Después de dos horas haciendo el trabajo, me pongo en pie bajo la atenta mirada de Harry.
- Es hora de que me vaya. -digo y aprieto los labios.
- Sí, claro. -sonríe.- ¿Mañana quedamos de nuevo? -pregunta mientras recogemos las cosas.
- No lo sé, te lo digo mañana cuando te vea. -le miro.
- Vale. -asiente y terminamos de recoger todo.- Me quedo yo el trabajo, ¿bien?
- Sí, claro. -le sonrío sin mostrar los dientes y abro la puerta de su habitación.- Hasta mañana, Harry.
- Adiós, Olive.
Salgo de su cuarto cerrando la puerta a mis espaldas, me dirijo a las escaleras y las bajo lentamente retrasando todo lo que pueda los pasos. No quiero llegar a casa, no quiero que mi padre me golpee de nuevo esta noche, me duele todo el cuerpo y no sé si aguantaré mucho más.
Cuando llego abajo, los tres chicos se giran en el sofá para mirarme y sonríen mostrando sus dientes.
- ¿Te vas ya? -pregunta Harrison a lo que yo asiento.
- Creíamos que te quedabas a cenar. -dice Sam con el ceño levemente fruncido.
- Oh... No, no puedo. -niego con la cabeza a la vez que hablo.- Adiós. -me giro y camino hacia la puerta.
- Espera, ¿te vas sola? -pregunta Tom detrás de mi.
- Sí. -abro y le miro.
- Te acompaño. -dice levantándose del sofá y caminando hacia mi.
- No hace falta, yo... -me corta.
- No voy a dejarte irte sola, y todo lo que digas me dará igual porque te acompañaré igualmente. -dice saliendo de su casa y me mira.- Vamos.
Sonrío un poco, es adorable. Este día ha sido la primera vez en mucho tiempo que me he sentido bien con alguien a mi lado. Las horas que he estado con Harry he estado muy bien, hemos hablado y reído en algunas ocasiones ya que nos agobiábamos al no encontrar algunos datos para el trabajo y maldecíamos sin parar. Me cae bien, no es mal chico, no es como los populares que se lo tienen subido y te tratan como si fueras un bicho raro, un alienígena, no es como Sasha o Megan, y me ha alegrado poder entablar alguna conversación con él sin que me mire con asco o aburrimiento.
- ¿De qué conoces a mi hermano? -pregunta Tom después de un rato en silencio.
- Lo conozco del instituto, desde el primer año. Siempre hemos estado en la misma clase. -hablo en un tono de voz bajo, casi inaudible y sé que Tom tiene que esforzarse para escucharme.
- Nunca me ha hablado de ti. -frunce el ceño.
- Es normal. -muerdo mi labio.
- ¿Por qué dices eso? -me mira.
- Para lo que habla la gente de mi es para insultarme, nada más.
- Eso es... -dice pero se corta a sí mismo ladeando su cabeza.
- Dilo, ya lo sé. -Me encojo de hombros.
- ¿Desde cuándo llevas aguantándolo?
Le miro, mi ceño fruncido y la confusión extendida en mi cara.- ¿Enserio quieres saber eso?
- Sí, si no, no te lo hubiera preguntado. -suelta una risa.
- Bueno, pues desde el primer año de instituto.
- ¿Tus padres no lo saben? -pregunta y un nudo se crea en mi garganta, me obligo a tragármelo antes de contestar.
- ¿Vivís solos los cuatro en esa casa? -cambio de tema.
Él se da cuenta de que ha cometido un error y me mira apenado, odio esa mirada.- Sí. Nos la compramos ya que queda más cerca de la universidad que donde vivíamos antes.
- Oh, y..., ¿cómo la pagáis?
- Mis padres y los de Haz nos mandan el dinero. ¿Y tú vives con alguien? -me pregunta cuando llegamos a la puerta de mi casa.
Giro mi cuerpo hacia él, alzando la cabeza para mirarle, no es un chico muy alto, pero si lo es más que yo. Abro la boca dispuesta a responderle, pero lo hacen antes que yo.
- Sí, conmigo. -la voz de mi padre suena detrás mía y yo cierro los ojos.
Puedo sentir la mirada de Tom en mi, y cuando abro los ojos me doy cuenta de que no me he equivocado. Aprieto los labios y cojo aire antes de girarme.
- Papá. -digo, mi voz y mi cuerpo temblando notablemente.
Tom alarga su brazo y coloca la mano en mi hombro, en un intento por calmarme.
Intento fallido, Holland.
- Vamos a casa. -su aliento huele a whisky y tabaco y me obligo a arrugar la nariz debido al fuerte olor.
- V...vale. -me giro hacia Tom.- Adiós, gracias por acompañarme. -le digo en un susurro antes de que mi padre coja mi muñeca y me arrastre hacia la casa.
La mirada de Tom se tiñe de preocupación a la vez que su rostro está serio mientras mira como mi padre me empuja puertas adentro.
- ¿¡Quién era ese!? -ruge agarrándome del cabello.
- Era un... Amigo. -digo no muy segura.
- ¿¡Un amigo!? ¿¡Me ves cara de idiota!?-grita de vuelta y antes de que pueda darme cuenta, su mano se estampa contra mi mejilla derecha fuertemente.
Un grito sale de mi garganta a la vez que caigo al suelo, aturdida y dolorida. No puedo escuchar nada en mi oído derecho, todo suena distante, como si estuviera bajo el agua de una piscina.
Tira de mi cabello haciendo que mi cabeza se alce con brusquedad, quedando cara a cara con el rostro del hombre que se hace llamar mi padre.
Las lágrimas comienzan a salir como cascadas de mis ojos, me ha arruinado la vida, me ha arruinado por completo y estoy furiosa, tan furiosa que no me importa nada e impacto mi frente contra su nariz.
Él se limpia la poca sangre que sale de esta, contemplando el resultado de lo que acabo de hacer, antes de conectar su puño con la mía.
- Ya estamos iguales. -sonríe de lado.
Siento como el líquido rojo y espeso sale de mi nariz y llega a mis labios, el dolor es tan intenso que apenas puedo soportarlo. Quiero suplicarle que deje de pegarme, que me deje ir, pero sé que no está por la labor de hacerlo, no cuando lleva más de tres patadas en mi estómago.
Un nudo se crea en mi garganta y el miedo que siempre siento cuando él está en este estado me impide hacer algo más que llorar y gritar.
Sus grandes ojos marrones me miran, mientras sus fosas nasales aletean con fuerza, y un escalofrío recorre mi espina dorsal. Puedo jurar que lo poco que he comido hoy estoy apunto de echarlo y siento una presión en mi pecho que me impide respirar.
- ¿¡Qué hacías con él!? -me grita con dureza.
El terror que siento es demoledor y las palabras no salen de mi boca.
- Qué. Hacíais. -espeta.
- ¡Haciendo un trabajo con su hermano! -digo al fin en un sollozo.
- ¡Tenía hambre y tú no estabas aquí para hacerme la cena! ¡No tienes derecho a salir de esta casa! -me levanta del suelo tirando de mi brazo.
- Lo siento, papá. -mis lágrimas empapando mis mejillas.
- Hazme la cena, joder. -me empuja hacia la cocina.
Entro en esta y después de limpiar la sangre que emana de mi nariz, comienzo a hacerle la cena a pesar de estar temblando, mi arranque de valentía ha hecho que, tal vez, mi nariz esté partida, ya que me duele como el infierno.
Mañana iré a la enfermería de la Universidad. Pienso, aunque aún no estoy segura si mañana debería ir. No quiero que la gente me vea en este aspecto, y si aparezco así y Tom me ve se lo imaginará y me dirá algo, como que por qué no le denuncio. Me sentiría patética decirle que no lo hago por el miedo que tengo de lo que pueda hacerme cuando salga de la cárcel, así que prefiero que siga haciendo esto hasta que algún día se vaya como lo hizo mamá.
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Qué tal? Os va gustando la historia?
Espero que sí!
Gracias por leer.