sala de descanso con su compra en el McDonalds de la vuelta.

Cuanto entro, posa su mirada en mí y comienza a ponerse incómodo, a removerse en su lugar. Por último, atina a levantarse para dirigirse hacia otro sector, lejos mío.

Largo una risa por su actitud, la cual logra que frene sus pasos. Jeremy me observa con el ceño fruncido, y yo le sonrío.

—¿Ya no te caigo bien? —parece desconcertado— Hola Jery.

Ladea con la cabeza, y sigue sin entender por qué tanta simpatía de un día para otro.

—¿Estás drogada?

Largo una fuerte carcajada.

—No, sólo quiero compartir el descanso con mi amigo —vuelve a fruncir el ceño y suspiro— Lo siento si estuve de malas contigo, pero ya no quiero estarlo. Te echo de menos —su semblante se suaviza— ¿Puedes perdonarme?

Se queda un largo período en silencio. Creo que va a decirme que no, y está bien, sería entendible.

Pero cuando me veo resignada ante su posible respuesta, me sorprende con un abrazo.

—¡Eres una idiota nivel mil! —me río y hace que lo mire— Claro que te perdono. Ay, Chimuelo... no tienes idea de cuánto te he echado de menos. Y cuánto me has preocupado —su rostro se transforma, como si la lucecita de las ideas se le hubiese encendido— ¿Vamos a hablar sobre tu crisis?

Si Aiden no me preguntó al respecto, lo iba a hacer Jeremy. Aunque estoy segura de que Aiden está dándome tiempo para preguntar al respecto.

—No vale la pena ahora.

Me siento en una silla, y él imita mis movimientos, sentándose a mi lado y sacando su Mc combo.

—Claro que vale la pena.

—Creeme, no lo vale.

Suspira y asiente, sabe que no va a obtener otra respuesta más que esta.

—De acuerdo, pero ¿cómo estás ahora?

Me encojo de hombros y abro la botella de falsa agua. Me alejo disimuladamente, tal vez exagero, pero no quiero que el aroma le llegue a Jeremy. Por si acaso, digo.

Bebo dos largos tragos, tratando de ocultar mi rostro ante la sensación de fuego que me produce el líquido.

—Estoy bien —miento.

Jeremy sonríe.

—Eso es lo que importa entonces.

Y mientras él degusta su hamburguesa, yo intento comer mi pollo con brócoli.

—¿Y con Aiden has hablado? —no sólo siento que me sonrojo, sino también que cometo la torpeza de ahogarme con la comida. Jeremy se ríe— ¡Por supuesto que has hablado! Y eso me agrada, Aiden parece ser un buen tipo. Pude conocerlo más allá de su cara de perro —sonrío y me mira a los ojos, y a juzgar por su mirada, creo que va a decirme algo trascendental — Tengo la impresión de que le gustas, ¿sabes?

Me río, pero Jeremy no lo hace.

—¿Qué estás diciendo?

—Lo que veo, lo que he notado en este tiempo. Verás, al alejarnos de ti digamos que... nos hemos acercado más. Los dos estábamos preocupados por ti, pero Aiden de una manera diferente a la mía.

—Diferente... ¿cómo?

Jeremy se relame la sal que las patatas le dejaron en sus dedos, y vuelve a hablar:

—Cuando te aparecías, él te veía de una forma muy diferente a la mía. Te miraba con otros ojos, Chimuelo. Como cuando yo veo a Michelle.

—No imagines historias, Jery.

—No lo hago. Vamos... es fácil de reconocer ese tipo de mirada en las personas. El tipo se quedaba colgado mirándote, sin decir nada, sin siquiera escucharme. Sólo prestaba atención a tus movimientos, a ti en sí.

Al mirarlo a los ojos, puedo notar la seguridad de sus palabras y mi pulso se acelera. Pero, aún así, niego con la cabeza.

—Te estás equivocando.

—¿Así? Seguro que la sonrisa que tenía hoy cuando lo vi, no tenía nada que ver contigo.

Me encojo de hombros.

—Quiero que llegue el momento para poder decir te lo dije.

La puerta de la sala se abre, y se presenta Aiden con su almuerzo. Cuando sus ojos se encuentran con los míos, una sonrisa se dibuja en su rostro. Sus ojos se achinan y se presentan sus hoyuelos.

Jeremy larga una fuerte carcajada, y cuando lo miro, alza ambas cejas y me susurra:

—El momento llegó, te lo dije.

Me sonrojo, me río y niego con la cabeza. Saluda a Aiden, me saluda a mi y se dirige a la cocina para seguir con sus tareas.

Tal situación con Jeremy y su punto de vista en cuanto a Aiden me puso tan pero tan nerviosa que la única solución es beber tres tragos de mi falsa agua.

—Veo que ya se han puesto al día —dice y se sienta frente a mí.

—Mmm... no, no del todo. Hay mucho por contar, supongo.

Asiente y sin decir nada más degusta su almuerzo. Mis ojos se fijan en el reloj, se supone que debo volver a retomar mi trabajo, pero no quiero. La verdad es que quiero quedarme un momento más.

—¿Y Tyler? —lo miro, se limpia la boca y luego sonríe.

—Bien, volvió a ser él por completo.

—Es bueno escuchar eso. Me gustaría verlo un día de estos, si no es molestia pedirlo.

Sonríe aún más.

—Para nada —se detiene en sus pensamientos— ¿Haces algo mañana al salir del trabajo? —niego con la cabeza. Mis planes sólo se basan en beber hasta desmayarme, pero eso no tiene que saberlo— Siempre me han dicho que hago una muy rica lasagna.

Observo el brillo que hay en sus ojos, y percibo la confianza de sus palabras.

—Tengo que comprobarlo por cuenta propia.

—Me parece que es una muy buena decisión.

Sonrío.

—Entonces mañana. Tyler, tú, yo, y la lasagna.

—¿Y el vino?

Suspiro y me encierro en mi mente. Una serie de malos pensamientos caen sobre mi cuerpo hasta llegar al punto de hacerlo añicos. Ya no queda nada de mí, sólo el frío de los pensamientos que acaban conmigo de manera constante.

—¿Mack? —la voz de Aiden me trae a la realidad, y es ahí cuando me doy cuenta de que estoy apretando la botella de agua con mucha fuerza. Sus ojos están sobre la misma, y luego me mira —¿Estás bien?

—Sí... lo siento —trato de sonreír.

—¿Segura? Estás pálida y parece que tienes sudor.

Llevo una de mis manos hacia la frente, y sí, Aiden tiene razón. Hay sudor.

—Estoy bien. Sólo... sólo me he acordado de una situación un tanto similar.

Miento. Pero parece que funciona, ya que Aiden asiente y suaviza su semblante.

—Si removi un mal recuerdo, lo siento. Y si crees que es demasiado la cena de mañana, no dudes en decirme.

Niego con la cabeza, y vuelvo a sonreír. Necesito tranquilizarlo, y tal vez así me tranquilice yo.

—No te disculpes, no has hecho nada malo. Y no, no es demasiado. Quiero ver a Tyler y quiero probar tu lasagna.

Aiden sonríe, vuelve a la paz y bienestar que tenía antes, y eso me reconforta un poco.

—Tenemos un plan entonces —asiento con una sonrisa en mi rostro sudado— ¿Y segura que te sientes bien como para seguir trabajando?

—Muy segura —me pongo de pie con el pulso débil. No entiendo por qué está así, si se supone que mi mano tiembla cuando necesito beber alcohol, y eso lo estuve haciendo en los últimos cuarenta minutos— Sólo necesito refrescarme, y comer algo dulce.

Aiden me hace un gesto con la mano, como para que lo espere. Saca de la bolsa un alfajor de chocolate y me lo pasa.

—Ahora sólo necesitas refrescarte.

—Gracias. Has familiarizado con el chocolate caliente de mi mamá.

Sonríe como si no se hubiera dado cuenta de ello, y sin decir nada más, salgo de la sala de descanso respirando con cierta dificultad.

Siento una horrible y dolorosa presión sobre el estómago, así que me dirijo con rapidez hacia el vestuario de mujeres, arrojo la botella de falsa agua al suelo y mi siguiente parada es el retrete.

Si hay algo que odio, es tener la cabeza en el retrete. Pero si hay algo que no puedo evitar, es el alcohol.

Entonces, creo que debo acostumbrarme a que más de una vez, terminaré así, vomitando lo ingerido.

Y no sólo eso, debo aprender también a controlar más mis emociones para evitar ponerme como me puse delante de Aiden.

Que lo malo quede sólo para mí, con el resto debo mostrarme fresca y radiante.


* * *

Hola!
Sí, ya sé que me ausenté demasiado. Pero no es por nada, hay algo dando vueltas. Y si sale como espero, les contaré el motivo por el cual estuve ausente.
Y debido a esto, es muy posible de que mañana vuelva a actualizar. Así les recompenso mi tiempo ausente.
Gracias por la paciencia y por no abandonarme :)

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