One Shots - Camren

By Cathe44

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El título lo dice todo. More

¡Hola!
Take My Heart
Ojos verdes
Control a Tierra
Lienzos
Last Night

Vendedora de Caricias

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By Cathe44

ADVERTENCIA: Contenido explícito. G!P. 

Los ojos verdes de una joven mujer observaban ligeramente enrojecidos el amarillento líquido dentro de aquel transparente vaso con hielo. 

Ojalá el alcohol lograra mitigar su dolor, pero no lo conseguía, lo que si provocaba era que ese sentimiento se transformara en ira y rencor.

¿Por qué ella la había traicionado de esa forma tan cruel? 

Durante años sólo se había dedicado a hacerla feliz, a darle todo lo que deseaba, cumplirle todos sus caprichos, ayudarla a alcanzar sus sueños ¿Y qué había hecho ella? Le había robado millones mientras se acostaba con su mejor amigo. 

Y Lauren cada vez estaba más enfadada.

Keana estaba dándose una vida de lujos con todo lo que le había robado y compartiéndolo con el otro maldito traidor, mientras ella estaba ahí hundida en la miseria, alcoholizándose para tratar de dormir al menos una jodida noche sin recordar a su novia acostándose con otro. 

"¡¡MALDITA SEAS!!" 

La ojiverde arrojó la copa de cristal contra la pared de su despacho y mientras resoplaba violentamente para intentar controlarse, la puerta de la habitación se abrió de pronto, dejando ver a Verónica, su mejor amiga.

"Ya es suficiente Jauregui. Te llevaré a casa." 

"Déjame en paz Iglesias. Lárgate." Rugió la morena. Su amiga rodó los ojos. 

"Keana no se merece esto, Lo." Dijo Verónica tratando de usar un tono más comprensivo. "Es una perra que no vale ni una sola de tus lágrimas y mucho menos que te hagas daño bebiendo así." 

"Tienes razón en eso." Dijo Lauren. "Es una cualquiera, sólo estaba conmigo por el jodido dinero. Pudo habérmelo dicho ¿Sabes?" Enunciaba Lauren con dificultad. "Le habría pagado todo el dinero que quisiera y me habría ahorrado el enamorarme de ella y sentirme tan jodida ahora." Continuó para luego dar un trago directamente a la botella de tequila, la garganta le escoció un poco. "Brindemos Iglesias, por la puta más cara que he pagado en mi vida." 

Lauren levantó su botella y se tambaleó en medio del despacho. Verónica alcanzó a tomarla por la cintura y ayudarla a volver al sofá. 

"Deja eso ya." Ordenó con seriedad, arrebatándole la botella de la mano y dejándola fuera de su alcance. 

"¿Sabes qué?" Dijo Lauren sonriendo para luego sorber por la nariz. Su blanca dentadura se mostraba enorme, como si se le hubiera ocurrido una muy buena idea. Aunque a los ojos de Verónica parecía como si lo que pasaba por la mente de su amiga y casi hermana fuera una completa locura. "Pagaré por una prostituta... Pero una más barata."

"Estás delirando." Habló Verónica negando con la cabeza. "Vamos a casa."

"No." Dijo Lauren apartándose cuando su amiga intentó hacer que se levantara del mueble para llevarla a su hogar. "Eso es lo que quiero. Necesito el calor de una persona Verónica... Necesito sentirme querida, aunque sea mentira. Puedo pagar por eso.... Sabes que no hay otra manera de que alguien quiera estar conmigo." Decía Lauren en voz baja, con dolor y vergüenza que le rompían el corazón a Verónica. Era terrible ver a su mejor amiga así de destruida. "Ayúdame." 

"Te ayudaré. Te llevaré a tu casa Lo." Insistió Verónica. 

"Llévame a casa si quieres. Pero mañana cuando esté sobria insistiré con lo mismo." Aseguró la mujer arrastrando las palabras. "Sólo quiero estar con alguien que me haga olvidar aunque sea por unas horas a Keana."

Verónica hizo una mueca pero sabía que era cierto. La terquedad de Lauren era incluso una leyenda, y no tenía caso ponerse con Sansón a las patadas, por eso se limitó a acercarse a Lauren y ayudarla a ponerse en pie para dirigirla a través del despacho con la firme intención de llevarla a su apartamento. 

"Está bien." Aceptó en el camino. "¿Quieres que te consiga una puta? Lo haré." Aseguró. "Y créeme será mucho mejor que Keana. Si vas a gastar tu dinero en algo así, al menos que sea en una buena." 

Ayudaría a su amiga a sacarse la espina, pero esperaba que aquella locura no durara mucho tiempo.

[...] 

"...Y creo que tú eres la mejor para el trabajo." Finalizó Verónica.

"No me meto con personas con ese tipo de problemas." Respondió la mujer frente a ella. "Se aferrará a mí y luego no me la podré sacar de encima y eso me hará perder clientes."

"Pero ella es millonaria." Replicó la otra.  "Y créeme estoy segura de que te pagará muy bien, además yo estaré pendiente de esto. Tampoco quiero que mi amiga se obsesione contigo, sólo necesita despejar su cabeza, darse cuenta que la puta de su ex no es la única mujer en el mundo." La mujer carraspeo y arqueó una ceja. "Perdón, no es mi intención ofenderte ni a ninguna de las chicas que se dedican a hacer lo que tú haces." Corrigió Verónica.

"Somos prostitutas pero al menos quienes se meten con nosotras saben que esto es un negocio. La ex de tu amiga no era más que una estafadora." Dijo la mujer con tranquilidad, mientras con gracia se acomodaba el cabello castaño sobre el hombro y se relajaba en el asiento de su sofisticado sillón, cruzando una pierna sobre la otra, usando una de sus manos para acariciarse la rodilla delicadamente y la otra para para llevar un elegante cigarrillo a sus labios color carmesí.

"Estoy completamente de acuerdo, Karla." Acordó Verónica. "Y créeme que como clienta mi amiga le vendrá bien a tu negocio."

"¿Y por qué no aceptas que sea una de mis chicas quien la atienda?" Cuestionó Karla. 

"Porque tú eres la mejor de todas." Dijo Verónica provocando en la mujer una media sonrisa. "Tienes clase, eres culta y seleccionas muy bien a tu clientela, estás limpia y sabes cómo hacer tu trabajo. Le prometí a mi amiga que buscaría la mejor opción para ella y tú lo eres." Hizo una pausa y sonrió con gracia. "Además, tampoco será un sacrificio para ti brindarle tus servicios a ella. Es ridículamente guapa, tiene mucho dinero, educada, decente..."

"¿Entonces por qué necesita una prostituta?" Cuestionó Karla tranquilamente interrumpiendo a su acompañante. 

"Bueeeeno..." Articuló Verónica alargando la palabra y mirando hacia otro lado. "Digamos que Lauren tiene un...defecto de fábrica. Y algunas chicas no... reaccionan bien cuando lo conocen." Explicó ambiguamente. Cosa que provocó un ceño fruncido en la castaña. 

"¿A caso le falta un brazo?" Preguntó Karla con una sonrisa burlona que se reflejó en la cara de Verónica.

"No es lo que le falta, es lo que le sobra." Aseguró con gracia. "Si mantienes la mente y las piernas abiertas, yo estoy segura de que llegarás a pasar muy buen rato. Y además te pagaran por ello. ¿Qué más quieres para aceptar?" 

La mente de Karla comenzó a divagar. ¿Qué clase de defecto tendría la amiga de Verónica que se tenía que ver en la necesidad de contratar una prostituta? 

Probablemente era simplemente el despecho que estaba causando estragos en ella.

"Lo que no quiero son problemas Iglesias. Ya te lo dije, no quiero que se obsesione conmigo." Resolvió Karla.

"De mi cuenta corre que eso no suceda." Afirmó y luego de un asentimiento de cabeza por parte de Karla, Verónica sonrió con suficiencia. 

[...]

Así que Karla se hallaba observándose en el espejo con toda tranquilidad. Analizando que cada detalle de su maquillaje y su ropa estuviera impecable. 

Al verla, nadie imaginaría que se dedicaba al sucio negocio de la prostitución, pero es que ella no era una prostituta cualquiera, era una de élite, y su trabajo le había costado llegar a tener tal categoría, pero así también, los beneficios eran grandiosos, puesto que ella no tenía ninguna obligación de servir a quien se le ordenara, sino que era la propia mujer quien elegía a sus clientes, todos ellos con muchos millones en sus cuentas bancarias, sumamente discretos porque solían estar casados o comprometidos y además agraciados físicamente. 

El tiempo en el que se acostaba con viejos horribles aunque sintiera repulsión por ellos ya había quedado en el pasado. Había aprendido de aquellas experiencias lo que tenía que aprender y ahora tenía su propio negocio que generaba ganancias a las que les sacaba todo el provecho posible. 

Ahora, esta nueva y desconocida clienta aparecía, y a Karla le daba la impresión de que sería algo fuera de lo común, no sólo por las palabras de Verónica respecto a aquel defecto de fábrica. De hecho le había parecido tal ridiculez que se había olvidado completamente de aquel detalle. Lo que le parecía extraño era Lauren en sí. 

Casi no solía tener clientes del sexo femenino que fueran tan jóvenes. Había llegado a servirle a mujeres algo mayores, que se sentían solas y que habían sido abandonadas por sus esposos, ellas generalmente buscaban una renovación en cuestiones de sexualidad, y lo encontraban en el tabú de acostarse con una persona de su mismo sexo, fantasía que muchas de ellas habían tenido desde jóvenes, pero que no se habían atrevido a cumplir. Pero Lauren, según lo que Verónica le dijo, era una mujer joven y atractiva. ¿Entonces por qué? 

Estaba el hecho de que había sido engañada por su ex novia, y claro, estaba despechada. Pero aún así, por su experiencia había aprendido que la mayoría de las mujeres con sus características no contrataban prostitutas por ese tipo de cuestiones... Si acaso tal vez, se hacían un cambio de look, salían, se emborrachaban... Conocían otras personas. Lo que la llevó a pensar que tal vez Lauren podría ser una mojigata... Sonrió con gracia al imaginarse que quizás era virgen y la ex novia se había aburrido y por eso había decidido engañarla. 

Mientras más le daba vueltas a esa opción en su cabeza, más segura se sentía de ello. Probablemente esa era la razón de que Lauren la hubiera citado en un lugar público para su primer encuentro. Seguramente era una mujer insegura y tímida... Lo cual la llevó a preocuparse. Tal vez su vestimenta no había sido la más adecuada, aquel vestido negro era sumamente sensual y su maquillaje le daba un aura de poder y control, su porte era elegante, soberbio... Además, seguramente la lencería que llevaba bajo el vestido no ayudaría en lo absoluto. Pero ya era demasiado tarde para cambiarse de ropa. 

De hecho, la limusina que Lauren había enviado por ella, ya estaba frente al edificio donde se hallaba su apartamento, por lo que sin más decidió bajar. Ya vería cómo se las arreglaba para no poner a su cliente más nerviosa de lo necesario.

[...] 

"La señorita tiene reservada una mesa con la Señora Jauregui." 

El chofer de la limusina informaba a la anfitriona del caro restaurante. Karla estaba gratamente impresionada por el lugar y también por la expresión facial de la chica al escuchar con quién tenía su reservación

"Por favor sígame, señorita Estrabao." Pidió la mujer. 

Y Karla la siguió dejando atrás al chofer quien se limitó a volver a su vehículo. 

Karla caminó por algunos minutos hasta llegar a la zona más alejada del restaurante donde la anfitriona se detuvo frente a una cortina de seda púrpura.

"La señora Jauregui la espera afuera. Espero que disfrute su noche." Dijo la mujer con amabilidad y dejó a Karla a solas. 

La castaña tomó un respiro y luego abrió la cortina con delicadeza para atravesar el umbral que formaba la tela. Al otro lado encontró una preciosa postal. 

Un bonito balcón con vista a la ciudad llena de luces en el manto oscuro del cielo, el aire fresco le golpeó el pecho, ligeramente expuesto por su escote. Había una mesa meticulosamente arreglada, cubierta por un mantel liso, blanco, una botella de champaña, copas de cristal, dos sillas. Una de ellas estaba ocupada. 

"Tú debes ser Karla." 

Escuchó a ronca voz de la mujer llamarla. Definitivamente no se la imaginaba así, pero aquella fue la segunda grata sorpresa de la noche. Era ciertamente muy hermosa, Verónica se había quedado corta cuando le dijo que era guapa. 

Estaba enfundada en un vestido blanco, largo, pero muy, muy ajustado al cuerpo. Sus brazos estaban cubiertos por las mangas de la misma prenda. Tenía sus piernas cruzadas y en los pies llevaba unos tacones negros que le estilizaban la figura, sobre los hombros llevaba una especie de abrigo negro, al mismo todo que su cabello recogido cuidadosamente en un chongo a la altura correcta de la cabeza. Un anillo plateado era el único accesorio que llevaba en las manos y en el cuello una gargantilla tipo choker color negra, ligeramente gruesa que combinaba perfectamente con todo lo demás. 

Lauren por su parte también estaba ciertamente impresionada por la mujer que tenía frente a ella. Su largo cabello castaño caía en unas salvajemente ordenadas ondas a un lado de su rostro sus labios eran carnosos, sensuales. Sus curvas eran muy bien abrazadas por su vestido, ceñido a sus caderas, marcando cada atributo. Se notaba que Verónica conocía sus gustos a la perfección... Vaya mujer que le había conseguido. 

"Sí, soy yo... Tú debes ser Lauren Jauregui."

Su sedosa voz se deslizó por la garganta de Karla y hasta los oídos de Lauren a través del aire frío que corría en el balcón. Lauren se puso de pie en el lugar de su asiento, haciéndole un cortés gesto a Karla para que se sentara a su lado en la otra silla disponible, lo que la mujer hizo de inmediato. 

Karla sabía moverse en sitios así, más de una vez había acompañado a uno que otro cliente a alguna cena de gala o cosas por el estilo, pero era la primera vez que un cliente la llevaba a un restaurante tan elegante sin la intención de mostrarla en público y en cambio tenerla ahí a su lado, en privado, sin ninguna intención sexual. 

Al menos esa era la impresión que le daba de primera instancia, no podía descartar que contrario a lo que pensaba, Lauren no fuese virgen y en realidad tuviera un fetiche y quisiera follar con ella en el balcón donde cualquier persona en la calle podría verlas, y cualquier otra dentro del restaurante esucharlas. Le pareció divertida la idea por un momento. 

"Es un placer conocerte." Dijo la empresaria. 

Todavía no lo es. Pensó Karla, pero dejó esa idea para si misma.

"Verónica me ha hablado mucho de ti." Acotó Karla. 

"Y a mí de ti." Afirmó Lauren acomodándose en su asiento. "Me gustaría que charláramos de tu trabajo antes de la cena. ¿Estás de acuerdo con eso?" 

"Totalmente." Aceptó Karla cruzando sus piernas de forma sugerente, dándose cuenta de que Lauren no perdía de vista un solo movimiento. "Tú sólo di qué es lo que deseas de mí y lo tendrás." 

"¿Y tú que quieres de mí?" Cuestionó Lauren.

"Tu dinero. Por supuesto." Dijo Karla sin ningún problema. Lauren sonrió con algo de burla hacia sí misma. 

"Correcto." Articuló para luego mirar a Karla a los ojos, su mirada verde era sumamente fría y eso a Karla le gustó. "Te pagaré el triple de tu tarifa normal." 

Esta vez Karla no pudo disimular su sorpresa, aunque recuperó la compostura rápidamente. Si a la mujer le gustaba despilfarrar el dinero de esa manera, ella no tenía ningún problema. 

"¿Y qué debo hacer para corresponder tu generosidad?" Preguntó con un ligero toque de sorna. 

¿Qué podría necesitar esa mujer en la cama como para pagar tanto dinero así sin más?

"Debes fingir que me amas." Enunció. Karla no esperaba eso en lo más mínimo y su silencio evidenció eso, pero le dio la oportunidad a Lauren de seguir hablando. "Te citaré en distintos lugares, para que pasemos un momento juntas, charlemos... Si hay algo que te gustaría hacer dímelo y te complaceré. Después iremos a casa y ahí tendremos sexo." Hizo una pausa, notando que toda la atención de la mujer estaba sobre ella. "Cuando te toque, no lo haré como si fueras una prostituta Karla, y cuando me toques a mí, deberás fingir que soy más que una cliente. Me hablarás con afecto, me besarás como si realmente me quisieras y al terminar te quedarás a dormir conmigo y te irás a la mañana siguiente." 

"¿Todos los días?" Cuestionó la mujer, tratando de ocultar todo lo extraño que le parecían las solicitudes de Lauren. 

"No." La ojiverde sonrió. "Sé que debes tener otros clientes esperando por ti. "Sólo serán dos o tres veces por semana... ¿Hay algún inconveniente?" Cuestionó. "Porque si el problema es el dinero, puedo darte más." 

"No." Respondió Karla. "Es suficiente." 

Karla conocía muy bien su negocio, pero no tenía la más mínima intención de sacar más provecho del necesario de esa mujer. Además, la cifra que le había ofrecido ya era más que suficiente. 

Una sonrisa se le escapó. 

"¿Qué es lo gracioso?" Cuestionó Lauren.

"En mis años de experiencia haciendo esto... He tenido que fingir orgasmos, pero nunca cariño."

"Bueno, conmigo sólo tendrás que fingir uno de los dos. Y no serán los orgasmos." Aseguró Lauren provocando que Karla arqueara una de sus cejas con diversión. "¿Cerramos el trato?"  

"Tengo un par de restricciones." Dijo la castaña.

"Te escucho." 

"No hago nada que tenga que ver directamente con sado. No me gusta ser ese tipo de sumisa. No soporto que me amarren o que me golpeen. Todo fuera de eso está bien." Dijo Karla.

Esta vez fue el turno de Lauren para reír.

"No vas a tener que pasar por eso conmigo. Acabo de decirte que quiero que me trates con cariño Karla, no voy a complicar eso poniéndonos en una situación que implique agresiones." Aseguró "Aunque..." 

"¿Qué?" 

"A veces puedo dejarme llevar un poco por el calor del momento." Confesó. "Y puedo ser algo ruda, pero todo dentro de los parámetros normales" Entrecomilló desviando la vista por un momento. "¿Te molesta si fumo?" 

"Adelante." Permitió. "Y descuida, puedo con eso y más. Son las prácticas extremistas las que me molestan. Hay algunos clientes que no saben cuando detenerse." 

"Lo imagino." Respondió Lauren después de darle una calada a su cigarrillo.

"Hay algo más." Retomó la palabra la castaña. Con un ademán la morena le indicó que podía hablar. "Verónica mencionó algo acerca de... Un defecto en ti..." Karla notó como Lauren respiraba profundamente con aparente incomodidad. "No suelo halagar a mis clientes Lauren, pero yo no puedo ver en ti ninguna imperfección todavía. Y llevo observándote desde que crucé la cortina."

Lauren sonrió de medio lado. 

"Es porque no está a la vista." Respondió encogiéndose de hombros. "Te lo mostraré cuando estemos en mi casa. Y si decides romper nuestro trato, no habrá problema alguno. ¿Algo más?"

"No." 

"Bien." 

Lauren sacó una chequera de su bolso y con un bonito bolígrafo de plata escribió la cantidad pactada a nombre de Karla y lo firmó. Dejó el cheque en la mesa, guardó la chequera y sacó una pequeña caja de terciopelo negra. 

"Me olvidaba de un detalle." Dijo bajo la mirada curiosa de Karla. "Mientras estés conmigo, quiero que uses esto." Y deslizó la caja de terciopelo sobre el mantel de la mesa. 

Karla la tomó y la abrió con delicadeza encontrando en su interior un precioso anillo de compromiso con un diamante brillando en el centro. 

"¿Quieres que lo use?" Preguntó Karla incrédula. Cada vez más intrigada por el extraño comportamiento de su clienta y rogando que no fuera a ser una demente que se obsesionara con ella. 

"Sí. Cuando llegues a tu casa o en la calle te lo quitas si quieres, pero mientras estés conmigo quiero que lo uses. Al término de esto puedes quedártelo, tirarlo, venderlo... Lo que desees. No me interesa. En cuanto te pongas el anillo, podrás tomar el cheque." Indicó Lauren. 

Karla se quedó observando la joya sostenida por la yema de su dedo pulgar e índice. Luego se lo regresó a Lauren. La ojiverde había tomado aquello como un rechazo, pero esa percepción cambió cuando Karla retomó la palabra.

"Pónmelo porfavor." 

Entonces Lauren deslizó el anillo en el dedo de Karla con una sonrisa en su rostro. 

[...]

Cenaron y celebraron su acuerdo con la botella de champaña hasta que se terminó. No estában borrachas, pero si bastante aclimatadas. Lauren no dejaba de pensar en lo buena que había sido la elección de Verónica. 

Con Karla había conseguido mantener conversaciones sumamente interesantes, se notaba que era una mujer muy inteligente y culta y eso le agradaba. Hizo una nota mental para felicitar a Verónica, no había duda de por qué ella era su mejor amiga. 

Lauren abrió la puerta de su casa dejando pasar a Karla primero, luego cerró detrás de sí y encendió la luz. 

"¿Quieres algo de beber?" Le ofreció.

"Ya he tomado suficiente. Gracias." Rechazó Karla con tacto mientras se acercaba a Lauren con la parsimonía y gracia de un felino. 

Cuando llegó hasta ella, colocó delicadamente sus manos sobre los hombros de Lauren y lentamente deslizó el abrigo que la cubría, dejándola únicamente en su inmaculado vestido blanco.

"¿Quieres ir a la habitación?" Cuestionó esta vez, cerrando los ojos y disfrutando en suave masaje que Karla le daba en los hombros. 

"Sí." Recibió la respuesta de Karla sobre sus labios y entonces la besó. 

Fue muy suave. Un beso sedoso, dulce, fluído. El corazón de Lauren comenzó a latir acelerado al contacto. Los labios de Karla tenían una textura deliciosa y un sabor aterciopelado. 

Sintió los dientes de su amante presionar delicadamente su labio inferior, entonces abrío la boca deseosa de probar más. 

Karla deslizó su lengua en el interior de la boca de Lauren, rebobinando en su mente todas las solicitudes que su cliente le había hecho. Ella quería sentirse querida, necesitaba afecto, y ella le daría la sensación de ser amada a través del placer que le brindaría a su cuerpo, después de todo, esa era su especialidad. 

Se separaron, se miraron a los ojos. Los ojos de Karla eran más oscuros que los de Keana. Lauren sacudió su cabeza para alejar de su mente aquel pensamiento. 

"Ven." Le dijo la ojiverde tomándola de la mano y guiándola a través de las escaleras hacia su habitación. 

Mientras caminaba paso tras paso detrás de Lauren, tomando su mano, la expectativa de Karla crecía más y más, pues sabía que pronto podría descubrir el secreto que su clienta ocultaba. En parte, sentía que era esa una de las razones por las que había aceptado todas las extrañas condiciones de Lauren, como el hecho de tener que usar el anillo de compromiso que seguramente era para su ex novia. Por un momento le dio lástima por la pobre mujer, pero recuperó la concentración cuando Lauren se apartó para abrirle paso hacia su habitación.

La habitación era color madera, muy clara, las cortinas eran rojizas y estaban abiertas de par en par, dejando al descubierto un ventanal a través del cual se podía ver los pinos del bosque que rodeaba la residencia de Lauren. La iluminación de la recámara era regulable, por lo que Lauren hizo uso de los controles y dejó todo el lugar sumergido en un luz tenue y cálida, observando detalladamente la esculpida espalda de Karla, quien se había quedado parada a lado de la cama, observando el paisaje por la ventana. 

"¿Qué te parece?" Cuestionó Lauren acercándose a ella. 

"Ya no me sorprende tu buen gusto Lauren. Lo has dejado en evidencia toda la noche." Afirmó Karla voltendo a mirarla. 

Lauren se quedó en silencio, ella si estaba impresionada, pero por la extrema belleza de la mujer frente a ella. Cada segundo Karla parecía aún más hermosa y sensual, daba la sensación de que entre más cerca estaban de llegar al momento de sucumbir ante el deseo que, paulatinamente había ido creciendo entre las dos en el transcurso de la noche, Lauren la encontraba más y más bella. Deseable. 

Se quedó detallando cada movimiento que Karla hizo al dirigirse hacia ella y la recibió acariciándole la cintura, disfrutando de la sensación en cada uno de sus dedos, presionando la carne protegida por el vestido, sintiendo cada vez más presión entre sus piernas. 

"Muéstrame tus secretos Lauren." Pidió Karla mirándola a los ojos y en respuesta, Lauren la besó en los labios. 

La ojiverde la tomó por el mentón, con delicadeza, usando su dedo índice y pulgar para atraerla a su rostro. Su beso fue lento pero sumamente pasional y cuando Karla abrió sus rosados labios, dio completa autorización para que la lengua de Lauren se adentrara en ella. 

Karla disfrutó del sabor a menta que la boca de Lauren desprendía y succionó gustosa aquel rosado y juguetón músculo perteneciente a la ojiverde que se encontraba recorriendo cada espacio de su cavidad. Entre los segundos pasaban se separaban por un instante para retomar aire y luego continuaban. 

A ambas les estaba costando trabajo separarse, los labios de Lauren eran magia y los de Karla eran el afrodisiaco más puro que Lauren hubiera probado jamás. Tanto así, que a pesar del talento que tenía para ocultar muy bien su condición, poco a poco se estaba haciendo más y más visible, reclamando atención. 

La ojiverde no contuvo el impulso de deslizar su mano por la cintura de Karla hasta llegar a su trasero, sin cortar el ósculo que las mantenía unidas. Primero acarició la zona, pasando toda la palma de su mano derecha por el redondo y firme glúteo izquierdo de la castaña. Luego lo presionó estrujándolo entre sus dedos provocando que la suave carne se amoldara a su agarre y que Karla soltara un gemido en su boca.

"Ayúdame." Solicitó Lauren al separarse finalmente de aquel ardiente beso. Dejando una dulce caricia en el culo de la chica para sanar el trato poco delicado.

Se miraron a los ojos y Karla casi pudo las chispas generadas por la llameante tensión entre las dos. No supo a qué se refería Lauren, pero no hubo necesidad de preguntar, porque la mujer se dio la vuelta, dándole la espalda. 

La vio quitarse los tacones con tranquilidad y al escanearla de abajo a arriba -deteniéndose varios segundos en su maravilloso trasero- descubrió en su espalda el cierre plateado del vestido blanco que la abrazaba. Entonces entendió que debía bajarlo para despojar a su clienta de aquella prenda. 

Así que lo hizo. 

Con una mano bajó el cierre mientras con su dedo índice delineó la espina dorsal de la ojiverde, notando como los escalofríos le recorrieron el cuerpo a Lauren tan solo con ese pequeño contacto. Cuando el cierre llegó a su fin, Karla llevó sus manos a los hombros de Lauren y deslizó las mangas de la prenda por los brazos de su clienta para continuar desnudándola. 

Cuando lo consiguió, deshizo el peinado de la mujer, dejando que su larga y oscura cabellera, cayera sobre su espalda y finalmente, sólo quedaba darle una ayudada al vestido blanco para terminar de llegar al suelo, puesto que se había quedado atorado en la sensual cadera de la empresaria. 

Al agacharse y tirar del vestido hacia abajo, Karla se encontró con una especie de boyshort color negro que sólo cubría hasta la mitad de los redondos y suaves glúteos de la ojiverde. No esperaba ese tipo de ropa interior, pero aún así le pareció sexy y después de pensarlo un par de segundos no le pareció tan extraño, pues era evidente que Lauren era una mujer muy práctica y que gustaba de la comodidad. Además, le hacían un culo precioso y le provocaron una mayor ansiedad por verlo completamente por lo que no esperó más para bajarlos también, para que terminaran por acompañar al vestido que se había quedado enrollado a los pies de la morena. 

Sin reprimirse en lo absoluto, posó sus labios sobre una de las nalgas de su clienta, dejó un beso en ella mientras acariciaba la otra con toda la palma de su mano. Notó como Lauren hacía su cabeza hacia atrás, en una clara seña de que estaba disfrutando de aquel tratamiento, pero en ese instante sintió ganas de besarla en la boca de nuevo y de deshacerse también de su vestimenta, por lo que se fue poniendo de pie recorriendo con besos la espalda de la ojiverde de abajo hacia arriba. 

"Bésame." Pidió Karla en el oído de Lauren aprovechando para lamer el lóbulo de su oreja como el mejor de los caramelos. Al tiempo que sus brazos le rodearon la cintura para que sus manos alcanzaran sus bonitos pechos.

"Cierra los ojos." Respondió Lauren y Karla obedeció. 

Entre sus brazos sintió a su clienta girar para quedar frente a ella y lo siguiente que percibió fueron sus labios de vuelta contra los suyos. Con asombrosa habilidad Lauren le fue bajando los tirantes del vestido y este cayó con mucha más facilidad por el cuerpo de la castaña, como si también estuviera ansioso por lo que estaba por suceder. 

Separaron sus labios, se miraron a los ojos como en un acto gratamente ensayado y luego las dos se quedaron sorprendidas. 

Lauren por el jodidamente sensual juego de lencería que Karla llevaba puesto, las medias, el liguero, el sostén de encaje acariciándole los pechos. 

Y Karla... Ella no recordaba cuando había sido la última vez que un cliente la había dejado así de impactada. 

Entre las piernas de Lauren, en el lugar donde debería estar una húmeda e invitante vagina, se alzaba un miembro masculino, erecto casi en su totalidad y aún con toda su experiencia Karla se sonrojó como una virgen al reparar en el hecho de que nunca había visto un pene que le pareciera tan estético como aquel que tenía frente a ella. 

"No soy transexual si es eso lo que estás pensando." Dijo Lauren y llevó sus manos a su intimidad para tratar de cubrir lo que de ninguna manera conseguía ocultar.

"No creo que lo seas." Respondió Karla apartando su mirada para dirigirla a los ojos verdes de su clienta. "Aunque nada de malo tendría si lo fueras."

No había forma alguna de que esa mujer fuera transexual. Sus curvas eran sumamente femeninas y naturales, sus piernas, sus muslos, sus pies, sus divinos senos, ese abdomen, sus delicados hombros, sus manos... Ella era la encarnación de la feminidad, la diosa Venus convertida en mortal.

Y sin embargo su orgulloso miembro se levantaba como un monumento a la virilidad masculina. Era asombroso.

El complemento era sencillamente hermoso, pese a la extraña y poco común combinación, el cuerpo de Lauren se veía perfecto, bajo su percepción no parecía en lo absoluto que aquel "detalle". Karla se sintió afortunada de poder contar con aquella figura entre su lista de clientes... ¿Cuántas prostitutas habían podido servir a una mujer intersexual tan hermosa? 

El nuevo descubrimiento la mataba de curiosidad.

"Si quieres irte aún es momento." Recordó Lauren, pero Karla negó con la cabeza.

"Te quiero." Le dijo, re asumiendo el papel para el que había sido contratada. "Eres perfecta Lauren... Cada parte de ti. No tienes que ocultarte."

Y con eso dicho, llevó sus manos a las muñecas de Lauren obligándola a dejar una vez más su bonito falo a la vista.

A partir de ahí, Lauren se dejó llevar totalmente.

Abrazó a Karla hundiendo su cara en el cuello de la prostituta. Mordió y lamió la zona repetidas veces, con gusto, deseo, hambre. Y mientras tanto sus manos recorrieron la fina espalda de la castaña, descendiendo hasta el redondo y paradito culo de la mujer, zona que acarició con vehemencia hasta que las manos se le calentaron. Todo sin dejar de besar la piel expuesta de aquel delgado cuello, escuchando la respiración de su amante acelerarse sobre su oído.

Una mano de Karla fue a enredarse en el sedoso cabello azabache de su clienta, tiró de el con fuerza al tiempo que Lauren mordía con un poco más de fuerza su cuello, mientras que la otra fue a dirigirse directamente a la intimidad firme y palpitante de Lauren.

Lo rodeó con su mano completa y le fue insuficiente para abarcarlo en su totalidad, pero el solo sentir su tacto provocó que Lauren soltara un jadeo que liberó la carne marcada de Karla dándole a su cuerpo un alivio que se transformó rápidamente en placer.

"¿Te gusta?" Cuestionó Karla sobre la boca de Lauren.

La morena apretaba los ojos y respiraba agitadamente por la boca soltanno sensuales gruñidos al sentir como la mano de Karla subía y bajaba lentamente una y otra vez por la longitud de su miembro poniéndolo cada vez más duro y haciéndolo crecer más a cada segundo. 

"Mucho. Karla." Susurró en respuesta.

Lauren tenía la sensación de que nadie la había tocado de la forma en que Karla lo hacía. Se notaba que era una experta. Las piernas le temblaron cuando aquellos dulces dedos bajaron la piel de su miembro dejando su rosado y brillante glande expuesto por completo. El líquido preseminal ya lo cubría y Karla lo esparció dándole un masaje a la cabeza de su pene utilizando sólo la yema de su pulgar.

El placer era desbordante y Lauren estaba ya perdida a los pies de Karla. Con Keana las cosas eran diferentes.

Ella jamás la había tocado así, siempre parecía algo reacia a tocarla más allá de lo estrictamente necesario pero Lauren soportaba el pésimo sexo porque estaba muy enamorada de su novia. Además... de una u otra forma siempre conseguía hacer que Keana alcanzara el orgasmo, aunque muchas de esas veces la que pudo haber sido su prometida no le concediera el gusto de terminar ni dentro ni fuera de ella, ni siquiera en su presencia, lo cual se traducía en largas sesiones de masturbación que tenía que darse en el baño de su habitación.

Karla en cambio, le brindaba un placer jamás experimentado, sólo usando su mano. Su boca le besaba los pechos, rodeaba con su lengua sus pezones, haciéndolos endurecerse y provocar que su sangre corriera más rapido hacia el centro de su excitación. Por un momento le dio miedo terminar eyaculando demasiado pronto, pues si de algo se sentía orgullosa era de haber entrenado  su miembro para aguantar por un tiempo bastante prolongado.

Y sin embargo Karla estaba causando estragos en ella, haciendo que tuviera que esforzarse para no terminar en su mano. 

La castaña tomó los labios de Lauren con los suyos una vez más mientras aumentaba el ritmo de su mano de arriba a abajo, a veces deteniéndose únicamente para presionar su puño sobre la carne ardiente que abrazaban sus dedos. Le gustaba escuchar los gruñidos de placer que rasgaban la garganta de Lauren. Su voz se hacía más ronca y emitía vibraciones que inevitablemente terminaban por hacer que su entrepierna se humedeciera más. 

Bajó con besos por el cuello de la ojiverde, le dio un dulce rato a sus rosados pezones, aprovechando para amasar con sus manos los suaves pechos de su clienta, luego descendió lentamente con besos y lamidas por el apenas marcado abdomen de la empresaria hasta llegar a su pelvis. Dedicó una mirada ardiente a la mujer de pie frente a ella y luego re dirigió sus ojos al sólido miembro forrado de piel suave y cálida. 

La empresaria sintió que se desmayaría de puro placer al sentir la boca de su amante rodear la punta de su pene, la humedad de su lengua en aquel sitio tan sensible era el mismo paraíso y observar la manera en que poco a poco lo iba introduciendo más y más en aquella cavidad que ya había explorado en sus calientes besos, era casi demasiado para soportar. 

La lengua experta de Karla acariciaba cada centímetro del mástil que se hallaba en su boca sólo hasta la mitad, pero eso era suficiente para que las piernas de Lauren temblaran, Sus dientes rasgaban con mucha suavidad la delgada piel que lo cubría y eso conseguía que la cordura y la delicadeza de la ojiverde fueran disminuyendo rápidamente. 

El defecto que Lauren tenía era tener dos cabezas y sólo tener la sangre suficiente para que una de ellas funcionara a la vez. Si Karla continuaba de aquella manera, Lauren perdería el control por completo. Y no estaba lejos de lograrlo.

El sonido de succión se hacía más fuerte, y Karla sonreía cada que al soltar aquel miembro su boca provocara un efecto de descorche que le recordaba a la champaña que había compartido con su clienta pocas horas atrás. Estaba extrañamente ansiosa por ver a Lauren correrse tal como la helada botella de alcohol había liberado su espumoso líquido. Así que puso más ímpetu a su trabajo. 

"No te contengas Lo." La llamó con falso cariño. "Estoy aquí para hacerte sentir bien. Y me quedaré contigo toda la noche." Le recordó. 

Entonces llevó una de sus manos a la cadera de Lauren, empujándola contra sí para que su miembro le penetrara la boca más profundo, relajando la garganta todo lo que podía para conseguir que aquel falo consiguiera entrar por completo. Con su otra mano le rasguñó el abdomen y como acto reflejo Lauren llevó su mano a los espesos mechones de su castaña cabellera. 

Pese al asombroso talento que tenía la boca de Karla, Lauren no llegó al orgasmo, aunque a punto estuvo de hacerlo. 

No obstante, bajo la mirada confusa de la prostituta, la ojiverde la hizo ponerse de pie y le besó la boca con más ansia que antes, más violenta y exigente. Lugo la empujó hacia la cama. 

"Quiero que tú sientas placer también." Le dijo subiéndose al colchón acomodándose entre las piernas abiertas de la castaña. "Cierra los ojos Karla, es mi turno de complacerte." 

Y eso fue lo que hizo. 

A ciegas, Karla sintió el peso de Lauren sobre ella. Sus besos en su pecho y clavículas, su traviesa mano haciendo a un lado su sexy braga y dejando expuesto su húmedo sexo. Los dedos de Lauren acariciaron sus pliegues mientras sus rosados labios jugaban en su cuello. Karla reconocía que su clienta sabía cómo usar sus armas. 

Los puntos exactos de su intimidad eran presionados con una virtud envidiable y la lengua de la empresaria degustaba su cuerpo como el mejor de los banquetes. Estaba tan centrada en las sensaciones que Lauren le regalaba que ni siquiera se dio cuenta en qué momento fue despojada de su sostén, sólo reparó en aquel hecho cuando su pezón derecho fue succionado con fuerza provocando que su espalda se arqueara y su pelvis se elevara, momento que Lauren aprovechó para penetrarla con sus dedos. 

"Ah, joder." Gimió Karla. "Más fuerte cariño. Sigue así."  La animó y Lauren ganó entusiasmo. 

Bajó rápidamente hacia el centro de Karla, la tomó por las piernas abriéndolas un poco más y empujando hacia arriba, movimiento que la mujer entendió rápidamente flexionando las piernas. Lauren le rompió las bragas de un tirón y las arrojó tan lejos como pudo, le dedicó una mirada a los ojos de Karla, un beso en el vientre y posteriormente hundió su lengua entre los delgados pliegues que conformaban la dulce vulva de su amante. 

Karla empujó su cuerpo hacia arriba haciendo que la punta de la lengua de Lauren se introdujera en ella, mientras que la parte media de la misma le masajeaba el clítoris con deleite, ejerciendo la fuerza indicada para llevarla al máximo. 

No tardó en hundir sus manos en el cabello de su clienta. No era común que alguien a quien debería servirle se esforzara tanto en hacerle sentir placer a ella y Lauren le estaba dando un trato sumamente especial, haciéndola jadear, sudar, retorcerse, maldecir y desear besarla de nuevo. 

Pero parecía que Lauren no se detendría hasta conseguir que Karla consiguiera su orgasmo. Su lengua se hundía, entraba, salía, recorría de arriba a abajo, recogía la ácida y adictiva lubricación y luego recorría los labios de su dueña impregnándolos de dicha esencia, sólo para que la mujer repitiera la acción. 

"No puedo más... Lauren. ¡Ah! Basta... Joder. Ah, ah ammh... ¡Ahhh!" 

Karla apretó la cara de Lauren contra su coño y se corrió en su boca sin ni siquiera consultarlo, pero se sintió complacida al ver como la divina lengua de aquella mujer recogió todo su néctar, el cual casi pudo observar deslizarse por su garganta. 

Lauren entonces volvió a subir, le sonrió a la castaña y luego la besó, abriendo la boca para unirse a Karla lo más posible. Sintió un tirón al sentir su lengua ser chupada y succionada por la experta boca de Karla y al estar aturdida por tan deliciosa sensación, perdió el control y Karla consiguió girar sus cuerpos en la cama, Lauren quedando debajo de ella. Su cálido y desprotegido coño aplastando su miembro aún firme como una barra de metal. 

"Ha sido excelente Lauren... Déjame recompensarte." Dijo Karla. "Déjame mostrarte cuánto te quiero." 

Lauren sintió su corazon latir rápidamente, sus mejillas sonrojarse. De un solo movimiento consiguió sentarse y abrazar el menudo cuerpo de la mujer contra el suyo, sus pechos se saludaban, los pezones se rozaban y Karla quedó sentada sobre su necesitado aparato mientras se besaban con pasión. 

Sin abandonar aquellos labios, la castaña se movió de adelante hacia atrás, su trasero conocía a la perfección ese movimiento y sabía muy bien lo que causaba. Gracias a su previo orgasmo estaba dejando aquella longitud de carne lo suficientemente lubricada mientras el ardiente roce iba enloqueciendo más y más a su clienta. Ambas manos de Lauren se posicionaron sobre esu trasero, no perdiendo la oportunidad de acompañarla en aquel ir y venir, estrujando la suave piel entre sus dedos, animándola a seguir. 

"Te necesito" Susurró la mujer sobre los labios de la prostituta. "Karla... Eres pefecta." Le dijo al oído 

La mujer se levantó ligeramente, tomó el miembro con su mano y lo masajeó un poco, masturbandolo de arriba hacia abajo y viceversa mientras la boca de Lauren se entretenía en el lóbulo de su oreja. Luego lo guió hacia su entrada y se dejó caer lentamente sobre el, internándolo poco a poco dentro de su cuerpo. 

Era grande. 

Y sentía como iba abriéndose paso en ella, la textura de su piel contra las paredes de su vagina, sus venas, su suavidad contrastando con su dureza. 

Al llevar sus ojos hacia Lauren notó en ella una mirada de preocupación. 

"No te asustes." Le dijo. "Nada malo te pasará... Estoy sana." Asumiendo que aquel estado de aflicción era por haber entrado en ella sin protección. Pero Lauren le estaba pagando el triple de lo que cobraba... Pensó que al menos se merecía un trato más especial cosa que no le había ofrecido a ningún otro cliente. 

"No es eso lo que me... ah... preocupa." Jadeó sin poder evitarlo, el interior de Karla era sumamente cálido, húmedo y apretado. La mismísima gloria. 

"¿Entonces?" Cuestionó la chica. 

"¿No te da miedo quedar embarazada de un monstruo como yo?" Le cuestionó. 

Nadie lo sabía, ni siquiera Verónica, pero cuando Lauren descubrió a su ex novia revolcándose en la cama con otro, la mujer le había dicho que estaba cansada de ella y que estaba loca si había llegado a pensar que podrían llegar a casarse, pues ella jamás se quedaría a lado de un fenómeno como lo era Lauren y mucho menos le daría hijos. Que el asco que le daba el simple hecho de imaginarlo le causaba arcadas. 

Karla rió suavemente entre sus brazos. Lauren la sorprendía una vez más... ¿Estaba más preocupada por ella que por sí misma? 

Definitivamente era distinta a cualquiera de sus anteriores clientes.

"¿Quieres que te diga la verdad?" Cuestionó en un susurro. Lauren solo asintió con la cabeza. 

"No me gustaría quedar embarazada, ni de ti ni de nadie porque no podría trabajar con un niño creciendo en mi barriga." Le dijo deteniendo el movimiento de su cuerpo por completo por un momento mientras observaba a la empresaria a los ojos. Ella intentó apartar la mirada, pero Karla no lo permitió manteniendo fijo su rostro colocando una de sus manos en el mentón de Lauren y la otra en su oscura melena. "Y aún así..." Continuó en voz baja alternando su mirada entre los ojos de la morena y sus labios. "Tendría suerte si quedara embarazada de una mujer tan guapa como tú... "

Lauren se sonrojó... Se preguntó si Karla decía aquello sólo porque ella era su clienta o si sus palabras eran sinceras, pero su mente fue ofuscándose cuando sintió los movimientos de la mujer re iniciar. 

De adelante hacia atrás, de arriba hacia abajo, lentamente y aumentando de ritmo paulatinamente mientras la castaña repartía mojados besos en blanco cuello, rostro y clavículas de su clienta. 

"Te quiero Lauren... eres preciosa y me haces sentir como nadie antes lo hizo." Le dijo al oído aumentando su  velocidad, apretando los músculos de su vagina apretando con fuerza el palpitante miembro en su interior. 

"Karla... no pares. Por favor.... " Rogaba Lauren con la voz entrecortada, acompañando los movimientos de Karla empujando su cadera hacia arriba, embistiéndola, sintiendo los glúteos de la mujer golpeando contra sus muslos creando un sonido fuerte y seco que resonaba en la habitación y se mezclaba con la calidez del ambiente convirtiendo aquel cuarto en un verdadero y sumamente placentero infierno. "Me haces tanto... bien... Ah.... Necesito más... más rápido..." 

Pero eso era imposible. 

Karla se hallaba ya rebotando en sus piernas, penetrándose a sí misma con tal ejemplar tan duro y rápido como sus rodillas lo permitían. Lauren sabía que necesitaban cambiar de posición así que tomó con fuerza a Karla por la cintura y le puso la espalda sobre la cama. 

La castaña abrió sus piernas para recibirla y mientras Lauren volvía a adentrarse en ella, le mordió el labio inferior y luego lo acarició suavemente con su lengua. 

Su pene se deslizó con facilidad en aquella entrada, pues la lubricación era más que suficiente, incluso llegando a escucharse un pequeño chapoteo cada que Lauren entraba y salía, cada vez más fuerte, cada vez más rápido. 

Desde arriba la ojiverde observaba maravillada como, a pesar de ser pequeños, los pechos de Karla se movían de arriba hacia abajo por la inercia del fuerte golpeteo de sus caderas al embestirla. 

Los ojos de la chica estaban cerrados y sus puños se aferraban una vez más a las sabanas mientras su espalda se retorcía y su cadera se movía hacia adelante buscando encontrar la entrepierna de Lauren más rápido, más duro. 

El orgasmo de las dos se construía poco a poco en sus entrañas. 

"Más... Lauren..." Insistía Karla. "Joder, casi llego cariño ¡No pares!" 

No sabía si Lauren era buena o en la cama o aquello era pura suerte, pero su punto G estaba siendo estimulado como nunca antes en cada segundo en el que el miembro de Lauren la atravesaba. Las palpitaciones en su centro crecían, su estómago se comprimía, y le excitaba ver como los dientes de Lauren estaban apretados, la vena de su cuello se marcaba, sus dedos estaban dejando huellas blancas por la forma en que le apretaban los muslos obligándola a levantar las piernas para llegar más profundo en ella. 

El sudor hacía que ambos cuerpos brillaran en la tenue luz de la habitación y las hebras morenas y castañas se quedaran pegadas a sus pieles por la misma razón. 

Las manos de Karla habían abandonado las sábanas y ahora se dedicaban a rasguñar ferozmente la espalda de la mujer que tenía encima. Nadie en todos sus años de experiencia la había jodido así... Y no era por cuestiones físicas, no era ni la dulzura con que la había tratado al principio ni la bestialidad con la que la penetraba en esos últimos y frenéticos instantes... Era algo que simplemente no podía explicar pero que terminaría causando estragos en su mente tiempo después. 

Por supuesto, en ese momento no le causaban gran curiosidad, su cuerpo y su mente también estaban completamente extasiados por las embestidas de Lauren que ya no eran tan rápidas pero sí más fuertes que nunca. Sabía que iba a correrse y ella estaba a punto de llegar también. 

Lauren la abrazó apretándola contra su cuerpo por un instante en la última de sus entradas, luego, en el punto de no retorno, trató de apartarse y salir de ella pero instintivamente Karla la mantuvo en su lugar, clavando sus talones por encima de su coxis, manteniéndola en su interior. 

Una serie de cosas sucedieron como un efecto dominó, primero se escuchó un feroz y excitante gruñido por parte de Lauren, luego Karla sintió -como hacía muchísimo tiempo no sentía- la espesa carga de la empresaria vaciarse en su interior. A continuación su propio orgasmo se tradujo en un placer avasallador que provocó pequeñas y repetidas convulsiones en todo su cuerpo y finalmente, un sonoro grito de la castaña inundó la habitación así como su sexo convirtió su dulce éxtasis en cálido líquido que abrasó el miembro de Lauren aún en ella. 

Sobre su cuerpo, Lauren temblaba todavía por la experiencia y el trato que acababa de recibir, era el mejor sexo que había tenido en su vida y por un momento se sintió mal al pensar que había valido cada centavo invertido en el. 

Las manos de Karla le acariciaron la espalda, la yema de sus dedos recorriendo los trazos que sus rasguños habían dejado marcados. Luego sin decir nada, la empresaria finalmente salió de su cuerpo, provocándole un estremecimiento a la castaña por el roce de su piel contra las paredes de su sensible sexo. Cuando finalmente estuvo fuera, Lauren la miró a los ojos por un instante y en un abrazo gratamente compartido se besaron. 

"Duerme... Estaré aquí cuando despiertes." Le dijo Karla con la voz apenas convertida en un hijo de seda. 

Lauren no le respondió sólo se limitó a abrazarla y dejarse llevar por la tranquilidad que la embargaba hasta quedarse dormida aspirando el aroma a jazmín que despedía el cuerpo de su amante. 

[...]


Meses después....

Karla se encontraba en su despacho. Con nerviosismo mordisqueaba la tapa de un bolígrafo mientras observaba el cajón abierto de su escritorio, en el interior del mueble se hallaba una serie de papeles.... 

Todos del mismo tamaño, todos con el mismo nombre, todos con la misma cantidad... Todos con la firma de Lauren. 

Pese a que ese dinero le pertenecía no había conseguido cobrarlos. Había algo que la detenía. 

Sus ojos marrones pararon en la joya colocada en su dedo, un anillo de compromiso con un diamante en el centro. 

Caso contrario de los cheques, ese anillo no era para ella, había sido comprado con la intención de llegar a las manos de otra mujer y sin embargo no deseaba quitárselo. 

En el silencio de su oficina se preguntaba una sola cosa... ¿Era eso lo único que la unía a su cliente? 

¿Cuánto tiempo le tomaría aceptar que se había enamorado de ella? 

¿Cuánto tiempo tardaría Lauren para enamorarse también?








A/N: Es la primera vez que escribo un G!P así que espero haberlo hecho bien :) 

Es algo impreciso el final de este one-shot y eso es porque algún día quiero convertirlo en un fanfic completo, aunque sea de pocos capítulos. ¿Ustedes qué opinan? ¿Les gustaría? 

Mieeentras tanto, ya solo me falta siete seguidores para alcanzar mis primero mil. No tienen idea de lo feliz que me hace eso. Si tú eres uno de ellos, mil gracias por apoyarme, yo no seguiría escribiendo si no fuera porque sé que ustedes me leen. 

Y hablando de leer, espero que nos leamos pronto.

Adri~  

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