BRAD ©

Von FantasyWorld17

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La vida tiene un destino, un destino marcado, claro y preciso, un destino que en ningun momento y por ninguna... Mehr

Prólogo | Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 / Mexico City
Capítulo 37 / Puebla, Tulum, México.
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Notita que quiero que lean:).
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
No es un capítulo, pero lean:B
Preguntitas(:
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56/ FINAL
¡News! ¡Leer!
Epílogo

Capítulo 32

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Von FantasyWorld17

Desperté sobre el sofá de mi cuarto, con las piernas descubiertas y congeladas, el clima había bajado de golpe, y eso me gustaba, pues significaba que era hora de sacar mis enormes y hermosas sudaderas y abrigos.

Me había quedado dormida mientras lloraba, y es que quizá no me quedaban más ganas de hacerlo, quizá me había cansado de llorar que decidí mejor dormir, pues había gastado todas mis pequeñas fuerzas en llanto, mis ojos  hinchados me delataban, y digamos que no me venían muy bien.

Entré a la ducha y ahí me quedé por veinte minutos, recién abrí el grifo el baño se llenó de vapor caliente, esperando por una ridícula y tonta razón que al salir mis ojos ya no estuvieran tan hinchados.

Pero Emma es tonta y siempre lo será.

El tema con Cameron es muy simple, prometí e hice un pacto conmigo misma mientras derramaba litros de llanto, que no volvería siquiera a pensar en él, que eso no volvería a lastimarme, que si eso a él le lastima, qué lástima, porque no pienso acercarme a él, las cosas van a permanecer así, a menos que mi madre me obligue a ir al supermercado a comprar jamón, un pedazo de queso, o cualquier otra estupidez. Cameron así quiso las cosas, y así las va a tener.

Llegué al Instituto en colectivo porque el coche que usaba, los días lunes, no circulaba, y no quería una multa que jamás iba a poder pagar, y por la cual tendría que trabajar por meses cuidando niños, cambiando pañales y limpiando vómitos sobre mi camisa favorita...

Fue una mala idea jugar con Daniel, el hijo de seis meses de la vecina, a lanzarlo y atraparlo dos minutos después de llenarlo de leche, ya he aprendido la lección. Menos mal el vómito no cayó en mi boca.

La primera persona a la que miré entrando fue a Caleb, quien estaba rodeado por tres chicos, y quien también, intercambió miradas conmigo.

Sus chinos brillantemente negros me daban envidia, tenía el cabello mejor que cualquier otra chica del Instituto, tanto como para crearle un cuento, "El pequeño chinitos negros", donde el lobo quería comerse a su abuela pero este le lanza superpoderes con su cabellera mágica. Ridículo, pero interesante. Tiembla, Avengers.

—Emma...— escucho a Alysse detrás de mi, en los casilleros.

—Alysse...— le respondo con el mismo tono de voz, aún con la mirada dentro de mi casillero.

—¿Dónde está Noah?

—Me gustaría decirte que encerrado en el armario de mi casa.

—¿Dónde está Noah?

—¿Para qué quieres saberlo?

—Yo no fui quien lo dijo.

—Afortunadamente para ti y desafortunadamente para mi, estás en lo cierto.— me encojo de hombros y hago una nueva triste.

Prosigo a cerrar el casillero y caminar hacia mi primera clase.

—Quiero verlo.

—No te estoy tapando los ojos, Alyssa.

—Él no quiere verme, ayúdame.

Me detengo y ella se detiene igual, me coloco frente a ella y frunzo el ceño.

—Escucha, eras una amiga excelente, casi perfecta me hubiese atrevido a decir, pero te metiste con mi mejor amigo, y con eso me refiero a que me lastimaste a mi, tanto como a él ¿qué te da el derecho de pensar que voy a ayudarte?

Ella se queda callada y sus ojos me miran fijo.

—Sí, eso creí.

Asiento con la cabeza y acomodo mis libros entre mis brazos y prosigo caminando.

No tenía ni idea de si ella realmente estaba hablando en serio, si ella estaba realmente arrepentida, aunque sinceramente eso ya no me importaba ahora. Lo lastimó, y me lastimó también a mi.
Lo que, para ser sincera, me da lástima, pues es una persona increíble, humilde y sencilla, que parecería estaría ahí cuando Noah, o yo tuviesemos algun problema, o al menos eso fue lo que ella nos hizo creer, pues al parecer ahora los problemas los trae ella.

Así que, entre tanto pensar he llegado a una conclusión, a una muy perfecta conclusión, ni Noah ni yo necesitamos a alguien más, los dos nos complementamos a la perfección, ambos estamos bien solos, pues siempre conocemos a alguien que nos arruina por completo y ¡no! Nosotros podemos arruinarnos juntos, podemos arruinarnos peleando una noche entera porque yo me adelanté diez capítulos a la serie que prometimos ver juntos, porque él se comió mis dulces que guardaba en la comoda, o simplemente porque él es capaz de comer más pizza que yo.

Podemos arruinarnos de esa manera, pero jamás podría lastimarlo.

—Emma...— miro como alguien gira su cuerpo y coloca el antebrazo en mi pupitre, alzo la mirada y veo a Caleb.

Lo ignoro completamente y sigo escribiendo notas sobre mi cuaderno.

No era momento de que se creara un cuento de un pequeño niño con una cabellera mágica en mi cabeza.

—Lamento lo que pasó con tu amigo.

Miro la pizarra de reojo para copiar lo que estaba en ella.

—No quería, no lo creí capaz, nunca había golpeado a alguien.

Sonrío irónica y vuelvo la mirada hacia la pizarra, ignorando su enorme cabezota.

—Está bien si no volverás a hablarme, sólo quería disculparme.

—Te he hablado veinte jodidos minutos desde que llegaste ¿Por qué ibas a creer que iba a seguir así?— grito en un susurro.

—Creí que te gustaba.— se encoje de hombros con una sornisa.

Suelto una risilla burlona y arqueo una ceja, me levanto del pupitre y camino hacia el gran escritorio de la maestra para entregarle los mil apuntes que nos obligaba a hacer.

Caleb era el niño que sólo vendía drogas, el niño que no obligaba a nadie a consumirlas, sólo vendía drogas y punto, y es que quizá de eso viva, o simplemente sea su pasatiempo, pero eso no me interesaba porque no se metía conmigo, tampoco con Noah ni con nadie de ésta escuela, él podía vender sus drogas con libertad y yo no iba a decir nada, pero se equivocó, se metió con Noah y conmigo también, y ahora las cosas cambian, pues no es sólo el niño que vende drogas, sino el niño que vende drogas y se metió con Noah.

Ah, y tiene una cabellera con superpoderes.

—Hace un rato vi a Alyssa y la ignoré, me siento mal ahora.— me dice Noah en el comedor.

—¿Quieres hablarle?— mastico una papa frita.

—Creo que sí.— hace una mueca indeciso.

—Antes era la persona que decía que debían arreglar las cosas entre ustedes, ahora soy la persona que no quiere que exista, lo sabes.

—Perfectamente.

—Pero no voy a impedirte hacer algo que quieres.

—Quizá lo piense.— se encoje de hombros y toma de su jugo.

Gira el cuello y mira sobre éste, dirige la mirada hacia Alyssa, quien está del otro lado de la cafetería con un par de amigas.

—Tu mamá ¿Decidió algo?— llamo su atención, no quería que pensara tanto en ella.

—Está triste, quiere ocultarlo pero es mi mamá, es inútil.— sonríe volviendo la mirada a mi.— no ha decidido nada, quiere mandarme con mi tía, quizá lo haga.

—¿Y por qué estás aquí? Me refiero a, si tu mamá no quiere que estés aquí.

—Me escapé. Seguramente estará en la salida con el ceño fruncido y unos golpes para mi.

—Te amo, pero a veces no debería de hacerlo. Estás pidiéndole a gritos a tu madre que te envíe con tu tía, Noah.

—No quería estar en casa todo el día.

—Hubiésemos podido ir a algún lado. ¡Ay! — me quejo— te odio.

—Yo te amo, pero ese no es el chiste, tenemos que crear un Skype o algo así, digo, para hablar a distancia.

Frunzo el ceño molesta mientras él se burla de mi. ¿Un Skype? ¡Por Dios! Facetime es mejor.

Termino de comer mis papas al mismo tiempo que él termina de beber su jugo, y es que el sonido que hizo con el popote en el fondo del cartón lo conformó.
Después de estar platicando de que su hermanita se había caído del sofá mientras dormía, y en lugar de ponerse a llorar como supuso sería, se acomodó sobre la alfombra y volvió a dormir placenteramente después de pronunciar un "ay, me caí", Noah se distrajo dejándome hablando sola.

Me doy cuenta de que dirige la mirada hacia algo, o alguien, miro por encima de mi hombro y me percato de que mira a un chico cabello oscuro, quien estaba solo, sentado en una mesa.

—Ahora vengo ¿Está bien?— dice y se levanta, para caminar con paso rápido hacia aquella mesa.

Confirmo lo que pensaba al mirarlo sentarse en la mesa del chico solitario. Él era de quién me había hablado.

A comparación de sus hermanos, éste chico parecía ser más sencillo y menos popular, sin mencionar que no tenía cara de niño vende droga.
Al paso de los minutos mi cuello se lastimó, pues no era una buena posición para espiar a dos chicos. Ambos estaban hablando bien, Noah se miraba bien, el otro chico reía de vez en cuando y eso me tranquilizaba.

De un momento a otro me sentí completamente incómoda pues sentí una mirada sobre mi, busqué por toda la cafetería con la mirada y encontré a Caleb con una sonrisa tonta y con la vista sobre mi.

Mira directo hacia donde se encuentra su hermano y Noah y yo frunzo el ceño, vuelve la mirada hacia mi y yo niego con la cabeza, sabía que quería ir y arruinar el momento de ambos y no iba a permitir que lo hiciera, si él no tiene una linda novia es su problema.

Vuelve a dirigir su mirada hacia ellos y los mira por aproximadamente dos minuto, sin apartar su vista de ellos ni un segundo, y yo sin apartar mi vista de él, estaba esperando que hiciera algún movimiento para lanzarme sobre él y golpear su cara, como en las caricaturas, hasta que viera estrellitas.

De un segundo a otro se baja de la mesa de la que estaba trepado y quita a dos mujeres que lo rodeaban, yo frunzo el ceño y le niego con la cabeza cuando me mira con una sonrisa malévola.

—Cambia tu dirección niñito.— susurro para mi, mi mirada seguía clavada en él, esperaba que diera la vuelta, no podía dejar esperando tanto a sus clientes.

Cuando me percato de que no iba a cambiar su dirección me levanto de la mesa con el mismo objetivo que él tenía, llegar la mesa primero.
Pero él estaba mucho más cerca de ella, así que apresuré el paso empujando a una que otra persona y recibiendo quejas de su parte.

Cuando el niño linda cabellera, se percata de que también yo iría hacia esa mesa, camina más rápido y ese fue el momento donde decidí que correr sería lo mejor, pero ¡jodida mesa, parecía estar a dos kilómetros! ¡Esto compensa todas las clases de gimnasia del mes! ¡He quemado como mil calorías!

—¡Hermanito!— Caleb rodea al chico con el brazo y se sienta a su lado.— ¿te está molestando?

—¡Noah!— llego de repente, segundos despues de Caleb.— ¿Todo bien?

Ambos nos miran, para después intercambiar miradas.

—¿Tú estás bien?— Caleb frunce el ceño.— parece que corriste un maratón.

Lo fulmino con la mirada y giro los ojos.

—¿Quién es él?— le pregunto a Noah mirando con una sonrisa al chico.

—Él es...

—Mí hermano.— Caleb habla interrumpiendolo.

—Soy Nathan.— el chico me dice.

—Sí, es Nathan y tiene que ir a clases.— dice Caleb.

—No, tú eres estúpido y tienes que irte de aquí.— hablo entre dientes, frunciendo el ceño.

—¿Sólo yo?

—Sí, sólo tú. Nos estamos conociendo.— me encojo de hombros y le sonrío al chico.

—No, no sólo yo. Tú también sobras aquí.

—¡Claro que no!— frunzo el ceño.

—Vámonos, Nathan.— Caleb se pone de pie.

—¿Cuál es tu problema?— me levanto de la mesa y golpeo ésta con las palmas.

—La única que tiene problemas aquí, eres tú niña.

—¡Dejalos! Sólo vete y dejalos.

—Sili viti y dijilis.— se burla.— vete tú, yo tengo que cuidar de mi hermano.

—Pues yo tengo que cuidar de él.

—Él no es tu hermano.

—¡Eso no interesa!

—Hermano mayor.— se señala— a cargo del hermano menor.

—¡Sólo vete de aquí!

—¡Yo llegué primero!— ríe bajo.

—¡Pero yo los vi primero! A parte, tu hermano golpeó a Noah.

—¿Quién rayos es Noah?— abre los ojos como platos.

—No te interesa.

—¡Entonces no lo menciones!

—¡Nadie lo hizo!

—¡Tú lo hiciste!

—No lo hice ¡sordo!

—Le llaman amnesia, y es peligrosa.— se ríe.

—¿De qué te ríes?

—No te importa, amargada.

—Cállate, y vete.

—Vete tú, yo estoy muy cómodo.

—Sólo dejalos solos, necesitan hablar.

—¡¿quién?!— estira los brazos a sus costados y sonríe.

Noah se había ido, me había dejado con ese loco que en cualquier momento me lanzaría rayos lacer.

—Okey, esto fue ridículo.— hago una mueca de vergüenza.

—Demasiado.

Ambos comenzamos a caminar hacia la salida de la cafetería, con un poco de miradas sobre nosotros, quizá nuestra ridícula pelea no había sido en silencio como había imaginado.

—¿Sabes qué?— me encuentro con un batido de frutas sobre una mesa que ya habían abandonado y lo llevo conmigo disimuladamente.— me gusta tu cabello negro.

—Lo sé.— se encoje de hombros y lo peina.

—Pero...— me detengo frente a él y él sonríe, quizá pensó que lo basaría.— ¿no crees que se vería bonito con un poco de rosado?

Tomo el vaso que había encontrado y lo volteo sobre su cabeza, todo el contenido de éste calló sobre sus rizos negros, y un poco sobre su sudadera blanca.

—Eso fue porque me hiciste quedar en ridículo peleando por una estupidez.

Él me mira boquiabierto y sonríe de lado.

—¿Quieres jugar así?

Doy dos pasos hacia atrás, y comienzo a correr cuando me percato de que quería golpearme.
Corrí por todo el patio, cruzandome por jardines los cuales no se pueden pisar, golpeando a gente que quizá me golpearía en la salida, y brindando bancas, hasta llegar a los casilleros, cerca de los sanitarios de chicas, donde me encerraría hasta la noche, como en las películas.

Él corría detrás de mi, con el batido goteando desde su cabeza, mi cuerpo choca con el de alguien más cuando giro a mirar si ya estaba más cerca de mi. Eso me había distraído.

—¿Estás bien? ¿Qué te pasa?— Brad pronuncia después de chocar con él.

Aprovecho la situación y me coloco detrás de él para después girarlo hacia mi.
Caleb se percata de que me había quedado junto a Brad y se detiene para mirarme con una sonrisa malvada, y después cuando Brad se gira a ver a quien tanto miraba, intercambiar miradas con él.

—Te veo mañana, linda.— Caleb pronuncia y sale corriendo hacia los baños de los chicos.

Brad frunce el ceño cuando él desaparece y me mira.

—¿Tú hiciste eso?— pregunta.

—¿Lo de su cabeza?— sonrió— sí, cool ¿no?

El alza una ceja y sonríe de lado.

—¿Tengo que preocuparme?

—¿Qué?

—Por ese chico.

Una sonrisa pequeña sale de mi boca y beso sus suaves labios para después negar con la cabeza.

—En lo absoluto.

Me sonríe y besa mi nariz, me rodea con su brazo y toma mi mano para acompañarme hacia mi próxima clase, la cual me tocaba con Noah y sin siquiera saberlo, con el chido por el que Noah me abandonó.

Ambos intercambiaban miradas lindas en el salón y yo me estaba derritiendo de jodida ternura, me encantaba como se miraban, como se sonreían, quería que se besaran para aplaudir y brincar como loca, yayayayaya.

—Lamento lo de mi hermano.— me dice con su dulce voz de próximo futuro esposo de Noah bebé.

—También yo.— sonrío.

—Escuché lo de la malteada. Debe estar molesto.

—¿Debería preocuparme?— frunce el ceño.

Él niega con la cabeza.

—Nunca hace nada malo con las chicas que le gustan.

—Por eso mismo.— digo.

—Por eso mismo.— él encoje un hombro.

Noah me mira y suelta una risilla mientras sigue caminando con él hacia la salida. Yo me quedo atrás pensando qué era lo que él me quería dar a entender. Pero fue estúpido, porque soy estúpida y nunca lo entiendo, siempre le agarro el chiste mil horas después.

—¿Te llevo?— me pregunta Brad.

—¿Te quieres apiadar de ésta pobre mujer que no tiene coche?

—De esta pobre hermosa mujer.— junta su nariz con la mira y asiente con la cabeza.

—¡Guácala!— escucho a Spencer— váyanse a hacer sus cochinadas a otro lado.

—Sí, como a el cuarto de Spencer, por ejemplo.— contesta Meredith, quien venía con él.— perfecto para hacer películas porno.

—Exacto, películas porno en donde yo aparezca, no para una pareja que derrama miel.

Meredith rueda los ojos y se acerca a mi para saludarme.

—¿Y Noah?— me pregunta.

—Con un chico.

La emoción en su rostro me hizo reflejarme en ella, ambas parecíamos estar emocionadas, como si nosotras fuéramos las que van a conseguir chico.

—Deberías presentarle un chico a Meredith.— me dice Harrison.— ayer no le fue muy bien en el antro.

—Lo imagino.— río bajo.

—Tuve sexo con un hermoso chico Español, creí que después de eso me pediría mi celular, saldríamos al parque, a tomar café o cualquier cosa que hacen los novios, ¡pero no! Lo único que me dijo al terminar era que tenía que ir a ver a su novia. ¡¿Puedes creerlo?!

Todos reímos al unísono mientras ella fruncía el ceño.

—No tienes suerte con los chicos.

—Para nada, ayer tuve sexo después de cinco años. Y lo único que me dicen después es que tienen que ir a ver a su novia.

Ella frunce el ceño y niega con la cabeza.

—Jodidos niños feos. He pensado muchas veces y siempre llego a la conclusión de que yo no debo tener novio, lo que yo debo tener es una cuenta en Netflix y pizza gratis.

—Necesitas un novio.— dice Harrison.

—O una novia.— ella alza las cejas coqueta.

—Pues quizá debamos hacerte un perfil en Tinder ¿No?— dice Brad.

—¿Para que me violen y maten? No gracias, estoy bien soltera.

—¡¿Qué?!— exclamo— Tinder realmente funciona, hay chicos demasiado atractivos.

Brad abre los ojos más de lo normal y me mira.

—Me han contado.

Todos reímos y Brad niega con la cabeza.
Veo como una motocicleta se para justo frente a nosotros y me percato de que se trata de Cameron justo cuando se quita el casco.

—Emma.

—¿Sí?

—Te vas conmigo.

—¿Perdón?

Todos lo miramos estáticos, Brad se pone a un lado de mi y me toma de la mano.

—Mis padres están en casa de los abuelos, quieren que lleguemos allá.

—Brad me puede llevar.

—Los padres de papá, no sabes la dirección, yo sí, vamos.

—Dímela, puedo llegar.

—Emma, por favor.— él suspira.

—No sé qué haces aquí, le puedo llamar a mis padres.

—Para ahorrartelo. Quieren que lleguemos juntos.

Lo miro, y me percato de que me miraba con triste, con la misma mirada que tenía ayer, la mirada de enojo que siempre antes tenía ya no estaba.

—Está bien.— suspiro.

—¿Está bien?— Brad me pregunta y yo asiento con la cabeza, él asiente con la cabeza de igual forma y me abraza.— Cuidate.— susurra a mi oído— cualquier cosa me llamas, por favor.

—Lo prometo.— sonrío y beso sus labios.

Me separo de él y me despido de Meredith, quien estaba a un lado de Brad, para después pasarme a despedir de Harrison, quien estaba al otro lado de Brad.

—Adiós, mi amor.— dice Harrison molestando.

Brad golpea su abdomen bajo con su codo dejándolo sin aire.

Yo río bajo y por último me despido de Spencer, quien me abraza con cierta delicadeza, para después caminar hacia la motocicleta de Cameron y tomar el casco que él me había dado.

Me monté en ella, para que después él arrancara.
El mismo miedo de la primera vez regresó a invadir mi cuerpo, aunque claro, también como la primera vez, ese miedo pronto se convirtió en adrenalina pura.

Manejó entre las calles, y después por toda la carretera hasta salir de la ciudad. Los padres de mi padre siempre iban a visitarnos a la casa, más sin encambio nunca habíamos ido a su casa. Por esa razón no sabía su dirección.

Después de manejar por carretera quince minutos, detuvo la motocicleta en una curva y bajó de ésta, yo me bajé de igual modo y dejé el casco sobre la motocicleta, estábamos en la orilla de una carretera casi vacía, desde donde podían verse las vías viejas del tren pasando por abajo, las que estaban abandonadas desde que yo nací según mi madre.

—¿Es en serio?— suelto una pequeña carcajada.— ¿Mis padres, los abuelos?

—Tú lo quisiste así.

—Llevame a casa Cameron.— me quejo.

—No, tenemos que hablar.

—Ya hablaste, ya me lo dijiste. Felicidades ya te escuché.

—No Emma.

—¿No me vas a llevar a casa?

—No.

—Pues qué imbécil.

—Calmate.

—Llevame a casa, Cameron.

—¡Quiero que me escuches!

—¡No! Después de todo, después de que te dieras cuenta de lo estúpido que fuiste me obligas a escucharte cuando yo no quiero hacerlo ¡¿Cuánto te costó?! ¡Un jodido día Cameron! Un sólo jodido día y me obligas a escucharte. ¿Y tú cuándo me escuchaste? ¿Cuándo te tomaste la jodida molestia de salir y escucharme? ¡Nunca!

—Emma.

—¡Cállate imbécil! Tú me obligas a escucharte pero yo no logré siquiera que me dejaras decir ni una sola palabra ¡¿Por qué mierda voy a escucharte?!

—Sólo calmate.

—Vete al demonio si crees que voy a perdonarte sólo así.

Camino hacia la carretera y me pongo en medio de esta, esperando que un jodido coche pasara.

—Emma...—susurra— quizá no me quieras escuchar pero...¿Es que no recuerdas las vías del tren? ¿Estas vías?— él sonríe con alegría.

Yo no contesto, ni siquiera lo miro, esperaba que un coche pasara por ahí. La sangre me estaba hirviendo, no quería llorar, ni siquiera tenía la sensación de querer hacerlo.

—Cuando tenías cinco Emma, mi padre nos traía a pescar a un lago que está a un kilómetro de aquí, pero a ambos nos aburría, nos mataba del aburrimiento estar esperando en un bote a que un torpe pescado fuera atrapado. Tú nunca te movias porque pensabas que el bote iba a voltearse,— escucho una pequeña risa— parecias una estatua. Pero yo siempre te salvaba ¿Lo recuerdas? Me llamabas súperhermano, simplemente por el hecho de que nos escapabamos mientras papá contaba cuántos pescados había atrapado ese día.— camina hacia la orilla y se recarga en el barandal— siempre caminábamos un kilómetro, y siempre tratábamos de contar cuántos pasos eran, pero siempre nos distraiamos porque a ti se te ocurría un chiste nuevo. Cuando por fin llegábamos a las vías, corriamos sobre ellas como si para eso el día hubiese sido hecho, y éramos las personas más alegres, más inocentes. Mi padre se molestó la primera y segunda vez, después ya sabía donde encontrarnos.

Lo escuchaba pero eso ya no me hacía sentir nada.

—No sabes lo que daría porque volvieras a tener cinco y yo siete.— se da la vuelta y me mira desde el otro lado.— por esperar a que sea domingo para ir con papá a pescar y escaparnos hacia las vías, no sabes cuanto daría por que ambos estuviéramos bien, como cuando éramos tan solo niños.

Miro como un coche blanco se aproxima, camino hacia el pavimento mientras lo veo venir.

—Esa es la diferencia, éramos niños.— hablo.— ahora somos dos personas que están creciendo, pero no estamos creciendo juntos.

—Eres mi hermana, mi hermana pequeña, la persona por la que yo haría todo, por la que daría mi vida entera sin dudarlo.

El coche blanco el cual me percaté que conducía una mujer, pasó con velocidad, para desaparecer con la misma.

Quizá huír no iba a ser la mejor manera de arreglar esto, si es que de verdad me tiene jodida la situación con Cameron, lo mejor iba a ser arreglarla y no actuar como niña de secundaria que no sabe ni lo que quiere.

—Tengo asegurado que darías todo por mi, que darías tu vida por mi pero... ¡¿qué necesitaba para tener un poco de tu confianza?!— le pregunto.

Él mete las manos a sus bolsillos y desvía la mirada. No era capaz, la culpa no lo dejaba siquiera mirarme a los ojos.

—Recuerdo las vías perfectamente Cameron, recuerdo cada momento en el que estuvimos ahí, en lo que hacíamos, en lo que decíamos, porque bien dicen que las cosas que más te marcan son las que nunca se olvidan ¿cierto? Yo recuerdo perfectamente como ambos nos decíamos que nos queríamos y que íbamos a protegernos siempre pero ¿por qué a ti se te olvidó? ¿por qué apenas lo recuerdas?

—Nunca lo olvidé.

—Lo hiciste.— aseguro— lo olvidaste porque tú me decías todas las noches, todos los domingos en esas vías que jamás ibas a dejar que me lastimaran porque yo era la mitad de tu corazón.

Agachó la mirada y suspiró hondo.

—Pero fue una completa mentira porque la única persona que me ha hecho daño fue la que me dijo que no dejaría que me lo hicieran. Me hiciste daño Cameron, y dime ¿cómo está la otra mitad de tu corazón ahora?

—No me digas eso.

—No estoy diciendo alguna mentira ¿o sí?

Una lágrima salió de su mejilla y dejó que corriera libremente.

—Me siento... mal porque sé que lo que dices es cierto, de alguna u otra forma olvidé que eres la mitad de mi corazón.

—Y eso me duele, me dolió Cameron. Porque me acostumbraste a sentirme tu mitad, a sentir que me amabas demasiado como para creerme, me acostumbraste a pensar que nunca golpearías a la mitad de tu corazón, pero ya no lo era así que ¿por qué importarte?

—Te amo, y sé que si te pido que me perdones no vas a hacerlo, sé que no servirá de nada que me ponga de rodillas o que llore frente a ti, porque te conozco. Pero, no me veas con odio cada vez que me cruzo contigo, sé que me lo merezco, que me merezco cada cosa que estás haciendo conmigo y está bien sólo, no lo hagas porque lo único real que queda dentro de mi es gracias a ti, y no quiero que eso desaparezca.

—No te odio aunque lo desearía, pero quiero que sepas que lo que teníamos antes no volverá a ser lo mismo.

Él asiente con la cabeza mientras un par de lágrimas salen de sus ojos.

—No llores.— Me acerco a él— tienes que guardarlas todas para cuando yo muera.

Él me mira con el ceño fruncido y sus ojos hechos agua, yo me quito de su vista y camino hacia el barandal, para mirar hacia abajo y encontrarme con las vías del tren de las que hablábamos, en las que solíamos jugar, uno y un millón de recuerdos vinieron a mi mente en tan sólo un par de segundos, mis ojos se comienzan a inundar de agua en un microsegundo gracias a ellos.

—Cameron...— regreso a colocarme en la posición en la que antes estaba, frente a él.— realmente puedes hacer algo para que yo me sienta mejor ¿sabes?

Él niega con la cabeza y me mira con las manos aún en sus jeans.

Aprieto mi puño y logro sentir mis uñas cortando mis palmas, relajo el brazo, para cuando está preparado, lo lanzo con toda la fuerza que en ese momento tenía hacia Cameron, dándole justamente en el pómulo.

—¡Esto fue por arruinar nuestra jodida perfecta relación!— le grito mientras un par de lágrimas salen de mis ojos.

Vuelvo a preparar mi brazo, esta vez el contrario y golpeo el pómulo que estaba sano.

—¡Este por no creerme a mi!

El último se lo di en el abdomen, en donde casi pierdo la mano, pues sentí por poco mi muñeca doblarse al golpear su abdomen de hierro.

—¡Y esta por golpearme!— suelto un par de lágrimas más y después recobro el aliento.

Lo miro con el ceño fruncido y tratando de atrasar el tiempo para poder entender.
Obviamente no iba a mirarlo tirado en el suelo derramando sangre, lo golpee yo, no Brad.

—¿Te sientes mejor?— se toca uno de sus labios y después mira las llemas de sus dedos quizá para ver si estos no habían sangrado.

Asiento con la cabeza y limpio mis mejillas, esta vez no dejaban de salir aunque lo quisiera.

Él me toma de una mano y me jala hacia él para encerrarme entre sus brazos, estaba vulnerable, por obvias razones iba a querer abrazarlo, después de quizá mil años, estaba esperando ese momento desde hace mucho tiempo. Pero estaba demostrando que no lo quería.

—Te amo.— siento como besa mi cabeza y mis mejillas no lograban deterse

—Llévame a casa.— me separo de él

—No quiero ir a casa.

—Llévame a casa, después te vas.

—Emma.

—Ya te escuché ¿qué más quieres? ¿Que vayamos a tomar un café?— una pequeña risa sale de mis labios.— Llévame a casa.

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