so Fresh - kth and myg

WhoisTae द्वारा

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Los tres juntos éramos como el Triángulo de las Bermudas, nos envolvíamos los unos a los otros y era imposibl... अधिक

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Me quedé congelada, al otro lado de la calle, mirándole directamente, sin apartar la mirada, dispuesta a dejarle claro que le había visto, de lleno, y que esta vez no iba girar la cabeza hacia otro lado. Casi podía ver desde aquí cómo se le tensaba todo el cuerpo.

Miré hacia un lado de la calle, apartando los ojos de los suyos solo un segundo, para asegurarme que podía cruzar por mitad del asfalto, aunque el paso de cebra estuviera solo a unos metros. Taehyung no hizo ningún movimiento, siguió completamente quieto, en la acera del otro lado, mientras el resto del mundo seguía, hacia delante, avanzando, éramos los únicos que permanecían estancados, aunque yo estuviera avanzando estaba estancada.

Los coches siguieron pasando detrás de mí, removiéndome el pelo corto, y subí de nuevo a la acera, cada vez más cerca. Los hombros de Taehyung se movían ligeramente con su respiración y odiaba no poder verle la boca, solo los ojos. El cubrebocas blanco me impedía saber si sus labios se movían o no, si arrugaba la nariz en disgusto al sentir que me acercaba o no. Si no podía verle era como si hubiera un muro entre los dos, me quedé quieta frente a él, lo suficientemente cerca como para que nadie pudiera cruzar entre nosotros. Tenía una bolsa de plástico entre los dedos y me picaban las manos por mirar qué había dentro, porque ya lo sabía.

Llevaba cuello alto, un jersey negro y pegado, escondido por una chaqueta gris y estiré las dos manos, una para bajarle el cubrebocas hasta la barbilla, la otra para rodear con los dedos la muñeca del brazo con el que sujetaba aquella bolsa de plástico. Sus labios estaban apretados.

— ¿Qué estás haciendo? —susurró, aun con la voz rasgada, me preguntaba si las marcas de su cuello de ayer estarían hoy más violáceas.

— ¿Vas a intentarlo otra vez? — Tragó saliva, con la boca muy cerrada y sus ojos se abrieron más mientras aguantaba la respiración, intentó tirar un poco hacia atrás del brazo que le tenía sujeto pero mi agarre a su muñeca se hizo más fuerte, y no se movió.

— Sí.

— Entonces estoy haciéndome la egoísta.

Y bajé la mano con suavidad de su muñeca a sus dedos, empujándolos, colándome entre ellos hasta que conseguí abrirlos y hacerle soltar la bolsa, quedándome yo con ella. No pesaba mucho y me giré, mirando primero hacia los coches cruzando uno tras otro, moviéndome después hacia uno de los lados, siguiendo la corriente de personas, dejándole atrás, solo, sintiendo el corazón latiéndome en los oídos.

Si él se iba Yoongi también lo haría, y no me quedaría nadie.

.

.

.

Tiré la bolsa en la primera papelera que me crucé, soltando aire de golpe, como si me hubiera librado de un peso de veinte kilos. Froté mi mano contra el pantalón, sintiéndome asqueada sin saber el porqué, avanzando, escuchando el sonido que la suela de los zapatos hacía al chocar contra el suelo por encima de todo.

El mundo me superaba, pero de forma distinta a Yoongi, pero de manera diferente que a Taehyung.

Sorbí aire por la nariz, sabiendo por encima de todas las cosas que volver a la peluquería era como volver a mi pequeño infierno personal. Podría hacerlo, en el momento en el que consiguiera hacer que dejara de importarme todo volvería, pero las emociones me superaban y me giré para verle pasar delante de mí.

Sin una mirada, sin un gesto de reconocimiento en sus pupilas. Tragué saliva, siguiendo su movimiento con los ojos y después con los pies. Deseando que el pacto no existiera para que pudiera girarse hacia mí, para que pudiera darse la vuelta y decirme algo.

Por eso le seguí, seguí a Yoongi por la calle, dejando atrás la papelera donde había tirado la bolsa de Taehyung. Seguí sus movimientos sabiendo que él sabía que yo iba detrás, esperando a que se girara, dándome cuenta, con cada segundo que pasaba, que tenía una voluntad de hierro, y que nunca lo haría.

Después de entender eso me di cuenta de hacia dónde nos llevaba.

La casa.

Solté aire por la nariz, no quería ir ahí ahora, no quería hablarle porque no había sido capaz de girarse hacia mí y cruzar una simple palabra conmigo, pero continué siguiendo sus pasos, esta vez un poco más atrás porque ya sabía hacia dónde nos movíamos, y me conocía el camino.

Esperé a que él entrara primero, en el piso que daba esquina hacia el callejón donde estaba la casa, con el hombro apoyado en la pared, observando su cuerpo colándose por la ventana, agarrándose al marco para subirse y pasar primero un pie y después el otro. Ni siquiera cuando ya estaba dentro miró hacia atrás.

Escondí un mechón de mi pelo tras una de mis orejas, avanzando, sola esta vez, hasta la ventana de la casa. La fachada estaba llena de graffities y desconchones, yo me sentía un poco así también.

No podía ver a Yoongi mientras cruzaba de la calle a la casa, pero en cuanto mis pies rozaron el suelo empolvado de la habitación apareció, enrollando los dedos alrededor de mi brazo, empujándome más hacia el interior de la casa, hasta que llegamos a donde habíamos estado ayer.

Las colillas aun estaban en el suelo.

— ¿Qué te crees que estás haciendo? —bufó, mirándome desde arriba, con el ceño fruncido. Respiré con tranquilidad, mirando fijamente la herida de su labio, que parecía estar un poco mejor que ayer, aunque toda su mejilla derecha estaba manchada de morado y tonos de verde.

— No estoy haciendo nada.

— Yuri —advirtió, frunciendo el ceño—. No me sigas por la calle. Si quieres algo ven aquí, joder. Pero no me sigas.

— Es que estoy cansada, Yoongi.

— Que tú estés harta no quiere decir que nos tengas que joder a los tres.

Y me soltó de un tirón, empujándome al mismo tiempo hacia atrás, haciéndome retroceder tres pasos, quedándome justo sobre la parte del suelo que habíamos usado como cenicero, y ahora mismo me sentía cómo una colilla. Miré hacia otro lado, con la boca entreabierta, y comencé a rascarme el brazo, justo donde él me había agarrado.

— Si no quieres volver a tu casa no es mi puto problema. —soltó, con la misma brusquedad con la que había fingido no conocerme fuera, y me pasé la lengua por los dientes.

— Aquí sí es tu problema.

Miró hacia arriba, soltando aire y negando con la cabeza.

— No hemos venido aquí porque necesitaras ayuda. Hemos venido porque no estás siguiendo el pacto. ¿Crees que no sé qué has hablado con Taehyung antes?

— ¿Cómo? —susurré, bajando los dedos del brazo, dejando de rascar.

— Como lo sabemos todo siempre, Yuri.

— Quiero romperlo.

— Estás loca —bufó, volviendo a negar con la cabeza, girándose para darme la espalda y comenzar a caminar fuera de la habitación, antes de que cruzara el umbral sin puerta hacia el cuarto por el que entrábamos se escucharon ruidos en él, indicando de Taehyung había llegado.

Tragué saliva, escuché a Yoongi chasquear la lengua y dijeron algo, pero me pitaban los oídos y no podía oírles, abrí la boca, tomando aire. Taehyung cruzó, siguiendo los pasos que Yoongi había dado dos segundos antes, apoyando una de las manos en la pared, parpadeando.

— Yuri...

— Olvídalo —solté, chasqueando la lengua, parpadeando deprisa mientras caminaba hacia él para esquivarle, y salir yo también de la casa—. Tengo que volver a la peluquería.

.

.

.

Cerré los ojos, inclinando la cabeza hacia delante, forzándome a respirar porque mis pulmones se negaban a hacerlo por sí mismo y un escalofrío me puso la piel de gallina cuando sentí que su cuerpo se acercaba más. La punta de sus zapatos rozó la mía e instintivamente me separé un paso, encogiendo los hombros. Chasqueó la lengua y apreté la mandíbula, sin abrir los ojos.

Sentí que sus dedos rozaban las puntas del pelo que me rozaba los hombros y volvió a hacer un sonido que la boca, se me removió el estómago y cerré los ojos con más fuerza, tensando los muslos. Bajó la mano, lo suficiente para tirar del tirante de la camiseta y bajarlo, me tembló el alma.

Soltó aire y pude sentir cómo su aliento me movía el pelo y me llegaba a rozar el cuello. Incliné la cabeza hacia el lado contrario, apretando también los labios, comenzaban a picarme los ojos y me picaban las manos. Su respiración volvió a tocarme la piel y pensé en abandonarme para que todo terminara rápido.

— Mm... —susurró y tragué saliva cuando se incorporó, apartando los dedos de mi pelo, dejé escapar todo el aire de los pulmones, abriendo los ojos y viendo cómo se giraba hacia la puerta de la peluquería—. Hay alguien fuera. Ve a echarlo.

Y siguió separándose, con sus zapatos sonando huecos en la loza, me humedecí la boca mientras movía los ojos a la puerta de cristal, a la enorme ventanal que cubría gran parte de la pared dónde el logo rojo sangre de la peluquería dificultaba la vista. Se alejó por completo, quitándose el delantal blanco con el que trabajaba, dejándolo sobre una de las sillas rojas giratorias antes de salir por la cortina de cuencas, yendo a la parte trasera dónde estaba la casa.

Me llevé las manos al pelo, rozando los mechones cortos mientras me balanceaba dirección a la puerta, escuchando un pitido agudo atravesándome la cabeza, acompañándome hasta que abrí la puerta y distinguí quién estaba fuera.

— Yoongi. — Su cuerpo se giró hacia mí y yo me subí el tirante de la camiseta, mirando hacia los lados, por si Taehyung estaba con él. Sus ojos se quedaron en mi hombro mientras se separaba un cigarrillo de la boca, sacudiendo la ceniza, que se dispersó en un instante—. ¿Qué haces?

Sus ojos subieron a los míos y durante unos segundos me dio vergüenza mirarle, me dio vergüenza ver en sus pupilas que sabía de la que me había librado. Cerré la puerta de la peluquería a mi espalda, escuchando el tintineo de campanitas, llenándome los pulmones de aire.

Los ojos ya no me picaban.

— ¿Ha pasado algo?

No contestó en seguida, volvió a darle una calada al cigarrillo, dejando caer la espalda sobre el cristal del ventanal, fundiendo el color de su camiseta negra con el logo rojo de la peluquería. La herida del labio estaba más abierta que aquella mañana y me pregunté si el cigarro contra su boca sería bueno para que la herida curara rápido.

Sus ojos se alejaron de los míos, clavándolos en el edificio que había al frente y comenzó a rebuscar en el bolsillo delantero del pantalón. Moví los ojos al interior de la peluquería, intentando ver por detrás de la esterilla de madera que cubría la puerta, asegurándome de que él no había salido de vuelta.

— No ha pasado nada —susurró, haciendo que volviera a mirarle, me mordí la lengua, cerrando los dedos contra la palma de la mano, subiendo los ojos hacia Yoongi, que sorbió aire, pasándose el dorso de la mano por la nariz, separándose de la pared.

— ¿Y por qué estás aquí?

— ¿Qué más da? — Fruncí el ceño mientras lo veía dar dos pasos largos hacia el final de la acera, bajando el escalón que lo separaba del asfalto. Pegué las manos a mi estómago mientras lo veía dar dos pasos más hasta colocarse en el centro de la calzada, después se giró hacia mí.

— ¿Qué le quitaste a Taehyung? — Retrocedí un paso, apoyándome ahora yo contra la puerta, que hizo un sonido, como si estuviera dispuesta a abrirse y a arrastrarme dentro, pero no llegó a hacerlo. Los ojos alargados de Yoongi brillaban y me quedó claro que, sin decir nada, me estaba pidiendo que no volviera a entrar ahí adentro. Pero yo no tenía ningún otro sitio a dónde ir, y él estaba quieto en mitad de la carretera.

— Solo quería que no se hiciera daño, que siguiera con nosotros un poco más —susurré, con la voz raspada, escuchando de nuevo el sonido de la puerta, cediendo un poco más hacia atrás, amenazando con volver a abrirse—. Solo nos vemos cuando alguno de nosotros va a explotar, pero él está a punto de hacerlo siempre, y nunca... nos busca —tragué saliva—. Viene a nosotros, pero no nos pide que vayamos a él... solo quería que siguiera con nosotros un poco más. — No me dijo nada pero yo me encogí de hombros y miré al suelo—. Lo siento.

— Yuri —chasqueó—. Taehyung no va a hacerlo de verdad. Él solo quiere sentirse vivo, y es la única forma con la que sabe que sentirá algo, pero no va a terminarlo nunca, es un cobarde.

— No digas eso.

— Todos lo somos, habríamos acabado con muchas cosas ya si no lo fuéramos.

Apreté más las manos contra mí y lo vi marcharse, dejándome sola, dejando que el frío de la calle me envolviera. Respiré y di un paso hacia atrás, empujando la puerta, que cedió, abriéndose, dejando que el olor a productos químicos me envolviera.

.

.

.

La habitación estaba hoy más oscura que otros días y estábamos usando mi móvil para tener un poco más de luz, sostuve mi respiración, acercándome al sofá, Taehyung tenía los ojos fijos al frente y los labios apretados. Hoy tenía la sensación de que se me caía el mundo encima, y solo deseaba sentirme aplastada. Él parecía estar como yo hoy, parecía no tener fuerzas ni siquiera para levantarme y no me gustó verle más pálido que la semana pasada.

— ¿Cómo van las cosas en casa? —pregunté, mientras esperaba sentir en la otra habitación los pasos de Yoongi entrando. Taehyung soltó una risa de nariz, no me miró, se recostó aun más en el sofá, con la cabeza apoyada en el respaldo y los ojos en el techo sucio.

— Como siempre. — Me humedecí los labios, sintiendo que me dolía el cuello y que Taehyung mentía. Así que esperé, sin decir nada, sentándome a su lado en el sofá—. Peor —tragó, removiéndose y me incliné hacia él, dejándome caer sobre su regazo, subiendo las piernas al sofá mientras mi mejilla quedaba contra uno de sus muslos, con los ojos fijos en el marco de la puerta, el vestido se me levantó hasta la parte final de las piernas y los dedos de Taehyung se cerraron en mi brazo y en mi pelo—. Él cada vez le golpea más y está más tiempo borracho. Ella ha descubierto donde escondo los porros y se pasa el día drogada. Yo intento estar lo menos posible en casa y cada vez tengo menos ganas de vivir...

— Lo siento —susurré, muy bajo, sintiendo la yema de los dedos de Taehyung y la punta de sus uñas pasar de arriba abajo sobre la piel de mi brazo, su otra mano se mantenía quieta sobre mi cabeza—. ¿Has pensado... enfrentarte a él alguna vez? — Bajó los ojos hacia mí mientras yo me giraba, para quedar bocarriba en lugar de lado.

— Constantemente, pero no lo hago. — Eran situaciones distintas, pero no podía evitar verme reflejada en sus ojos oscuros, el flequillo casi le tapaba los ojos por completo y me parecía tan mal y tan bonito a la vez.

— ¿Por qué no lo haces?

— Por la misma razón que tú. — Dejé que me entrara aire en los pulmones mientras nos mirábamos a los ojos, mientras yo apretaba las piernas contra sí y subía las rodillas—. Tienes moratones en los muslos. — Se mordisqueó el labio inferior, inclinándose más hacia mí—. ¿Qué te ha dicho de tu pelo?

— Nada. Que le gustaba más largo, cómo a ti. — La mandíbula de Taehyung se tensó y sus ojos llamearon durante unos segundos, pero la tristeza volvió enseguida y tragó saliva, negando suavemente con la cabeza.

— A mí me gusta más así, Yuri.

Asentí, sabiendo que mentía, pero sabiendo también que le había dolido que por un segundo lo hubiera comparado con él.

Lo siento, Taehyung. No os parecéis en nada. De verdad.


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Se suponía que antes de so Fresh iba a actualizar Hana dul set, pero como los astros siguen alineados en mi contra todo va al revés.

No puedo asegurar que esto signifique que he vuelto, pero al menos sabéis que no estoy muerta.

❤💕BESOS💕❤

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