Vendida

By _PCandl_

246K 12.6K 469

En el año 2000, Nueva Zelanda era conocida como el país con más víctimas de tráfico de mujeres. Sin embargo... More

Vendida
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Epílogo
¿Segundo libro de „Vendida"?
Agradecimientos y Anuncio

Capítulo 21

5K 255 7
By _PCandl_




Capítulo 21


—Supongo que todo está bien entre vosotros de nuevo.

Solté una risita y asentí con la cabeza, una pequeña sonrisa plantada en mi cara. William tenía el brazo alrededor de mis hombros, acercándome a su cuerpo.

—Por cierto, ¿qué estabas haciendo en su habitación? —preguntó el rubio. Mordí mi labio inferior. Se me había olvidado que hacía menos de una hora nos había encontrado en su habitación, antes de que arregláramos todo. No sabía lo que éramos ahora mismo, pero tampoco vi necesario las etiquetas. Yo estaba bien con William, y él estaba bien conmigo. ¿Para qué complicarlo?

Las palabras de William llegaron a mi mente. Te llevaré a casa.

Obviamente quería volver a casa. Mataría por poder ver a mi familia de nuevo y abrazar a mi madre. Mataría por ver los ojos verdes de Callum y escuchar su voz. William iba a ir contra su padre por mí. Y como él ya había dicho, iba a dejarme ir, a pesar de lo mucho que le doliera.

William era una buena persona. Podría ser egoísta, podría retenerme con él si tanto me quería, pero no iba a hacer eso. Iba a dejar que me marchara y que volviera a donde pertenecía, muy lejos de allí. Consideré la idea de pedirle a William que viniera conmigo, pero sabía que eso no iba a ser posible. ¿Vendría a Rangiora conmigo si se lo pidiese? Él mismo había dicho que quería irse, pero no me había incluido en sus planes. Él sólo quería llevarme a casa, cosa que agradecía, sin embargo no se imaginaba a sí mismo escapándose conmigo.

Me dolió el pecho cuando me di cuenta de que yo sí me imaginaba escapándome con él. Sólo él y yo contra su padre, contra Richard, contra todos.

—¿Maya?

Levanté la cabeza que no sabía que había bajado hacia él. Sus ojos azules me escrutaron con confusión.— ¿Estás bien?

—Sí —. Asentí con la cabeza, un ligero tono rosado tiñendo mis mejillas.— Solo estaba en otro mundo.

En un mundo contigo.

Una media sonrisa se coló en su cara, sus ojos nunca dejando mi cara. Se inclinó para que sus ojos quedaran a la altura de los míos y señaló a Allec, que se encontraba parado frente a nosotros con las manos metidas en los bolsillos.

—Preguntaba qué estabas haciendo aquí —repitió. Fruncí el ceño, mordiendo el interior de mi mejilla. Traté de hacerme la tonta para ganar tiempo y así pensar en una excusa, pero tan sólo gané unos segundos.— En la habitación de Allec. Cuando he venido, estabas aquí.

Casi me reí cuando escuché la exasperación y el ligero enfado en su voz.— Estaba....

—Últimamente he estado siendo su consejero personal —respondió Allec por mí. Levanté las cejas y le miré con ojos muy abiertos, sintiéndome avergonzada. Genial, ahora parecía una loca psicópata.

—¿Qué?

—Como cierto personaje la ha estado ignorando durante unas semanas, estaba en lo que llaman la etapa del corazón roto. Le he estado dando consejos mientras tú estabas quién sabe dónde.

No sabía si gritarle o estrangularle directamente. Hubo un pequeño cambio en la cara de William, pasando a una enfadada.

—Lo siento, ¿está bien? —escupió hacia Allec. El moreno se encogió de hombros, dando una vuelta sobre sí mismo y dirigiéndose hacia su escritorio. Se sentó en la silla y siguió con sus cosas como si no nos encontráramos ahí. La mano se William se colocó en mi cintura, acercárdome más a él posesivamente.— Ese idiota.... Ya he vuelto.

—Lo sé —susurré, una sonrisa tierna en mi cara. Levanté mis manos y toqué su ceño fruncido con mi dedo índice.— No tienes por qué preocuparte.

—Cuando se trata de ti tengo muchas cosas de las que tengo que preocuparme —. Soltó un suspiro y plantó un beso en mi mejilla, su cuerpo relajándose un poco.— ¿Tienes hambre?

—No quiero ir a la cocina —admití. Aurora se encontraba ahí, y la verdad era que no quería verla. Apretó los labios y asintió con la cabeza, agarrando mi mano y entrelazando nuestros dedos.

—¿Sabes qué? Yo tampoco. Quiero llevarte a una cita.

Mi corazón golpeó fuertemente contra mi pecho y nuevamente sentí el fuego en mi estómago. La emoción creció en mí. Nunca había ido a una cita antes. Menos la vez que tenía quince años. Un chico de mi clase me preguntó si quería salir con él. Por alguna razón, dije que sí. Me llevó al cine de Rangiora, que basicámente sólo tenía tres salas. Sin siquiera preguntarme, nos había metido en la sala donde daban una película súper friki. La mitad de la película se pasó mirando la pantalla con asombro sin dirigirme la palabra y la otra mitad se la pasó tratando de meterme mano. Cuando nuestra "cita" terminó, se lo conté todo a Jolijn, consiguiendo que Calum se enterase accidentalmente. Se aseguró de que el chico me dejara en paz y creo que hasta le dio un par de puñetazos por, como él dijo, "faltarme al respeto de esa forma". Recordaba ese día porque fue cuando mi admiración por mi hermanastro nació. Por alguna razón, me sentía segura cuando se preocupaba por mi. En lo más profundo de mi mente, sabía que era por la ausencia de mi padre. Yo solía ser su niñita, pero cuando se fue, todos quedamos solos. Mi madre no era capaz de mantener una conversación con nosotros. Cada una de nosotras quedó expuesta al peligro y tuvo que enfrentarse a los problemas sola. Todo hasta que mi madre se enamoró de Gregory y Calum entró en mi vida.

Calum nos protegía a todas, pero yo siempre había sido especial. Recordé sus últimas palabras dirigidas hacia mí. Me pidió que le esperara. Recordé también como había pensado lo estúpidas que eran. Estaba tan segura de que nunca habría otro hombre en mi vida como Calum. Era de lo que más segura estaba.

Sin embargo, en ese mismo momento, mientras sentía el pulgar de William acariciar mis nudillos y sus ojos clavados en los míos, dudé.

Sabía que básicamente los dos hombres estaban prohibidos. Una relación con Calum sería imposible, ya que era mi hermanastro. Eso estaba mal, y no me quería imaginar la reacción que nuestros padres tendrían si lo supieran. Sin embargo, a William también le perdería. Si conseguía salir de aquí viva, me iría a casa. La otra opción era que muriera aquí, cosa que obviamente tampoco quería. Ni siquiera sabía si alguna vez podría estar con alguien de quien estuviera enamorada. ¿Cómo reaccionaría esa persona al saber mi secreto? ¿Y cómo reaccionaría yo? Aun cuando mi cuerpo estaba en llamas por el deseo dentro de él, no pude hacer nada con William. Quería estar con él. Quería estar con él de todas las formas posibles, pero acercarme tanto sólo me recordaba a Collin.

Sacudí mi cabeza y me obligué a mí misma a centrarme en William, que seguía de pie esperando mi respuesta. Haría lo que él había dicho. Aprovechar todo el tiempo juntos hasta que inevitablemente nos separásemos.

—Pues lléveme a esa cita, señor Cedrick.

Con una sonrisa en la mano y las manos entrelazadas, nos despedimos de Allec brevemente, quien sólo asintió con la cabeza. Salimos de la habitación, cerrando la puerta de metal a nuestras espaldas. Las plantas secas hicieron ruidos desagradables bajo nuestros pies, pero ya me había acostumbrado después de venir tantas veces a la habitación de Allec.

En cuanto cruzamos la puerta del jardín para salir a la calle, William se quedó parado en su sitio. Sus ojos recorrieron la calle, soltando mi mano para examinar algo.

—¿Va todo bien? —pregunté, algo preocupada. Se giró, su ceño fruncido y mandíbula apretada.

—Mi coche ha desaparecido —masculló, tirando de su pelo frustrado.

El vello de mi nuca se erizó y me giré, sintiendo unos ojos en mi espalda. En una de las ventanas superiores de la casa, se encontraba una figura observándonos. Una figura alta, de pelo oscura y vestida de traje.

Collin.

Su mirada me penetraba con intensidad con una expresión seria en su cara. Al ver que le miraba, levantó las comisuras de sus labios un poco, regalándome una sonrisa maliciosa. 

Aparté la mirada de él, sintiendo el miedo en mi sistema. Volví a dirigirme a William colocando una mano en su hombro.— Está bien, no es necesario que vayamos a comer, William. Vas a meterte en problemas. Y yo también. 

Sus ojos fueron a la ventana y sus puños se tensaron a sus costados. La furia era visible en sus ojos.— Ese hijo de puta está haciendo lo posible para jodernos. No voy a meterme en problemas, es un cobarde. Y a ti no se acercará —. Colocó sus manos en mis mejillas, aún bajo la mirada de Collin.— Te lo aseguro.

Asentí con la cabeza, sintiéndome segura ante sus palabras.— ¿Entonces? ¿Qué vamos a hacer?

Sus manos dejaron mis mejillas y una de ellas se adentró en el bolsillo delantero de sus vaqueros mientras la otra agarraba la mía.

—Vamos a andar.

Sin decir nada más tiró de mí, bajando la calle en dirección al pueblo. Llevaba tanto tiempo sin salir de la casa que mi pulso se aceleró. Siempre me había gustado bajar al pueblo con Aurora. Podía ver a más gente, el mercado siempre estaba lleno, y me gustaba mucho visitar la iglesia. A pesar de que tenía buenos recuerdos en esa iglesia, como mi primer beso con William, no volvería a entrar ahí. No sabía si era mi culpa por haber esperado tanto, pero había pasado lo que temía que iba a pasar, lo que rogaba porque no pasara. Para mí, ya no tenía cosa por la que rezar. Sabía que era muy poco probable que volviera a ver a mi familia, , por mucho que William me hubiera prometido lo contrario, por lo tanto, no tenía esperanza ninguna.

Mi mente fue hacia meses atrás, de rodillas en la iglesia. Lágrimas rodando por mis mejillas, fe todavía en mí. Estúpida Maya. Si Dios estaba ahí arriba, no iba a ayudarnos con problemas como este. Subestimé todo demasiado, pensando que Dios me sacaría de ese lugar, sin embargo solo mis pies lo harían.

Cuando llegamos a la iglesia, giramos en una esquina y nos adentramos en calles que no había visto antes. Todo estaba desierto, no había ni un alma merodeando por las calles, ni se escuchaba nada como normalmente siempre que bajaba al mercado. Estaba tan impresionada por las bonitas fachadas antiguas de las casas que no me percaté de que habíamos parado. Una ligera sacudida de hombros me sacó de mi trance. Me giré para mirar a Will, que abrió la puerta para mí. Levanté la cabeza para observar el local. Como todo en ese pueblo, era de un aspecto viejo y pobre. La puerta era de cristal y tenía un cartel indicando que el restaurante estaba abierto colgando de ésta. Entré en el local, sintiendo el aire acondicionado enfriando mi piel caliente. William entró detrás de mí y miré a mi alrededor. El sitio no estaba muy lleno. Había tan sólo un par de parejas sentadas en pequeñas mesas rojas. Las paredes eran de rayas de muchos colores, dando al lugar un aspecto brillante y feliz. Una pequeña sonrisa se coló en mis labios cuando sentí la mano de mi acompañante colocarse en mi cintura y atrayéndome a su cuerpo, plantando un beso en mi sien.

—Sé que no es muy elegante, pero teníamos que andar y este es el único restaurante que hay cerca. Sé que parece cutre, pero en realidad la comida está genial, solía venir aquí mucho con Allec cuando estábamos en el instituto —explicó. Mordí mi labio. Este sitio era tan pequeño y tan acogedor, me recordaba mucho a Rangiora. Allí también teníamos sólo un restaurante, que al ser el único en la zona, siempre estaba lleno de jóvenes que salían del instituto y parejas que se quejaban del ruido que los adolescentes hacían.

—Me gusta —le aseguré. Giré la cabeza para mirarle y vi que él ya se encontraba con sus ojos sobre mí. Rápidamente, se inclinó y plantó un pequeño beso sobre mis labios.

—Me acabo de dar cuenta de una cosa —comentó, acariciando mi mejilla. Le observé expectante.— Cuando te beso y me separo te pones bizca.

Mis mejillas se tiñeron instantáneamente de un rojo fuerte y levanté mi mano, pegándole un puñetazo en el hombro. Su carcajada resonó por todo el local. Me crucé de brazos y le observé molesta.— Cállate.

Sus brazos se enroscaron alrededor de mi cintura y su boca voló a mi oreja.— Tendré que tener cuidado de no besarte mucho. No quiero que tengas problemas de vista por mi culpa.

Me removí en sus brazos, tratando de zafarme de su agarre mientras él escondía su cara en el hueco entre mi hombro y mi cuello y soltaba una risa gutural.

—Vaya, vaya. ¿Mesa para dos?

Giré mi cabeza hacia la voz y vi que provenía de una mujer mayor de piel oscura. Sus ojos eran de un color avellana rodeados por unas pestañas largas. Al instante me asombré por su pelo, afro como salía en las películas. Se veía bonito, algo muy diferente que no había visto nunca. Aunque sonara estúpido, nunca había visto a una persona de raza negra en persona.

William sacó su cabeza de su escondite y miró a la mujer, regalándole una grande sonrisa. La mujer pareció sorprendida, sus ojos iluminándose.

—¡Willy! ¡Cuanto tiempo sin verte! —. La mujer de baja estatura se acercó al rubio y éste se inclinó, incluso más que conmigo, para abrazar a la mujer. La mujer soltó una risa contagiosa y una pequeña sonrisa se coló en mi cara.

—Siento no haber venido más, Ruby. He estado algo ocupado.

—Ya lo veo —. Sus ojos volaron a mí y yo me ruboricé, encogiéndome un poco en mi sitio. Me lanzó un guiño y volvió a dirigirse a Will.— ¿Qué tal está tu hermano?

— Últimamente está más hablador. Esta semana hemos hablado como media hora si juntas todos los minutos.

Solté una risa inevitable ante su comentario, igual que Ruby. La mujer le dio unas palmaditas en el hombro a Will y negó con la cabeza.

—Menos mal que has vuelto a venir. Me estaba volviendo loca con todas las mujeres cotorras de este pueblo. He oído tantas historias sobre vosotros —. Rodó los ojos y soltó un suspiro.— Bueno, no voy a robaros el tiempo de vuestra cita. Sentaos dónde queráis.

Murmuré un gracias e hicimos lo ordenado, sentándonos en una mesa pegada a los grandes ventanales de la pared. Cogí el menú en mis manos, pasando mis ojos por los distintos platos.

—Uhm, no sé que pedir —admití. William levantó sus ojos de su menú y me dirigió una sonrisa.

—Las costillas de aquí están genial.

No se equivocaba.

Continue Reading

You'll Also Like

39.1K 3.2K 52
Es noche de fiesta en "Magie et Rêves", el rey Allerick ha organizado la tradicional fiesta para escoger a la futura esposa de su hijo, el príncipe A...
84.1K 13.3K 51
Un héroe no terminará con esta guerra. Un monstruo sí. Nota: No es necesario haber leído ninguna historia anterior, aunque puede resultar beneficioso.
7.8K 900 16
- ¿Te casarías conmigo? Normalmente es el hombre quien lo propone, pero ¿Qué pasaría si la mujer es quien se le propone al hombre? O ¿si en este cas...
3M 186K 112
¿Qué pasaría si un día cualquiera te cogieran y tu vida cambiara para siempre? ¿Qué pasaría si tuvieras que elegir entre tu vida o el que dice ser "t...