Ni lo pienses (Trilogía Nina...

By SofiDalesio

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¿Maldita de nacimiento? Listo. ¿Mejor amiga con un corazón roto por un imbécil? Doblemente chequeado. ¿Metid... More

Nota de autor
Prólogo: Hablemos de mí en 3era persona, así suena más trágico
Capítulo 1: Lo que hago por las respuestas del examen
Capítulo 3: Lilas y violeta, no tan alegre como crees
Capítulo 4: El imbécil, la bruja y el magister
Capítulo 5: ¿Por qué me pasa esto a mí?
Capítulo 6: La ilógica lógica del tiempo
Capítulo 7: El juego más delicado
Capítulo 8: Efecto dominó
Capítulo 9: La belleza del duelo
Capítulo 10: Los residuos del tiempo
Capítulo 11: Este (no) es mi día
Capítulo 12: Si no hay para ambos
Capítulo 13: Maldita noche
Capítulo 14: "seguro", sí, como si tuviera tanta suerte...
Capítulo 15: ¡Lokabrenna, sirve de algo!
Capítulo 16: La anormal normalidad de los cambiaformas
Capítulo 17: Si debo jugar también...
Capítulo 18: ¿Cuántas veces debo repetirlo?
Capítulo 19: The Thief, dulce Thief
Capítulo 20: Mordida, mordida, mordida...
Capítulo 21: ¡Aprende a reinar el infierno!
Capítulo 22: Razones para no morir
Capítulo 23: Cambio de prioridades
Capítulo 24: El nido de locos
Capítulo 25: No qué sino cuándo
Capítulo 26: Ninception
Capítulo 27: ¡Perderé el juicio a este paso!
Capítulo 28: Y ahora en primera persona
Capítulo 29: Gestos expresan más que palabras
Capítulo 30: Y así es cómo todo sucedió
Capítulo 31: traducción/interpretación
Capítulo 32: ¡Dime qué hacer!
Capítulo 33: Farvel, min far
Epílogo: Todos mis mañanas por un ayer
Nota final
Anexo: Idiomas
Continuación (Disponible en mi perfil)
¡Nueva portada!

Capítulo 2: Si la sopa dice huye. ¡Huyes!

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By SofiDalesio

¿El examen de oratoria? Excelente. Por favor, haber besado al maldito señor Malcolm debería ser recompensado con graduación inmediata. ¡Ni todas las respuestas del mundo valían ese infierno!

¿Mi estado? No tanto.

A veces me gustaría realmente ser una perra sin corazón, pero eso es difícil cuando sientes la muerte de cada uno de tu especie. Nada de muertes pacíficas o "se durmió y no despertó más, no lo sintió". Como me gustaría que esa maldita mentira fuera real. Si podía sentir también esas muertes, entonces no era consciente, quizás realmente no sentían nada al morir. ¿Pero los asesinatos? Intenta, cada vez que alguien de tu especie es asesinado, sentir esa muerte, experimentarla como propia; y luego atrévete a decirme que no sea una perra sin corazón.

Ser atravesado en el vientre no es tan malo en comparación con otras cosas que he sentido. ¿Mi favorita personal hasta el momento? Aspirar plata. Esa hija de puta realmente podía causarte los peores minutos de tortura de tu vida. Odiaba la plata. No había nada peor para un cambiaformas que la plata. Sí, todos tenemos nuestro talón de Aquiles. ¿Crees que algo es indestructible? Cálmate, seguro hay una maldita cosa capaz de matarlo. ¡Piensa en Baldr! Después de todo, estaba maldita de por vida porque el supuestamente inmortal e indestructible Dios había sido asesinado. Nada como darle al orgullo a los Dioses para maldecir una línea de sangre hasta el fin.

—¿Sabes quién era? —preguntó Holland.

—Kaian. Su nombre era Kaian. Era solo un guardia

—¿Lo conocías?

—No.

—¿Crees que sepan de su muerte?

Sacudí mi cabeza intentando no pensar en ello, siempre era el mismo interrogatorio cuando sucedía. Holland tan solo quería ayudarme y cuidarme, nada para dejar a una chica tan sensible como experimentar la muerte. Ella tenía aquellos ojos de cachorrito que delataban que mi actitud no la engañaba, sabía que por dentro estaba mal. ¿Sufría por mi pueblo? Era parte del paquete.

—Si no lo saben pronto lo sabrán —dije e intenté darle mi mejor sonrisa sardónica—. Truco del compañero de viaje y todo eso.

—¿Estás segura que quieres ir a la fiesta esta noche?

—Sí. ¿Por qué no?

Nada como entra en modo "hace menos de veinticuatro horas experimenté la muerte de uno de los míos" como para que tu mejor amiga se olvide del chico que no ha devuelto ninguna de sus llamadas ni mensajes ni recuerda que existe luego de haber tenido sexo con ella. De hecho, ahora que lo pensaba bien, golpear a James quizás lograra levantarme más el ánimo que estar en la universidad mientras me sentía gris por dentro. ¿Siquiera es eso un estado de ánimo?

—Podemos ir de compras si quieres —sugirió Holland y se encogió de hombros—. O simplemente quedarnos en la habitación viendo The Vampire Diaries.

—¿Mientras tú lloras sobre cómo Damon y Elena deberían estar juntos?

—¡Ellos deberían totalmente estar juntos!

Alguien debería prohibir que los brujos vieran la televisión humana. Pero Holland estaba sonriente y radiante de nuevo, incluso soportaría que hablara de ese tonto animé que veía si eso la hacía feliz, cualquier cosa valía su felicidad. Se adelantó unos pasos con sus pequeños saltos y se dio vuelta como siempre hacía, lista para coger mis manos y balancearlas lo cual supuestamente era un gran símbolo de amistad de parte de un brujo, y por ese segundo tan solo pude ver su perfecta sonrisa y su rostro brillante de alegría, sus ojos entornados, su cabello radiante al sol. Y luego palideció con absoluta preocupación.

—Nina...

Fue una simple palabra. Sentí la cálida gota deslizarse fuera de mi nariz. Tontamente toqué mi rostro solo para manchar las puntas de mis dedos de rojo, como si no supiera lo que era. Regla n° 83: siempre tiene que ser sangre lo que aparece mágicamente en mi rostro.

El intenso dolor no tardó en aparecer. De hecho, fue peor de lo que jamás antes hubiera experimentado. Primero fue en mi nariz, luego se extendió como una lanza atravesando mi cerebro. Helado y tortuoso, dulce plata que era peor que ácido para mí. Mis rodillas fallaron y caí al suelo mientras internamente gritaba en agonía. ¿Por fuera? Los cambiaformas no gritan. Nunca. Gritar es lo peor que podemos hacer. Si alguien hubiera escuchado mi grito interno seguramente lo hubiera dejado sordo.

Holland se agachó junto a mí. Me sostuvo por los hombros y me sacudió pero todo lo que podía sentir era el intenso dolor mientras sostenía mi cabeza entre mis manos. Mis uñas se clavaban dolorosamente en mi cuero cabelludo pero ni siquiera ese acto inconsciente lograba anclarme a la realidad. Holland intentó alejar mis manos para evitar que me hiciera daño. ¿Muerte por lobotomía con instrumentos de plata? ¿En serio? Olvídate todo lo que he dicho anteriormente, esta definitivamente ganaba el podio y por mucho.

Las lágrimas ardieron en mi rostro y Holland me cubrió con su abrigo en caso que perdiera el control sobre mí y cambiara. No lo haría. Había aprendido a perfeccionar mi control a pesar de mis emociones. Tan solo quería gritar y que el horrible dolor se detuviera, pero ninguna parecía una opción. Y la agonía se extendió por lo que me resultó interminable, cada segundo el dolor tan solo avanzando un centímetro más dentro de mi cabeza hasta que prácticamente pude sentir la punta del inexistente instrumento atravesar mi cráneo del otro lado.

El dolor terminó entonces. Caí sin fuerza alguna al suelo mientras por dentro no podía dejar de temblar ante la experiencia. Débilmente logré ver a Holland sobre mí, ella me sacudía por los hombros desesperadamente y llamaba mi nombre pero su voz sonaba muy lejana. Sentia la cálida sangre gotear de mi nariz. Otros estudiantes se acercaron para ver qué sucedía pero no eran importantes. Solo quería cerrar los ojos y dormir. Quería que un extraño me cargara a un lugar seguro y cálido, quería que alguien limpiara la sangre de mi piel con su pañuelo mágico y luego durmiera toda la noche conmigo asegurándose de espantar mis pesadillas.

Me dejé ir.

Sí, patético, aunque no tanto si sabes lo que es experimentar una maldita lobotomía mortal. ¿En serio? ¿La gente seguía haciendo eso? ¡Alguien había querido torturar esa pobre mujer hasta la muerte! Y cuando desperté en la enfermería no sabía si llorar por lo que había sucedido o buscar al maldito responsable y hacerlo pagar.

—¡Nina!

Holland prácticamente saltó sobre mí y me abrazó hasta asfixiarme. ¿Por qué la gente siempre hacía eso? ¡Tenía más posibilidades de morir por el abrazo de mi amiga que por experimentar la muerte de otro! Mi cuerpo se sentía demasiado débil y agotado, por unos segundos la enfermería dio vueltas a mi alrededor y consideré la opción devolver a recostarme en la cama pero un maldito mareo no me haría bajar la cabeza.

—¿Cómo demonios terminé aquí? —pregunté frotando mi cabeza.

—Te desmayaste.

—¿En serio? No lo había notado —respondí sarcástica y Holland rodó sus ojos.

—¿Tienes idea de cuánto me asustaste? ¡Creí que te había pasado algo grave! Tuviste suerte que una pareja me ayudara —dijo ella y unas traviesa sonrisa tiró de sus labios—. Él era ardiente. Como, realmente ardiente. Es una lástima que la chica haya sido tan dulce como para no poder decir que es una perra y tenerle envidia. Además, creo que él era de mi tipo.

Holland levantó sus manos y movió sus dedos enguantados dejando bastante en claro a lo que se refería. Suspiré y eché a cabeza hacia atrás, yo me desmayaba y mi mejor amiga encontraba un brujo en el campus con el cual tener un flechazo. ¿Para qué estaban las amigas? Pero si con eso no pensaba en James por mí que tuviera un flechazo por el señor Malcolm, aunque en ese caso quizás intentaría exorcisarla porque no habría otra explicación de cómo eso era posible.

La enfermera vino para comprobar mi estado, y tras asegurarse que seguiría siendo un dolor en el culo para los profesores de la universidad partió. Tendrían que soportarme por un tiempo más. Una joven asistente dejó una bandeja con la cena en la mesita junto a la cama pero la ignoré. Holland estaba sentada a mi lado hablando sobre banalidades como siempre hacía cuando estaba nerviosa. Yo estaba estancada en cama por un simple desmayo hasta que me dijeran que podía irme. Y la fiesta de fraternidad estaba sucediendo sin mí. Y mi marca picaba.

Maldita sea. Mi marca picaba. Eso nunca era una buena señal. ¡Esa cosa llevaba tiempo sin molestarme! Intenté no entrar en pánico. ¿Cuáles eran las posibilidades de que esto no fuera más que una horrible casualidad? Conocía mi suerte, Puro Huesos debía estar fuera de la enfermería llamando a mi puerta. Tal vez, si le quitaba su fémur, caería como un montón de huesos desordenados y...

—¿Nina?

Holland interrumpió mi pequeña risa maníaca, también le puso un fin a mi humor negro. Por supuesto, esto era algo para lo que ella había firmado al aceptar ser mi mejor amiga. No fue mi efímera locura lo que llamó su atención, sino mi mano rascando mi brazo justo donde la marca estaba. Atrapada. Ella estuvo sobre mi enseguida y levantó la manga de mi camisa solo para descubrir la tinta expuesta en la piel interior de mi brazo.

No existe nada tan cool como los tatuajes que hacen los brujos, no conozco a nadie no brujo que no sienta fascinación al ver sus dibujos cobrar vida en sus cuerpos. Si mi marca no fuera una sentencia a muerte entonces créeme que sería cool tener una flecha tribal tatuada en mi brazo con vida propia. Era pequeña, del largo de mi meñique, y le gustaba estar a la altura de mi corazón aunque a veces se movía a lo largo de mi brazo para aparecer en otras partes. A veces sus plumas eran sencillas, otras veces de lo mas extravagantes. A veces incluso florecían rosas de su madera.

Si no fuera una maldición sería bonita. Normalmente solía ocultarla, no me era difícil para nada, excepto cuando esta aparecía en mi piel y entonces no podía deshacerme de ella y eso solo sucedía cuando había problemas. Serios problemas. Del tipo que ya han matado a 34 personas. Holland sofocó un pequeño grito al ver la flecha en mi piel. Mientras la cosa no comenzara a arder no habría motivos para correr...

—¿Estamos bien? —preguntó Holland sosteniéndome la mirada, sus ojos siendo claros en las palabras no dichas.

—Tranquila, no estamos en alerta roja aún. Excepto que hablemos de mi apetito, entonces estamos en alerta triple seis y...

Cogí la bandeja de comida entre mis manos y callé enseguida cuando la dejé sobre mi regazo. Sopa. ¿Qué tenían las personas con dar maldita sopa? Sopa de letras por cierto. La niña dentro de mí quería aplaudir y escribir palabras, jugar con la comida como no debía en vez de beber la horrible mezcla. Aquello hubiera sido posible, si alguien ya no lo hubiera hecho. Las letras flotaban prolijamente ordenadas en medio del tazón.

HUYE

Cuando la sopa te dice que huyes, tienes que huir. Holland se llevó una mano con perfecta manicura a sus rojos labios. Con cuidado dejé la bandeja a un lado mientras examinaba toda la habitación. Valoraba mi vida, alguien claramente había querido torturarme con esa muerte, y si la sopa diría que debía huir yo saldría de aquí como vegetariana en una carnicería. ¡Valoraba en algo la vida de Holland!

Sin decir nada me puse de pie y até rápidamente mis zapatillas. El suelo se sentía inestable pero no importaba, tenía que sacar a Holland de aquí. Me aferré a su brazo esperando lucir como una chica mala queriando sacar a su mejor amiga del peligro y ponerla a salvo en vez de como una loca inestable que no podía caminar sin ayuda. Salimos de la enfermería sin decir palabra alguna. El edificio estaba oscuro y vacío, estilo película de terror. Una parte de mi cerebro estaba tarareando la música de Tiburón lo cual definitivamente no ayudaba.

—Plan de escape número siete —susurré bajo mi aliento.

—Espera un momento. ¿Cuál es ese? ¿El que incluye una invasión de ratones o una lluvia de salsa de tomate? —preguntó Holland mientras la arrastraba por todo el pasillo.

—¡No! ¡Esos son dos y cuatro! El número siete es...

Me detuve al sentir mi marca arder. Bien, se acabó el tiempo. Si la marca ardía el infierno estaba cerca. Escuché ruidos al final del pasillo y no dudé en comenzar a correr llevando a Holland a rastras. ¿Realmente? ¡No estaba en forma para una persecución mortal! ¿Por qué tenía que pasar esto ahora? ¿Por qué no podía pasar en medio del examen de oratoria con cientos de testigos? ¿Por qué siempre tenía que ser cuando el corredor estaba vacío y oscuro estilo película de terror?

Abrí las puertas del edificio solo para encontrar el campus totalmente vacío. ¿En serio? Solo faltaba la niñita cantando alguna escalofriante canción de niños, que nunca sabías a quién demonios se le había ocurrido enseñarle una canción tan tétrica a un niño en primer lugar, y los juegos moviéndose solos. ¿Por qué no podía ser una adolescente normal y disfrutar de una fiesta de fraternidad como todos? ¿Por qué tenía que estar siendo cazada por Scream?

—Tienes que abrir un portal. Puedo ganar tiempo, solo ve y abre un maldito portal de una vez.

—No te dejaré sola.

—¡No seas estúpida y haz lo que te digo! Al diablo la lealtad de amigas, si quieres que sobreviva obedece. Ve y abre un jodido portal, juro que estaré para saltar dentro antes que tú.

—¿Cuánto tiempo?

—Holland, llevo toda una vida haciendo esto —dije sin ocultar el cansancio en mi voz y luego la miré de aquel duro modo en que nunca deberías mirar a tu BFF—. Ahora. HAZ COMO. TE. DIGO.

Bien, quizás sí había aprendido después de todo a dar esa mirada del señor Malcolm que no dejaba opción a protestas. ¡Pero hey, no era momento para lamentarme por tratar así a Holland! Seamos sinceros, cuando el momento de la verdad llega no dejas que tu mejor amiga se quede estancada contigo cuando la muerte puede estar al otro lado. Sobre todo cuando la jodida muerte está tras de ti. El número 34 estaba bien, no agregaría otro más, no Holland.

Ella me miró a los ojos una última vez y luego huyó. Bien, abandonada a mi suerte para enfrentar a lo que sea que parecía tener un odio personal contra mi sangre, no era como si esta fuera la primera vez. Con las puertas del edificio cerradas detrás de mí mientras tiraba con todas mis fuerzas para asegurarme de mantenerlas en tal estado tan solo podía pensar en la maldita fiesta que me estaba perdiendo. Conociendo mi suerte seguramente Project X estaba sucediendo al otro lado del campus mientras yo era cazada a muerte.

¿Por qué o quién? Bueno, no era como si alguna vez me hubiera quedado el suficiente tiempo para averiguarlo. ¿Qué demonios importaba quién era? ¡Si me quería muerta yo no me sentaría a tomar el té con él o ella o lo que sea para preguntarle el motivo! Tan solo sabía que, si la marca en mi brazo comenzaba a arder, era mejor correr tan rápido como fuera posible y en la dirección opuesta que señalaba la flecha.

Algo se estrelló contra la puerta al otro lado. El impacto casi logró que soltara mi agarre pero resistí. ¿Por qué no podía tener una vida normal? Tiré con todas mis fuerzas aún cuando era evidente que alguien estaba golpeando al otro lado. Si esto fuera una película de terror este seria el momento en que la protagonista, tonta e inocente y seguramente virgen, saldría corriendo y gritando histéricamente como si quisiera señalarle al asesino el camino a seguir. Realmente. ¿Esas chicas siquiera tienen algo de cerebro? Si quieres mi opinión, la clásica colegiala/universitaria virgen de película de terror grita al correr porque quiere que el asesino/monstruo la alcance, y no específicamente para matarla. Esas chicas siempre son las más pervertidas por dentro....

Regla n°51: Nunca actuar como la virgen de la película de terror.

—¡Cálmate de una vez maldito animal! —grité.

Miré a un lado esperando la mirada de reprimenda de Holland por estar gritándole al exterminador de mi línea de sangre pero, por supuesto, había enviado lejos a mi mejor amiga para salvarla y con algo de suerte salvarme también. Ok, mejor para mí, prefería no imaginar lo que me diría de haberme escuchado. Los golpes al otro lado eran insistentes. ¿Alguien estaba pateando la puerta? ¿Sería mucho pedir al menos un asesino psicológicamente estable?

Los golpes cesaron. En un mundo ideal aquí sería donde podría suspirar de alivio pero seamos realistas, cuando los golpes cesan es porque el maldito enfermo que quiere matarte tuvo una mejor idea que seguir forzando la puerta al comprender que es en vano. Y, por más que me encantaría creer que mi perseguidor no era más listo que yo, la sopa había dicho que huyera. ¿Y quién en su sano juicio ignoraría la advertencia de la sopa? Bien, eso había sonado más loco de lo pretendido...

Salté lejos de la puerta y comencé a correr en la misma dirección por la cual Holland había desaparecido. Escuché el estridente impacto de la puerta detrás de mí cuando esta finalmente fue abierta pero ni siquiera me permití mirar hacia atrás. ¿Por qué el campus tenía que estar vacío? ¿Por qué no podía simplemente haber gente con lo cual sería cuestión de cambiar mi imagen y mezclarme? ¿Por qué tenía que ser durante la fiesta de fraternidad?

El rojizo cabello de Holland fue como un bendito faro en medio de la noche para mí, tan solo esperaba que nadie más fuera capaz de notarla. Ella estaba de rodillas en el césped, recitando palabras en un idioma que simplemente nunca me había molestado en aprender al no ser una bruja mientras el charco delante de ella se expandía. Había tenido el tiempo para encontrar una manguera y crear el charco, bendito fuera el servicio para el estudiante. Ella debió escuchar mi desesperada corrida porque enseguida se giró y sus brillantes ojos se encontraron con los míos.

Lo juro, en aquel momento parecía una bruja más de lo que jamás antes la hubiera visto. Su cuerpo tenía aquella mística esencia cuando hacía magia, su rostro siendo el de una bella criatura salida de un cuento de fantasías más que de realidad. ¿Por qué demonios estaba viviendo de vender las respuestas de los exámenes en el campus en vez de utilizar a Holland como modelo?

No me detuve a pensarlo al saber que el portal estaba abierto, de lo contario ella no se hubiera detenido. Luego tendría tiempo para replantear mis malas decisiones financieras en mi vida. Aceleré el paso preguntándome y maldiciendo por haber faltado a las horas de atletismo. Nota mental: no volver a dejar pasar meses sin correr, perder la práctica no es una buena idea.

—¡Tiempo perfecto!

Le mostré mi mejor sonrisa a Holland al pasar por su lado antes de saltar dentro del charco.

Nunca. Me. Acostumbraría. A. La. Maldita. Magia.

En vez de saltar sobre barro como esperaba tontamente, me hundí por completo contra cualquier ley física. Aunque, por supuesto, estábamos hablando de brujos y su jodida magia, con ellos nada nunca tenía sentido. Contuve la respiración y sentí el helado charco tragarme por completo antes de escupirme con tanta elegancia como un niño de tres años escupiendo goma de mascar.

Me arrastré fuera temblando mientras el agua se escurría por mi cuerpo Dulce y sucia agua de un miserable charco sobre la tierra del campus. ¡Ay de mí! ¡Mis pobres profesores me extrañarían tanto! ¡Las clases no serían lo mismo sin mi preciada presencia! ¡Harvard perdería su prestigio sin...! ¿A quién pretendia engañar? El decano estaría bailando apenas supiera que no volvería. Y allí iba mi perfecto semestre de perfectas calificaciones en la universidad. ¿Para qué siquiera me había molestado en entrar? ¿Acaso mi perseguidor no apreciaba mi educación superior? ¡Los jóvenes debían darle prioridad a la educación!

Holland gimió al salir a la superficie y tiré de ella para sacarla. En el abandonado y deplorable galpón nuestras agitadas respiraciones eran lo único que se oía en medio de la noche. Tan pronto como ella estuvo fuera me puse de pie y tiré de la soga colgando sobre nuestras cabezas, el saco de arena que descansaba arriba se abrió dejando caer su contenido sobre el charco. El agua fue absorbida por completo. Golpe mis manos innecesariamente solo para cumplir con el clásico gesto de trabajo hecho mientras miraba al montón de arena mojada a mis pies.

—Nina cincuenta y siete, sujeto aterrador cero. ¿O acaso es más? Perdí la cuenta luego de la vez veinte.

—¿Alguna vez llegas a temer por tu vida? —preguntó Holland intentado recuperar el aire.

—¿Debería?

—¡Sí!

—No está en mi naturaleza.

Ella levantó una mano para callarme. Luego de varios segundos finalmente logró volver a respirar con normalidad y se puso de pie. Éramos un caos, y no del tipo sexy con camisetas mojadas sino del tipo acabo-de-huir-de-un-asesino. Nos miramos en silencio. ¿Cómo le pies mejor a tu mejor amiga por haberla hecho correr de un posible maníaco asesino obsesionado con acabar con tu línea de sangre? Pero ella había aceptado que venía con parte del paquete Nina Loksonn ese hecho, aún así no pude evitar hacer una mueca.

—¿No más universidad?

—¿Y ahora qué haremos? —preguntó Holland.

—Rike —respondí simplemente.

Cualquier emoción se borró de su rostro por completo, si el frío y la cacería no la habían hecho palidecer entonces ahora lucía como si hubiera visto un fantasma. Los brujos no veían fantasmas. ¿Cierto? Podría haberle dicho a Holland que estaba pensando en rentar mi vientre y ella no me habría mirado así ni de cerca. Holland conocía demasiado bien mi drama de princesa rebelde de su pueblo que estaba lejos de hacer lo que el actual gobierno deseaba. En realidad, el drama era mucho más que eso considerando que no tenía autoridad alguna. ¿Realmente? ¿Abdicar para salvar la línea de sangre de sus exterminadores? Al parecer no había sido suficiente, mi antepasado debió pensarlo mejor.

—No hablas en serio —dijo Holland y le resté importancia con un gesto de mano al pasar a su lado.

—Visitemos mi querido y olvidado reino, estoy seguro que deben extrañar tenerme por allí. Mis súbditos necesitan ser recordados que sigo con vida —solté sin ánimo alguno en mi voz.

—¿Qué sucedió? Antes del incidente con la marca. Dime ahora mismo —pidió Holland y la miré sobre mi hombro.

—¿Y quién eres tú para ordenarme? —pregunté sin emoción.

—Tu mejor amiga que acaba de salvar tu culo.

—Creí que yo salvé el tuyo.

—Nina...

—Tenemos un funeral al cual asistir.

No dije nada más, en realidad no me sentía como para decir nada más. ¿A salvo? Chequeado. ¿Estable internamente? No pensaba ni de cerca responder a eso. Pero Holland no es mi mejor amiga por nada, además de estar las dos conviviendo entre humanos contra cualquier lógica o el hecho que su compañía es conveniente cuando se trata de escapar. Además, estoy bastante segura que los brujos son bastante empáticos.

Ella no insistió al percibir que no andaba con mi chispa habitual, lo cual agradecí enormemente por dentro. Con Holland no necesitaba pretender ni dar excusas, ella me daba mi espacio y eso era todo lo que necesitaba. Holland chasqueo los dedos y una esfera de luz amarilla se formó sobre su mano, los brujos realmente tenían buenos trucos cuando deseaban. Ella guió el camino en la oscuridad hasta un antiguo chevy que solía guardar aquí. Ni siquiera me dirigió una mirada mientras me acomodaba en el asiento del copiloto y me acurrucaba contra la ventana, ella simplemente puso el vehículo en marcha y encendió la radio.

¿Recuerdan cuando dije que los guardianes de frontera eran choferes? Eso fue más literal de lo que deben de haber creído. Cada región del mundo tenía su puente directo con las comunidades, territorios inexistentes para los humanos pero mejor conocido como origen para nosotros. ¿El triángulo de las Bermudas? ¿El triángulo del dragón? Ah, no es mi especie no me incumbe, pero las desapariciones de humanos allí no es casualidad. ¿Y realmente crees que el Pacífico es tan grande sin ninguna tierra de por medio? Piensa mejor.

Holland no podía abrir portales que directamente se conectaran con las comunidades por cuestiones de seguridad, pero podía abrir un portal hasta este galpón y luego coger el auto hasta el punto de quiebre. Lo último que deseaba en el mundo era regresar a Rike para escuchar sobre cómo estaba desperdiciando mi vida y ser reprendida como si fuera una niña pequeña cuando según una tonta profecía la supervivencia de mi especie dependía de que mi línea de sangre no se extinguiera, y realmente no quería escuchar el discurso sobre cómo ya debería estar teniendo hijos para salvar la línea. Pero a veces, a veces era tiempo de autosacrificio. Aunque quizás debería hacerme ver, estos cambios abruptos de ánimo no eran normales. ¿O lo eran para una cambiaformas? No era como si tuviera otro a quien preguntarle.

—¿Lo conocías? —preguntó Holland, ella no necesitó especificar a quien.

—Sí —respondí luego de varios segundos en silencio.

—Lo siento.

—La mataron para llegar a mí, para torturarme. No hay otra explicación.

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