Podría morir y esperarte otra...

By ensaladachan

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ǫᴜᴇʀɪᴅᴏ ᴅɪᴀʀɪᴏ [ʟ ɪ ʙ ʀ ᴏ 3] 𝓟𝓸𝓭𝓻𝓲́𝓪 𝓶𝓸𝓻𝓲𝓻 𝔂 𝓮𝓼𝓹𝓮𝓻𝓪𝓻𝓽𝓮 𝓸𝓽𝓻𝓪 𝓿𝓲𝓭𝓪 "Su madre le ha... More

ADVERTENCIA
↬próloɢo⋆
↬cαpíтυlo 1⋆
Casualidad
Familia Uzumaki
Familia Uchiha
Belleza Heredada
Una dama
Un caballero
Contigo
Secreto
Un chico raro
Desborde de la pasión
¿Fue un error?
¿Amor?
La niña de papá
Mi mujer
Traición
La chica de las gafas rojas, eres tú.
Decisión
Oportunidad
Traidor
Perdón
Desde Cero
Plan de dos
Avanzar o Retroceder
Leyendo la verdad
No soy una estúpida
La nieta del jefe general
El chico de cabellos dorados.
Ataque
Cásese conmigo, teniente.
Lo prometo
Tu recuerdo
La avioneta de papá
Te encontraré
Veinticinco Tulipanes
Señor Malo
Pequeño
Padre e Hijo
Tan cerca, pero tan lejos.
Uzumaki Boruto
La nota
Soy su mujer
Amarga verdad
El amor de una madre
Epílogo
Agradecimientos y Aclaraciones
Capítulo I EXTRA

Destino

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By ensaladachan

La mirada obscura de Sarada veía la nada al ser rodeada por los brazos de su madre, era cálido, pero aun sentía la traición, ni siquiera se molesto en mirar a sus abuelos o tíos, su expresión era dura y sería; la viva imagen de su padre.


— Duele — susurró al sentir más presión en su cuerpo.


— ¡Oh, lo siento tanto! — se disculpó Sakura y la miró, hizo un lado sus cabellos que caían en su rostro y la contempló. Sarada con timidez cruzó su mirada con esos ojos jade — perdóname.


La pelirosa acarició su mejilla, sabía que sería difícil que su hija la perdone, esa mirada que tenía la reconoció al instante "de tal palo, tal astilla"


Sarada ladeó su rostro para romper ese tacto con delicadeza, aun se sentía fatigada y dolida, decidió ignorar lo sucedido con su familia, ya que no quería más punzadas en el corazón, ya tenia suficiente con lo sucedido con Boruto. Juro escuchar su voz y sentir sus caricias, pero por lo visto era solo un sueño.


— Querida — la llamó Mikoto — ¿quieres que te traigamos nuevas lentillas?


La pelinegra se sorprendió y tocó su rostro: tenía gafas. Ni siquiera se había dado cuenta que las tenía, se sentía como si no las tuviese, había olvidado lo que se sentía portarlas, prácticamente se le olvidaba que las traía y no eran molestas como esas lentillas que costaban un demonio colocar.


Ella negó — ¿cuándo podré salir de aquí? — preguntó con la voz seca después de despertar.


— Si tu chequeo salió bien lo más probable es que hoy — dijo su madre y ella chasqueó la lengua y se tocó la sien — ¿te duele...?


— No soporto estar aquí — jaló de una manera bruscas la sabana que la cubrían para bajar sus piernas de la camilla.


— No te puedes levantar — dijo Sakura intentando detenerla, pero ella no hizo caso omiso, con algo de molestia se sujeto en el lado donde tenia esa costilla rota y dio un respingo al sentir el suelo helado ante los raspones en sus tobillos.


— Es toda una Uchiha, señorita — dijo un medico de cabello plata al entrar, tenia una cicatriz en el ojo que paso por cada uno de los Uchiha — ¿no te trae un déja vú Sasuke?


El aludido sonrió, creyó ser el único en pensarlo, pero la rabieta de Sarada le recordaba que hace años el hacía lo mismo después de recibir la golpiza de su vida por seguir las "estúpidas ideas" de su amigo el rubio, le pareció gracioso recordase a si mismo con vendas en su cuerpo adolescente discutiendo con Naruto y echándole la culpa de que tuviese que pasar días postrado en esa camilla.


— Sin duda alguna heredaste el carácter de tu padre — miró a Sara y le dio un leve golpecito en la cabeza con los papeles que tenia en un rollo, ella frunció el ceño y el rió — incluso mueves las cejas como el, deberías dejar de hacerlo, yole dije a tu padre que tendría un rostro amargado el resto de su vida si no dejaba de hacerlo y míralo — lo señalo y el Uchiha frunció el ceño para que Kakashi estalle a carcajadas segundos después.


Sarada apretó los labios para no reír, a pesar de que era gracioso no le apetecía hacerlo.


— Tráiganle el calzado a la señorita — dijo entregándole los papeles a Sakura, esta sonrió al ver que se encontraba en perfectas condiciones, si tenia un golpe en la cabeza y una costilla rota, pero no era tan grave, solo tendría que reposar algunos días.


Sarada bajo del auto con ayuda de su tío, si podía caminar, pero le resultaba doloroso por los raspones, Itachi pasó su brazo a su hombro y la sostuvo de la cintura, la hubiese cargado, incluso le insistió, pero tenia un humor de perros y se negó a todo tipo de ayuda, solo porque en verdad le dolía le dejo guiarla hacia la casa.


— ¡Hermana! — dijo un pelinegro cuando la vio entrar al vestíbulo, ella sonrió cuando sintió sus pequeños brazos rodear su cintura al abrazarla, revolvió sus cabellos con cariño, pero su sonrisa desapareció al pensar que ya no vería seguido esos ojos jade que la miraban con adoración — ¿te duele? — preguntó al ver varias vendas en su cuerpo.


— Solo un poco — le sonrió


— Tu hermana tiene que descansar — dijo la pelirosa y el niño asintió para dejarla pasar.


Sarada negó al subir por las escaleras, se aseguró de que su hermana este lo suficientemente lejos para no escuchar.


— Padre ¿me permite unos minutos a solas? — se dirigió a Sasuke y este asintió.


— ¿en mi oficina? — dedujo al ver que no pretendía subir, ella asintió y ambos se dirigieron a esa habitación. Sasuke la ayudó a sentarse y luego él se colocó detrás de su escritorio esperando que ella empiece.


— He decidido algo — dijo mirando como los rayos naranjas del atardecer le daban un tono más vivo a su piel pálida — pronto cumpliré veintiuno padre.


Sasuke asintió.


— ¿a qué viene eso?


— Yo...quiero — titubeó y apretó los parpados — he decidió vivir sola, no es una pregunta, solo le estoy avisando. Soy lo suficiente mayor para tomar mis propias decisiones.


— Estas en lo correcto — la miró — esta bien, me encargaré de buscarte un departamento adecuado...


Sarada se sorprendió, jamás imagino que aceptaría tan fácilmente.


— Pero con una condición.


— ¿Cuál? — preguntó con seguridad pues estaba decidida a desaparecer de esa casa.


— Exijo una explicación a esto.


Los ojos de Sarada se abrieron como platos al ver ese cuaderno de pasta azulada sobre el escritorio, no podía ser cierto...pero esa cubierta dura y color azul rey indicaba que lo era, y ni que decir del titulo que coronaba el centro. Era su diario, y como si no fuese suficiente, se sintió desfallecer al ver esos aquellos documentos grapados.


— De paso dime porque los documentos de la academia de medicina son falsos.


Sintió su corazón detenerse, no podía ser cierto, todo menos eso. Pasaron como cinco minutos en silencio, no sabia por donde empezar. Suspiro y apretó la tela de su falda.


— Solo es un diario — dijo refiriéndose al libro — en todo caso ya no tiene importancia lo que está escrito.


El asintió y tomó con una mano la fotografía de su hija cuando tenia diez años, miró con atención a aquella niña de cabellos cortos con gafas, la falda roja llegaba hasta el suelo y ese blusón beige floreado le daba una imagen tierna, su pulgar paso por esa mirada con calidez enmarcada años atrás.


— ¿Quién eres? — preguntó sin rodeos, Sarada palideció — te desconozco.


— Soy como usted, padre.


— Y de ello me arrepiento, hubiese preferido que heredaras el carácter de tu padre — miró el diario— en cambio nosotros solemos cometer estupideces ¿no es así?


— Lo es — se calló y miró los papeles — ¿qué esperaba? ¿qué sea una enfermera menos preciada?


— Tu madre...


— Mi madre es una excelente mujer con una capacidad de sobrepasar a esos "médicos" pero solo tiene permitido vendar pacientes y cuidar ancianos ¿quería que eso hiciera? —negó y azotó ambas manos en el escritorio para ponerse de pie — discúlpeme, pero no. Herede su carácter, así como sus cualidades y no me iba a quedar de brazos cruzados.


— Pudiste haber escogido otra...


— No — lo interrumpió — no me lo permitieron, yo quería hacerme cargo de las empresas de nuestra familia y se me negó por el hecho de ser mujer — chasqueó la lengua indignada — solo no quería ser lo que quieren que sea, yo quiero elegir mi propio camino, no quiero ser... — tomó valor y lo miró — como tú, ni como mamá, ni la abuela ni nadie, quiero ser yo. Uchiha Sarada. Quiero vestirme como quiero y no como mi familia debe vestir, quiero algo simple y no montones de dinero, quiero usar mis gafas y no esas estúpidas lentillas ¡quiero ser yo!


Apartó la mirada viendo como el sol se escondía, apretó los labios, no lloraría, no quería humillarse más.


— A final de cuentas se hará lo que ustedes digan, sé que están presionando a la familia para que me case y esta bien — respiró profundo — me casaré, pero al menos que no sea un completo desconocido.


— Sarada...


— Antes de que me presenten a mi nuevo prometido quiero respirar y tener mi propio espacio, por eso quiero irme de aquí — lo miró — quiero disfrutar mi vida antes de servir como incubadora y una sirvienta.


— Solo dime quién eres.


Ella lo pensó, no podría decirle: soy militar. Lo mataría de un infarto y la obligaría a dejar la academia, los problemas sociales y económicos daban indicios a guerras, con mayor razón le ordenaría dejar su vocación. Suspiro pesadamente ¿qué le inventaría?


— Si te lo dijera te estaría mintiendo por lo que no puedo decirte, solo respeta mi decisión padre, yo se lo que hago, le repito que no soy una niñita.


— Tu madre... ¿lo sabe? —ella asintió — bien, mañana te llevaré a que escojas tu departamento.


— Lo lamento.


— ¿por qué? — ella se encogió de hombros.


— Iré a mi habitación — dijo mirando de reojo el libro con disimulo. Él lo tomó y se lo dio.


— El que te debe una disculpa soy yo, no debí invadir tu privacidad — le entregó el diario — y sobre el...


— Olvídelo — tocó con delicadeza la pasta — entre nosotros no ocurrió nada. Espero que mi prometido no sea desagradable.


Le dolía decir aquello, pero no quería sentirse débil e indefensa, no quería que supiera que Boruto era su debilidad, aunque era más que obvio que si lo sabía.


— Buenas noches.


Le fue imposible conciliar el sueño y si lo lograba, los susurros de Boruto llegaban a su cabeza, se intento convencer que era un sueño, si hubiese sido real su madre le hubiese dicho que fue a verla, pero solo menciono a sus amigas. Suspiró y después de dar vueltas por la cama cayó en los brazos del Morfeo. A la mañana siguiente se levanto para desayunar, para su suerte era sábado, pagaría muy caro el haber faltado dos días a la academia, por suerte Mitsuki y Chou se encargaron de dar el comunicado de su situación y con ayuda de Karin aceptaron justificar sus faltas ya que no podría correr como castigo con esa costilla rota. Bajó las escaleras una por una con cuidado, el bajar cada escalón era como sentir que un cuchillo se le clavaba en ese costado.


— ¡Sarada! — Mikoto se acercó deprisa y la ayudó a bajar — deberías pedir ayuda.


— Estoy bien, gracias.


Entró al comedor y se sintió intimidada ante las miradas, aún no había hablado con su abuelo y en todo caso que lo hiciera lo perdonaría, pero no lo olvidaría, la herida en su labio aun ardía y se levaría el dolor a la tumba.


— Buenos días — dijo tomando asiento.


Todo se torno diferente desde ese día, sus ojos no se despegaban de la sandia sin semillas perfectamente picada al igual que las manzanas, solo tomo uno que otro cacho con su tenedor, inclusive el jugo de naranja que solía repetir no le apetecía, ese hogar en donde creció feliz se volvió gris y helado, no era como el hogar Uzumaki, pensó en su departamento, sin duda alguna escogería algo como eso y no algo lujoso y frio como en donde estaba.


— Sarada, deberías comer — sugirió su madre— cada vez estas más delgada. Y es que era cierto, cada vez veía más definidos esos pómulos y sus manos eran más delgadas.


— Solo no tengo apetito — dio un ultimo sorbo al jugo antes de levantarse y llevar consigo su plato.


— Señorita, yo lo...— intervino una sirvienta.


— Yo lo haré — dijo perdiéndose en la cocina. Podía sentir la presión de las miradas, si no salía de ahí en cuanto antes intentarían manipularla para que no se mude y debía hacerlo.


— Sarada — la llamó su padre — vamos.


Ella asintió emocionada, a penas subió al coche, le dijo a su padre que no quería nada lujoso, quería algo acogedor y "alegre". Siguiendo sus ordenes condujo por un vecindario tranquilo que estaba en la zona céntrica cerca de la casa de Himawari. Pasaron alrededor de dos horas recorriendo los lugares y dos en especial llamaron su atención.


Sasuke sonrió divertido al verla en un gran dilema, le recordó cuando se debatía por escoger helado de pistache o napolitano.


— ¿pistache o napolitano? — Sarada parpadeó intentando comprender y como si fuera arte de magia, ese recuerdo le llegó.


Lo pensó seriamente, el pistache tenía un sabor único y esas chispitas era el complemento mientras que en el napolitano podía disfrutar de tres sabores distintos al mismo tiempo.


— Napolitano — contestó con una sonrisa y Sasuke cambió de dirección para ir al departamento que dejaron atrás unos momentos.


— ¿segura? Es tu decisión y tu formas tu destino.


Ella lo miro al escucharlo, pensó en su destino que siempre por alguna misteriosa razón iba hacia Boruto. Ella asintió y se quedó perpleja al sentir en sus manos las llaves.


— Eh... ¿tan rápido? — el se encogió de hombros


— Presentí que este escogerías.


— Gracias — sonrió.


La pelinegra se sintió libre por primera vez, tembló un poco al girar la llave y al escuchar el clic su corazón se aceleró, quedó maravillada, las paredes eran de ese tono entre amarillo y naranja como la casa de Himawari, las cortinas eras beige, pero no se veía frio o seco, lucia agradable y refrescante. Era pequeño y le gustaba que lo fuese, dos personas podían vivir cómodamente ahí por lo que para ella era adecuado. Subió a su nueva habitación y de todo el lugar una cosa le disgusto: la ventana. Su habitación tenía el balcón del lado izquierdo y con subirse al barandal podía saltar con facilidad para entrar o que alguien entre a su habitación. Recordó que el otro lado estaba pegado a otro edificio y por ello no hicieron su ventana de lado derecho y justamente le sucedía lo mismo al otro ventanal. Frustrada le restó importancia.


Pensó en lo que dijo su padre, ella estaba creando su destino, quería que fuese a lado de Boruto, pero no debía, era tan difícil tener que encerrar a su corazón para que no valla por él, había tomado una decisión, si el no la fue a ver entonces el ya tenía las cosas claras...miró al frente deseando ver el horizonte en lugar de ese ventanal, eligió ese departamento lejos de Boruto, sería su comienzo.


Dio un respingo al ver la luz de enfrente encenderse, no estaba de humor para conocer a su nuevo vecino que invadiría su privacidad cada vez que abriese la ventana, la cerró la junto a las cortinas y miró su diario, lo guardó en un cajón. Sabia que hacía lo correcto y ella estaba escribiendo su destino.


Los ojos azules de Boruto abrieron el enorme ventanal y se llevó la decepción de su vida al ver otra ventana.


— ¿qué demonios?


— ¿solo por eso lo vas a devolver? Llevas un día aquí y no te diste cuenta de eso, que fastidio — suspiró el Nara e Inojin estalló a carcajadas.


— Esto es mejor que ese desastre de departamento en el que vivías — dijo tirándose en la cama — es una buena zona y anti-iras de Boruto.


El suspiro y miró por la ventana, sea cual sea la respuesta de Sarada empezaría desde cero en ese lugar, quería olvidar lo ocurrido en ese departamento y escribir de nuevo su destino.


Pero como siempre olvidaron que su destino es un nosotros y se escribe con la misma pluma en la misma hoja.



Próximo capítulo


TRAIDOR


— ¿acaso no lo sabías? — la miró perplejo


— ¿saber qué?


— Himawari esta devastada, ella e Inojin mantenían un amorío secreto y el saber que la prometida de el es su mejor amiga le calló muy mal.


— ¿qué dices? Estas equivocada — negó.


— Es la verdad...


— Es mentira, Sumire — la miró — es mentira.


Solo hecho a correr.


— ¡Boruto!


Se que esperaban que ocurriese lo del puente en este capítulo, pero será en el siguiente ya que los tuve que dividir por problemas técnicos XD lo subiré mañana, no se preocupen.


Espero les haya gustado, díganme que les pareció ;3







































































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