Sublime Dominacion. ||Yoonmi...

De FabiCan

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Jimin, un delicado omega amante de las noches de descontrol, tendrá que renunciar a todo cuando Min Yoongi, u... Mais

B o o k T r a i l e r
Prologo.
||Uno||
||Dos||
||Tres||
||Cuatro||
||Cinco||
||Seis||
||Siete||
||Ocho||
||Nueve||
||Diez||
||Once||
||Doce||
||Trece||
||Quince||
||Dieciseis||
||Diecisiete||
||Dieciocho||
||Diecinueve||
||Veinte||
||Veintiuno||
||Veintidós||
||Veintitrés||
||Veinticuatro||
||Veinticinco||
||Veintiséis||
||Veintisiete||
||Veintiocho||
||Veintinueve||
||Treinta||
||Treinta y uno||
||Treinta y dos||
||Treinta y tres||
|| Treinta y cuatro||
||Treinta y cinco||
||Treinta y seis||
||Treinta y siete||
||Treinta y ocho||
||Treinta y nueve||
||Cuarenta||
||Final||
Epilogo
||Extra 1||
||Extra 2||
||Extra 3||

||Catorce||

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De FabiCan

El omega dio un respingo al escuchar aquellos inesperados y brutales golpes a la puerta. Entró en un estado de alerta en cuanto percibió el repentino espanto que sufrió el alfa debajo de él. Con rapidez, este lo puso de pie, parándose también. Lo vio abrir un cajón y sacar un arma de fuego de allí, la cual la acomodó entre su pantalón, cubriéndola con su saco. Enseguida colocó al menor detrás de él, resguardándolo.

Jimin se encogió sobre sí mismo, asustado, procurando estar lo más pegado posible al cuerpo del alfa, pues no había lugar donde pudiese sentirse más seguro.

De pronto, la puerta se abrió de golpe, haciendo visible a un hombre de cuarenta y tantos que apestaba enormemente a alfa enfadado.

— ¡Oh, mierda! ¿Por qué no avisas? Pensé que eras...

—Él mismo estaría aquí de no ser porque me he pasado gran parte de la noche tratando de calmar el asunto. A ver, ¡¿Dónde mierda ha quedado todo lo que hemos hablado?! —Exclamó furioso el desconocido, quien se aproximaba peligrosamente con su ceño fruncido—. Se trata de conseguir más aliados, ¡no de obtener más enemigos! ¡No ha sido nada inteligente lo que has hecho! ¡¿Entiendes que nos dividirás si sigues así?! ¡No solo estaremos en guerra con la familia de 'Ndrangheta, sino que también lo estará nuestra familia propia!

—Si nos dividimos será por su culpa, no mía. Yo he hecho lo que me corresponde, él es quien necesita ubicarse en su sitio —dijo el pelinegro con tranquilidad, despojándose del arma para luego guardarla en su lugar.

—Él es un crío inmaduro, envidioso, caprichoso, superficial. Un imbécil. Todo lo contrario a ti. Pero tiene más derecho que tú, y lo sabes. ¡No puedes seguirle el juego a sus chiquilinadas! ¡Tú eres más que eso!

—Oh, ¡¿Y por eso tengo que doblegarme ante él cuando me falta al respeto?! ¡No son más que puras mierdas! —expresó el alfa de ojos negros enfurecido, haciendo que el omega se encogiera aún más sobre sí mismo.

Jimin era consciente de que el enojo no era dirigido a él, pero no podía evitar sentirse igual de intimidado como si le estuviese gritando a él. Y estaba tan aturdido, tan desorientado, que no sabía qué hacer, más que permanecer quieto en un rincón con la cabeza agacha.

—No, ahí está el punto. No te falto el respeto a ti, Yoongi.

—No, le falto el respeto a mi omega, que es lo mismo. 

— ¿Hablas del omega que desecharás en un par de semanas?

El pelirrubio se sobresaltó al escuchar un áspero y resonador golpe en seco que provino del puño cerrado de su alfa estrellándose contra la madera del escritorio.

— ¡Oh, por favor! El tiempo que duras con un omega es escaso. No pretendas aplicarle derechos como si llevara tu mordida, sabiendo que es uno cualquiera que no lo vale. Tu padre quedo muy disgustado por eso.

Y Yoongi habría sido capaz de soltar el gruñido más voraz para expresar todo el enojo que le generó aquellas intolerantes palabras dichas por el consiglieri* de su padre. Palabras absurdas; palabras imperdonables. Palabras que, muy en el fondo sabía, eran verdad. Pero Yoongi habría querido gritarle que no era así, que Jimin no era un cualquiera que desaparecería en un par de semanas, que Jimin si lo valía porque era su omega por naturaleza y que, por ende, debía ser respetado.

Pero no lo dijo. Prefirió acallar, prefirió morderse la lengua y ocultar la verdad de su alfa, porque Jimin estaba allí y no debía exponerse con tal magnitud. No cuando el omega parecía no corresponderle.

Al fin y al cabo, todo se resumía a una verdad amarga y doliente. Jimin sí era un cualquiera. Un ordinario omega independiente que funcionaba como puta. Incluso Jimin se lo había dicho. Todo había sido culpa de su instinto, de su iluso y tonto alfa que solo quería quererlo. Qué estupidez. Jimin lo único que deseaba era largarse lo más pronto de allí, alejarse por completo de él y de sus ansias por dominarlo, ¿acaso que iba a hacer? ¿Obligar al omega a que lo quiera? ¿Obligarlo a permanecer el resto de sus días con él? Él no pretendía pasar su vida entera con un omega que era infeliz a su lado. 

—Ofrécele a Guillern una disculpa sincera de mi parte, y a mi padre dile que no se repetirá... No, deja, te acompañaré. Hablaré personalmente con ellos —anunció el alfa con un tono de voz apagado, casi melancólico. El contrario asintió aprobándolo por completo—. Espérame abajo.

Al instante, Yoongi volteó hacia el menor, y caminó hacia él con cierta pesadumbre. Lo tomó de la barbilla, elevándole la mirada con delicadeza. Jimin lo miró, apenado, contemplando el ápice de amargura que habitaba en los ojos negros del alfa. La tristeza combinada con gotas de decepción que emanaba este le encogía el corazón, estrujándolo. Y todo era por su culpa. Él lo supo desde un principio, jamás debió haber asistido a aquella cena.

—Después de eso, ¿aún sigues pensando que es buena idea que te acompañe en tus salidas? Y-yo... yo te lo he d-dicho, no lo v-valgo... yo no...

Las palabras se acallaron cuando unos labios ajenos se encontraron con los suyos, acariciándolos, iniciando un lento y apaciguado beso que Jimin no dudó en corresponder.

—Hablaremos de eso luego. Ahora quiero que te encargues del asunto de la ropa, escoge todo lo que creas necesario y asegúrate de que sea de tu talla. De igual manera, si quieres también puedes comprar más, solo tienes que decirme.

El omega asintió sin mucho entusiasmo. Por alguna razón que desconocía, no le agradaba en lo absoluto que el alfa estuviese desanimado. Y mientras salían del despacho, encontrándose justo con una beta que cargaba una bandeja con su desayuno, Jimin pensaba en la perfecta manera de cómo podría animar al castaño cuando regresara.

Acompañado de la sirvienta, ingresó a la habitación en la que se había hospedado los últimos días. Desayunó sin apuros sin dejar de pensar en todo lo que había ocurrido. La reciente discusión de aquellos dos alfas retumbaba en su mente una y otra vez. No le dolió que aquel otro tipo dijese que él era un omega cualquiera, porque él lo sabía mejor que nadie. Al contrario, se sintió complacido porque Min Yoongi lo había defendido como si él significara algo más... Algo que no era.

Suspiró. Si el desconocido alfa no mentía, solo le quedaban dos semanas o menos para que su momentáneo dueño lo liberara de su deuda. Dos semanas. Debía aprovecharlas al máximo antes de regresar a su antigua vida llena de alcohol, marihuana y nada de sumisión. 

Habiendo acabado su desayuno, comenzó a explorar de nuevo el gigantesco closet, eligiendo y probándose todo aquello que le llamase la atención. Hasta que, de pronto, se llevó la grata sorpresa de hallar un pequeño sector dedicado solo a delicadas piezas de encaje, pantis con ligas, hasta inclusive deslumbro un dilatador anal con una felpuda colita de animal.

A Jimin le brillaron los ojos. Ahora sí sabía con certeza el perfecto modo de como animar a su alfa. Aseguraba que aquello le encantaría. Sí, Jimin era un cualquiera. Un cualquiera que le haría gozar como ningún otro.
La noche había caído, y el omega ya estaba más que aburrido de esperar al hombre que disfrutaría de su exclusiva función erótica. Una función que, al parecer, se pospondría a otro día si es que su único espectador no se dignaba a aparecer.

Soltó un resoplido. Estaba cansado de dar vueltas en la habitación del alfa. ¿Cómo se suponía que lo sorprendería si ni siquiera sabía a qué hora llegaba? Mierda. Odiaba la situación. Él quería acción, no encontrarse en un estado de absoluto aburrimiento. Suspiró por milésima vez. Al diablo. Se tomaría una ducha y se iría a dormir.

Comenzó a desnudarse con desgane, arrojando las prendas de ropa camino al cuarto de baño, quedándose solo con aquella pequeña pieza de encaje negra a conjunto con unas medias y ligas del mismo tono. Pensó en quitárselo. Sin embargo, cuando sus últimos rastros de esperanzas se habían acabado, percibió el sonido de la puerta.

Jimin se alarmó, y de pura conmoción corrió al baño a ocultarse de los ojos del alfa, siendo la sorpresa lo único que lo inundaba. Y no lo podía creer. Su ropa había quedado afuera. Joder, su plan ya estaba más que arruinado. ¿Cómo haría? No podía salir así simplemente. Y la respuesta la tuvo frente a sus ojos al divisar una blanquecina bata de baño.

Sonrió, y se apresuró a colocársela, tratando de cubrirse lo más posible. Solo entonces abrió la puerta, encontrándose al pelinegro frente a una de las ventanas, quitándose distraídamente la corbata.

— ¿Cómo te ha ido? —preguntó Jimin con tranquilidad, avanzando solo unos pocos pasos.

El alfa se volteó a verlo, pero al instante desvió su mirada de nuevo hacia la ventana.

—Bien —contestó con seques, reflejando el malhumor en cada una de sus facciones.

Estaba serio, demasiado serio. El enojo se distinguía con facilidad en su ser, haciendo visible lo terrible que lo había estado pasando. Pero el alfa estaba de suerte porque Jimin tenía la receta perfecta para acabar con el estrés que parecía no querer dejarlo en armonía.

— ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Dime.

— ¿Cómo me veo? —mencionó con una sonrisa coqueta, al tiempo que dejaba caer la bata al suelo.

La expresión del alfa cambio súbitamente luego de voltearse otra vez para mirar a Jimin. Su aliento se desvaneció al presenciarlo. Oh, jodida mierda. Se veía tan hermoso, tan deseable, tan perfecto que sus ojos se negaban por completo a apartar la mirada de aquel irresistible cuerpo que era solo suyo.

Jimin lo había dejado en un estado de atontes irremediable, todo su sistema se había visto opacado por el creciente deseo que este mismo le había generado. Ya no importaba nada más que aquel bonito omega luciendo, únicamente para él, una delicada pieza de encaje negro que a su alfa le estaba volviendo loco.

De solo admirarlo su entrepierna ya había comenzado a palpitarle sin control alguno.

—Y... ¿te gusta, daddy? —mencionó Jimin con un tono de voz excitantemente aniñado, dibujando una sonrisa de falsa inocencia con la comisura de sus labios.

El omega, en el fondo, se encontraba odiándose por estar haciendo semejante estupidez. Pero sabía que lo valía por la gloriosa reacción del alfa.

—Oh, bebe —Yoongi gimió. No podía sentirse más complacido—. Me encanta. Tú... eres tan precioso.

Dicho eso, se apresuró a correr en busca de sus labios. Lo besó con ineludible desespero, con sublime pasión, con inmensas ganas de hundirse bajo su profundo olor. Sus manos viajaron sin vacilación hacia los glúteos del menor, aprisionándolos sobre la tela con su agresivo tacto de animal salvaje.

Al instante, sin interrumpir el ardiente beso cargado de lujuria, lo tomó de los muslos internos, obligándolo a subirse a su cuerpo. Jimin enredo sus piernas alrededor de la cintura del alfa, manteniendo sus brazos envueltos en el cuello de este, mientras intentaba seguirle el ritmo a aquel brutal contacto entre sus bocas. 

Yoongi, caminando a ciegas, lo llevó hacia la cama, sitio en el que lo dejó bestialmente.

—Boca abajo. Cabeza en almohada. Cadera elevada —ordenó el alfa con autoridad, quitándose la camisa de un tirón.

La confusión que sintió Jimin no le permitió obedecer, pues ni siquiera había logrado terminar de entender que aquellas palabras eran órdenes.

— ¡Ahora! —demandó Yoongi frunciendo el ceño, verdaderamente enojado.

Jimin lo odió.

— ¡No me grites! —exclamó el omega escandalizado, haciendo que el enojo del alfa empeorara de un modo aterrador.

Jimin cerró los ojos con fuerza, atemorizado, cuando el contrario hizo ademan de golpearlo. Se había hecho bolita sobre la cama, cubriéndose de cualquier daño que pudiera sufrir.

Solo entonces el alfa reaccionó, tomando consciencia de la situación. Se alejó unos pasos con sus manos enterrándose entre los mechones de su cabello, buscando encontrar la paciencia que creyó haber enterrado. Respiró profundo, tranquilizándose.

— ¿Has... has querido golpearme? Dijiste que jamás lo harías —musitó el omega temeroso, a punto de quebrarse emocionalmente.

—Lo siento, jamás lo haría —reafirmó—. Yo perdí el control... tú no me obedeciste.

—Es que no entendí. Lo dijiste muy rápido, y ni siquiera me diste tiempo para procesarlo —explicó el omega cabizbajo estando sentado sobre la cama con sus piernas pegadas a su pecho—. Perdón, no quería arruinarlo. Yo quería ayudarte a distraerte de tus problemas, pero solo soy uno más —añadió angustiado, comenzando a sollozar.

El corazón de Yoongi se estrujó por completo.

—No, bebé. Ha sido culpa mía. Olvidé por completo que tú no estás acostumbrado a esto, y casi cometo una total imprudencia cuando dije que te tendría paciencia —expresó el alfa compasivo, sentándose a un lado del vulnerable ser que emanaba tristeza de sus poros—. No quiero que pienses que alguna vez voy a golpearte. No lo haré. Nunca —prometió con sinceridad, mirándolo a los ojos.

Llevó una de sus manos a la mejilla izquierda del omega, acariciándola dulcemente, limpiando una diminuta lágrima que había escapado en muestra de su desdicha. No tardó en inclinarse hacia él con el objetivo de otorgarle un beso lento y delicado. Un beso que nada tenía que ver con el anterior que se habían dado.

Jimin se dejó, convencido por sus palabras. No sabía por qué, pero en momentos como esos el alfa le transmitía abundante confianza que no podía ignorar. Se sentía seguro a su lado, sabiendo de algún modo que, en efecto, jamás le haría daño. Al menos, no daño físico. Al menos no brutales y dolorosos golpes que luego quedase la evidencia plasmada en su piel.

Los dulces besos continuaron hasta que Jimin olvidó por completo la razón de su pasada tristeza.
—Ve a quitarte esto, bebé, y ponte un pijama —hablo el pelinegro sereno, luego de darle un último beso.
El pelirrubio negó, sonriendo apenas un poco.

—Quiero que me lo quites tú —replicó con algo de picardía, haciendo aparecer una ligera sonrisa en el rostro del mayor, quien, segundos después, se dedicó plenamente a proporcionarle besos en el cuello—. Intentémoslo de nuevo —murmuró ladeando su cabeza con la finalidad de darle mejor acceso—, haré el esfuerzo de obedecerte. No quiero dormir sin antes dejarte satisfecho.

No obtuvo palabras como respuesta. Sin embargo, el hecho de que el alfa no detuviera las succiones y ligeras mordidas por su cuello le era un claro indicio de que estaba de acuerdo con intentarlo de nuevo. Yoongi descendió por sus clavículas, concorde el omega se recostaba en la cama con él sobre su cuerpo.

Las manos de Jimin acariciaban la espalda desnuda del otro, mientras se derretía bajo el tacto húmedo de su lengua recorriendo sus pezones. Poco después, lo sintió en su abdomen, y más tarde los dientes de este se clavaron, sin intenciones de dañar, en el hueso su cadera haciéndole gemir y arquear su espalda. Su cuerpo entero vibraba de anticipación. Jimin lo necesitaba.

Yoongi le quitó lentamente la ropa interior, quitándole también las medias de encaje que iban junto a este, dejándolo libre de toda prenda que cubriera su linda y suave piel. Le separó las piernas, y su boca viajó directo a su humedecida entrada, siendo su lengua la primera infiltrada en su interior. 

El omega gimió fuerte, completamente sorprendido. Sus ojos se abrieron de par en par, mientras su cabeza se echaba hacia atrás, disfrutando en lo absoluto de aquella nueva y exquisita sensación. Dado que él siempre buscaba tener el control durante el sexo, ningún alfa jamás se había molestado en tomar la iniciativa de satisfacerlo a él. Él hacía todo el trabajo por el alfa o beta, sin recibir más que su miembro, y estaba bien, nunca pretendió más.

Por esa razón, se sorprendió de sobremanera. ¡Y, mierda! Se sentía tan jodidamente bien. La lengua del pelinegro se encontraba haciendo maravillas en su interior. Jimin se estaba deshaciendo en jadeos por el más que complacedor trabajo que llevaba cabo la boca del mayor metida entre sus nalgas.

—Oh, Dios... A-alfa... —gimió el ojimiel, cerrando sus ojos con fuerza, contrayendo su rostro de pura satisfacción—... N-no sigas... Es-este no... ahh... —los dedos de sus pies se retorcían como acto reflejo del placer que su ser estaba experimentando. Su cuerpo entero respondía a la acción del alfa, y no podía tomar control de ello—... Este no e-era... el p-plan...

Su orgasmo se aproximaba con potencia, pero Jimin no quería acabar tan pronto. No cuando ni siquiera había sido penetrado. Él había estado listo para obedecerle cualquier orden. Había estado dispuesto a ser su tonto sumiso para alejarlo del estrés. Y ahora no entendía nada. ¿Y las ordenes? ¿Las embestidas? ¿Por qué el alfa se encargaba de complacerlo a él cuando debería ser totalmente al revés?

Pero todo aquello se disipó en el preciso instante en el que el clímax lo alcanzó, enviándolo al jodido paraíso por castos segundos de completo regocijo.

—No... no d-debiste —se quejó el omega agitado, tratando de recomponerse del estallido de placer que acababa de tener.

—Claro que sí. Tu recompensa, bebé —aclaró Yoongi, tiempo después de haberse limpiado la comisura de sus labios con un trozo de camisa que había quedado por allí—. Y no te preocupes, esto aún no ha terminado.   

Si hay errores en cualquier capitulo no duden en decirme.

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