Sublime Dominacion. ||Yoonmi...

By FabiCan

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Jimin, un delicado omega amante de las noches de descontrol, tendrá que renunciar a todo cuando Min Yoongi, u... More

B o o k T r a i l e r
Prologo.
||Uno||
||Dos||
||Tres||
||Cuatro||
||Cinco||
||Seis||
||Siete||
||Ocho||
||Nueve||
||Diez||
||Doce||
||Trece||
||Catorce||
||Quince||
||Dieciseis||
||Diecisiete||
||Dieciocho||
||Diecinueve||
||Veinte||
||Veintiuno||
||Veintidós||
||Veintitrés||
||Veinticuatro||
||Veinticinco||
||Veintiséis||
||Veintisiete||
||Veintiocho||
||Veintinueve||
||Treinta||
||Treinta y uno||
||Treinta y dos||
||Treinta y tres||
|| Treinta y cuatro||
||Treinta y cinco||
||Treinta y seis||
||Treinta y siete||
||Treinta y ocho||
||Treinta y nueve||
||Cuarenta||
||Final||
Epilogo
||Extra 1||
||Extra 2||
||Extra 3||

||Once||

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By FabiCan

Jimin observó con precisión el modo en el que el alfa se desajustaba la corbata frente al espejo que contenía aquel enorme cuarto de baño. Enorme, pulcro y más que bien iluminado. Al entrar, Jimin había quedado deslumbrado, porque era el doble de grande del que tenía en la habitación que le habían designado a él.

Era realmente espacioso. Además de poseer un cuarto de ducha, tenía, aparentemente, su propio jacuzzi en un rincón, si es que era uno, o tal vez sólo era una tina demasiado grande. Jimin no lo sabía. La misma estaba siendo acompañada de algunas velas encendidas en unos de sus extremos. Y Jimin lo primero que hizo fue preguntarse en qué momento habían preparado todo eso, porque el agua, al parecer, ya estaba lista.

Un ligero vapor llenaba el ambiente, empañado apenas un poco el cristal de aquel rectangular y ancho espejo sobre el lavado. El omega continuaba observándolo, atento ante cada minúsculo movimiento que ejercía el de ojos negros al quitarse la camisa. Pensó que seguiría despojándose del resto de la ropa, pero, en cambio, se volteo hacia él y se acercó pacíficamente hasta quedar frente a frente.

Por alguna razón, el corazón de Jimin se aceleró cuando las manos del alfa comenzaron a desvestirlo. No entendía a que se debía su repentino nerviosismo. No era la primera vez que le quitaba la ropa, no era la primera vez que sus ojos y sus manos recorrerían su cuerpo. Y entonces, obtuvo la respuesta. ¡Sí! estaba siendo la primera vez que lo desnudaba en ausencia de su celo, el cual por fortuna se había marchado hacia unas cuantas horas atrás.

Todo era tan diferente sin su celo. Ahora no lo deseaba con tal desesperación. No moría de ansias por ser dueño de su nudo por un instante. Ni siquiera se sentía seducido por la idea de que algo sexual ocurriera. Es más, ni siquiera tenía ganas de que eso pasara. Ya había tenido bastante por ese día. Lo único que quería era un momento de paz. Y Jimin lo sabía. Sabía que sin su celo ahora le sería mucho más fácil resistirse a aquel alfa. Le gustara o no, él no iba a ser un sumiso.

Aunque quizá, pensándolo de otra forma, se lo debía. Es decir, no solo se había molestado en defenderlo de aquel otro alfa en la cena, sino que también lo había rescatado de caer dos pisos abajo. Tampoco olvidaba sus halagos cuando la autoestima se le había desmoronado. Se había portado muy bien con él aquella noche, y tal vez debía demostrarle su agradecimiento respondiéndole de igual modo: portándose bien.

—Gracias —soltó Jimin de la nada, mirándolo directo a los ojos.

El alfa se limitó a esbozar una leve sonrisa.

—Entra —dijo este, indicándole con un gesto de la cabeza el sitio en el que se ubicaba el jacuzzi, o lo que fuese.

Jimin tardó en reaccionar, y darse cuenta que ya estaba completamente desnudo. Sus mejillas se encendieron con ligereza aunque no tenía sentido sentirse apenado. No tardó en hacerle caso, ingresando con cuidado al mismísimo paraíso. El agua climatizada se sentía tan bien que su cuerpo adquirió con rapidez la relajación que su ser tanto anhelaba.

Un cúmulo de espuma se adueñaba de la superficie, y el omega no podía sentirse más a gusto allí, rodeado de esta. Jamás se imaginó que estaría en una situación así ni de chiste, por lo que era como un sueño cumplido. Bueno, en realidad, hospedarse en aquella mansión ya lo era, salvo por las absurdas condiciones impuestas por aquel alfa de nombre bordeado de misterio.

Pero, a pesar de todo, Jimin no lograba relajarse por completo. En su mente aún transitaban ciertos asuntos que seguían atormentándolo. Necesitaba fumar. Necesitaba su libertad. ¿Qué haría cuando el alfa pretendiera someterlo a sus jodidos fetiches? Su celo ya no estaba para descontrolarlo, y él no era quien para dejarse dominar.

Además, no lo entendía, había arruinado la cena, ¿por qué se salvó del castigo? Tenía que explicarle lo que había ocurrido, tenía que hacerle entender que, en efecto, había sido su culpa, de modo que comprendiera que él no era un omega apto, ni mucho menos digno, y que era más preferible que no volviera a salir con él porque arruinaría todo a su paso como el omega imperfecto que era.

El agua se movilizo cuando un segundo cuerpo se sumergió dentro. Jimin lo observó acomodarse, vislumbrando un cigarrillo entre sus dedos, el cual segundos después el alfa lo encendió con la ayuda de una de las mechas encendidas de una vela. Y él se quedó embobado mirando la manera en la que daba sus primeras caladas, pensando en cuan deseoso se encontraba de fumarse uno... Aunque uno de marihuana.

Las ansias comenzaron a carcomerlo desde el interior, tensándolo por completo. Intentó controlar sus manos colocándolas por debajo de sus piernas, y así procurar mantenerse en un estado que no delatara su ataque nervioso.

¿Sería muy desubicado pedirle una pitada? Moría de ganas de hacerlo, pero no se animaba. ¿Qué pensaría él?

— ¿Qué te sucede? —preguntó el alfa.

Se había dado cuenta.

—N-nada —dijo pretendiendo fingir normalidad, mas su vista fija en el cigarrillo contesto la pregunta de Yoongi con obviedad.

Jimin apartó la mirada rápidamente, concentrándose en algún punto cualquiera del agua bañada de espuma. Una mano viajó sin permiso hasta su cuello y comenzó a rascarse en muestra clara de su nerviosismo. Estaba inquieto. No sabía qué hacer.

De pronto, percibió el cuerpo del alfa muy cerca suyo. Un brazo ajeno le rodeó los hombros, y lo que vio a continuación lo dejó boquiabierto. El alfa estaba aproximándole el cigarrillo. Oh, Dios, ¿le iba a dejar fumar? No lo creía. Pero lo hizo, y tímidamente le dio una buena pitada que cesara un poco sus ansias. No era lo mismo, en lo absoluto. Pero, al menos, era algo.

El humo restante abandonó su organismo a través de sus fosas nasales, e instantáneamente sonrió cuando percibió los labios del alfa en su cuello. Le estaba obsequiando simultáneos besos que a su omega le encantaban. No podía estar más complacido por él, y de verdad pensaba que debía hacer algo para demostrarle su gratitud. Después de todo, él era quien debía complacer al alfa.

Lo debatió un instante en su mente. Había dos posibilidades: que su plan saliera mal y este se enojara o que saliera bien y la noche terminara con un alfa más que satisfecho. Y mientras lo vio acabarse el cigarrillo tomó la decisión. Que lo odiara si quisiera, él lo haría a su manera.

Jimin buscó sus labios con rapidez, esperando no ser rechazado en el intento. Para su fortuna, no lo fue. El pelinegro recibió con placer aquel húmedo contacto entre sus bocas, sin saber en lo absoluto a que venía realmente. Jimin saboreó con exquisitez el profundo gusto a tabaco que poseían los labios ajenos, y aquello lo incentivó aún más en seguir con su plan. Profundizó el beso sin miedo, tornándolo más agresivo y desesperado.

Una de sus manos se sumergió en el agua con la intención de llegar hasta el miembro del alfa y comenzar a acariciarlo, envolverlo, frotarlo. Sin embargo, apenas lo rozó, Yoongi lo detuvo, apartándolo bruscamente.

—No hagas cosas sin mi previa aprobación —demandó el aludido con una expresión dura plasmada en el rostro.

Jimin rodeó los ojos, y suspiró medianamente ofendido. ¿Por qué no podía ser un alfa normal? Cualquiera en su lugar habría gozado enormemente con un omega dispuesto a tomar el control y hacer todo el trabajo para inundarlo de puro placer.

—Admite que no soy el omega para ti —bufó—. Soy un desastre, y contigo siempre lo arruinaré todo como esta noche. ¿Por qué mejor no me desechas y te consigues otro que si valga la pena? Uno que si pueda ajustarse a lo que buscas.

—Oh, créeme, ninguno lo valdrá tanto como tú —respondió sin siquiera titubearlo—. No pienso dejarte ir tan fácil. Tú lo que necesitas es disciplina. Nada que no se pueda solucionar. Además no has arruinado nada, ya te lo he dicho.

—Yo no necesito disciplina, tú necesitas ser más transigente —replicó Jimin molesto—. Y sí, fui yo el que le habló a la omega sin haber disimulado.

— ¿Por qué le has hablado?

El alfa lo miró expectante, con el entrecejo fruncido y la mandíbula apretada.

—Pues..., porque —Jimin dudó y, nerviosamente, comenzó a jugar con sus dedos sobre el agua—... le había agradecido por algo que me aconsejó que hiciera.

— ¿Qué fue lo que te aconsejo?

—Me dijo que... es que... iba a hacer algo que supuestamente te haría enojar, pero yo no lo sabía y... y de haberlo sabido jamás habría pensado en hacerlo porque no quería que te enojaras conmigo y que después me hicieras daño... no quiero que lo hagas, no soportaría recibir un solo golpe más y... oh, mierda, eso no debí decirlo... Bueno, el punto es que ella me dijo que no lo hiciera y... y fin de la historia.

—Yo nunca pensaría en golpearte —expuso el alfa con la sinceridad reflejada en sus ojos, al tiempo que le acarició la mejilla suavemente—. Ven aquí —añadió, hundiendo sus manos en el agua hasta alcanzar la cintura del menor. Lo sostuvo hasta subirlo a su regazo.

Jimin se dejó, acomodando sus piernas a cada lado del cuerpo del alfa. Aquella posición los obligó a chocar sus entrepiernas, mas ninguno de los dos se encontraba excitado, por lo que no afectó en mucho. Al menos por el momento. Yoongi le tomó de la barbilla, manteniendo un brazo envuelto sobre su cintura. Lo besó despacio, y luego lo miró, contemplando sus facciones de cerca.

— ¿Qué era lo que supuestamente me haría enojar?

El pelirrubio frunció los labios, pensándoselo. Tenía la vista enfocada en el pecho del mayor, admirando la piel tatuada. Sus dedos recorrieron las líneas negras, aprovechando para rozar sus clavículas.

—Cortar los spaghetti —respondió al fin, encontrándose de repente con sus ojos—. Me dijo que es una falta de respeto para los italianos, y pues... no lo sabía. Ni siquiera sabía que tú también lo fueras... Quiero decir, no lo pareces, no se te nota el acento. Espera, en ningún momento me dijo que lo eras, ¿siquiera lo eres?

Yoongi se rio débilmente.

—Lo soy —reveló con orgullo—. La gran parte de mi familia es de Italia, pero me crie aquí, por lo que crecí escuchando ambos idiomas. Y sí, cortarlos rompe una tradición, pero de igual forma, no has tenido la culpa de nada. Ese alfa es un buscapleitos exagerado, no tenía por qué gruñirte de esa forma.

—Pero si yo no hubiera...

—Shh, ¿por qué pretendes hacerme creer que fue tu culpa? ¿Acaso si quieres el castigo?

—No —musitó el omega, escondiendo su rostro en el cuello del alfa—. Solo quiero hacerte entender que no es buena idea que yo vuelva a acompañarte a cosas así. No soy digno de eso, solo sirvo para avergonzar y causar problemas. Fóllame todo lo que quieras, pero déjame aquí. Ambos estaremos mejor así, después de todo solo soy una puta.

El alfa lo tomo por los hombros de inmediato, obligándolo a mirarlo de frente.

—A mí no me has a avergonzado, ni me has causado ningún problema, no sé de qué mierda hablas —espeto luciendo completamente ofendido—. No vuelvas a decir eso. Nunca.

—Pero...

—Nunca —repitió con convicción, y atrapo sus labios en un brusco beso lleno de enfado. Uno beso que de a poco se fue suavizando, de modo que la agresividad con la que empezó se fue aminorando hasta disiparse, dejándole el pase libre para transformarse en uno más relajado.

Con aquel beso Yoongi buscó olvidar las semejantes estupideces que habían atravesado la boca del omega.

—Lo siento —mencionó el menor sobre los labios del otro, con la voz temblorosa y apagada. Sus ojos cristalizados no fueron capaces de retener un par de lágrimas que resbalaron por sus mejillas hasta perderse en el agua—, pero es la verdad. Yo sé lo que soy, y no me molesta serlo. Por eso no intentes cambiarme ni hacerme encajar donde no encajo, perderás tu tiempo. Soy esto, tómalo o déjalo.

Dicho eso, Jimin se levantó de encima del cuerpo del alfa y, dado que este no opuso resistencia alguna, salió de allí sin problema. Tomó una toalla, su ropa y desapareció tras la puerta.

Yoongi no sabía cómo reaccionar. Estaba estático, casi desconcertado, sin ser capaz de acabar de entender qué mierda había pasado. Trató de procesar aquellas palabras, una y otra vez, y seguía sin comprender por qué la angustia le golpeaba en el pecho. ¿Por qué le dolía lo que pensara el omega? ¿Por qué quería hacerle creer que lo qué pensaba estaba mal? Yoongi sabía que algo de eso era verdad, pero no lo soportaba.

Tómalo o déjalo. ¿Por qué simplemente no lo dejaba? Estaba claro que Jimin no era la clase de omega que él manejaba. Y ahí estaba la respuesta. Jimin era diferente; él lo sentía diferente. Su alfa no quería dejarlo. Tan simple como eso. Yoongi pensaba conservarlo, pero con sus reglas, y tarde reparó que el omega también tenía las suyas.

No iba a dejarlo ir. Era él. Lo sabía, lo sentía. Su alfa se lo gritó al oído la primera vez que lo vio aquella madrugada, allí tendido en el suelo con su ropa destrozada y una manada de animales peleándose a muerte por ver quién se aprovechaba de él primero. Había estado dispuesto a asesinar de un tiro en la cabeza a quien sea que se atreviera a tocarlo. Su alfa lo supo desde ese instante, más el no quiso prestarle verdadera atención, obligándose a creer que solo lo hacía por la promesa que le había hecho a Jungook.

Y ahora que lo estaba asumiendo, debía hacer lo posible porque no le se escapara. Si bien él tenía sus reglas, supuso que para que lo suyo funcionara también debía escuchar las del omega.

Por lo tanto, salió del agua con rapidez, se secó apenas un poco con la ayuda de una toalla, la cual luego se la envolvió en la cintura y se encaminó a la habitación. Jimin se encontraba vestido frente a la cama, terminando de abotonarse la camisa.

Yoongi se acercó, y sin pensarlo lo atrajo hacia su cuerpo y lo besó como si temiera que se marchara lejos de él.

Quédate —le susurró, y aunque pretendió que fuese una orden, sonó más como una súplica—. Quédate conmigo.

—Yo no pertenezco aquí.

—Lo harás, podrás hacerlo —aseguró Yoongi convencido—. Quédate. Mañana hablaremos, aclararemos todo de una maldita vez. Yo te diré cada una de mis reglas, tú me dirás tus objeciones, y yo veré que puedo hacer. No pienso dejarte, Jimin, tú me lo debes.

El omega suspiró.

—Sé que te lo debo, pero el modo en el que a mí me gustaría compensártelo no es el mismo que al que a ti te gustaría.

— ¿Cuál es tu modo?

Jimin lo miró, mordiéndose el labio inferior.

—Quiero que me lo dejes a mí. Que tu solo te relajes, y me dejes tocarte, besarte, lamerte y... montarte —respondió con un ápice de timidez, enterneciendo al alfa, quien se encontraba analizando sus palabras.

—En ese caso, ya tienes mi aprobación —sentenció el alfa sonriendo con complacencia.

Los ojos del menor brillaron de emoción.

— ¿Lo dices en serio?

—Completamente.

Su omega chilló de felicidad porque al fin podría desenvolverse en la cama tal como a él le encantaba. Y esa noche Jimin estaba dispuesto a dejar salir su lado más sensual y atrevido para demostrarle al alfa de lo que era capaz.

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