Addiction •Jikook OS•

By leexjeon

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Jungkook es un fumador empedernido, hasta que conoce a Jimin y se da cuenta de que existen adicciones mucho m... More

⭐⭐⭐

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Jungkook recordaba con exactitud la primera vez que había notado a Park Jimin.

Como cualquier otro día de clases en la universidad, Jungkook se había saltado la hora de mecánica para salir al extenso espacio verdoso que tenían como patio para fumar un cigarrillo. El castaño ni siquiera recordaba cómo había comenzado su adicción al cigarrillo, pero hacía más de un año desde que había pasado verdadero tiempo sin tener uno de esos pequeños cilindros entre sus labios la mayoría de las veces.

Caminó a paso lento sacando la cajetilla del bolsillo trasero de su pantalón negro y arrugó el entrecejo cuando se dio cuenta de que sólo le quedaban dos cigarrillos. ¿Cómo se suponía que iba a sobrevivir al resto del día en la universidad sin sus cigarrillos? Hizo una mueca de fastidio y, luego de tomar uno, guardó la cajetilla de vuelta en su bolsillo. Prosiguió a sacar su infalible encendedor azul y poniendo el cigarrillo entre sus labios, lo encendió con la concentración de alguien que hace un trabajo de suma importancia. 

No podía explicar lo bien que se sentía aquello. La sensación del humo inundando sus pulmones seguido un estado de relajación casi palpable, dos cosas que se le hacían extremadamente adictivas. Se apoyó en la pared trasera del edificio y cerró los ojos con la intención de sumergirse en tan agradable sensación, volviendo a inhalar otra bocanada de humo. No importaba cuantas veces las personas a su alrededor le dijeran que debía dejar aquél mal hábito afirmando que eso sólo lo mataría, porque Jungkook sabía que, fumara o no, de igual forma moriría. Así que, ¿por qué privarse de una acción que le agradaba?

Aún con los ojos cerrados, escuchó pasos a su extremo izquierdo, pero no se molestó en mirar ni en esconder el cigarrillo que ahora era sostenido entre sus dedos índice y medio. Ya no estaba en el instituto, nadie que lo encontrara allí podría meterlo en problemas por fumarse un cigarrillo.

Esperó a que los pasos se alejaran sin moverse de su postura inicial, pero más que desaparecer, parecían escucharse cada vez más cerca, hasta que se detuvieron, cuando el castaño pudo deducir que la persona estaba en su campo de visión.

Jungkook abrió los ojos con algo de molestia y giró su cabeza en dirección a donde había escuchado los pasos. Estuvo a punto de soltar con brusquedad una frase de amenaza por interrumpirlo, pero se detuvo ante la imagen que tenía frente a sí.

Un muchacho bajito y rubio lo estudiaba con una miraba indescifrable. A pesar de su estatura, el chico parecía bastante intimidante con esos bonitos ojos calculadores y la expresión recia. Jungkook no pudo evitar quedar atrapado en la mirada del rubio, quién tampoco dejaba de mirarle, admirando esas hermosas facciones, comenzando desde los ojos expresivos, pasando por las regordetas mejillas y terminando en esos deliciosamente abultados labios. El castaño lamió los suyos propios, se llevó el cigarrillo una vez más a ellos y volvió a aspirar humo sin despegar su mirada del hermoso chico que tenía en frente, como si al hacerlo estuviera brindando por la existencia de ese ángel caído.

Para su sorpresa, cuando dejó escapar el humo de sus pulmones, el chico dio un paso atrás con expresión asqueada y comenzó a mover su brazo frente a sí para alejar el humo de él. Sin poder evitarlo, Jungkook soltó una risa ronca al notar su reacción.

—¿De qué te ríes?— preguntó amenazante el rubio. Jungkook no pudo evitar pensar en lo melodiosa que era su voz—. Si has decidido matarte, no tienes por qué contaminar a los demás también.

El castaño volvió a reír.

—No te estoy obligando a que te quedes, pastelito— respondió irónico.

—¿Quién te crees para ponerme apodos? Ni siquiera nos conocemos— si, era un chiquillo a la defensiva.

—Pues eso puede arreglarse fácilmente— extendió su mano derecha sin dejar de sostener el cigarrillo en su izquierda —. Mi nombre es Jeon Jungkook. ¿Cual es tu nombre, pastelito?— se encargó de acentuar la pronunciación del apodo a sabiendas de que al rubio parecía molestarle bastante.

—Soy Park Jimin— levantó el mentón —. Y no pienso tomar tu mano. No quiero apestar a cigarrillo como tú— y sin decir nada más, se dio la vuelta para alejarse de Jungkook, dejándolo con una mano extendida y una expresión incrédula.

Lo observó alejarse y, retirando su mano avergonzada, sonrió complacido.

—¡Nos vemos, pastelito!— gritó para que Jimin lo escuchara. Él lo ignoró por completo —. ¿Me darías tu número?— volvió a gritar. Esta vez si consiguió una respuesta, o mejor dicho, una reacción.

Sin darse la vuelta, el rubio levantó un brazo bien en alto y le mostró su hermoso dedo medio. Jungkook soltó una carcajada.

—Park Jimin, ¿eh?— dijo por lo bajo, suspiró y volvió a sonreír.

Los días siguientes a aquello fueron un borrón que enmarcaba a Jungkook pasando la mayoría de su tiempo en la universidad admirando a Park Jimin desde lejos. Se dio cuenta entonces que el rubio estaba con él en dos clases y Jungkook tuvo ganas de golpearse la cabeza contra la pared por no haberlo notado antes. Y es que, ¿qué en el mundo le había impedido mirarlo? El castaño no lo sabía, pero estaba bastante enojado consigo mismo por ser un horrible observador. Pero vaya que estaba compensando el tiempo perdido. Ahora no había momento en el que Jimin estuviera en la misma habitación con él y no lo mirara. Y si, probablemente parecía un acosador, pero, en su defensa, el rubio era un imán por sí mismo, y Jungkook era un enorme pedazo de metal sin remedio.

Durante sus horas libres, las cuales compartía con Jimin, se la pasaba solo en el patio recostado sobre algún árbol y fumando sus fieles cigarrillos mientras miraba al rubio bromear y compartir con sus amigos. Él nunca parecía notar su presencia en los alrededores, lo que le hacía más fácil mirarlo en silencio sin parecer a los ojos del rubio un horrible acosador. Recordaba lo bien que se sentía verlo sonreír y reír a carcajadas, cómo sus ojos casi desaparecían cuando lo hacía y ese lindo hábito que tenía de apoyarse en las personas cuando las risas eran demasiado intensas. Cuando lo vio por primera vez, Jungkook pensó que sería perfecto retratar aquél momento, pero para su desgracia, no tenía dónde hacerlo, así que se dijo que debía comenzar a llevar su cámara a la universidad, y así lo hizo.

Cuando tuvo la oportunidad de tomarle una foto, lamentablemente Jimin no estaba sonriendo o riendo. Estaba sentado solo en un banco bajo el sol y parecía estar estudiando, con un pesado libro sobre sus piernas y un montón de apuntes a un lado. A pesar de que su expresión no era de felicidad, sino de concentración, Jungkook pensó que era imposible que ese chico pudiera verse bien en todas sus facetas; incluyendo su expresión de asco, que era la que había dedicado a Jungkook cuando lo conoció. Sonrió ante el recuerdo y apuntó la cámara hacia el muchacho, moviendo el lente para tener un ángulo más cercano y por último presionó el botón, capturando el hermoso perfil de Jimin en la tan anhelada fotografía. Suspiró con felicidad al chequear la foto. Hacía mucho tiempo que no sentía verdadero placer en la fotografía. Y había sido tanta su concentración en capturar aquél momento, que ni siquiera había notado que no había tocado ni un solo cigarrillo en todo el rato.

Jungkook había intentando acercarse para hablar con él; no le importaba de qué, sólo quería hablarle, pero el hecho de que Jimin nunca estaba solo se lo impedía. Siempre iba con un risueño chico pelirrojo o con un rubio malhumorado.

La oportunidad se le presentó un día cuando ni siquiera estaba buscándola.
Había salido para ir al baño, algo hastiado de la clase en la que estaba y más molesto aún por haberse terminado los cigarrillos hacía más de una hora, cuando vio a lo lejos en el pasillo una figura que caminaba aproximándose hacia él. Y Jungkook observó con satisfacción que se trataba nada más y nada menos que de Park Jimin, quien caminaba con la mirada en el suelo y las manos metidas en los bolsillos de su pantalón negro ceñido. El castaño detuvo sus pasos y esperó. Pero al parecer Jimin no iba en esa dirección, pues giró a la izquierda siguiendo por el desolado pasillo. Jungkook se apresuró a seguirlo, negándose a perder la oportunidad que se le presentaba en bandeja de plata.

Antes de que Jimin llegara a donde sea que se dirigía, Jungkook, unos pasos más atrás, lo llamó.

—¡Hey!

Jimin, que se creía solo en el pasillo ya que ni siquiera había notado las pisadas del castaño, se giró sorprendido. Cuando vio a Jungkook mirándolo con una media sonrisa, rodó los ojos y le hizo un gesto con las manos para instarlo a hablar. Jungkook no se desanimó con la indiferencia del rubio y al contrario, se acercó a él a paso lento sin dejar de sonreír.

—¿Tienes un cigarrillo, precioso?— le preguntó una vez frente a él.

—¿Perdona?

—Perdonado— Jimin lo miró inexpresivo—. Preguntaba que si tenías un cigarrillo para mi.

El rubio permaneció en silencio unos segundos, sólo observándolo sin expresión. Por último, cerró los ojos y suspiró profundamente, como si se armara de paciencia, y dijo en tono controlado:

—Dos cosas— levantó dos dedos. Jungkook no borraba su sonrisa—. Uno, te dije que no me pusieras apodos. Y dos, ¿qué te hace pensar que soy tan estúpido como para reducir mis años de vida con un capricho?

—Sólo preguntaba. No te alteres, pastelito— levantó las manos en forma de paz.

—Basta— lo señaló amenazante—. No me llames pastelito.

—¿Por qué? Tu dijiste que no podía llamarte así porque no nos conocíamos— se encogió de hombros—. Ya nos conocemos, pastelito — recalcó el sobrenombre.

—Yo no dije eso.

—Sí lo hiciste.

—No

—Si.

—¡Cómo sea!— exclamó exasperado Jimin, haciendo que Jungkook soltara una risa por lo bajo—. Deja de burlarte de mi.

—No estoy burlándome de ti— le dijo.

Jimin entrecerró los ojos mirándolo con sospecha, para finalmente darse la vuelta con toda la dignidad del mundo y comenzar a alejarse con rapidez, ignorando los llamados de Jungkook, que, más que molestarse por los desagradables comentarios del rubio, sólo había quedado aún más enganchado con el muchacho, incluso cuando no creyó eso posible.

Con el paso del tiempo, Jungkook se acercaba cada vez más a él. Lo abordaba durante las clases que compartían juntos e incluso varias veces durante los descansos, aunque esto último sólo lo hacía si Jimin estaba solo. El rubio, descubrió, era bastante terco y tal vez un poco borde, pero tenía este lado tierno y cariñoso que muchas veces no podía reprimir, y Jungkook estaba más que feliz con eso. Porque eran esos pequeños momentos, cuando lograba hacerlo reír o le compraba algún dulce, los que le hacían darse cuenta que Jimin era más que la cara de ángel que lo había atraído en primera instancia, y aquello le encantaba.

Para qué iba a negarlo, todo de Jimin le encantaba.

Fue comenzando el quinto mes desde que lo conoció que se permitió aceptar cuánto le gustaba en realidad Jimin. Para entonces, se había dado cuenta de todo lo que hacía por él. Todas las veces que había preferido sentarse a su lado en la biblioteca mirándolo estudiar en lugar de ir a su cada a dormir; cuando le compraba golosinas a pesar de que Jungkook nunca compraba para sí mismo; las veces que lo invitó a tomar café incluso cuando el castaño lo odiaba, sólo porque sabía que Jimin daría su vida por una taza; y lo más importante de todo, todos los días que se había abstenido de fumar para no incomodar a Jimin con el olor.

Fue por eso por lo que, recién caído en cuenta de su increíblemente gran atracción por Jimin, estuvo bastante molesto cuando lo vio salir de clases y correr emocionado hacia los brazos de un perfecto extraño para él, y más aún cuando los vio alejarse calle abajo en dirección a quién-sabe-donde.

Él sabía que estaba haciendo mal cuando se encontró a sí mismo siguiéndolos a una distancia considerable, lo sabía. Pero no pudo evitarlo. Jimin nunca le había comentado nada sobre tener un novio o algo por el estilo, así que más allá de la molestia y los celos, Jungkook tenía curiosidad. La ansiedad por saber quién rayos era ese tipo casi lo hizo sacar la olvidada cajetilla de su mochila, pero se contuvo, diciéndose que debía resistir si quería llevar a cabo lo que tenía en mente.

Los observó sentarse en un banco de piedra con vista al extenso parque dominado por el color verde, y en seguida ponerse a hablar cómodamente sobre algún tema del que Jungkook nunca se enteraría. Ajustándose la mochila sobre su hombro, caminó lejos de ellos hasta encontrar otro banco que se encontraba al menos a treinta metros de distancia. Tomó asiento y esperó.

No sería un completo idiota para acercarse y preguntarle directamente a Jimin quién rayos era ese chico; en vez de eso, había decidido que esperaría a que el chico o Jimin se fueran de allí y luego hablaría con el rubio a solas. Todo estaba perfectamente calculado en su mente; desde lo que haría cuando los dos se separaran, hasta la meta final, donde realizaría el movimiento que, para bien o para mal, cambiaría su relación con Jimin. Estaba pidiendo una y otra vez que cambiara para bien, lo estaba anhelando.

Tal vez pasó alrededor de una hora y un poco más cuando por fin el muchacho castaño de sonrisa cuadrada con el que Jimin conversaba se levantó de su asiento. Jungkook se incorporó en su lugar, donde había pasado el rato dibujando lineas aleatorias sobre un papel, el cual dejó a un lado, y miró expectante la escena, rogando que el muchacho estuviera yéndose por fin, dejándole el camino libre para hablar con Jimin. Satisfacción se extendió por sus facciones cuando lo vio despedirse del rubio con un abrazo y alejarse agitando una mano hacia Jimin. Tuvo que contenerse a sí mismo para no correr hacia su chico cuando por fin se encontró solo. Después de guardar sus cosas de vuelta en su mochila, caminó alrededor, acercándose cada vez más al punto donde el rubio aún se encontraba, pero sin terminar de hacerlo; sólo lo suficiente para ubicarse en el campo de visión de Jimin y que él lo notara.

Como si hubiera sentido la intensa mirada sobre él, Jimin levantó la mirada de su celular, en el que había estado enfrascado, y se encontró con la de Jungkook, que se apresuró a sonreírle y levantar la mano en forma de saludo. Él, al contrario, frunció el ceño como si no le agradara el hecho de encontrarse con el castaño allí.

Jungkook se acercó, negándose a sentirse mal por la reacción del rubio, y apenas estuvo frente a él, volvió a sonreír.

—¿Qué haces aquí?— dijo Jimin sin borrar su expresión.

—Bueno, éste es un sitio público, pastelito— respondió. Jimin ni siquiera se inmutó a la mención del apodo, hacía bastante que se había acostumbrado—. Sólo pasaba por aquí, te vi y quise pasar a saludar. Luego me di cuenta de que estabas acompañado.

El rubio asintió con los ojos entrecerrados. Jungkook se rió por su desconfianza; seguro pensaba que estaba siguiéndolo, y no lo culpaba, porque era exactamente eso lo que había estado haciendo, pero él nunca lo aceptaría frente al muchacho.

Se quedaron en silencio por unos segundos en los que sólo se miraron el uno al otro.

—Entonces...— comenzó Jungkook tanteando el terreno—. Ese chico…— Jimin lo miró interrogante—. ¿es tu novio?

El rubio dio un paso atrás, tomado por sorpresa. Cambió su rostro a uno inexpresivo sin dejar de mirar con detenimiento a Jungkook, como si buscara algo en su rostro.

—¿Por qué lo preguntas?

—Verás— dijo Jungkook intentando disimular su nerviosismo—; se trata de un experimento que estoy haciendo.

—¿Qué?— preguntó el otro sin comprender nada.

—Así es— el castaño asintió —. Yo hago una pregunta y, dependiendo de la respuesta, continúo o no con el experimento.

Jimin no respondió, aún demasiado confundido como para decir algo.

—Entonces, ¿cuál es la respuesta, pastelito?

El silencio se prolongó y Jungkook imaginó lo peor. Que Jimin había tenido novio todo este tiempo y que no se lo había contado, que él no le agradaba, que nunca habían sido cercanos como él creía, y un montón de locuras más. Comenzó a ponerse más nervioso, sus manos comenzaron a sudar y pasaba su peso de un pie al otro. Jimin, por otro lado, sólo miraba al piso, como si pensara su respuesta, con el ceño fruncido con profundidad. Después de lo que parecieron horas, por fin el rubio soltó un largo suspiro y se dignó a mirar al nervioso chico frente a él.

—Sólo es un amigo de la infancia— dijo, y Jungkook casi saltó sobre un pie—. No es mi novio.

Ahora era el turno de Jungkook de quedarse sin palabras, pues temía que si abría la boca, pudiera soltar un chillido muy poco masculino.

—Ya tienes una respuesta, ¿seguirás con el experimento?— preguntó Jimin, curioso por saber qué se traía entre manos el otro chico.

Jungkook estuvo a punto de preguntar a qué experimento se refería, pero se recuperó con rapidez y volvió a adoptar su actitud relajada, aunque sus manos estaban temblando y sudando más que nunca, anticipando la siguiente acción de Jungkook.

—Lo haré.

Sin soltar ni una palabra mas, procedió a dar un paso al frente, acercándose lo más que pudo a Jimin, dispuesto a dejarlo todo en ese momento. Con una leve vacilación, posó sus manos en las regordetas mejillas del hermoso chico, que lo miraba con los ojos como platos, y acercó su rostro con lentitud, dándole tiempo de alejarse si así lo quería. Pero Jimin no se alejó, sólo se quedó allí mirándolo paralizado. Jungkook cerró los ojos, dejándose llevar por la situación, y sólo con un mínimo movimiento más de su rostro, sus labios ya estaban sobre los de Jimin.

Entonces Jungkook pensó que no había nada comparado a la sensación de probar los apetecibles labios del chico que le gustaba. Fue como si sólo en ese momento, tocara el cielo con los dedos, como si miles de sentimientos de júbilo explotaran dentro suyo y lo hicieran bailar alrededor como lo haría un niño. Y cuando sintió que por fin Jimin le correspondía, esos miles de sentimientos se convirtieron en millones. Acarició las mejillas del chico una última vez y bajó sus manos hasta su cintura, al tiempo que Jimin entrelazaba las suyas detrás del cuello de Jungkook, incluso aplicando un poco de fuerza para atraerlo más cerca; el castaño no se negó.

Sus labios seguían moviéndose al mismo compás, y de no haber sido porque ambos necesitaban aire para vivir, habrían permanecido allí para siempre.

Se separaron sólo unos milímetros, tomando el oxigeno que necesitaban, y se miraron a los ojos, ambos con labios rojos e hinchados y luciendo mucho más que satisfechos. Jimin, que no apartaba las manos del cuello del más alto, no pudo evitar sonreír de un momento a otro. Jungkook lo imitó, y si ambos hubieran podido verse en un espejo en ese momento, no creerían lo enamorados que parecían.

—Creí que tu aliento sería asqueroso, pero debo decir que fue bastante agradable— bromeó Jimin sin separarse.

—No me creerías si te dijera que no fumo cuando sé que voy a verte— dijo Jungkook sobre sus labios.

Jimin sonrió aún más y se puso de puntillas para volver a besarlo.

Si, Jungkook recordaba muy bien ese primer beso con Jimin. Incluso un año después.

Y es que precisamente ese día se cumplía un año desde que Jimin y Jungkook habían comenzado a salir de forma oficial. Y mientras acariciaba los ahora castaños cabellos de su novio, que dormía plácidamente con la cabeza en el hueco del cuello de Jungkook, le había dado por recordar desde la primera vez que vio a Jimin, pasando por sus primeras interacciones y siguiendo con su primer beso. Podía decir con certeza que él nunca había sido tan feliz como con Jimin. El cambio en su actitud de hacía un año y medio hacia la actual era un hecho comprobado. Pero por supuesto, y gracias a Jimin, dicho cambio había sido a uno mejor. Jungkook agradecía todos los días por haber conocido a Jimin.

Lo sintió revolverse entre sus brazos, para luego separarse y estirarse cuan largo era como un gato. Su abdomen desnudo volvió a pegarse al de Jungkook cuando volvió a abrazarlo como si en vez de una persona se tratara de un oso de peluche. Abrió los ojos y miró a Jungkook con ojos pequeños por el sueño y una sonrisa en su rostro.

—Feliz aniversario— susurró, y Jungkook sintió que podía derretirse en cualquier momento.

—Feliz aniversario, pastelito.

Se besaron sin prisas, como si ambos tuvieran todo el tiempo del mundo para los dos; y luego de juguetear y decirse algunas palabras cursis el uno al otro, Jimin se levantó para ir al baño, mientras Jungkook lo esperaba pacientemente sobre la cama.

Cuando por fin Jimin salió sólo con unos pantalones de deporte puestos, Jungkook se dio cuenta de que traía algo en su mano. Era esa olvidada cajetilla de cigarrillos que había guardado en el baño, la cual además estaba vacía.

—Parece que se terminaron— le dijo agitando la caja—. Más tarde iré a la tienda. Puedo traerte más si quieres.

Porque aunque Jimin odiaba los cigarrillos y odiara que Jungkook los consumiera, sabía que habían muchos momentos en los que su novio los necesitaba para calmar su ansiedad o sus nervios.

—No es necesario.

Jimin se detuvo en su tarea de botar la caja vacía a la basura y se dio la vuelta para encarar a su novio.

—No los necesito— respondió Jungkook a la preguntan no formulada de Jimin.

—Pero…

—Hace dos semanas que no toco uno, Jimin.

La sorpresa que produjeron sus palabras fue bastante obvia. Claro que, era normal que Jimin reaccionara de esa manera, después de todo, Jungkook nunca acostumbró a fumar frente a él, pues sabía cuánto le molestaba. Así que no había forma de que él supiera que los últimos meses consumía uno por día, luego uno por semana, hasta que hacía dos semanas sólo dejó de consumirlos. Lo mejor de todo fue que no había sentido como si los necesitara. Podía decir con seguridad que los cigarrillos no serían más un problema para él.

—¿Por qué de repente…— Jimin seguía paralizado.

—No los necesito porque tengo una nueva adicción — Jungkook se acomodó sobre los almohadones de la cama con indiferencia.

—Jeon Jungkook, como te hayas metido en las drogas, te voy a…— Jungkook soltó una carcajada que resonó por toda la habitación. Jimin lo miró con expresión seria y brazos cruzados—. ¿Es eso, cierto? Te metiste con las drogas y…

—¡No! ¡Amor, no!— gritó Jungkook para que el más bajo lo escuchara—. No son drogas. ¡Mi nueva adicción eres tú! ¿qué no lo ves?— se incorporó en la cama hasta levantarse y caminar hasta su novio, tomando sus manos.

Eso definitivamente lo dejó fuera de juego. Jimin abrió y cerró la boca como si quisiera decir algo, pero sólo logrando parecer un adorable pez.

—Desde que te conocí, has sido una adicción para mi, sólo que hasta ahora me doy cuenta— dijo Jungkook para llenar el silencio—. Así que pensé: ¿por qué perder mi tiempo en una adicción dañina cuando podría invertirlo en una adicción mucho mejor?— levantó las cejas como para hacerlo entender su punto.

Jimin permaneció en silencio unos minutos más, hasta que se recuperó y lo besó aplicando más fuerza que de costumbre. Jungkook correspondió al beso encantado.

—Estoy orgulloso de ti, Kookie— le dijo sobre sus labios—. Te amo.

Porque si besar y tocar a Jimin se sentía como tocar el cielo con la punta de los dedos, escucharlo decirle que lo amaba era como caminar sobre las nubes.

—Te amo más, pastelito.

***

Nuevo OS, yaaaay.

Pero no cualquier OS, sino uno muy especial porque está dedicado a my other half tía piña InfiresLady por su cumpleaños.
¡Sorpresaaaa!

Debo admitir que esto se me ocurrió de última hora, así que no se puede comparar con mi primer OS; sin embargo, me gustó mucho y espero a ustedes también.

Besos llenos de amor para todos💕

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