Daniel "Un Chico Enamorado"...

By Min_Ha_Sang

71.3K 4.6K 293

Daniel depende de un ventilador para seguir con vida. Nunca ha salido de su casa ni mucho menos ha explorado... More

Prólogo
ADVERTENCIA
Capítulo Uno: "Existiendo"
Capitulo 2: "Una Vida Difícil"
Capítulo 3: Una Flor en la Nieve
Capítulo 4: La Flor Más Brillante
Capítulo 5: La Hermosura de la Locura
Capítulo 6: Si los Recuerdos Fueran Felicidad...
Capítulo 7: Perfecto
Capítulo 8: Errores
Capítulo 9: Cosas que Forman Parte de la Vida
Capítulo 10: Las Luces Brillaban en la Tierra
Capítulo 11: Querer y Enamorarse
Capítulo 12: Silencio
Capítulo 13: Los Recuerdos son Felicidad
Capítulo 14; ¿Egoísta?
Capítulo 15: Resolver Algo es Igual a Encontrar un Misterio Mayor
Capítulo 16; Palabras de Alguien Herido, para Alguien Destrozado
Capítulo 17: Flotante Azul de Luna
Capítulo 18: Una Triste Sorpresa
Capítulo 19: Amor Insuficiente
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 35 - FINAL
Epílogo
Nota de la Autora
ANUNCIO

Capítulo 34

1.1K 77 9
By Min_Ha_Sang

No quería ser así.

En ese momento descubrí que debía tener mayores aspiraciones en la vida que esperar a que mi futura esposa fuera capaz de cuidarme.

Pensaba si podría ingresar a una universidad a pesar de la mala calidad de educación que recibía en el centro especial. Además, me preguntaba quién me ayudaría con mis necesidades si empezaba a asistir a una escuela normal.

Estaba más asustado que muchos jóvenes de mi edad al pensar en el futuro.

¿Y si mamá moría?

¿Y si Julie se apartaba de mi lado?

Si de un momento a otro me quedaba solo, ¿cómo lograría sobrevivir?

Simplemente no lo haría.

De estar solo en el mundo no podría seguir existiendo.

Las posibilidades de que algún día estuviera por mi cuenta eran nulas -a menos que yo mismo decidiera alejarme. Pero la mala suerte era parte de mi vida. Uno nunca sabe cuando el mundo te va a jugar sucio.

Así que, mirando la colonia mugrosa a espaldas de mi casa decidí que iría a Monterrey.

Habían demasiadas cosas que me asustaban de alejarme, principalmente me daba miedo dejar a mi novia. No obstante, al analizar la situación con detenimiento, era mucho más aterrador un futuro estando como estaba.

Si nunca lograba respirar por mi cuenta iba a morir joven, incluso podía desarrollar problemas cardiacos en un futuro cercano. Si el ventilador no me mataba, entonces lo haría una de las muchas úlceras por presión que se formaban en mi piel.

Años había pasado deseando una pequeña oportunidad para poder caminar, al menos una pequeña esperanza. El tratamiento de células madre era quizá mi única opción.

No era correcto negarme a hacerlo.

Noa estuvo conmigo mucho, sobre todo cuando la semana de evaluaciones de Julie le robó todo el tiempo del mundo. Para cuando fue mi cumpleaños Martha se había ido, lo hizo justo unas horas antes de que decidiera intentar el tratamiento. Así que el día en el que al fin me convertiría en adulto lo pasé con mi hermano.

Dianna había querido hacer una fiesta, pero dadas las circunstancias, le pedí que solo comprara un pastel. Ella aceptó y ese día fue de hecho bastante normal.

Por la tarde salimos con Noa a la plaza de las flores. Recién habían atropellado a una niña el día anterior, por lo que en la avenida habían cintas policiales frente a la panadería.

Todos hablaban sobre la mala suerte de la pequeña. Las personas querían saber con lujo de detalle cómo habían ocurrido los sucesos. Debido a que Noa tenía una actitud de muchacho entrometido decidió que tomáramos asiento frente a la entrada de la panadería para saber qué pasaba. Y se quedó en silencio por cerca de veinte minutos escuchando la terrible historia. Cada que el relato se tornaba más oscuro abría la boca al mismo tiempo que sus cejas se inclinaban provocando arrugas en las sienes de su cabeza.

-¡Vaya! -exclamaba en voz baja con los ojos bien abiertos -. Dios, Dani, ¿escuchaste eso?

Y yo solo asentía aunque realmente no estuviera prestando atención.

Supe que la niña atropellada pedía dinero en la plaza. Sus padres venían de un pueblo pequeño y vivían detrás de mi casa en alguna de las chozas que se caían ahí. La pequeña no tenía ni cinco años, y al parecer un camión había partido su cuerpo al empujarla y luego pasarle por encima cuando ella no se apartó del camino, y el conductor la arrolló al dar en reversa sin alcanzar a verla.

La mancha de sangre aún estaba en la calle.

-Eso es muy triste -murmuraba Noa con la mirada pérdida -. No entiendo como hay personas en este mundo que no cuiden a sus hijos -sus palabras se hicieron lentas.

-Las hay -respondí pensando en la vecina que lavaba sobre la piedra lisa y la chica escuálida.

Noa se levantó animado de la banca luego de su silencio reflexivo y se paró detrás mío. Empujó la silla y cambió el rumbo de la conversación.

-Dani, debemos tramitar tu credencial. Quizá haré la cita esta semana para poder acompañarte -dijo emocionado.

-En...tiendo -moví la cabeza arriba y abajo.

-¿Por qué suenas como si no te emocionara? Cuando yo fui por mi credencial estaba más feliz que nada, no te imaginas la cantidad de cosas que pensé podría hacer con ella.

-¿No las hicis...te?

-Las hice. Pero luego la universidad se volvió un monstruo devorador de tiempo. Algo similar a lo que sucede con tu novia ahora.

-Julie es...tudia mu...cho -me quejé.

Noa rió antes de asegurar: -ese es el trabajo de los universitarios querido hermano pequeño -Se inclinó un poco para poder tocar mi hombro -. Cuando estés en la facultad lo vas a entender.

-¿Y si nun...ca entro a la facul...tad? -pregunté mirando el piso.

-¿Por qué no entrarías? Eres listo y tienes ganas de hacerlo -volvió a empujarme hasta llegar a una banca que parecía esperarnos bajo la sombra de un árbol -. Aunque una vez hayas entrado a la universidad, y tengas que desvelarte para entregar tareas, o levantarte muy temprano para llegar a la primera clase, deseás nunca haber ingresado.

Seguía riendo, en parte bromeando y en parte hablando en serio. Era cierto que la universidad robaba mucho tiempo. Las últimas semanas no había hablado con Julie -al menos no tuvimos una charla decente-, incluso cuando estábamos juntos, algún asunto de la escuela la distraía, haciendo que pareciera ausente.

Con Noa sucedía algo similar. Cerca de tres años habían transcurrido desde la primera mañana en que él salió de casa rumbo a la universidad, desde entonces ya no era lo mismo. Habíamos dejado de salir al parque con la frecuencia de antes, tampoco jugábamos videojuegos por largas horas, ni se quedaba en mi habitación hablando de temas triviales hasta la madrugada.

Extrañaba todo eso, pero también me sentía orgulloso de lo que mi hermano estaba logrando. Y me preguntaba si yo sería capaz de aguantar el ritmo de cualquier universidad. Incluso si escogía una carrera fácil, me asustaba imaginarme durmiendo hasta tarde y levantando temprano.

-La relación entre Julie y tú va inesperadamente bien -soltó Noa volviendo su tono de voz serio.

-¿A qué te refie...res?

-Pues, a muchas cosas -esbozó una sonrisa -. Cuando ella comenzó a ir a la casa pensé que su amistad no duraría, y de repente estaban siempre juntos. Luego noté que había algo extraño entre ambos, pero supuse que se trataba de una ilusión mía. En el momento en que comenzaron a salir supuse que eso se les pasaría en unas semanas, y que en algún momento ella decidiría dar vuelta atrás -tan solo me limité a prestar atención mientras él explicaba con los ojos puestos en la carretera-. Sabes Dani, el otro día entré a tu habitación para verte, pero me encontré con algo muy extraño.

-¿Qué vis...te? -abrí bien los ojos.

-Julie y tú, ¿Ya lo hicieron? -fijó sus pupilas en las mías con las cejas algo inclinadas.

-¿Ha...cer qué?

-No te hagas tonto. Sabes de que hablo -se acercó a mi oído para decir en voz baja -: ¿ustedes ya tuvieron sexo?

En parte sonaba como una pregunta, por otra parecía mas una aseveración. Me alejé de su rostro y le miré asustado, supongo que incluso mis pupilas se habían dilatado. Negué con la cabeza una y otra vez, quizá solté alguna patada.

Anhelaba poder levantarme en ese momento de la silla e irme por el pasillo de la plaza, o tan solo poder alejarme un poco más de su expresión acusadora. Él se mantenía en silencio con las cejas aún inclinadas: al parecer intentaba leer mi expresión. Así que tomé aire mientras intentaba estabilizar mi voz para decir:

-Cla...ro que no -mis brazos se pusieron tensos haciendo que no tuviera control de ellos.

-Pude verlo, Dani. No intentes engañarme, te conozco y sé perfectamente cuando mientes.

-¡No lo ha...go! -reclamé con más patadas -. ¡Tú lo a...rruinas...te! Tú en...traste jus...to en el momen...to.

Noa empezó a reír mientras mis mejillas se pintaban de rojo. Abrió un poco la boca sorprendido. Parecía que se sentía de cierta manera orgulloso por lo que le había dicho.

-¿Entonces gracias a mí no sucedió nada? -negué con la cabeza -. ¿Y si hubiera sido mamá la que los encontrara? -guardé silencio, uno incómodo que denotaba nerviosismo -. Dani, uno no puede ir por la vida haciendo cosas imprudentes en lugares en donde pueda ser encontrado. Además, deben cuidarse al momento de tener sexo para evitar problemas. Ya sabes, embarazos, enfermedades. No te voy a prohibir que lo hagas con nadie si es tu deseo, pero creo que deberías buscar ayuda por cualquier cosa, a lo mejor no conmigo, pero con alguien en quien confíes.

-Lo haré -aseguré asintiendo con la cabeza -¿Cómo qué enfer...medades?

-Esas malas enfermedades que te dan ahí abajo.

Asentí con la cabeza incluso cuando no estaba seguro de qué intentaba decir.

Otro de los grandes problemas que enfrentaba como persona discapacitada era mi nulo conocimiento acerca de la sexualidad en general. Las personas dan por sentado que uno nunca podrá ser capaz de disfrutar una vida sexual activa por nuestras limitaciones, así que prefieren evadir el tema. Cuando tuve mi primera erección en realidad no sabía que estaba pasando, por lo que me asusté ya que pensaba era quizá otra de los males típicos de la parálisis. Al igual no sabía lo que era la sífilis, o el herpes, ni era de mi conocimiento que por medio del sexo se podían transmitir enfermedades terribles y crónicas.

Tampoco sabía cómo funcionaban los embarazos, y nunca escuché la palabra sexo oral antes de cumplir quince años.

Cuando Noa empezó a experimentar cambios en su cuerpo, y los deseos sexuales fueron despertando en él mamá le prohibía hablar de ello si estaba yo cerca. Papá tuvo una charla extensa con él que solo pude ver a través de la ventana pero nunca supe de que se trataba. Marco jamás habló de eso conmigo, ni siquiera cuando Julie y yo comenzamos a salir.

Luego del incidente con Julie me preguntaba muchas cosas sobre mí mismo: sobre mi cuerpo, y sobre el de ella. ¿Cómo se tenía sexo? ¿Era cierto que yo no podría hacer el amor con nadie nunca?

Usualmente los niños comienzan a indagar en el porno entre los trece y quince años. Yo recién cumplía dieciocho cuando busqué la primer página en mi computadora, y supuse que entonces tenía un gran problema.

Yo no podía controlar mi esfínter. A veces ni siquiera podía sentir cuando era necesario ir al baño. Utilizaba un catéter que mamá se encargaba de vaciar y usaba pañal desde toda mi vida. Evidentemente uno debe estar desnudo para llevar a cabo el sexo, ¿Y si sucedía un accidente mientras lo hacíamos?

Quería mucho a Julie, estaba enamorado de ella, y quería encontrar una manera más allá de las palabras y mis gestos para mostrárselo. Una vez, mientras mamá estaba distraída, ví un programa sobre las relaciones de pareja y su inminente fracaso después del tiempo. Ahí remarcaban que el sexo era parte vital de un matrimonio, si no había sexo eran más frecuentes las infidelidades y los pleitos. En ese entonces no le di importancia, pero ahora me preguntaba qué tan necesario era tener sexo con Julie para consumar nuestra relación, y lo que era peor, ¿Cómo lo lograría?

Pensé que mi novia ya tenía experiencia en eso. Se notaba que a Julie no le importaba los estereotipos que la sociedad establecía ni las tradiciones como lo eran llegar virgen al matrimonio. A mí tampoco me importaba que ella hubiera estado con alguien antes, solo me importaba que fuera mía por el resto de nuestras vidas. Quizá ella ya había notado que llevaba pañal, estaba enterada de la situación tan complicada que suponía tener relaciones sexuales. ¿Y si tan solo dejaba que las cosas fluyeran? ¿O enloquecía intentando encontrar una solución? ¿Y si el tratamiento arreglaba ese problema?

No había hablado con Julie acerca de irme, pues intentaba encontrar una manera de decírselo. Supuse que era necesario hablar con ella, y esperar que entendiera.

Continue Reading

You'll Also Like

573K 44.2K 77
La experiencia me enseñó que las vidas perfectas no existen, pero la mía con Laura me hacía feliz. Sin embargo, nuestra vida de ensueño se convirtió...
1K 79 4
El Imperio Británico y El Imperio Español hacen un trato. El trato es que para mejorar la economía del Español, El Imperio Británico le dijo que para...
38.6K 1.1K 13
Este es mi primera historia y espero que lo disfruten :3
154K 20K 91
¿Alguien sabe que hace Cleopatra en Londres? La ultima Faraona de Egipto, mujer de Julio Cesar y Marco Antonio. La única y verdadera reina de Egipto...