Amor por Contrato[SAV #3] ©

By andreawoon

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[Libro #3 de la serie amores verdaderos] Nota: Las cinco historias están relacionadas pero ninguna es secuela... More

Personajes
Prólogo (*)
Uno (*)
Dos (*)
Tres (*)
Cuatro (*)
Cinco (*)
Seis (*)
Siete (*)
Ocho (*)
Nueve (*)
Diez (*)
Once (*)
Doce (*)
Trece (*)
Catorce (*)
Quince (*)
Dieciséis (*)
Diecisiete (*)
Dieciocho. (*)
Diecinueve (*)
Veinte. (*)
Veintiuno. (*)
Veintidós (*)
Veintitrés (*)
Veinticuatro (*)
Veinticinco (*)
Veintiséis (*)
Veintisiete (*)
Veintiocho (*)
Treinta (*)
Treinta y uno (*)
Treinta y dos (*)
Treinta y tres (*)
Treinta y cuatro (*)
Treinta y cinco. (*)
Treinta y seis. (*)
Treinta y siete. (*)
Treinta y ocho. (*)
Treinta y nueve. (*)
Cuarenta. (*)
Cuarenta y uno (*)
Cuarenta y dos. (*)
Cuarenta y tres. (*)
Cuarenta y cuatro. (*)
Cuarenta y cinco. (*)
Cuarenta Y Seis. (*)
Cuarenta y Siete. (*)
Cuarenta Y Ocho (*)
Cuarenta y nueve (*)
Cincuenta (*)
Cincuenta y uno (*)
Cincuenta y dos (*)
Cincuenta y tres. (*)
Cincuenta y cuatro. (*)
EPÍLOGO
Agradecimientos & Aclaraciones
AVISO
Extra "Especial de San Valentín"
¡Aviso Super Importante!

Veintinueve (*)

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By andreawoon


ANNA

La luz blanca me ciega en el momento en el que intento abrir los ojos, así que me veo en la necesidad de cerrarlos de nuevo. Un quejido brota de mis labios cuando me remuevo y el dolor en mi vientre se presenta.

Un nuevo intento de abrir los ojos hace que comience a acostumbrarme a la luz brillante del lugar en el que me encuentro, un par de voces ligeras se escuchan así que cuando consigo abrirlos por completo, enfoco a las dos personas frente a mí.

Casi de manera inmediata reconozco a Montserrat, ella voltea, justo en ese momento y parece verdaderamente aliviada de verme abrir los ojos.

—Gracias al cielo que despiertas —Suelto un quejido en cuanto siento los brazos de mi mejor amiga rodearme por completo.

—No tan fuerte —Pronuncio débilmente.

Mi cuerpo se sentía cansado, demasiado, como si no consiguiera tener las fuerzas suficientes para hablar siquiera.

—Nos tenías muy preocupados —Montse se separa de mí y coloca ambas manos en mis mejillas para después volver a abrazarme. Cuando se ha separado puedo ver que no somos las únicas en la habitación.

Reconozco a Dann, el mejor amigo de William detrás de mi amiga. Es prácticamente imposible pasar desapercibido el golpe que tiene en el pómulo izquierdo, y la inflamación de la esquina de sus labios. No es hasta ese momento en el que los recuerdos parecen llegar a mí de forma abrupta, causando que la sensación de temor se filtre de nuevo en mi organismo.

— ¿Tú eras el...? —No logro terminar la frase.

Dann asiente ligeramente.

—Iba a entregarle unos documentos a William cuando recordé que había salido de viaje, estaba por quitarme cuando te escuché gritar y decidí subir a ver qué pasaba.

—Gracias —le regalo una sonrisa, él me devuelve el gesto mientras camina hasta colocarse en el borde del sillón.

—No nada que agradecer, volvería a hacerlo si estuvieras en peligro Anna, eres de la familia —asegura. —El doctor dijo que estabas bien, pero ¿él intentó hacer algo? —se exactamente a lo que se refiere, así que niego.

—Varios golpes fue todo lo que recibí de él —informo y puedo jurar que luce muchísimo más aliviado ahora. —¿Lo atraparon? —inquiero.

—Logro escapar —Mi corazón comienza a acerarse. El temor de que pueda regresar hace acto de presencia en mi pecho. —Anna no te preocupes, Will y tu padre encontrarán al mal nacido intentó hacerte daño y lo hundirán, ya verás.

Antes de que pueda decir algo la puerta se abre, por ella entra un hombre de no más de cuarenta años vistiendo una bata blanca. Con todo lo que estaba pensando no me había percatado que me encontraba en una habitación de hospital.

—Es bueno verte despierta Anna —Habla el doctor. — ¿Cómo te sientes?

—Adolorida —Respondo haciendo una mueca. El celular de Dann comienza a sonar y él se disculpa antes de salir de la habitación.

—Bien. Podrás irte en unos momentos, no tienes ninguna lesión grave solamente te daré algunos medicamentos para el dolor y la inflamación de los golpes.

Asiento ligeramente y el doctor anota algo en la libreta que mantiene en sus manos. Luego me da un par de indicaciones más y sale de la habitación.

—Debí quedarme contigo —Miro a Montse quien se sienta a un lado de la cama.

—No te culpes, no tenías forma de saber que algo así pasaría. Ni siquiera yo tenía idea.

—Pero por algo Will te pidió que no te dejara sola. No debí hacerlo. —suena mortificada mientras toma una de mis manos —si algo te hubiese sucedido, yo no me iba a perdonármelo jamás.

—No es tu culpa —aseguro —no intentes responsabilizarte, agradezcamos que Dann llegó justo a tiempo de lo contrario...—un ligero estremecimiento se apodera de mi cuerpo. —no quiero ni pensarlo.

Antes de que mi amiga pudiese darme una respuesta

—No te culpes Montse. Agradezcamos que no pasó a mayores. —Ella me envuelve con sus brazos una vez más y nos separamos en cuanto Dann entra nuevamente a la habitación.

—¿Qué ocurre? —el semblante preocupado que mantiene en el rostro me inquieta.

—Era William —informa.

—¿Qué dijo? —cuestiono —¿Está enterado de todo?

Él asiente.

—Al parecer estuvo recibiendo mensajes de un numero privado —confiesa.

Cierro los ojos, ahora todo parecía encajar, su preocupación por no dejarme sola, lo inquieto que lucía al marcharse en el aeropuerto, maldición, ¿no podía decirme solo lo que ocurría? Al menos así hubiese estado prevenida.

—Lo rastrearon, y consiguieron una factura relacionada con ese celular —continúa.

—¿Y bien? ¿De quién era? —él parece dudar en dar una respuesta.

—El celular está a nombre de Joan García.

Jadeo, cerrando los ojos mientras todo encaja en mi cabeza, la discusión que había mantenido con William, su advertencia al final. Todo absolutamente tenía sentido ahora.

Y no sabía, porque siquiera me sorprendía.

WILLIAM

Iba a matarlo, cuando lo tuviera enfrente iba a matarlo.

Abro y cierro las manos formando puños, intentando controlar la rabia que inunda mi sistema, no puedo apartar la mirada de la computadora, en donde el nombre de Joan se lee, junto con la ubicación exacta.

Mi cuerpo entero parecía haber sufrido un maldito colapso cuando Dann me llamó para decirle que Anna estaba en el hospital, pensar que el mal nacido pudo haberle hecho algún daño, nublaba mi mente y solo me permitía pensar en una cosa.

Matarlo.

Prácticamente obligué a mi amigo a aceptar quedarse a lado de Anna. No podía arriesgarme a que Joan intentara algo más, al menos no hasta saber que la policía había dado con él.

El señor Harris parecía haberse vuelto loco en cuanto lo llamé, me sorprendía el grado de preocupación que pareció tener en cuanto le dije que alguien había querido llevarse a Anna, teniendo en cuenta todo lo que había pasado entre padre e hija, parecía que el hombre aún tenía sentimientos.

—No voy a quedarme más tiempo en la ciudad —informo mientras sostengo el teléfono contra mi oreja y me apresuro a guardar las cosas en el interior de la maleta. —Voy a regresar, papá.

Lo entiendo perfectamente, pero acusar a tu primo...

—Tengo todas las pruebas que necesito —objeto —no esperes que por ser familia me detenga. Porque el intento dañar a la mía, papá. Y no voy a perdonarle eso.

Lo escucho suspirar al otro lado de la línea.

De acuerdo, haz lo que sea necesario —indica antes de cortar la llamada.

Guardo con descuido el resto de la ropa en la maleta, antes de cerrarla. Una vez que tengo todo listo, salgo del hotel. Había comprado un boleto de avión del siguiente vuelo a México, quería llegar tan pronto como me fuese posible a casa, necesitaba asegurarme de que Anna estuviese a salvo, que estuviese completamente bien.

Llamo a Dann un par de veces de camino al aeropuerto, sin embargo, no consigo hablar con Anna en ninguna de esas veces así que me resigno a tener que esperar varias horas más, para poder por fin asegurarme de que estuviese completamente.

(...)

Casi seis horas después, al fin estoy en casa. Me apresuro a bajar del auto y prácticamente dejo las maletas en el suelo una vez que estoy en el interior de la casa.

Montserrat es la primera en aparecer en mi campo de visión, viene bajando las escaleras y sonríe al verme.

—Hola, William —saluda.

—¿Dónde está ella? ¿Está bien?

—Lo está —responde —Está en su habitación, esperando por ti. —informa con suavidad.

Prácticamente corro hacia las escaleras, mi corazón parece latir con demasiada rapidez, tanto que temo que pueda sufrir un colapso ahora mismo, todas las sensaciones atemorizantes se esfuman de mi cuerpo en cuanto la miro, recostada en la cama con una sonrisa en el rostro.

—Te eché de menos —es lo primero que dice. Su voz tiembla, pese a eso, se mantiene sonriente. Corro hasta donde se encuentra, envolviéndola en mis brazos e ignorando por completo el quejido que brota de su cuerpo porque simplemente necesito confirmar que es real. Necesito confirmar que se encuentra sana y salva entre mis brazos.

—Tenía tanto miedo de que algo pudiera pasarte —Mi voz se rompe y me obligo a mí mismo a mantener la compostura. Coloco mis manos a los costados de su rostro, observándola. —Casi me vuelvo loco cuando me enteré, Ann yo...yo pensé lo peor.

Reparo en el golpe en su mejilla, y en la tonalidad rojiza que se presenta en su pómulo izquierdo. Eso solo hace que mi estado de rabia aumente, cuando se acomoda y coloca una de sus manos en uno de sus costados, tomo la fina tela de su blusa para elevarla.

—Voy a matarlo —mascullo con los dientes apretados al ver el par de golpes en sus costillas. —Cuando lo encuentre voy a asesinarlo por intentar hacerte daño, Anna juro que...

—Hey, estoy bien ahora —susurra con suavidad. —La policía se hará cargo. Solo debemos dejar que hagan su trabajo, mi amor.

Cierro los ojos, atrayéndola de nuevo hacia mi cuerpo y deleitándome del aroma dulce que me envuelve cuando la tengo cerca.

—No sé qué que hubiese sido de mí, si el hijo de perra conseguía hacerte daño —pronuncio acariciando su mejilla —no puedo entender que es lo que pretendía.

Un suspiro tembloroso brota de sus labios.

—Dann dice que probablemente quería usarme como algún recurso para hacer que renunciaras de tu puesto en la empresa —pronuncia en un murmuro —o para obligar a tu abuelo a darle las acciones que se le fueron quitadas. Gracias a Dios, Dann llegó en el momento justó, antes de que él consiguiera hacer algo más.

—Estaré en deuda con él para toda la vida —susurro abrazándola una vez más.

Anna es la mujer de mi vida, no sabía que sería de mí si algo llegase a pasarle. Joder, la quería. En los meses que habían pasado desde el momento en el que nos dimos el sí, se había convertido en la mujer más especial de mi vida.

¿Cómo se podía querer a alguien con esta intensidad en tan poco tiempo?

Ella es aquella mujer con la que deseaba estar siempre, con la que podía hablar de todo, con la que podía permitirme ser yo mismo. Anna es aquella persona que sé, y tenía la absoluta seguridad, de que permanecería a mi lado a pesar de todo.

Es aquella de la que estoy perdidamente enamorado.

—Anna —Eleva la mirada en cuanto me escucha pronunciar su nombre. Mi corazón late con fuerza, con una rapidez increíble que puedo temer sufrir un infarto. No aparto la mirada de ella, mientras reúno la valentía para decir aquello que muero por gritar. —Anna, te amo.

La sorpresa surca su rostro, soy consciente del brillo que su mirada adopta y como, de forma lenta y paulatina, las comisuras de sus labios comienzan a elevarse, revelando una genuina sonrisa algunos momentos después.

—No quiero, ni voy a seguir negando lo que siento por ti —susurro rozando mi nariz con la suya —te amo, y no voy a guardármelo por más tiempo.

—¿Lo dices...lo dices en serio? —susurra contra mi rostro —¿Lo haces en verdad?

—Estoy hablando más serio que nunca, mi amor —respondo embozando una sonrisa. —Lo hago en verdad. No es necesario que digas nada —pronuncio con suavidad ante la idea de que pueda sentirme presionada —si tu no...

—Quiero hacerlo, tengo que hacerlo —susurra colocando las manos a los costados de mi rostro —Porque ¿sabes una cosa, William Blake? —sonrío cuando utiliza un tono coqueto conmigo —Yo igual te amo. 

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