Sexo DURO. Número 17 x Mare.

By ____Mare____

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Tengo una alta obsesión por Número 17, así que quiero que me dé duro contra el mundo al menos en mi imaginaci... More

One HOT.

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By ____Mare____


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En un mundo paralelo.

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Mare, ocho años.

Tiró la muñeca Barbie al suelo y la pateó.

—¡Del Mar, te comportas! —Regañó su madre.

—¡NO! —Gritó la pequeña.

—¡Si sigues así le diré al viejito que te lleve por grosera! —La mujer cruzó sus brazos.

La pequeña Mare miró por encima de su hombro: un viejo de cara triste estaba parado al frente de ellas a una distancia donde no podía escucharlas.

—¡NO!

—Del Mar Verdugo, ¡se acabó! —La madre le dio un pellizco a la pequeña, pero ella no soltó ni una sola lágrima— Espero que aprendas a comportarte en público.

—¡NO! —Alzó de nuevo ese póster del Androide número 17— ¡Quiero que me compres esto!

—¡Ya dije que no! Ahora ven a ayudarme con las compras —ordenó.

—¡NO! ¡Lo quiero, lo quiero, lo quiero!

—¡¿Por qué tengo que hacer lo que tú quieres?!

—¡Porque se me da la gana!

La mujer abrió sus ojos muy exaltada y frunció su ceño. Le mandó una cachetada a Mare, le quitó el póster y se lo entregó a la cajera.

—Esto no lo vamos a comprar.

Mare se cruzó de brazos, estaba enojada porque su madre nunca le compraba su póster del Androide 17, ella se lo prometía cada que iban al supermercado, pero como siempre, la madre le decía que no.

La pequeña Mare siempre ha amado a 17 con sus fuerzas. Soñaba que la follaba aún con ocho años de edad, que la hacía suya sin importar nada. Ah, y que mandaba a la mierda a su madre y que el Androide escapaba con ella.

—No te lo compraron, no te lo compraron, no te lo compraron —se burló su gemela—. Eso es para que aprendas.

La pequeña protagonista le jaló el cabello a su hermana con fuerza.

—Cállate malparida —dijo Mare.

—¡Dijiste una grose-

Interrumpió Mare tapándole la boca.

—Le diré a mi madre que te fumaste el cigarrillo de nuestro padrastro —amenazó.

Entonces la soltó cuando su hermana asentía muchas veces. La gemela se fue a ayudarle a su madre dejando atrás a su hermana, la pequeña Mare se cruzó de brazos riéndose en sus adentros.

Algún día tendré al Androide 17 en mi cama. Pensó la joven.

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Mare, 20 años.

Anotó el último párrafo que estaba escrito en el tablero y cerró el cuaderno no sin antes soltar un suspiro y tocarse la cabeza del estrés.

—Bueno alumnos es todo por hoy —musitó el profesor borrando lo escrito en el tablero—. Recuerden repasar los conceptos de la química cuántica e inorgánica, tampoco olviden las ecuaciones apropiadas paras saber con exactitud la masa del planeta Marte.

Mare guardó su cuaderno en su maleta; salió del aula de clases y se colocó la capota de su chaqueta. Necesitaba controlarse por la cantidad tan grande de estudiantes que recorrían el pasillo; odiaba el tacto y tener que hablar. Siempre de esmeraba en hacerlo todo sola, sin ayuda de nadie, y eso le gusta.

Fue al baño para arreglarse su camisa de Marilyn Manson y procurar que su bebé no estuviese arrugado debido al tiempo tan exagerado que estuvo sentada. Su celular vibró en el bolsillo de su pantalón, al sacarlo notó un mensaje de una de sus grandes amigas.

Camila la maricona

Mari, recuerda mi exposición de arte.

¡NO vayas a faltar!

Oc.

Enviado a las 6:35 p. m.

Volvió a su bandeja de entrada y vio varios mensajes que no había contestado. Rió en su cabeza cuando vio los apodos que le tenía a todos sus contactos.

Pinche Putita 1.

Pinche Putita 3.

La puta de Camila.

La puta de Camila 2.

Akamaru el pendejo.

Milon pechocho.

Mi amor hermoso, Mari.

Camila.

Camilita.

Te cojo bien rico el...

Susy.

Yiyi.

Daniela Briz.

Mi mami en tanga.

La lectora troll.

Mi bebé.

Y un sin fin de nombre de contacto que ni ella sabe por qué les había puesto así. Era social en redes, sólo en redes. Contestó alguno que otro mensaje, pero sobre todo a un chat en específico.

Jimincito

Sofía, recuerda el One Shot de xxxxxxx no mms.

Enviado a las 6:35 p. m.

Bloqueó su celular y lo guardó. Abandonó el baño y se propuso en llegar a su casa para ver películas de cine arte y comer lo que su madre le preparó. Llegó a la salida de la Universidad y condujo hasta la estación de Transmilenio, al estar ahí recargó su tarjeta, pero... ¡oh, oh! Al pasarlo por la máquina, éste le dice que no tiene saldo.

—¡Pero qué mierda! —Se quejó Mare.

Un oficial se acercó a ella y le preguntó el problema, después de que ella le contestara, el men le dice lo siguiente:

—Acaba de subir 300 pesos más.

—¡Qué mierda! ¡¿Ahora valdrá 2.300?! —Dijo exaltada.

—Así es.

—¿Pero por qué?

—Porque la vida lo quiso así.

—Y así piensan colocar metro... —dijo sarcástica.

Pero a la mierda, la vieja recargó la tarjeta con mil pesos más y logró comprar el puto pasaje. Mare sentía desmayarse al tener que tocar tanta gente en el Transmilenio, unos le tocaban las tetas, otros el trasero y por último la cara... algo que de verdad detesta con su vida.

Próxima parada, estación banderas.

Dijo la muchacha de voz rara. Al llegar a la estación de Banderas se bajó y corrió como nunca para tomar un Alimentador que la dejara en su casa.

El camino ya de por sí es un asco y más cuando ya son las 8 de la noche y los ñeros salen a robar. Pero Mare no tenía problema porque su cara da miedo y pareciera que estuviera enojada por todo: labios fruncidos más el ceño que acompañaba.

Pero a fin de cuentas, llegó a su casa. Dejó su maleta en la cama y se fue a la cocina para tomarse una cerveza fría. Al tenerla en sus manos no dudó dos veces en tomarla en un santiamén, tenía mucha sed; se lavó las manos y luego se colocó su pijama. La casa estaba sola y sólo se escuchaba los aullidos de su gata por todo su apartamento. Su madre llegaría tarde, algo que agradecía porque a Mare Le gustaba la casa a oscuras y muy sola.

Ah, qué rico.

Comió los frijoles con patacón y se fue a su cuarto. Ya no quería ninguna película, quería irse a dormir un viernes, así que la muchacha se acostó en su cama y se puso sus audífonos; colocó un ASMR para dormir y cerró los ojos.

Pero lo que ella no sabía, es que este sueño sería diferente...

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Dulces sueños Mare.

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Su vestido rojo hacía notar su expectante trasero, su figura de avispa y sus pequeños pero redondos y muy bien parados senos. Se veía sexy con su cabello liso, su mirada era muy penetrante y seductora, incitaba a todo. Se sentó en una mesa y le pidió al camarero un vino, el mejor de la casa, aquel asintió y se lo trajo inmediatamente.

Sus labios delgados siempre frescos, suaves y muy rosados. Una mujer peligrosa pero muy ardiente. Se peinó el cabello cuando tomaba de su vino y luego se limpió la boca con una servilleta hecha en seda; miró a su alrededor posando sus codos en la mesa, mostrándole al persona de atrás su delicioso escote en la espalda... y justo a él, un lindo tatuaje con la letra M en cursiva.

Cuando volvió a tomar de su vino, miró desde el vidrio de la copa a un sujeto que la miraba: sus piernas estaban abiertas haciendo notar un enorme bulto, tenía cabello largo hasta los hombros y muy negro, se notaba sus ojos azules tan exóticos y, para rematar, un traje negro sin corbata y con los dos primeros botones sueltos. Ella bajó la copa para rectificar que lo que veía no era ninguna mentira...

Y resultó saber que él sí existía. Ahí estaba.

El hombre se levantó de su asiento y se acercó a ella con lentitud. La bella dama cruzó sus piernas cuando sentía su vagina algo tórtola y sus pezones pararse.

No lo podía creer, quien estaba delante de ella era algo imaginable.

El apuesto hombre se sentó al lado de ella, encendió un cigarrillo, lo fumó y luego lo soltó. La mujer estaba muriendo de excitación al verlo.

Con la mirada se decían de todo, las ganas que tenían de darse duro y fuerte, que sus zonas íntimas estuviesen moradas del placer y sus cuerpo arañados a fondo.

Querían dañarse de una maldita vez, querían joderse.

—¿Cómo te llamas? —Inquirió el recién llegado.

—Mare —dijo ella con una voz muy seductora.

La voz de Mare era algo gruesa, algo que al sujeto le fascinó.

—Es un lindo nombre, aunque dudo que en verdad te llames así —le sonrió.

—Del Mar, así me llamo —por debajo de la mesa Mare tocó la pierna de aquel hombre—, ¿y tú?

El contrario se mordió los labios y tomó a Mare de la nuca. La besó intensamente, metiéndole la lengua y mordiéndola duro, le pasó la saliva por el mentón y casi le come los dientes.

Qué rico hijueputa.

Mare lo tomó del cuello y lo pegó más hacia ella, la gente los veía raro pero a ellos no les importaba, no les quemaba la pasión. Sus besos eran ruidosos y sus salivas chorreaba, se iban a comer encima de esa mesa.

El cigarrillo y el vino siempre ha sigo una muy buena combinación.

La bella dama, sin despegarse de su amante, empujó el florero de decoración de la mesa y la copa; aquel hombre apagó su cigarrillo utilizando sólo sus dedos y tocó uno de los senos de Mare. Sus culos se despegaron del haciendo para elevarse un poco, el hombre la tomó de las caderas mientras que ella se apropiaba correctamente de su cuello.

Del Mar mordió los labios ajenos y luego pasó su lengua por su boca. Ella no aguantó y colocó sus rodillas en la mesa, así entonces el hombre se pudo levantar completamente y tomarla a ella con más propiedad. Le subió el vestido a la mitad del trasero de la chica y suavizó la zona. Mar metió sus manos por debajo de la camisa de su chico y hacerlo retorcer por sus suaves y frías manos.

Un mesero, excitado, se acercó al par de amantes, lamentablemente para interrumpir.

—Disculpen... —ambos de despegaron— eso no lo pueden hacer aquí, es un lugar público.

Mar soltó una carcajada echando su cabeza hacia atrás y siendo besada en el cuello por el hombre. Ella, al terminar su burla, miró directamente al mesero.

—¿Sabe qué más es público? —El mesero enarcó una ceja— el agujero de mi vagina.

El apuesto hombre se contagió de la risa de su zorra y continuamente la besó. Al separarse, Mare se bajó de la mesa y el chico se arregló un poco el traje; para cuando se iban a ir, Mare lo detuvo posando su mano en el pecho de él.

—Nombre —ordenó.

—¿Importa? —Ella asintió— Número 17, o más bien soy el Androide 17.

Perfecto.

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A pasos torpes entraron al condominio de 17, riendo y sacando chistes de lo que había pasado.

—Fue lo máximo —halagó Mar.

—Las personas estaban locas cuando veían la forma en la que te besaba —17 se mordió el labio tan sólo recordando.

—Es verdad, es verdad —Mare dejó su abrigo blanco en el sillón de la casa, vio una estéreo y se acercó para ver qué música había— Vamos a ver qué tienes.

Sacó algunos discos desordenados que habían encima del aparato y comenzó a revisar.

—Beatles. Little Mix. Iron Maiden —para ella estaba siendo interesante los gustos de 17—. Oh, no sabía que te gustaba Marilyn Manson.

Sacó uno de los álbumes: Antichrist superstar. La primera canción sonó a todo volumen inundando los oídos de 17 y Mare de los gritos de Marilyn.

—Marilyn Manson me fascina, me para los pezones —miró por encima de su hombro hacia 17 y le picó el ojo.

17 se dio lugar atrás de ella tomándola de las caderas y restregando su grueso pene. Mar sintió un bulto entre sus dos nalgas y cerró sus ojos por el placer, pasó sus manos por las de 17 para apegarse más a su polla. El hombre comenzó con unos suaves círculos por el templo de Sodoma de su sumisa, la mujer soltó un gemido al imaginarse ser rompida por él.

—Hagamos un calentamiento —dijo 17.

—¿Con ropa?

—Con ropa —afirmó 17.

En segundos, Mare ya se encontraba en el brazo del sillón y levantando bien su apetitoso culo y vagina hacia 17. El Androide, al ver las bragas de ella mojadas, bajó sus pantalones sin quitarse su ropa interior; acarició su cena y luego estrelló su polla en las dos nalgas de Mar. Una fricción congestionó con gemidos la garganta de la bella dama, despeinándose de lo dura de la situación y quedándose con la garganta seca.

17 empezó a masturbar a Mar con un enorme morbo en la mente. Le abría las dos mejillas prohibidas y le metía el dedo corazón para darle amor a su clítoris. Habían distintas formas en la cual hacerla chillar: círculos, triángulos, el zig-zag, pero el más delicioso era la metralladora. Deslizaba ese dedo en su clítoris con una enorme velocidad, causando más fracción y lujuria a Mare.

—Golpeame —17 paró muy extrañado de aquella petición—. Maldita sea, 17, golpeame la espalda, el culo, las piernas, lo que sea, ¡pero hazlo!

Y así lo hizo. Le dio una palmada a la espalda de ella sin piedad, le hizo tan fuerte que la gritó desgarrando su garganta. Sin llenarse, ella le pidió más pero esta vez en el culo, le exigió que fuese fuerte, que le dejara marca.

DURO, le dio muy duro a ese redondo trasero.

—¿Eres así cuando te golpean? —Inquirió 17 continuando con la fricción.

—Sólo cuando hay sexo, de resto no.

17 bajó la cabeza de Mare con su enorme mano para que dejara de hablar disfrutara de lo que hacía. Siguió masturbando hondo, sintiendo los componentes de la deliciosa vagina que tenía al frente; tiempo después se arrodilló y acercó su lengua a la zona íntima de Mare, la rozó un poco con la punta y luego mordió sus labios.

Con su increíble fuerza, le dio un fuerte golpe en su vagina para que Mare chillara como nunca, y así lo hizo.

—¡AH! —Gritó ella.

El macho le dio una enorme lamida desde el inicio de la línea de su trasero hasta la de su vagina. Estaba mojada, empapada de lo excitante que 17 la ponía; Mare se mordió el labio y aruñó sus labios con desesperación.

—¿Te gusta? —Inquirió 17.

Ella no pudo responder porque ahora disfrutaba de un buen sexo oral. La tela de la tanga fue corrida hasta mostrar un enorme banquete. Los dedos gruesos y altos de 17 acarició la entrada de aquel trasero haciéndole agua la boca.

—Apetitoso —dijo él.

—Comible.

De una vez le mandó la trompa para comerse la vagina de Mare. Tomó con su boca una de las mejillas y succionó con poder; hizo lo mismo con la otra y luego con su preciado clítoris; metió sus dedos y luego su lengua para provocar mucho más placer.

—¡Mierda! —Gritó la sumisa.

Sin despegar su lengua, avanzó hasta la entrada de su culo. Mar elevó su templo de Sodoma para otorgar un enorme acceso; 17 separó sus dos nalgas y dio una nalgada.

—Qué suave —insistó ella recibiendo como respuesta una nalgada más fuerte—. ¡Puta, dolió! ¡Uff!

No muy satisfecha con la acción, Mare se rasguñó a sí misma el trasero logrando cinco línea rojas. La temperatura subía y Marilyn explorando más sus oídos, los gemidos de hicieron más audibles cuando 17 comenzó varios balbuceos en la entrada de la mujer.

Mar atrapó con una de sus manos las hebras largas y negras de 17, quería más placer, mucho más placer. El poder lo llevaba ella por la fuerza que empleaba, mientras, 17 intervino con sus dedos continuamente y su lengua.

Penetró con su lengua y luego escupió para esparcir con sus dedos. Pasó a su vagina para también penetrarle esa larga lengua y proceder con el vaivén, fue frenético y nada suave.

Esa vagina se iba a quemar de lo fuerte que me hacían. Delicioso

17 levantó a Mare y él se sentó en el sillón para esperar su turno, ella se reincorporó para arrodillarse al frente de la enorme polla de su Androide y poco a poco bajó ese bóxer. ¡BUM! Ese pene salió mejor disparado que una nave de la Nasa; a Mare se le escurrió algo de saliva por una esquina de sus labios.

¡Tremendo!

Esa punta estaba muy rosada y a ese pene se le notaba unas enormes venas, apetitoso relieve. Brilloso, ese era su estado y además estaba bien parado. Mare pasó su rostro por la extensión de esa polla, esta mañana su cara olía a vainilla, pero ahora, en este momento, era mejor, era de un olor a pene caliente, muy grueso.

En eso, 17 le dio una cachetada a Mare al mismo nivel que las nalgadas. La cabeza de ella miró hacia otro lado, y para cuando ella lentamente volvía a su posición, dio una ladina sonrisa de satisfacción.

—Me encanta —dijo ella.

Sin suspirar, agarró el miembro de 17 y comenzó a masturbar. Frenético, duro, fuerte, exquisito, sin ningún pudor; la cara de Mare ardía como el infierno, sumando a eso, su calentura. Arriba abajo, abajo arriba, su mano podría sufrir del algún calambre, pero no fue así.

—¡Ah! ¡De por dios, Mare! —Gimió el Androide— ¡qué ganas!

Sus gemidos se agravaban cada que Mare seguía masturbando. Pasando a algo más excitante y sin esperar, Mar de tragó esa polla como una dulce paleta; su lengua lamía la forma cilíndrica y su saliva se escurría por las entradas de las orillas de su boca. La campana de su boca no fue excepción, se tocaba con la punta del glande, producía arcadas por lo sensible que era, pero no importaba, no quería desaprovechar ese lujo.

Frotó su paladar por la extensión y absorber su propia baba y el jugo pre-seminal de 17. Sacó la polla, masturbó y luego lamió, hasta que de repente, a Mare se le dio la gana de morder la punta.

—¡Ah! ¡¿Mare, qué haces?! —Dijo 17 con molestia.

Ella, aún arrodillada, estiró su cuerpo para quedar al nivel del Androide. Sonrió y chupó dos de sus dedos.

—No sabes con quién te haz metido —amenazó—. Vamos a disfrutar.

Se tragó de nuevo el glande. Subía y bajaba su cabeza con enorme aceleración, se la tragaba desde el inicio hasta hasta la punta; los testículo de 17 estaban aumentando su tamaño y ella no dudó en tocarlos con brusquedad. El Androide fue quien agarró los cabellos de ella y la empujó más a su polla.

—¡PUTA QUÉ RICO! —Gimió— ¡Ah! ¡Ah, Mare!

Graciosamente, Mare sacó la polla y lo utilizó como cepillo de dientes y después volvía a comérselo. Una corriente había sentido 17, como una serpiente amarrándose a su cuerpo.

—Me vengo —avisó 17—. Mare.

Ella dejó libre su boca y colocó la punta en su lengua. Una sustancia caliente, espesa y blanca salió a la luz, una divinidad, su agua bendita. Mar se lo tragó todo, no sin antes esparcirlo por sus dientes, sobre todo sus muelas, entonces fue ahí donde se lo tragó con ganas.

Número 17 logró descansar, pero Mare no. Se sentó encima de la bultosa polla, dejando sus piernas a cada lado de 17, lo besó para pasar el sabor de su amante. Él mordió su labio y la apegó más a su pecho, apropiándose de su cuerpo. Al separarse, 17 decidió tener un momento para ver la belleza de Mare más de cerca.

Seria, frunciendo levemente el ceño, hermosa, adictiva. No le alcanzaba las palabras pero sí las acciones.

—Eres muy hermosa, ¿lo sabías? —Dijo acariciando con sus nudillos el rostro de la doncella— Muy hermosa...

Pero ella no quería mamadas. Tomó el mentón de 17 y lo echó hacia atrás para así atacar su cuello, el hombre cerró sus ojos y atrapó la espalda baja de ella, se mordía mucho sus labios cuando Mar succionaba su piel.

Las lenguas son traviesas cuando se lo proponen.

Sin más, 17 levantó más el vestido de Mare para sacarlo. Ella levantó sus manos y el vestido rojo cayó al piso, 17 no se quedó con las ganas y quitó los tapa-pezones que traía para tener una mejor vista de sus pechos.

Redondos, nada caídos, sin estrías. Eran muy hermosas, bien moldeadas. Él no pasó de largo los botones: eran diminutos y tiernos, cosa que no dudó en tocarlos, además que le llamaba la atención lo erectos que estaban. En uno lo besó y en el otro lo tocaba con su pulgar.

—¡Ah! ¡Mm~! —Aulló Mare.

Ella reposaba sus manos en el pecho de 17, se dio cuenta que él llevaba aún su camisa, le dio la gran idea de quitársela mientras hacía círculos con sus caderas en ese pene. Sus pezones eran más que sensibles, el Androide sopló en la punta de su sumisa, Mare suspiró y cerró sus ojos. La camisa del hombre cayó, se expuso sus abdominales, unos lindos músculos potentes y nada superficiales; Mar abrió sus ojos y tocó los brazos, pecho y abdomen de 17.

Papasito rico.

Androide rompió la tanga de Mare con desespero, a cambio, ella le quitó su ropa interior. Los dos cuerpo por fin desnudos y el calor de ellos aumentando, finas bases se tocaban con lujuria y se apreciaban, muy impactados de lo que veían. El pulgar de 17 tocó los delgados labios de Mare, estaba encantado, enloquecido.

—Mujer... —susurró con su voz gruesa— eres especta-

No pudo terminar porque fue atacado por los delicados labios de Mar. Él cerraba sus ojos para ser complacido, pero ella los mantenía abiertos, siempre ha sido así. Besaron sus cuellos, clavículas y mejillas; 17 tocó su pene y con su mano contraria buscó la entrada de la vagina de Mare. Grueso, muy grueso, caliente y explosivo pene se introdujo en su vagina delicadamente hasta que Mare tocó las gordas bolas de 17.

—¡Aaaaaah! —dijeron al unísono, ciegos por su misma aurora.

Él besó los pezones soltando gemidos por lo tiernos y putamente suaves. Mare curvó su espalda y colocó sus palmas en las rodillas de su amante; el vaivén se hizo presente para chocarse con delicía, sin perder ni un centímetro, no dejar escapar nada. Los sonidos sucios chocaron con las paredes de la casa, el pene de 17, por la fracción, emitía burbujas invisible en la vagina de Mare.

Chocaban.

Se daban.

Se tocaban.

Gemidos candentes.

—Mm~ ¡17!

El nombrado le dio una cachetada y luego le jaló el cabello hacia atrás, después hacia adelante. Ella cerró sus ojos cuando sintió que el vaivén tomó más fuerza y sus pechos chocaban. Los gestos de Mar se hicieron intensos, 17 la miraba con felicidad al ver a esa criatura linda muy excitada, ella se concentraba para poder disfrutar con dureza el sexo.

Los sonidos se volvían más intensos, el grueso pene le abría el agujero. La bestia tomó un poco de la elástica y ajena piel humana de sus costillas para atraparla en sus palmas, la estiró y pellizcó con fuerza, Mare gritó.

—¡Estirame más la piel! —Gritó Mar.

Lo acató, le estiró su piel hasta donde se le permitía. Moldeaba entre sus dedos y volvía a estirar como nunca la piel trigueña; soltó en una mano la piel y la volvía puño para impactarla en el abdomen plano de Mare. Ella se quejó, pero no paró sus movimientos con su vagina y mucho menos sus gemidos.

La tomó del mentón haciendo que sus dientes se expusieran.

—Puta...

Ella rió, él la besó. Otra cachetada más fuerte y dolorosa, otro gemido fuerte y una ola de calor. El sudor caía en sus figuras, salados y locos; el pene salía y entraba con más continuidad, el cabello de Mare se movía muy exagerado y su boca se secaba; 17 sacaba suspiros y mantenía su boca abierta.

Cansados de la misma posición, el Androide la empujó para que impactara en el suelo, él se arrodilló y volteó a Mar para colocarla en cuatro, metió su pene de nuevo y comenzó sus movimientos. Le pegó en la espalda con las palmas y puños, luego hizo lo mismo con su culo; jaló de su cabello para que su espalda resultara en su pecho, se apropió de uno de sus senos hasta espicharlo y con su dedo índice jugar con su punta. Se notaba doloroso, pero para Mare era suculento.

Se movían muy exquisito, el pene de 17 era muy buen comido por esa vagina.

—¡Ah, ah, ah ah ah! —Gemía ella.

Androide sentía venirse. Besó el lóbulo de la oreja de Mare, lo mordió y luego le recordó lo zorra que era. Unas últimas estocadas y 17 logró venirse, derramando su semen por los adentros de la chica, soltaron un último gemido y el Androide se acostó al lado de Mar para reponerse.

—Fue increíble —soltó 17.

—¿Fue? ¡Já! —sonrió de lado por lo que el androide había dicho— Mi turno.

17 iba a levantarse para protestar ya que estaba muy cansado, pero Mare dio una vuelta y quedó encima del androide, aprisionó sus manos y las dejó por encima de la cabeza del hombre. Las uñas de Mare eran largas y afiladas, entonces lo utilizó como arma y abrió un poco la piel de los brazos del Androide.

—¿Qué haces? —Quiso indagar número 17.

Ella acercó su rostro, casi rozando con su nariz.

—Lo que en verdad me gusta.

Tomó la cabeza de 17 para que sus labios volvieran a hacer uno, después de besarse Mare lo empujó, tomó su pene y lo introdujo en su vagina. Ella se acercó a su cuello y lo mordió clavando bien sus dientes en la salada carne, él se quejó pero la dejó seguir. Estiró y tomó una mayor cantidad en su boca para morder más delicioso.

Las penetradas se hicieron más duras, ella resposó sus manos en el pecho del hombre y comenzó a dar saltos sobre él, sus senos se movían al mismo compás. Él la tomó de sus caderas y se frotó más fuerte.

—¡Dah! ¡Número 17! —Aulló ella.

El Androide se levantó con ella en brazos, Mare enredó sus piernas en las caderas de su amante. La llevó hasta el ventanal y de ahí la siguió penetrando, Mar sintió un cosquilleo en su espalda por el frío material. Sus gemidos subían de tono, sus corduras estaban fuera de línea sumando los desgarradoras estocadas.

Eran como golpes y su vagina se desgastaba. Se volvieron a besar y ella aruñó la espalda de 17 dejando más de una sola marca, él la sostuvo de su redondo trasero y metió en su agujero uno de sus dedos. Mare gritó un poco dejando al descubierto su cuello, 17 besó y chupó intensificando con rudeza.

—¡17! ¡MALDITA SEA!

Un orgasmo la hundió por completo, Mare tocó su cara e hizo para atrás su cabello y besarlo. 17 le dio otra nalgada y se la llevó a su cama donde terminarían todo. La botó la cama y le abrió las piernas, se acercó y la besó para recibir rasguños en sus mejillas; metió su pene y se separó de la pequeña boca de ella.

Sus zonas íntimas hacían enormes chasquidos. Maté tomó la mano de 17 y la dejó en su cuello.

—¡Aprieta! —Ordenó.

Comenzó a ahogarla apretándole el cuello como nunca; una vena se mostró en su frente y se coló rojo por la falta de aire. 17 siguió penetrando como una bestia y continuó pegándole a ella, Mare reía soltando carcajadas mientras era vilmente penetrada.

Un rasguñazo llegó al párpado de 17, así que fue besarla sin soltarle el cuello. Cuando se había excedido el límite, la dejó libre; Mar tomó aire y abrió más sus piernas, ignoró lo anterior y siguió gimiendo como perra.

—¡Ah!

El Androide no aguantó más y se vino en ella por segunda vez, se echó en el pecho de ello no sin antes besarla un poco y decirle lo siguiente:

—Eres una Diosa.

—Lo sé.

Metió su lengua en la boca de ella cuando volvieron a besarse, se miraron por un segundo y terminaron cansados en la cama hasta quedarse dormidos.

A las tres de la mañana Mare sintió un malestar en el estómago que no relacionaba en nada con los puños, era más bien un pensamiento que no le encontraba significado. Un brazo la tenía con firmeza en su cuerpo desnudo, miró hacia la nada y repasó lo que ella pensaba que había mal.

Indagó hasta que lo encontró.

—Mierda, no usé condón.

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Su alarmar de Kiss la despertó, algo que maldijo mucho pero a la vez agradeció. Suspiró cerrando sus ojos y volviendo a abrirlos para recordar aquel sueño.

Llegó a una sola conclusión.

—Sigo queriendo la vagina, a la verga.

—————

Perdón por no ser cumplida con la fecha, pero esta pendeja enfermó por huevona.

¡Pero ya!

Por cierto, recuerden el martes el estreno de "Lo llaman Jeff the Killer"

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