MIRRORS

By TEARsJarOfJams

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Cristian debe entrar y recorrer la mansión embrujada de su pueblo por culpa de una apuesta perdida con sus am... More

MIRRORS

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By TEARsJarOfJams

El incesante ruido que causaba el grupo de jóvenes en sus bicicletas en mitad de la noche claramente irrumpió la tranquilidad con la que el pueblo descansaba alumbrado con los faroles de la calle. Aunque nadie le dio importancia al pequeño escándalo, era costumbre que los jovencitos saliesen por la noche todos juntos en bicicleta; es más, nadie estaba del todo seguro de en qué momento todo ese ruido había dejado de molestar. El gran grupo de amigos tenía la costumbre de darle unas dos vueltas al pueblo con tal de ir a buscar a toda la pandilla y salir en bola a cualquier lugar con buenas risas y diversión asegurada a pasar la noche del viernes, siendo el local de juegos acarde el destino más común. Aunque este fin de semana fue ligeramente diferente.

Las ruedas de las bicicletas pasaban sobre los charcos en el suelo una tras otra, salpicando agua y barro mientras avanzaban a toda velocidad en aquel camino. Al parecer el hecho de que el día anterior había estado lloviendo no iba a interrumpir los planes para esa noche, no señor, de ninguna forma. Sus risas y gritos eran lo único que lograba escucharse en aquel silencio mientras poco a poco se alejaban del pueblo, su ruidosa conversación rondaba en chistes locales y retarse a hacer alguna acrobacia improvisada tratando de no perder el equilibrio. No fue hasta que llegaron a una grande y vieja reja de metal medio carcomido por el óxido y los arbustos que se detuvieron, uno de los chicos mirándola sonrió.

—Miri, haz lo tuyo.

Una chica de cabellos cortos negros revueltos se bajó de su bicicleta dejándola caer sin cuidado, rápidamente se acercó a la reja y comenzó a treparla con la intención de llegar al otro lado. Iba a medio camino en la bajada cuando se dejó caer, finalmente aterrizó de pie ocasionando un ruido sordo. El resto del grupo no tuvo que esperar demasiado a la chica, ya que un par de minutos después ella había logrado abrir la verja. Todos entraron en bola aun charlando animadamente entre ellos y pedalearon hasta quedar delante de lo que alguna vez fue una mansión imponente. Todos bajaron de sus bicicletas y se acomodaron en círculo, de forma que pudiesen verse todos, aunque uno de ellos estaba particularmente nervioso.

Un joven de cabello rubio no paraba de moverse en su lugar: golpeteaba el suelo con un pie y se mordía los labios mientras jugaba con las mangas de su abrigo. Cabe destacar que ninguno de aquella pandilla de amigos pasaba de la edad de quince años. El rubio solo esperaba a que su amigo Joshua se dignara a decir el por qué se habían reunido en "la mansión maldita del pueblo", ya que solo ellos dos y otro chico llamado Alan lo sabían.

—Bien chicos—Joshua dijo finalmente subiéndose a un tocón para que todos pudiesen verlo, ya que por su baja estatura realmente no lograría que los demás le prestasen atención sin subirse a un lugar alto—, se preguntarán por qué nos reunimos en este lugar tan espantoso en lugar de ir a los bolos como Kat y Angie habían sugerido. Pues déjenme decirles que esto tiene una muy buena explicación qu-

—Cris y Josh apostaron en el acarde la semana pasada. Cris perdió y este es su castigo, fin de la historia—dijo Alan cortando de golpe a su amigo. Joshua lo miró indignado mientras los demás (o más bien unos pocos) intentaban contener la risa—. ¡No me mires así! Seguramente ya estaríamos en el año dos mil si te dejaba contarlo con lujo de detalles.

—A veces en serio te detesto—espetó Joshua y se aclaró la garganta—. En fin, debido a que Cris no quiso aceptar que yo era mejor que el en los karts y termino perdiendo, su castigo es una "prueba de valor".

»Creo que todos conocen más o menos la historia de la vieja casa Rosewell, y los que no se las resumo: cuenta la leyenda que hace unos cien años tres familias algo acomodadas compartían esta casa. Una de las hijas de los legítimos dueños de la casa se enamora de un joven prometido con otra mujer, pasan cosas y ella hace un ritual satánico que sale mal con la intención de que el tipo ese se enamore de ella, en lugar de eso ella invocó a un ser maligno que acabó con casi todos los que habitaban aquí y terminó por consumir el alma de la chica. Luego, una familia muy rica la compró y hubo un incendio que acabó con la mitad de la casa dejándola irreparable.

»Entonces, como la zona de las escaleras al ático de la casa está medio destruida, el reto de Cris consiste en encontrar un pasadizo que lo lleve al ático de la casa y abrir la ventana que da al frente, es decir esa—Joshua señaló la parte de arriba de la casa, donde había una ventana circular cubierta por mugre y polvo, o eso supuso el rubio debido a que no podía ver nada del interior desde ahí— ¿hay preguntas?

—No voy a volver a jugar contigo en mi vida—dijo el rubio frunciendo el ceño una vez el más bajo terminó de explicar.

—Oye, tú sabías perfectamente lo bueno que soy en ese juego. Es tu culpa por haber apostado—se defendió Joshua.

— ¿Y cómo se supone que saben lo de un pasadizo?—preguntó una de las chicas con bastante confusión—. Se supone que nadie entra ahí.

—Ah, sobre eso...Yo entré hace tiempo—explicó Alan, ganando que varios de sus amigos lo miraran algo sorprendidos—. Digamos que me gusta explorar, aunque tampoco estoy tan descerebrado como para entrar solo. Fui con mi primo, entre los dos encontramos el pasadizo al ático pero no subimos más—Alan miró a Cris y le sonrió, intentando transmitirle algo de confianza—. Entonces después de poner el reto hicimos un trato: yo lo acompañaría por la primera planta y el entraría a las habitaciones, así no estaría del todo solo cagándose en sus propios pantalones del miedo.

— ¡Oye!

— ¿Qué? No es ninguna mentira Cris, poco te falta para hacerlo. Realmente llegas a ser un bebé.

Unos cuantos chicos rieron, Cristian se sonrojó hasta las orejas y se tapó la cara por la vergüenza. Solo por el hecho de que no le gustaran los lugares oscuros y supuestamente malditos y que gritara en las películas de terror cuando iban al cine no lo hacía "un bebé", era bastante común tenerle miedo al sótano tenebroso de la biblioteca o gritar en las películas de Pesadilla en Elm Street. ¡Era perfectamente normal tenerle miedo a todas esas babosadas!

—Entonces, ¿para eso son los radios que me pediste?—preguntó Angie sacando ambos aparatos de su bolsa, Alan asintió con una sonrisa. No eran precisamente algo discreto, ¡ni siquiera parecían ligeros! Pero era lo mejor que pudo encontrar en su casa—.Les cambié las baterías antes de venir, más les vale tener cuidado porque si algo les pasa no sé qué le diré a mi padre.

—Lo tomaremos muy en cuenta Angie, muchas gracias—dijo Alan tomando ambos radios. Le pasó uno a Cris y los probaron: primero habló uno y luego el otro para luego asentir.

— ¿Listo?—Cris respiró profundamente, luego asintió. Alan le sonrió.

—Bien, a la cuenta de tres abrimos la puerta y entran a la casa—dijo Josh y junto con otro chico pegaron sus manos contra el gran portón de madera vieja.

—Viejo, creo que esta puerta se jala—mencionó el otro chico.

—La puerta se empuja, me lo dijo Alan—le dijo Josh, ambos comenzaron una pequeña discusión acerca de qué dirección se abría la gran puerta.

Aprovechando, Cris dio otra respiración profunda, mentalizándose acerca de lo que sea que pudiese encontrar en una casa maldita abandonada con una parte en ruinas. Alan lo miraba con la intención de darle ánimos y que de alguna forma se le quitara la cara de espanto que traía.

—Cris, créeme cuando te digo que no hay nada.

—Y te creo, tal vez solo tuviste buena suerte...

— ¿Sabes? Dicen que la parte más peligrosa es el sótano —Cris miró a su amigo abriendo los ojos con espanto—. Ya sabes: por toda esa porquería del ritual satánico... Hay quien dice que si entras no sales.

— ¿Y por qué me cuentas eso? ¿Me quieres poner peor o qué?—preguntó Cris alterado, Alan rió.

—Porque tú vas al ático, dicen que es la parte más segura de la casa por su difícil acceso, si es que eso te hace sentir mejor.

— ¡No ayudas Alan!

— ¡Bien chicos! ¡Prepárense!—dijo finalmente Joshua— ¡Uno!

—Oh diablos...

— ¡Dos!

—Recuerda que tienes el radio Cris—le susurró Alan—, para cualquier cosa que necesites voy a estar ahí.

— ¡Tres!—abrieron la pesada puerta, dejando espacio suficiente como para que ambos pasaran— ¡Muévanse que esto pesa!

Al ver que Cris no se movía, Alan lo tomó del brazo y comenzó a correr a la puerta arrastrando al otro chico tras de sí. El rubio sólo atinó a cerrar los ojos cuando cruzaron el umbral y el estruendo de la gran puerta cerrada anunció el inicio de su apuesta—todo se encontraba en un absoluto silencio en el interior de la entrada; solo se escuchaba el murmullo de sus amigos del otro lado. Finalmente, Cris abrió los ojos.

—Bien, esto es menos terrible de lo que recordaba —dijo Alan mirando el interior del pasillo, balanceándose un poco sobre sus pies mientras miraba a su alrededor.

Cris observó con detenimiento el gran pasillo principal: el papel tapiz de las paredes estaba siendo consumido por la humedad y se estaba cayendo en algunos puntos —como los más cercanos al techo—, la vieja alfombra que solía ser de un tono de rojo vibrante se encontraba cubierta de polvo; lo cual le daba un tono demasiado opaco, nada parecido a sus viejos días de gloria —unos cien años como mucho—. Había unas pocas pinturas que, debido a las rasgaduras del lienzo, no lograba adivinar qué era lo que una vez hubo ahí retratado. Un poco más al fondo, vio un espejo cubierto por mugre—"tal vez en sus viejos días era dorado" pensó.

—Entonces, ¿te vas a quedar ahí parado o vas a venir?—dijo Alan sacando de sus pensamientos al joven rubio.

—Ah... ¡Ya voy!—Cris corrió para alcanzar a su amigo, el cual ya había avanzado la mitad del pasillo.

— ¡Vamos Cris, la noche es larga pero no tanto!—Alan rio mientras pasaba delante del espejo y se adelantaba hasta casi el final.

Cris pasó delante de aquel gran espejo, aunque se detuvo de golpe y volteó a mirarlo desconcertado. Alan alzó una ceja y miró a su amigo confundido: Cris analizaba el espejo como si hubiese visto algo. Se acercó a él a paso tranquilo.

— ¿Qué tienes?—preguntó parándose a su lado, justo delante del mugriento espejo colgado en la pared deteriorada.

—Creí ver algo... Pero bueno, serán mis nervios...

Cris siguió caminando y Alan le echó un último vistazo al mugriento espejo de la pared extrañando para luego seguir al rubio.


Aunque no se percató de aquella presencia extraña que los analizaba con maldad...




*****


—No.

— ¡Pero Alan...!

—Que no.

— ¡Pero-

—N. O.

—¡Pe-

—¡Ya sabes la respuesta! ¡Ahora sube las malditas escaleras antes de que de verdad me vaya! —Alan intentaba actuar molesto, aunque en realidad hacía su mayor esfuerzo por no carcajearse por la situación ridícula que estaba creando su amigo: un murciélago había salido de un hueco en las escaleras y este ya no quería subir solo—¡Es parte del trato rubia oxigenada!

Cris frunció el ceño por aquel apodo. Cuando cumpliera el condenado reto se encargaría de vengarse.

—¡Bien! ¡Si me matan será por tu culpa!—dio media vuelta y comenzó a subir las escaleras de mala gana, murmurando una que otra maldición ente dientes en contra del chico que ya había dejado de esforzarse en ocultar lo mucho que la situación le divertía.

—¡Ve a por todo tigre! ¡Siempre y cuando no haya un animalito para hacerte gritar como niña, claro! —le gritó Alan seguido por una carcajada que solo lo hizo enojar más.

Una vez llegó al segundo piso, el enojo se le bajó como si le hubiesen tirado un balde de agua helada. Si la primera planta estaba deteriorada tan que le daba repelús, esta estaba mucho peor: faltaban varios pedazos de la pared y algunos agujeros en el techo eran lo suficientemente grandes para dejarle ver la luz de las estrellas a falta de la iluminación de las farolas de la calle, y no podía faltar un olor a humedad mezclado por ceniza que le resultaba increíblemente desagradable... Se arrepintió de no traer una linterna, pero se dejó convencer por los desgraciados de sus amigos de que no era para tanto. Por un momento realmente los odió.

—¿Sigues enojado "blondie"?—la voz proveniente del radio lo sobresaltó—¿Hola? ¿Estás vivo Cris?

El nombrado tomó el radio enganchado en su cinturón con las manos temblorosas por el susto, le costó algo de trabajo presionar el botón correcto para contestar.

—A-aquí estoy...—su voz salió más aguda de lo que le hubiese gustado, se aclaró la garganta—Viejo, esto es peor que el piso de abajo...

—Ya, no llores tanto amigo—respondió Alan a través de aquel aparato—¿Sigues junto a las escaleras porque te da miedo moverte o porque no tienes ni maldita idea de a dónde ir? Yo digo que ambos.

—¿Cómo sabes que...

—Te conozco lo suficiente Cris—de cierta forma tenía sentido—ahora, ¿quieres un consejo? Aléjate de la zona quemada y sal por el balcón. Está en mejores condiciones que el pasillo.

—¿Estás seguro de que es... Bueno, seguro? —preguntó Cris comenzando a avanzar hacia una gran ventana que había delante de él.

—¿De pura casualidad no viste un hoyo junto al mueble con el espejo parecido al de la entrada?—Cris miró por un momento el pasillo, efectivamente había un hoyo en el suelo de madera — Pues lo hice yo pisando una tabla podrida. Créeme cuando te digo que es mejor por salir por un balcón de piedra a por un pasillo que se rompe a cada paso que das.

Cris llegó a ventana rota que daba al lugar descrito por su amigo: un gran balcón de piedra algo cubierto por humedades verduscas y un creciente musgo donde estás eran más intensas. Con un cuidado extremo respecto a los cristales rotos alrededor del marco de la ventana se pasó al otro lado, aterrizando con ambos pies en el suelo de piedra. La luz de la luna alumbra balo suficiente como para ver en donde posaba los pies al andar.

—Supongo que entraré por las ventanas...—susurró para sí mismo.

Sólo se escuchaba el sonido de sus pasos mientras caminaba. De cierta manera era tranquilizante saber que se encontraba totalmente solo, pero al mismo tiempo le incomodaba: como si algo no estuviera bien y no supiera qué era aquello que lo causaba. Entró a un par de habitaciones bastante hechas pedazos, rebuscó entre los cajones y armarios algún botón que abriera la puerta de un pasaje secreto pero no encontró nada... Y esa sensación de incomodidad persistía. Pero no fue hasta que entró a un cuarto extraño con un ventanal gigantesco y un tragaluz en el techo. Era una habitación con sus cuatro paredes cubiertas por retratos en pintura.

Cris analizó la amplia habitación sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Había una mesa gigantesca en el centro de madera oscura, algunas de las sillas se encontraban tiradas en el suelo cerca del lugar al que correspondían, aunque había otras que se encontraban hechas pedazos por completo. También había una que otra botella rota sobre aquella gran mesa mientras algunos de los vidrios rotos descansaban en el suelo. Cristian avanzó a paso lento por esa habitación, observando todo con detalle intentando no pasar por alto nada que pudiese llevarlo al ático para poder largarse de una condenada vez.

Nuevamente la sensación de incomodidad persistió, aunque esta vez era en cierta forma distinta: sentía miradas sobre su espalda, alguien o algo lo estaba observando. Cris se dio media vuelta esperando toparse con el causante de su nerviosismo, pero no vio a nadie. Sólo estaban las miradas penetrantes de los cuadros. Se le vinieron a la mente todas las historias de cuadros malditos que se le pudieron haber ocurrido y su boca se secó, su corazón amenazaba por salírsele por la boca de tan rápido y fuerte que este latía y las gotas de sudor frío recorrieron su frente.

Quiso salir corriendo, salir por la ventana y lanzarse para correr hasta su casa donde estaría seguro, de verdad que sí. Pero no podía, por su condenado orgullo no podía permitirse salir chillando como un bebé y ser la nenaza de su grupo de amigos por el resto de su vida.

Decidió finalmente abandonar su búsqueda en aquel cuarto y avanzar al siguiente cuando una de aquellas pinturas llamó fuertemente su atención. Era una chica joven, tal vez un poco más grande que él y sus amigos pero menor que su hermana; su piel parecía estar hecha de la más fina porcelana de aquella época, sus ojos eran grandes y expresivos de un color muy claro, su cabello caía en bucles sobre sus hombros y portaba un vestido de un tono rosa pastel con muchos encajes en negro... Tal y como vestían las mujeres aristócratas de aquella época. Su rostro de delicadas facciones se le hizo algo conocido, como si lo hubiese visto en algún otro lado. Tal vez en uno de los libros de historia del pueblo que su hermana mayor coleccionaba como si fuesen el mayor de los tesoros.

Dejó de darle importancia y después de darle un último vistazo a aquel cuadro de realismo sorprendente salió una vez más al balcón, y extrañamente estaba muchísimo más relajado a cómo había entrado. Posó sus manos en la cadera y sintió el radio en su cinturón, tal vez Alan había visto ese cuadro también y sabía quién era aquella chica retratada en el lienzo. Lo tomó con seguridad y presionó el botón.

—Oye Alan, ¿Me copias?—no tuvo que esperar mucho para que su amigo respondiera.

—¡Vaya! ¡Finalmente te acuerdas de mí!—sonó la voz a través del aparato— . Esperaba que me hablaras hace como media hora muerto de miedo, ¡pero me sorprendiste Cris! Creo que te ganaste un poco de mi respeto por afrontar las cosas como un niño grande.

Cris rodó los ojos fastidiado.

—Cállate Alan, tengo una pregunta—respondió el rubio molesto.

—Te escucho.

—¿Entraste de casualidad a una habitación con muchos cuadros con gente sacada del siglo pasado?

—Hmm... ¿La que tiene una gran mesa, cierto?

—Sí, esa—después de escuchar un "¿qué quieres saber?" finalmente soltó su pregunta— ¿Sabes quién es la chica del vestido rosa que está en uno de los cuadros? Siento haberla visto en algún lado...

Hubo unos pocos segundos de silencio, que para Cris se volvieron eternos.

—Saliendo de aquí te voy a llevar al hospital, el polvo y el moho te están haciendo daño.

—¿¡Qué demonios Alan?!

—¡Estás viendo cosas raras! ¡Esas porquerías te dejaron más tonto de lo que ya eras!

—¡No estoy "viendo cosas raras"! ¡Sé perfectamente lo que vi, ahí hay un cuadro con una chica de vestido rosa!—Cris sonaba bastante molesto, ¡ahí estaba el maldito cuadro! ¡Lo vio antes de salir!

—¡Te digo que no lo hay! ¿Seguro que no te drogase con algo antes de venir?—Cris hubiese fruncido más el ceño si pudiese de lo enojado que estaba, sintió perfectamente cómo su rostro se calentaba.

—¡Está al lado de la vieja esa con pelos en la barbilla! ¡Estoy seguro!—hubo un momento de silencio, el rubio comenzó a desesperarse—¿¡No piensas contestar o qué?!

—Cris, donde tú dices no hay un cuadro, hay un espejo...


Hay un espejo...


Se le heló la sangre al escuchar eso, su corazón volvió a acelerarse en lo que procesaba las palabras de su amigo.


Dónde tú dices no hay un cuadro, hay un espejo...


Cris corrió a asomarse por el ventanal de aquel gran cuarto, le flaquearon las piernas.


....No hay un cuadro, hay un espejo...

...Hay un espejo...

Un espejo.


Casi se cae al suelo de no ser por la baranda de piedra del gran balcón que le permitió sostenerse. A duras penas podía respirar correctamente, sus ojos estaban como platos, el latido acelerado de su corazón golpeaba contra sus oídos mientras que las aquella frase seguía resonando en su cabeza mientras miraba donde se suponía que debía estar el cuadro de aquella chica de vestido rosa.


...Dónde tú dices no hay un cuadro, hay un espejo...


Pero sólo pudo ver el reflejo del ventanal y el suyo propio aferrándose a la barra de piedra para no caer.

...Hay un espejo...


Un espejo.

Con las piernas temblorosas se alejó lo más rápido que pudo de aquel gran ventanal, casi tropezando con sus propios pies. Sentía que en cualquier momento se desmayaría, tampoco lograba respirar. Inhalaba y exhalaba con rapidez pero no lograba que el aire llegara a sus pulmones, no lo sentía. Sus ojos escocían y comenzaba a ver borroso. Se aferraba a aquel barandal como si eso fuese a evitar que se desplomara en el suelo.


Cris...


Se llevó una mano a la cara, intentando evitar inútilmente que las lágrimas salvajes sugieran rodando de sus mejillas al suelo.


¡....Cris!


Trató de concentrarse en su respiración totalmente errática y descontrolada, sus intentos por tranquilizarse eran en vano. Quería irse a casa, ¡le importaba un comino el huir como un cobarde! ¡Quería ocultarse debajo de sus sábanas como un mocoso de cinco años por temerle al monstruo de abajo de su cama! Abría su boca para gritar pero ni un solo sonido que no fuesen sollozos salía de su garganta.


—¡Cristian!


La voz de su mejor amigo a través del radio lo trajo de vuelta a la realidad, ¿en qué momento lo había soltado? ¿En qué momento se hizo un ovillo junto una columna de piedra que sostenía el balcón? ¿En qué momento había comenzado a llorar como un desquiciado? ¿Cuándo fue que... Le dio un ataque de pánico?

Sorbió un poco los mocos que se habían acumulado en su nariz regulando poco a poco su respiración, los sollozos habían cesado y ya no salían más lágrimas de sus ojos. Se acercó a tomar el radio con la mano aún temblorosa, su amigo seguía hablando —más bien implorándole que contestara—, Cris dio un par de respiraciones profundas antes de contestarle finalmente.

— Maldita sea Cris... ¡Responde de una buena vez rubia oxigenada! ¡¿Te desmayaste o algo?! ¡Cristian no me hagas subir por ti! ¿¡Me oyes?! ¡No te...—Cris cortó la voz de su mejor amigo presionando el botón para poder hablar el.

—Alan, aquí estoy...—su voz salió algo rara, pero tranquila—. Estoy bien, no te asustes.

—¿¡En que mierda estás pensando?! ¿¡De verdad crees que por disculparte me vas a tranquilizar!? ¡TE HE ESTADO HABLANDO DESDE HACE CINCO MINUTOS! ¡PENSÉ QUE TE HABÍAN ASESINADO, SECUESTRADO O PEOR!—dejó que Alan le gritara todo lo que quisiera sobre lo mal amigo que era por hacerlo preocuparse de esa forma, acerca de posibles escenarios de muerte y secuestro en donde Cris era la víctima y lo dejó quejarse sobre lo mala persona que era por darle un buen susto y que no sería nada si su amigo Alan no estuviera ahí para "salvarle el culo de asesinos seriales y secuestradores —imaginarios—".

—Lo siento, ¿sí? Solo... Mi mente me jugó una mala pasada, es todo—dijo finalmente con voz tranquila, mintiendo.

Tal vez si era su mente haciéndole pasar un mal rato por todo el estrés, tal vez todo fue una alucinación a causa de su paranoia y realmente no había ningún cuadro. Quizás si se mentía a sí mismo, si se hacía creer que de verdad no había visto nada de lo que vio en aquel cuarto, lograría dejar de temerle a aquella casa. Realmente quería pensar que aquella mansión abandonada era sólo eso, una simple mansión abandonada. Muy a pesar de que cada célula de su cuerpo le gritara todo lo contrario. Quería creerse sus propias mentiras.

—¿Sabes? Si de verdad quieres salir de aquí ya no importa—dijo Alan a través del radio—, entiendo que te estés muriendo de miedo así que...

—No.

—...creo que lo mejor es... Espera, ¿qué?

—Que no. No voy a irme, voy a cumplir el reto y mostrarle a todos que no soy ningún bebé y que no tengo miedo de rumores absurdos y cosas que no existen—Cris se puso de pie con determinación, estaba mucho más relajado de lo que nunca había estado. Caminó a paso lento a la siguiente ventana.

—Wow, eso... No sé si sentirme orgulloso o tener miedo—Alan sonaba bastante sorprendido—Viejo, no puedo creerlo ¡estás madurando! Bueno, eso o... ¡Te han suplantado! —La reacción de su amigo lo hizo reír— ¿¡Quién eres y qué hiciste con el llorón rubio!?

—Lo maté y lo escondí en el armario de tu cuarto—dijo Cris riendo, siguiéndole completamente el juego a su amigo. Ni él mismo se creyó lo que había dicho, simplemente no supo qué sucedió dentro de él al decir eso. Tal vez, sólo tal vez una parte de él había logrado creer sus mentiras.

Haría esa babosada rápido para poder irse a casa, de verdad quiso dejar de tener miedo por una vez en su vida y lo logró...

A pesar de que por dentro, una parte de él seguía totalmente atemorizada, simplemente se rehusaba a negar que todo aquello hubiera sido una simple ilusión.


*****


La biblioteca de la mansión era el lugar en mejores condiciones de toda aquella construcción en ruinas. Cantidades incontables de libros llenaban casi por completo las estanterías pegadas a las paredes y aquellas que formaban ordenadas hileras, dando como resultado secciones de distintos géneros ordenando aquellas cajas de conocimiento en orden alfabético... Orden el cual Cris echaba a perder sacando los libros y acomodándolos en donde el universo se lo daba a entender—es decir, en cualquier parte. Había visto en películas sobre crímenes en las cuales algunos pasadizos secretos se abrían sacando el libro correcto de la estantería correcta, aunque su situación no era ninguna película detectivesca ambientada en el siglo XIX y estaba comenzando a perder la paciencia.

—¿Seguro que no quieres ninguna pista?—preguntó Alan. Cris suspiró tomando el radio de su cinturón para responderle.

—Alan, te dije que puedo hacer esto solo.

—Sea lo que sea que estés haciendo, tardaras toda la noche en lograrlo—explicó el chico del otro lado del aparato—. Por favor hazme caso Cris, mi primo y yo lo descubrimos por accidente. Recuerdo perfectamente en dónde está el pasadizo.

—Ajá...­—el rubio dejó el libro que tenía en la estantería sin siquiera mirarlo— ¿y qué es lo que me sugieres que haga?

—Acércate a la sección de romance, está cerca de la pared—Cris hizo lo que su amigo le dijo­—. Perfecto, ahora, ubica la estantería que tiene los libros de Jane Austen.

—¿Es en serio?

—¡Absolutamente! —Cris miró la estantería inseguro— ¡Cuando mi primo y yo lo encontramos había un ejemplar viejo de Orgullo y Prejuicio!

—Ok, Jane Austen... Listo, la encontré—dijo Cris— ¿y ahora?

—Estámpate contra la estantería—Cris quedó descolocado por esa respuesta.

—¿Perdón?

— Que te estampes contra la estantería.

—¡Ni loco hago eso!

—Tú mismo dijiste que querías terminar todo esto, así que hazme caso y estámpate con fuerza a esa estantería.

Cris miró la estantería y luego el radio en su mano, seguía sin poder creerse aquella forma tan estúpida de abrir un pasaje secreto.

—Tiene que ser una broma...

—¡No escucho nada azotarse desde aquí abajo Cristian!

Cris suspiró, al final sí tendría que hacerlo. Colocó el radio en su cinturón y dio una respiración profunda. Se hizo para atrás para tomar impulso y finalmente corrió para luego lanzarse hacia la estantería, haciendo sonar un "clic" del cual ni siquiera se percató. Mentiría si dijera que no dolió como un demonio. Sentía su brazo izquierdo entumecido, soltó un quejido cuando se lo tocó y sintió una fuerte punzada de dolor; seguramente le saldría un hematoma muy feo en todo el brazo.

—¿Y bien? ¿Hay puerta o no hay puerta? —Cris volteó la vista hacia la estantería y sonrió. ¡Era el pasaje oculto!

—Alan, creo que te debo una­ —dijo Cris tomando el radio para comunicarse con su amigo.

—Sí, sí. Ya me lo pagarás con tus buenas acciones.

Cris rio y abrió la puerta pegada a la estantería, revelando unas escaleras hacia arriba en un pasillo estrecho. "Terminemos con esto de una vez" pensó el rubio, y reuniendo todo el coraje que le quedaba se adentró en aquel oscuro túnel. No eran tantas escaleras como lo parecían a simple vista, ya que llegó al ático en unos cuantos segundos. Lo que había dicho Alan con respecto a este lugar antes de entrar a la gran mansión era cierto: era la parte menos terrible de toda la condenada casona.

¿Era oscuro? Sí. ¿Estaba lleno de polvo? También. ¿Olía a que algo llevaba pudriéndose desde hacía décadas? Seguramente. ¿Había posibles alimañas asquerosas viviendo en el rincón más sucio y oscuro? Por supuesto, pero para el rubio ese lugar horrible se había convertido en su salvación. Miró a su alrededor en busca de la única ventana de aquel lugar, lo cual fue fácil debido a la gran fuente de claridad que dejaba entrar. Cris se acercó sin dudar a la gran ventana.

Una vez estuvo parado a su lado se asomó, logrando ver a un grupo de unos once chicos y chicas que esperaban como si aquello fuese lo más aburrido del mundo; había un grupo pequeño jugando naipes, otros se encontraban hablando y había un par que se habían dormido al cansarse de esperar. Cris sonrió mientras le quitaba el seguro a la ventana circular, se abrió soltando un gran rechinido y el rubio se inclinó hacia adelante con una sonrisa de oreja a oreja. Fue una de las chicas la que se percató de la cabellera clara en la parte de arriba de la casa.

—¡Oigan todos! ¡Cris lo consiguió! —gritó la chica llamando la atención de los presentes, o al menos los que se encontraban en sus cinco sentidos, y todos voltearon hacia la mansión. Cris los saludaba desde arriba y muchos de ellos soltaban gritos de emoción... otros no estaban tan contentos.

—¡Eso es Cris!

—¡Lo lograste rubia! ¡Bien hecho!

—¡Maldita sea, Cristian! ¡Me vas a dejar sin dinero!

—¡Bravo Cristian!

—¡Levántate Josh, tienes que ver esto!

—¡Miranda deja de hacerte la tonta y págame!

Cris alzó los brazos con emoción, se sentía orgulloso. Les había demostrado a sus amigos que no era ningún llorón, además de que de cierta forma había logrado dominar su miedo. Finalmente volvió al interior de aquel mugroso ático, con una sonrisa tan grande que le dolían las mejillas. Estaba feliz, no, más que eso, ¡estaba casi eufórico! Se dirigía casi dando saltitos de emoción hacia las escaleras, cuando sintió que algo se caía al suelo detrás de él. Se volteó ciertamente extrañado. Una de las tantas sabanas que cubrían los muebles se había caído revelando lo que ocultaba: un espejo.

Este era algo diferente a los que Cris había visto al andar por la casa: esos eran cuadrados, más grandes y claramente estaban deteriorados. Este tenía el mismo estilo que tenían los otros, sólo que era uno de cuerpo completo; más delgado y más alto. Cris se acercó a ver su reflejo. Miró su rostro, se veía algo sucio por el polvo que había en el aire y tal vez las lágrimas que había soltado en su reciente ataque de pánico. Ladeó un poco la cabeza intentando comprender qué era lo interesante de aquel espejo, pero no lo consiguió y volvió a ver su reflejo... Notó que había algo extraño, pero eso en lugar de causarle la indiferencia que buscaba le revolvió el estómago y un sentimiento de completa incomodidad lo envolvió.

Algo ahí no estaba bien. Podía sentirlo y aquella sensación de peligro inminente no se iba. Se alejó un par de pasos de aquel espejo, su reflejo hizo lo mismo... Aunque pareció que lo había hecho de manera algo desincronizada. Lo que pasó después en definitiva lo dejó paralizado ahí donde estaba.

Su reflejo miró sus propios pies, luego lo miró fijamente. Cris sintió su corazón detenerse y sus ojos abrirse, el reflejo le sonrió... Era la sonrisa más horrible que había visto en su corta vida. Lentamente elevó su mano hasta la altura de su cara, haciendo con ella una seña... casi podía escucharlo decir que guardara silencio. Cris tragó en seco, aquello no debía de pasar... esa casa era solo una más. No había nada, no debía de haber nada.

Su reflejo ladeó la cabeza mirándolo con burla. "Debo salir de aquí... ¡Y rápido!" fue el primer pensamiento coherente que cruzó por su cabeza. Cuando lo que sea que fuese lo que estaba detrás de aquel espejo avanzó un par de pasos hacia él, no esperó un segundo más y huyó despavorido hacia las escaleras. El reflejo se quedó ahí mirando, mientras sonreía de forma peor que la anterior.


*****


Aún no le quedaba claro por qué Cris estaba tardando tanto en bajar, ya había oído los festejos de sus amigos desde afuera lo que le aseguraba que Cris tardaría poco en bajar. Soltó un suspiro pesado, de verdad se estaba aburriendo. Quería sentarse, pero ni en broma se sentaba en alguno de los viejos sillones roídos que había en la pequeña estancia frente las escaleras, ¡y mucho menos en el suelo! Alan se balanceó sobre sus propios pies mientras tarareaba alguna melodía de uno de los tantos programas infantiles que veían sus hermanos menores.

El joven castaño comenzó a silbar mientras jugueteaba con el radio, tentado a llamar a su amigo y preguntarle por su estado. Pero no lo hizo, debía estar por llegar y confiaba en que el rubio no se perdería en aquella gran casa. De verdad trataba de permanecer tranquilo, no le gustaba perturbar su constante paz interior con alguna clase de sentimiento negativo pasajero —aquello le causaba nauseas.

De pronto escuchó un gran estruendo que lo sorprendió y lo hizo mirar hacia el techo, el cual soltó unos pocos chorritos de tierra.

— ¿Cris...?

Escuchó pasos apresurados a través del pasillo acompañados de una que otra maldición. Se acercó a paso rápido a las escaleras, sólo para contemplar como su amigo se tropezaba con sus propios pies y caía por esta.

— ¡Cristian! —Alan se acercó corriendo a su amigo tirado en el suelo. Con algo de trabajo lo levantó del suelo, Cris apenas y podía ponerse de pie por el dolor, se había abierto una ceja y había comenzado a sangrar—. Cris, ¿¡Estas bien?! ¿¡Qué diablos pasó allá arriba!?

Antes de que el rubio pudiese siquiera abrir la boca, vio algo arriba de las escaleras... más bien alguien. Alan casi acabó con la mandíbula en el suelo cuando vio a un segundo Cristian ahí parado, con una sonrisa escalofriante. Era exactamente igual al chico que ahora sostenía por un hombro... pero ese no era Cris, en definitiva no era su mejor amigo, Cristian jamás sonreiría de aquella forma siniestra. Sintió sudor frío recorrer su espalda, sus manos le temblaban pero intentaba sostener lo mejor posible a su mejor amigo

—Alan... —la voz del chico a su lado capto su atención—. Alan, hay que correr...

El falso Cristian comenzó a bajar las escaleras muy lentamente.

— ¡Hay que correr YA!

El grito de Cris fue suficiente como para que ambos saliesen corriendo por aquel pasillo directamente a la puerta, aquel que cada vez se hacía más largo. Para Alan esto parecía una clase de mal sueño, uno tan terrible del que deseaba con todas sus fuerzas despertar. Todo era increíblemente confuso, ¿no se supone que eso de "casa maldita" eran puras patrañas? Al parecer no lo era, porque ahora se encontraba con Cris huyendo de un clon de su mejor amigo. ¡Aquello era mucho peor que cualquier película de terror que hubiera visto!

Ambos jóvenes se estrellaron contra la puerta y comenzaron a jalarla con todas sus fuerzas. No querían mirar atrás, no a aquella... cosa que se acercaba a ellos con toda la tranquilidad del mundo, casi burlándose de ambos. Lograron finalmente que aquella puerta finalmente se abriera, era una pequeña abertura, pero si se daban prisa ambos podrían salir.

— ¡A la de tres! —gritó Cristian, solo con una mirada entendieron qué era lo que debían hacer. Alan asintió—. ¡Uno!

— ¡Dos! —gritó Alan haciendo su mayor esfuerzo por mantener la puerta abierta.

—¡¡TRES!!

Con un rápido movimiento, Cris salió por la abertura seguido por Alan. La puerta se cerró de golpe tras ellos, se recargaron contra esta mientras intentaban regular sus respiraciones. Ambos amigos se miraron y sonrieron, por un momento olvidándose de la bola de adolescentes que los miraban confundidos. Enseguida los bombardearon con preguntas.

— ¿Qué pasó ahí dentro?

— ¡Parece que anduvieron corriendo una maratón!

— ¿¡Por qué a Cris le está sangrando la ceja?!

— No entiendo nada...

Cris rápidamente interrumpió la improvisada "entrevista" que hacían sus amigos y se dirigió a su bicicleta.

—Chicos hay que irnos, ¡pero ya!

— ¿No nos piensas contar qué fue lo que pasó primero?

Hubiese respondido de no ser porque se oyó un cristal rompiéndose desde adentro, los trozos de cristal se esparcieron por todo el suelo, al igual que la pequeña lámpara de pared que algo había lanzado por aquella ventana. El grupo de adolescentes se subieron a sus bicicletas y se alejaron a toda velocidad entre varios gritos e insultos de la condenada mansión Rosewell.

Una vez todos se acercaron al pueblo, Alan pedaleó cerca de Cris, el cual iba un poco más lento que el testo y no era de extrañarse: técnicamente estaba todo golpeado y estaba muriéndose de dolor.

—Oye Cris... —lo llamó el castaño, este volteó—. Lo siento.

— ¿Por qué te disculpas? —preguntó confundido. Alan suspiró.

—Si te hubiese insistido un poco más en... ya sabes, no cumplir el reto tal vez no te hubieses caído por las escaleras y no hubiésemos visto a... eso—Cris comenzó a reír— ¿Qué es tan divertido? ¡Te abriste la ceja por amor al cielo!

—Creo que por eso mismo... No sabes todo el miedo que pase al estar ahí dentro, pero aun así... siento que me quitaron un peso de encima... no lo sé, es raro—hubo un momento de silencio, luego Cris suspiró—. Pero no pienso volver a pisar esa endemoniada casa en mi vida.

Alan soltó una carcajada.









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Ok, esto lo escribí para mi examen final de literatura el semestre pasado pero lo comparto por aquí porque lo encontré entre mis archivos y me dio algo... ay no sé, amo a mi bebé Cris <3

Atte. M0N0CER0S

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