Elysium

By SofiDalesio

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¿Y si te dijera que toda tu vida es una mentira? Melody Hart cree haber tenido siempre una existencia normal... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Nota

Capítulo 5

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By SofiDalesio

Se despertó en medio de la noche con un grito atrapado en la garganta. Su respiración era completamente agitada, su corazón golpeaba de un modo doloroso contra su pecho, su cabello se pegaba a su rostro a causa del frío sudor. Sentía una presión en los hombros y se quitó enseguida las extrañas manos de encima. Retrocedió hasta golpearse contra la pared, completamente alerta y aterrada, agitada por algo que no recordaba. No, no podía estar allí, tenía que estar en otro lugar, había algo extremadamente importante que tenía que hacer. Tocó su rostro sin poder diferenciar el sudor de las lágrimas, sin comprender si su estado era debido a la agitación o al llanto descontrolado. Una pesadilla, nada más que una pesadilla.

Miró a Charlotte de pie junto a su cama y enseguida se arrepintió de haberla alejado de aquel modo tan descuidado pero la chica no parecía afectada. Alejó los cortos mechones de su rostro e intentó tranquilizarse. Respiró profundamente una y otra vez, contando hasta diez lentamente, y aún así conservaba el horrible sentimiento que algo había salido terriblemente mal. Charlotte prendió la suave luz de la mesa de noche y Melody protestó, cubriendo sus ojos con sus manos para resguardarse. Escuchó el sonido de la tiza contra la pizarra que solo significaba que su compañera estaba tratando de comunicarse con ella. Todo aquello le era demasiado ajeno. Sus oídos aún zumbaban con sonidos de disparos, veía tierra desierta y arena, y había un silencioso y desesperado grito de auxilio que había quedado grabado en su mente.

Estabas gritando.

—¿Lo estaba? —Preguntó Melody y Charlotte asintió—. Lo siento si te desperté.

La otra chica simplemente se encogió de hombros y le dedicó una de sus felices sonrisas. Se sentó con cuidado en el borde de la cama y dudó un instante antes de poner una mano sobre el hombro de Melody, un silencioso gesto que mostraba tanto preocupación como apoyo. La miró con sus dulces ojos verdes llenos de cariño y consternación, como si en realidad le importara su compañera de habitación. Melody seguía sin acostumbrarse del todo al silencio absoluto de Charlotte, ella ni siquiera abría la boca, pero comenzaba a saber interpretar sus gestos.

—Estoy bien. Es solo... —Melody suspiró y pasó ambas manos por su cabello—. Algo está mal. Algo salió terriblemente mal. No sé qué pero hay algo muy importante que no recuerdo, que tengo que hacer.

¿Quieres hablar de tu pesadilla?

Melody sacudió su cabeza. ¿Cómo decirle que no recordaba exactamente lo que había soñado? Las imágenes se deshacían en su mente como arena corriendo entre sus dedos. Tuvo una revelación y se apresuró en coger su cuaderno para dibujar todo lo que pudiera salvar antes que se perdiera para siempre. Dibujo una carretera de tierra, un tablero manchado con sangre, una mano buscando una ayuda que jamás recibió. Fue cuidadosa con los anillos, ocupándose de dibujar con detalle lo poco que podía recordar para conservarlo.

Escuchó el pequeño golpeteo de las uñas de Charlotte contra su pizarra, su sutil gesto para llamar su atención, y miró lo que había escrito.

Hablas en sueños.

¿En serio? ¿Qué digo? —Preguntó Melody y Charlotte sacudió su cabeza.

Siempre lo mismo.

Charlotte se apresuró a borrar con su mano la pizarra y escribir de nuevo una vez que Melody lo leyó.

"Tengo que ayudarlo. Él necesita mi ayuda. Tengo que ayudarlo."

Melody miró aquellas palabras y luego la mano que había dibujado, la mano que nadie había logrado coger en su ayuda. Tocó su rostro, siendo consciente de las lágrimas deslizándose fuera de sus ojos a pesar de no sentirlas. Lo supo, simplemente supo que estarían allí. Dejó su cuaderno a un lado y corrió fuera de su habitación, dejando a Charlotte atrás sin darle implicación alguna.

El pasillo del último piso del dormitorio estaba totalmente vacío y a oscuras como era de esperarse a altas horas de la noche. A ella ni siquiera le importaba estar rompiendo el toque de queda. Las cámaras de seguridad estaban encendidas para asegurar el bien de los estudiantes y seguían cada movimiento en las sombras. Melody corrió sin prestarles atención, escapando de ellas. En el absoluto silencio ni siquiera sus pasos se oían, fue rápida y silenciosa moviéndose en las sombras para que no la captaran del todo como si hubiera hecho aquello un millón de veces antes.

Fue directo al baño y se detuvo frente a un lavabo. Se apoyó sobre sus manos, intentando controlar en silencio su agitada respiración. La luz de la luna se filtraba a través de las altas ventanas, iluminando suavemente con un resplandor plateado la estancia. Se lavó el rostro sin pensarlo, limpiando lágrimas y sudor, esperando que el agua fría ayudara a aclarar su mente. Levantó la cabeza y miró su reflejo, había algo simplemente mal en la chica que le devolvía la mirada. Melody se acercó para examinarla mejor, intentando descifrar qué era lo que no estaba bien en ella. Era como un rompecabezas mal hecho, una pieza fuera de lugar, una prueba erroneamente hecha. Se acercó más, lo suficiente como para besar la superficie del espejo, y observó la marca que dejó sintiendo que había algo allí que estaba pasando por alto. Había visto el sello de su propio beso antes en alguna parte, sabía que había algo allí que simplemente estaba pasando por alto.

Se sobresaltó al escuchar el ruido detrás de ella y se dio vuelta solo para encontrar a Gabrielle también en pijama y con una chaqueta encima. Increíblemente, aún en esa situación, ella portaba guantes. Melody retrocedió por puro instinto hasta darse contra el lavado mientras la otra chica se acercaba a ella con paso firme y aquella intensidad de su mirada. Ella no le haría nada malo. ¿Verdad? Gabrielle se acercó hasta estar frente a frente con ella, examinándola con suspicacia desde la punta de su nariz.

—¿Qué es lo que tienes de especial, pequeña zorra? —Preguntó ella—. ¿Por qué estabas con la psicóloga el otro día?

—Siempre he tenido sesiones con la psicóloga escolar —Dijo Melody.

—Hasta donde yo sé eres la única estudiante en toda esta maldita institución que va a la psicóloga. Eso es un poco raro. ¿No crees? Mi hermano y Chris creen que tienes algo especial, que sabes algo que a ellos les interesa —Susurró Gabrielle acercándose más a ella—. ¿Quieres oír mi teoría? Creo que no eres nada más que una perra que anda jodida de la cabeza.

—Posiblemente. ¿Ahora me dejas ir?

—Dime lo que te hace especial, por qué ellos tienen este interés particular en ti.

—No sé a qué te refieres.

—No me mientas a mí —Dijo Gabrielle y puso una mano alrededor de su cuello—. ¿Cuál es el asunto contigo? ¿Es algo mental? Dicen que tienes a alguien metido en tu cabeza. Literalmente.

—¿Quién dice eso?

—Tu preciosa psicóloga. ¿Quién más? La escuché hablando por teléfono con su superior. Dijo que este sujeto se metió en tu cabeza y te está influenciando. Por eso el velo se está deshaciendo a tu alrededor. ¿Pero por qué tú? ¿Qué es lo que él quiere de ti?

—Ayuda —Susurró Melody y la empujó lejos—. No vuelvas a acercarte a mí.

—Quién lo diría, la pequeña perrita del sistema tiene actitud. Pero escúchame muy bien, solo porque muestres los dientes no significa que sepas morder.

—Mantente alejada —Dijo Melody con un valor que no supo de donde sacó.

—Sea lo que sea que te traigas entre manos espero por tu bien que no nos jodas a todos —Dijo Gabrielle y lentamente comenzó a sacarse un guante—. Le gritaste a Chris.

—Al igual que tú él no me dejaba en paz.

—Nadie le grita a Chris —Dijo Gabrielle acercándose a ella y sonrió de un modo cruel—. Se supone que no tengo permitido hacer esto pero quizás es tiempo que aprendas una pequeña lección si vas a quedarte aquí.

Levantó la mano dispuesta a tocarla y Melody supo en aquel momento que por nada del mundo debía permitir aquello. Actuó más rápido de lo que podría haber imaginado, su cuerpo moviendo por conocimientos de los cuales ella no era consciente. Se hizo a un lado tan pronto como Gabrielle intentó tocarla, cogiéndola por el brazo en el intento y doblándolo detrás de ella en un bloqueo. Fue un acto—reflejo que ella no supo de dónde salió.

Calma.

Sofocó un grito por lo que había hecho, intentando comprender cómo Gabrielle había terminado atrapada contra el lavado y ella la había inmovilizado. La otra chica apretó los dientes y la miró con furia a través del espejo. Melody la soltó enseguida, negando lo que había hecho, y retrocedió unos pocos pasos sin terminar de creerlo. No se detuvo a pensarlo más al ver la expresión decidida de venganza en el rostro de Gabrielle. Se dio vuelta y corrió tan rápido como pudo, huyendo como una cobarde. Escuchó un impacto detrás de ella pero no se detuvo a ver qué era. Simplemente corrió tan rápido como pudo, sintiendo su corazón latir con fuerza, deseando más que nada estar a salvo de nuevo en su dormitorio.

Se detuvo abruptamente al casi pasarse de su puerta. Miró sobre su hombro y luego el número de habitación, no creía haber llegado tan rápido. Estaba segura de no haber hecho todo el camino de regreso pero no se cuestionó ni un segundo más con temor a que Gabrielle la alcanzara. Se metió dentro de su habitación y le echó el seguro a la puerta antes de saltar dentro de su cama y cubrirse con las mantas hasta la cabeza como si aquello fuera un escudo. Ignoró completamente a la anonadada Charlotte que la había visto entrar. Cerró fuertemente los ojos y se obligó a dormir, repitiéndose una y otra vez que nada había sucedido en el baño. Aún no podía terminar de creer lo que había hecho, el modo en que había actuado. ¿De dónde había sacado aquellos movimientos?

Se dijo a si misma que Gabrielle no era nada más que una chica agresiva y loca. No había nadie dentro de su cabeza, era imposible que alguien se hubiera metido allí. Nada de lo que había dicho tenía sentido. Ahora comprendía por qué todos se mantenían alejados de ella o de cualquier otro de su grupo. Ellos no solamente eran peligrosos sino que además estaban locos. Y aún así Melody sintió la presencia de su cuaderno de dibujo detrás de ella sobre su mesa de noche como un helado recordatorio. La doctora Sandler le había dicho que era imposible crear una persona que jamás hubiera visto, que por eso sus dibujos no eran más que bocetos sin rasgos detallados o del todo definidos. ¿Pero y si lograba dibujar del todo a su joven desconocido? ¿Y si retrataba a aquel chico extraño tan detalladamente como si fuera una fotografía? ¿Si lograba hacerlo real seguiría siendo una invención?

El ruido del despertador por la mañana fue cruel. Melody protestó unos segundos antes de decidirse a salir de la cama. El sol brillaba intensamente fuera prometiendo un bello día. Se estiró cuanto pudo y se permitió creer por un instante que todo lo sucedido durante la noche no había sido nada más que obra de un sueño. Entonces se fijó en su cuaderno de dibujo abierto en la última hoja y sintió la sangre abandonar su rostro al ver aquella mano desconocida rogando por ayuda. Lo cogió con cuidado, recordando la sensación después de su pesadilla y el episodio en el baño. Genial, oficialmente se había hecho una enemiga. Su vida ya bastante complicada era sin agregar la ira de Gabrielle.

Se puso de pie y se vistió en el silencio habitual de su habitación, un silencio que llegaba a torturarla pero por el cual no podía protestar. ¿Qué tan cruel tenía que ser para quejarse al respecto frente a Charlotte? Salió al corredor mirando para ambos lados, estando bastante segura que Gabrielle la estaría esperando oculta en alguna parte y saltaría sobre ella a la primera ocasión para vengarse por lo sucedido durante la noche. ¿Serviría de algo rogar por perdón? Melody ni siquiera sabía cómo había hecho para inmovilizarla.

Al momento de acercarse al baño no pudo evitar ponerse totalmente alerta como una liebre amenazada. Internamente deseó más que nada no encontrar a Gabrielle esperándola allí. Para su alivio, no la vio por ninguna parte cuando entró. Y al contrario de la escena habitual que esperaba encontrar de todas las chicas apresurándose por cumplir con su rutina se encontró en medio de un alboroto. Todas las chicas estaban reunidas a un lado de la entrada, mirando algo en la pared que Melody no alcanzaba a ver. Escuchaba los constantes parloteos de todas, no había nada como un chisme para encender la llama femenina adolescente y ser un tema de conversación en común.

—Dicen que una bombilla explotó.

—Pues yo escuché que fue un rayo.

—¿Un rayo? ¿Cómo pudo un rayo terminar aquí? De seguro fue una falla eléctrica.

De algún modo Melody se las arregló para pasar entre las jóvenes y llegar al frente, lo suficiente para ver la oscura mancha en la pared del tamaño de un puño que solo podía ser producto de una quemadura. Se quedó sin aire, intentando imaginar cómo aquello había terminado allí. Una imagen de Gabrielle sacándose un guante y sonriendo con crueldad le vino a la mente mientras recordaba cómo la joven le había dicho que se suponía que no debía hacer aquello. Se negó a creer que aquello podría haber sido obra de Gabrielle, ya que aceptar aquello sería aceptar también que posiblemente alguien se hubiera metido dentro de su cabeza y la estuviera influenciando. Y esas cosas eran simplemente imposibles. Pero también era bastante imposible lo que estaba viendo.

Retrocedió para examinar mejor la escena, sin encontrar ninguna bombilla rota cerca o cables pelados que delataran una falla eléctrica. Estaba claro, aquella era la marca de un impacto de un rayo eléctrico, y sin embargo no había explicación lógica para justificar cómo había terminado allí. Melody miró a su alrededor sin encontrar a Gabrielle por ningún lado. Miró a las otras chicas, preguntándose qué ocultarían ellas. Y finalmente miró sus propias manos, preguntándose qué ocultaría ella.

Pensó en la sesión anterior con la psicóloga, en el tiempo que se había tomado para hacer su café, tempo más que suficiente para aquello y para hacer una llamada. Pensó en sus propias preguntas allí. ¿Por qué necesitarían inyectarle algo o sacar una muestra de sangre si había entrado allí por un traumatismo? Pensó en sus zapatos rotos al momento de la fiesta y en las botas que había encontrado en el hospital. ¿Dónde estaban sus zapatos rotos? ¡A ella ni siquiera le gustaba el alcohol de ese modo! Tocó las perforaciones de su oreja, preguntándose cómo su madre siendo como era había permitido que se las hiciera.

¿Cómo saber en quién creer y en quién no? ¿Por qué ella estaría equivocada en vez que los demás le estuvieran mintiendo? Había buscado en Internet sobre el robo que ella había mencionado y no había encontrado nada al respecto. Había creído estar equivocada entonces. ¿Pero de dónde sacar semejante historia? ¿Cómo diferencias lo real de lo que otros querían que creyera real? Ese era el problema en la vida, los mayores establecían un sistema que obligaban a los jóvenes a seguir, y cuando uno iba contra ese sistema era tachado de loco o problemático, aislado para que no contaminara con sus ideas a los demás.

Melody miró su reflejo y en aquel momento tomó una decisión. Real o no había algo atrapado en su subconsciente, y ella descubriría lo que era.

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