—Y ésta será tu habitación—Le dijo Anna con su agradable voz—Ahí está el armario, ahí hay una tele y una computadora, puedes usarlas cuando quieras.
—Está perfecta, Anna muchas gracias
Rebecca contempló la habitación completa; mismo largo y mismo ancho que la de ella, lo cual era obvio porque la casa de la familia Bower y de la familia Jones, eran del mismo condominio elegante y sofisticado.
200 dólares cada mes; eso implicaba una supervisión de 24 horas de dos pequeños por lo que tendría que mudarse a la casa de los Bower durante tres meses, lo cual no era mucha diferencia, pues vivía exactamente justo en la casa de al lado.
—Si los pequeños te dan problema, no dudes en decirnos, podemos contratar a otra persona, aunque sabes que no me llevo con la idea de que los cuide alguien que no es de mi confianza.
—No se preocupe Anna, me encantan los niños, vamos a llevarnos muy bien—Sonrió ella
—Gracias cariño, porque la última opción que me quedaba era Jace, pero ya sabes cómo es él—Suspiró resignada—Vive en su propio mundo y no es bueno preocupándose de los demás
—Sí, sé como es—Evitó bufar—Tendría que aprender a ser más responsable
—He intentando de todo—Volvió a suspirar—Sólo espero que sea una etapa y nada más
¿Una etapa? Lo dudaba; hacía dos años Jace Bower venía comportándose de la misma manera narcisista y ninfómana.
—Bueno, entonces ¿Eso es todo lo que necesito saber?-Preguntó la morena luego de un pequeño silencio
—Eso es todo, cariño—Sonrió Anna
—¿Qué hay de Jace? ¿Sus horas de llegada cuáles son? No quiero que alguien entre a la casa y piense que es un ladrón cuando en realidad es él.
—Siempre es él, mi vida—Sonrió Anna—Los días de escuela llega temprano, esto quiere decir de lunes a jueves; sé que ustedes están de vacaciones, pero aun así quiero que él llegue a los mismos horarios de siempre, como si estuviera en la universidad
—Bien ¿Y cuáles son esos horarios?
—Los sábados tiene permiso para quedarse hasta tarde fuera; generalmente se queda a dormir en la casa de Chris. Los viernes también llega algo tarde, pero siempre pasa la noche en la casa. Si no llega temprano de lunes a jueves y el domingo, háznoslo saber; no quiero que crea que porque no estamos y porque la universidad les dio a todos tres meses de vacaciones, puede comportarse peor de lo que ya lo hace
—Está bien, yo me encargaré de que Jace no se crea en la libertad de hacer lo que quiera—Le dijo Rebecca poniendo sus maletas sobre la cama.
—Vamos abajo, cariño; los niños se están despidiendo de Jeff
Rebecca bajó detrás de Anna. Al llegar abajo, Luci se despedía de Jeff mientras Jace tenía a Thomas en sus brazos; Jace era el típico niño bonito narcisista de la universidad; a pesar de que era un descontrolado total, sabía tocar cuatros instrumentos y una vez cuando eran pequeños, Rebecca lo había escuchado cantar; dudaba que siguiera cantando igual de hermoso como lo hacía antes... antes él no era así, antes eran amigos... Jace había cambiado radicalmente cuando habían entrado a una nueva escuela cuando tenían 8 o 9 años; se había distanciado de ella porque había encontrado nuevos amigos, a los cuales les gustaba hacer lo que a él le gustaba hacer, no a una niña que le gustaba hacerlo tomar el té con ella. Rebecca realmente lo quería, y mucho, era su mejor amigo; sin embargo él había elegido a las chicas y a la popularidad por sobre ella.
Estaba estudiando derecho en la universidad; a pesar de todo, tenía muy buenos promedios; casi iguales a los de ella, con la diferencia de que ella se esforzaba mucho más; odiaba que él fuera tan... tan jodidamente perfecto. Le iba de maravilla en todos los exámenes siendo que se la pasaba de fiesta en fiesta y de chica en chica. Lo peor de todo es que ella también estaba estudiando derecho. ¿De todas las carreras él había tenido que elegir la misma que la suya?
Tenía que aceptar que Jace era casi un maldito prodigio; Había aprendido a tocar completamente solo cuatro instrumentos distintos, sabía cantar y le iba de maravilla en la universidad sin esforzarse ni lo más mínimo. Ella apenas sabía tocar la flauta y cantar un poco, y si quería que le fuera bien en los exámenes, tenía que pasarse horas y horas estudiando.
Si no fuera porque a Jace le iba jodidamente bien en los estudios, Anna y Jeff lo habrían ya mandado a una escuela militar en donde le corrigieran su estúpido comportamiento y donde aprendiera qué se sentía no tener a una chica que te complazca todas las noches.
—Adiós cariño, que te vaya bien con los niños—La sacó Anna de sus pensamientos mientras se despedía desde la ventanilla del auto. Rebecca agitó su mano en señal de despedida—
—Los amo, mis niños—Les dijo Jeff a todos sus hijos. Luci y Thomas respondieron felices, mientras Jace sólo llegó a atinar una sonrisa—
Luci entró corriendo a la casa, seguida por Thomas que aún no aprendía a caminar muy bien. Rebecca se puso enfrente de Jace para evitar que él pasara. Él castaño la miró frunciendo el ceño.
—Querida Becca, no quiero sonar grosero, pero me estorbas el paso.
—Vamos a aclarar ciertas cosas—Le dijo intentando no sonar enojada. Desde que él la había desechado como amiga, Rebecca le guardaba un rencor enorme, y le enojaba el echo de sólo verlo—Primero que todo: nada de llegar tarde los días de semana
—Estás a cargo de mis hermanos—Dijo acercándose , por lo que ella tuvo que levantar su mirada para poder verlo a los ojos—No de mí.
—No, pero tu madre me lo ha especificado claramente; sólo tienes permiso los viernes y sábados para llegar a deshoras—Él se rio burlonamente—
—Ay preciosa, no recordaba que fueras tan graciosa
—¿Tú? ¿Acordarte de algo de mí?—Ahora fue ella quien rio burlonamente—No me hagas reír, Jace.
Jace frunció el ceño.
—Segundo: Sé que cuando tus padres no están en casa, traes a chicas, te he visto.
—¿Ahora me espías? ¿Estás obsesionada conmigo o algo?—Preguntó divertido—
—Jace—Ella gruñó—Vivo al lado tuyo ¿Acaso te parece extraño que vea lo que hacen los vecinos a veces?
—Si tú lo dices..
—El punto es que no quiero que tus juntas con chicas sean aquí, ¿Bien? Si quieres, te vas a un motel o a algún callejón, pero aquí no.
—Oh, ¿Ahora te crees la dueña de la casa?—Preguntó Jace
—No, pero tu madre me ha dado la autorización para poner reglas y esas van a ser. Sólo dos: Tus horarios serán los mismos de siempre y no quiero chicas aquí.
—Qué miedo me das, preciosa, con tu tono amenazante de bruja mala—Sonrió de costado—
Rebecca gruñó; odiaba que él la llamara "Preciosa" porque así era cómo la llamaba hace años atrás, cuando eran amigos.
—Y una última regla: NO ME LLAMES PRECIOSA NI BECCA—Le dijo recalcando las palabras—
—No sé si podré cumplir con esa, preciosa—Sonrió burlón y de un pequeño empujoncito, la sacó de la puerta y él entró a la casa. Ella respiró hondo, intentando relajarse—
"Sólo son tres meses, y lo mejor es que Jace no va a estar en casa la mayoría del tiempo"
Entró a la casa y cerró la puerta a sus espaldas, se acercó a los pequeños.
—Tengo una sorpresa para ustedes—Les dijo—¿Quieren verla?-
—¡Sí!-Chillaron emocionados al mismo tiempo; aunque la voz de Luci había sido más entendible—
—Vengan conmigo
Rebecca tomó a Thomas en brazos y subió la escalera con Luci detrás. Dejó al pequeño en el suelo y comenzó a revolver la maleta. Si había algo que iba a hacer que esos dos pequeñitos la amaran, era darles un regalo.
—Luci, éste es para ti—Le entregó un pequeño paquete envuelto en un papel de regalo color rosa adornado por florcitas—
—Gracias—Dijo emocionada y comenzó a abrir el papel rápidamente—
—Y éste para ti—Rebecca le entregó otro paquete a Thomas, envuelto en un papel de regalo azul con pelotas de fútbol adornándolo—
—¡Una muñeca!-Chilló Luci—¡Gracias Becca! Es hermosa, muy linda
—De nada, princesa—Le sonrió y se agachó para quedar a la altura de ambos—
—Gracias—Volvió a repetir Luci y le dio un fuerte abrazo—
—¿Qué esperas? Ve a jugar con ella—Dijo Rebecca y Luci salió corriendo de la habitación. Ayudó a Thomas a abrir el regalo; el pequeñito tenía dos años pero era muy inteligente—
—¿Qué es?—Preguntó con su voz tiritando—¿Un auto?
—Sí, es un auto a control remoto
—¿Quieres jugar conmigo?—Le preguntó el pequeñito—
—Ve abajo, yo te alcanzo—Sonrió la morena. Thomas asintió y caminó como pudo las escaleras, que estaban hechas de tal manera que los niños pudieran bajarlas sin problemas—
Rebecca dio un respingo cuando se levantó del suelo y al girarse se chocó con un musculoso pecho.
—¿Nada para mí, preciosa?—Le preguntó el castaño con una sonrisa torcida—
—Vuelve a llamarme preciosa, y lo que te daré será un golpe, Jace—Le sonrió sarcástica—
—¿Por qué estás tan a la defensiva, preciosa?—Preguntó sonriendo—
—Serás imbécil Jace—Masculló y lo empujó, para luego bajar las escaleras furiosa—