Lie to me - Camren G!P

By GirlInTheBlueCoat

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+Historia temporal. Recuerda que es una historia publicada de manera privada, por lo que necesitas seguirme p... More

Nota
Prólogo
Lie to me - Capítulo 1
Lie to me - Capítulo 2
Lie to me - Capítulo 3
Lie to me - Capítulo 4
Lie to me - Capítulo 5
Lie to me - Capítulo 6
Lie to me - Capítulo 7
Lie to me - Capítulo 8
Lie to me - Capítulo 9
Lie to me - Capítulo 10
Lie to me - Capítulo 11
Lie to me - Capítulo 12
Lie to me - Capítulo 13
Lie to me - Capítulo 14
Lie to me - Capítulo 15
Lie to me - Capítulo 16
Lie to me - Capítulo 17
Lie to me - Capítulo 18
Lie to me - Capítulo 19
Lie to me - Capítulo 20
Lie to me - Capítulo 21
Lie to me - Capítulo 22
Lie to me - Capítulo 23
Lie to me - Capítulo 24
Lie to me - Capítulo 25
Lie to me - Capítulo 26
Lie to me - Capítulo 27
Lie to me - Capítulo 28
Lie to me - Capítulo 29
Lie to me - Capítulo 30
Lie to me - Capítulo 31
Lie to me - Capítulo 32
Lie to me - Capítulo 33
Lie to me - Capítulo 34
Lie to me - Capítulo 35
Lie to me - Capítulo 36
Lie to me - Capítulo 37
Lie to me - Capítulo 38
Lie to me - Capítulo 39
Lie to me - Capítulo 40
Lie to me - Capítulo 41
Lie to me - Capítulo 42
Lie to me - Capítulo 43
Lie to me - Capítulo 44
Lie to me - Capítulo 45
Lie to me - Capítulo 46
Lie to me - Capítulo 47
Lie to me - Capítulo 48
Lie to me - Capítulo 49
Lie to me - Capítulo Final
Lie to me - Epílogo
Save me - Capítulos extras
Save me - Capítulo 1
Save me - Capítulo 2
Save me - Capítulo 3
Save me - Capítulo 4
Save me - Capítulo 5
Save me - Capítulo 6
Save me - Capítulo 7
Save me - Capítulo 8
Save me - Capítulo 9
Save me - Capítulo 10
Save me - Capítulo 11
Save me - Capítulo 12
Save me - Capítulo Final & Epílogo
Inspire me - Capítulos extras
Inspire me - Capítulo 1
Inspire me - Capítulo 2
Inspire me - Capítulo 3
Inspire me - Capítulo 4
Inspire me - Capítulo 5
Inspire me - Capítulo 6
Inspire me - Capítulo 7
Inspire me - Capítulo 8
Inspire me - Capítulo 9
Inspire me - Capítulo 10
Inspire me - Capítulo Final & Epílogo
Set me free - Capítulos extras
Set me free - Capítulo 1
Set me free - Capítulo 2
Set me free - Capítulo 3
Set me free - Capítulo 4
Set me free - Capítulo 5
Set me free - Capítulo 6
Set me free - Capítulo 7
Set me free - Capítulo 8
Set me free - Capítulo 9
Set me free - Capítulo 10
Set me free - Capítulo 11
Set me free - Capítulo 12
Set me free - Capítulo 13
Set me free - Capítulo 14
Set me free - Capítulo Final & Epílogo
Find me - Capítulos extras
Find me - Capítulo 1
Find me - Capítulo 2
Find me - Capítulo 3
Find me - Capítulo 4
Find me - Capítulo 5
Find me - Capítulo 6
Find me - Capítulo 7
Find me - Capítulo 8
Find me - Capítulo Final & Epílogo
Forgive me - Prólogo
Forgive me - Capítulo 1
Forgive me - Capítulo 2
Forgive me - Capítulo 3
Forgive me - Capítulo 4
Forgive me - Capítulo 5
Forgive me - Capítulo 7
Forgive me - Capítulo 8
Forgive me - Capítulo 9
Forgive me - Capítulo 10
Forgive me - Capítulo 11
Forgive me - Capítulo 12
Forgive me - Capítulo 13
Forgive me - Capítulo 14
Forgive me - Capítulo 15
Forgive me - Capítulo 16
Forgive me - Capítulo 17
Forgive me - Capítulo 18
Forgive me - Capítulo 19
Forgive me - Capítulo 20
Forgive me - Capítulo 21
Forgive me - Capítulo 22
Forgive me - Capítulo 23
Forgive me - Capítulo 24
Forgive me - Capítulo 25
Forgive me - Capítulo 26
Forgive me - Capítulo 27
Forgive me - Capítulo 28
Forgive me - Capítulo 29
Forgive me - Capítulo 30
Forgive me - Capítulo 31
Forgive me - Capítulo 32
Forgive me - Capítulo 33
Forgive me - Capítulo 34
Forgive me - Capítulo 35
Forgive me - Capítulo 36
Forgive me - Capítulo 37
Forgive me - Capítulo 38
Forgive me - Capítulo 39
Forgive me - Capítulo 40
Forgive me - Capítulo 41
Forgive me - Capítulo 42
Forgive me - Capítulo 43
Forgive me - Capítulo 44
Forgive me - Capítulo 45
Forgive me - Capítulo Final P1
Forgive me - Capítulo Final P2
Forgive me - Capítulo Final P3
Forgive me - Epílogo
Capítulos Extras |1|
Capítulos Extras |2|
Capítulos Extras |3|
Capítulos Extras |4|
Capítulos Extras |5|
Capítulos Extras |6|
Capítulos Extras |7|
Capítulos Extras |8|
Capítulos Extras |9|
Capítulos Extras |10|
Capítulos Extras |11|
Capítulos Extras |12|
Capítulos Extras |13|
Capítulos Extras |14|
Capítulos Extras |15|
Capítulos Extras |16|
Capítulos Extras |17|
Capítulos Extras |18|
Capítulos Extras |19|
Capítulos Extras |20|
Capítulos Extras |21|
Capítulos Extras |22|
Capítulos Extras |23|
Capítulos Extras |24|
Capítulos Extras |25|
Capítulos Extras |26|
Capítulos Extras |27|
Capítulos Extras |Final|
Epílogo Final
Capítulos Dedicados

Forgive me - Capítulo 6

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By GirlInTheBlueCoat

|Cómo mamá|

Camila hundió su miserable existencia entre los paños y productos de limpieza mientras Dalia, Danna y Noelle armaban el castillo de princesas en el medio de la sala, pero no dejó que su mente tomara las riendas y la llevara de paseo por caminos peligrosos.

Limpió la planta baja y ordenó las habitaciones de los niños, omitiendo a propósito el estudio de David, donde estaba la única computadora en la que, una sola vez por día, se sentaba para chequear los mails.

Mientras escuchaba la inconfundible y contagiosa risa de Dalia al recibir a su padre, se dio cuenta de que la noche había llegado y ella ni siquiera había pensado en que podía hacer para cenar. Pan de carne con alguna ensalada liviana era una buena alternativa para la noche cálida, salvo que su hija tuviera otros deseos.

Bajó las escaleras con paso cansado, acusando las horas de orden y limpieza sin pausa, con el cesto de ropa sucia cargado hasta el tope, lo cual no le impidió tener una vista privilegiada de las cajas forradas en papeles brillantes y moños enormes que no eran otra cosa que...

—¡Más regalos de no cumpleaños! —gritó Dalia tratando de alcanzar las cajas que David alejaba al techo. Evitó la réplica y el comentario mordaz, no tenía fuerzas para pelear esa noche.

—¡Exacto! —David se unió a las tres niñas al tiempo que Camila desaparecía hacia el lavadero.

Al volver, sacó del congelador uno de los panes de carne que tenía listos y sin desenvolverlo, lo arrojó dentro del horno. Se cocinaría a fuego lento en el papel de aluminio.

Se detuvo en la entrada de la cocina con los brazos cruzados y David la miró con una sonrisa. Se puso de pie y en ese mismo movimiento, levantó una de las cajas plateadas y la escondió a sus espaldas, ensanchando la sonrisa, mientras se acercaba a ella.

—¿Cómo estás?

—Bien. Cansada. Ahora que llegaste puedo aprovechar para bañarme —David sacó la caja de sus espaldas y se la ofreció.

—¿Y esto? ¿Regalo de no cumpleaños para mí también? —dijo con sarcasmo.

—Yo sé tu secreto —dijo él, suspicaz, y por supuesto, su conciencia, sucia y culpable, se remitió al verdadero secreto que ella tenía y que lo involucraba directamente a él. Tragó con fuerza y tomó la caja sin dejar de mirarlo. Él se acercó hasta llegar a rozar los labios en su mejilla, dejar un beso ligero y seguir camino hasta su oído para susurrar—. Gracias por la maravillosa hija que me regalaste dos años atrás.

Camila sintió como el equilibrio desaparecía en ella, como si el susurro hubiera sido un huracán y ella una palmera, arrancándola de raíz y haciéndola volar por aires tormentosos. David se apartó y la miró directo a los ojos, oscuros y penetrantes, un abismo que prometía tragársela como castigo. Su respuesta fue un susurro, una exhalación.

—Gracias —David la instó con los ojos a abrir la caja y ella se pateó por dentro para deshacer el papel plateado y descubrir—... ¿una muñeca? —Su esposo se encogió de hombros y la sonrisa se le desdibujó un poco, desilusionado por la falta de emoción por el regalo.

—Sé que es tu princesa favorita.

—Lo es, sí. Aurora es... —sus ojos iban de la muñeca al rostro de David, sintiendo la presión de la culpa en el pecho.

—¿No te gusta? —le preguntó confundido. Camila echó un brazo alrededor de su cuello y hundió la cara en su hombro, apretándose a él, ahogando las enormes ganas de llorar y de morirse que la embargaban en ese momento.

—Sí, gracias —dijo contra su camisa, tragándose las lágrimas. Sin apartarse mucho se limpió el rostro y murmuró su frase de salida—. Voy a bañarme y después termino de preparar la cena —Se escabulló por un costado y subió las escaleras rápido, buscando el lugar habitual para descargar su angustia: bajo la ducha.

Arrojó la muñeca, todavía en la caja, sobre la cama y se desnudó camino al baño. Sin encender la luz, tanteó a un costado de la ducha, metió su corta cabellera en la cofia plástica que parecía extraída de una novela de los 60 y abrió el agua caliente antes de entrar al cubículo de acrílico.

Bajo el spray potenciado de la ducha sintió el agua caliente clavarse sobre su piel y se concentró en cada punto de contacto, en cada sensación, para no pensar, ni en ella, ni en su hija, ni en las mentiras sobre las que tenía construida su vida. Vida. Interesante palabra para alguien que no hacía más que vivir a través de los demás, justificando su existencia en esas pequeñas personas que había dado a luz.

Abrevió la rutina todo lo que pudo. Se envolvió en la bata de toalla blanca que colgaba de la pared y se sacó la cofia, que voló por los aires para caer sin saber dónde. Encendió la luz en cuanto entró a la habitación y se sentó frente al tocador. Se peinó con una sola mano mientras con la otra buscó en el fondo del cajón del centro, el sobre donde escondía sus pastillas anticonceptivas.

Otro chiste en su vida. Su vida sexual en los últimos dos años no necesitaba ningún método anticonceptivo, pero por cualquier cosa, a estas alturas no podía quedarse tranquila con ello. Se tragó la pastilla sin agua y cerró los ojos mientras bajaba por su garganta. Sólo por si acaso, cuatro hijos eran suficientes para ella y su líbido, estaba tan enfocada fuera de su cuerpo que no sentía ni un ápice de deseo por nada ni por nadie.

Abrió los ojos de nuevo y se enfrentó a su propio reflejo. Se alisó el pelo y lo llevó hacia adelante, enmarcando su rostro. Sin mirar abajo, estiró una mano y alcanzó el único envase de crema que había sobre el tocador, entre el joyero y su necessaire de maquillaje. El asunto de la depresión no tenía sólo que ver con que Lauren hubiera vuelto a Londres, ni que Dalia cumpliera dos años. Su esencia egoísta, encubierta con cuidado al poner el foco de atención en los demás, sabía la verdad desnuda. Estaba a menos de un mes de cumplir 38 años y algo en ella latía como si estuviera acercándose al final. El recuerdo de su mejor amiga, muerta hacía dos años, le marcó el paso.

Se acercó al espejo en busca de la verdad. Eso que latía en su corazón, en su mente, bajo su piel, era el tic tac de un reloj que corría a un final que estaba cerca y un escalofrío la recorrió entera al pensar en la muerte. Aunque morir no era la única manera de terminar con una vida. Eso ella lo sabía.

Movida por una fuerza interior que no le era desconocida, que la impulsaba cuando la razón la abandonaba, salió de la habitación y se metió en el estudio que estaba al final del pasillo. Se sentó en el sillón tapizado y levantó la tapa de la laptop que allí descansaba, que se activó de inmediato.

Tecleó su usuario y abrió al mismo tiempo el explorador y el servidor de correo electrónico. Entró en su buscador habitual y digitó palabras que hacía siglos que no buscaba: "Lauren Jauregui"

Los resultados fueron Cerca de 105.000.000 resultados en 0,27 segundos, pero sólo el primero le importó: la entrevista en la revista que había estado viendo en todos los puestos, escuchando a la fuerza en la peluquería. Movió el cursor deslizando el dedo sobre el sensor plateado y la página se abrió develando la imagen que era portada. Leyó con rapidez hasta donde su amiga secreta Gail, había relatado en voz alta y buscó el párrafo siguiente, no sin antes posicionar estratégicamente el cursor sobre la equis de cierre de la pantalla.

"La Opera del Fantasma es un gran desafío. No soy cantante lírica, pero me eligieron entre cuatro mil postulantes. Tuve suerte... y aunque la producción ha enfrentado muchos altos y bajos, creo que el cambio de rumbo artístico que tomó, es altamente positivo."

"Tienes fama, fortuna, haces lo que quieres, viajas, chasqueas los dedos y tienes un séquito de lo que quieras pretendiendo convertir cualquiera de tus deseos en realidad... eres joven, hermosa y exitosa. ¿Qué más se puede pedir?

L: Nada de eso que nombraste tiene valor si estás sola. Volver a Londres me permitió reencontrarme con mis afectos y darme cuenta del real valor de la familia. Eso quiero. Quiero una familia. Quiero a alguien en mi casa después de 18 horas de extenuante filmación. Quiero alguien que me haga decir: Ćariño, llegué a casa."

"Pero dijiste que no podrías estar con nadie por el acoso que sufres.

L: No siempre querer es poder. Después de dos años de vivir en esta burbuja de vorágine y canibalismo virtual, creo que lo único que me salvaría sería recuperar ese amor que perdí."

"Y no se refiere a Keana Issartel, lo deja en claro off the record. Mientras Keana se llena la boca diciendo que abandonó a la estrella global del momento, Lauren apenas sonríe al mencionarla. Mientras Keana se pelea con los fotógrafos que la persiguen, mostrándole su dedo medio y gritándoles en medio de la calle, Lauren permanece callada y sosegada, oculta en Londres durante dos meses sin que un solo paparazzi descubra su paradero, filmando la mentada versión cinematográfica con visos épicos del éxito de Londres, Broadway y el resto del mundo. Keana protagoniza escándalos para promocionar sus películas, besándose con medio mundo. Jauregui protagoniza éxitos de público y taquilla y cada día que pasa recibe más reconocimiento de la crítica y sus pares por sus producciones sencillas y sentidas, emotivas y carismáticas. Keana justifica las muecas de disgusto y terror que hace en las alfombras rojas por no poder soportar la presión de la exposición que le produce ser una 'estrella' de cine. Lauren se acerca a sus fanáticos, firma autógrafos, se saca fotos y hasta se toma el tiempo de conversar y escucharlos más allá de los gritos. Issartel sufre su status de Diva. La ojiverde disfruta la bendición de trabajar y tener éxito en su faceta artística. Lauren ha encontrado su puerto. Keana está perdida."

La puerta del estudio se abrió y Camila hizo un único e imperceptible movimiento que cerró de inmediato el navegador y desplegó el último email en su casilla mientras levantaba los ojos, desentendida. David la miró y se acercó, apoyándose en el respaldo de la silla sin decir una palabra, leyendo sobre su hombro la imagen que se abría en la pantalla.

—¿Tienes algún compromiso mañana a la noche?

—No que recuerde.

—Normani nos invita a una cena en su casa. Algún tipo de festejo sobre un trabajo de Seth.

—¿Sushi? —dijo sin poder disimular el asco en su voz. Camila entornó los ojos y bajó el texto del correo "PD: David, sé que odias el pescado crudo, razón por la cual tendré una variedad especial para ti de comida árabe. Un NO, no es una alternativa esta noche." Normani es un genio, pensó Camila sobre su amiga. Hizo un esfuerzo por sonar conciliadora.

—Pero amas la comida árabe, tienes que reconocer que Normani sabe lo que hace.

—Normani es una excelente anfitriona.

—Ally contratará una niñera para Tristan y Jane. Podríamos dejar a Dalia...

—Mi madre viene rogándote que le dejes a Dalia quedarse a dormir. La llevaremos a su casa.

—Es más de una hora de viaje. Demasiado tiempo para llegar si pasara algo.

—Me voy a bañar —dijo él sin terminar de escucharla.

En cuanto traspuso la puerta, ella volvió a abrir el navegador y escribió de nuevo el nombre de la actriz. Esta vez aparecieron una seguidilla de imágenes, en diferentes poses, en variados tonos y colores, y la misma mirada clavándose en sus ojos. Cerró todo, apagó la laptop y bajó la pantalla hasta cubrir el teclado.

Entró en su habitación, con el corazón latiéndole en las sienes y la sangre bulléndole por algo más que adrenalina. Pasó directo al vestidor y se enfundó en un viejo conjunto de yoga negro.

Descalza, bajó las escaleras y se metió en la cocina mientras Dalia bailoteaba alrededor del castillo terminado. Pudo ver, entonces, qué eran los regalos de David. Dos carrozas y dos príncipes para completar la colección de princesas de Dalia, en absoluta complicidad con su hija mayor. Con ellos en el medio, las coincidencias no existían.

—¿Noelle, se quedarán a comer?

—No. Nos marcharemos enseguida —respondió ella. Camila asintió con una sonrisa y puso los sitios en la mesa para ella, David y Dalia. Sacó una botella de vino tinto para su marido y una copa, jugo de naranja y vasos para ellas dos. Después se dedicó a armar una fresca ensalada de hojas verdes.

En ese ínterin, escuchó a David bajando las escaleras.

Los pasos se trasladaron de la escalera al piso de madera de la sala de estar, para detenerse en el porcelanato de la cocina. Ella miró por sobre su hombro y giró el cuerpo completo al verlo calzándose la chaqueta de cuero sobre su ropa de salida. ¿Estaba de salida?

—¿A dónde vas?

—Jueves. Noche de póker —Camila sintió como se le aflojaban y desfiguraban los músculos del rostro, mientras se empujaba sobre la mesada para acercarse lo suficiente y que su susurro fuera audible sólo por él.

—Es el cumpleaños de Dalia.

—Tú no quieres festejarlo. Es un día normal. Jueves: noche de póker.

—Pero...

—¿Qué diablos quieres, Camila? —dijo él, mostrando por fin su exasperación—. Si quiero hacer un festejo con mi hija, pones cara de traicionada. Si acepto tus designios e ignoro el evento, me miras como si fuera un filicida. Por el amor de Dios, estás cada día más bipolar.

Camila se apartó un paso con la mano en la garganta, abriendo los ojos con desmesura ante la acusación. Ella no era bipolar. Era una mujer pidiendo una noche lógica ante un evento lógico, postergado por la ausencia de la mayoría de la familia. Simple lógica. Lo era ¿verdad?

—David...

—Dime ¿qué quieres? —dijo arrancándose la chaqueta y arrojándola con furia sobre la silla, pero sin levantar el tono de voz. Avanzó un paso cuando ella retrocedió una vez más para apartarse de su violencia contenida.

—Yo...

—¿Quieres que me quede aquí, atado a tus caprichos, a tu ciclotimia no resuelta? ¿Qué sea un día común, pero con tu secreto festejo? —la expresión de ambos cambió. Ella retrocedió un paso más. Él avanzó otro paso.

La mente de ambos fue al mismo escenario: una cama. Al mismo evento: sexo. Aunque Camila estaba asustada. La tensión podía sentirse, podía tocarse, como la cuerda de un piano. La mesada chocó contra la espalda de ella, él la acorraló y espetó la pregunta.

—¿Es eso lo que quieres? ¿Tu festejo personal?

Camila sintió pánico. Absoluto y literal. Pánico que le cortó la respiración y le licuó la sangre.

David esperaba su respuesta sin mostrar una sola emoción en su rostro y luego de su momento de pánico, eso la desarmó, no era un hombre desesperado por acostarse con su esposa después de más de dos años de que no pasara nada entre ellos. Era un esposo atado a una obligación.

David tiene una amante.

La revelación le pegó como un rayo en la cabeza y le dio la fuerza necesaria para pegarle un empujón y salir de su rincón, bufando.

—Minimizas todo al sexo... no estoy hablando de eso.

Abandonó la cocina como si se hubiera prendido fuego y se encontró con Danna y Noelle en sus sacos livianos, Dalia en brazos de su hermana, sonriendo. Cuando las tres miraron más allá de su espalda, se dio cuenta de que David la seguía.

—Papá, ¿vas a Londres?

—Sí, cariño. ¿Las llevo?

—Adoro tus aventones.

Noelle se acercó a Camila para saludarla y Danna cambió a Dalia a los brazos de su madre después de llenarla de besos.

—Vendré a verte el fin de semana —Dalia abrazó a su hermana una vez más antes de marcharse y Noelle dejó otro beso en su frente.

David besó a la pequeña en la frente y se demoró un segundo con los ojos cerrados y los labios pegados a su piel. El beso en los labios de Camila fue mucho más breve y frío.

—Adiós, papá. Gana para mí —David le tiró un beso al aire y cerró la puerta mientras Camila miraba sin ver la despedida.

....

La cena fue breve y Camila tuvo que hacer un esfuerzo para seguirle el hilo al monólogo de Dalia. Después de levantar los platos, enjuagarlos y disponerlos en el lavavajillas, sacar a la perra al jardín y recolectar el cementerio de papeles brillantes y moños de regalo, se ocupó de cargar el enorme castillo para llevarlo a la habitación de la niña. Acomodó el edificio bajo la ventana y después estacionó los carruajes a un costado.

Dalia desparramó las princesas y las repartió: tres para ella y dos para su madre. Le dejó las más nuevas. Sentada en la alfombra, con las piernas cruzadas y su camisón de La Sirenita subido hasta la cintura, miró a su madre con ansiedad.

Camila suspiró. Quería dormir. Estaba agotada en cuerpo y mente por el día que le había tocado vivir, pero la noche silenciosa tampoco sería su aliada en la cruzada del olvido y el perdón. Traería recuerdos, de esos que no necesitaba en ese momento. Estar con Dalia la distraería o por lo menos eso pensó ella.

—Dame un segundo —Abandonó el cuarto de su hija y entró a su habitación. Recuperó su regalo y regresó.

—¡Tienes una muñeca!

—Sí. Papá me regaló una también a mí.

—Eso es genial ¡Y mira, mamá! Es La Bella Durmiente, tu favorita —La emoción de Dalia la hizo sonreír. Abrió la caja y después de un rato de esfuerzo logró sentar a Aurora con el resto de las princesas.

Dalia dirigió el juego, realizó las presentaciones, ubicó a cada princesa en el castillo, y reservó la habitación principal para su muñeca favorita y su novio. Uno de los príncipes que David le había regalado era Aladdin. De la nada, la niña realizó su declaración.

—No quiero parecerme a ti—Camila se sentó y la miró espantada.

—¿Por qué, cariño? —dijo con tristeza, acariciándole la mejilla.

—Tienes pocas neuronas —dijo mirando con añoranza a Jazmín...Paige... su princesa favorita, como si fuera esa mujer a quien quería parecerse.

—¿Quién te... —No terminó la frase. Iba a matar a Robert. Lenta y dolorosamente. Y si se llevaba a la tumba a la extranjera, ella sería feliz por partida doble. ¡Gracias, Bobby por los chistes sobre sus neuronas! Lo hubiera llamado en ese mismo instante para hacerlo sentir como el bastardo que era. Dalia levantó los ojos y la miró—. Bobby dice esas cosas para hacerme enojar, cariño, no porque lo piense en verdad.

—A él no le gustas. Por eso Paige es su novia —Camila entornó los ojos y levantó las cejas.

—Él no está con ella porqué yo sea tonta, quiere a Paige por lo que tiene en su corazón, y eso no significa que no me quiera a mí, lo hace, de una forma diferente, como yo lo quiero a él —La pequeña apretó los labios y la miró de costado, no muy convencida de la explicación.

Dios, otro niño superdotado en la casa, no, y menos una mujer, dijo al cielo en silenciosa súplica. Ese pensamiento la hizo sonreír. Si tan sólo pudiera decirles a aquellos que destruían su intelecto con chistes, que esos dos niños con inteligencias superiores, eran suyos y sólo suyos... porque a la realidad de que David no fuera el padre de Dalia, era ella quien arrojaba un solo resultado en la ecuación: la inteligencia superior venía de su lado. Si tan sólo pudiera gritarles: en su maldito rostro, idiotas.

—¿Y entonces por qué a ti no te quiere?

—¿Y por qué piensas que no me quiere?

—Porque se pelean —La exhalación la desinfló. Sí, era un hecho que mataría a Robert en cuanto lo viera.

—No nos peleamos. Nos divertimos jugando a que nos enojamos —Y podría agregar que a Paige no la quería y a duras penas si le dirigía la palabra.

—Tú dices que no debemos jugar a pelearnos —Camila tomó la muñeca vestida de Aurora y la acomodó en el carruaje junto al príncipe Felipe.

—Es verdad. Juguemos a las muñecas o vamos a dormir —Dalia tomó a Jazmín/Paige y se levantó sin decir una palabra más, para marcharse a su cama. Camila se apoyó en una mano con gesto entre cansado y resignado, y la alcanzó antes de llegar para levantarla en brazos. Abrió el cobertor de un tirón y la hizo caer entre las sábanas decoradas con hadas y castillos—. ¿Quieres un cuento?

—No. Dime, mamá, ¿cómo se hace para no ser tonta?

—Dalia, no importa lo que diga Robert... o cualquier otro. Tú no serás tonta.

—¡Ya lo sé, pero quiero que la gente lo sepa!

—Basta con escucharte, mi amor, cualquiera puede ver lo inteligente que eres —Se metió en la cama con ella y la abrazó con ternura.

—Quisiera ser como Paige, o su princesa favorita, Jazmín es valiente. Tiene un tigre como mascota.

No tenía argumentos contra ello, por lo que, una salida elegante era necesaria antes de que la criatura de dos años la sacara de sus casillas.

—Hay muchas princesas y muchos príncipes, porque todos podemos serlo, ser amados por lo que somos sin importar a quien nos parecemos, de dónde venimos o hasta nuestros gustos. No importa en donde vivamos y como vistamos, ni que tan inteligentes seamos... lo importante está en el corazón —Señaló el pecho de la muñeca y después puso la mano sobre el de la niña. Dalia se cobijó en los brazos de su madre y la abrazó.

—¿Por qué te gusta La Bella Durmiente? — Porque es una tonta que se enamoró de un príncipe inalcanzable, de un perfecto desconocido, como yo lo hice de una guerrera... Oh sí, hasta el más mínimo detalle de su vida y su historia la llevaban a confesar su verdad. Camila hundió la cara en el cabello de su hija e inspiró su perfume natural.

—¿Puedo contarte un secreto? —La niña levantó la cara con los ojos muy abiertos, expectante, ansiosa por saber lo que su madre le iba a decir. Asintió con una sonrisa—. El príncipe de Aurora es el más lindo, gentil y valiente. Escapa de la bruja, atraviesa un bosque de espinas gigantes, lucha contra un dragón que escupe fuego. De hecho, me gusta más Felipe que Aurora, pero no se lo digas a nadie.

—Te quiero, mamá. Aunque tengas pocas neuronas —Camila tuvo que reírse mientras abrazaba con fuerza a su hija.

—¿Crees que mamá es tonta? —Dalia levantó los ojos y la miró entre las pestañas como si supiera que lo que iba a decir estaba mal.

—... pero te quiero igual —Volvió a abrazarla, aun con más fuerza. Se levantó de la cama y le acomodó las almohadas, la sábana y el cobertor.

—Aunque yo lo fuera, el que llegues a parecerte a mí, no significa que tú lo serás, y lo que pasa con Bobby, es que esa es nuestra manera de demostrarnos el cariño que nos tenemos, pero ninguno es tonto, y la apariencia no es la que dicta eso.

—Tienes razón.

—Buenas noches, mi amor, que sueñes con los angelitos —Le besó la frente y la miró mientras apagaba la luz.

Alcanzó el picaporte de la puerta y cerró despacio, pero no pudo marcharse. Volvió a la cama de su hija y se metió en ella, apretándola contra su pecho y dejando que su calor e inocencia la mantuvieran a salvo de sus propios pensamientos.

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Capítulo sin revisión final, si ves un error, hazme saber. Gracias por leer <3      

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