Phantom [h.s] •Completa•

By chxneldope

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La trágica historia de amor entre una chica con problemas y un chico asesinado, los cuales deberán trabajar j... More

Phantom
uno
dos
tres
cuatro
cinco
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siete
ocho
diez
once
doce
trece
catorce
quince
dieciséis
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dieciocho
diecinueve
veinte
veintiuno
veintidós
veintitrés
veinticuatro
veinticinco
veintiséis
veintisiete
veintiocho
veintinueve
treinta
treinta y uno
treinta y dos
treinta y tres
treinta y cuatro
treinta y cinco
treinta y seis
treinta y siete
treinta y ocho
treinta y nueve
cuarenta
cuarenta y uno
cuarenta y dos
epílogo

nueve

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By chxneldope

—¿En dónde estás?

—En la esquina entre Windsgrove y Flagstaff.

—A ver, toma la izquierda y sigue en línea recta. Verás la casa a tu derecha.

—Muy bien.

Cuelgo, repitiendo en mi cabeza las direcciones que Jenna me dio. Giro en la esquina e inmediatamente freno el auto.

Casi toda la calle está llena de autos, junto con personas alrededor de ellos, la mayoría dirigiéndose hacia una gran casa situada un poco hacia arriba en la pendiente. La casa parece ser de dos pisos, con la entrada de autos en forma de C, conectándose con la calle. Una gran escalera cruza desde allí hasta la puerta principal, la cual permanece entre abierta mientras más y más gente entra por ella. La mayoría de las ventanas están iluminadas, y la música puede escucharse desde donde estoy. Ría y Jenna tenían razón, casi parece como un hotel.

Conduzco por la calle y estaciono mi auto en una esquina, donde más y más autos siguen llegando. Son casi las seis de la tarde y parece como si toda la comunidad adolescente de Castle Hill estuviera en casa de Nate.

Me aseguro de cerrar bien mi auto antes de caminar hacia la casa; empiezo a ponerme nerviosa. Me recuerdo que la única razón por la que he venido es para encontrar respuestas para Harry, se las merece. Si yo estuviera en su lugar, me gustaría que alguien me ayudara también.

Camino por la empinada calle hasta llegar a las escaleras y subir por ellas. La Mansión Cadence parece casi una casa de muñecas comparada con esta. Me gustaría saber por qué los padres de Nate se dieron el lujo de comprar una casa tan grande.

Entro por la gran puerta de madera, caminando por la sala.

Montones de personas se mueven de un lado al otro alrededor de la casa, tomando y fumando. Escucho la música desde otra habitación junto con risas y gritos. Busco rostros familiares, pero hay tanta gente que me es difícil enfocarme en alguna persona.

Alguien toma mi brazo y giro para encontrarme a Max sonriéndome. Usa una camisa verde a cuadros junto con unos jeans, su cabello rubio lo tiene peinado hacia atrás y sostiene un vaso rojo en una de sus manos.

—¡Jane Alison, no esperaba verte aquí!—dice, elevando su voz gracias al ruido.

Rió levemente ante el uso de mi segundo nombre.

—Hola.

—Te ves linda—dice sonriendo, mientras siento que mis mejillas toman un ligero tono rosado. Camina dejando su vaso sobre una pequeña mesa—. Ven, vámonos de aquí—se acerca colocando una de sus manos alrededor de mi muñeca, jalándome ligeramente entre la multitud que se encuentra en la sala.

Me guía hacia las escaleras, subiendo al segundo piso, abre una puerta y pienso que es algún salón. El azulejo de éste es rosa salmón y el tapizado en las paredes es color crema, junto con sofás grises y un minibar el la esquina del salón. Jenna y Ría están sentadas con un chico que no reconozco, y Ava está sentada en un sillón, viendo sus uñas. Otro chico está en el minibar, rodeado de botellas de alcohol que se encuentra mezclando y sirviendo.

—¡Miren a quien encontré!—dice Max, soltando mi muñeca.

Todos me saludan y sacudo mi mano en forma de saludo.

—Él es Adam—dice Max refiriéndose al chico en el sofá—. Y él es Oliver—hace un gesto hacia el chico detrás del minibar. Ambos voltean y me saludan.

—¿Tu eres?—Oliver pregunta, agitando una botella. Su tono es amigable junto con su sonrisa.

—Jane—digo y él asiente, poniendo algunos hielos en su bebida.

—Iré por Estella y Nate—anuncia Max y todos asienten, mientras se da media vuelta y sale del salón.

Ría hace un espacio en el sofá junto a ella y agradecida tomo asiento, aliviada de que la atención se fuera de mí mientras todos empiezan a hablar.

—¿Qué pasó con eso de que las fiestas no eran lo tuyo?—Ría se burla.

Me encojo de hombros, acomodándome en el sofá. Un tazón de cerezas está sobre la mesa de café frente a nosotros, observo a Ava mientras se acerca a la mesa agarrando una cereza y metiéndosela a la boca, el color de su labial combina con el de la vibrante fruta.

Conscientemente, elevo una de mis manos hacia el dije de calavera que cuelga de mi cuello.

Ava enrolla el tallo de cereza entre sus dientes mirando a Oliver, quien le pregunta algo.

Desabrocho la cadena y la guardo en mi bolsillo.

Ava me mira.

Ava es vengativa y molesta, recuerdo las palabras de Harry. Y definitivamente es celosa.

Rápidamente desvío mi vista de ella, pretendiendo escuchar la conversación que Ría tiene con Adam.

Empiezo a pensar con quién puedo hablar primero sobre Harry. Max luce como una mala idea por ahora, con él siendo el mejor amigo de Harry y todo eso. Jenna está tomada, lo cual es obvio por los dos vasos vacíos frente a ella, y un tercero en su mano. Ríe fuertemente hacia cada palabra que dice Adam.

Y definitivamente no hablaré con Ava. No cuando ella me está mirando tan desagradable, casi con sospecha por mi collar de calavera.

Giro mi cabeza para ver a Ría.

Harry mencionó que ella le daba tutoría los domingos, y de que eran buenos amigos. ¿Puede que ella sea mi oportunidad?

—Jane.

Miro a Oliver, quien está pasándole su bebida a Ava. Ella la toma y se vuelve a deslizar en su asiento, dándole un gran trago del vaso.

—¿Quieres una bebida?—me pregunta Oliver.

—Sí, claro—digo sonriendo.

—¿Cuál quieres?

Mis ojos escanean las botellas de licor del minibar.

—¿Qué me recomiendas?

Sonríe.

—Hago un muy buen Ruso Blanco−sus azules ojos contrastan con su cabello negro, y su sonrisa es amigable.

Sonrío.

—Suena genial.

Inmediatamente empieza a mezclar las bebidas, agarrando botellas del minibar.

Jenna golpea ligeramente el hombro de Adam y comienza a decirle algo mientras se aleja con unas risitas ebrias, dejando a Adam riendo con ella.

Ría se gira hacia mí.

—¿Cómo te la estas pasando?—pregunta sonriéndome.

—Es una linda casa—digo.

—Sí. Estoy aquí cada semana; Nate y yo estudiamos juntos.

Oliver me entrega la bebida y le agradezco antes de darle un gran sorbo.

El ardor familiar del alcohol se extiende a través de mí y me recuerda que quiero preguntarle a Ría sobre Harry antes de que me ponga ebria.

Llevo el vaso hacia mis labios mientras escaneo la sala cuidadosamente.

Adam y Jenna siguen teniendo una ruidosa conversación acompañada de risas, Oliver sigue en el minibar, cambiando canales de la pantalla de TV detrás del bar y Ava toma otra cereza del tazón sobre la mesa de café.

Cuando estoy a punto de voltearme hacia Ría, la puerta del salón se abre, entrando por ella Max, Nate y una chica rubia en shorts de cuero y blusa de encaje.

La rubia camina hacia Ava, deslizándose en el sillón junto a ella, tomando el vaso de la mano de Ava y bebiéndose el resto del contenido.

—Estella no había bebido nada en toda la noche—Nate casi ríe—. Perdió una apuesta.

—Esa no es excusa para tomarse mi bebida—Ava sonríe, tomando el vaso vacío de Estela.

—Púdrete tu y tu apuesta—Estella le dice a Nate—. Oliver, ¿puedes prepararme algo?—sus rubios rizos teñidos se balancean sobre sus hombros mientras se inclina y recarga los codos sobre sus rodillas, su mentón descansa en la palma de su mano.

Oliver mira hacia ella por encima de su hombro y deja el control de la televisión.

—Sí, claro—le dice—. Nate, ven y encuentra algo que ver.

Max y Nate caminan hacia Oliver y el ruido en la habitación aumenta mientras todos entablan conversación.

Me pregunto si con quién estoy ahora es el grupo de personas con quien Harry solía estar cuando estaba vivo. Parece como si todos ellos vinieran de familias de dinero tanto como Harry. ¿Qué secretos esconden?

Tomo más de mi bebida y la dejo sobre la mesa.

—Ría—digo.

Me sonríe, apartando un mechón de cabello fuera de sus ojos.

Ahora es mi oportunidad. Necesito hacer esto bien, o podría arruinarlo todo. Debo ser astuta y hacer mis preguntas lo menos sospechosas posible.

—¿Conoces a alguien llamado Henry?—pregunto.

Me mira casi divertida, alzando una ceja.

—¿Henry?

—Sí—digo—. He escuchado algunos rumores acerca de un tal Henry... pero quizá tenga el nombre equivocado.

—Henry...—Ría golpea ligeramente su mentón con los dedos—. No me suena.

—Tal vez no sea Henry—digo, llevando el vaso nuevamente a mis labios—. Henry, Harold...—frunzo el ceño y miro hacia el techo, bajando mi bebida y pretendiendo concentrarme pensando. Golpeo mi regazo volteando hacia Ría, actuando como si lo hubiera recordado—. ¡Harry! sí, ese era. Harry.

Me alegra de que el ruido en el salón sea lo suficientemente fuerte por lo cual nadie está prestando atención a nuestra conversación. Si Harry era tan popular como supongo, claramente la gente reconocería su nombre.

Ría sonríe levemente ante la mención del nombre que casi no lo noto, pero lo hice. Parpadea hacia algo que no pude notar al instante antes de voltear hacia mí sonriendo.

—Oh, Harry—dice parpadeando rápidamente—. Solía conocer a alguien llamado así, pero ya no más.

—Oh—asiento—. ¿Por qué ya no?

Ría toma un gran sorbo de su bebida.

—Las cosas cambian, ¿sabes?

—Claro—asiento nuevamente—. Sólo me preguntaba, supongo. Sigo escuchando ese nombre por todos lados.

Nunca había visto a Ría tan incómoda. Se acomoda en su asiento junto a mí y toma un gran respiro, mirando alrededor del salón.

Típicas señales de un mentiroso.

Harry fue asesinado el ocho de Junio. Ese es el día clave del que necesito preguntar, pero debo llegar a Ría primero.

—Hey—dice una voz, sacándome de mis pensamientos. Miro a Estella, quien enrolla un mechón de cabello alrededor de su dedo. Ava sigue sentada en el sillón junto a ella, su codo descansa sobre el brazo del sillón y su mejilla en su palma. Sus ojos conectan con los míos.

—Hey—digo, tratando de ignorar la mirada de Ava.

Adoro tus zapatos—dice Estella, sus rosados labios forman una sonrisa.

Miro hacia mis flats negros.

—Gracias—digo forzando una sonrisa.

—¿Te conozco?—pregunta.

—No, soy nueva—digo.

—Oh—se inclina hacia delante, sonriendo—. Soy Estella.

Su sonrisa luce falsa. Por lo menos yo sé como hacer la mía creíble.

—Jane—me presento.

—Lindo nombre—dice, acomodándose de nuevo.

Sonrío.

—Gracias.

Estella sonríe.

Ría se excusa de dirigirse al baño.

Ava saca un cigarrillo.

Max toma el lugar de Ría en el sofá junto a mí.

—¿Cómo estás?—me pregunta, sonriendo.

—Bien—respondo, devolviéndole la sonrisa.

—Veo que te has acabado la bebida—dice, señalando hacia el vaso vacío.

—Sí—digo—. Oliver hace un muy buen Ruso Blanco.

Max ríe.

—Realmente lo hace ¿no es cierto?

Finalmente reacciono de que estoy hablando con el mejor amigo de Harry. Max es tan alegre y amigable; no actúa como si su mejor amigo hubiera sido asesinado hace tres meses. Pero supongo que es así como la mayoría de la gente lidia con el dolor, aunque yo lidiaría con algo así de una manera diferente.

Max debe saber algo. Pero ahora no es momento de hablar con él. Necesito obtener información de Ría primero y seguir de allí. Es la forma más fácil de empezar y estoy segura de que Harry me querrá aconsejar con quién seguir hablando después.

—¿Estás bien, Jane?—Max mueve una de sus manos delante de mi rostro, y agito mi cabeza.

—Sí—digo—. Sólo pensaba.

Busco a Ría por la habitación, pero no ha regresado del baño.

—¿Dónde está el baño?—pregunto a Max.

—Tercera puerta a la izquierda—me dice y asiento, mirándolo y dándole una sonrisa.

—Gracias. Regresaré enseguida.

Me siento mareada por un momento cuando me paro, mi visión se pone borrosa por un momento. Sé que es por el alcohol en mi organismo, incluso si no tomé mucho. Recobro mi postura y camino fuera de la habitación.

En el momento que piso el pasillo y camino hacia el baño, la puerta de éste se abre y Ría sale. Su maquillaje está levemente corrido y parece nerviosa.

—Ría, ¿te encuentras bien?—pregunto.

Parpadea, asintiendo levemente.

—Estoy bien—dice.

Miro sobre mi hombro antes de caminar hacia ella.

–Sé que sabes más acerca de ese tal Harry que lo que me contaste—digo, mi voz es baja.

Frunce el ceño.

—¿Qué te hace pensar eso?

Cruzo ambos brazos por encima de mi pecho.

Nos miramos unos segundos la una a la otra. Los amielados ojos de Ría son oscuros, con rastros de preocupación en ellos.

Se rinde.

Después de un momento, pruebo que estoy en lo correcto.

—Bien—sisea—. Pero no aquí.

Abre la puerta de la habitación junto a ella y me deja pasar. Es una recámara, no más larga que el salón. Ría cruza la habitación llegando a una puerta de cristal que da hacia la parte trasera de la propiedad, abriéndola y saliendo al pequeño balcón.

La sigo y la miro mientras cierra la puerta detrás de ella, volteando hacia mí, mirándome a los ojos.

Sé que ella puede ser el camino correcto dentro de esto. Ella puede ser discreta, pero es fácil de convencer y sé que he tomado la decisión correcta al aprovecharme de obtener la información de ella primero.

Ría puede ser lista, pero no es mentirosa.

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