Amor por Contrato[SAV #3] ©

By andreawoon

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[Libro #3 de la serie amores verdaderos] Nota: Las cinco historias están relacionadas pero ninguna es secuela... More

Personajes
Prólogo (*)
Uno (*)
Dos (*)
Tres (*)
Cuatro (*)
Cinco (*)
Seis (*)
Siete (*)
Ocho (*)
Nueve (*)
Diez (*)
Once (*)
Doce (*)
Trece (*)
Catorce (*)
Quince (*)
Dieciséis (*)
Diecisiete (*)
Dieciocho. (*)
Diecinueve (*)
Veinte. (*)
Veintiuno. (*)
Veintitrés (*)
Veinticuatro (*)
Veinticinco (*)
Veintiséis (*)
Veintisiete (*)
Veintiocho (*)
Veintinueve (*)
Treinta (*)
Treinta y uno (*)
Treinta y dos (*)
Treinta y tres (*)
Treinta y cuatro (*)
Treinta y cinco. (*)
Treinta y seis. (*)
Treinta y siete. (*)
Treinta y ocho. (*)
Treinta y nueve. (*)
Cuarenta. (*)
Cuarenta y uno (*)
Cuarenta y dos. (*)
Cuarenta y tres. (*)
Cuarenta y cuatro. (*)
Cuarenta y cinco. (*)
Cuarenta Y Seis. (*)
Cuarenta y Siete. (*)
Cuarenta Y Ocho (*)
Cuarenta y nueve (*)
Cincuenta (*)
Cincuenta y uno (*)
Cincuenta y dos (*)
Cincuenta y tres. (*)
Cincuenta y cuatro. (*)
EPÍLOGO
Agradecimientos & Aclaraciones
AVISO
Extra "Especial de San Valentín"
¡Aviso Super Importante!

Veintidós (*)

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By andreawoon

Anna.

Habían pasado un par de meses desde que había tenido aquel encuentro con mis padres. Mi madre me había llamado en un par de ocasiones para que me disculpara con mi padre, cosa a la que me negué desde el primer momento en el que lo planteó. Por primera vez, no quería hacer lo que ellos decían. Estaba cansada de que intentaran controlar mi vida, aun cuando ya no vivía con ellos, buscaban la manera de interferir para que las cosas terminaran siendo como ellos querían.

Sabía que jamás lograría ser del todo feliz si ellos estaban a mí alrededor. Mis padres eran como dos bolsas llenas de piedras sobre mis hombros que había cargado durante gran parte de mi vida.

—¿En qué piensas? —Escucho la voz adormecida de Will mientras una de sus manos imparte caricias suaves por mi espalda desnuda. Acomodo la manta que cubre mi pecho y me acomodo mejor.

—En nada —Respondo soltando un suspiro.

—Cada que dices que no estás pensando en nada es porque si lo haces —Responde —Anda nena, dime que pasa por esa cabecita tuya.

Suelto una risa ante las palabras de Will.

—Estaba pensando en mis padres, en lo bien que me siento por haberles hecho frente la otra vez. —Respondo.

— ¿Siguen sin contactarte? —Cuestiona lanzándome una mirada. Niego y lo escucho suspirar. —No debes de pensarlo tanto, estoy seguro que en algún punto entenderán que no pueden controlarte siempre, ellos deben de saber que no eres una muñeca que puedan manejar a su antojo.

Me acomodo mejor en la cama quedando de tal forma que puedo observarlo a detalle. Se ha dejado crecer la barba un poco lo que le ha un aire más maduro, su cabello se encuentra revuelto debido a la acción que hace unos momentos habíamos tenido y mantiene los ojos cerrados.

Las comisuras de sus labios se elevan y esa acción me hace darme cuenta que ha sentido mi mirada sobre él. Suelto una pequeña risa y me inclino para dejar un beso sobre sus labios.

— ¿A qué se debió eso? —Inquiere abriendo uno de sus ojos.

—Nada ¿no puedo solo darte un beso? —Cuestiono dejándome caer a un lado de la cama sobre la cómoda almohada mientras sujeto la sabana contra mi pecho. Una sonrisa inconsciente tira de mis labios.

No conseguía entender con exactitud cuáles eran mis sentimientos hacia Will, no podía hablar de amor, o de un enamoramiento hacia él, pero lo apreciaba, mucho.

—Anna —Miro a Will en cuanto este pronuncia mi nombre.

— ¿Si? —Cuestiono acomodándome nuevamente entre sus brazos.

—Nunca has tomado las pastillas —susurra. —Es decir, no has dicho que...

—Cierto —susurro devuelta.

—Y no hemos usado protección. —murmura abriendo los ojos, se coloca a un costado, apoyando el codo sobre el colchón y sosteniendo su cabeza con la palma.

—Cierto —repito.

Por alguna razón, no me había preocupado en tomar las pastillas, aun cuando me considero alguien cuidadosa en ese aspecto.

El silencio nos consume, lo observo en espera de que el continúe hablando, pero no lo hace.

—¿Está todo bien?

—¿Has considerado que, no sé, tal vez puedes quedar embarazada? —inquiere. —No nos estamos cuidando. No es como que la idea me moleste mucho, pero...

—¿No te molesta la idea de que pueda quedar embarazada? —inquiero elevando una de mis cejas.

—Si me molestara, usaría protección —bromea.

Dejo un golpe sobre su hombro, haciéndolo reír. Él recuesta la espalda de nuevo sobre el colchón, no dice nada, pero la sonrisa de su rostro no desaparece.

—Quiero formar una familia contigo —susurra de pronto —no me molesta la idea de que puedas quedar embarazada, de hecho, es algo que considero cada que esto pasa —confiesa. —pero sé que no es solo lo que yo quiera. No estaba seguro de si estabas tomando algo o no, pero...

—Will —el voltea en cuanto lo interrumpo. —No estoy tomando nada, no porque quiera quedar embarazada, simplemente...—no encuentro una razón, parecía que ese pequeño detalle había dejado de ser importante desde que nos casamos. —lo he olvidado.

—No quieres un hijo aún ¿verdad? —inquiere.

Niego.

Un suspiro brota de él, aparta la mirada mientras la mantiene fija en el techo.

—Aunque si sucediera...—él voltea casi de manera inmediata —si sucediera creo que estaría feliz por eso.

—Quiero formar una familia contigo —repite.

Sonrío, extendiendo una de mis manos para poder acariciar su rostro.

—¿Recuerdas lo que hablamos sobre ser un matrimonio estable? —inquiero.

Él asiente.

—Primero debemos de ocuparnos de eso —le recuerdo —y luego podemos pensar en tener a alguien que nos arrebate el sueño y haga un desastre el departamento —él sonríe.

—Supongo que vamos por buen camino ¿no es así? —inquiero.

—Si —concuerdo recostándome de nuevo a su lado —creo que si.

(...)

—¿Así que no has hablado con tus padres? —inquiere Montse mientras se acomoda en la cama.

—No —respondo —no he tomado ninguna de sus llamadas. Creo que por primera vez en verdad quiero apartarme de ellos.

—Eso me alegra tanto —confiesa —ya era momento de que los apartaras de tu vida. Y lamento lo que ocurrió con la adopción —añade —sé lo emocionados que estaban por eso.

—Sí, es decir, creo que en cierta parte lo que ocurrió nos ayudó para ver que nos estábamos apresurando demasiado. —confieso. —estábamos haciendo todo muy rápido.

—Siempre he pensado que cuando estás con la persona correcta, las cosas no se tratan de tiempo...

—Se tratan de conexión —finalizo la frase por ella. Montserrat sonríe.

—Exactamente. —concede con un asentimiento. —y Will y tú tienen una muy grande conexión.

—En todo caso, un hijo es un paso muy apresurado.

Mi amiga se encoje de hombros.

—Eso solamente ustedes pueden determinarlo —finaliza.

Luego de eso, nuestra conversación toma un rumbo totalmente distinto. Me sorprendía la rapidez con la que Montse y yo conseguíamos cambiar de tema de un momento a otro, parecía ser que era una habilidad que habíamos perfeccionado a lo largo del tiempo que llevábamos siendo amigas.

Un par de horas después ella se marcha, hoy n tenía absolutamente nada que hacer, el trabajo estaba listo y en las fundaciones no se requería mi presencia, así que probablemente era un buen momento para pasar toda la tarde viendo algún maratón de Netflix.

Cuando ya me encuentro sobre la cama, dispuesta a comenzar a ver una película que se ve lo suficientemente entretenida, mi celular suena anunciando un nuevo mensaje.

Lo tomo, abro el chat casi de inmediato cuando leo que es de William.

"He hecho una reservación en un restaurante del centro, ponte algo lindo. Paso por ti a las ocho. Te quiero"

Una sonrisa tonta se filtra en mis labios mientras observo el mensaje, releyendo la última palabra una y otra vez, siéndome imposible retener el chillido emocionado.

—No puede ser —mascullo cerrando los ojos, seguramente luzco como una adolescente enamorada, sin embargo, la sonrisa de nuevo se filtra en mis labios al mismo tiempo que me incorporo y me dirijo al armario.

Son las seis con quince minutos, así que, considerando el tiempo que me tardo arreglando, debería de comenzar ahora.

Si, definitivamente debería comenzar.

William Blake.

Son las ocho en punto cuando estaciono fuera de departamento, había organizado todo para pasar una velada perfecta con Anna. En todo el tiempo que habíamos estado juntos, me había dado cuenta de que nunca habíamos salido a cenar, o a hacer algo, no habíamos hecho nada juntos.

—Anna ¿estás lista? —inquiero abriendo la puerta.

—¡Ya voy! —el grito proveniente de la planta alta me hace sonreír. Me dejo caer sobre el sillón, considerando si tal vez debo cambiarme de ropa o no, bajo la vista, examinando las prendas que traigo puestas y desechando la idea de cambiarme.

Los pasos en las escaleras me hacen voltear, mi corazón parece sufrir un maldito colapso cuando la miro.

Anna baja con cuidado, su cabello se encuentra recogido en una coleta alta, que se mueve con cada paso que da. Y la falda del vestido rojo que trae puesto se ondea con delicadeza cuando se mueve.

No puedo apartar la mirada de ella, no puedo hacerlo cuando parece lucir como la mujer más hermosa que haya visto.

El vestido es corto, pero no demasiado. Lo que deja ver sus perfectas piernas que contrastando con el par de tacones que trae, la hacen lucir realmente bien, realmente sexi.

—Oh por Dios —murmuro incorporándome —luces tan hermosa.

Ella sonríe, el brillo en sus ojos no se hace esperar mientras termina de bajar las escaleras.

Lleva un ligero maquillaje, sus pestañas parecen ser un poco más largas, y ladeo la cabeza con ligereza como si de esa manera pudiera examinarla mejor. Sus labios están pintados de un rojo intenso, lo que me hace recordar la vez que confesó que ese era su color favorito.

Y vaya que le sienta bien.

Cuando se coloca frente a mí, cruzo uno de mis brazos por su cintura para atraerla hacia mi cuerpo, no me resisto en el momento en el que planto mis labios sobre los de ella.

—Creo que la reservación puede esperar —ella ríe, negando y apartándose de mí.

—Tardé demasiado tiempo en arreglarme —pronuncia y es en este punto en el que me percato que su cabello está completamente liso. —no quiero arruinarlo.

—Estas hermosa —repito —Justo ahora creo que debería cambiarme —mascullo bajando la vista de nuevo para ver mi vestimenta —sí, definitivamente tengo que cambiarme de ropa.

—Estás perfecto así —pronuncia colocando una de sus manos sobre mi pecho —luces realmente apuesto, en realidad, creo que siempre luces de esa manera. —Confiesa —Además, es tarde. La reservación es a las 8:30 y si nos demoramos, no llegaremos.

—Bien, en eso tienes razón —concedo. Tomo su mano mientras ella me observa con una sonrisa y ambos salimos del departamento, dispuestos a pasar una velada estupenda.

(...)

El restaurante al que habíamos llegado estaba justo en el centro de la ciudad, con una ubicación que a pesar de ser transitada, el lugar conseguía brindar cierta tranquilidad en su interior.

—Todo ha estado estupendo —pronuncia Anna mientras le da un último sorbo a la copa de vino. —Es la comida más deliciosa que he probado.

—No podría estar más de acuerdo contigo —concedo —este lugar es increíble, mis padres suelen venir aquí en cada aniversario o cuando es una fecha especial.

Ella está por responder, sin embargo, posa su vista en algo, o alguien, detrás de mí.

—¿William? —Volteo cuando escucho que alguien pronuncia mi nombre. Al hacerlo, reconozco a Rebeca Hilton.

Rebeca había sido una amiga durante toda la universidad, parablemente fue la chica con la que más en serio estuve, hicimos demasiados planes, una vida a futuro, hasta que tuvo que mudarse a California para estudiar una maestría.

Llevábamos cerca de cinco años sin vernos. Y encontrarla aquí, era probablemente el último lugar en donde pude haberme imaginado.

—¡No puede ser, Will! —exclama cuando me incorporo —Ha pasado tanto tiempo.

—Vaya que si —respondo. Ella se abraza a mi cuerpo, y de pronto, me siento repentinamente incómodo —¿has vuelto a México?

Ella asiente, separándose sin quitar la sonrisa de su rostro.

—He terminado mi maestría y doctorado en california —informa —era tiempo de volver. Estas más apuesto de lo que recordaba —pronuncia dejando un golpecito en mi pecho.

—Gracias por el halago, tú sigues igual de impresionante.

Ella ríe. Volteo, encontrándome con el semblante serio de Anna quien al darse cuenta de que la miro, sonríe.

—Oh, Rebeca te presento a Anna —pronuncio rodeando la mesa para colocarme a su costado, ella se incorpora, luego da un par de pasos para llegar hasta donde Rebeca se encuentra.

—Mucho gusto —pronuncia extendiendo una de sus manos en dirección a Rebeca.

—Anna, ella es Rebeca, una amiga de la universidad, Rebeca, ella es Anna —coloco una de mis manos detrás de su espalda —mi esposa.

Por alguna extraña razón, parece ser que la sonrisa de Rebeca decae.

—¿Tu esposa? ¿te has casado?

—Si —Anna pronuncia abrazándose a mi cuerpo —llevamos cinco meses de matrimonio. ¿Verdad mi amor?

No sé cómo tomar el hecho de que Anna parece demasiado cariñosa de un momento a otro ¿mi amor? ¿Desde cuándo me llama de esa forma?

—Así es cariño —murmuro apegándome a ella.

—Perdona mi sorpresa, es solo que nunca creí que pudieras casarte —confiesa —lo digo de la mejor manera, me alegra ver que encontraste a la chica para sentar cabeza. ¿Así que la fama de picaflor quedó atrás?

Siento el cuerpo de Anna tensarse.

—Desde el momento en el que la conocí —respondo.

La incomodidad se filtra entre nosotros. Rebeca da un paso atrás, recuperando la sonrisa.

—Ha sigo genial encontrarte por aquí —habla —nos vemos.

Eleva la mano en señal de despedida y luego se aleja. Anna resopla, camina hasta colocarse de nuevo en su asiento y cuando estoy frente a ella, me observa con seriedad.

—A esto me refería cuando pregunté si no había alguien más —aclara tomando un sorbo del resto del vino que aún hay en su copa. —¿Qué fue eso de picaflor?

—Anna, llevo casi cinco años sin tener contacto con ella —le aclaro —no es alguien de quien debas preocuparte.

—Pues a mí me pareció que sí, de no haberme mencionado, seguiría abrazándote con todo el cariño del mundo.

Una sonrisa divertida se cuela en mis labios.

—¿A caso estás celosa? —inquiero echándome para atrás.

—Una chica le estaba coqueteando a mi esposo ¿Cómo quieres que tome eso? —cuestiona con molestia, cruzándose de brazos.

—De acuerdo, definitivamente eso son celos —sentencio con una sonrisa divertida. —¿A eso se debió el "mi amor"? —cuestiono elevando una de mis cejas.

Ella rueda los ojos.

—No tienes nada de qué preocuparte —le aseguro mientras tomo la copa frente a mí para darle un trago. —Soy un hombre felizmente casado ahora. No tengo ojos para nadie más que no sea mi esposa.

Soy consciente de la manera en la que intenta retener la risa. No lo consigue, y termina riendo un par de instantes después.

—Deja el sarcasmo a un lado —pide entre risas.

—No es sarcasmo —objeto —hablo en serio.

Cuando deja de reír ladea la cabeza, observándome con detenimiento.

—La próxima vez que una chica se acerque, me aseguraré de mostrar primero el anillo —asegura elevando la mano.

—De acuerdo, no tengo problema con eso —respondo —Y cuando un chico se acerque, asegúrate de enseñárselo también ¿eh?

Ella ríe.

—A comparación de ti, no hay chicos que intenten coquetear conmigo.

—Espera ¿Cómo debo de tomar eso de "a comparación de ti"? —inquiero con fingido tono de indignación.

Ella se encoge de hombros, sin embargo, luce divertida.

—Ha sido una noche estupenda —murmura cuando nos encontramos ya dentro del auto. —en verdad, gracias.

—No me agradezcas, creo que ambos necesitábamos una primera cita —confieso.

—¿Una primera cita?

—Bueno, nunca tuvimos una cita antes. Así que esta puede considerarse como una primera cita —afirmo. —¿o no?

Ella asiente.

—Entonces, fue una estupenda primera cita. —ella sonríe, y yo lo hago también.

Lo fue, sin duda alguna, lo fue.

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