Tuve un sueño
con perfume
de mar y rosas rojas.
Las palabras más hermosas,
son las que te regalé.
Añadí un poco de egoísmo
y de buenaventura,
una pizca de soltura
que me sobró del fin de mes.
Taladré tu billetera
de una forma poco sincera
y conté hasta tres.
Corrí por los pasillos
del blanco edificio
hasta que me tropecé.
Tus manos alzaron mi alma,
tal vez mi pecho halló la calma
y lloré otra vez.