Todos me preguntan ¿En qué te transmigrarías?
Es una pregunta que siempre me la pongo a pensar y al hacerlo siempre fluye la misma respuesta. Yo... yo transmigraría en la luna.
Si, en ese pedazo a veces blanco, anaranjado o tal vez amarillento, que no siempre está de esa forma circular que nos hace pensar en un alfajor, o no siempre está completa o de forma tan pequeña que parece una uña.
¿Por qué me gustaría ser ella? Porque es la que a pesar de la oscuridad y el miedo que trae la noche ella siempre está dando claridad, iluminándonos como si fuese una linterna que nunca deja de tener baterías, a pesar de que hay muchas nubes que la pueden llegar a tapar, siempre va a escapar algún resplandor.
Además dejaría de sentirme sola e invisible ya que tendría miradas de encanto y admiración de las demás personas que en mi vida jamás hay, estaría acompañada por estrellas y planetas que a pesar de la gran distancia me harían sentir más acompañada que en esta vida como ser humano, ya nadie me rechazaría o hablaría mal de mí porque no creo que alguien desprecie a la luna, esa luna que al juntarse con el sol, alguien muy incompatible con ella, la gente ama lo que forman y no juzgan su amor imposible.
Tendría personas queriendo conocer un poco más acerca de mí, estudiarme, observarme, visitarme a pesar de las miles de posibilidades de no regresar, esas personas que harían hasta lo imposible por conocerme aunque sea solo por un rato.
Estaría hasta en los nombre de muchas niñas, cuentos, relatos, teorías, leyendas e historias, todas basándose en mí, tendría demasiada atención cosa que hoy en día no recibo de nadie a no ser que necesiten algo.
Esas cosas simples me encantarían, pero son cosas que acá en la vida real no las tengo y capaz nunca las tendré.