Birdie & Harry

By Ross_N

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Luego de varias decepciones amorosas, tanto Birdie como Harry se reúsan a creer en el amor; sin embargo, el d... More

Birdie & Harry - Sinopsis.
1. Birdie.
3. Birdie.
4. Harry.
5. Birdie.
6. Harry.
7. Birdie
8. Harry.
9. Birdie.
10. Harry
11. Birdie.
12. Harry
13. Birdie.
14. Harry.
15. Birdie
16. Harry.
17. Birdie.
18. Harry.
19. Birdie.
20. Harry.
21. Birdie.
22. Harry.
23. Birdie.
24. Harry.
25. Birdie.
26. Harry.
27. Birdie.
28. Harry.
29. Birdie
30. Harry.
31. Birdie.
32. Harry.
33. Birdie.
34. Harry
35. Birdie.
36. Harry.
37. Birdie.
38. Harry.
39. Birdie.
40. Harry.
41. Birdie.
42. Harry.
43. Birdie.
44. Harry.
45. Birdie
46. Harry.
47. Birdie.
48. Harry.
49. Birdie.
50. Harry y Birdie.
Epílogo: Birdie, Harry y las cinco propuestas.

2. Harry.

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By Ross_N

HARRY.

—No quiere ponerse una corbata, déjalo, Juliette —le insistí a mi hermana hablando en nombre de mi sobrino Luther, quien ponía cada cara rara cuando su madre le ponía en frente una nueva corbata para su traje, un traje que estaría usando toda la noche en la inauguración. Teníamos más de media hora en ese lugar buscando un traje digno de la aprobación de Juliette.

—Harry, por eso es que el niño hace lo que quiere, porque se lo permites. —Juliette seguía hablando de su hijo como si tuviera cinco años. Yo entendía que lo viera de esa manera, pero poco a poco y con ayuda ella, tenía que darse cuenta de que su hijo le estaba mirando el culo a la dependienta—. Sabía que no tenía que venir de compras contigo, si le alcahueteas cada cosa que quiere o no quiere. —Dejó la corbata azul en el sillón de mala gana.

—Ya estás como mamá de nuevo. Tiene catorce, si no le permites crecer, va a vivir contigo hasta los cuarenta.

Juliette me miró entornado sus ojos.

—Y si tú sigues así, él se va a vivir a tu casa y no saldrá nunca —dijo. Me reí arrogantemente. Ni siquiera me molestaba su acusación.

—No me voy a vivir con ninguno. No quiero usar una corbata y punto. ¿Es eso tan malo? Me parezco al abuelo con una de esas —intervino Luther, jalándose la camisa del traje como si le estuviera picando en el cuello o algo.

—Bueno, ya, no uses la corbata, pero te quiero impecable toda la noche —sentenció su madre, apuntándolo con su uña acrílica.

—Vale, cancelaré mi cita para jugar con el perro de la señora Young en el parque esta noche, mamá.

Tuve que ahogar una risa burlona porque si no, Juliette me mata.

—Guarda tu sarcasmo, utilízalo con tu padre, mira que le hace falta. —Ahí estaba Juliette, quejándose del padre de Luther por enésima vez en el día.

Juliette y el padre de Luther no tenían la mejor trayectoria, ellos se odiaban, aun así, tenían un hijo. No sé cómo pararon de insultarse el uno al otro para concebirlo, y tampoco me dan muchas ganas de averiguarlo si soy sincero. Luther era un niño querido a pesar de todo, e inteligente, como su padre, a pesar de que Juliette lo niegue rotundamente.

—¿Necesitan algo más? —La chica rubia estándar que nos conseguíamos en cada tienda (parece que vienen incluidas con el contrato de adquisición, ya que en cada tienda hay una) nos interceptó de nuevo y muy atenta nos volvió a hacer la misma pregunta que hacía cinco minutos.

—No, nos llevaremos el traje, pero no la corbata —dijo Juliette—. Ve a cambiarte, Luth, yo iré a pagar.

—Muy bien. ¿Necesita usted algo más? —La rubia estándar me miró, con sus ojos azules casi ilusionados. Tuve que ponerle un alto a esa situación.

—Muchas gracias, bonita, pero me lo has preguntado hace cinco minutos y dudo que ahora haya cambiado de opinión —espeté, y pasé de ella para acompañar a Juliette hasta la caja.

—¿Por qué siempre tan grosero, Harry? —interrogó mi hermana sacando su billetera de su exageradamente grande bolso.

—Alguien tenía que ponerle los pies en la tierra, Juliette. —Ella sacó su tarjeta de crédito y se le entregó a otra rubia estándar parada detrás del mostrador de la tienda. La última se había quedado ayudando a Luther a salir del traje. Supongo que eso le había alegrado un poco el día. A Luther.

—Por eso es que no tienes novia. A veces me pregunto si serás gay. —Juliette lo mencionó con un tono de burla, al ver como yo la miraba de reojo y un poco molesto con ella.

—No necesito una novia por ahora. —Levanté mis hombros y mi hermana bufó desechando la idea como si fuera totalmente ridículo para ella.

—Llevas no necesitando una novia desde que terminaste con Gretchen en la universidad. Dime, ¿tienes un trauma o algo? —Siempre que Juliette mencionaba a Gretchen, lo hacía con un tono de desprecio, ella no la soportó nunca. Tan pronto como la transacción estuvo terminada y Luther salió del vestidor con su traje en una bolsa, nos dirigimos fuera de la tienda hacía los ascensores.

—No tengo un trauma o algo que se le parezca, Juliette —puntualicé mientras caminábamos por el centro comercial de Manhattan—. Sabes que yo no cometo un error dos veces. Ya aprendí mi lección. —Juliette bufó, Luther caminaba delante de nosotros y se rio como si fuera muy gracioso.

Estábamos parados junto a los ascensores cuando una chica de cabellos rubios y enmarañados, vestida como una amante de la naturaleza se acercó sin ninguna razón a mí y tomó mi mano.

—Déjame leer tu mano —me dijo. La miré con el ceño fruncido y aparté mi mano bruscamente—. Vamos, será gratis. —Me sonrió como para hacerme creer que no le faltaba un tornillo.

—Lo siento, pero yo...

—Deja que lo haga, Harry. Tal vez lo necesites. —Miré a mi hermana con esa mueca de "¿Acaso te has vuelto loca?".

—Yo no creo en estas cosas —le dije a la chica. Ella sonrió como si lo hubiese sabido desde el principio.

—Entonces no te afectará lo que te diga —contestó ella. Me mostré recio ante su proposición, pero ahora tenía un punto.

—Supongo que no, adelante. —Le tendí mi mano, pensando en lo ridículo que esto se estaba tornando.

La chica pasó sus dedos por la palma de mi mano derecha, con bastante interés, como si jamás hubiese visto una mano cuando la volteas. Una sonrisa psicópata se dibujaba en su cara, estaba preocupado porque parecía que ella iba a sacar un cuchillo en cualquier momento e iba a cortar mi mano para huir con ella. Juliette esperaba con emoción al lado del ascensor, miré a Luther y él me dio una mirada de "¿Qué más da?" encogiéndose de hombros.

—Eres alguien que sabe lo que quiere —dijo la pequeña gitana—. Uh, tienes éxito en cada cosa que te propones y tu línea de vida es considerablemente buena. —Una sonrisa arrogante se deslizó por mi cara, Juliette levantó una ceja y cruzó sus brazos—. Tu vida es la que cualquier hombre quisiera tener, pero no la aprovechas al máximo.

La miré entornando lo ojos.

— ¿Eso qué quiere decir? —le pregunté. Ella levantó la vista y me sonrió.

—Eso quiere decir que no estás viviendo como es debido —habló como si supiera mucho de la vida. Yo no le atribuía más de dieciocho años y ella venía a hablar sobre cómo vivir.

—Lo siento, pero esto es ridículo. —Retiré mis manos de las suyas y me paré junto a Juliette.

—Eso es a lo que me refiero —murmuró la chica, y a pesar de mi rechazo su sonrisa no desistió—, pero tranquilo, eso está por acabar.

Las puertas del ascensor se abrieron, tomé a Juliette y a Luther del brazo, y los obligué a entrar conmigo, esperando que la gitana loca no quisiera venir también, por suerte ella se quedó afuera.

—Va empezar a vivir y alguien va a ponerlo en su lugar. —Las puertas del ascensor se cerraron en su cara y empezamos a bajar.

—Loca —murmuré.

—Te hacía falta, ya veremos —dijo Juliette.

—Tú también estás loca.

El ascensor marcó la planta baja unos segundos después y las puertas se abrieron de nuevo. Caminamos por el pasillo central hacia la salida. Mi celular vibró en mi bolsillo, cuando lo saqué, la pantalla marcaba "Gary", esperaba que él tuviera listo mi pedido o de lo contrario él estaría completamente despedido.

—Sutton.

—Señor, las flores ya están aquí. La florista ya está arreglándolas como su hermana nos indicó.

—Muy bien, Gary. ¿Ya confirmaste la asistencia de mi madre?

—La he llamado, me ha atendido su asistente, él dijo que iba estar ocupada toda la semana, pero que haría una excepción por usted.

Gary lo dijo como si él sintiera lastima por mí, por tener una madre que me trata como si en vez de su hijo fuera solo uno de sus clientes con privilegios por parentesco. Y no lo culpo, ciertamente yo también estaría apenado por mí.

—Está bien, Gary, perfecto. Una cosa más, si mi madre alguna vez te llama para invitarme a alguno de sus eventos, tú vas a decirle exactamente las palabras de su asistente. O vas a repetírselo a su asistente, lo que sea más conveniente.

—Sí señor.

—Vale, te veo en Sutton's Gary.

Para cuando colgué la llamada ya estábamos en el parking del centro comercial. Juliette estaba metiendo todas sus bolsas de compras en la parte trasera de mi auto. Las siete bolsas más grandes eran de su ropa, la bolsa pequeña de Gucci era de Luther y él la llevó consigo al asiento trasero, porque ya no había espacio para más en mi Lexus. Mi hermana era una agente de la moda que se aseguraba de que tanto yo como su hijo nos vistiéramos bien. Tuvo a Luther muy joven, el padre del niño ni siquiera lo supo, no sabía que tenía un hijo con Juliette hasta que ella decidió decirlo hace cuatro años, su principal razón para mantener el secreto era que odiaba al hombre con cada parte de su ser. Mi hermana siempre estaba cuidando de mí, ella había hecho de madre mejor que mi propia madre.

—¿Ya contrataste a ese fotógrafo? —Ya estábamos en el auto. Ella levantó sus lentes oscuros y los dejó sobre el tablero.

—Sí, se lo he dicho a Sterling esta mañana, su amiga va a hacernos el favor.

—¿Esta mañana? Pero, ¿por qué no se lo has dicho antes? —le reclamé.

—Bueno, solo pude hablar con él esta mañana, estuvo muy ocupado toda la semana —se justificó mientras intentaba localizar su celular en su infierno de bolso.

—Vale, pero, ¿qué pasa si la amiga de Sterling no puede? ¿Qué haremos? ¿Poner a Luther en una esquina con la cámara del Iphone? —Juliette me miró con la mirada que usaba siempre para convencer a todos, el mismo "confía en mí" que había usado conmigo hace dos años el día que nuestro televisor explotó.

—Harry, lo tengo todo bajo control.

Yo bufé.

—¿Cómo se supone...? —En ese momento su celular comenzó a sonar. Ella lo atendió luego de encontrarlo en ese desastre que era su bolso.

—¿Sterling?... —Una sonrisa de suficiencia se dibujó en su cara al mirarme—. ¿Birdie dijo que sí? Vale, dile que recibirá una buena paga. De acuerdo, adiós, te veo esta noche.

Juliette colgó el teléfono y golpeó mi hombro.

—Ahí lo tienes, gruñón. Birdie ha aceptado ser nuestra fotógrafa. —Fruncí el ceño y arranqué el auto.

— ¿Qué clase denombre es Birdie? 

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