La brisa marina era algo que extrañaba y no lo sabía hasta que volví a subir a cubierta. Gracias a Dios en el Interceptor había ropa tanto de hombre como de mujer, cosa que no entendía pero aún así agradecí. Me deshice del camisón y lo sustituí por un vestido verde esmeralda.
- Veo que has encontrado ropa Valerie. Will me sonrió y miró hacia Jack que miraba la brújula.
-Por suerte llevaban a bordo vestidos. Me acerqué con la chaqueta de Jack entre mis brazos. –Gracias por lo de antes, Capitán. Jack alzó la mirada y una sonrisa se formó en su rostro al oírme decir aquellas palabras.
-De nada mi Lady, no podía permitir que ese hombre soñara contigo, solo yo tengo derecho a ello. Debería de acostumbrarme a los comentarios de Jack y controlar mis estúpidos sonrojos.
Will se acercó a nosotros, cosa que agradecí profundamente. Estuvimos un tiempo en silencio hasta que Will habló.
-Cuándo era un niño vivía en Inglaterra, mi madre fue quién me crió, cuando ella murió vine aquí en busca de mi padre. Mientras Will hablaba, afilaba su espada.
-¿De veras?. Jack se movía de un lado a otro, hasta que subió hacia el timón.
-Mi padre, Will Turner, en la cárcel solo accediste a ayudarnos después de saber como me llamaba, ¿por qué?. Will perseguía a Jack. –Puesto que era lo que quería no insistí en ello, pero no soy tan simple Jack, tú conociste a mi padre. Jack se dedicaba a atar unas cuerdas , finalmente se detuvo y habló.
-Le conocí. Se colocó delante de Will y prosiguió. –Soy de los pocos que lo conocieron como William Turner, los demás le llaman El Botas o Bill el Botas.
-¿Bill el Botas?. Tenía la sensación de aquella conversación no acabaría del todo bien, así que decidí subir.
-Buena gente, buen pirata. Jack inspeccionaba el timón y Will se paseaba de lado a lado. –Y tú eres igualito a él.
-No es cierto, era marino mercante, un hombre respetable que obedecía las leyes. Notaba la tensión que se estaba formando.
-Era un maldito pirata. Jack observó a Will y volvió a poner su vista hacia delante, me acerqué a Will y le puse la mano sobre su hombro para intentar tranquilizarlo. – Un diablo. Las palabras de Jack no ayudaban para nada a Will, que desenvainó la espada y le apuntó.
-Mi padre no era un pirata.
-Ahórrate el esfuerzo hijo. Jack seguía tranquilo con sus manos en el timón. – Te volvería a vencer. ¿Volver a vencer?,¿acaso ya se habían enfrentado?.
-No me venciste, obviaste todas las reglas, en una pelea justa te habría matado.
-Las peleas justas no resultan muy estimulantes. Jack cogió mi mano apartándome de Will y con un movimiento del timón, este colgaba de un mástil.
-¡Will!. Me separé de Jack, preocupada por la seguridad de mi amigo,cosa que al pirata poco le importó.
-Ahora mientras estás ahí colgado presta atención. Jack dejó el timón y se puso al frente de Will. –La única regla que realmente importa es esta, lo que un hombre puede hacer y lo que no puede hacer.
-¡Jack, se caerá si sigues con tus estúpidos juegos!. Él simplemente sonrió y siguió hablando.
-Calma Señorita Swann. Sus ojos seguían mirando a Will. –Por ejemplo, tú puedes aceptar que tu padre era pirata y un buen hombre o no aceptarlo, tú tienes sangre pirata hijo y algún día tendrás que asumirlo, y ahora yo por ejemplo, podría dejar que ahogaras, pero no puedo llevar este barco a Tortuga yo solito y con una dama que me odiaría por ello, ¿ entiendes?, así que. Con otro giro del timón Will volvió a pisar el barco. Jack puso la espada de Will sobre su cuello y yo lo miré sin saber que hacer. ¿Eres capaz de viajar bajo las órdenes de un pirata?. Le tendió el mango de la espalda haciendo que Will le mirara confuso. ¿O no?.
-Tortuga. Debería de tomarme eso como una especie de pacto entre ambos.
-Tortuga. La característica sonrisa de Jack volvió a aparecer.
Después de aquello, Will se alejó y yo me quedé mirando furiosa a Jack.
-¿Pero estáis loco?, ¡podría haberle pasado algo!.
-Pero no le ha ocurrido nada.
-¿Y si le hubiese ocurrido algo qué?. Jack parecía indiferente ante mi enfado.
-Pues el hubiese muerto ahogado y triste por no poder volver a ver a su querida amada, quién por cierto es vuestra hermana, yo hubiese dejado la búsqueda de vuestra hermana y vos seguro que me odiaríais, empezarías a gritarme lo estúpido que soy y me vería obligado a callaros con un placentero beso. Dejó de mirar el mar, para poder ver mi reacción ante sus palabras y pude comprobar que se sintió satisfecho al notar que me encontraba roja. Roja por la furia que me producían sus comentarios irónicos y roja por esa estúpida frase final.
-Dejad ya vuestros comentarios irónicos. Cruzé mis brazos y él pareció feliz de que le desafiara.
-Querida, no es ningún comentario irónico, todo lo dicho es aquello que pienso.
-Haría falta que me encontrase en medio de una isla, sin posibilidad alguna de salir para que pensara en besaros, Capitán. Antes de dejar que respondiese, bajé junto a Will que seguía afilando su espada.
Al verme a su lado Will dejó lo que estaba haciendo.
-Tiene un carácter un poco...
-¿Exasperante?, ¿irritante?. Ante mis respuestas Will emitió una carcajada.
-Más bien diría, que tenéis un carácter muy fuerte ambos y por eso chocáis tanto. Miré perpleja a Will.
-¿Carácter fuerte?, disculpa que os corrija pero es él quién me saca de mis casillas.
-Bueno, diría más bien que la cosa es mutua. Will seguía manteniendo su sonrisa.
-Parece buena gente.
-¿Buena gente?, acaba de teneros colgando de un mástil.
-Digamos que es su peculiar forma de hacer que entre en razón respecto a mi padre.
-Sobre ese tema, Will...
-No hace falta que digáis nada Señorita Swann, al final habéis terminado en un barco con un pirata que no hace más que alteraros y con un hombre que acaba de descubrir que tiene sangre pirata. Aquél comentario me hizo reír.
-Will por favor, debido a la situación en la que estamos, deja de lado el protocolo y tutéame.
-Como quieras Valerie. Me senté junto a él y suspiré.
-La hecho de menos Will.
-Yo también,Valerie, yo también.
-Y dime, ¿desde cuándo te gusta mi hermana?. Aquella pregunta le tomó desprevenido.
-Desde siempre, desde ese día que me encontrasteis. No pude evitar sonreír ante aquello.
-Si hubiera evitado que se la llevaran, podríais estar juntos.
-No podíais hacer nada, si vuestra hermana prefirió que la llevasen solo a ella deberíais respetar su decisión, además si es igual de terca como vos, puedo aseguraros que estará en maravillosas condiciones. No esperaba que Jack entrase en la conversación.
-Eso espero. Después de aquello, seguimos rumbo a la Isla de Tortuga.
Al llegar a Tortuga, no podía evitar que mis ojos se dirigieran a todo, habían hombres borrachos tirados en el suelo, damas de compañía por todas partes, algunas solas y otras bebiendo con otro borracho más.
-No os separéis encanto. Esa vez decidí hacerle caso a Jack y me mantuve entre él y Will, quién al igual que yo observaba todo. –Más importante aún es la triste existencia del que nunca se ha deleitado con la dulce y persistente fragancia del berjel de Tortuga. Avanzábamos por medio de aquel desastre. -¿Comprendéis?,¿ qué os parece?.
-Persistente. Will observaba a una mujer a su derecha bebiendo.
-Te diré una cosa amigo, si todas las poblaciones fueran como esta, ningún hombre se sentiría despreciado. Las palabras de Jack hicieron que bufase.
-Si todas las poblaciones fueran como esta, el mundo sería una locura. Jack me miró y muy seguro afirmó.
-El mundo ya es una locura, encanto. Odiaba que me llamase así y él lo sabía.
-Valerie, Capitán, Valerie, ¿os lo deletreo?. Al ver nuestro enfrentamiento Will se puso en medio.
-Ya basta, parecéis dos niños o peor aún dos enamorados. Ignoré completamente las palabras de Will y seguí mirando el espectáculo.
Una chica se plantó delante de Jack.
-¡Scarlet!. La chica se abofeteó y se marchó. – No sé si merecía esto.
-Le daría una gran recompensa a esa mujer ahora mismo. Will me miró divertido, mientras otra mujer se plantaba delante de Jack.
-Giselle. Una risa nerviosa se le escapó.
-¿Quién era esa?. Antes de que Jack contestara, la chica le dio otra bofetada.
-Y a ella también.
-Puede que esto lo mereciera.
Después de que abofetearan a Jack, nos dirigimos a unas pocilgas, dónde un hombre que me parecía conocido estaba durmiendo junto a unos cerdos. Jack le hecho un cubo de agua y el hombre despertó sobresaltado.
-¡Maldito seas estúpido zoquete!, por el amor de una madre, Jack. El hombre guardó el cuchillo que había sacado al ver a Jack. - ¿Cómo se te ocurre despertar a un hombre cuándo duerme?, es de mal fario. Aquella frase me hizo recordar.
-¿Señor Gibbs?. Todos los presentes me miraron confusos.
-¿Señorita Swann?,¡por el amor de Dios,mírese!, esta realmente preciosa, pero, ¿qué hacéis vos aquí?. Jack se adelantó
-¿Os conocéis?.
-Cuando la Señorita Valerie era pequeña viajaba junto a su padre.
-Volviendo al tema, afortunadamente sé como arreglar eso. Jack se agachó junto al señor Gibbs. – El hombre que le ha despertado invita al hombre que dormía a una copa y el que dormía se la bebe mientras escucha lo que le propone el que le ha despertado.
-Sí, eso puede arreglarlo. El pirata ayudó a Gibbs a levantarse y este volvió a recibir un cubo de agua, esta vez por parte de Will. -¡Maldita sea ya estoy despierto!.
-Era por el olor. Todos miramos a Will y alzamos los hombros otorgándole la razón.
Al llegar a la taberna, Jack y el señor Gibbs fueron a hablar y Will y yo nos quedamos mirando el espectáculo que se formaba en aquel lugar. Todos bebían, otros se golpeaban y otros tenían en sus piernas a chicas bastante ligeras de ropa a mi gusto.
Después de la charla de Jack y Gibbs, todos nos fuimos a descansar y al día siguiente nos encontrábamos en el muelle mientras Gibbs presentaba a la tripulación.
-Deléitate ante lo que te muestro Capitán, leales marineros de servicio. Jack inspeccionaba curioso a los hombres ante él. -Todos y cada uno de ellos son muy válidos y además están locos.
-¿Esta es tu tripulación de primera?. Will no estaba nada convencido ante aquello.
Jack se paró frente a un hombre que tenía un loro posado en su hombro.
-Tú, marinero.
-Cotton señor. El señor Gibbs le nombró al hombre.
-Señor Cotton, ¿posees coraje y valor para acatar órdenes ante una muerte casi segura?. Al ver que no respondía Jack se impacientó. -¡Señor Cotton, contesta marinero!.
-Es mudo señor, al pobre diablo le cortaron la lengua, enseñó al loro hablar por él, nadie sabe todavía cómo. Gibbs miró al marinero y Jack observó a su loro.
-Loro del señor Cotton, la misma pregunta.
El animal graznó y habló
-Arriad velas, arriad velas.
-Entendemos que eso significa sí. Mencioné divertida ante aquel animal.
-Por supuesto. Jack también parecía divertido
-¿Y qué beneficio obtendremos?. Una persona al final de la fila, que tapaba su cara con un sombrero.
Jack avanzó cuidadosamente ante aquella persona y le quito el sombrero. Una chica de piel morena y cabello del mismo color apareció.
-Ana María. Aquella chica volvió a abofetear a Jack.
-Supongo que tampoco lo merecías. Jack me miró, sabiendo que aquello me causaba gracia.
-No,esto lo merecía. Ana María asintió.
-¡Me robaste mi barco!. Típico de Jack.
-En realidad... No le dejó acabar ya que otra bofetada fue directa a su rostro, pero me sorprendió ver que ya no me causaba tanta gracia.
-Lo tomé prestado sin permiso con toda la intención de devolvértelo. Jack hizo como si nada y continuaba con sus extraños gestos.
-¡Pero no lo hiciste!.
-Te conseguiré otro. Aquello pareció gustarle a la chica.
-Más te vale.
-Sí y uno mejor. Will se interpuso y Ana María pareció aún más complacida.
-¡Eso!, uno mejor. Menudo par de idiotas.
-Aquél. Will señaló el Interceptor y tanto Jack como yo le miramos extrañados.
-¿Aquél?. Will nos miró a ambos que habíamos hablado al mismo tiempo.
-Sí, aquél, ¿qué dices?. Jack le siguió el juego a Will y todos los piratas empezaron a gritar.
-¡Sí!.
Todos empezaron a partir hacia el navío y yo fui detrás, escuché a Gibbs con su típica frase.
-No ,no ,no es de mal fario llevar mujeres a bordo señor. Jack me vio y le sonreí ligeramente, ese hombre no cambiaría nunca.
-Sería mucho peor no llevarlas. Dicho esto los tres hombres empezaron a caminar, les esperé hasta que llegaron donde me encontraba y embarcamos de nuevo.
Estábamos en medio de una gran tormenta, los hombres no paraban de ir de aquí para allá y Jack se encontraba en el timón mirando esa brújula, me acerqué intentado no caer y al llegar a él me aferré a lo primero que encontré que era su brazo.
-¿Cómo se supone que vamos a llegar a una Isla que nadie sabe dónde está?. Jack desvió la mirada de su brújula. -¿ Y con una brújula que no funciona?.
-Es cierto que la brújula no señala el norte, pero no buscamos el norte ¿cierto?.
-¡Deberíamos soltar el velamen señor!. Gibbs y Will intentaban mantenerlo todo en el sitio.
-Puede aguantar un poco más. Otro giro en el timón hizo que me soltase del brazo de Jack y me agarrase a la barandilla de delante suya.
-¿Qué te ronda por la cabeza para estar de tan buen humor Capitán?. El pirata miró por un breve momento hacia mí.
-Ya nos acercamos. Y de nuevo su sonrisa.
Cuando la tormenta amainó, bajé junto a Will que veía todos aquellos barcos en medio del mar.
-Los muertos no cuentan cuentos. La voz del loro hizo que me estremeciera.
-Esto te deja paralizado a saber cuántos marineros honrados han sucumbido aquí. Gibbs también veía aquel desolado paisaje.
-¿Cómo consiguió Jack esa brújula?. Tenía curiosidad por saber de su procedencia.
-No se sabe mucho de Jack Sparrow antes de que apareciera en Tortuga para ir tras el tesoro de Isla de Muerta. Gibbs iba de un lado a otro, seguido por Will y por mí. –Y eso fue antes de que fuera Capitán de La Perla Negra. Aquello hizo que Will y yo nos congelásemos, ¿Jack Capitán de la Perla?.
-¿Qué?, eso no lo mencionó. Will se acercó a Gibbs, quién estaba bebiendo.
-Bueno ahora anda con pies de plomo, fue una dura lección para él, llevaban tres días embarcados y el segundo de abordo le dijo que todo iba a partes iguales, incluida la localización del tesoro y Jack reveló el rumbo a seguir. Dirigí mi mirada a Jack quien seguía pendiente de la brújula. – Esa noche hubo un motín, abandonaron a Jack en una isla para que muriera, pero no sin antes volverse loco por el calor. Aquello hizo que un ligero pinchazo apareciese en mi pecho.
-Así que esa es la razón de que... Will hizo unos movimientos extraños y Gibbs negó.
-La razón no tiene nada que ver, además Will, cuando se abandona a un pirata en una isla desierta se le deja una pistola con un solo tiro, uno solo, lo cuál no es muy útil para cazar o para lograr que te rescaten y tras tres semanas pasando un hambre y una sed insoportables, te aseguro que ves esa pistola con otros ojos. Gibbs se dirigió su mano simulando una pistola a su cabeza. – Pero Jack logró escapar de la isla y todavía conserva ese tiro y no lo utilizará más que para quién lo guarda, el segundo de abordo amotinado. Todo empezaba a encajar y el nombre salió solo de mis labios.
-Barbossa.
Gibbs me miró.
-Sí.
-¿Cómo escapó de la isla?. La curiosidad me podía.
-Bueno te lo diré, estuvo metido en el agua durante tres días y tres noches hasta que todo tipo de criaturas marinas se acostumbraron a su presencia, entonces al cuarto día cogió con un lazo un par de tortugas marinas , las ató y las usó de balsa.
-Cogió unas tortugas marinas con lazos. Will no parecía muy convencido de aquella historia.
-Sí, tortugas marinas.
-¿Y qué utilizó como lazo?. Noté la presencia de Jack detrás mía.
-Pelo humano, de mi espalda. Will miró a Jack sonriente.
-¡Echad el ancla!.
-¡Echando el ancla!. La tripulación hizo caso enseguida a las órdenes de Jack.
-El joven Turner y yo vamos a desembarcar.
-¿Disculpa?, mi hermana esta en esa maldita isla por si no lo recordáis. No tenía planeado quedarme en el barco, mientras Lizzy estaba delante de mis narices.
-Claro que no lo he olvidado encanto, pero no pienso permitir que bajes a una isla llena de piratas inmortales, los cuales por cierto intentaron secuestrarte una vez, cuando no sabes siquiera usar una espada. Aquello me enfureció.
-No pienso repetirlo una sola vez más, mi nombre es Valerie y ¿quién os ha dicho que no sepa usar una espada?. Jack alzó una ceja.
-¿Acaso sabéis?.
-Se defenderme.
-No sirve.
-¡No pienso quedarme aquí!.
-Claro que lo harás.
-No.
-Si.
-No.
Will harto de aquel espectáculo se puso en medio y cogió mis hombros.
-Val, entiendo que quieras ir a por tu hermana, pero si bajas, tendremos que vigilarte a ti y a Elizabeth y tengo que añadir que tu hermana no estaría nada contenta de verte allí, nos mataría a Jack y a mi por dejarte venir, solo quédate aquí, te prometo que traeré a tu hermana sana y salva. No me quedó más que rendirme.
-Capitán, ¿y si pasa lo peor?. Gibbs no ayudó a calmar mis nervios.
-Acogeos al Código. Otra vez aquel maldito Código.
-Si,el Código.