Birdie & Harry

By Ross_N

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Luego de varias decepciones amorosas, tanto Birdie como Harry se reúsan a creer en el amor; sin embargo, el d... More

Birdie & Harry - Sinopsis.
1. Birdie.
2. Harry.
4. Harry.
5. Birdie.
6. Harry.
7. Birdie
8. Harry.
9. Birdie.
10. Harry
11. Birdie.
12. Harry
13. Birdie.
14. Harry.
15. Birdie
16. Harry.
17. Birdie.
18. Harry.
19. Birdie.
20. Harry.
21. Birdie.
22. Harry.
23. Birdie.
24. Harry.
25. Birdie.
26. Harry.
27. Birdie.
28. Harry.
29. Birdie
30. Harry.
31. Birdie.
32. Harry.
33. Birdie.
34. Harry
35. Birdie.
36. Harry.
37. Birdie.
38. Harry.
39. Birdie.
40. Harry.
41. Birdie.
42. Harry.
43. Birdie.
44. Harry.
45. Birdie
46. Harry.
47. Birdie.
48. Harry.
49. Birdie.
50. Harry y Birdie.
Epílogo: Birdie, Harry y las cinco propuestas.

3. Birdie.

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By Ross_N

BIRDIE.

Sterling terminó convenciéndome de llevar el vestido negro revelador. No es como que yo hubiese puesto mucha resistencia. El vestido era completo adelante, pero atrás tenía un escote en V que haría quedar bien a cualquiera. También agregó unos Prada negros, con una textura aterciopelada y me ayudó a calmar la melena de león que era mi cabellera. Yo simplemente podría empacar a Sterling en la bolsa para cadáveres más grande que el mercado me ofrezca para llevarlo conmigo a cualquier parte y obligarlo a vestirme y peinarme. Me sentía bonita con cualquier cosa que él me recomendara.

Entré en su Lexus en el asiento del copiloto, porque no quería sacar mi pequeño Ford Ka azul rentado solo para esto. Llevaba solo mi bolso de fiesta, cuyo nombre elegante olvidé. Sé que Sterling me lo había repetido varias veces, pero no podía llamarlo así, para mí era solo "pequeño bolso de fiesta es donde no cabe una mierda". También llevaba, como es obvio, mi cámara, mi hermosa y nueva Nikon. Papá me la había regalado antes de irme, para que pudiera tomar fotos decentes y hermosas.

—Háblame de este chico, Harry Sutton. Tengo entendido que es como un dios de la cocina. —dije mientras miraba por la ventana. Había estado lloviendo y las calles de Nueva York estaban mojadas.

—Oh, sí. Él es un completo dios en la cocina y por supuesto que también está buenísimo —mencionó Sterling, tuve que rodar los ojos—. Imagínate a ese hombre cocinando para ti sin camisa. —Sterling se estremeció—. Yumi, yumi —dijo. Me reí estrepitosamente.

—Que lascivo es usted, Señor Traje Elegante —le dije. Él se encogió de hombros.

—Va a gustarte, ya lo verás. Pensarás lo mismo. —Él dio una vuelta completa al volante en la Quinta Avenida y aparcó frente a un lugar que abarcaba toda una esquina de la calle. Con ventanales tan grandes, se podía ver hacia adentro, estaba iluminado y en grandes letras doradas ponía "Restaurant Sutton's".

—Vaya, el chico debe tener mucho dinero para comprarse un espacio en la Quinta Avenida. Y semejante espacio —murmuré asombrada.

—Bueno, heredó una gran fortuna de su padre —informó Sterling saliendo del auto. Rodeó el auto y me abrió la puerta, salí con elegancia, como él me había dicho—. Su madre es una importante empresaria Londinense, su padre también era británico y poseía una gran fortuna que también heredó de sus padres. Ya sabes, ricos de cuna. Él y su hermana han estado administrando los negocios de su padre muy bien hasta hora, mientras su madre sigue con lo suyo. Él es bastante bueno en negocios, pero su pasión es la cocina —me explicó mientras caminábamos hacia el lugar.

—Entiendo, debe ser uno de esos consentidos de los medios, no es difícil imaginárselo —conjeturé yo.

—¿Y cómo no va a serlo, querida? —Él agitó él dedo frente a mí y me ofreció su brazo. Rodeé el suyo con el mío y un portero nos abrió la puerta—. Si el hombre está buenísimo —me susurró, no pude evitar soltar una pequeña risa—. Es un soltero codiciado, pero últimamente él no sale con nadie. En realidad, nunca se le ha visto con nadie.

—Tal vez sea gay, podrías tener suerte. —Le animé yo con un pequeño puñetazo en el brazo.

—No, ya he preguntado, su hermana dice que no lo es. —Hizo un mohín y chasqueó la lengua.

Dentro, el lugar era increíble. Era espacioso, con flores blancas adornando las mesas que iban muy bien con lo iluminación, puesto que él lugar parecía brillar. Era la palabra elegante materializada. Los manteles eran dorados y en las paredes había cuadros de diferentes artistas famosos. No sabía si eran imitaciones o eran genuinos, pero podrían engañar a cualquiera. El lugar estaba lleno, personas de caras importantes por todos lados, incluso pensé ver una que otra celebridad por ahí.

Vi a Juliette correr hacia nosotros en cuanto nos vio en la puerta. La había visto otras veces de visita en casa de Sterling, ella era rubia, su cabello caía en cascada sobre sus hombros y espalda y sus ojos eran grises, con un poco de verde en el medio, llevaba un vestido plateado que atraía la mirada de varios hombres en el lugar. Ella era una mujer hermosa y nadie podía negarlo.

— ¡Gracias al cielo! Todo el mundo se adelantó, Harry está rabiando porque mamá canceló y Luther se manchó la camisa. ¡Necesitamos fotos de estos hermosos momentos ahora! —Ella sonaba alterada. Así que tomé mi cara y presioné el botón para disparar el flash hacia ella.

— ¡Estoy lista! —Dije.

— ¡No hay tiempo que perder, señorita!

Juliette me llevó a través del restaurante, disparando mi cámara a todas las personas presentes. Diputados, alcaldes, empresarios, millonarios, celebridades, diseñadores, artistas, modelos, deportistas incluso. Al parecer toda persona importante en Nueva York, o el mundo, estaba ahí. Creo haber visto a Justin Bieber comiendo canapés en la mesa de bocadillos, pero no estoy realmente segura. De que vi a una Kardashian, puedo jurarlo. La mesa de bocadillos era la bomba, aunque lo único que reconocía eran los canapés, los volováns, los crostinis, las bruschettas, incluso había paté. Uhg, odio el paté. Aunque todo lo que albergaba esa mesa no parecía hecho para comerse, parecía más que todo una obra de arte y no me daba apetito, la verdad. Y en la mesa de los postres había pequeños Petit fours, fue lo único que probé. Lo demás era tal vez muy refinado para mi estómago de chica texana.

Lo que más amé de todo el restaurante fueron las hermosas flores sobre las mesas. Eran margaritas, hermosas margaritas blancas. Cuando terminé mi ronda, ajusté mi cámara para tomarle una foto a la mesa vacía. Se veía tan hermosa puesta ahí, en su lugar, y mi fascinación por la perfección de las cosas me dijo que debía capturar la belleza de las flores antes de que se marchitasen.

—¿Le gustan las margaritas? —Alguien me preguntó. El hombre hablaba pasivamente, como contenido, había algo en su voz que se me haría extraño.

Volteé mi cara para encontrarme con un hombre. Muy alto, musculoso, perfectamente embutado en un esmoquin negro, como esos con corbata de moño que hacen parecer a los hombres que los usan una especie enorme de pingüinos. Era arrebatadoramente guapo, ojos azules que me miraban fríamente, cabello castaño, su cara era rectangular y su mandíbula era perfecta. Me tomó un minuto contestar.

—Sí, son hermosas —contesté lo más distante que pude y volví a mi trabajo de fotografiar personas alrededor. Yo era consciente de que él estaba a mi lado.

—¿Está disfrutando la velada? —me preguntó. Puse un espacio entre nosotros—. Usted es la fotógrafa, supongo.

Disparé la cámara hacia una pareja en una mesa.

—Sí, lo soy. Y sí, es agradable, gracias. —Estaba plenamente consciente de que yo sonaba como si no quisiera que él estuviera ahí. Porque sí, no quería que un hombre guapo viniera a derrumbar mi ahora nueva política de no hombres por los próximos veinte años.

—Mmh, agradable —susurró él como si estuviera dudando de la palabra.

Pon los pies en la tierra, Birdie, esto no es Texas. Probablemente sea un jodido asesino en serie... técnica evasiva, aléjate sigilosamente.

Seguí mis propias órdenes y me alejé lentamente del tipo. Caminé hacia el otro lado del lugar, disparando más fotos, hasta que mi memoria ya no pudo aguantarlas. Traía otra de repuesto, pero no quería usarla todavía.

Sun-Hi apareció unos minutos después, cuando ya casi todo el mundo había llegado. Ella lucía su corto cabello negro en pequeñas hondas alrededor de su cara y un vestido azul muy hermoso que estaba segura había sacado del armario del trabajo. Eso estaba bien, ella y Sterling lo hacía todo el tiempo. También traía unos Jimmy Choo, hermosos y sabía que su madre se los había dado en navidad, ella los amaba.

Se acercó a mí cuando llamé su atención, disparándole una foto.

—Bueno, bueno. Estás despampanante. ¿Quién lo diría de la chica que usa vestidos que su madre hizo para ella? —Levantó una ceja mientras me rodeaba.

—Por última vez, mi madre hace esos vestidos con amor —repliqué yo, cansada de pelear por el asunto.

—Tu madre sabe poco de moda, no es que sean feos, pero podrías necesitar un nuevo guardarropa. —Ella arrancó la cámara de mis manos y la puso frente a su cara.

—¡Oye, devuélvemela! —Traté de alcanzarla, pero ella la sacó de mi alcance.

—Te tomaré una foto, Birdie, no seas aguafiestas. —Sun-Hi rio y disparó la cámara hacia mí. Yo posaba con mis brazos cruzados y mis ojos puestos en blanco.

—Ahí está —dijo ella, mirando la pantalla de la cámara—. Ahora le enviaremos esta foto a tu madre para que tenga un nuevo modelo de vestido.

Cuando anunciaron la cena, Sterling nos cogió a ambas del brazo y nos llevó hasta nuestra mesa. Había langosta al ajillo, coctel de camarones, ostras rellenas, mariscos al disco. ¡Había una feria de comida marina! Y toda parecía estar deliciosa. Probé algo de cada cosa, estaba delicioso, pero no era la gran cosa como podía oír a la gente alardeando al lado de mi mesa, halagaban la comida más de lo que se considera decente. Yo estaba satisfecha, pero no es que sea muy fan de los moluscos.

—¿Ha sido de su agrado todo? —Ahí estaba el hombre de nuevo. Frente a nuestra mesa, con una evidente sonrisa fingida.

—Todo ha estada maravilloso, ¡increíble! —Exageró Sterling.

—Estoy de acuerdo. —A Sun-Hi se le deslizó una sonrisa seductora de los labios. Yo simplemente ignoré la pregunta y me concentré en revisar las fotos que había tomado.

—¿Qué tal usted? —preguntó él, me tomó un minuto saber que me hablaba a mí.

Me encogí de hombros.

—Agradable, no me quejo.

—¿Agradable? —inquirió él como si no se lo creyera—. ¿Solo agradable?

—Sí, yo diría que el chef cocina muy bien las ostras, no son mis favoritas, pero tampoco me emociono mucho por ellas ahora.

El hombre bufó y se sirvió un poco de vino en una copa vacía que había sobre nuestra mesa. Él tomaba esa copa con una elegancia que yo no pensaba que fuera posible.

—Le gusta mucho esa palabra, ¿no es cierto? Agradable. —De repente él estaba usando un acento británico y su voz se volvió más suelta, ya no estaba contenido—. ¿Cuál era tu nombre? —preguntó y se sentó frente a Sterling, Sun-Hi y yo.

—Birdie —contesté a media voz.

Él iba a decir otra cosa, pero Juliette vino detrás de él y puso sus manos sobre los anchos hombros del tipo.

—Bueno, veo que ya conocieron a mi hermano, Harry —dijo.

Creo que hasta mis pecas se destiñeron. Acababa de decirle al chef que su comida era simplemente agradable en la inauguración de su gran restaurante. Perfecto. Él se veía como que estaba odiándome en ese momento. 

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