Seamos amigos (KawoShin)

By CharlotMAD

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Evangelion AU preescolar. Shinji Ikari de 5 años y Kaworu Nagisa de 6 años, son un par de niños con historias... More

La vida de Shinji Ikari
La vida de Kaworu Nagisa
Una nueva etapa
Encuentro indeseable
La travesura
Llamadas
Galletas, cuentos y desconfianza
Cambio de planes
¿Aprobación?
¡Todos al zoológico!
Hoy es tu turno
La reunión más especial
¿Qué es lo que siento? Parte I
¿Qué es lo que siento? Parte II
Trabajo en equipo
El gran golpe
Cuestiones paternales
Sorpresas

Ganando terreno

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By CharlotMAD

El resto de la semana pasó muy rápido. Con los días las respectivas madres de los pequeños se pusieron de acuerdo para que pudiera concretarse la junta; y paralelamente a Shinji y a Kaworu se les fueron ocurriendo muchas ideas para escribir y dibujar su libro. Las compartían y discutían entre ellos, para luego anotarlas en el borrador definitivo. Y finalmente, para el día viernes, ya tenían la historia bien armada y estructurada en el cuaderno de Kaworu.

―¿De qué va a tratar, querido? ―preguntó la madre de Shinji mientras lo iba a dejar al preescolar.

―Bueno, es simple. Se trata de unos extraterrestres que invaden la tierra pero dos niños los vencen con el poder de la amistad... y con grandes armamentos, claro.

Yui reprimió una carcajada, pues encontró muy excéntrica pero a la vez simplona la idea. Le pareció además una obvia auto inserción, pero bueno, después de todo mientras hicieran una historia dinámica, divertida y la presentaran con bonitos dibujos el trabajo estaría aprobado.

―Si quieres puedo ayudarles con las faltas de ortografía, hijo, para que esté todo perfectamente escrito ―sugirió Yui.

―Bueno, está bien mamá, gracias...

Una vez llegaron a la escuela, se despidieron y Shinji se fue al salón de clases con sus compañeros.

―¡Kaworu! ¡Veo que trajiste todo! ―lo miró asombrado Shinji al percatarse de todos los materiales debajo de la mesa.

―Ja ja, sí... Es que como lo haremos en tu casa yo quise aportar con los materiales al menos ―rio suavemente.

―Está bien, pero en mi casa hay más materiales por si falta alguna cosa ―aseguró Shinji.

Así, el día se fue muy rápido en las restantes planificaciones del trabajo y unas cuantas actividades que les dio en el momento la maestra, y para la salida ya iba Shinji acompañado de Kaworu al encuentro con su madre.

―Hola, Kaworu, ¿qué tal estás? ―Yui le ofreció la mano al pequeño niño, gesto que fue correspondido con la misma amabilidad.

―Muy bien, señora Ikari, muchas gracias ―dijo con la mejor de sus sonrisas.

―¿Están listos, no? ¿No se les queda nada?

―No, nada de nada, mamá...

―Muy bien, entonces vamos ―dijo alegremente Yui.

En el camino los chicos se fueron charlando tranquilamente pero a la vez se pusieron inusualmente tímidos. Kaworu por su parte sentía agrado por la madre de Shinji pero ahora que estaba ella en medio no se sentía con la confianza suficiente como para hablarle a su amigo con la soltura con la que solía hacerlo, y además, ¿Para qué mentir? También se sentía un tanto ansioso por llegar a su casa, sobretodo porque nunca había ido a la casa de algún amigo. Bueno, tampoco había tenido otro amigo aparte de Shinji.

A Shinji mientras tanto le ponía un tanto nervioso el hecho de que estaba su padre esperándolo en casa. Sabía que no debería de tener miedo, pues sólo era una sensación sin fundamento lógico. Pero ésta estaba muy presente por alguna razón que no llegaba a comprender del todo. Tenía miedo. Específicamente de que su padre conociera a Kaworu. Pero sobretodo de que lo desaprobara por alguna razón.

De repente su madre, como si le estuviera leyendo la mente, le habló.

―Hoy tu padre llega temprano del trabajo así que ya debe estar esperándonos... Ojalá tenga los bocadillos listos como le pedí.

Shinji por supuesto ya tenía eso muy claro. No había necesidad de que su madre se lo recordara.

―¿Y qué va a haber para comer, mamá? ―preguntó para distraerse un poco del tema.

―Ah, bueno, tal vez algunos brownies, leche y galletas... ―se volteó para ver las caras de los niños, los cuales se miraban contentos entre sí― ¿Ves? Tu madre siempre sabe qué comprar en momentos así. Además si están con el estómago lleno, trabajarán mejor ―rio de manera juguetona.

Siguieron caminando, pero antes de llegar por fin a la casa de la familia Ikari, tenían que cruzar una única calle por donde pasaban varios autos. Y mientras esperaban en el semáforo, Yui se anticipó.

―Chicos, tómense de las manos para cruzar ¿sí? Esta calle es un poco agitada.

Hicieron caso automáticamente y cruzaron los tres la calle una vez que el semáforo dio luz verde.

Sin darse cuenta siguieron así hasta llegar a la casa, pero en cuanto estaban entrando por la puerta, Shinji por mero impulso soltó la mano de su amigo abruptamente.

―¡Querido, ya llegamos! ―Yui observó a su esposo, que estaba leyendo el periódico, pero en cuanto se dio cuenta de la llegada de la mujer empezó a ponerse lentamente de pie― Oh, veo que serviste los bocadillos... me alegro.

―Sí, hice lo que me pediste, Yui, como siempre...

―Sí, por supuesto, como siempre... ―se acercó para besar a su esposo a modo de saludo.

Ambos chicos se miraron un segundo y luego se acercaron más a la sala de estar para saludar como se debía.

Kaworu no podía encontrar respuesta en la expresión de Shinji, lo único claro en ese momento era aquel hombre tan alto que lo miraba desde arriba. Se veía tan severo y recto. Y a pesar de que se sabía un chico educado y bien portado, por primera vez sentía cierto nerviosismo al conocer a un adulto, por temor a no presentarse de la manera correcta.

Por suerte, también solía tener bastante autocontrol.

Se acercó más al hombre, siempre sosteniendo su mirada desafiante, contrarrestándola con una quizá más desafiante pero totalmente inocente, y le extendió su pequeño bracito para saludarlo.

―Buenas tardes, señor padre de Shinji. Me llamo Kaworu. Es un gusto conocerlo... ―pasó la primera prueba. No tartamudeó ni titubeó al hablar.

Yui quedó encantada y rio por lo bajo. Pocas veces había visto algo tan adorable. Sin duda alguna el amiguito de su hijo sabía mucho de modales para tener 6 años.

Gendo extendió su brazo de igual manera, tomando su mano para completar el saludo.

―Buenas tardes, mi nombre es Gendo, pero dime señor. Siempre es... un gusto conocer a los nuevos amigos de mi hijo. Siéntete cómodo, come algo, y por sobretodo... ―miró a Shinji también― hagan su trabajo.

―Ya estamos avanzando en eso, papá, no te preocupes... ―bajó la mirada con algo de timidez.

―¿Sí? Eso espero, hijo. Ojalá sea una historia creativa y buena... ―dijo y se sentó nuevamente a leer el periódico.

Los chicos para romper la tensión del momento, se dirigieron rápidamente a la mesa de la sala para comer los bocadillos. Kaworu intentó comer lento por buena educación pero le fue imposible mirando como Shinji engullía tan descaradamente las galletas. Además le encantaban los brownies y no habían comido nada desde el almuerzo.

Yui estaba ahí observándolos y riendo por dentro.

―¡Señora Ikari, estos brownies están de-li-ciosos!

―¡Sí, mamá, y las galletas también, muchas gracias!

―Prueben la leche también, a ver qué les parece. Además así no se atragantan con la comida ―comenzó a reírse en sus caras y enseguida los chicos se miraron y rieron también.

――

Una vez comieron una cantidad aceptable de galletas y brownies ambos se fueron a la habitación de Shinji a empezar a armar su pequeño libro.

―Tu habitación es muy linda... ―susurró Kaworu mirando para todas direcciones. Había pósters de dinosaurios y robots por varias partes de las paredes, los cuales contrastaban en gran medida con los peluches de ositos y conejitos que había en los muebles y en la misma cama de Shinji.

―Muchas gracias... ―sonrió― Puedes sentarse en la cama si quieres, con confianza. Yo iré a traer la mesa.

―¿Te ayudo?

―No, es muy pequeña y liviana. Tú sólo siéntate y acomódate. Ah, y saca los materiales de las bolsas...

Kaworu obedeció sus indicaciones, sentándose con cuidado en la cama de Shinji para sacar los materiales.

Ambos eran buenos alumnos así que para ellos no era prudente perder demasiado tiempo en jugar o si quiera dar un recorrido por la casa de Shinji. Para eso quedaría tiempo después.

Enseguida el pequeño trajo consigo una pequeña mesa armable, la que puso en el suelo, muy cerca de la cama.

―Bueno, ¿qué había que hacer primero? ―preguntó Shinji.

―Creo que era la base del libro... ―comenzó a revisar su cuaderno con las indicaciones.

―Sí, para eso era la cartulina...

Siguieron viendo paso por paso la lista a seguir para finalizar la base y pegar también las hojas que rellenarían el libro. Tuvieron bastantes complicaciones iniciales, sobretodo con recortar y sacar las medidas de las hojas blancas y las cartulinas de colores, pero al cabo de 2 horas, ya habían terminado con la mayor parte del trabajo total.

―Uff... ―suspiró cansado Kaworu― Bien, ahora sólo queda escribir... ―miró a Shinji― y dibujar. Pero tal vez eso sea mejor hacerlo al final de todo...

―Bueno, entonces esperaré a que termines...

Kaworu estaba a punto de poner el lápiz sobre la hoja para comenzar a escribir cuando sorpresivamente Shinji lo interrumpió.

―¡Espera un momento, Kaworu...! ―el muchacho por el susto se detuvo enseguida― Lo siento por eso... Pero mi mamá se había ofrecido a ayudarnos con las faltas de ortografía, y creo que debemos preguntarle antes si todo está perfectamente escrito...

Kaworu alzó una ceja de manera un tanto imperceptible. Por supuesto que él había escrito todo y sabía que lo había escrito todo bien. Pero no quería ofender a su amigo de ninguna forma así que de muy buena gana fue junto a Shinji a enseñarle el borrador a su madre.

―Bien, está todo muy bien... Excepto por esta palabra ―apuntó una parte del libro― "ovación" se escribe con "v". Pero en general está perfecto, Kaworu, te felicito.

―Muchas gracias, señora... ―dijo Kaworu con la cabeza gacha, pensando que debía ser un poco más humilde, aunque lo necesitara sólo para sus adentros, ya que por su puesto, podía equivocarse.

Una vez Kaworu terminó de escribir y Shinji de dibujar y pintar, decidieron contemplar su obra finalizada, sentados uno frente al otro en la cama del más pequeño.

―Por favor leelo, Kaworu... ―pidió Shinji con los ojos brillosos.

―Está bien... ―sonrió satisfecho y feliz por el logro de ambos― "Había una vez un mundo donde reinaba la paz... Los adultos trabajaban, los niños iban a la escuela y los ancianos dormían. Todos cooperaban entre sí para vivir cómoda y prósperamente. Hasta que un buen día la paz se esfumó a causa de la invasión alienígena que aterrorizó todo el planeta. Nadie supo que hacer. La gente estaba asustada y a causa de esto, el mundo quedó en ruinas... por un tiempo. Ya que unos valientes niños llamados Karl y Shaun, acompañados de su pingüino Pen Pen, se impusieron sobre los alienígenas, con la más avanzada tecnología que ellos mismos desarrollaron: unos robots gigantes llamados Evangelion. Los cuales al manejarlos desde adentro les daban el poder de luchar contra enemigos mucho más grandes. Los extraterrestres eran listos, pues destruían las fuentes de energía que necesitaban para mover los Evangelion, pero los chicos eran aun más listos, ya que con su altos conocimientos y habilidades, lograron penetrar en las bases que los invasores habían construido y así lograron su destrucción, llegando a la paz mundial. Todo el mundo los ovacionó a causa de su gran valentía e inteligencia. Los Evangelion fueron guardados en pequetes muy muy grandes y los extraterrestres jamás volvieron a aparecer. Finalmente construyeron una casa del árbol y vivieron ahí con su pingüino Pen Pen, el cual por fin aprendió a ir al baño solo. Fin"

Hubo un breve silencio incómodo en el que ambos sintieron un ligero atisbo de vergüenza ajena por su creación antes considerada gloriosa.

―¿Está bien no? ―preguntó Shinji.

Pero esa inseguridad se disipó al instante al mirarse a los ojos y pensar que lo habían hecho con todo su esfuerzo y su corazón.

―Claro, y está muy bien decorado. Los dibujos están lindos, en especial el de Pen Pen... ―emitió una risita leve― Creo que le gustará a la maestra.

Shinji se acercó al libro para verlo más de cerca.

―A decir verdad tienes muy linda letra, Kaworu.

―Muchas gracias, amigo. Y tú... dibujas precioso... ―le dijo y enseguida le dio un cariñoso y duradero abrazo que Shinji por supuesto correspondió.

Oyeron unos pasos acercándose a la habitación. Era su madre, quien les había preparado un poco de chocolate caliente.

―Miren lo que les traje, chicos, espero les guste. ―Vio el libro sobre la cama― Ah, veo que ya terminaron... No está mal, lo hicieron bastante rápido.

―¡Sí, es que estábamos muy inspirados! ―exclamó emocionado Kaworu.

―Quiero mostrárselo a papá, para ver si le gusta ―dijo emocionado Shinji.

―Lo siento cariño, pero hace unos minutos se fue a realizar trámites para conseguir unos documentos. Creo que lo había olvidado, por eso salió tan a prisa. volverá tarde probablemente porque fue al centro...

―Ah, bueno... Cuando llegue se lo mostraré.

Los chicos agradecieron mucho el chocolate caliente. Después de tanto trabajo hacía falta un descanso el resto de la tarde.

Y así lo hicieron; aprovecharon muy bien el resto de horas. Jugaron con los dinosaurios de Shinji, y repasaron varias veces el libro por diversión para inspeccionar cada detalle de los cuales se sentían cada vez más orgullosos.

La noche cayó, y ya iba siendo hora de que Kaworu se fuera. Los chicos estaban aún divirtiéndose en la habitación, pero de pronto la madre de Shinji fue informada de un inconveniente por teléfono.

­―Ah... qué mal... bueno, ustedes no pudieron preverlo. No, no se preocupen, pueden venir a buscarlo más tarde... o si no encuentran solución hoy, pueden venir mañana. Kaworu puede quedarse aquí. No, no hay ningún problema. Bueno, de nada, infórmennos cualquier eventualidad. Hasta luego, adiós.

Yui se dirigió rápidamente al cuarto de su hijo para decirle a los chicos lo que había pasado. Aunque no estaba tan segura de que lo tomaran como un problema.

―Chicos, disculpen la interrupción, pero debo decirles algo importante ―los niños se voltearon curiosos a verla― Temo que tal vez haya un cambio de planes... Kaworu... ―miró al chico― posiblemente tendrás que quedarte aquí, tus padres tuvieron un problema con el auto.

―Mmm... Qué extraño, ¿Qué habrá pasado?

―Al parecer no enciende. Están buscando una solución, pero por el momento no te vendrán a buscar. ¿Te acomoda la idea de quedarte aquí, si es que no pueden venir?

―Claro, no tengo ningún problema...

―Bien. De cualquier modo estoy esperando aún la llamada de tu madre para que me confirme qué va a suceder ―dicho esto, se marchó de la habitación, dejándolos solos.

A pesar de que con la madre de Shinji ahí presente ninguno demostró ninguna especie de alegría por lo ocurrido, una vez esta se fue, se pusieron de pie, se tomaron de las manos y saltaron de alegría en voz baja.

Obviamente cualquier inconveniente de ese tipo para los padres siempre era una bendición para los hijos.

Ya estaba todo planeado. A pesar de que le habían ofrecido el sillón para dormir, Kaworu prefirió compartir cama con Shinji. Harían una pijamada, y construirían un fuerte con los cojines y almohadas. Y como Kaworu no traía pijama, su amigo le prestaría uno que no usaba.

Pero por desgracia para ellos, cuando ya eran cerca de las 10:15 de la noche, llegaron los padres de Kaworu, echando abajo todo el panorama. Ahora el inconveniente fue de ellos.

Yui hizo pasar a la señora Nagisa, y mientras las dos esperaban en la sala, los chicos se estaban despidiendo en la habitación tan rápido como demandaba el tiempo.

―Gracias, Shinji, fue una tarde muy divertida... ―dijo feliz pero enseguida soltó un suspiro de resignación.

―De nada, Kaworu, y siento que no hayamos podido tener la pijamada.

Ambos chicos fueron a la sala de estar y ahí se despidieron definitivamente mientras sus madres hablaban.

―Muchas gracias por dejar venir a Kaworu. Los chicos la han pasado muy bien y han hecho su trabajo.

―Me alegro mucho, y gracias por la espera. La próxima vez esperamos al pequeño Shinji con los brazos abiertos, tenlo por seguro...

―Sí, por supuesto, él irá la próxima vez, cuando quieran ―dijo con una amplia sonrisa― Los acompaño a la puerta...

Ambas madres miraron a sus pequeños como diciéndoles que ya se separaran, y Kaworu entonces se apresuró para decirle algo a Shinji al oído a modo de secreto. Sus madres esta vez se miraron entre ellas y sonrieron, encontrando la escena de lo más adorable.

―¡Hasta luego, buenas noches! ―les dijo la madre de Shinji mientras se iban al auto.

Luego de entrar a la casa, Shinji fue a acostarse. Al día siguiente le mostraría a su padre el libro, ya que aún no llegaba a casa. Además, estaba bastante cansado por todo lo hecho ese día.

Una vez en la cama, le deseó con la mente las buenas noches a Kaworu y, cuando estuvo a punto de quedarse dormido, pensó en las palabras que le dijo éste confidencialmente antes de irse: "Te invitaré pronto a mi casa, para que hagamos la pijamada, ¿sí?". Y luego de eso, se durmió.

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